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Él cazaba halcones

Los problemas vienen de las personas, de aquellas que no saben manejar bien
su vida y su habla, y eso fue lo que paso aquí, las palabras son poderosas, lo
queramos o no, cuando decimos algo es difícil borrarlo, una palabra nos puede
llevar a la victoria, pero también puede hundirnos.

Conozco a Gabriel, yo y mi hermana, somos casi hermanas de él, su madre se


casó con nuestro padre. Nosotros vivíamos separados; por lo menos desde
hace cinco años; yo, mi hermana, mi madrastra, a la que llamo madre y mi
padre Mario, su esposo, es mi padre biológico, nos encontramos a la vuelta de
su casa, él por su parte vive con su papá.

Es mejor que comience por hablarles de Edián, Gabriel le conoció antes que
nosotras, pero ambos concordamos en ciertos puntos, Edián cazaba halcones
en la azotea de su edificio; se quedaba quieto, tendido, boca abajo, oculto,
dentro de una covacha construida con maderas y cartones recogidos en los
techos. Usaba dos o tres palomas como carnada; las ataba por las patas, a una
antena de televisión y las dejaba sobre el piso, moribundas y silenciosas.
Luego se recostaba y aguardaba, por una rendija de su covacha, divisaba al
ave que había venido desde el otro lado del río, divisaba al halcón.

Mi hermana es un escándalo, tiene el pelo castaño muy cortito, la nariz de


ratona, los dientes grandes, los ojos de color caramelo, es de esas chicas que
desarrollan lo físico antes que lo psicológico, ronda los dieciocho, yo por mi
parte tengo en cuerpo suficiente para mi edad, además soy un espárrago, la
diferencia radica en que yo si tengo cerebro, o por lo menos lo uso con
propiedad, a mi me adivinan la edad en un abrir y cerrar de ojos gracias a mi
habilidad de hablar, tengo cerca de diecisiete, soy un año menor. Gabriel, estoy
segura está algo enamorado de mi hermanita, es que ella es tan coqueta, no
he visto chico que no se le acerque, pero cuando habla ellos descubren que no
es lo que buscaban, porque para ser sincera tiene un cerebro de pollo. Gabriel,
como decía siente algo por ella, pero como es su media hermana y no naranja,
se conforma, dicho sea de paso es por eso que ahora vivimos separados,
Gabriel iba tener conflictos en su adolescencia, mientras que una lo
atormentaba con su cuerpo, otra con conocimientos.

A Edián lo conocimos casi al mismo tiempo, después Gabriel nos daría algunos
detalles; nos comentó que esa noche Edián usaba unos jeans negros
gastados, un polo blanco, este sí pulcro, con un imperdible pinchado sobre el
corazón, y se abrigaba con una vieja casaca de cuero negro. Gabriel
pedaleaba por la pista, quizás regresaba del club, no recordaba bien. Nos
contó que lo más le impactó fue, el halcón que se aferraba a su brazo. Un año
atrás, el municipio había prohibido que se tuviera en cautiverio a cualquier
ejemplar, precisamente porque la moda de tenerlos en casa incrementaba la
amenaza de su extinción.

Todavía recuerdo, cuando Gabriel quería uno, se lo pidió a su padre, pero este
se negó, dijo que le daban asco las gallinas, que era su definición de ave, con
pico, con plumas, que apestara; entonces él acudió a mí, después de que me
contara lo de su padre le respondí con una negación, a su padre no hay que
discutirle; entonces se dio por vencido.
Tuvieron una pequeña conversación su sentido era la compra por parte de
Gabriel, y la venta por parte de Edián, del halcón, pero fue interrumpida, por un
auto a toda velocidad que casi se los lleva de encuentro, y de la que Edián
apartó a Gabriel.

Yo que siempre me asomo a la ventana por las tardes, me gusta sentir el aire,
esa noche vi el carro doblando la esquina.
-Abre la puerta hermanita, alguien te espera abajo- le dije a Mati, que solo
movió la cabeza, rayos malditos audífonos, pensé, y entonces mientras me
dirigía a la puerta exclamé- bueno solo es el chico que sale contigo, el hijo del
general, mejor le echo llave a la puerta, ¿No te parece?
-¡Que!- se levanto de un salto y la puerta se abrió de un tirón.
No eran tan melosos, he visto peores pero me dan repulsión los hombres, de
mi edad y dos o tres años mayores sobretodo. Bueno mientras en casa se
encontraban los tortolitos, me volvía a asomar a la ventana. Lo que vi Gabriel
nos lo especificó, Edián quiso conocer al hijo del general a lo Gabriel replicó,
pero al final aparecieron doblando la esquina, lo que vi era a dos chicos uno mi
casi-hermano, con su bicla y un tipo raro con un halcón en el brazo, se arrodillo
y le puso algo a Gabriel, no sé qué era, lo que sé es que después de un rato
Gabriel tenía al halcón en su brazo, y Edián se acercaba, se puso detrás del
coche, saco algo de su bolsillo y pinchó las llantas con eso, yo imaginé que era
algo filudo, y que había cortado las llantas, me metí un poco para que no me
vieran, y me reí, ¡Vaya sorpresa se iba llevar aquel enamorado!. Después de
pararse, le dijo algo a Gabriel, y ambos se acercaron al teléfono público.
- Hermanita alguien te llama, al teléfono- le dije, imaginando, que Gabriel, no
llamaría a nadie más
-Pero si no ha sona...-entonces sonó y ella levantó el auricular, espero y habló-
Hola, tonto, ¿qué haces?- entonces asegure mi pensamiento, era Gabriel- en el
cuarto de mi padre, que es el cuarto de tu madre-¿qué clase de pregunta
habría hecho?, ¿Dónde estás?- No está cerca, está en la sala y no le digas
troglodita-preguntaba por el novio de Mati, estaba segura-¿Qué has hecho
tonto?- seguro le dijo lo que ese chico raro había hecho- Nunca me has
salvado la vida- me sonaba familiar, conmigo también había usado esa excusa-
Esta bien... no, ¿Cómo que lo que tú quieras?- tonta, seguro que Gabriel había
hecho un juego de palabras, después de eso Mati, salió a la sala.
-Este... puedes salir afuera, a revisar tu carro- pareció, que el chico, al principio
no entendió, entonces volteó a verme.
- Te sugiero que empieces por la parte trasera- me miró un poco más, volteó y
salió disparado hacia afuera. Me volví a asomar y vi como Edián, le dejaba el
halcón y se iba, y Gabriel desaparecía doblando la esquina. El enamorado, se
tiraba, o por lo menos parecía, tirarse de los pelos mientras veía las llantas de
atrás todas desinfladas. El tipo se fue molesto, y yo le dije a mi hermana que
aquel no le convenía, pero no le dije él por qué.

Después de eso, solo sé que esa noche, Gabriel puesto al halcón en el cuarto
de servicio; y a la mañana siguiente su padre lo encontró cuando buscaba unos
binoculares. Yo siempre me he levantado temprano, ese día no iba ser la
excepción, mi madre antes de ir a trabajar llamó a Gabriel.
-Hola hijo- alguien le contestó en la otra línea- En un rato es muy temprano
todavía- era casi cierto eran casi las nueve-¿Has escuchado a tu papá?- si mi
mamá si lo había visto, y yo con ella- Ha soltado una bomba y lo ha hecho solo-
debió preguntar ¿Una bomba?- Una bomba periodística. Ha debido trabajar
con mi revista. Cuando llegue, dile que quiero hablarle- la pregunta más obvia,
¿Por qué no lo llamas al celular?- Hijo no son confiables. Dile eso ¿Vienes a
cenar en la noche?- Rayos. Si su padre había lanzado una bomba, la abogada
era una mona, se suponía seria, pero era más graciosa. Mati salió del cuarto
cambiada y coqueta, y cuando volteé a avisarle a mi madre, no la encontré.

-Voy a llamar a Gabriel me debe una explicación- menuda sorpresa, se levanta


para llamar -Hola tonto- bravo que buen inicio-Tengo que hablar contigo- Si
claro es muy importante, de vida o muerte- No, confundida. ¿Porque le
reventaste las llantas?- “porque le odio”, que obvio-No puedo hablar por
teléfono, ¿vas a estar en tu departamento?- típico, coqueta, como siempre-Si,
en diez minutos- eso era muy poco tiempo-Así te bañas y te perfumas, ¿no? Te
gusta impresionarme.-Claro tenía que aprovecharse de la debilidad de Gabriel,
las lindas son las más peligrosas siempre-Bueno, voy en quince minutos- y
colgó. Jamás iba a cumplir eso era demasiado apresurada e impaciente para
esperar.- ¿Me acompañas?, por favor, es ir y venir, será como un juego-
¿Enserio?, no quería ir, pero bueno.
-Está bien- ella que sospecho ya sabía mi respuesta, me agarró del brazo y
salimos rumbo a la casa de Gabriel- ¿Qué no dijiste quince minutos?
-No, dije quince sino sin... - yo misma sabía que eso no lo iba cumplir.
Llegamos y tocó el timbre, el portero nos abrió en un ratito, entramos, subimos
y tocamos su puerta, nos abrió en bata. Casi me tapo los ojos pero creo que
habría sido demasiado grosero.
-Pasen, -nos dijo- no han dejado que termine de vestirme.
-¿Quieres que te ayude... a elegir tu ropa?- muy graciosa.
Él la miro con una mezcla de sorpresa y rencor, y se fue a su cuarto.
-¿A que vinimos?, le pregunté.
-Cuéntame cómo fue lo de las llantas- le gritó, desde la sala, y me reventó los
tímpanos, pero antes de decir cualquier palabra, salió, con un pantalón y una
camisa, abotonándose y descalzo.
-Tu troglodita aceleró el carro y paso a medio centímetro de mí. Casi me mata.
Lo hizo a propósito.
-¿Te hizo daño?- casi lo mata y ella preguntando si le hizo daño
- No yo estaba con un sujeto que tenía un halcón en el brazo...
-Ese es el chico que le pinchó las llantas- aventure, hasta ahí permanecí
callada. Gabriel me miró pero continuó
-Ese tipo me jalo hacia la vereda y evito que me atropellara tu cromagnon
-¿Un halcón?
-Sí, queréis verlo- claro, un hermoso ejemplar encerrado en una jaula, fue lo
primero que se me ocurrió, pero él no trajo ninguna jaula
- Lo tienes acá- preguntamos al unisonó Mati y yo.
-Sí.
-No me interesa mucho el halcón, quiero saber que pasa entre ustedes.
-¿Entre tu cromagnon y yo?, Pues le tengo alergia a los estúpidos, no sé si te
lo he dicho. Y yo no entiendo, nunca voy a entender, por qué a las chicas les
gustan tanto los estúpidos
- A mi no- puntualicé rápidamente, y agregué- parece que alguien está un tanto
celoso- me miro con mara cala, y yo le guiñe un ojo.
-Él es muy amable conmigo
-¿Qué es amable? ¿Que te invite a comer, a salir, al cine? ¿Eso es
amabilidad? Te viene a visitar con un guardaespaldas, él mismo una pistola.
-Es que su padre tiene mucho dinero- eso me permitió hablar
-Sí, pero y él, el no es su padre.- Gabriel me miró de reojo y me sonrió.
-Exacto, su padre, no él, porque él es muy tarado vive en el club, todo el día
está engordando sus músculos. ¿No tiene nada mejor que hacer? ¿A qué se
dedica?¿Estudia?
-Está preparándose- empezaron a discutir levemente sobre los gustos de su
enamorado, pero no vieron a discutir.
-¿A que vinimos?
-Estuvo mal que le cortaras las llantas. Él sospecha que fuiste tú.- entonces
hice un asentimiento, claro estaba bien que sospechara, al final era su carro
-No fui yo ya les dije, fue el hombre del halcón.
-Suena a película serie B- cierto, sonaba a esa clase de película.

Y ahí volvieron a desviarse del tema. Pero los interrumpió el timbre del
intercomunicador. Gabriel se paró fue a la cocina y contestó.
-¿Quien es?- claro- Soy yo espera un momento- nos miro de manera
sobrecogedora, como si aguardara lo peor- Miren, no sé quien es ese chico,
pero anda con un cuchillo y tiene una pinta bastante malandrina, así que
métanse a mi cuarto y quédense allí. Si yo llegara a decir en voz alta
“¡Camotes!”, llaman a la policía.
¿Cómo...- iba preguntar , pero le tape la boca y le señale el cuarto, Gabriel me
agradeció con la mirada. Todavía oí como le decía “Pasa”. Entonces entró y vió
a Mati echada en la cama y a mi sentada en una silla.
-No salgan- fue lo último que dijo, después sonó el timbre y él salió corriendo.
Tuvieron no se dé que exactamente, de lo que estoy segura es de que llamaron
por teléfono, a amenazar al padre de Gabriel. Y de que Gabriel se metió y
averiguo el paradero de la llamada. Entonces paso Mati abrió la puerta y se
escabulló, iba detenerla, pera la seguí. Edián estaba parado contra el
refrigerador tomando una cerveza, y Mati se acercaba, entonces me apresure y
me puse a su lado. Gabriel nos presentó, y Mati risuelta pidió una cerveza
Miró a Edián y dijo:
-O sea que es tu halcón- no estaba preguntando, sino refutando.
-Sí- respondió Edián
-Entonces tú eres el cuchillero de llantas.-pero, ¿Cómo se le ocurre?
Luego de que Mati apodara a Edián como “El cuchillero de llantas”, él preguntó:
-¿Son tus hermanas?
-No- claro, no teníamos nada en común.
-Ella- dijo señalando a Mati- ¿Es tu novia?- Mati rió y Gabriel negó con la
cabeza, entonces me señalo, y Gabriel volvió a negar.
-Soy casi su hermana- añadió Mati, ¿y yo?
-Somos-rectifique. Edián se acerco a la puerta del cuarto de servicio en cuyo
interior estaba el halcón y la cerró. Luego caminó hacia la sala y se sentó en la
alfombra, apoyando la espalda contra el sofá. Nosotros lo seguimos. Y nos
acomodamos alrededor.
Conversamos bastante tiempo, sobre algunas cosas. Entonces Mati y yo nos
pusimos curiosas, y entre pregunta y pregunta, se acabaron las cervezas.
-¿Cómo aprendiste a cazar?- preguntó Mati
- En el bosque- aventuré
-Es una historia algo larga- puntualizó él. Pero le insistimos, así que comenzó
su historia.

Su infancia había sido difícil, su padre se había ido al extranjero a conseguir


trabajo, y su madre, administraba un quiosco de periódicos, y estudiaba para
ser profesora. Su padre regresó, cinco o seis años después, decidido a
comprar y vender de todo. Los domingos, el padre solía llevarlo a caminar por
el bosque, cruzando el río por un puente artesanal, que habían acho sus
antepasados, personas que habían vivido allí y que utilizaron el bosque para
cazar y sacar leña. Ahora eso estaba prohibido, sin embargo muchos hijos de
la ciudad, se sentían herederos de la costumbre nativa de ir a capturar presas
al bosque. El padre de Edián era uno de estos.
Cruzaron el puente un domingo, muy temprano. Siguieron la marca de unos
venados, pero se sorprendieron al encontrar un claro artificial, donde hombres
con maquinaria habían talado y limpiado, más de quinientosm2. El padre se
había indignado, le dijo a Edián que tenía que hablar con aquellos hombres, y
que se quedara en ese lugar, oculto entre la maleza. Se recostó en un árbol
con los ojos cerrados, y cuando los abrió ya no estaban ni los hombres, ni su
padre. Se decidió en que nadie iba a buscarlo, entonces caminó, por donde
creía haber venido. Muy pronto se dio cuenta de que estaba perdido. Cuando la
noche se le iba a caer encima, y pensaba en que no regresaría a su casa y se
lo comerían los animales salvajes, alguien le habló “¿Qué haces aquí?”.
-¿Qué haces aquí?
-Nada me perdí. No sé cómo ir a mi casa- dijo Edián
-Estás jodido...bueno...suerte- el muchacho se dio la vuelta y comenzó a andar.
Edián lo siguió, hasta que apareció alguien más, Jonás se llamaba. Le refuto
que hacía ese niño, y porque no lo había encaminado. Le pregunto a Edián que
hacía allí, pero él solo supo responder que no estaba su padre y que se había
perdido. Edián se fue con ellos, se reunieron con tres chiquillos más. Cenaron,
y se acostaron temprano, puesto que no había nada que hacer. Pero antes de
dormirse, Jonás le contó a Edián que ellos no podían volver a la ciudad porque
los perseguían. Y que un hombre, los había ayudado a adaptarse al bosque y a
vivir de él, claro que ese hombre ya estaba muerto, y Jonás le enseño la tumba
a Edián. Al día siguiente, Jonás lo llevo hasta el filo del bosque, cerca del
puente y se separaron. Esa fue la historia que nos contó.
-¿Y lo has vuelto a ver?- Mati estaba pasmada y con la boca abierta.- ¿Y qué
había pasado con tu padre?
-Mi padre nunca quiso hablar de eso- respondió Edián.
-El halcón- dijo Gabriel. Creo que quería que se fuese.
-Es cierto- dijo Edián y se pudo de pie. Gabriel lo siguió se acercó al cuarto de
servicio abrió la puerta y sacó al halcón. Mati dijo algo como que era triste que
un animal tan hermoso estuviera preso. Todos estuvieron de acuerdo con ella,
Edián se acercó a la ventana de la cocina, la abrió, y soltó al halcón. Pidió una
cerveza para celebrarlo, pero Gabriel le dijo que no había. Entonces sonó el
timbre, y Gabriel nos dijo que teníamos que irnos, porque iban a limpiar. Pero
sonó el teléfono, era su padre, le contó lo de la amenaza, lo del halcón que
ahora era libre. Después se dirigió a la puerta, Mati pregunto adónde iba, a lo
que Gabriel respondió a la casa de su madre.
-Vamos todos, así almorzamos juntos y me cuentas lo de las llantas.-dijo Mati.
-Ah, tú eres la chica a la que iba visitar el sujeto de anoche que se quedo sin
llantas.
-Si- dijo ella y sonrió coqueta.

Edián había estado molestando con que quería cerveza, pero Mati ya le había
dicho que nadie que fuera menor tomaba cerveza en esta casa.
-¿Vives por acá?- preguntó Mati, yo también sentía curiosidad
-No al otro lado de la ciudad, en Márgenes- respondió Edián.
Mati jamás había notado el fastidio de los demás, sobre todo cuando le
preguntó a Edián que había estado haciendo por nuestra zona, a lo que le dijo
que quería pasear por una ciudad que también era suya ¿Con un halcón en el
brazo?, volvió a preguntar ella coqueta, y Edián sonrió.
Luego Mati se puso de pie y se fue a traer algo de comer, y Gabriel la siguió, a
lo que yo me quede sola con Edián. Sé que Mati volvió a preguntar qué era lo
que Gabriel tenía contra su enamorado, y que este dijo que los imbéciles le
producían urticaria. En ese momento los cuatro escuchamos el teléfono. Era el
padre de Gabriel. Gabriel recogió de la mesa la computadora y se dirigió la
puerta.
-Tenemos que irnos Edián- dijo con tono autoritario. El muchacho se paro, y
Mati y yo le miramos extrañadas.- Díganle a mamá que vengo en la noche-dijo.
-Te llamó- dijo Edián al salir y Mati añadió:
-Pídele el teléfono a Gabriel-y este le dio un teléfono pero el de su casa.

Gabriel nos contó después que su padre tenía trabajo, un trabajo muy
importante. Esa tarde vino a nuestra casa, con su laptop, y nos dijo que su
padre vendría en la noche. Pero no lo vimos esa noche, y al día siguiente
tampoco. No fue a su programa, y así como Gabriel, miles de personas en toda
la ciudad extrañaron su voz.

Hicimos lo que se acostumbre en estos casos: mamá llamó a las comisarías, a


la morgue, a los hospitales. Nadie lo tenía en su registro. Mientras tanto,
comenzó a propagarse la noticia por la radio y televisión. Su rostro salió en
todos los noticieros: quien sepa el paradero de Matías Rodríguez, por favor
comuníquelo al teléfono tal y cual. Y esos teléfonos eran el de la casa de
Gabriel, y el nuestro. Al medio día comenzaron las llamadas. Una señora dijo
haberle visto a las tres de la tarde por la calle Libertadores, en el centro de la
ciudad. Un vendedor de diarios confirmó lo que la señora había dicho. Luego
llamaron de la Asociación prensa y Sociedad. Soledad Jiménez, la periodista
que dirige esta institución, dijo haber estado con él hasta las cuatro de la tarde,
y que luego el padre de Gabriel había salido con rumbo a una reunión. Un
taxista llamó y dijo que lo había recogido en el centro, y lo había llevado a la
zona industrial.
-Es raro- dijo el hombre- porque me pidió que lo dejara en las misma vía del
tren. Mi madre, porque también yo le llamó así, fue al lugar donde dijo el taxista
que lo había dejado, Gabriel intento acompañarla pero ella se negó. Junto a
ella se fue su fotógrafo. Un par de años más tarde en Descubriendo una
dictadura mi madre escribiría un relato de todo lo que hizo por hallar al papá de
Gabriel.
- Se supone que estuvo aquí ayer, a esta hora, más o menos- dijo mi madre
- Alrededor hay casas, quizás alguien lo vió-comentó el fotógrafo. Había
algunos ranchos miserables a pocos metros de la vía del tren. Preguntaron en
varias de las casas a las oscuras personas que las habitaban. Hedía el lugar.
Los pero los asustaban. Los zapatos se emporcaban, pero no se asimilaron.
Nadie supo decirles algo del periodista perdido. Estaban por abandonar el
lugar, cuando mi madre descubrió, una especie de cama hecha con colchones.
Imaginó que le servía de hogar a un vago o loco. Mi madre pensó que desde
ese punto de vista podía verse toda la zona y no ser detectado. SE lo comentó
a Lores y él se rasco la barbilla. Dijo que a lo mejor era un loco, y como lo locos
solo dicen la verdad, era cuestión de esperarlo.
Mi madre y el fotógrafo estaban en el filo de la vía, esperando a que llegara el
loco de la covacha. Mientras tanto, hacían conjeturas y mi madre realizaba
llamadas a la redacción de su revista para saber si había alguna novedad. Una
hora después, apareció un tipo de cabellos greñudos que tenía el cuerpo
entero rodeado de una especie de armadura de cartones y plástico. Cargaba,
en la espalda, una gorda mochila hecha jirones, remendada por todos lados, de
la que caían hilachos, si fuera cabellera de bestia, De la cintura le colgaban,
atados a pitas y correas, envases de plástico como si fueran cantimploras. Era
seguro que el agua no era su mejor amiga hacía tiempo. Mi madre trató de no
imaginarse lo que olería en cuanto estuviera a su lado. Pero bajó del auto y se
acercó.
-¿Puedo hacerle una pregunta?- gritó desde lejos. E l cobarde de su fotógrafo
estaba a tres metros de ella porque le daban miedo los locos
-Una pregunta, sí, una pregunta. Me hicieron muchas preguntas, siempre- dijo
el hombre. Entonces le reconoció, hacía muchos años el padre de Gabriel lo
había entrevistado. Mi madre sacó la fotografía de mi padre con la que estaba
andando y se la mostró. El olor del sujeto era insoportable a metro y medio de
distancia. Tuvo que retirarse un poco luego de que le entregó el retrato y sacó
un pañuelo. No tuvo vergüenza en taparse la nariz. El hombre la miró a los
ojos y pareció comprender el gesto, quizás estaba en un momento de lucidez,
él también retrocedió, se acerco a su cama y se tendió. Mantuvieron una
conversación, donde el loco describió un secuestro.

Gabriel desarrollo un virus, y lo mando, este se llamaba “Libre 45”, y contenía


el mensaje, “DEVUELVANMÉ A MI PADRE” firma Gabriel. Al tercer día de la
desaparición de su padre, la prensa nos invadía. Los políticos intentaron
defenderse de las acusaciones, pero no lograron gran cosa. Un colectivo de
artistas organizó una acción que consistía en colocar un alzo amarillo en las
puertas de las casa. La ciudad se volvió amarilla. Una semana después de su
desaparición un grupo integrado por gremios estudiantiles, políticos y
trabajadores, convocó a una gran marcha por la libertad de mi padre. Nosotras
no sabíamos mucho más que Gabriel sobre lo que pasaba, como se financiaba,
y organizaba. Gabriel estuvo frente un micrófono, en el cual dijo palabras
emotivas, se enorgulleció de su padre, y dijo frente a todos que lo amaba.
El, tío de Gabriel, llegó y se instalo en su casa, el dijo que todos iban a vivir ahí
mientras esto, pasaba. Un guardaespaldas vino a quedarse con Gabriel, usaba
un traje oscuro, medía como un metro ochenta, era delgado, y evidentemente
hacía ejercicios. Se llamaba Manuel, pero Gabriel le puso K2, solo para darle
un aire de misterio a su presencia. K2 comenzó a cuidar a Gabriel, y todo en
casa parecía ir razonablemente normal. Durante la semana, llamaron de la
bodeguita, desde donde se había hecho la advertencia a su padre. Y La señora
le dio los datos apuntados, del sujeto. Después fuimos a la tienda a recoger la
información, y cuando regresamos, Gabriel se metió en la máquina,
Descubriendo que el nombre que dejó era falso, y que la dirección también,
entonces lo llamo pero no se encontraba en casa. Mati se quedo dormida, pero
yo no, Gabriel preparo una especie de merienda, mientras yo fingía leer
interesadamente unas revistas. Entonces recogió el papel y se fue al teléfono.
Esta vez sí contesto “Rafael Botija”; y Gabriel doro tan bien la píldora que logró
que el tal Botija se creyera todita la mentira. Después se fue a su casa.

Mati llamó a Gabriel temprano, como a las ocho y media. Y le propuso ir a la


playa, pero Gabriel le dijo que tenía a Edián en el intercomunicador; y luego le
dijo que no iban a ir a la playa pero que fuera a su casa, y me llevara con ella;
además le dijo que no le diera cuerda al cuchillero, pero Mati solo lo saco de
quicio, después me jaló y fuimos donde Gabriel. Nos encontrábamos rumbo a
Márgenes, en un auto, conducido por mi hermanita, Edián comentó sobre lo
que Gabriel había dicho en público, y conversaron, por supuesto de su padre,
de lo que pasaba, solo que como Mati no sabe guardar silencio, en un
momento, cuando alguien dijo que solo una persona poseía un arma, Mati dijo
dos, entonces, Manuel le dijo a Edián que no sacara el cuchillo que tenía
porque a Gabriel no podía pasarle nada. Mati condujo, y cuando llegamos,
Manuel fue el que bajó a esperar a Botija. Manuel fingió, o por lo menos
parecía fingir, algunas cosas para despistar, cuando un carro 4X4 llegó, Gabriel
estaba seguro que ese era el sujeto, gracias a su placa, que era del gobierno.
Edián y Gabriel bajaron, y cercaron con Manuel al sujeto, Manuel lo neutralizó,
y lo subió al carro. Mati, que no sabía exactamente a donde ir, manejo como se
le había ordenado. Atrás nos acomodamos, yo era un espárrago, así que no
hubo problemas, Manuel llamó y dijo que tenía algo así como un rehén, más
sonaba a testigo involucrado.

Mati estaba tan nerviosa, se le podía sentir. Manuel había esposado al sujeto,
tranquilizó un poco a Mati, y luego se dirigió al tipito este que había amenazado
al papá de Gabriel, le preguntó sobre todo lo que sabía, y lo torturo,
apretándole los testículos, porque el sujeto no quiso hablar a buenas. Les dijo
que pertenecía sauce, un grupo, que se suponía existido, pero que en su época
fue terrible., les dijo todo, todo lo que sabía y después se desmayó a causa de
la presión. Cuando regresó en sí, termino de decir donde se encontraba
exactamente el papá de Gabriel, después Manuel lo puso hacia abajo, a
nuestros pies; Mati se dirigió hacia un “cuartel” de Manuel, donde dejamos a el
confidente. Y Manuel se quedó con él, enviando a un reemplazo, Norma se
llamaba. Llegamos a casa de Gabriel, y Gabriel le ofreció algo a Norma, pero
esta negó y entró a bañarse. Mati pregunto a la de limpieza si alguien había
llamado, esta contestó que su enamorado había llamado bastantes veces
buscándola. Gabriel se puso un tanto celoso pero no dejo que se le dejara ver
demasiado. Mati le dijo a Gabriel que le preparara algo, pero este se negó, y
ella reclamó que a Norma no la conocía y se había ofrecido, en cambio a ella
que sí la conocía, nada. Gabriel le dijo que le iba preparar algo, pero ella
reclamó que ya no quería, que lo iba hacer ella.
A Edián se le ocurrió una idea y se la comentó Gabriel, y yo que estaba algo
cerca, pude escuchar que decía que sus amigos del bosque podrían
ayudarnos, que ellos conocían el lugar, después Norma salió de la ducha y
Edián se llevó Gabriel a su cuarto.

Nosotras regresamos a nuestra casa, y cuando mamá llegó, le preguntamos


qué había pasado mientras ella estuvo en la casa de Gabriel; ella nos dijo que
cuando llegó Edián todavía estaba ahí, y es que ya se lo habían presentado,
que Manuel le mando un mensaje que decía “El vive, y está en la casa”, a lo
que Mati y yo gritamos.
Manuel fue a la casa de Gabriel a las diez de la noche. Lo que dijo fue de suma
importancia.
-No tengo mucho tiempo y se dirigía a nuestra madre- Pero te explicaré lo que
pueda. Esta mañana interceptamos a un sujeto que trabaja para el gobierno.
Nos ha confesado el secuestro de Matías Rodríguez, ha sido asunto del grupo
Sauce- mi madre hiso Una pregunta retórica “Sauce”-él está vivo y detenido en
una casa en medio del bosque Protegido. Parece que todavía no saben qué
hacer con el papá de Gabriel. Tenemos la descripción del lugar, indicaciones
precisas de cómo es el resguardo. Y tras analizar la situación, hemos decidido
intervenir-m nuestra madre interrumpió “¿¡Intervenir!?”- No tenemos opción.
Las dudas que tienen sobre lo que deben hacer con Matías Rodríguez lo ponen
en peligro. En una situación normal, iríamos a la policía a denunciar el
secuestro. Pero no hay posibilidad alguna de hacerlo ahora, la policía es la
policía del gobierno. Ahora si alguien tiene una mejor idea, la escucharemos.
-¿Intervenir?, ¿Cómo? , ¿Militarmente?, pero han analizado los riesgos-
preguntó nuestra madre.
- Lo hemos hecho. Está en el sótano, solo, a puerta cerrada. No tiene vigilancia
especial, salvo la del perímetro. Está esposado, y con la cabeza encapuchada.
Siete u ocho agentes permanecen en la casa y la guardia que montan es
bastante relajada porque no esperan que alguien los visite. Tenemos el factor
sorpresa de nuestro lado.- Nuestra madre nos dijo que se dirigió a Gabriel- Te
prometo que lo sabrás todo, en su momento. Ahora no hay tiempo- luego se
dirigió a ella- Es preciso reunir a la prensa extranjera, pero solo aquellos que
sean extremadamente confiables. Ningún periodista local debe enterarse. No
podemos confiar en ninguno. Yo me comunicaré con usted. Le daré la hora en
que necesitamos a la prensa, ¿De acuerdo? Ya estamos haciendo contactos
con algunas embajadas para pedir asilo.
-¿Para ustedes?- aventuró Gabriel.
- Y para tu padre, cuando lo saquemos tendrán que salir del país.- después de
so intercambiaron unas palabras, y Manuel se fue. Y el tío de Gabriel legaba.
Le pusieron al día. Y Edián convenció a Gabriel de quedarse. Después de eso
le propuso a Gabriel, ir, que sus amigos del bosque ellos podían ayudar, a lo
que el tío se apuntó, y Norma intento distanciarlos del tema, pero no lo logró y
decidieron que irían. El tío de Gabriel se fue a traer instrumentos, mientras
Gabriel y Edián alistaban sus mochilas. Gabriel mantuvo una conversación con
Norma sobre lo que iban a hacer, lo que era ella, y la política, de los que están
en el gobierno pero en realidad deberían estar en la cárcel. Esa conversación
le trajo algunos recuerdos a Gabriel.

Mati había tenido cierto problema antes de salir, yo le había dicho que ese
sujeto no le convenía, ya hace bastante, pero el ¿Por qué? Lo encontró sola.
Cuando Mati llegó a la casa de Gabriel, yo ya estaba ahí, había salido
temprano para no perder nada, y ya estaba enterada de todo. Mati se fue
directamente al cuarto de Gabriel. Y yo corrí para alcanzarla, Gabriel tenía
sobre su cama todo su equipo de herramientas.
-¿Te vas a la guerra?- se volteó y nos miró.
-Ojalá que no. ¿Qué hacen acá?
-Me pelee con ese cretino.
-No, ¿En serio?- estaba sobresaltada.
-¿Con tú cromagnon?
- Sí. Es un estúpido. Se atrevió a decir, el muy imbécil, que tú papá había sido
imprudente- claro que lo había sido, creo- “Es su trabajo-le dije-, es periodista,
como va a ser imprudente”, él dijo “Hay cosas de las que no se deben hablar”,
y yo lo mandé a la mierda. Le dije que me dejara en tu edificio, para molestarlo
y cuando estaba abajo, me encontré a tu tío. Me dio su llave y me dijo que le
avisara que bajen. ¿Adónde van?
- Tenemos algo que hacer- le dijo Gabriel.
- ¿Van todos?- el asintió- Yo quiero ir.
-No, no puedes
-¿Va la chica?, ¿Va mi hermana?
- Sí ambas tienen conocimientos suficientes- la ventaja de ser cerebritos.
- Oye, hijito, yo nado dos horas diarias. Este cuerpo no es solo belleza natural.
Está ejercitado. ¿Qué te pasa? ¿A dónde van? ¿De campamento?

La idea de Edián consistía en buscar a sus amigos del bosque y con ellos salir
a la casa de campo. Nos apostaríamos a lo lejos y veríamos lo que pasa. El tío
de Gabriel y Norma se apuntaron, pero no conocían a los amigos de Edián. El
resumen que les dio este decía: algunos años atrás había conocido a unos
chicos de la calle que encontraron una forma de vivir en el bosque, en lugar de
deambular por las avenidas y dormir sobre las bancas de cemento de los
parques de la ciudad. A prendieron a cazar con flechas y cerbatanas. Y a veces
para tener dinero, atrapaban insectos, mariposas, halcones y serpientes, que
vendían a los coleccionistas. Con lo que los adultos quedaron convencidos.

-No nos demorará más de un hora caminar hasta encontrarlos- dijo Edián.
-¿Una hora hacia donde?- preguntó Mati. Finalmente vino porque no había
quien la bajara del carro de mi tío. Dado que Mati no quería quedarse sola
continuó, porque en su rostro se enhotaba, la pelea que tenían su cuerpo y su
mente. En el trayecto, Norma confeso que aquellos policías habían acecinado
su padre.
Encontramos la senda y Edián conocía la ruta. Después de media hora Mati
se quejo, pero le dijeron que faltaba poco y Edián revisó la ruta y se dio cuenta
de que estaban por mal camino.
-No es por acá- dio y retrocedió.
Nos chocamos todos porque pisábamos la trocha, y al parecer nadie que ría
dejar de hacerlo. Y cuando los choques nos daban risa, escuchamos
explosiones.
-Son disparos-dijo Norma
Nos refugiamos, y después Edián intentó caminar un poco, Gabriel lo siguió,
pero Norma intento detenerlo. Gabriel quería que Edián lo llevara a la cabaña.
Pero no pudo, vimos unas luces y nos indicaron que apagáramos las linternas,
con unos binoculares vieron la cabaña. Cuando se disponían a irse, dos
hombres les impidieron el escape, estaban armados, sin embargo dos
cerbatanas volaron y fueron a impactarse contra sus gargantas, ambos se
tocaron el cuello, dispararon a los matorrales cercanos, y se cayeron de bruces
contra el suelo. Entonces dos figuras salieron de la espesura del bosque, Mati
abrazo a Gabriel, y yo me agazapé, lista para salir corriendo, Norma levantó su
arma, pero Edián se la bajo y dijo: Son amigos.

Jonás y palón aparecieron frente a nosotros, me pare recta, y los observé, nos
guiaron a sus casas, y nos contaron su parte de la historia.
-Ha sido muy confuso- dijo Jonás- íbamos tras una huella de venado, cuando
nos topamos con la huella de hombres que rapaban. No ha sido la primera vez.
Y nos hemos quedado trepados en un árbol, a ver.
-Los hombres que se acercaron rapando a la casa la habían rodeado- dijo-
Palón- , de eso nos dimos cuenta después. Le dispararon al de la caseta y al
que hacía guardia en la parte de atrás. De pronto eran como diez, entraron a la
casa y comenzaron los disparos, pero no duraron mucho. Estos dos escaparon
por una ventana y corrieron hacia el bosque, hacia acá y aquí se han
escondido.
-Sacaron a un hombre esposado, que llevaba una capucha pero no tardaron en
quitársela- dijo Jonás respondiendo la pregunta ¿No sacaron a nadie?
- Seguro que todo salió bien- dijo Norma, unos segundos después su rostro se
iluminó- es un mensaje, te lo voy leer: “Tenemos al alfajor y está enterito”.
Cuando llegué a mi casa lo primero que hice, fue tirarme en mi cama, ya no
importaban los demás, Gabriel estaba bien y Mati también, inclusive habíamos
salvado al padre de Gabriel; Edián se llevo un arma como trofeo, pero le
convencí de que se lea entregará a la policía, él me caía muy bien, de hecho
salimos bastantes veces como amigos, hasta que me propuso para ser su
enamorada, lo mismo paso, con Gabriel y Mati, aunque eso era casi obvio. La
dictadura tardo, pero al final cayó.

Me he dedicado la universidad, Edián también, aunque no ha dejado su


pasatiempo de lado, cada fin de semana salimos a cazar halcones. Gabriel y
Mati nos acompañan a veces, y cuando no pueden se van solos a disfrutar de
su vida. Desearía que Edián se graduara pronto, igual que yo, pero él se dedica
mucho más a cazar. El caza halcones, el cazará halcones, Él cazaba
halcones.

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