Está en la página 1de 13

BENEDETTO CROCE

La Historia como hazaña de la libertad

1942

BUENO BRACHO, Beatriz


Tendencias Historiográficas I
Curso 2022 – 2023
ÍNDICE

1. Vida del autor y obra.


2. Resumen y análisis formal de la obra en particular
3. Selección de fragmentos ilustrativos de la lectura
4. Características del autor como historiador
5. Bibliografía y webgrafía

2
1. Vida del autor y obra

Benedetto Croce nace en 1866 en la provincia de L’Aquila, perteneciente al


extinto Reino de Italia. Al haber nacido en una familia adinerada y haber heredado la
fortuna jovenmente, Croce pudo recibir una educación de alto nivel en la Universidad de
Nápoles. A pesar de no concluir sus estudios, sí adquirió formación en Derecho y
Filosofía, por la cual se interesó a través de la Scienza Nuova de Giambattista Vico.

Durante el siglo XX estuvo implicado profundamente en política, siendo senador


en 1910 y Ministro para la Instrucción Pública entre 1920 y 1921, hasta el Golpe de
Estado de Benito Mussolini. Su ideología política era liberal y antifascista, promulgando
el Manifiesto de los intelectuales antifascistas (1925) en el cual denunciaba el
autoritarismo y violencia del régimen de Mussolini. Parte de este resentimiento hacia el
nuevo gobierno fascista partió del asesinato del político socialista Giacomo Matteotti, tras
su oposición al régimen. Debido a ello, se retiró de la actividad política hasta 1943,
cuando es nombrado ministro por el Partido Liberal. En 1946 funda el Instituto Italiano
para los Estudios Históricos, para el cual destinaría los últimos años de su vida, hasta su
muerte en noviembre de 1952.

En su amplia obra destaca la cantidad que produjo, así como la diversidad de


ámbitos que abordó en éstas. Además de una autobiografía y otras diversas biografías
publicadas en su revista La Critica, Croce escribió alrededor de 70 libros, en los cuales
abordó temas sobre Filosofía, Historia, política o economía. En ellas, confluyeron
distintas corrientes filosóficas, historiográficas y económicas, así como las influencias de
pensadores como Hegel, Meinecke y Giambattista Vico (Piñón Gaytán , 2002: 11).

Debido a ello, su pensamiento histórico ha sido clasificado como historicista, en


el cual sitúa el proceso histórico como la clave para entender nuestra contemporaneidad.
Además, para este autor, la Filosofía carece de fin sin la Historia: la Historia es la única
fuente viva que produce y renueva el pensamiento histórico (Croce, 1942: 77), por tanto,
el ser es juicio histórico (Viti Cavaliere, 2002: 66) y el pathos1, el protagonista verdadero
de la Filosofía. No obstante, Croce rechaza la metafísica tanto en cuanto entiende que

1
Pathos, entendido como emoción, sentimiento, conmoción y/o sufrimiento, todo lo que el
individuo siente o experimenta (Garrido Gallardo, 2015). Para la Filosofía, es inherente a las
acciones humanas (Dasuky Quiceno et al, 2007: 150).

3
toda problemática y drama interior del ser humano proviene de la libertad como principio
y fin de su propia existencia (Piñón Gaytán, 2002: 13 – 14). Asimismo, Croce se muestra
crítico a corrientes materialistas, carentes de rigurosas puesto que el factor histórico es
irreducible a la economía (Croce, 1942: 31). Todo lo mencionado es tratado en
profundidad en dos de sus obras principales, denominadas Filosofía dello Spirito2,
Materialismo histórico y economía marxista (1900) y La Historia como hazaña de la
libertad (1942), la cual se analizará posteriormente.

La filosofía hegeliana continuaría siendo analizada en Lo vivo y lo muerto de la


filosofía de Hegel (1943), en la cual trata de salvar determinados aspectos del
pensamiento del autor prusiano, así como señala sus errores. Un ejemplo de ello sería la
teoría croceana de la dialéctica de los distintos, una teoría histórica más pacífica que la
dialéctica de los opuestos hegeliana. En ella, el filósofo e historiador italiano explicaría
el Mal como el cese de la circularidad de las formas históricas; si la Historia está
caracterizada por su regularidad circular, el elemento irracional es el Hombre (Croce,
1943: 60 – 61). Volvería a teorizar sobre este último aspecto en El fin de la civilización
(1946), aceptando finalmente la teoría hegeliana de los opuestos, por causa de su propio
contexto histórico: la crisis de los valores humanos tras el desenlace de la Segunda Guerra
Mundial. Quizás por ello mismo, Croce también haría mayor hincapié en sus últimas
obras sobre temáticas como la libertad, la vitalidad o los deberes morales (Colonnello,
2002: 31 – 33).

2. Resumen y análisis formal de la obra en particular

Sobre La Historia como hazaña de la libertad se ha leído para este trabajo las dos
primeras partes de la obra de Benedetto Croce. Ambas partes aparecen subdivididas en
pequeños capítulos, de dos o tres páginas cada uno generalmente, encabezados por un
título que aclara aquello de lo que está expresando el autor. Lo destacable de su análisis
formal es la ausencia de recursos retóricos, por el contrario, la escritura de Croce es
bastante sobria en lo literario.

2
Filosofia dello Spirito está subdividida en cuatro libros, siendo un análisis detallado de estética,
lógica, ética, economía e Historiografía: Estetica come scienza dell’ espressiones e linguistica
generale (1902), Logica come scienza del concetto puro (1909), Filosofia della practica y Teoria
e storia della storiografia (1917).
4
Su primera parte está orientada a cómo escribir y valorar libros de Historia. Su
objetivo, según sus propias palabras, es añadir nuevas observaciones sobre Teoría de la
historiografía a su libro Historia de la historiografía italiana en el siglo XIX (escrito en
1912).

El contenido de la primera parte se elabora a partir de la máxima “los libros de


Historia únicamente deberían juzgarse por su mérito histórico”. No así por criterios
literarios o poéticos, ni por el número de datos veraces que contenga; lo relevante de un
libro de Historia es su pensamiento histórico, es decir, plantear un juicio histórico y la
solución al problema. Rechazando la teoría de Leopold von Ranke sobre exponer los
hechos históricos desechando juicios preconcebidos, para Croce el compromiso filosófico
es esencial en la Historiografía, la cual a su vez, es inseparable de la Filosofía. Así, niega
de contenido histórico las memorias, biografías, crónicas, catalogándolas como
anecdótica; a pesar de ello, le otorga cierto valor al hecho de que la anecdótica contribuye
a que un gran porcentaje de individuos se interesen por la Historia.

Como se ha señalado anteriormente, Benedetto Croce tiene una visión historicista


de la realidad, esto es, que somos productos del pasado y del devenir histórico. Por ello,
este autor no concibe una Filosofía sin Historia, deben ser dos disciplinas en equilibrio.
Profundizando más en ello, Croce no entiende el sentido de la Filosofía de la Historia, la
cual adolece de vacío teórico: el pensar es filosofar, y ello significa relacionar el pasado
con la problemática presente, y así reflexionar para el futuro (Piñón Gaytán, 2002: 14).
Este razonamiento conduce al siguiente punto en la filosofía croceana, la Historia con
funcionalidad práctica: la Historia surge como necesidad de ver en los problemas
actuales testimonios históricos (Croce, 1942: 85).

En otros capítulos de la segunda parte abordaría también autores concretos y su


crítica hacia éstos, deteniéndose especialmente en Leopold von Ranke y Jacob
Burckhardt, los cuales presumían de escribir sobre Historia evitando mostrar sentimientos
u opiniones acerca de los hechos históricos. Para Croce, tal y como se ha señalado
anteriormente, evitar el juicio histórico además de imposible, no debería realizarse ni
recibir alabanzas de ello. De Friedrich Meincke rescataría su tesis historicista,
adoptándola como suya propia; además, según Benedetto Croce, la Historia no es cíclica
sino que cada hecho histórico tiene su propia individualidad: negar este hecho sería
antihistoricista. Por último, aunque menciona una gran cantidad de filósofos e

5
historiadores, destaca Hegel y su máxima de la libertad humana como fin último de la
Historia, lo cual daría título a la obra de Benedetto Croce.

3. Selección de fragmentos ilustrativos de la lectura

El hombre es un microcosmos, no en el sentido natural, sino en el sentido


histórico: un compendio de la historia universal. Los documentos, reconocidos
específicamente como tales por los investigadores, parecerán muy escasos en la
masa total de documentos en que habremos de apoyarnos continuamente, como
el lenguaje que hablamos, las costumbres que nos son familiares, la intuición y el
razonamiento que empleamos casi por instinto, las experiencias que, por decirlo
así, llevamos en nuestra carne. Sin estos otros documentos, algunos de nuestros
recuerdos históricos serían difíciles, o del todo imposibles, como se advierte en
ciertos casos de enfermedad, de los que se sale con pérdida de memoria e
identidad, como si fuese uno enteramente nuevo y extraño al mundo a que antes
pertenecía. Ha de advertirse, de pasada, que la insinuación de esta verdad —que
la historia no llega a nosotros de afuera sino que vive en nuestro interior— (Parte
1, capítulo 3, pp. 13).

La filosofía, una vez identificada con la historiografía, o sea con el


pensamiento histórico, elimina o anula el concepto de una filosofía fuera de la
historiografía o por encima de ella. Es la conciencia de ésta y, por lo tanto,
inseparable de ella como la conciencia moral es inseparable de la acción moral
y la conciencia estética de la creación artística, o (como suena en la fórmula
doctrinal) el gusto del genio (Parte 2, capítulo 7, pp. 81).

Mediante estos tres fragmentos, Benedetto Croce expone su visión historicista de


la realidad: nuestro Ser, nuestra sociedad, sus tradiciones, lenguas y modelos estatales se
determinan por nuestra Historia. Precisamente por ello, ni se entiende la Filosofía sin el
componente histórico, ni pueden ser escritos libros de Historia sin pensamiento crítico.
Las dos disciplinas deben complementarse, sin quedar una por encima de la otra. Lo que
tradicionalmente se denominaba Historia no era más que crónica o erudición; la Filosofía,
por el contrario, al relacionarse intrínsicamente con el pensamiento histórico supera el
concepto anticuado de ésta misma.

6
Una segunda objeción, o un segundo motivo de tormento para los inexpertos y los
novicios de la doctrina, es la paradoja de que se reviste a sus ojos la afirmación de que
la verdadera historia está engendrada por la necesidad de ver claro en los problemas
prácticos y morales y tiene por fuente la conciencia humana históricamente formada, y
que los testimonios de los hechos acaecidos, o sirven de puntos de apoyo (Parte 2, capítulo
9, pp. 85).

A pesar de que Croce emplea la palabra paradoja en dicho párrafo, en sucesivas


líneas del capítulo no negaría tal afirmación. Por tanto, según este autor, la Historia tiene
una función práctica, aquella que trata de poner luz a problemas presentes sobre moral o
praxis basándose en testimonios del pasado. No se debe ignorar el pasado, sino
transformarlo en conocimiento. Aún más, el pensamiento histórico es una función vital;
la pura erudición sin acción o función carece de sentido para este autor (Piñón Gaytán,
2002: 15), lo cual resume en la frase la historiografía nos libera de la Historia (Croce,
1942: 25).

Ranke repitió que el único fin de la historia es “exponer sencillamente


cómo acaeció con exactitud el hecho”, sin tomarse el trabajo de demostrar qué
es y de dónde procede esta afirmación del hecho histórico (Parte 2, capítulo 2, pp.
51).

Prosiguiendo con la manera de escribir correctamente la Historia según el método


croceano, para el autor italiano es inconcebible describir hechos históricos sin emitir
juicio alguno sobre éstos. Además, posteriormente criticaría al historiador prusiano de no
ser realmente objetivo, de lo cual presumía. A pesar de sus intentos, se vislumbran
destellos del pensamiento de Ranke en sus obras, tales como la crítica a la Iglesia católica
siendo él luterano, contradicciones en la cuestión entre Alsacia y Lorena, exaltación del
gobierno prusiano o escaso interés por la Política.

El conocimiento de “la situación actual”, como se lo llama, se refiere al curso


que la vida real ha seguido para llegar a este punto, y en cuanto así lo hace es
conocimiento histórico. Las obras históricas de todos los tiempos y de todos los
pueblos llegaron a nacer de este modo y siempre han de brotar así, de nuevos
requerimientos que surgen y de las perplejidades que implican. No llegaremos a
entender la historia de los hombres y de otros tiempos mientras no comprendamos

7
los requerimientos que aquella historia satisfizo, ni nuestros sucesores llegarán a
entender la historia de nuestro tiempo mientras no cumplan las mismas condiciones
(Parte 1, capítulo 1, pp. 12).

Así como historicista, la obra de Croce también es presentista. Esto es, la influencia
del contexto contemporáneo al historiador en su investigación sobre el pasado. Para la
historiografía de comienzos del siglo XX, este término era negativo, puesto que influía
en la objetividad del investigador, además de proyectar ideas, construcciones o debates
del presente al pasado sobre el cual se pretende investigar. No obstante, para Croce este
aspecto es positivo, además de necesario para comprender la función de la Historia en
cada una de las sociedades. Enlazando con el párrafo escogido anteriormente, el
presentismo nace como respuesta a pensadores como Ranke, los cuales creen
verdaderamente poder escribir sobre Historia sin que afecte nuestra contexto
sociocultural.

4. Características del autor como historiador

Lo definitorio de las obras de Benedetto Croce es, tal y como se ha especificado


anteriormente, su perspectiva historicista de la realidad. El situar a la Historia como el
principal causante de lo que somos le viene heredado de Hegel y Friedrich Meinecke. Su
filosofía variaría ligeramente, terminando por reconocer aspectos del historicismo de los
autores alemanes que en sus obras tempranas criticaba. Un ejemplo de ello, la Historia
aúna lo racional con lo irracional (Croce, 1960: 446); anteriormente, este autor indicaría
que el único elemento irracional de la Historia es el Hombre.

La continua reflexión y el reconocimiento de sus propios errores es otro rasgo


destacado de la obra Benedetto Croce, y que quizás debería ser ejemplo de otros filósofos
e historiadores. Observando la bibliografía citada en este trabajo, se da cuenta de la obra
de 1918 titulada Crítica a mi mismo. En otra ocasión, Croce profundizaría en el Mal
contradiciendo a Hegel en su teoría de la dialéctica de los opuestos con su “dialéctica de
los distintos”, una visión más pacifista e idealista. Sin embargo, en algunas de sus últimas
reflexiones (Croce, 1946) terminaría aceptando la filosofía hegeliana, lo cual parece
indicar la influencia de los crímenes cometidos tanto por el fascismo como por el
Holocausto en su visión de la Historia.

8
Otra característica del autor italiano es un ateísmo que se podría calificar de
“moderado”. Descartando la existencia de un Dios y su oposición a seguir los principios
de cualquier Iglesia a título individual, admite a la religión como la clave para la ética, un
instrumento de orientación para las sociedades; además, ofrece destino consolatorio del
Más Allá aunque el autor niega el alma-sustancia y la inmortalidad individual. Lo que
también acepta Croce es el Espíritu o Providencia, un ente superior cuyas obras se
inmortalizan y que transforma al individuo en dos fuerzas: la primera, una salvaje codicia
o Anticristo, y la otra, la fuerza del ideal moral y de la libertad (Troncarelli, 2014: 37).
Con ello, lo que Croce posiblemente quería manifestar es su rechazo a los símbolos y a
la separación entre el Hombre y Dios, pero no con ello el abandono de los conceptos que
se esconden tras ellos (Bonetti, 2014: 25). La corriente filósofo-religiosa a la que atañe
este pensamiento es denominado religión de la inmanencia, en contraposición al
trascendentismo:

Hay un fondo de fe humana en lo superior y que tiene solo valor, que


yo he encontrado alguna vez en las personas que más se diferencian de mí
en cuanto a conceptos y obras, y por el que me he sentido íntimamente
unido a un cura o un materialista, más que a otros que estaban de acuerdo
conmigo en las ideas y en la acción práctica. Quizá este consenso íntimo y
profundo, este fluido impalpable, es eso que usted llama, y que a mí también me
gusta llamar, cristianismo (Bonetti, 2014: 21, citando a Croce, 1942).

Prosiguiendo en la descripción de Benedetto Croce como historiador, también es


remarcable su oposición al positivismo, la cual se define como la corriente historiografía
y/o filosófica que basa sus estudios en los hechos “positivos” (o “contrastables”) sobre
las “deducciones abstractas”, elevándose sobre el idealismo (Rosental e Iudin, 1946: 244).
Giambattista Vico es uno de los primeros historiadores positivistas: en sus escritos
reducía la Historia a la (Ruspoli, 2000: 609). Leopold von Ranke pretendía en sus obras
un “positivismo histórico”, es decir, un método científico para escribir sobre Historia
basándose únicamente en hechos objetivos y contrastables por lo que se dependería
enormemente de las fuentes documentales.

La reacción de Croce no es total rechazo a estas teorías, pero sí a al dominio de


ésta. Además, proyecta el concepto de presentismo en toda obra histórica: la influencia
para un historiador de su contemporaneidad y su formación (Aurell et al, 2013: 239), lo
cual significa aceptar el carácter subjetivo y desechar la concepción negativa sobre ello.
9
La teoría croceana acepta la existencia de tantas Historias como perspectivas (Aurell et
al, 2013: 253). Para autores contrarios al pensamiento croceano, el autor italiano peca en
demasía de relativismo en algunas cuestiones, teniendo ésta como principal argumento
(Troncarelli, 2014: 33, citando a Gramsci, 1949: 246).

En otro ámbito, Croce también abordó la Historia del Arte en sus trabajos más
tempranos: Estetica come scienza dell’ espressiones e linguistica generale (1902),
Breviario de estética (1912). Lo destacable de estas obras es su interpretación dualista del
conocimiento: el conocimiento es teoría y acción. Por un lado, un conocimiento lógico o
intuitivo; por el otro, el conocimiento por el intelecto. Ello es en síntesis: el conocimiento
de imágenes (o fantasía), y el conocimiento de sus conceptos (o lo universal) (González
Rodríguez, 1994: 45). Lo llamativo de esta definición no es este dualismo, propio de otros
autores anteriores a Croce, sino su exaltación hacia esa fantasía, la cual califica como la
función fundamental del espíritu (Colomnello, 2002: 29).

Un último aspecto que Croce rescata de Hegel es su definición de la Historia como


el proceso de la consecución de la libertad. Debido a su idealismo absoluto, Croce acoge
esta máxima hegeliana y la utiliza como título para uno de sus libros ensayísticos. Sin
embargo, los pensamientos de ambos autores son desiguales en el desarrollo de dicha
teoría. Para Hegel, la libertad se identifica con el desarrollo del Estado moderno y
constitucional (Weil, 1970: 35), ensalzando así a su Reino de Prusia, el máximo
exponente de este modelo de Estado. Por tanto, la adquisición de la libertad es sinónimo
de la revolución burguesa del siglo XIX, y situar a la Historia en un eje horizontal.

Para Croce, ello significaría reducir la Historia al componente económico. La


libertad no es un sistema jurídico, político o económico, sino una conciencia moral
perpetua; una Idea, la cual impulsa a lo Vitalidad. La más cercana a ésta es la civilización
europea, pero está condenada a la no-consecución de la Libertad por su visión cíclica de
la Historia (Piñón Gaytán, 2002: 21). En sus últimos años, Croce reflexionaría sobre la
cultura europea, la cual estaba padeciendo una decadencia en los años del fascismo y
nazismo. Aunque esta visión sea algo negativista y contrastaría aparentemente con su
idealismo, el autor italiano nunca desconfió en la victoria de la libertad:

De aquello que vendrá, nosotros no sabemos nada. Pero si sabemos,


entretanto, que a la selva no queremos volver. […] El Hombre es espiritualidad,

10
y por consiguiente, creatividad, y tiene en sí una infinita potencia que le permite
afrontar, superar y transformar las situaciones (Croce, 1950: 314).

11
5. Bibliografía

Aurell, J., Balmaceda, C., Burke, P., Soza, F. (2013): Comprender el pasado. Una
historia de la escritura y el pensamiento histórico. Akal.

Bonetti, P. (2014): Croce, la religión y el Cristianismo. Zibaldone. Estudios


italianos, vol. 2, (2), pp. 19 – 32.

Colonnello, P. (2002): Croce, el individuo y la crisis de la civilización:


Individualidad y universalidad en el pensamiento croceano. Signos filosóficos, 7, (1), pp-
25 – 36.

Croce, B. (1918): Contributo alla critica di me stesso. Piccola Biblioteca Adelphi


Edizioni.

Croce, B. (1942): Dialogo su Dio. Archinto. Editado por Russo, G. (2007).

Croce, B. (1950): L’Italia dal 1914 al 1918. Pagine sulla guerra. Laterza.

Croce, B. (1946): “La fine della civiltà”. Filosofia e storiografia. Laterza.

Croce, B. (1952): Ética y Política seguidas de la contribución a la crítica de mi


mismo. Ediciones Imán.

Croce, B. (1942): La Historia como hazaña de la libertad. Fondo de Cultura


Económica.

Croce, B. (1980): Lógica como ciencia del concepto puro. Ediciones Contraste.

Croce, B. (1943): Lo vivo y lo muerto de la filosofía de Hegel. Ediciones Imán.

Croce, B. (1960): Pagina sparse. Volumen III. Laterza.

Croce, B. (2022): Soliloquio e altre pagine autobiografiche. Piccola Biblioteca


Adelphi Edizioni.

Dasuky Quiceno, S. A., Mejía Mejía, A., Rivera Botero, G., Martínez Acebedo,
D., Fernández Jaramillo, L. (2007): La dimensión del Pathos en la Filosofía y en la
Psiquiatría clásica. Informes Psicológicos, 9, pp. 149 – 182.

Garrido Gallardo, M. A. (2015): Diccionario Español de Términos Literarios


Internacionales. Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

12
González Rodríguez, A. (1994): Los alcances de la estética de Croce. Sociología:
Revista de la facultad de Sociología. Universidad Autónoma Latinoamericana.

Gramsci, A. (1949): Il materialismo storico e la filosofia di Benedetto Croce.


Einaudi.

Piñón Gaytán, F. (2002): Historia y filosofía en Benedetto Croce. Signos


filosóficos, 7, (1), pp. 11 – 23.

Rosental, M. M., Iudin, P. F. (1946): Diccionario filosófico marxista. Ediciones


Pueblos Unidos. Traducido por M. B. Dalmacio.

Ruspoli, E. (2000): La filosofía del espíritu de Benedetto Croce: arte, filosofía e


historia. Cuadernos de Filología Italiana, pp. 609 – 627.

Troncarelli, B. (2014): La categoría de vitalidad en el último Croce. Zibaldone.


Estudios italianos, 4, (2), pp. 32 – 50.

Viti Cavaliere, R. (2002): El alma al exterior: sujeto y vida interior en Benedetto


Croce. Signos filosóficos, 7, (1), pp. 55 – 71.

Weil, E. (1970): Hegel y el Estado. Editorial Nagelkop.

13

También podría gustarte