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Delicadas capas de altocúmulos lenticulares cubren el cielo sobre la ciudad alemana de Bad Neuestadt. Con un DG-600 volando en
onda. Copyright Roland Henz
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Las dos caras de la onda: zona
turbulenta y zona laminar
El planeador vuela por encima de los 6000 m al sur de Monte Cook, sobre las estribaciones de Ben Ohau y con el lago Pukaki en el extremo inferior izquierdo
Gentileza de John Robinson (NZ) 4
Chequeo pre-vuelo en un día de onda
El chequeo del planeador en un día de onda es como el que llevamos a cabo antes
de cualquier otro vuelo. Pero la singularidad del fenómeno con el que nos vamos a
enfrentar exige que prestemos también especial atención a otros aspectos
complementarios. Veamos detalladamente todo lo que fundamentalmente conviene
supervisar con el fin de evitar riesgos innecesarios.
“Papa Yanqui” prepara su ASW 20 en el aeródromo de Santa Cilia, Huesca (España) bajo un espectacular cielo repleto de altocúmulos
lenticulares. Foto del autor 5
Aspectos a supervisar durante el chequeo pre-vuelo (I)
Todd Herzog (superior) a unos 7000 m en la onda del Mt. Mitchell, Carolina
del Norte (Estados Unidos). El planeador es un ASW-20 b. Bruno Maes en
Vågå, equipado como Todd con una máscara con micrófono incorporado. Copyright Bruno Maes 8
Zona turbulenta y zona laminar: las dos caras de la onda
§ La definición más simple de un sistema de onda identifica dos zonas de
características casi contrapuestas. En la primera, que se extiende desde el terreno
hasta aproximadamente la cima de los relieves, el aire se comporta de manera
turbulenta: es la conocida como “capa sub-ondulatoria”, “zona de rotores”, o
simplemente, “zona turbulenta”.
§ Por encima de esta capa el aire sopla, por el contrario, de forma laminar, lo que
equivale a decir que sus partículas circulan de forma regular y organizada en
trayectorias paralelas: es la “capa ondulatoria”, “zona laminar”, o más
genéricamente, “zona de onda”. Esta clasificación esquemática va a ser nuestro
hilo conductor para empezar a describir los aspectos técnicos del vuelo en onda.
regiones tan diferentes en cuanto al comportamiento del aire, exigirán también
modos distintos de pilotar en ellas.
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Copyright Escuela de Vuelo a Vela EPPLMB. http://www.planeur74.com.
Zona turbulenta y zona laminar: las dos caras de la onda
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Características de la región sub-ondulatoria
§ La intensidad de los rotores
aumenta con el viento y con la
amplitud de la onda. Con vientos
fuertes y ondas de gran intensidad
los rotores se vuelven
particularmente violentos,
afectando significativamente al
comportamiento en vuelo de la
aeronave (fuertes y repentinas
sacudidas que provocan rápidos
cambios de trayectoria).
§ En las ondas resonantes o
atrapadas, siempre se encuentran
por debajo del nivel de las
cumbres. En las de propagación
vertical, en cambio, puede que su
área de influencia llegué a situarse
más de 1000 m sobre las cimas,
empujados por el salto hidráulico En las capas altas los altocúmulos lenticulares aparecen fusionados cubriendo
que suele explicar su singular prácticamente todo el cielo. En los niveles bajos, los estratocúmulos de rotor todavía
se mantienen como bandas independientes.
origen y comportamiento. Gentileza de Pepe Gresa
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Características de la región sub-ondulatoria
El rotor del primer resalte de la onda es el más potente y, como tal, el que genera
mayores turbulencias. Suele encontrarse entre los 2 y los 8 Km de distancia del
relieve, aunque esta cifra es muy relativa. A partir de aquí, los situados en la base del
resto de resaltes van disminuyendo progresivamente de intensidad a medida que nos
alejamos de la montaña. Su estructura se vuelve también más fragmentada, y puede
variar bastante su comportamiento a lo largo del eje sobre el que rotan.
Andrew vuela con un K13 entre dos sistemas de onda el día en que consiguió su diamante de
altura. Las nubes de rotor dibujan la presencia de la turbulencia en la región sub-ondulatoria.
Copyright Andrew Bates. http://gliding.tardis.ed.ac.uk/ 12
Características de la región sub-ondulatoria
Ventus 2T LN-GRR, pilotado por Arild Wold, se mantiene perfectamente en línea con la Robin que le remolca. El planeador ha despegado del campamento de
vuelo de Vågå, Noruega. Copyright Anders Skifjeld 14
El remolque en un día de onda: principales riesgos
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El remolque en un día de onda: principales riesgos
Si la remolcadora nos conduce directamente hasta la región
laminar de la onda es fácil determinar el mejor momento para la
suelta. Basta comprobar con el bario que subimos, y ver que la
ascendencia no es puntual, sino que se sostiene en el tiempo. Al
activar la suelta hemos de seguir la trayectoria de vuelo que
mantenemos. Si giramos, como suele ser habitual en térmicas,
podemos dejar atrás la zona de onda y caer de nuevo en los
rotores
Robin remolcando un Janus sobre las montañas de Vågå, Noruega, estableciendo al planeador directamente en la zona de onda
Copyright Escuela de Vuelo a Vela EPPLMB. http://www.planeur74.com. 16
Ascendiendo con las “térmicas de rotor”
Un planeador K-13 recién instalado en la zona laminar, volando a lo largo de la región de barlovento de una nube de rotor compacta y bastante
tubular, West Lemond, Escocia (21 julio 2005). Copyright Andrew Bates. http://gliding.tardis.ed.ac.uk 18
Ascendiendo con las “térmicas de rotor”
§ Pequeñas estructuras de cumulus
fractus girando en el aire surgen de
manera esporádica a lo largo de la
zona de barlovento del rotor.
§ Poner rumbo a estas efímeras
nubes es el mejor recurso para
alcanzar la parte ascendente del
rotor, cuando no hay estructuras
nubosas más compactas que nos
puedan servir de mejor orientación.
§ Pero también, cuando los cúmulos
de rotor se desarrollan
extensamente, su región de
barlovento suele aparecer
festoneada de numerosos fractus
de tamaños diversos, que nos
señalan el inicio del flujo
ascensional.
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Ascendiendo con las “térmicas de rotor”
Una vez detectada la ascendencia en la proximidad del rotor, tenemos que pilotar
con precisión y reflejos, ya que posiblemente tengamos que realizar giros muy
cerrados para mantenernos en la zona de empuje del vórtice. Es muy difícil que
logremos subidas integrales. Lo normal es que lo que ganemos en medio giro, lo
perdamos en el medio siguiente (en ondas fuertes se puede pasar de +5 a -5 en
cuestión de segundos). Comprobar con el altímetro cada cierto tiempo, si finalmente
el saldo final resulta o no positivo, es el mejor modo de decidir la permanencia en el
área o el cambio de lugar. Gestionar las metafóricamente conocidas como “térmicas
de rotor”, puede resultar tan sencillo como en las convectivas, o una tarea dura y
extenuante. Todo depende del tipo de onda con el que nos enfrentemos.
Un DG-600 gira en la zona de barlovento de una nube de rotor sobre la región del Rhön (Alemania). Copyright Roland Henz 21
Ascendiendo con las “térmicas de rotor”
Durante el ascenso con las “térmicas de rotor”, o cuando ya hemos contactado con la
ascendencia laminar y seguimos subiendo con giros a barlovento de la nube de rotor,
es conveniente establecer alguna referencia visual sobre el terreno que nos ayude a
controlar la deriva. De este modo, será más fácil mantenernos en el núcleo principal
de ascendencia.
Un Nimbus 4 del Centro de Vuelo a Vela de Saint Auban gira sobre una nube de rotor en la Provenza francesa (23 agosto 2008).
Copyright Escuela de Vuelo a Vela EPPLMB. http://www.planeur74.com. Autor Ricardo Rocha. 22
El “agujero de Foehn”
§ Es un área dentro de la región sub-ondulatoria donde los descensos y turbulencias
son particularmente fuertes. Se ubica entre la ladera de sotavento y el inicio del
primer resalte de la onda. Debido a la gran variabilidad de distancias a las que el
primario se sitúa, resulta difícil precisar su extensión. Puede ir desde algo menos
de 1 km hasta superar los 3 o 4.
§ Lo más normal es caer en el agujero cuando volamos relativamente cerca del
relieve, a la búsqueda de “térmicas de rotor” que nos ayuden a conectar con el
primer resalte de onda.
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El “agujero de Foehn”
El viento sopla con fuerza durante el invierno sobre la cadena Old Man situada en Otago
Central, NZ. Una parte de la nieve acumulada en la cima es arrastrada por los fuertes vientos
descendentes de ladera hasta que, una vez en el área de ascendencia del rotor primario,
comienza a subir hasta alcanzar la base de los cúmulos de rotor. La presencia de la nieve nos
permite de este modo visualizar claramente la forma y extensión del agujero de Foehn (también
conocido a veces entre los pilotos ingleses como “wave slot” )
Gentileza de John Robinson (NZ) 24
Atrapados en el “agujero de Foehn”
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Volando en la “zona laminar”: localización en intensidad variable de
las zonas de ascendencia a barlovento de las crestas
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Cúmulos de rotor
Volando en la “zona laminar”
perfectamente alineados
bajo una extensa lenticular
de paredes verticales (sin
duda la onda es bastante
potente). El borde de
barlovento de las nubes de
rotor aparece casi siempre
festoneado de cumulus
fractus que se ubican algo
por delante de la región de
barlovento de la nube
principal. Muestran la
condensación temprana
del aire húmedo, elevado
por las circulaciones del
vórtice. En esa zona
comienza ya a
manifestarse la
ascendencia laminar,
aunque todavía su
intensidad es débil.
El planeador Jantar Estándar 2 sobrevuela los Andes argentinos después de haber despegado del
aeródromo de Chos Malal . Copyright Rick Andrew 28
Volando en la “zona laminar”
§ Una vez instalados en la zona ondulatoria lo
primero que haremos será comprobar la tasa
de ascenso y nuestra posición sobre el terreno.
A continuación, verificar la velocidad del viento
en altura, que sin duda, será más fuerte que
sobre el aeródromo. No olvidemos, que
podemos enfrentarnos fácilmente a flujos que
lleguen o superen los 100 km/h, y que para
conseguir avanzar en su contra posiblemente
tengamos que volar en ocasiones con
velocidades muy cercanas a la VNE (velocidad
a no exceder).
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Ascendiendo con las “térmicas de rotor”
La extensión y verticalidad de
las paredes del rotor ayudan a
determinar la intensidad de la
onda. Cuando la nubosidad es
abundante y compacta, y crece
como un muro vertical, como es
el caso, casi seguro que
estamos ante una potente onda.
En su desarrollo la nube ha
contactado con los altocúmulos
lenticulares que nacen en las
crestas fusionándose
completamente con éstos (se
distinguen por el escalón a
modo de visera, que surge
sobre el límite superior del
rotor).
Volando en la onda más potente de toda la temporada en Omarama (Nueva Zelanda). El viento en el suelo llegaba a los 50 km/h; en el
nivel de los 5500 m, sobrepasaba los 100 Km./h.
Copyright Chris Rudge (Southern Soaring) 30
Volando en la “zona laminar”
§ Tener una idea clara de las
características de la montaña que
dispara la onda, también nos ayudará a
estimar el potencial ascenso que vamos
a encontrar durante el vuelo.
§ Analizar la distancia a la que nos
encontramos del obstáculo, el ángulo
relativo del viento sobre el relieve, la
forma de las laderas de sotavento, y la
longitud total de la estribación, son
factores de gran ayuda. No olvidemos, el
relevante papel que la orografía juega en
la configuración final de las ondas.
§ Si el día es totalmente azul, la
información que captemos del relieve,
además de las indicaciones del vario,
serán las únicas pistas con las que
contemos para buscar la mejor
ascendencia y planificar el rumbo.
Recordemos que las pendientes muy
altas e inclinadas que acaban en zona Dupo Discus sobre los Alpes de Nueva Zelanda.
llana, y sobre las que el viento incide Copyright Chris Ridge (Southern Soaring). http://www.soaring.co.nz/
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Cuando volamos en onda azul (ausencia de nubes) el mejor modo de definir la ruta
es buscar una referencia a unos 5-7 km situada a la misma distancia del relieve que
el punto de máximo ascenso en el que nos encontramos. Volar a través de esa línea
imaginaria nos ayudará a controlar la deriva, y evitar de este modo perder la
ascendencia. O lo que puede ser peor, que acabemos en la zona de rotores.
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Volando en la “zona laminar”
Una vez establecidos en la zona de ascendencia óptima, el mejor modo de aprovecharla es
ejecutando “8s” a lo largo de la región de barlovento del rotor. Unas veces la mejor área para
subir se encontrará a algunas decenas de metros del borde de la formación. Otras, tendremos
que volar prácticamente pegados a las barbas de la nube para conseguir ascender. Hemos de
controlar en todo tiempo la deriva del viento, para evitar que nos empuje dentro de la nube.
Imagen captada desde un PIK-20 volando en la onda a unos 4000 m al oeste de Old Man, en Otago Central (Nueva Zelanda,.
Copyright John Robinson (NZ). Figura del autor
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Volando en la “zona laminar”: contrarrestando la deriva del viento
para no perder la zona de ascendencia
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Volando en la “zona laminar”
John Klunder maniobra con su ASW-15b buscando la mejor zona de ascenso a
barlovento de una lenticular. Se encuentra a unos 4000 en un clásico sistema de onda
que se forma alineado con los valles de Dee y Don (Escocia). Las ascendencias
medias en este día de onda eran de unos 3 m/s, lo que le permitió alcanzar más de
6000 m de altitud este día. Se aprecia la típica estructura de sándwich de dos
lenticulares separadas por un área libre de nube, producida por una capa de aire seco
situada a ese nivel en la atmósfera.
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Copyright John Klunder.
Volando en la “zona laminar”
El planeador se encuentra en una verdadera “autopista lenticular”, y parece incluso que de más
de un carril. En situaciones como esta vasta seguir la bien definida línea de la nube para
ascender de manera constante y progresiva, hasta conectar con otras lenticulares que se
encuentren a mayor altura. El vuelo tiene lugar en Vaga, Noruega
El planeador vuela por encima de los 6000 m al sur de Monte Cook, sobre las estribaciones de Ben Ohau y con el lago Pukaki en el extremo inferior izquierdo
ASH-25 Mide
Gentileza enJohn
ondaRobinson
en Nueva Zelanda. Copyright Oliver Winkler, Canterbury Gliding Club, NZ
(NZ) 41
Vuelo de distancia en onda: diferencia con vuelo cross en térmica
§ Vientos moderados o fuertes son necesarios para generar buenas ondas. En condiciones de
convección, cuanto menos viento mejor. Su presencia puede fragmentar las térmicas y
complicarnos los ascensos (pocos resultan integrales)
§ Las crestas de las ondas se mantienen cuasi-estacionarias sobe el relieve, mientras que las
térmicas se desplazan con el viento. La deriva en térmica es necesaria; en una ascendencia
centrada en onda puede que nos aparte del núcleo. O todavía peor, que nos derive hacia la
región de rotores.
§ Las mejores horas del día para la evolución de las térmicas (horas centrales del día), suelen
ser las peores para el establecimiento de buenas ondas. Las térmicas debilitan, cambian, o
simplemente impiden establecerse, al sistema ondulatorio.
§ Las térmicas son bastante homogéneas en su intensidad y evolución. Al ejecutar una
transición, en cierto modo podemos prever los metros por segundo de ascenso y altura que
lograremos en los distintos escenarios de vuelo. Anticipar lo mismo en condiciones de onda
resulta bastante más complicado
Nimbus 2 b, pilotado por Tore, volando en onda sobre las montañas centrales de Noruega. Copyright Anders Hamre 42
Tom Serkowski sobrevuela las Rocosas en el estado de Colorado
Vuelo de distancia en onda una altitud de unos 5500 m, con su ASH-26E
Figura del 46
autor
Las transiciones entre distintos sistemas de onda: dos
opciones El salto de un sistema de onda a
otro puede ejecutarse, o bien hacia
una barra de onda por delante de
nuestra posición o, al contrario,
decidir volar hasta la que nos queda
detrás. Y no es lo mismo. Por lo
general, transitar viento a favor es
algo menos complejo que hacerlo
viento en contra. Y la razón es el
importante papel que la velocidad de
los flujos en altura juega en estas
decisiones. Cuando son débiles, los
saltos entre resaltes no suelen
plantear problemas especiales. Pero
si son muy fuertes, la altura de
partida en una transición,
enfrentados al viento, ha de ser
siempre mucho mayor que la que
intuimos a partir de nuestra
experiencia con vientos más flojos.
Pirat por encima de las barras de estratocúmulos de rotor de un sistema de onda en Escocia.
Copyright: Andrew Bates. http://gliding.tardis.ed.ac.uk 47
Las transiciones entre distintos sistemas de onda:
mejor las transiciones viento en cola
à Enfrentados al viento
avanzaremos mucho más
despacio y, en consecuencia,
la tasa de descenso se
multiplicará exponencialmente
(en pocos metros de avance
perderemos muchos cientos de
altura).
à La distancia entre los
resaltes (longitud de onda)
aumenta con el viento.
Nuestro punto de destino se
encontrará, por lo tanto, más
lejos. En las transiciones a
favor del viento, en cambio, la
velocidad complementaria que
nos aporta el viento en cola
nos ayuda a cruzar con más
rapidez la zona de descenso:
las pérdidas de altura son, por
Duo Discus sobrevolando las barras de lenticulares de un sistema de onda en NZ.
lo tanto, menores. Copyright Chris Ridge (Southern Soaring). http://www.soaring.co.nz/ 48
Reglas para minimizar la perdida de
altura en las transiciones
1. Hacerlo por el camino más corto: cuanto menos
tiempo volemos a lo largo de la descendencia,
menos metros perderemos. Se consigue encarando
los trayectos entre los distintos resaltes
perpendiculares a las líneas de nubes o barra de
onda (crestas). Es decir, volando paralelos al viento.
Como pilotamos con un cierto ángulo relativo al
viento para contrarrestar la deriva, la línea de los
planos no es un buen indicador. Siempre quedarán
los 90º que hemos de establecer algo por detrás de
esa línea si giramos viento en cola; o algo por
delante, si lo hacemos enfrentados al viento. Lo
mejor es guiarse por el ordenador de a bordo o, con
el relieve a la vista, virar directamente hacia él.
2. Escoger la zona del sistema ondulatorio donde la
descendencia sea menor. Una pista que nos ayuda
en la elección es tratar de localizar áreas donde las
lenticulares o rotores son más finos; o las nubes en
general se encuentran menos organizadas. Es muy
probable, que en tales zonas no solo se suba peor,
sino que también, y ventajosamente en este caso, se
descienda menos. Un ASK-21 vuela cómodamente instalado en la
ascendencia laminar sobre las montañas de Escocia
Copyright Martin Ling. http://gliding.tardis.ed.ac.uk
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Las transiciones entre distintos sistemas de onda: dos
opciones
En las transiciones entre distintos resaltes o sistemas de onda hay que volar siempre
perpendiculares a la barra de onda. O, lo que es lo mismo, paralelos al viento. El trayecto
hasta el objetivo será menor, y menos tiempo transitaremos a lo largo de la zona de
descendencia.
Grob 103 de Carterbury Gliding Club, Nueva Zelanda (http://www.glidingcanterbury.org.nz/), en aproximación durante el campamento de vuelo en Flock Hill
Copyright Oliver Winkler 53
Aterrizaje con fuertes vientos en onda: comprobar dirección
La presencia de rotores puede hacer que el viento sobre el terreno cambie
constantemente de dirección, e incluso que llegue a soplar en dirección contraria al
viento en altura. Hay que tener muy en cuenta este comportamiento de los flujos los
días de onda: verificar la dirección del viento justo sobre la pista de aterrizaje, se
convierte en una precaución fundamental.
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Cuidado con las nubes: hielo en la estructura
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El oxigeno no funciona….
§ Ningún vuelo en onda debería llevarse a
cabo sin contar con un equipo de oxígeno.
Pero a pesar de haber revisado
rigurosamente todos los elementos de la
instalación, el equipo puede fallar. Lo
primero que debemos hacer si detectamos
(o pensamos) que el sistema de oxígeno no
funciona correctamente, es descender
rápidamente, hasta alcanzar una altitud de
seguridad por debajo de los 3.000 m
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Volando sinde
Origen y constitución motor en la
las Nubes estratosfera: el
proyecto Perlan
La evidencia de ondas atmosféricas que llegan hasta la
estratosfera, ha planteado a algunos pilotos e investigadores la
posibilidad de explotar su empuje para lograr altitudes record en
planeador. El proyecto Perlan, fue concebido para lograr ese
objetivo: lograr alcanzar los 30 km de altitud.
Steve Fosset y Einar Enevoldson, después de uno de los vuelos experimentales en Omarama (NZ) del proyecto Perlan.
http://www.perlanproject.com/Perlan/High-Res-images/SF_EE-on-ground6.jpg. 61
Volando sin motor en la estratosfera: el proyecto Perlan
§ Un fenómeno que confirma la existencia de ondas de montaña más allá de la
troposfera es la aparición en las latitudes altas del planeta de las denominadas
“Nubes Estratosféricas Polares” (NEPs)
§ Son formaciones de escaso grosor y aspecto alongado, muy parecidas a los cirros
y altocúmulos lenticulares. Sin embargo, difieren de éstos por su intensa irisación
(nubes “madreperla”). Pero su rasgo principal es la altitud a la que aparecen: entre
los 20 y 30 Km.
§ Descubrir que en plena estratosfera era posible encontrar nubes que tan solo
podían formarse a tales niveles gracias al empuje de ondas atmosféricas, fue en
cierto modo la visión que catalizó el nacimiento del Proyecto Perlan
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Las dos yfases
Origen del Proyecto
constitución Perlan
de las Nubes
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El proyecto Perlan entra en la fase 2