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El siguiente fragmento forma parte del análisis de Jacques Godechot sobre la personalidad de
Napoleón
“(…) más que un hombre de la Revolución, era un hombre del siglo XVIII, un discípulo de
Montesquieu y, sobre todo, de Voltaire, más que de Rousseau. Iba a ser un Déspota
Ilustrado, el más ilustrado, sin duda, de esta serie y el último de ella.
Tomado de Mazzara, Susana, otros: Hoy y Ayer, Historia del Mundo Contemporáneo, Ed. De la
Plaza, pp. 60-61
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El siguiente fragmento forma parte del análisis que realiza el historiador George Rudé al
Código Civil de 1804:
“El Código de 1804 preserva los principios legales igualitarios de 1879, pero éstos se
encuentran suavizados por una insistencia nueva y más perfilada en los derechos de
propiedad y en la autoridad del padre y marido. (...) Las cláusulas del nuevo Código Civil que
se refieren al matrimonio, la paternidad, el divorcio y la adopción están influidas por el
derecho romano. Así, se limita severamente el divorcio; es posible legar la propiedad, hasta
una cuarta parte del total, fuera de la familia; puede otorgarse el reconocimiento a los hijos
ilegítimos sólo excepcionalmente; se reestablece la autoridad paterna sobre los hijos, según
se practicaba bajo el antiguo régimen. En la cláusula referida a los “Derechos y deberes del
marido y la esposa”, hallamos joyas como esta: “Un marido debe protección a su esposa,
una esposa obediencia a su marido”, “las mujeres casadas no pueden firmar contratos” y
“Una mujer puede pedir el divorcio solo en el caso en que el marido introduzca una amante
permanente en el hogar de la familia”. Por supuesto esto es solo una parte del cuadro.
Aunque rechaza los principios liberal democráticos de 1793, el Código adoptó la totalidad
de los nuevos derechos de propiedad y los derechos de ciudadanía sancionados por los
revolucionarios de 1789: se ratifica la destrucción del feudalismo y el privilegio feudal, así
como la libertad de conciencia y ocupación, y al mismo tiempo quizá pueda afirmarse que el
más importante de todos los artículos del Código es el que insiste en la división igual de la
propiedad entre los hijos. Este tipo de cláusulas ha influido profundamente sobre el
desarrollo social no sólo de Francia sino de alrededor de 30 países de todos los continentes”.
Tomado de Rudé, George “Reformas en Francia”, en La Revolución Francesa, Ed. Vergara, Bs.
As., 2004
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“La rápida evolución del gobierno napoleónico hacia el personalismo (…) nos muestra que
pronto sus fines no coinciden con la nación ni con la República. Además los múltiples rasgos
de un gobierno autoritario (como el papel de la policía, las detenciones arbitrarias, el
silenciamiento de la oposición, la supresión de la libertad de expresión y de las libertades
públicas en general, la búsqueda de una nueva legitimidad política y dinástica) nos llevan a
contrastar la construcción política napoleónica con aquel modelo revolucionario, y a
considerarlo su opuesto. Sin embargo un análisis más exhaustivo revela el espacio
importante que la obra napoleónica reservó a la Revolución valorada sobre todo en su
expansión continental: conservó la anulación de los privilegios y de las instituciones del
Antiguo régimen, la supresión del feudalismo, el reconocimiento de la propiedad individual,
la laicización del Estado, la consagración de las Constituciones y –a través del Código Civil-
las garantías individuales. (…) Napoleón resulta el fundador del Estado liberal al brindarle el
sostén institucional.