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EVALUACION DE LAS NUEVAS MODALIDADES DEL PLAN CAIF

UNA PRIMERA APROXIMACION

Agustín Canzani
Carmen Midaglia
Zoa Ferreira

Febrero de 2005

1. Introducción.

Este documento constituye el informe final del estudio “EVALUACION DE


LAS NUEVAS MODALIDADES DEL PLAN CAIF. UNA PRIMERA
APROXIMACIÓN”, realizado por los consultores Agustín Canzani (Coordinador),
Carmen Midaglia y Zoa Ferreira.

En el punto 2 se describe brevemente la metodología del estudio y, a partir


de la misma se establece, en forma específica, sus alcances y limitaciones.

En el punto 3 se caracteriza a las nuevas modalidades del Plan CAIF en


términos de sus principales rasgos.

En el punto 4 se identifican y comentan los principales aspectos de la


implementación de estas modalidades, con la información proveniente de los
documentos que resumen la propuesta del Plan.

En el punto 5 se analizan las características del funcionamiento,


distinguiendo entre los puntos de vista de los diferentes actores involucrados y los
técnicos que llevaron adelante este estudio.

En el punto 6 se realiza un resumen de los aspectos más importantes de los


puntos anteriores y se establecen conclusiones preliminares.

Finalmente, a partir de estos elementos, en el punto 7 se identifican


sugerencias hacia el futuro de estas modalidades.

1
2. Metodología.

El documento que se presenta está basado en el análisis realizado por los


consultores a partir de una investigación que tomó en cuenta tres tipos de fuentes
de información, a saber: a) revisión documental; b) entrevistas con personas
involucradas en la gestión del Plan CAIF en general y las nuevas
modalidades en particular y; c) visitas a centros CAIF con observación del
funcionamiento y entrevistas con integrantes de los equipos técnicos y las
asociaciones civiles.

Se visitaron y realizaron entrevistas con integrantes de 13 centros en cuatro


departamentos (Montevideo, Canelones, Artigas y Maldonado) los que fueron
elegidos entre aquellos departamentos que habían comenzado su participación en
la experiencia de las nuevas modalidades en fases más tempranas.

En cada departamento se buscó visitar un centro que tuviera únicamente


nuevas modalidades1 (MI), otro con MI y la modalidad “clásica” y otro únicamente
con la modalidad “clásica”. La finalidad de este criterio fue la de buscar un patrón
de comparación para los centros con MI, a la vez que poder identificar si ciertas
características del funcionamiento de los MI podían ser explicados por factores de
entorno que también operan sobre el sistema CAIF en su conjunto.

Asimismo, se realizaron entrevistas con funcionarios y personal directivo del


Plan CAIF y del Programa de Infancia y Familia (INFAMILIA).

Tanto por el tiempo transcurrido desde la implementación de la MI, como por


la limitada magnitud del trabajo de campo y la falta de información sistemática
disponible sobre el funcionamiento, las prestaciones y los resultados logrados con
niños, madres y comunidades, no puede considerarse este informe como una
evaluación en el sentido clásico y, menos aún, en el sentido estricto del
término. En todo caso, el estudio recoge información, análisis e interpretaciones
que son el resultado de una mirada externa realizada por personas que, sin haber
tenido ningún grado de involucramiento con el desarrollo de esta etapa del Plan,
tienen experiencia previa en la evaluación de programas sociales, conocen el Plan
CAIF en su versión anterior y han trabajado sobre temas como los que trata este
nuevo programa.

Es obvio entonces que, por esas características, el contenido y el tono de las


afirmaciones que aquí se realizan tienen un carácter preliminar, aunque los
participantes en el estudio consideran que los juicios son consensuales y las
observaciones realizadas por distintas vías arrojan resultados consistentes entre
sí.

1
En adelante, se referirá a las nuevas modalidades como Modalidad Integral (MI).

2
3. Características de la modalidad integral.

Según los documentos disponibles, el origen de lo que se denominan


las “nuevas modalidades” está basado en la necesidad de “atender el riesgo
social mediante diversas estrategias y acciones en áreas de educación,
nutrición, salud y participación comunitaria”, con el objetivo de que la
sociedad uruguaya alcance “una mayor equidad a través del fortalecimiento y la
integración de la familia, la promoción de redes sociales y el desarrollo pleno de
niños y niñas.”

Tomando como referencia ese objetivo es que a partir del año 2003, y en el
marco del Programa de Infancia y Familia de la Presidencia de la República
se propone que el Plan CAIF desarrolle como uno de sus sub componentes
”el Modelo Integral para niños menores de 4 años y sus familias.” (MI). La
propuesta supone “trabajar con las embarazadas, lo/as niño/as y las familias de
las 100 zonas de intervención del Programa, tomando como principal escenario de
intervención la comunidad a que pertenecen.” Parte de un “abordaje integral del
individuo y su ambiente” y se plantea “romper el círculo de pobreza” trabajando
desde la embarazada y con un programa flexible que se organice “en
coordinación de organismos públicos” que tengan competencia en el tema, y
comprendiendo la participación de la sociedad civil.

“La propuesta está basada en un trabajo conjunto entre el Estado y la


sociedad civil organizada a través de actores sociales constituidos como
Asociaciones Civiles con personería jurídica reconocida.” Los “escenarios de
trabajo e intervención” serán “El Centro, La comunidad y El Hogar. Se prevé
que “según niveles de riesgo se implementarán acciones diferenciales en
cada uno de los escenarios.”2

El programa de las MI plantea cuatro objetivos generales básicos, que


atienden a las principales preocupaciones y públicos-objetivo.

El primer objetivo, que refiere a “Generar condiciones para el buen inicio de


la vida a través de la protección del embarazo y la promoción de la lactancia”
implica que se atenderá a la embarazada desde el inicio de la gestación
atendiendo su salud, alimentación y hábitos alimenticios. Se pretende capacitar a
la madre en las buenas prácticas de salud inculcando la práctica de dar el pecho a
sus hijos, destacando esto desde lo afectivo y lo saludable para con el hijo y con
ella misma.

Como instrumento para dicho objetivo se desarrollan Ciclos de Talleres con


madres y padres, con madres e hijos-bebes, que atienden al cuidado del cuerpo y
a sus hábitos. Este objetivo se apoya en los componentes I, IV y V, “El Buen Inicio

2
Pág. 3, Subcomponente 11 “Modelo Integral para niños menores de 4 años y sus familias.
MODELO ORGANIZACIONAL.

3
de la vida”, “Promoción de la Salud”, “Construyendo Estilos de vida más
saludables” y “Mejora de la Situación Alimentario-Nutricional.”

El segundo objetivo refiere a “Promover el crecimiento y el desarrollo


integral de l@s niñ@s desde su concepción y hasta los 4 años, a través de
contextos estimulantes, enriquecedores y complementarios a los de sus contextos
familiares.”

A través de Talleres de Educación Inicial a cargo de maestra/os


especializados se favorece el desarrollo integral de los niños de 0 a 4 años,
estimulando lenguaje, capacidad de observación y hábitos. 3 Por otro lado, en
Talleres a cargo de psicomotricistas y psicólogos se estimula el desarrollo psico-
físico.

En tercer lugar, se habla de ”Favorecer el desarrollo personal de los adultos


para que identifiquen sus recursos internos que les permitan enfrentar los desafíos
que les plantea la vida cotidiana.”

Para medios habitualmente muy desamparados se crea una herramienta


que surge de la experiencia de los CAIF con años de camino andado. De los
Talleres ya experimentados, tales como “Amar y cuidar la vida”, se elaboran otros
nuevos que recogen la experiencia y la potencian especializándose en la atención
desde el inicio a las madres y a la familia inserta en su zona, en su barrio.

Finalmente, el Programa refiere a “Fortalecer el desarrollo de redes


comunitarias para optimizar el apoyo integral a las familias, colaborando con el
desarrollo de la responsabilidad colectiva respecto de l@s niñ@s en situación de
pobreza.4

Se plantea un abordaje que abarca lo social partiendo de la responsabilidad


que plantea el vivir en una sociedad que tiene el 50% de sus niños naciendo y
viviendo por debajo de la línea de pobreza y se apuesta a las redes como fortaleza
a explorar. Con actividades nuevas, apostando a crear una articulación con la
modalidad de atención “diaria”, con la características de proponer programas
flexibles creados en base a la realidad relevada y a los mismos beneficiarios. 5

Desde el punto de vista del planteo inicial, se afirma que se atiende la


emergencia social desde el sector más vulnerable, desde la madre gestando y el
3
Pág. 3 , punto 2 JUSTIFICACIÓN, CAIF-INFAMILIA, Programa Integral de Intervención desde la
concepción hasta los 3 años- en el Centro, el Hogar y la Comunidad-Iname Secretaria Ejecutiva del
Plan CAIF.
4
Pág. 5, Sub-componente 1.1, Programa Integral de Intervención desde la concepción hasta los 3
años, en el Centro, el hogar y la Comunidad. INAME/Secretaria Ejecutiva del Plan CAIF
5
Pág. 19, punto 6- La Intervención, Sub-componente 1.1, Programa Integral de Intervención desde
la concepción hasta los 3 años, en el Centro, el hogar y la Comunidad. INAME/Secretaria Ejecutiva
del Plan CAIF

4
niño pequeño. Se pretende lograr la “resiliencia” en una apuesta saludable al
desarrollo desde el propio medio, su familia, su barrio, su historia, su vida. 6 Con
apoyo en actores del barrio que han sabido aprovechar lo negativo para movilizar
sus propios “activos“, los que existen en la familia, a la que se refuerza con la
capacitación a través del juego, con apuestas de disfrute y estrategias de
“entrelace”7 de técnicos y afectos.

El Programa de la MI se sustenta en un conjunto de principios básicos:


integralidad, integración familiar, equidad de género, atención a lo
intergeneracional, involucramiento de la comunidad, flexibilidad, intersectorialidad
e interdisciplinariedad. “

El sustento en lo integral se basa en el desarrollo como intercambio


continuo y de ida y vuelta entre lo social e individual, su entorno y su historia
familiar. Por ello la necesidad de atender a los “tres niveles: intrahumano ( ..),
inter-humano(..), y extra-humano( ..) para posibilitar el desarrollo.” 8 La familia se
considera clave para el feliz desarrollo de un niño, es su primer grupo de
referencia y pertenencia y es deseable la “sintonía” y acuerdo con el Centro CAIF
y sus técnicos. La equidad de género refiere a la importancia de una participación
activa de madre y padre en tanto que hombre y mujer, diferentes y necesarios
ambos desde su complementariedad. Lo intergeneracional pretende señalar a las
generaciones mayores, que se considera fueron en otros tiempos reservorios de
historia familiar, raíces y “saberes”, y es oportuna la revalorización de “los
ancianos” para dar identidad y aportes éticos a una sociedad con dificultades en la
integración social. El involucramiento comunitario como compromiso con la salud y
el bienestar de los niños de cada barrio es una apuesta a la construcción de un
colectivo mejor y de compromiso social. Finalmente, se relaciona con lo
intersectorial y lo transdiciplinario apuntando a asociar y ahorrar esfuerzos desde
los gobiernos departamentales o nacionales y los técnicos de cada especialidad
con el objetivo de mejorar la atención a los niños y las niñas desde la humildad de
cada saber/poder. Se apuesta a “equipos estables y cohesionados,” con
posibilidades de revisión y reflexión de los vínculos entre los profesionales y de los
profesionales con los adultos referentes de los niños.

De acuerdo a los materiales consultados el Proyecto Institucional de cada


Centro CAIF– contemplando el principio de flexibilidad- se elabora en base a las
investigaciones realizadas, los datos obtenidos y las modalidades de intervención
determinadas.

Algunas acciones se determinan por las edades de los niños y otras, de


carácter transversal y que contemplan la totalidad de los Componentes del Plan

6
Pág. 15, 5.3. Fortalecimiento Familiar, CAIF-INFAMILIA, Programa Integral de Intervención desde
la concepción hasta los 3 años- en el Centro, el Hogar y la Comunidad-Iname Secretaria Ejecutiva
del Plan CAIF.
7
Op.cit, pág. 5 y 6 y 10.
8
Pág. 6, op. cit.

5
CAIF, atendiendo las características de las familias y sus necesidades. Se
plantean intervenciones en el centro, el hogar y la comunidad.

A nivel de la intervención en el centro se afirma que “Desde la perspectiva


de las nuevas modalidades el centro CAIF representa uno de los espacios de
trabajo desde donde promover el desarrollo integral del niño menor de 4 años,
creando las condiciones de trabajo para que los padres y madres, desde el
embarazo movilicen sus recursos y tomen conciencia de sus potencialidades y
responsabilidades, consolidando redes comunitarias.” Se incluyen “perspectivas
de abordaje tanto individuales como grupales.”9

En lo individual, a manera de ejemplo, se destacan las entrevistas y las


derivaciones al sistema de salud. Se apuesta a las redes sociales, las que ya
existen y las que se puedan desarrollar con el centro como disparador. En lo
grupal, los ciclos de Talleres para embarazadas, niños y madres/padres o adulto
referente, las actividades con niños de 2 y 3 años y sus pares, “para que alcancen
un desarrollo integral que les posibilite desarrollar sus potencialidades y una
actitud positiva hacia el aprendizaje”, así como la identificación de madres y
padres que se desempeñan como líderes en la comunidad.

A nivel de la intervención en la comunidad se afirma que “El territorio


(barrio, localidad) no es un mero espacio físico”, se señala que “Allí operan una
serie de dimensiones sociales, culturales, ambientales, económico-productivas”. 10
Estas “representan potenciales estructuras de sostén de programas a
desarrollarse con la activa participación de la comunidad.” 11

Las actividades se organizan en torno a la divulgación de la MI del Plan


CAIF y su promoción, así como en promover la participación de las personas y las
familias, la identificación de estrategias de solución a sus problemas y de las
organizaciones y los referentes locales y su capacitación.

A nivel de la intervención en el hogar, se plantea que es necesaria la


identificación de las familias según su concurrencia al centro y la determinación
del lugar de trabajo: la casa, la cuadra, etc. Los técnicos involucrados, en cada
caso, definen las estrategias de intervención, abordando el trabajo “desde la ética
y el respeto por los valores que son referentes de la familia.” Según lo explicitado,
se registran las necesidades, se intenta resolver las dificultades por las cuales no
se concurre al centro y se monitorea la intervención planteada.

Una herramienta metodológica central que se plantea en el diseño son los


talleres, considerados en distintas versiones: Talleres de Estimulación Oportuna y
Educación Inicial Familiar; Ser madres y padres, Amar y cuidar la vida, talleres
sobre la incorporación de hábitos, estilos de vida más saludables, de nutrición y
hábitos alimenticios e importancia del ambiente locativo en el que se vive, Padres
9
Pág. 20, op. cit.
10
Pág. 21, op.cit.
11
Ver en “5. La implementación de la Propuesta.MI./ Una Mirada al CAIF-MI

6
promotores de salud, etc. En el caso de las embarazadas, con énfasis en el
cuidado de su cuerpo y el del niño se plantean los talleres de Buen comienzo.

En el caso de la Estimulación oportuna, se establece que los talleres


funcionarán con frecuencia semanal y una duración de 3 horas, en ciclos de 6
meses, con 20 niños de 0 a 24 meses y su referente familiar, de acuerdo a la edad
de los niños y la población disponible. Están coordinados por una psicomotricista,
y una facilitadora, participando en diferentes momentos el resto del equipo:
Psicólogo, Asistente Social, Maestro e integrantes de la Asociación Civil.

“Los adultos y los niños/as son recibidos en un salón de la planta física del
CAIF o en un local cedido por una institución del barrio. Se espera a las
familias en este lugar previamente y cuidadosamente preparado desde el
punto de vista de la higiene, seguridad física y estética, procurando crear
un clima de bienestar desde el recibimiento a través de la organización y
presentación del espacio y los objetos. Los materiales que se van
presentando son diversos sencillos y polifuncionales.” “Cada grupo en cada
taller transita por tres instancias: de juego, reflexión y alimentación.” 12

En torno al desarrollo del niño y sus necesidades, se confrontarán prácticas


de crianza, opiniones y valores, facilitando la expresión, la comunicación y
socialización.

En el hogar, según la clasificación realizada por su concurrencia al Centro, el


Equipo de trabajo planifica la intervención y quién o quienes del equipo la
efectivizará.

En el caso de los talleres de Educación Inicial Familiar se conciben como


“...dirigido a niñas/os de 2 y 3 años y sus familias, que viven en situación de
vulnerabilidad y cuyas madres no trabajan.” 13 En el centro, trabajan grupos de
hasta 20 niños y su madre, una vez por semana 14en jornadas de 4 horas, en
ciclos de 12 meses. Los grupos son atendidos en tres niveles de intervención:

-Niño y adulto referente, atendido por Maestro y/o Psicomotricista y/o


Facilitador
-Niño y sus pares, atendido por Facilitador y/o Maestra/o. 15
-Adultos y sus pares, atendido por Equipo interdisciplinario.” 16

12
Pág. 12, INAME/SECRETARÍA EJECUTIVA DEL PLAN CAIF, Tristán Narvaja1513/101,
Modalidad Integral de Intervención, Componente: Desarrollo Infantil Integral- Material de Apoyo
para el Componente y sus Programas. Marzo 2004-
13
Pág. 14, INAME/SECRETARÍA EJECUTIVA DEL PLAN CAIF, Tristán Narvaja1513/101,
Modalidad Integral de Intervención, Componente: Desarrollo Infantil Integral- Material de Apoyo
para el Componente y sus Programas. Marzo 2004-
14
Subrayado nuestro.
15
Subrayado nuestro.
16
Pág. 14,op.cit.

7
El espacio niño-adulto tiene como objetivos promover el desarrollo integral
del niño de 2 y 3 años, colaborando en el descubrimiento y experimentación del
mundo que lo rodea; potenciar y estimular los vínculos entre la díada y promover
actividades interactivas y de cooperación con sus hijos/as y experiencias
conjuntas para conocer las posibilidades y limites de sus hijos/as.

El espacio para niños busca brindar condiciones que faciliten el crecimiento


del niño/a de 2 y 3 años y el desarrollo normal de sus capacidades motoras,
cognitivas, emocionales y sociales, contribuyendo a la formación de una postura
positiva hacia el aprendizaje.17 Se interviene a través de talleres, rincones,
actividades nucleadoras y/o en pequeños grupos. Se presentan actividades con
intención pedagógica, revalorizando el movimiento y el juego en el niño como
fuente de placer, de conocimiento del propio cuerpo y como facilitador del
conocimiento y del aprendizaje.

En el espacio para los adultos las prioridades se refieren a contribuir al


fortalecimiento del rol de madres y padres como educadores primarios de sus
hijos/as. Y proporcionar capacitación sobre el desarrollo infantil, para lograr
“establecer acuerdos con las familias”. Se pretende que en el seno de la familia se
retomen las prácticas vivenciadas. Sobre las actividades a desarrollar en el hogar
se explicita que se “apunta a complementar en forma más individualizada, las
acciones desarrolladas en el centro.”

Como ya se mencionó, el planteo general comprende también otros talleres,


como “Buen inicio de la vida”, básicamente enfocada hacia madres embarazadas,
y espacios como el de “Desarrollo Infantil Integral” y “Construyendo estilos de vida
saludables”, en donde si bien se contempla la dinámica de taller, al menos en los
documentos originales de la propuesta parece indicarse que en esas instancias se
incluyen también otras actividades que pueden formar parte de la modalidad de
intervención. En esos espacios, algunos de estos talleres ya se realizaban en la
modalidad “tradicional del Plan CAIF.

Sobre el eje conceptual familia, CAIF y comunidad compartiendo la


educación de los niños/as, se expresa el objetivo de “incorporar a los padres al
sistema educativo y la extensión del programa hacia el hogar”. Se recoge, en esta
propuesta, una preocupación de sintonizar los esfuerzos de los técnicos con la

17
Se establecen objetivos para el desarrollo del niño, entre los que se mencionan:
 Fortalecer su identidad y autoestima.
 Promover la conquista progresiva de su independencia.”
 Incentivar la formación de actitudes y valores que aseguren su socialización.
 Estimular el lenguaje y la comunicación.
 Promover el desarrollo del pensamiento lógico.
 Favorecer la consolidación de su esquema corporal.
 Estimular las praxias (constructivas, del vestir, del uso de los cubiertos, gesto gráfico).
 Favorecer la estructuración de las relaciones témporo- espaciales.
 Estimular la interacción temprana con el mundo natural circundante.

8
sociedad organizada poniéndolos al servicio de niños y familias de los sectores
más desprotegidos. Se reconoce que esta dimensión de intervención significa un
trabajo de largo aliento y una coordinación de esfuerzos de todos los actores
públicos y privados potenciando esfuerzos en pro de una sociedad más equitativa.
18

Los documentos enfatizan que en el origen de la MI está relacionado


con lo que se consideró la necesidad de ampliar la cobertura de los CAIF
focalizándose en sectores de la población en extrema pobreza, ampliando la
intervención al período de procreación (madres embarazadas) y crianza de
los niños hasta los dos años, y buscando llegar a la comunidad en que viven
esas familias.

El diseño supone la generación de un doble espacio para la mujer, donde se


pueden plantear una dimensión grupal, que implica el intercambio con otras
mujeres, y el intercambio con el propio hijo.

Mediante estos mecanismos se aspira a que se genere un espacio de


estimulación para el niño en el propio hogar, con una participación especial de la
madre.

Adicionalmente, se supone que el trabajo comunitario “mete” al CAIF en el


barrio, lo que implicaría un reforzamiento de estos procesos.

La MI no se plantea como un sustituto de la modalidad clásica del CAIF,


sino como una complementación, que busca alcanzar a un público diferente,
aparentemente con dificultades para ser captado por el modelo anterior.

El menor costo de la cobertura por la MI influye también en la idea de


implementar este nuevo modelo. En ese sentido, la preocupación del Plan se
encuentra con INFAMILIA como una “ventana de oportunidades”.

Un análisis preliminar permite identificar como las principales diferencias


con la modalidad “tradicional” o “diaria” las siguientes:

 El trabajo con lo niños empieza a una edad más temprana.


 Los padres (en realidad, son básicamente las madres) están
integrados en el trabajo.
 La concurrencia se limita a una vez por semana o menos.
 La intervención opera especialmente sobre cuestiones de salud, auto
cuidado y pautas de crianza de los hijos en el caso de las madres y
estimulación oportuna –más que educación inicial- en el caso de los
niños.
18
Pág.18, INAME/SECRETARÍA EJECUTIVA DEL PLAN CAIF, Tristán Narvaja1513/101,
Modalidad Integral de Intervención, Componente: Desarrollo Infantil Integral- Material de Apoyo
para el Componente y sus Programas. Marzo 2004-

9
 Las prestaciones incluyen un módulo de trabajo comunitario, con
objetivos más difusos.
 Las prestaciones en el área de alimentación se reducen a una
“merienda” o “desayuno” el día de concurrencia y la entrega mensual
de un litro de leche en polvo y un vale para la compra de alimentos
de $ 75.

Mientras que el modelo “tradicional” o “clásico” del CAIF puede asemejarse –


salvando las distancias- con otras instituciones de educación inicial, el caso de las
MI suponen un modelo de intervención con infancia y familia que tiene menos
antecedentes similares y, por tanto, menos referentes de comparación evidentes.

10
4. La implementación de las nuevas modalidades.

La ampliación de cobertura del Plan vía la MI se instrumentó en el marco de


los recursos disponibles del PIAF. Eso implicó que el trabajo se focalizara en
zonas geográficas delimitadas de antemano 19, y sobre la base de un modelo que
tomó como referencia el diseño inicial realizado por CAIF, pero que se modificó a
partir de la disponibilidad de recursos y las metas programadas.

Es prácticamente unánime la opinión entre técnicos, representantes de


las organizaciones civiles e integrantes del Plan e INFAMILA, respecto a que
en esa etapa estuvieron presentes importantes problemas de
implementación. Según el tipo de actor, los déficits identificados son diferentes
y/o tienen su origen en distintas causas.

Para los representantes de la sociedad civil los déficits de implementación


fueron de tal magnitud que pusieron en tela de juicio la naturaleza y la viabilidad
de la nueva propuesta. Hasta el presente muchas de las organizaciones
consideran que no cuentan con el equipamiento básico, con las explicitación de
ciertos aspectos de la propuesta, así como tampoco ven efectivizarse las
coordinaciones intra-estatales que posibiliten abordar diferentes problemáticas de
la población beneficiaria.

Un conjunto de informantes consideró que las serias dificultades de


instrumentación generó la suposición entre algunas organizaciones sociales
participantes que las MI, más allá de su formulación, “eran un programa pobre
pensado para personas pobres”, y de esta forma se explica la improvisación que
primó así como la “explotación“ de la sociedad civil y de los integrantes del equipo
técnico para sustentarla. El Estado en general y el Plan CAIF en particular no
cumplieron con las contrapartidas comprometidas, con las regulaciones
necesarias, y por momentos reinaba la descoordinación y contradicciones entre
los diversos agentes públicos involucrados en la propuesta. La visión de un grupo
significativo de entrevistados del universo civil es que en esta primera fase de
ejecución la idea de “arreglátelas como puedas y recurrí a la creatividad” se tornó
la consigna la MI.

Si bien parece razonable que buena parte de los problemas enunciados se


presentaran en una etapa inicial de un nuevo proyecto, todo indica que tuvieron
mayor magnitud e importancia relativa que lo que podría esperarse y que
aparecieron como difíciles de remover, al menos durante ese primer año, lo que
hace que buena parte de ellos todavía subsistan.

Los integrantes de INFAMILIA y del Plan reconocen las dificultades de


implementación anteriormente planteadas y centran su explicación en
deficiencias organizativas, políticas-institucionales y estrictamente políticas.
19
Las zonas de intervención fueron aquellas que se caracterizaron de alto riesgo en base a la
información del censo de 1996 y recorridas zonales.

11
En ambos casos se afirma que no hubo una doble estrategia de acción –una
discursiva-formal (diseño de la modalidad) y otra efectiva (formas de ejecución)-
sino que ambas organizaciones se enfrentaron a problemas que les resultó difícil
resolver.

La visión desde INFAMILIA considera que los principales déficits se


centraron en la estructuración de un equipo propio de apoyo a lo que para
ellos era el sub-componente CAIF y en dificultades de coordinación con
Plan. En este sentido se plantean serios problemas de procedimiento para
acceder a los recursos humanos necesarios para la gestión en algunas áreas (por
ej: licitaciones)
“De golpe (…) el Programa de Infancia y Familia se vio sobrepasado porque había que
hacer todo con dos personas. Infancia y familia tiene poca gente para implementar la
avalancha de cosas que se vinieron. (…) También hay que decir hubo ruidos entre el Plan y
el Programa, y entre el Programa y Presidencia (…). Hubo intentos del Programa de
impulsar una visón transversal de los distintos componentes, CAIF, Salud, Escuela, Socaf,
pero no se logró integrar”. (Entrevista en profundidad a integrantes de INFAMILIA)

Para los integrantes del PLAN los problemas radicaron en la


reestructura del INAME y el nuevo lugar adjudicado a CAIF, en el cambio de
orientación del directorio y en la distribución de responsabilidades entre las
dos entidades públicas comprometidas con la MI (Plan CAIF e INFAMILA). El
nuevo status del Plan en la órbita del INAME le creó inconvenientes para la toma
rápida de decisiones rápidas, en la medida que enmarcó sus acciones en
procesos excesivamente burocráticos.

“(…) hubo un tiempo político de implementación pero también todo estos problemas
coincidieron con que se le retira al Plan desde el INAME el apoyo (…). En el momento de
implementación el directorio le retira al Plan el apoyo. El INAME en las reuniones de
Presidencia supuestamente había comprometido más recursos humanos y otros de apoyos
(…).El cambio de directorio del INAME fue fundamental para la implementación de esta
modalidad (…). Además que el Plan tenga relación con el Programa de Infancia y Familia ha
generado muchos ruidos (…).Si bien el Plan tiene la autoridad, también las autoridades del
PIAF la tienen, asisten a veces al Comité Nacional, hay cosas que hay que ir a negociar
allá, o sea que en la práctica la autoridad es compartida. El Plan no tuvo toda la autoridad
(…)”. (Entrevistas en profundidad a integrantes del Plan CAIF)

Más allá de la visión de los distintos agentes, los problemas de implementación


señalados con mayor frecuencia fueron los siguientes:

(i) Problemas de infraestructura:

La visita a un conjunto a los centros seleccionados a lo que se agrega las


entrevistas con integrantes de esas unidades e integrantes del Plan e INFAMILA
evidencian serios problemas de infraestructura. El tema del local es relativamente
importante, ya que la propuesta supone trabajar en espacios diferenciados para
padres e hijos de forma de tratar problemáticas específicas.

12
Un conjunto importante de locales no cumplen con las condiciones mínimas
para ejecutar el programa, ya sea por tamaño y número de ambientes, obligando a
los centros -una vez que el Plan habilitó el lugar- a mudarse provisoriamente a otro
local, a veces también precario, o a desarrollar las actividades al aire libre o a
ejecutar los algunos de los talleres y postergar para el futuro otros. En otros
casos, los problemas edilicios eran aún mas graves -en uno de los centros
visitados afirmaron que se derrumbó una pared por su mal estado.

Frente a estos problemas, un grupo de centros elevaron pedidos de material y


asesoramiento para modificar, mejorar o ampliar el espacio que disponían. Todos
afirmaron que, al menos hasta el momento, esas solicitudes no se materializaron,
y algunos centros recurrieron a recursos propios, ya sea a través de otros
programas, fuentes de financiamiento o donaciones.
“El proceso de implementación fue tan acelerado que hay cosas que se dejaron de lado y esto
afectó la calidad. Por ejemplo había zonas donde no había organizaciones para gestionar un
CAIF (…) e incluso se aprobaron. Organizaciones que no presentaron ni el local mínimo que
se les pedía, con la idea que después lo iban a arreglar. El problema fue desde las bases del
llamado, porque debería haber sido más estricto en relación a las requisitos mínimos (…) Hay
locales espantosos, porque tampoco tenés que brindar un servicio para los pobres en medio
de un piso de tierra”. (Entrevista en profundidad a integrantes de INFAMILA)

“Si nos comparamos con otros sabemos que estamos mejor pero estamos utilizando una
infraestructura que es la de la modalidad diaria y muchas veces nos chocamos y eso fue
porque supuestamente nosotros íbamos a trabajar en otro lado en una casa que hay a 1km de
acá y eso no se llevó a cabo porque la casa después que fue aprobado el proyecto nos dimos
cuenta que quedó chica. Y acá nos queda chico también. Ahora quiero aclararte cuando
llamaron a presentarse lo que piden es un salón y cuando se aterriza la propuesta te das
cuenta que no se puede (…). Los problemas de infraestructura lo vamos resolviendo en la
marcha, vemos los salones que quedan libres, a veces trabajamos afuera...”. (Entrevistas en
profundidad a integrantes de CAIF-Canelones)

“Este local no está en condiciones no debería haber sido elegido para implementar este
programa, hoy agregamos una parte más, porque esto estaba todo tapado porque esa pared
se cayó y además se llueve. No tenemos una puerta para separar talleres tenemos graves
dificultades edilicias”. (Entrevistas en profundidad a integrantes CAIF- Montevideo)

“Nosotros nos tuvimos que mudar para aquí porque el local que nos aprobaron no sirve y
todavía no resolvimos el problema del local. Este lo tenemos en préstamo y no es el
definitivo”. (Entrevista en profundidad a integrantes CAIF- Maldonaldo)

(ii) Problemas de disponibilidad de recursos

A estas deficiencias locativas se agregaron otras, relativas a la falta de los


materiales esenciales para solventar el proceso de arranque, ejecutar los talleres,
así como las actividades conjuntas relativas a meriendas o desayuno. Hasta el
presente no se distribuyó el equipamiento necesario para establecer una sala
básica de psicomotricidad. Esta misma situación se constata en relación a los
artefactos imprescindibles para llevar a cabo actividades alimenticias colectivas.
Algunos centros no cuentan con refrigerador para conservar alimentos, ni un
aparato para elaborarlos, complicando no sólo la actividad sino también la calidad

13
y el costo del servicio que pueden ofrecer, ya que la falta de estos instrumentos
impide almacenar alimentos y por ende abaratar así los precios de compra. Se
han constatado también centros que además de estas serias deficiencias
materiales no cuentan con el mobiliario suficiente para recibir a la población
beneficiaria, ya sea por no contar con la cantidad de sillas o bancos necesarios,
así como de mesas u artefactos de calefacción para el invierno.

Frente a esta problemática las asociaciones civiles y equipos técnicos


recurrieron a fuentes propias para paliar la situación. Los centros que contaban
con la modalidad tradicional utilizaron su equipamiento en préstamo; otros
transfirieron recursos destinados a otros proyectos sociales que tenían en
ejecución; se buscaron donaciones y, en algunos casos, se dispuso de recursos
personales de los integrantes de la asociación o del equipo.

“No nos llegaron los materiales y que vos tengas que tener a chiquilines en este lugar en
pleno invierno sin una estufa es aberrante. No nos llegó nada y tuvimos que trabajar un
año entero sin tener nada. Lo poco que tenemos lo trajimos nosotros de nuestras casas,
cajas de cartón, y bueno así lo hicimos. (...) Uno de los objetivos del Plan es mostrar un
ambiente agradable que haya un corte con la realidad en que se encuentran esas
personas este espacio que aprobaron es la reproducción de la pobreza. “(Entrevista en
profundidad a integrantes CAIF- Montevideo)

“(...) acá pudimos empezar con la modalidad nueva porque acá teníamos casi todo del
CAIF tradicional (…) todos los materiales que tenemos es de ellos. Trabajamos con todo
lo que la otra modalidad no ha prestado. Y los chiquilines que teníamos anotados para
estimulación oportuna no pudimos empezar porque no teníamos nada para trabajar.
(...)Tuvimos suerte que teníamos todo prestado de la vieja modalidad sino no tendríamos
donde sentarnos”. (Entrevista en profundidad a integrantes CAIF-Canelones)

“(…) Lo que tenemos es lo que ves (…). Tenemos muy pocas sillas y por eso estamos
sentados en estas colchonetas en el suelo (…). Como no tenemos heladera, la auxiliar de
cocina se lleva algunos ingredientes de la merienda para la casa (…) pero así no pueden
ser las cosas”. (Entrevista en profundidad a integrantes CAIF-Maldonado)

“(...) suerte que ahora tenemos este local construido, porque antes era casi imposible
trabajar con un mínimo de comodidad. (Entrevista en profundidad a integrantes CAIF-
Artigas)

(iii) Problemas con los recursos de alimentación

Otra de las dificultades consideradas graves refieren a la remisión de las


partidas de alimentación del parte del INDA, fundamentalmente en dos aspectos:
uno relativo a la regularidad de los tickets de alimentación para las familias
inscriptas y otro, referido a los recursos comprometidos con el centro para ejecutar
las acciones de colectivas de merienda o desayuno.

En relación al primer tema, los entrevistados plantean que los tickets de


alimentación no llegaron mensualmente como estaba acordado, distorsionando el
servicio que se habían comprometido a brindar y a la vez que el trabajo de

14
promoción que se buscaba realizar, en el sentido de trascender la mera
asociación alimentación-asistencialismo. En una oportunidad las partidas se
remitieron con un atraso de tres meses y su distribución inmediata se asimiló a la
beneficencia. Cabe agregar además que, si bien la entrega mensual a cada
familia de leche en polvo y tickets alimentación es una cantidad mínima, su
entrega concentrada adquiere en algunos casos un significado económico para
esta franja de población, abriendo la posibilidad de desdibujar el perfil del
programa.

“Hay una parte asistencial con los tickets y la merienda y eso se nos ha complicado
enormemente (...) sobre todo con los atrasos (...). Hubo una vez que tuvimos que entregar tres
tickets juntos y leche; por ejemplo una madre con dos niños teníamos que darle 500 pesos y 6
kilos de leche, y nos preguntamos ¿qué hacemos?, ¿cómo definimos este rol que estamos
construyendo?, sobre todo para que no sea eso el centro de nuestro vínculo con los padres”.
(Entrevista en profundidad a integrantes CAIF-Canelones)

La falta de regularidad en el traspaso de las partidas de alimentación hacia


los centros CAIF, condujo nuevamente a que éstos resolvieran en forma particular
y con los recursos que disponían esta nueva situación de carencia. La totalidad de
los CAIF visitados ejecutaron sistemáticamente los desayunos o meriendas
establecidas en la propuesta con independencia del comportamiento del INDA. Y
en este aspecto, como en los otros, se recurrió al “capital económico-financiero y
social” de las organizaciones ejecutoras. Es decir, frente a la falta de cumplimiento
de las responsabilidades de los agentes estatales, una vez más la sociedad civil
se hizo cargo de la situación. Importa señalar, que en el mes de diciembre de
2004 se estaba en proceso cambiar el convenio entre el INDA y los CAIFs,
sustituyéndose las remesas de tickets alimentación hacia los centros por partidas
financieras, lo que supuestamente agilitaría la ejecución de este componente.

(iv) Problemas de criterios operativos

Entre los problemas de criterios se señala que, en un contexto en que la


definición del nuevo modelo aún se considera relativamente incipiente –o, cuanto
menos, no totalmente “cerrada”- se verificaron dificultades para establecer cuál era
el alcance de la propuesta y su grado de especificidad. Aquí aparecen cuestiones
como la delimitación de las zonas en las cuales podrían reclutarse los
beneficiarios, la información necesaria sobre la población, los plazos para ejecutar
las tareas exigidas, lo que implicó una falta de referencias institucionales claras
para solucionar las dificultades planteadas en esta fase.

La localización de un conjunto de centros CAIFs no se ajustaba


estrictamente a las zonas establecidas como prioritarias por la MI y en
oportunidades, pese a coincidir, la inadecuación locativa obligó a cambiar de
ubicación al centro. Esto condujo a realizar un conjunto de ajustes con las
autoridades del Plan y de INFAMILA. En estas situaciones emergió como dificultad
la necesidad de traslados considerables de la población hacia el centro pese a
encontrarse en la zona de influencia y en algunos casos extremos se resolvió
poner a disposición de los beneficiarios medios de transporte específicos.

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“Nos dimos cuenta que allí no se podía trabajar, y traemos a la gente en taxi o remise. No
es lo que estaba previsto, pero es la única forma de hacerlo... (Entrevista en profundidad a
integrantes CAIF-Artigas)

“La primera dificultad que se nos planteó era si podrán llegar (…); nos preguntábamos
¿vendrán por lo lejos que queda el centro de algunos de los asentamientos. (…). La gente
viene (…) estamos llegando a la gente realmente pobre, que hace esta tremenda caminata
para llegar hasta acá y eso nos sorprendió”. (Entrevista en profundidad a integrantes CAIF-
Canelones)

Otro problema serio de criterios que dificultó la implementación de la MI


estuvo referido a las exigencias que planteaba el Plan para ser beneficiarios
plenos de esta nueva propuesta. Se establecía como requisito la presentación de
documentación de identificación civil, específicamente, cédula de identidad y
partida de nacimiento, y la mayoría de esta población atendida carece esa
documentación. Los centros hicieron esfuerzos individuales (solicitud a
Identificación Civil y a INFAMILA) y también conjuntos con otras entidades zonales
(Escuela, Socaf ) para cumplir con la exigencia establecida, y un grupo importante
de centros aún lo tiene pendiente. La solución transitoria que se encontró
conjuntamente con el INDA y el Plan es plantear en las rendiciones de cuenta que
la documentación requerida está en fase de tramitación.

Una dificultad adicional que plantearon un conjunto de centros se


relacionaba con el tipo de información que se solicitaba de los usuarios. Se
señaló que los datos requeridos, fundamentalmente los relativos a tópicos
referidos a hábitos y estilos de vida era sumamente inadecuados para la población
de referencia, habiendo incluso quien los consideró ofensivos. Algunos de los
entrevistados consideraron que esa inadecuación dejaba al descubierto el
desconocimiento que tenían sobre estos grupos sociales los diseñadores del
formulario y el sistema de información. Por esta razón, ciertos centros se niegan a
relevar la totalidad de la información requerida.

“La información que te piden de la población es un disparate, por la cantidad y el tipo de


preguntan que hacen (…). Realmente no le podes preguntar a la gente sobre sus formas
de vida (…), la ofendes (…), hay cosas que son como una burla, (…) además rompes el
vínculo que intentas establecer (…). A nosotros no nos consultaron sobre la ficha (…), no
sé quién la hizo, pero te aseguro que desconoce como vive esta gente”. (Entrevista en
profundidad a integrantes de CAIF-Maldonado)

“Nosotros decidimos que no llenábamos toda la ficha (…) habían preguntas que eran una
locura, estaban fuera de foco (…). Cuando tenés experiencia en el Plan por el CAIF
tradicional te das cuenta que acá faltaron cabezas”. (Entrevista en profundidad a
integrantes de CAIF-Canelones)

“Fue un problema la implementación de la ficha SIPI ya que para las nuevas modalidades
armó una ficha propia (…). Acá se dio un gran conflicto entre el Plan y los técnicos de los
CAIFs (…) y el mismo se creó porque esa ficha no fue consultada (…). El conflicto (…)
consistió que muchos de los técnicos decidieron que no llenaban parte de ella, porque era
muy extensa (…) y había partes inadecuadas (…). Los datos que mas generaron conflicto
fueron los de calidad de vida (…). No había necesidad de preguntar si las personas

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hacían deportes, fumaban, etc. Esto estaba mal formulado (…) y te mostraba un
desconocimiento de la situación de las personas en condición de pobreza extrema. Cómo
se le puede preguntar a esta población sí hace deportes. El deporte que puede hacer es
arrastrar el carro (…). Se culpaba al PIAF y este a la Secretaria acerca de la pertinencia
de la información y los indicadores, y por último, cuando las cosas no pintaban rosas la
culpa se la echaban al BID”. (Entrevista en profundidad a integrante del PIAF)

También se indicó como otro problema serio en la implementación los


plazos estipulados para la entrega de tests y evaluaciones, así como la firma de
nuevos convenios con entidades públicas. La queja permanente es que el Plan y
sus socios públicos no cumplen y exigen las actividades en un tiempo no real,
contando de antemano con la sobre-dedicación de los técnicos, así como la
disponibilidad de tiempo libre de los integrantes de la asociación. Ejemplos de esta
naturaleza abundan, y a modo de ilustrar situaciones, se han destacado los tests
de psicomotricidad -para los que un porcentaje importante de centros visitados
postergaron su finalización- y el nuevo convenio con INDA, donde la asociación
dice haber sido informada dos días antes de esa actividad.

(v) Problemas específicos de implementación

Se plantearon un conjunto de problemas puntuales de instrumentación de


las MI asociados tanto al aumento masivo de la cobertura del Plan, así como con
el acompañamiento u orientación recibida por la sociedad civil, ya sea en términos
de capacitación como de asesoramiento en este proceso.

De acuerdo al relevamiento de campo realizado, se constató un sustancial


aumento de cobertura del Plan. La totalidad de los centros visitados llegaron a los
beneficiarios estipulados por la MI y en su mayoría trabajan con una población
más amplia, a lo que se agrega listas de espera relativamente extensas. De
cualquier manera, se mencionó la existencia de centros que optaron por trabajar
con la mitad de población dado que era una alternativa que ofrecía la propuesta, y
otros aún por una menor cantidad de beneficiarios.

La estrategia establecida por la MI en términos de abrir el centro a la


comunidad, ya sea a través de un “cierto trabajo comunitario” o directamente
visitando a los potenciales usuarios en sus lugares de residencia, surtió el efecto
deseado.

No obstante esta constatación, los distintos entrevistados realizaron un


conjunto de cuestionamientos a la ampliación masiva de cobertura. En este marco,
aparecen las dificultades para identificar el perfil y la cantidad de beneficiarios
estipulados en los contratos con los centros. El aumento masivo de cobertura tuvo
un impacto directo para organizaciones y equipos técnicos, ya que se incorporó de
una sola vez un contigente respetable de población en situación de riesgo y las
unidades de base no se vieron capacitadas ni con recursos incrementados en la
medida y en el tiempo preciso. La percepción generalizada sobre esta etapa se
traduce en la siguiente afirmación: “en un principio nos desbordó recibir y atender
esa cantidad de personas”, a lo que se agrega que ese número en la práctica es

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mayor, ya que los padres asisten con la totalidad de sus hijos haciendo más
complicado el trabajo planificado.

Esa visión de desborde por el crecimiento concentrado de beneficiarios no


sólo se remite a las unidades ejecutoras de base (centros) sino también a los
equipos supervisores del Plan. Para este cuerpo intermedio de técnicos el trabajo
fue y es excesivo, y no logran llevarlo a cabo con la dedicación requerida.
“Las nuevas modalidades nos cayó, se nos vino arriba pese a que nosotros participamos
del proceso (…).Si bien estas situaciones de desajustes se dieron en el modelo de CAIF
tradicional fueron más controlables, menos graves, porque cuando se introducían cambios
importantes como nuevos programas había un equipo y recursos como para sostenerlos y
ahora no. Esto fue un desborde muy grande y no pudimos sostener y acompañar esos
procesos (…) Lo que pasó que ahora fue masivo y en caso anterior fue más gradual (…).
Y ahí hubo un crack y eso lo que estamos viviendo nosotros y la gente”. (Entrevista en
profundidad a integrantes del Plan).

Algunos de los centros visitados consideraron negativamente no sólo la


forma masiva de reclutamiento de los beneficiarios sino el estilo bajo el cual el
mismo se realizó, abriendo un espacio para el cuestionamiento ético-profesional.
La rígida directiva de alcanzar el número estipulado de población en el corto plazo
no permitió definir una estrategia de intervención que habilitara la legitimación de
la nueva propuesta y la instalación de los centros, fundamentalmente de aquellos
que eran nuevos en los contextos de referencia. La posibilidad de dar lugar a un
proceso, aunque acotado, no estuvo presente en la estrategia elegida por el Plan.
“Lo primero que nos plantearon es teníamos juntar 140 niños, agarren el lazo, junten niños
de debajo de la tierra. La consigna era 120 niños y 20 embarazadas. Nosotros llegamos
(...). Y esto estuvo difícil porque te cuestionabas como profesional, llegaba un momento
que era bueno pasaba un chiquilín e ibas atrás de él (...).Eso estuvo mal porque era como
si la gente fuera ganado y en algún sentido entramos en esa rosca (…) y nos planteamos
cómo técnicos si esto debía ser así”. (Entrevista en profundidad a integrantes CAIF-
Montevideo)

A estos problemas de reclutamiento se agregó las deficiencias de


preparación de los equipos técnicos para la tarea que se les asignaba. Una
proporción significativa de los entrevistados mencionan la insuficiencia cualitativa
y/o cuantitativa del proceso de capacitación. Esta apreciación adquiere
importancia en la medida que la implementación de MI, especialmente para los
primeros CAIFs licitados, se vio demorada hasta que se completara este período
preparatorio. Esta línea de acción demuestra que la capacitación para el Plan era
considerada estratégica y por ende su calidad y pertinencia adquiere aún más
relevancia.

Para un grupo de equipos técnicos, especialmente los pertenecientes a


departamentos con cierta complejidad interna (Montevideo, Canelones y
Maldonado) la formación e información recibida se calificó entre mala e
inadecuada, ya sea porque fue muy general sin aportar elementos teóricos nuevos
que permitiera reflexionar sobre la situación a la que se iban a enfrentar, como

18
porque no les brindó instrumentos prácticos para llevar a cabo la propuesta. A su
vez se señala que fue notoria la falta de coordinación entre los docentes, en la
medida que había técnicas y temas que se abordaban reiteradamente en los
distintos módulos. A esto se suma, que un sector de capacitadores eran técnicos
de distintos centros CAIF, restándole en algún sentido relevancia al cuerpo
docente.

Para otros equipos en cambio, la capacitación recibida fue relativamente


positiva, en la medida que les permitió obtener información y los ayudó a
comprender con mayor profundidad la propuesta, su orientación y direccionalidad,
así como también la forma posible de ejecutarla.
“La primera tanda de capacitación (…) fue armada sin tener suficiente información (…). La
tercera edición de capacitación mejoró un poco (…). La capacitación era sumamente
importante, ya que se tomó la decisión de no ejecutar por dos meses para capacitar. Los
técnicos quedaron muy disconformes sobre todo los de Montevideo y Canelones (…)”.
(Entrevista en profundidad a integrantes del PIAF)

“Algunos de nosotros fuimos capacitadotes y tuvimos dificultades (…). Como


capacitadores pedimos aclaraciones sobre algunos temas, por ejemplo el rol del facilitador,
del coordinador, para discutirlo y reflexionar un poco, nunca se nos dio nada. Eso llevó a
que muchos capacitadores renunciaran. Los de este Departamento (…) renunciamos casi
todos porque de esa manera no queríamos seguir capacitando”. (Entrevista en profundidad
a integrante CAIF-Canelones)

“(…) Fuimos conejitos de indas de los capacitadotes (…). La capacitación (…) fue mala
(…). Tuvo un nivel muy bajo y fue descoordinado, hicimos técnicas muy reiterativas. Todo
lo que dimos en las distintas profesiones ya lo habíamos dado en la carrera mucho más
profundo, fue muy Light (…), era llover sobre mojado (…). Además fue abstracta pero no
teórica como para dejarte pensando, que te movilizara la cabeza y tampoco sirvió para la
instrumentación (…). Faltaron herramientas bien prácticas, por ejemplo, mostráme cómo
funcionaría un taller de psicomotricidad o de un taller de educación inicial familiar y a su
vez si podemos hagamos una reflexión una discusión sobre esta práctica. Somos todos
profesionales o semi profesionales (…) no estamos hablando de gente que no tiene una
preparación (…). (Entrevista en profundidad a integrantes CAIF-Montevideo)

“La capacitación fue más o menos buena (…). Nos sirvió sobre todo para los integrantes
del equipo que recién estaban arrancando. Nos dieron cierta información e hicimos un
camino en esa semana intensa”. (Entrevista en profundidad a integrantes de CAIF-Artigas)

Otra dificultad específica de la implementación se centró en la supervisión


que llevó adelante el Plan. En términos generales los centros consideran que no
los ha ayudado a superar las dificultades con las que se enfrentaron. Para
algunos, el supervisor es un profesional cercano al equipo, que los apoya pero no
los orienta, ya que está aprendiendo con ellos en tanto la MI es una experiencia
nueva. Para otros, esta figura ejerce un papel simplemente burocrático, ya que no
tiene elementos para aportar. Un tercer grupo atenúa las críticas, y considera que
la naturaleza de esta función es compleja y a su vez se tornó más dificultosa frente
al conjunto de ineficiencias y errores que caracterizaron esta primera etapa.

“La supervisora que tenemos del Plan es muy flexible y reconoce sus limitaciones (…) y
como la modalidad es nueva no tiene todo claro (…). Cuando venía y veía la precariedad

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de todo, del local, la falta de materiales, estaba encantada porque no podía creer que
pudiéramos trabajar así (…). Ella ha venido varias veces no es una visita burocrática, ella
(…) tiene sensibilidad para ver las cosas (…). Lo que veo como algo crítico es que como
esta propuesta es nueva (…) ella no está 10 pasos más adelante que nosotros, está
aprendiendo con nosotros y esto te lo dice ella misma. La cuestión es que no sabe como
resolver algunos temas, pero también creo que no lo sabe ni ella ni nadie (…)”. ( Entrevista
en profundidad a integrantes de CAIF-Montevideo).

“La supervisión que tenemos es puramente burocrática (…). Vienen acá a controlarnos
(…), para ver si hicimos tal cosa u otra (…). No nos aporta nada y eso que tuvimos
problemas”. (Entrevista en profundidad a integrantes de CAIF-Maldonado)

“La supervisión de por sí es un lugar incómodo y más con todo los problemas que
existieron, porque ellos no se puede reconocer explícitamente toda esta falta de recursos
(…). Ellos están en el lugar de exigir que se cumpla pero saben que no están las cosas
pero tampoco pueden explicar porqué no están, y se arman ruidos o mejor dicho una
comunicación falseada (…).” (Entrevista en profundidad a integrantes de CAIF-Canelones)

“Acá ha venido la supervisión, y tiene muy buena disposición, pero no siempre maneja
criterios claros y te puede orientar respecto a las dudas que le planteamos.” (Entrevista en
profundidad a integrantes de CAIF-Canelones)

Desde la visión del Plan hay un reconocimiento que la novedad de la


propuesta y la forma acelerada de instrumentación obstaculizó llevar a cabo un
acompañamiento más eficiente de las unidades de base. A la vez resaltan que no
contaron con un incremento de personal en tiempo y en la magnitud de lo que se
necesitaba, haciendo imposible una supervisión de las características que se
realizaba en la modalidad tradicional.

La propuesta no se pudo a cabo tal cual se había pensado y eso fue así, porque no había
una experiencia anterior suficiente, solo algunas experiencias pilotos. (…). Una cosa es
formularlo y otra es implementarlo (…) y lo que pasó fue que no pudimos realmente
acompañar esos procesos, porque antes el supervisor acompañaba procesos de
integración de equipos, era otra cosa. Es más no contamos con recursos humanos
adicionales en la cantidad que se hubiese necesitado (…)”. (Entrevista en profundidad a
integrantes del Plan)

Finalmente, es importante mencionar que la forma de enfrentar estas


dificultades ha sido muy variada, dependiendo de las características del tipo de
centro, entre las cuales pesan muy especialmente la experiencia y los recursos de
las asociaciones civiles y los equipos técnicos y, sobre todo, si se trata de un
centro únicamente de MI o de otro que combina ambas modalidades o tiene otros
proyectos sociales en ejecución.

En la práctica, las visitas a los CAIFs sugieren que, siendo importantes, las
dificultades de la implementación pudieron ser “manejadas” por buena parte de los
centros que son más antiguos -que ya gestionaban la modalidad clásica-, entre
aquellos centros que pertenecen a organizaciones civiles más fuertes y entre
aquellos que tienen equipos técnicos con mayor trayectoria. Mientras tanto, un
grupo de centros que operan únicamente la modalidad integral, son nuevos en el
sistema CAIF y tiene recursos organizacionales limitados y escasa experiencia,

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parecen haber experimentado dificultades muy serias para iniciar y sostener el
trabajo en este primer año.

En todo caso, la mayor parte de los centros consideran que han


implementado con dificultades las MI: algunos lo hicieron sólo parcialmente y,
en la mayoría de los casos, al menos con cierto retardo y, cuanto menos, con
matices respecto a la propuesta inicial.

“Quiero decir con todas las letras que la nueva modalidad del Plan CAIF no está aún en
ejecución, lo que hay son intentos de ir llegando a la ejecución, y esto es así porque no se
contó con los recursos para implementar (…)”. (Entrevista en profundidad a integrantes de
centros CAIFs)

“Para mi se implementó de esta manera para decir atendemos tantos miles de niños y de
familias; pero no dijeron ¿cómo?, porque esto es una payasada”. (Entrevista en
profundidad a integrantes de centros CAIFs)

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5. El funcionamiento de las nuevas modalidades.

En este panorama, es evidente que las dificultades de implementación


antes mencionadas operaron como un aspecto que también dificultó el
funcionamiento de las MI. Por un lado, se generó una fuerte incertidumbre como
resultado de los déficits mencionados en el punto anterior. Por otra parte, las
organizaciones y los equipos técnicos se vieron obligados a aplicar una parte
importante de sus horas y sus recursos a la provisión de insumos básicos
necesarios para el funcionamiento de la MI. Estas cuestiones generaron un clima
inicial que aumentó los problemas de funcionamiento que ya por sí misma genera
una propuesta nueva.

En todos los casos, se menciona la existencia de un período inicial


caracterizado por las interrogantes, que referían tanto a lo que había que hacer
como a la forma en que había que hacerlo. La selección de los beneficiarios, por
ejemplo, presentó dificultades importantes, ya que parecían combinarse criterios
muy estrictos y rígidos (en términos de características personales, zonas de
residencia y número de personas) con lo que se encontraba en la realidad. En
algunos casos se habla de una cierta “cacería” de beneficiarios para poder cumplir
los requisitos, mientras que existen elementos que permiten considerar que cierto
desvío de algunos de esos criterios rígidos pudo implicar efectos positivos. Por
ejemplo, en los casos que se integraron personas que no son estrictamente de
sectores de la más extrema pobreza, ya sea por la localización de los centros o
por opción de los equipos, se afirma que eso permitió viabilizar cambios de
actitudes y conductas e inició un proceso básico de quiebre de prejuicios respecto
a las personas que viven en las zonas más pobres.

“(…) Estamos lejos de los asentamientos pero la gente viene y reclutamos personas
heterogéneas, gente del asentamiento y gente de la vuelta del centro que no son
estrictamente de riesgo. Pero esa heterogeneidad ha sido positiva, lo hemos visto (…) en la
evolución de lo que ha sido el desayuno, como empezó comiendo determinada gente y
como terminó comiendo a final del año, en el lenguaje. Ese intercambio entre gente tan
distinta entre la cultura del asentamiento y la gente del barrio la que tenía prejuicios fue
positivo, al principio hubo roces (…)”. (Entrevista en profundidad a integrantes de CAIF-
Montevideo)

“(…) Si bien llegamos a los más pobres cuando hicimos la selección de población optamos
por armar los grupos con cierto grado de heterogeneidad (…); de que las personas pudieran
ver otras cosas distintas a lo que ellas están viviendo, pero respetamos la zona adjudicada
(…). Y eso fue muy bueno para el trabajo. (Entrevista en profundidad a integrantes de CAIF-
Canelones)

Asimismo, se señalan con frecuencia los problemas en el registro inicial,


vinculados a un “tramiterío” que se considera poco adecuado, y las dificultades en
acceder a las primeras transferencias de fondos previstas.

A estas cuestiones de implementación se suman algunas dificultades que


parecen provenir del propio diseño de la propuesta y que también afectaron

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el funcionamiento de las MI. Una parte de esas dificultades están relacionadas
con la composición del equipo técnico, la carga horaria asignada y los roles
atribuidos a cada uno de sus integrantes. Otra refiere a las cuestiones de
concepción del trabajo extra-centro, muy especialmente lo que se relaciona con el
trabajo comunitario. Finalmente, un conjunto de aspectos se vinculan con
cuestiones de tipo político-institucional, y refieren a los papeles y las
responsabilidades que el sistema asigna a cada uno de los diferentes actores
involucrados, incluyendo los espacios de acción de la sociedad civil, como las
asociaciones civiles y los Comités Departamentales.

La integración y el trabajo del equipo técnico fueron temas


frecuentemente aludidos durante las reuniones con los integrantes de estos
cuerpos, pero también con los representantes de las organizaciones civiles.

En primer lugar, se verifica un juicio extendido respecto a un déficit de


horas técnicas con respecto a las necesidades de funcionamiento del
programa. Aunque una parte importante de los cuestionamientos están asociados
al tiempo necesario para poner en marcha las diferentes experiencias, los
reclamos están lejos de limitarse a esa instancia. Se habla de una estimación
insuficiente, y se justifica esta apreciación con conteos respecto a lo que han sido
las dedicaciones efectivas de los diferentes técnicos del equipo. Salvo situaciones
especiales –como el caso de psicomotricistas que se trasladan a un departamento
lejano al que viven, y por tanto tienen limitada su disponibilidad horaria- se
considera que la cantidad de horas dedicadas efectivamente sobrepasó las
requeridas para el funcionamiento del centro en esta modalidad. En algunos casos
parte de este déficit se solucionó con recursos propios, como ocurre en los centros
que también operan la modalidad clásica y pudieron compensar horas de los
técnicos en cuestión o, en el caso de organizaciones más poderosas
económicamente, solventando con recursos propios extensiones horarias de los
técnicos. No hay estimaciones precisas realizadas sobre el nivel de subestimación
que se supone implica el diseño original, pero en todo caso se trasmite que está
lejos de ser una cuestión menor.

“Uno de los problemas es la carga horaria (…). Yo como psicomotricista con la cantidad de
niños que tengo y lo que me piden que haga con las horas que me dan no me alcanza (…).
Los tests que me pidieron, algunos los tuve que dejar para febrero y los que hice lo llevé a
cabo super rápido (…). Y el test en la verdad es un espacio para que la persona se pueda
abrir, para ver todo lo que es la situación global del niño de la familia y eso te lleva
dedicación de un tiempo (…). Pero además tengo otras tareas (…) entonces vos te planteas
el siguiente dilema: si hago todos los tests que es imposible, no hago el taller de
estimulación oportuna por un tiempo (…). Pero este problema de tiempo es para todos los
profesionales. Si se llevara a cabo la propuesta con la cantidad de horas que te proponen
(…) sería un servicio de muy mala calidad”. (Entrevistas en profundidad a integrantes CAIF-
Montevideo)

“El otro tema importante que le pasa en las MI es el de los recursos humanos (…). Cuando
empezamos a ver las cargas horarias para armar las intervención, y vimos que teníamos
12hrs semanales de psicóloga, maestra, psicomotricista y asistente social (…), que en la
práctica son 9hrs semanales para trabajar con esta población porque 3hrs son de

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coordinación de equipo (…), nos preguntamos: ¿cómo podemos contribuir al desarrollo de
estos gurises?¿Cómo hago para trabajar con esta cantidad de población y con la
problemática que presenta? Creo que esta distribución horaria rompe los ojos, sólo analizá
el caso de la psicomotricista (…).Si bien se arman dispositivos grupales, la intervención se
me empieza a volver pobre (…) Y es ahí que nos enojamos (….La ecuación económica no
cierra, sólo se puede compensar a los técnicos cuando tenés más de un programa”.
(Entrevista en profundidad a integrantes de CAIF-Canelones)

“El problema grave de las horas técnicas (…), ya que casi no te dan para hacer los talleres,
está también el tiempo que le dedicas a las familias que vienen acá, porque tenés que
atenderlas bien, muchas de ellas requieren de entrevistas con el psicólogo o la asistente
social y eso no está calculado (…). Lo hemos planteado en todos los espacios que
podemos, en las evaluaciones que hacen”. (Entrevista en profundidad a integrantes CAIF-
Maldonado)

“Hay un faltante en las horas técnicas asignadas, y eso se nota menos porque nosotros
manejamos también el hecho de que podemos usar parte de la gente que está en el CAIF
tradicional...” (Entrevista en profundidad a integrantes CAIF-Maldonado)

En segundo lugar, hay cuestionamientos importantes a la carga horaria


asignada a cada integrante. El problema parece estar planteado, según algunos
equipos, por la carga horaria asignada a los facilitadores y su diferencia con la
estipulada a los técnicos específicos. En la medida que el facilitador depende del
trabajo de otros técnicos en pos de contar con una orientación que le permita
actuar en el campo, la asignación horaria vigente impide, en oportunidades, que
esa orientación se encuentre disponible en el momento adecuado. Esta situación
genera muchas veces, que ese integrante “vaya y venga” (de la familia y de la
comunidad al centro, del centro a la familia y comunidad) sin poder hacer más que
trasmitir información de un lugar a otro, en una tarea poco eficiente y a veces sin
eficacia.

“Hay un defasaje entre las horas de los técnicos y de los facilitadores porque ellos no
pueden hacer nada si no consultan a los técnicos, y acá hay una explicación muy concreta
que nos dijeron desde el programa, es un tema de costos. El facilitador es el comodín
porque es el que tiene más horas y el rol no está muy bien definido y hay veces que es difícil
porque no cuentan con las herramientas concretas para intervenir en la comunidad o en el
hogar”. (Entrevistas en profundidad a integrantes CAIF-Montevideo)

“Si bien por un lado son importantes las horas comunitarios, por otro lado eso se contrapone
con las pocas horas de los técnicos. No hay un equilibrio entre las horas comunitarias y las
horas de los técnicos. El trabajo en comunidad lo hacen los facilitadores y se abren muchas
cosas, muchos temas a abordar y resulta que no podes tener la visión del técnico. Es algo
así: te acercas a la comunidad y después ¿como atendés la demanda que hay?”.
(Entrevista en profundidad a integrantes de CAIF-Canelones)

“No nos da las horas técnicas, el facilitador sale a las casas y ve las problemáticas pero
necesita el asesoramiento de un técnico y a su vez los técnicos están haciendo sus talleres.
Pero los problemas no son sólo la relación de horas técnicas y de los facilitadores”.
((Entrevista en profundidad a integrantes CAIF-Maldonado)

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En tercer lugar, se considera que existe un nivel de insuficiente
especificación en términos de los roles que cada uno de los integrantes
debe cumplir en el funcionamiento habitual de ese equipo. Aunque hay técnicos
que tienen papeles considerados más centrales en el funcionamiento de algunas
de las instancias -como los talleres- se plantea la existencia de un conjunto de
“zonas grises” en las atribuciones de cada integrante. El ejemplo típico en ese
sentido aparece con referencia al rol del facilitador, que si bien representa una
propuesta de trabajo innovadora y valorada, se cruza habitualmente con las
responsabilidades de otros técnicos, sin una delimitación clara. Importa mencionar
que este planteo no sólo es realizado por los equipos de los CAIFs sino también
por integrantes del Plan.

“El rol del facilitador no es muy claro, hacemos trabajos múltiples, hacemos de todo y
además vivimos acá”. (Entrevista en profundidad a integrantes de CAIF-Artigas)

“La tarea del facilitador no está clara y en la práctica es la cara visible del centro (…). El
facilitador termina haciendo mil cosas (…) y si bien sabemos que es el nexo del centro con
la comunidad no está bien definido su rol (…). Nosotros lo fuimos definiendo de acuerdo a
las necesidades que teníamos (…). Pero hay que revisarlo”. (Entrevistas en profundidad a
integrantes CAIF-Montevideo)

“El facilitador es una figura que se está construyendo y de la mini evaluación con los equipos
que se hizo salió que este tema es uno de los que hay trabajar porque hay que definir ese
rol porque es difuso. Tiene una cantidad de horas y tareas pero a la vez no es el
coordinador. Es un desafío muy grande. Ellos mismos plantean: ¿de qué actuamos?, de
asistente, de maestro, de psicólogo. (Entrevista en profundidad a integrantes del Plan).

En esta área, que comprende la organización de los recursos humanos, se


verifican también los efectos de la capacitación insuficiente o inadecuada, y de los
déficits de una supervisión que no logró orientar a los centros en la articulación de
la propuesta con la “realidad”.

El planteo y la ejecución del trabajo extra-centro se transformó en una


cuestión frecuentemente señalada como un problema, una identificación que los
responsables de este estudio comparten plenamente.

En el caso del trabajo en el hogar, no parece haber una definición clara –al
menos, no la tienen la mayoría de los equipos- de cuál es su papel y como debe
ejecutarse. En algunos casos, se optó por intentar repetir –a escala reducida- la
actividad desarrollada en una sesión de taller a la que una madre y su hijo no
concurrieron. En otros, se visitaba a la familia para apoyar en la orientación hacia
la solución de alguna necesidad específica, muchas veces vinculada a problemas
urgentes y sobre los cuales no había una alternativa de actuación de parte del
CAIF. También se mencionó que las visitas se limitaban a una acción de re-
vinculación con los participantes que abandonaban o no tenían una concurrencia
regular a las actividades programadas.

Más compleja aparece la situación en el caso de lo que se considera trabajo


comunitario. Si bien existe una alta valoración de la inclusión de un componente

25
de este tipo en el proyecto de las MI, la cuestión parece ubicarse más en el plano
discursivo, y son pocos los casos en los cuales se percibe una estrategia de
trabajo comunitario clara, con objetivos precisos y herramientas definidas. Esto
parece ocurrir cuando se trata de organizaciones con amplia experiencia en el
trabajo de desarrollo y con fuerte inserción zonal previa o, al menos, con una
importante capacidad de establecer rápidamente vínculos con los grupos pre-
existentes o los liderazgos locales. En la mayoría, existe la idea respecto a que el
trabajo en ese nivel puede tener impacto positivo en muchos aspectos, que van
desde la propia legitimación del CAIF hasta el apoyo de las organizaciones locales
en cuestiones específicas. Pero, en la práctica, el trabajo comunitario parece
haber sido –salvo en la etapa inicial, de promoción- no mucho más que la visita a
los hogares de la zona de influencia que están vinculados con el CAIF.

Interesa resaltar que el mencionado componente comunitario, pese a su


escasa y diversa ejecución, es valorado tanto por los centros como por
representantes del Plan e INFAMILIA como un rasgo distintivo y positivo de las MI,
en la medida que abre la posibilidad de acercar o reflexionar sobre alguna
modalidad sistemática de acercamiento entre el CAIF y su contexto de referencia.

“Nosotros valoramos el aspecto comunitario, la posibilidad de visitar a las familias (…), Al


principio nos presentamos en la escuela y en otras organizaciones (…). Pero la verdad que
el trabajo comunitario casi no lo pudimos realizar porque este año pusimos el acento en el
centro, que sea un espacio relevante para el barrio, el equipo sea referente, y al poner tanto
en esto con tan poco tiempo dejamos como secundario todo lo que tiene que ver con la
comunidad y el hogar (…). Para este año vamos a tratar de definir la intervención en la
comunidad, pero todavía no sabemos cómo (…)”. (Entrevista en profundidad a integrantes
de CAIF-Montevideo)

“Creo que el punto fuerte de esto es el trabajo en la zona, con la gente y esta es una
diferencia con la vieja modalidad. Acá vamos a la casa, hay una parte del trabajo que se
hace (…) en el hogar y se recorre la zona (…). La promoción de las redes es muy bueno
(…) no es el centro donde van y depositan los chiquitos (...). Claro a nosotros nos ayuda que
también tenemos un programa comunitario porque tenemos un SOCAF” (Entrevista en
profundidad a integrantes de CAIF-Canelones)

“La letra del proyecto nos pareció bien, en el sentido de pensar una intervención con una
pata comunitaria (…). Es más como estuvo pensada a esta modalidad le pongo el sote de
lograr salir fuera de las aulas para hacer educación, y eso quiero que no salga perjudicado
en esa discusión con el Estado (…). La dimensión comunitaria, la familiar son muy
importantes (…) (…). Esta zona (…) tiene un activo histórico, de vecinos comprometidos
con el barrio y de ciertos núcleos de participación a través de comisiones vecinales que
fueron logrando cosas muy concretas para el barrio (…) y eso sirve de base para el trabajo
comunitario, sobre todo para el SOCAF porque hay cierto nivel organizativo”. (Entrevista en
profundidad a integrantes de CAIF-Canelones)

“El trabajo comunitario es positivo porque te da otras posibilidades (…). Nosotros ahora
visitamos las familias (…), las que nunca vinieron y tendrían que hacerlo y además las que
faltan o dejan de venir (…)” (Entrevista en profundidad a integrantes de CAIF-Artigas)

Asimismo, todo indica que el funcionamiento estuvo influenciado


fuertemente por lo que parece, cuanto menos, un esquema organizacional

26
algo difuso. La confluencia de dos organizaciones como el Plan CAIF e
INFAMILIA, asociada además al proceso de reorganización o reestructura del
actual INAU supusieron dificultades importantes para el funcionamiento de
muchos centros, que tenían problemas para “leer” la estructura de la que
dependían y establecer pautas claras de relacionamiento con ella.

Como ya fue señalado en otros estudios, la Secretaría Ejecutiva del Plan


aparecía con un rol central en el funcionamiento del mismo. Se le atribuía
solvencia técnica, buena capacidad de ejecución, compromiso con el proyecto y
autonomía política. En el proceso de puesta en marcha y el primer año de
funcionamiento de las MI esa imagen parece haber sido afectada. Por un lado,
porque se considera que el volumen de la tarea superó las posibilidades de
ejecución. Por otro, porque se visualiza que el proceso de reestructura
organizativa del INAU aumentó de manera que se considera injustificada el
número y tipo de controles y limitó la agilidad de la Secretaría, afectando su
eficacia y eficiencia en campos como la capacitación, las comunicaciones internas,
la supervisión y, en términos generales, el funcionamiento del “sistema de apoyo”
hacia los centros.

Adicionalmente, se generaron situaciones que implicaban responsabilidades


difusas, y que se presentaron como poco claras a los ojos de las organizaciones
civiles, que en muchos casos no sabían si debían reclamar ante el Plan CAIF o
ante INFAMILIA. Nada ayudó a mejorar esta situación el que, en algunos casos de
incumplimiento, existieran acusaciones –más o menos veladas o más o menos
explícitas- de atribución de responsabilidades entre ambos actores.

La presencia de un conjunto de exigencias planteadas desde los organismos


vinculados con las MI –INFAMILIA, Plan CAIF, INAU, INDA- también dificultó
seriamente el funcionamiento: buena parte de las mismas son consideradas poco
razonables, ya sea por considerarse burocráticas, innecesarias, inadecuadas y/o
extemporáneas. En la práctica, algunas de estas exigencias han sido “negociadas”
por algunos centros o Comités Departamentales, lo que genera una situación de
dualidad de criterios en el conjunto del Plan.

“(…) Recién ahora tenemos un poco más de idea sobre los distintos participantes de las MI
(…). Del programa de Infancia y Familia vinieron medio como a hacer una evaluación, no sé
bien porqué ya que nosotros tenemos una supervisora (…) y en esa instancia no recibimos
orientación (…)”. (Entrevista en profundidad a integrantes de CAIF-Montevideo)

“El otro problema con la coordinación con otras propuesta por ejemplo de Infamilia vinieron
para ver como era la realidad acá (…). Ella pensaba que estaba todo bien implementado, y
le tuvimos que decir que nosotros no estábamos trabajando con bebes en el momento y que
los cupos los teníamos super cubiertos. (…) La verdad es que no se coordinó desde arriba y
eso se notó”. (Entrevista en profundidad a integrantes de CAIF-Canelones)

“Nosotros tenemos la impresión (…) trasmitiendo la lectura que se hace desde muchas
organizaciones (…), y esto lo podemos decir porque participamos en el comité
departamental (…) que encontramos un colectivo muy enojado con el Plan CAIF, y

27
específicamente con las nuevas modalidades (…). Se vino abajo (…) la imagen del Plan y
de la Secretaría”. (Entrevista en profundidad a integrantes de CAIF-Canelones)

“(…) La relación con Infancia y Familia complicó las cosas (….Y esto fue así porque han ido
ha hacer supervisión paralela (…). Fue muy fuerte, porque las asociaciones y los equipos
plantean demandas acá y allá (…) y las respuestas son distintas (…) y no queda claro de
dónde partió tal o cual directiva” (Entrevista en profundidad a integrantes del Plan).

“Las asociaciones civiles no tienen claro el papel del PIAF y de la Secretaría (…), sobre todo
las que son nuevas (…). Es muy sofisticado explicar las diferencias, sus distintas funciones y
formas de financiamiento (…). Entonces, cuando tienen un problema, con todo lo que ha
pasado (…) solicitan ayuda a cualquiera de los dos” (Entrevista en profundidad a delegados
departamentales)

En este marco, importa señalar que los centros con trayectoria anterior en
el Plan también sugieren que la implantación de las MI parece haber tenido
efectos en el funcionamiento de la modalidad tradicional. Esto se refleja en las
dificultades para las comunicaciones –que pasaron a ser menos sistemáticas y
con menos plazo que el habitual-, en la presencia de un modelo de supervisión
poco efectivo –que tuvo escasa presencia y no pudo actuar orientando la
ejecución- y en el aumento de las dificultades para acceder a las personas con
poder de decisión en el Plan. Adicionalmente, se menciona que el inicio de las MI
prácticamente suspendió la capacitación para funcionarios y técnicos no
comprendidos en esa línea del Plan, lo que era para muchos un atributo
diferenciador y “prestigiante” de su trabajo.

“(…) Nosotros fuimos abandonados (…). Hace más de dos años que no tenemos
capacitación, (…). La supervisión viene con menos frecuencia (…). Además siempre
estábamos innovando con nuevas propuestas (…). Ahora quedamos estancados como
paralizados (…). Esto es una gran diferencia con la forma de trabajar de antes (…)”.
(Entrevista en profundidad a integrantes de CAIF tradicional-Canelones)

“La modalidad tradicional en parte fue dejada de lado por el Plan CAIF (…). Las
tradicionales reclaman capacitación hace tres años que no hay nada (…). Tampoco hay
seguimiento de los programas (…). Nosotros pudimos aprovechar porque tenemos las dos
modalidades (…) y pedimos mas cupos y así mandamos a gente de la tradicional (…)”.
(Entrevista en profundidad a integrantes de CAIF-Artigas).

“Sí en la práctica se descuidó el CAIF tradicional, y era algo que preveíamos que podía
pasar, no era el espíritu y eso es uno de los desafíos que teníamos en términos de perder
la calidad del CAIF tradicional. Ellos mismos nos plantearon individualmente o a través de
los Comité Departamentales que se sintieron abandonados por los supervisores, ya que
ellos han ido más sistemáticamente a mediados de este año, porque antes no se pudo, y
así no era como se venía funcionando (…). También es verdad que no hubo ningún taller
de capacitación específico para ellos”. (Entrevista en profundidad a integrantes del Plan).

Las deficiencias de funcionamiento político-institucionales también


involucraron los espacios de participación instituidos por el Plan entre la sociedad
civil y el Estado, como los Comités Departamentales. Si bien estos ámbitos tienen
una dinámica de acción variable según las características socio-políticas
departamentales, se han transformado en un aspecto diferenciador en relación no

28
sólo a las tradicionales políticas sociales sino también respecto los nuevos
programas de bienestar y, en particular, de aquellos dirigidos fundamentalmente a
poblaciones vulnerables. En este marco de ampliación del Plan pautado por un
sinnúmero de problemas estos espacios se vieron afectados y en algunos casos
debilitados por un conjunto de situaciones, entre ellas; un incremento sustantivo
en el número de asociaciones civiles; dificultades de incorporación de estos
nuevos integrantes; ruidos en la comunicación entre viejos y nuevos centros, etc.

Frente a estas modificaciones en el número de agentes y forma de trabajo,


algunos Comité Departamentales decidieron dividir los encuentros, entre los
pertenecientes a la vieja y nueva modalidad, facilitados por el escaso número de
centros con ambas propuestas. Esta línea de acción se llevó a cabo ya sea para
tratar con mayor profundidad demandas o problemas diferenciales como para
disminuir tensiones y/o propiciar una mínima dinámica de intercambio grupal.

Otros, en cambio, constataron la ausencia o intermitencia de participación


de los nuevos centros en estos espacios colectivos ampliados, siendo ello
indicativo tanto del esfuerzo que les requirió a estos agentes la puesta en práctica
de la MI como de la falta de información sobre su importancia y forma de trabajo.

“(…) Nosotros tuvimos que dividir las jornadas de los Comité Departamentales (…),
tuvimos que aumentarlas y así pudimos agrupar los del CAIF Tradicional por un lado y los
nuevos por otro (…). Era complicadísimo los encuentros (…), los nuevos tenían tanto
problemas (…) que quedaba poco tiempo para los viejos (…), ellos también querían hacer
planteos (…). Además se generaba tensiones, problemas entre ellos (…)” . (Entrevista en
profundidad a delegados departamentales).

“Acá hubo poca presencia de los nuevos (…) y eso te da la pauta que a los centros nuevos
le llevó mucho esfuerzo instrumentar la MI (…). Ellos estuvieron concentrados en tratar de
sacarla adelante (…). Hay que tener en cuenta todos los problemas que tuvimos y todavía
tenemos (…). También puede darse que muchos de los nuevos no tengan la suficiente
información sobre el Comité (…)”. (Entrevista en profundidad a delegados
departamentales).

“(…) No nos pudimos incorporar (…), tuvimos siempre problemas en el Comité


Departamental (…), sobre todo con el delegado (…). A veces hay formas de
funcionamiento muy cerradas (…)”. (Entrevista en profundidad a integrantes de centros
CAIFs)

“Nosotros ni la asociación teníamos claro que era eso del Comité Departamental (…). La
verdad es que nadie nos explicó (…), no sabemos dónde y cuando funcionan (…). Es más
a nosotros no nos llega información (…)”. (Entrevista en profundidad a integrantes de
centros CAIFs)

El reconocimiento de estas dificultades –que operaron de manera


bastante generalizada en la etapa de funcionamiento- no debe dejar de tener
en cuenta que la situación fue enfrentada y resuelta de manera bien diferente
por distintos tipos de organizaciones.

29
Las que tenían otros proyectos en marcha, o disponían de recursos
financieros y/o humanos e incluso aquellas que estaban más vinculadas por su
trayectoria anterior con el CAIF pudieron alcanzar, con mucho esfuerzo, el mínimo
necesario para poner en marcha la modalidad. En algunos casos diferentes, todo
indica que el comienzo del funcionamiento real se retardó o se inició de una
manera que está bastante lejos de poder ser considerada “completa”. Lo que de
todas maneras parece clave es que hay centros manejados por organizaciones
“fuertes” (ya sea por su trayectoria, su manejo de recursos, su grado de inserción
local) que superaron con más facilidades esos escollos, mientras que otros aún no
han podido resolver totalmente parte de esos problemas.

Sin embargo, parece importante señalar que, salvo excepciones muy


particulares, el enfoque general de la propuesta se considera pertinente, más
allá de que se estima necesario especificarla y adecuarla paulatinamente a
las realidades locales.

¿Cuáles son los motivos que están detrás de esta postura?

En la mayoría de los casos se cree que un modelo de este tipo resulta


más adecuado a las necesidades de un tipo de hogares que, por su propia
situación social, difícilmente podrían ingresar directamente a un CAIF
“tradicional”, en la medida que sería muy dificultoso para ellos poder cumplir con
los requisitos de concurrencia regular que supone esa alternativa.

Hay una fuerte valoración de la orientación de la propuesta hacia el


vínculo madre-hijo, y el trabajo con las embarazadas y con los niños en las
edades tempranas. Este aspecto, que no aparecía tan claramente en el CAIF
tradicional, aparece como una cuestión relevante. Y se considera importante que
se aborde desde una perspectiva que incluye espacios comunes madre-niño y
espacios diferenciados para ambos, lo que permite recibir un conjunto de
demandas de las mujeres que no aparecían en otras formas de funcionamiento.

Adicionalmente, se considera que esta forma de intervención supone


una apertura del centro hacia la comunidad. Aunque la misma no implica un
cumplimiento cabal de los objetivos de trabajo comunitario, igualmente supone
que el centro debe “salir” hacia la comunidad.

“Pensar que la intervención en primera infancia no se agotara en una lógica de aula


cerrada, donde los niños concurren al centro y los adultos no necesariamente están
integrados con ellos es un factor sumamente positivo (…). Nos parece muy bien la
inclusión del adulto, para potenciar y contribuir en esos primeros vínculos familiares de los
niños (…). Abre la posibilidad de trabajar con la gente en sus casas, en su barrio y en su
entorno mas cotidiano (…) una educación a cielo abierto (…)”. (Entrevista en profundidad a
integrantes de CAIF-Canelones)

“Un aspecto positivo de las nuevas modalidades es la demanda de participación de los


padres, es decir, cuando tu lo separas del hijo son felices para recibir atención ellos. La
demanda de espacio de atención para ellos es impresionante (…). También está el trabajo

30
directo de la maestra con el niño, (…). También el ir a visitar a las familias permite acercar
más a la gente al CAIF (…). Hay que reconocer que la población que atendemos es
distinta a la del CAIF tradicional. En las nuevas modalidades es una población más
vulnerable (…). Es cierto que en el CAIF tradicional no salimos a buscar y en este sí, (…)
y así empezó a venir la población mas cadenciada (…). El venir una vez por semana abrió
la posibilidad de poder acercarse un poco mas al centro y ver lo que hacemos y desterrar
ciertas creencias que había con respecto a los niños pequeños. Había gente que no se
sentía ni con la dignidad o el derecho de pedir un lugar en el CAIF (…) Otro aspecto a
destacar son las horas de reunión de equipo (…)”. (Entrevista en profundidad a integrantes
de CAIF-Canelones)

“Lo que me parece que tiene de bueno esta modalidad es la posibilidad de trabajar con las
madres, con la familia (…). Actuar sobre las pautas de crianza y con la relación familiar
pude llegar a tener impacto en estos sectores tan sumergidos. Para nosotros el vínculo, la
díada padre -hijo es una de las fortalezas de la propuesta”. (Entrevista en profundidad a
integrantes de CAIF-Artigas).

“Es muy importante de esta modalidad el trabajo con las embarazadas (…) y también la
visión que quedó instaurada de que se incorpora a los niños con su referente familiar (…).
Acá la propuesta es niño y adulto en conjunto (…). Un aspecto también muy importante es
acceder a poblaciones más cadenciadas (…) y la gente acude porque si bien se la fue a
invitar a las casas también no hay una propuesta diaria. La diaria es muy exigente para
ciertos sectores”. (Entrevista en profundidad a integrantes del Plan).

No obstante estas apreciaciones, interesa señalar que un sector minoritario


de los centros entrevistados cuestionan en parte la orientación de la propuesta,
destacando la preeminencia de un enfoque fuertemente reproductor de la figura
femenina en el hogar.

Más allá de estas cuestiones los diferentes módulos de la MI parecen haber


tenido también distintos niveles de efectivización, y las opiniones sobre ellos son
diferentes.

Los talleres son considerados en general una herramienta adecuada, pero


en la mayoría de los casos insuficiente. Una parte de la insuficiencia parece estar
determinada por las propias carencias derivadas de la forma en que tuvieron que
implementarse –con equipamiento insuficiente, infraestructura precaria, recursos
humanos escasos y problemas de coordinación de tiempo y espacio. Pero en la
mayoría de los casos se considera necesaria mayor frecuencia y/o mayor
intensidad del trabajo. Adicionalmente, se menciona que el diseño de la MI no tuvo
en cuenta la presencia de los otros hijos de la familia, que se constituyó en un
factor que dificultó el trabajo en casi todos los centros, además de aumentar el
número de recursos necesarios para la atención.

El trabajo en el hogar está menos articulado, y parece haberse limitado, en


la mayoría de los casos, a la realización de visitas en las que se busca re-vincular
a las personas con el Programa. Si bien se considera que este espacio representa
un ámbito privilegiado para el tratamiento de ciertos temas, no está claro que se
enfoque siempre de manera sistemática.

31
El trabajo comunitario es el que aparece como menos específico, y donde
parece existir menor desarrollo y nivel de concreción. Incluso, en algunas de las
experiencias visitadas, se ve dificultado porque la insuficiencia de las condiciones
locativas impide que la tarea se realice en la propia zona, lo que conspira contra el
desarrollo de una mayor trama de relaciones con los actores locales. De todas
maneras, es casi unánime la percepción respecto al potencial que puede
representar este tipo de intervención si es manejada de manera adecuada.

El componente alimentario incluido dentro de la propuesta –que fue


reformulado durante la etapa de diseño del programa- aparece como una
cuestión más problemática. Por un lado, porque la dinámica de entrega de
alimentación y partidas presupuestales para desayunos o meriendas no se
cumplió con la regularidad necesaria. Por otra parte, porque la entrega de tickets
alimentación y leche en polvo apareció como un componente de difícil manejo,
tanto por dificultades prácticas –el atraso en la partidas y su acumulación
generaba problemas de distribución, cuando no dificultades de relación con los
beneficiarios– como por lo que para muchos significaba un componente de neto
corte “asistencialista” en un programa que busca una orientación de promoción.

El modelo de intervención, entonces, presenta una evaluación


genéricamente positiva, aún cuando son marcados importantes problemas
de funcionamiento durante este primer período.

32
6. Conclusiones.

El surgimiento de las MI del Plan CAIF responde a preocupaciones


originales del propio Plan y a las necesidades planteadas por otros actores
estatales de ampliar el nivel de cobertura de atención a los niños que
pertenecen a los sectores más pobres y excluidos de la sociedad uruguaya.
Con esa perspectiva, se elabora un nuevo modelo de intervención que busca
dirigir el trabajo hacia niños y familias en situación de extrema pobreza y a las
cuales el Plan no lograba alcanzar plenamente. Desde el comienzo, las nuevas
modalidades son pensadas como un tipo de prestación complementaria a la que
ya brindaba el propio Plan, y por tanto inserta –con los cambios necesarios- dentro
de su estructura original.

Respecto al modelo tradicional, las MI supusieron cambios en varios


aspectos: en el público objetivo, que incluye a los padres, y especialmente a la
díada madre/hijo como un elemento fundamental del proceso; en la modalidad de
atención, que pasa de ser diaria a semanal; en la metodología de trabajo, que
incorpora la modalidad de talleres como elemento fundamental; en los campos
de intervención, que incluyen no sólo aspectos educativos sino también otros
referidos a la salud y el auto cuidado, pautas de crianza de los niños y
estimulación oportuna; en la apertura de nuevos espacios de trabajo, en el
hogar y en la comunidad; y en la importancia del componente alimentario, que
se reduce a un desayuno o merienda para madre e hijo los días en que concurren
a las actividades programadas.

El proceso de definición de este modelo estuvo intermediado por una


situación socio-económica particular –signada por la crisis que tuvo su centro
entre 2000 y 2003- y por el surgimiento de un Programa –INFAMILIA- que
incluyó entre sus componentes la ampliación de la cobertura del Plan CAIF vía
estas nuevas modalidades. Ambos elementos tuvieron efectos en la redefinición
de una propuesta original pre-existente, aunque resulta difícil reconstruir con
precisión cuáles fueron esos cambios.

En ese contexto, las MI se ponen en marcha a partir del inicio del año 2004
con una serie de dificultades de implementación que caracterizan el proceso de
instalación y su funcionamiento.

Los problemas de implementación fueron serios, y estuvieron


relacionados con: a) un nivel de coordinación insuficiente y/o inefectivo entre el
Plan e INFAMILIA; b) un alto nivel de incumplimiento de los compromisos
contraídos en términos de infraestructura y equipamiento para los centros; c) la
falta de regularidad en el flujo de fondos necesarios para la remuneración del
equipo técnico y el funcionamiento de los centros; d) el incumplimiento en la
entrega de los insumos correspondientes al componente alimentario, tanto para
los centros como para las familias participantes; d) la falta de criterios claros y
estables respecto a aspectos importantes como las características de inclusión de

33
los beneficiarios y su asignación a categorías, la delimitación de las zonas de
influencia y los plazos para ejecutar ciertas tareas exigidas; y e) cuestiones
específicas de la propia implementación que se consideran inadecuadas o
insuficientes, como la capacitación brindada a los equipos técnicos y las
asociaciones civiles que gestionan los centros y la falta de un sistema de
supervisión que operara como un apoyo claro en la orientación de la experiencia y
en la consulta para la toma de decisiones.

Más allá de estas cuestiones, casi la totalidad de los centros para los
que se suscribieron convenios en las dos “olas” que tuvo la implementación
–a comienzos de año y a mediados de año- iniciaron las actividades y se
mantuvieron prestando servicios hasta el fin de 2004.

Es casi unánime la opinión de los actores involucrados respecto a que las


dificultades de implementación afectaron de manera importante el
funcionamiento de los centros, y que esos efectos, si bien pudieron ser más
importantes en la etapa inicial, en parte mantienen aún su influencia. Como
resultado de esas carencias se generó un ambiente de incertidumbre
generalizado, a la vez que las organizaciones y los equipos técnicos tuvieron que
dedicar buena parte de su tiempo y recursos a suplir los incumplimientos del
Estado. El proceso se vio agravado por lo que se considera un conjunto de
exigencias burocráticas y controles excesivos, inoportunos o carentes de sentido.

A su vez, el funcionamiento mostró lo que se consideran algunas


debilidades del diseño de la propuesta, que están relacionados con: a) ciertas
inadecuaciones en la definición de la composición y roles del equipo técnico y en
la insuficiente dotación horaria; b) una poco específica definición del trabajo extra-
centro (en el hogar y, especialmente, en la comunidad); c) un esquema
institucional que resultaba poco claro en términos de responsabilidades,
especialmente entre CAIF e INFAMILIA; d) problemas en el componente
alimentario, tanto en lo que algunos consideran su concepción (que se percibe
como marcadamente asistencialista) como en su funcionamiento, que se vio
complicado por la irregularidad en la entrega de insumos.

La suma de estos factores antes mencionados hace que muchos


centros consideren que han implementado sólo parcialmente o, al menos de
manera incompleta las MI.

Este panorama, en principio poco alentador, se enfrenta sin embargo a lo


que parece una opinión menos crítica sobre la modalidad como alternativa de
intervención y su potencial.

Si bien la reconstrucción del proceso realizada por los actores involucrados


parte unánimemente de la descripción de los problemas enfrentados en la
implementación y el funcionamiento, la mayoría destaca el potencial de un
modelo de intervención como el que representan las MI y cree percibir
indicios de un impacto positivo en niños y madres.

34
Los aspectos considerados positivos están relacionados con: a) la propia
orientación de la propuesta, que toma el núcleo familiar como la unidad de
acción; b) la posibilidad de acceso a público de hogares menos
estructurados, con mayor nivel de exclusión y escasas nociones de sus
derechos; c) la posibilidad de extender el trabajo a nivel comunitario y de
intentar conexiones sistemáticas con diferentes organizaciones zonales; y d)
las posibilidades de potenciar el modelo de CAIF tradicional vía la
integración con las MI y el aumento de cobertura a nivel de niños, madres y
áreas territoriales.

Los aspectos considerados negativos están relacionados fundamentalmente


con la implementación y algunas cuestiones de funcionamiento y diseño. Allí se
identifican: a) la falta de una idea de proceso, que llevó a intentar recuperar la
sub-ejecución del programa con una aceleración de los tiempos de
implementación tuvo efectos perjudiciales; b) la insuficiente o nula
coordinación entre los agentes públicos respecto a la propuesta, y en
algunos casos lo que parece una falta de compromiso con los objetivos del
Plan; c) la escasez de los recursos técnicos previstos, que afecta la calidad
del trabajo a nivel de centro; d) la insuficiencia del sistema de apoyo
(administración, supervisión, etc.) y, e) la falta de definición o inadecuación
en varios aspectos de la propuesta, con especial énfasis en temas referidos
al equipo técnico y el trabajo extra-centro, especialmente el trabajo
comunitario.

Adicionalmente, aunque no fue un objetivo específico de este estudio,


importa señalar que toda la evidencia sugiere que el financiamiento actual
del modelo es insuficiente, aún con las características actuales. Esto se
agravaría si, como se reclama, en el futuro se aumentan las prestaciones, lo que
implicará mayor frecuencia y, por ende, mayores costos. Eso implica, también, que
es necesario tener en cuenta que cualquier comparación entre modelos que tome
como referencia los costos actuales de las MI versus los de la modalidad
“tradicional” sería incorrecta.

Desde el punto de vista de los autores, la visión sobre las Mis que permitió
construir el estudio es más matizada. La misma proviene, vale señalarlo, de una
visión parcial, que parte de las limitaciones del diseño del estudio y del hecho que
lo que se vio es, en la práctica, un Programa que solamente puede
considerarse algo “a mitad de camino”. Eso hace necesario advertir sobre lo
provisorio de las conclusiones, y afirmar con claridad que no pueden hacerse
juicios contundentes sobre los efectos e impactos de esta intervención en la
población beneficiaria, porque ello requeriría otra metodología más exigente
y, seguramente, también más tiempo transcurrido desde el momento de la
implementación del Plan. Pero estas acotaciones no impiden plantear algunos
puntos que se consideran conclusiones razonablemente plausibles de esta
“mirada” realizada sobre la experiencia de las MI.

35
6.1. El primer aspecto importante que interesa señalar es que parece
indudable que las MI lograron ampliar el espectro de público atendido
por la modalidad tradicional del Plan CAIF, llegando a un grupo
específico de la población que no se alcanzaba antes, y creando un espacio
nuevo de atención a las poblaciones más pobres. Con las limitaciones y
puntualizaciones señaladas, el acercamiento se constituye en una
experiencia interesante porque, a diferencia de otras prestaciones –como
algunas que predominan en el campo de la alimentación- se trata de un
enfoque que supera bastante la mera aproximación asistencialista.

6.2. Aún siendo esporádica, una intervención de este tipo, con una
importante orientación técnica, tiende a transformarse en un
mecanismo “continentador” de esa población y, bien enfocada, tiene
todas las características para operar como un primer muro de
contención de problemas importantes. No es una visión meramente
“tecnocrática”: el hecho que familias de sectores de pobreza extrema
tengan contacto con una psicomotricista, un psicólogo o especialistas en
educación inicial puede permitir que se identifiquen tempranamente ciertos
problemas que habitualmente no es posible detectar precozmente en niños
y familias de estos sectores sociales.

6.3. Por otra parte, parece evidente que esta metodología permite
armar espacios colectivos de relacionamiento social. Esos espacios,
aún en la versión mínima que puede llegar a representar el actual nivel de
intervención de las MI, no pueden dejar de ser considerados como un
elemento importante. Toda la evidencia disponible indica que las personas
que se encuentran en situaciones de extrema pobreza se caracterizan por
su aislamiento relativo, que lleva a una trama de relaciones sociales poco
densa y a una fragmentación de la acción social que retroalimenta su
condición de pobres.

6.4. Por esa razón, aunque está lejos de ser el único elemento necesario,
es posible considerar que un programa de este tipo puede colaborar con
un proceso de inclusión social y, en el mediano plazo, en la
apropiación de construcción de ciudadanía.

6.5. Finalmente, puede afirmarse que la orientación de la propuesta


tiene valores intrínsecos, al tomar un enfoque más abarcativo, porque
llega a edades tempranas, e incorpora a la familia y, al menos teóricamente,
a la comunidad. Y lo que es interesante es también el hecho que exista un
equipo interdisciplinario mínimo, lo que supera el enfoque más clásico de la
educación inicial.

36
7. Sugerencias.

7.1. Con este panorama, una primera visión sugeriría que lo más razonable
es mantener el modelo de las nuevas modalidades (MI) como una opción de
intervención, y en este punto puede confluir el acuerdo entre la mayoría de
los involucrados en la experiencia y el equipo evaluador. Pero igualmente
importante es tener conciencia que se necesitan cambios en el modelo en
varias de sus dimensiones propias y en el nivel de integración con el resto
del Plan. Las áreas en las que se proponen cambios tienen que ver con la
implementación (7.2., 7.3), el diseño (7.4., 7.5., 7.6. y 7.7) y la articulación (7.8.,
7.9. y 7.10.) de las MI.

7.2. Es necesario contar para 2005 con una adecuada implementación; de lo


contrario, puede desvirtuarse la naturaleza de la propuesta y poner en riesgo
su viabilidad. Buena parte de los déficits encontrados en el modelo están
relacionados con la falta de recursos comprometidos para la ejecución, y/o con la
ausencia de una mejor gestión. En este caso, el problema no parece provenir de
una falta de recursos, sino más bien de déficits de gestión que incluyen aspectos
meramente administrativos, cuestiones de coordinación y apoyo entre organismos
públicos y una autoridad con la autonomía y la capacidad de imprimir una
dirección clara al proceso y transformarse en el referente básico para las
instituciones. Si la única dimensión relevante es aumentar la cobertura y esto se
hace a costo de servicios de mala calidad o intensidad insuficiente, se corre el
riesgo de reproducir o hasta extremar la lógica de la pobreza. Uno de los grandes
logros del CAIF tradicional es haber crecido en cobertura sin desminuir la calidad
de la atención. Si las MI del Plan CAIF son percibidas por quienes tienen que
ejecutar a nivel de los centros como “un programa pobre para personas
pobres, donde primó la improvisación, la explotación de la sociedad civil y
de los integrantes de los equipos técnicos”, el futuro es poco promisorio.

Esto es importante porque es necesario proteger y fortalecer a las


sociedades civiles y sus estructuras asociativas, que son el punto distintivo
del Plan como política de atención a la infancia. Hay que tomar en cuenta que
con la implementación se afectó a las sociedades civiles y sus organizaciones,
porque se tuvieron que hacer cargo de las cosas que el Estado no cumplió. Si no
hay relaciones equitativas y no se cumplen los compromisos, ninguna relación
sana se mantiene en el tiempo. Si el Estado no cumple, luego de un tiempo no
hay sociedad civil que valga.

7.3. A su vez, debe asegurarse la existencia de un sistema de apoyo para


los centros que implementen y tengan la responsabilidad de hacer funcionar
estas modalidades. La experiencia del CAIF tradicional indica que es justamente
una relación ese tipo lo que ayudó a consolidad el propio “sistema CAIF”, y que
este es una ausencia importante en el caso de las MI. Como existe cierto grado de
desconfianza respecto al cumplimiento efectivo de las promesas por parte del
Estado, sería importante pensar en un “shock de mejora” en la

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implementación del Plan, estableciendo compromisos claros, responsables
visibles y metas de cumplimiento temporales precisas.

7.4. Es necesario estudiar y corregir el déficit de recursos humanos


considerados necesario para implicar el trabajo. Este aspecto se ve agudizado
por el hecho que buena parte de los involucrados considera que las prestaciones
deberían ser aún más frecuentes, y por tanto, requerirían aún más recursos.
También debería definirse con mayor claridad algunos aspectos específicos de la
propuesta, como el componente alimentario y su rol, y el componente social-
comunitario y sus formas de abordaje. Asimismo, eso debería ayudar a establecer
cuál es el costo real por persona atendida en la intervención a través de las
MI.

7.5. Se sugiere revisar el contenido de los talleres para que se acerquen lo


más posible a los objetivos, evaluando de manera sistemática la experiencia
del primer año y estableciendo un mayor nivel de especificación
metodológica. Eso no implica eliminar la flexibilidad de la propuesta, pero es
necesario tener en cuenta que deben existir mínimos requisitos de calidad que
estén claros para todos y puedan ser supervisados regularmente.

7.6. Parece muy importante acentuar el trabajo en toda el área de


desarrollo del niño pre-escolar. La propuesta actual conlleva una cierta
limitación de las formas más clásicas de educación inicial, y se inclina más a
identificar como objetivos prioritarios la incorporación de hábitos. Toda la
experiencia disponible indica que los hábitos no son fines sino medios, y que los
niveles de 2 y 3 años en educación inicial son de gran receptividad. En estas
edades lo que no se hace en tiempo es luego difícil de recuperar con el trabajo
posterior, y por tanto sería extremadamente importante aprovechar ese espacio
para desarrollar con mayor profundidad los contenidos de educación inicial.

7.7. Parece necesario revisar el papel de los espacios extra-centro, tanto


en sus objetivos y modalidades, especificando en qué consiste ese trabajo y
lo que implica para el CAIF. En principio, todo indica que podría re-centrarse la
propuesta en el trabajo con madres y niños, y buscar que las organizaciones
civiles –que gestionan los centros, pero se supone que son algo más amplio que
los propios centros- puedan realizar ese trabajo, aprovechando los recursos
locales y una mayor amplitud de objetivos, y coordinando con los SOCAF del
propio INFAMILIA. Esta modificación quizás comprenda interrogarse también
sobre el grado en que los centros CAIFs son las organizaciones más adecuadas
para realizar un trabajo comunitario.

7.8. La articulación debería mejorarse al menos en dos niveles: con el


resto del Plan CAIF y con otros servicios, programas y políticas sociales. En
sus inicios las MI fueron concebidas como un complemento del sistema CAIF,
pero en la práctica se generaron como dos planes paralelos. Si las MI vienen a
complementar, debieran basarse en el sistema de CAIF pre-existente. Buena
parte de los centros más antiguos consideran, a partir de la propia experiencia,

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que las MI deberían ser manejadas como un sub-programa dentro del propio Plan,
y que el modelo ideal debería incluir a las MI en la misma estructura de los centros
ya creados. Es claro que esta solución no es sencilla, y probablemente no asegura
el mismo nivel de cobertura, pero parece razonable tomar en cuenta este dato
como un reclamo de la necesidad de un sistema CAIF más integrado y
articulado.

7.9. Probablemente, esto implica tomar algunas decisiones sobre el


sistema organizativo. Tiene que haber una autoridad visible y
responsabilidades bien claras. Y todo indica que, considerando las legitimidades
actuales, lo más razonable es que esa autoridad sea ejercida por el Plan, aunque
esta es una discusión que excede los alcances de este estudio.

7.10. Parece básico que se incremente fuertemente la articulación con los


actores más relevantes a nivel nacional y local. Al aumentar su cobertura
incluyendo nuevas formas de atención y nuevos públicos, el Plan CAIF corre el
riesgo de ser percibido como una institución “totalizadora”, lo que seguramente
excede sus potestades y desdibujaría su perfil institucional. Las MI suponen la
emergencia de nuevos problemas que son diferentes a los del CAIF tradicional, y
en mucho casos suponen trascender su foco de intervención (por ejemplo, temas
alimentarios, violencia doméstica, cuestiones de vivienda, etc.). Por esa misma
razón, en el nuevo escenario político y con el planteo de planes sociales más
abarcativos, dejar de implementar una estrategia de este tipo puede llevar a
sobreponer intervenciones y hacer un uso poco eficiente de los recursos
disponibles. Si, como se señala en los objetivos de las MI, estas buscan un
enfoque integral, hay que tener en cuenta que la integralidad no es sólo la
superación de la sectorialidad, sino también implica pensar cuál es la mejor
forma de usar los recursos disponibles para ayudar en el proceso de
inserción social de los sectores más pobres de la sociedad.

7.11. Es cierto que buena parte de las cuestiones aquí planteadas implican
cambios sobre un modelo de intervención que, en la práctica, está apenas
iniciándose. Es obvio que estos cambios pueden generar problemas nuevos.
Pero también es razonable pensar que en el momento actual en que se
encuentra el país, con modificaciones en la concepción, la implementación y
la ejecución del las políticas sociales, éste es justamente un momento
adecuado para plantear esos cambios.

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