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Resumen de Gastro 2do. Parcial
Resumen de Gastro 2do. Parcial
CAMPECHE
FACULTAD DE MEDICINA
CLÍNICA PROPEDÉUTICA II
DR. GARCIA CORRALES VICTOR MANUEL
ALUMNO: CANUL PAAT ALEJANDRO IVAN
Entre un 10 y 25% de los pacientes carecen del característico dolor en la fosa ilíaca derecha,
debido a la variedad de posiciones del apéndice cecal. Por la variedad de presentaciones y
diagnósticos diferenciales probables, existe la posibilidad de que pacientes sean operados con
diagnóstico presuntivo de apendicitis aguda y que finalmente no sea esta la causa del cuadro.
TRATAMIENTO
El tratamiento de los pacientes con apendicitis es quirúrgico grafía convencional resulta
ser el estándar de oro hasta últimas fechas.
Desde 1983, exploró la posibilidad de realizar este procedimiento por vía laparoscópica;
sin embargo, en sus inicios tuvo poca aceptación dado que los resultados de la cirugía
convencional son muy favorables, con una morbilidad baja y una estancia hospitalaria
corta.
La tensión inicial debe encaminarse a la estabilidad del paciente.
El sujeto con datos clínicos característicos de principios debe iniciar la reposición de
líquidos, corrección de alteraciones electrolíticas y emplearse antibiótico si se sospecha de
perforación o formación de absceso.
el cuidado de la reposición hídrica debe de realizar mediante la solución Ringer con lactato
y vigilancia del gasto urinario.
Alcanzar una diuresis de 1 a 2 mL/Kg/h, se puede asegurar un volumen circulante
adecuado. Después de la corrección inicial de líquidos, debe mantenerse al paciente con
soluciones parenterales con el fin de disminuir la deshidratación celular ya a la pérdida
hacia el tercer espacio.
La apendicitis aguda es la primera causa de abdomen agudo de resolución quirúrgica. La
mayoría de los estudios concuerdan en que el grupo de edad más afectado oscila entre los
10 y 19 años. Dentro de éste, los hombres resultan ser el género más afectado, con una
frecuencia de 8,6 %, en comparación con un 6,7% en mujeres.
Por otro lado, se han pesquisado diferencias raciales y estacionales. Las tasas de
apendicitis son 1,5 veces más altas en población blanca en comparación al resto. Se ha
reportado que la apendicitis aguda suele presentarse un 11,3% más frecuentemente en
verano.
Puntos Importantes a recordar.
• La apendicitis es la causa más común de abdomen agudo quirúrgico.
• El diagnóstico es clínico y puede ser apoyado con métodos imagenológicos.
• Los métodos de imágenes en la evaluación preoperatoria han sido mencionados como
un factor que disminuye los porcentajes de apendicectomías en blanco.
• El tratamiento quirúrgico es el de elección, ya sea por una apendicectomía abierta o
bajo técnica laparoscópica.
• El acceso laparoscópico puede ser de utilidad en diagnósticos poco claros, ya que puede
evaluar de mejor forma los 4 cuadrantes del abdomen.
2.- ENFERMEDAD DIVERTICULAR DEL COLON
Los divertículos son protrusiones saculares (herniaciones) de la mucosa y submucosa a
través de la capa muscular del colon. Estas saculaciones miden habitualmente entre 5-10
mm, aunque en ocasiones pueden alcanzar los 20 mm. La mayoría de los divertículos son
falsos o de pulsión y están constituidos por mucosa y muscularis mucosae. El modo de
expresión clínica de la enfermedad oscila desde la ausencia completa de síntomas, hasta
el desarrollo de complicaciones diversas que incluyen la diverticulitis, la hemorragia
digestiva baja y la perforación. La divertIculosis es la enfermedad cólica más frecuente en
Occidente y llega a afectar al 10% de la población. Las personas mayores son más
vulnerables. De hecho, el 50% de la población de más de 50 años presenta divertículos,
siendo más frecuente en el sexo femenino. En menos del 5% se presenta antes de los 40
años, en cuyo caso es más frecuente en varones obesos (tabla 1). A diferencia del mundo
occidental donde los divertículos afectan predominantemente al colon izquierdo (menor
del 15% presentan divertículos en el colon derecho), en Oriente, donde la enfermedad es
menos frecuente, la localización predominante (70%) es el hemicolon derecho.
ETIOPATOGENIA
Los divertículos se forman en los puntos débiles de la musculatura circular del colon, en el
lugar de inserción de los vasa recta intramurales. No se conoce bien el mecanismo
responsable de este trastorno, pero en su patogenia intervienen probablemente
alteraciones anatómicas intrínsecas del colon y trastornos de la función motora.
CUADRO CLÍNICO
Aproximadamente el 75-80% de los pacientes con divertículos en el colon permanecen
asintomáticos. Un porcentaje indeterminado de pacientes con diverticulosis no
complicada presentan síntomas inespecíficos como dolor abdominal de localización
predominante en el hipogastrio y en hemiabdomen izquierdo, flatulencia o cambios del
hábito intestinal, preferentemente estreñimiento. El dolor suele exacerbarse con las
comidas y mejorar tras la defecación.
La exploración del abdomen es normal y las determinaciones analíticas elementales no
reflejan signos de alarma. Por esta razón, a menudo es difícil atribuir los síntomas de estos
enfermos a la presencia de divertículos. Algunos autores consideran, de hecho, que ambas
enfermedades pueden estar relacionadas.
DIAGNÓSTICO
Durante muchos años el enema opaco fue la técnica de imagen más utilizada para el
diagnóstico de la diverticulosis colónica. Este procedimiento proporciona información
sobre el número de divertículos y su localización. Muchos pacientes son diagnosticados
casualmente en el curso de un estudio radiológico para el diagnóstico de síntomas
abdominales no relacionados con la diverticulosis. Sin embargo, el enema opaco es una
prueba poco precisa y con una alta tasa de falsos negativos y positivos para el diagnóstico
de pólipos o neoplasia cólica, tumores cuya incidencia aumenta también a partir de la
quinta década de la vida. Por ello, actualmente se recomienda la realización de una
colonoscopia a todos los pacientes con diverticulosis sintomática, con la intención de
descartar la presencia de una neoplasia.
TRATAMIENTO
Algunos estudios longitudinales sugieren que una dieta rica en frutas y vegetales reduce
de forma significativa el riesgo de complicaciones en los pacientes con enfermedad
diverticular. No obstante, los niveles de evidencia son escasos y el grado de
recomendación no puede basarse en estudios controlados y aleatorizados. En cualquier
caso, existe un fundamento fisiopatológico para ofrecer este consejo a los pacientes, dado
que la dieta rica en fibra induce un aumento del volumen fecal, disminuye la presión en la
luz del colon y acelera el tránsito intestinal, lo que podría prevenir el engrosamiento de la
capa muscular y la segmentación del colon (para lograr este efecto se aconseja consumir
un mínimo de 32 g al día de fibra).
Así, se debe mencionar el estudio de Aldoori y colaboradores, donde la hipótesis del
papel fisiopatológico de la fibra se vio notablemente reforzada tras incluir a 47.888 sujetos
masculinos sanos y controlados durante un período de 4 años. La incidencia general de
enfermedad diverticular fue del 0,75% y las dietas ricas en fibra tuvieron un efecto
protector para el desarrollo de la enfermedad.
El diagnóstico incidental de una diverticulosis no requiere tratamiento farmacológico ni
seguimiento clínico alguno. La administración de antiespasmódicos o anticolinérgicos
puede ser útil en el alivio de los síntomas superponibles a los de un SII. Sin embargo, no
existen estudios controlados que avalen su utilización en diverticulosis asintomática.
Por otra parte, se ha propuesto el empleo de rifaximina (antibiótico no absorbible) en la
diverticulosis sintomática no complicada. Su utilización se justificaría porque algunos de
los síntomas (dolor, distensión abdominal) pueden deberse a la presencia de gas
intraluminal producido por la fermentación bacteriana. Existe evidencia proveniente de
dos estudios abiertos que sugieren una mejoría sintomática con rifaximina administrada
de forma intermitente durante 1 año (400 mg/12 h 7 días cada mes).
DIVERTICULOSIS COMPLICADA
DIVERTICULITIS
Estas pruebas se solicitan para descartar una enfermedad orgánica, en los pacientes que
presentan indicios o sospechas de las mismas. Este acercamiento o abordaje para el
diagnóstico, es lo que se ha denominado un acercamiento positivo. Cuando se identifica
cualquier manifestación de alarma o bandera roja, serán necesarios exámenes. Con este
acercamiento positivo, el diagnóstico de SII es relativamente estable y solamente del 2 al
5% de pacientes se les encontrará una enfermedad orgánica durante el seguimiento. En
los pacientes que cumplan los criterios diagnósticos de Roma II para SII, (los criterios de
ROMA III están en progreso), la probabilidad pretest para identificar enfermedad
inflamatoria intestinal o cáncer de colon es menor del 1%, pero la probabilidad para
enfermedad celíaca (EC), es 7 a 10 veces la de la población general sin SII y en un reciente
estudio, esta entidad se diagnosticó en 4,8% de los pacientes con base en anticuerpos e
histología confirmatoria y en este sentido, la Asociación Americana de Gastroenterología
(AGA), recomienda pruebas serológicas para EC con anticuerpos Ig A antitransglutaminasa
tisular o antiendomisio en los pacientes con SII, no solamente en los que presentan
diarrea severa.
La decisión de descartar enfermedad celíaca, debe tener en cuenta la prevalencia de esta
enfermedad en el medio donde viva el paciente. En un reciente estudio de costo-eficacia,
se encontró que cuando la prevalencia de EC es del 1%, las pruebas serológicas tienen un
costo aceptable y cuando es mayor del 8% es la mejor estrategia. Es muy lamentable que
todavía se lean en los informes radiológicos diagnósticos como: colon espástico o colon
irritable, desconociendo lo más elemental para el diagnóstico, que son los síntomas.
4.- NEOPLASIAS DEL INTESTINO GRUESO
INTRODUCCIÓN
Los síntomas más frecuentes se relacionan con hemorragia del tubo digestivo bajo y se
acompañan de cambios en el hábito intestinal u obstrucción. El diagnóstico se realiza con
biopsia a través de colonoscopia. El tratamiento es quirúrgico con base en una resección
con márgenes libres y, en la mayoría de los casos, anastomosis primaria. En eventos de
compromiso de ganglios, se recomienda quimioterapia adyuvante para cáncer de colon y
quimiorradioterapia para cáncer de recto. La resección de las metástasis a distancia se
justifica si es posible llevar a cabo la extirpación de toda la neoplasia. En lo que respecta al
pronóstico, depende de manera básica de la etapa clínica. La curación es cercana a 90% en
las etapas iniciales, mientras que en casos con participación de ganglios la sobrevida a
cinco años es de alrededor de 60%.
El carcinoma colorrectal (CC) es la primera neoplasia maligna más común del tracto
gastrointestinal en México. En Estados Unidos, ocupa el cuarto lugar en cuanto a
frecuencia de neoplasias malignas y es la segunda causa de mortalidad por cáncer.
La génesis del carcinoma colorrectal es un proceso de varias etapas, pero la causa de esta
progresión aún no se dilucida muy bien. En diversos estudios epidemiológicos se encontró
que algunos agentes exógenos, como el tabaco o las carnes rojas, pueden incrementar el
riesgo, mientras que otros agentes, como los vegetales, los antiinflamatorios no
esteroideos (AINE) y la terapia de restitución hormonal pueden reducir dicho
riesgo.3 Muto y colaboradores4 describieron la progresión del carcinoma colorrectal del
adenoma al carcinoma; dicha secuencia se considera como el principal mecanismo de
carcinogénesis colorrectal.
TUMORES MALIGNOS
Aproximadamente dos tercios de los tumores del intestino delgado son malignos por lo
que representan el 1,1-2,4% de los tumores malignos gastrointestinales. Los tumores
malignos más frecuentes del intestino delgado son el adenocarcinoma, el linfoma, el
sarcoma y el tumor carcinoide. De forma excepcional pueden encontrarse tumores
metastásicos, en especial secundarios a melanoma, cáncer de mama o hipernefroma.
Adenocarcinoma Es el tumor maligno más común del intestino delgado y suele originarse
en un adenoma. Más del 90% de ellos se localizan en el duodeno distal y en la parte
proximal del yeyuno. Su frecuencia es mayor en varones y en la sexta década de la vida. La
incidencia del adenocarcinoma intestinal aumenta en pacientes afectos de diversas
enfermedades intestinales.
Ello incluye a los síndromes de cáncer hereditario como el síndrome de Lynch que se
considera responsable de un 5-10% de los adenocarcinomas de intestino delgado, la
poliposis adenomatosa familiar que se suele asociar a múltiples pólipos duodenales de
predominio en la zona ampular y el síndrome de Peutz-Jeghers donde la incidencia de
adenocarcinoma del intestino delgado es también más elevada que en la población
general. Por otro lado, este tipo de tumor incide con mayor frecuencia en áreas del
intestino afectadas por un estado de inflamación crónica. Es el caso de la ileítis terminal
(enfermedad de Crohn), que presenta un riesgo incrementado de desarrollo de
adenocarcinoma, especialmente en los segmentos crónicamente afectados por la
inflamación y en aquellos donde se ha llevado a cabo una derivación de una zona
inflamatoria estenótica. Este riesgo guarda una correlación clara con la extensión y
duración de la enfermedad.
LINFOMA INTESTINAL
El linfoma primario del intestino delgado tiene su origen en el tejido linfoide de la mucosa
y submucosa y, en su mayoría, corresponde a un linfoma de células B grandes. Para
considerarlo primario debe cumplir los siguientes requisitos: a) ausencia de ganglios
palpables; b) ausencia de linfoadenopatías mediastínicas en la radiografía de tórax; c)
extensión de sangre periférica normal; d) afección exclusiva de intestino y ganglios
linfáticos regionales en la laparotomía; e) hígado y bazo no afectos, a excepción del
compromiso por contigüidad. Factores de riesgo para su desarrollo incluyen la infección
por Helicobacter pylori, la enfermedad celiaca, la enfermedad inflamatoria intestinal (su
incidencia es 2-3 veces superior a la observada en población general y 5 veces superior si
el paciente toma fármacos inmunomoduladores) y los estados de inmunosupresión
asociados a la infección por VIH o al trasplante de órganos sólidos.
SIGNOS Y SÍNTOMAS
A menudo, las hemorroides son asintomáticas o, simplemente, pueden protruir. Las
hemorroides no suelen causar prurito anal, a menos que presenten prolapso significativo.
Las hemorroides externas pueden trombosarse, lo que provoca una hinchazón púrpura,
dolorosa. Rara vez, se ulceran y causan hemorragias menores. La higiene de la región anal
puede resultar difícil.
Por lo general, las hemorroides internas se manifiestan por hemorragia después de la
defecación; se observa sangre en el papel higiénico y, a veces, en la taza del inodoro.
Pueden ser molestas, pero no son tan dolorosas como las hemorroides externas. A veces,
causan secreción mucosa y sensación de evacuación incompleta.
Las hemorroides estranguladas se producen cuando la protrusión y la constricción ocluyen
la irrigación sanguínea. Causan dolor que, en ocasiones, es seguido de necrosis y
ulceración.
DIAGNÓSTICO
Anoscopia
En ocasiones, sigmoidoscopia o colonoscopia
La mayoría de las hemorroides dolorosas, trombosadas, ulceradas o no, se observan en la
inspección del ano y el recto. La anoscopia es esencial para evaluar hemorroides indoloras
o sangrantes. La rectorragia debe atribuirse a hemorroides solo después de descartar
enfermedades más graves (es decir, mediante sigmoidoscopia o colonoscopia).
Las hemorroides internas se pueden clasificar por grado de acuerdo con ciertas
características, que puede ayudar a orientar el tratamiento.
TRATAMIENTO
Sintomático: reblandecedores fecales, baños de asiento, analgésicos
En ocasiones, resección de hemorroides externas trombosadas
Escleroterapia por inyección, ligadura con banda elástica o fotocoagulación infrarroja para
las hemorroides internas.
TRATAMIENTO SINTOMÁTICO
Por lo general, el tratamiento sintomático de las hemorroides es todo lo requerido. Se
realiza con emolientes fecales (p. ej., docusato, psyllium), baños de asiento tibios (es decir,
sentarse en un recipiente con agua tolerablemente caliente durante 10 minutos) después
de cada deposición y según sea necesario, ungüentos anestésicos con lidocaína o
compresas de hamamelis virginiana (que alivian por un mecanismo desconocido). El dolor
causado por una hemorroide externa trombosada se puede tratar con AINE.
En casos infrecuentes, se practica la escisión simple de la hemorroide externa, lo que
puede aliviar con rapidez el dolor; tras la infiltración con lidocaína al 1%, se extirpa la
porción trombosada de la hemorroide y se cierra el defecto con sutura reabsorbible.
Alanina-aminotransferasa (ALT)
Albúmina
Fosfatasa alcalina
Alfa-fetoproteína
Aspartato-aminotransferasa (ASAT)
Bilirrubina
Gamma-glutamil-transferasa (GGT)
Lactato-deshidrogenasa
5'-nucleotidasa
Las concentraciones de algunas de estas sustancias miden la funcionalidad normal del
hígado relacionada con la producción de proteínas y secreción de bilis. La concentración
de otras sustancias detecta la presencia y el grado de la inflamación del hígado.
Una de las pruebas funcionales hepáticas es el tiempo de protrombina (TP), que se utiliza
para calcular el índice internacional normalizado (INR). Tanto el TP como el INR miden el
tiempo necesario para la coagulación de la sangre (el hígado sintetiza ciertas proteínas
necesarias para la coagulación de la sangre, denominadas factores de coagulación
sanguínea). Un resultado anormal del TP o del INR puede indicar un trastorno hepático
agudo. En los trastornos hepáticos crónicos, un TP o un INR en aumento indican de forma
característica que existe una progresión hacia una insuficiencia hepática.
7.- LITIASIS BILIAR Y TRATAMIENTO QUIRÚRGICO DE LA
LITIASIS BILIAR
INTRODUCCIÓN
Las intervenciones quirúrgicas relacionadas con la vesícula y la vía biliar son los
procedimientos quirúrgicos con mayor prevalencia en los países desarrollados.1 En
Estados Unidos, por ejemplo, padecen colelitiasis más de 20 millones de personas, y se
realizan cerca de 700 000 colecistectomías cada año.
En los países occidentales, casi todos los cálculos en la vía biliar corresponden a litiasis
vesicular. Las complicaciones de la litiasis biliar incluyen cólico biliar, colecistitis aguda o
crónica, coledocolitiasis, colangitis, pancreatitis y carcinoma de vesícula.
La cantidad de cálculos es variable en cada persona, ya que es posible encontrar desde
uno hasta cientos. La frecuencia depende de la raza y la región geográfica; en mayores de
40 años, la incidencia es de 10% y es más común en mujeres.
Síntomas y diagnóstico
Los pacientes con litiasis vesicular refieren padecer dolor transitorio, o constante, después
de comer (sobre todo alimentos ricos en grasas) localizado en la parte derecha y alta del
abdomen (hipocondrio derecho) o en el centro del mismo (epigastrio), acompañado de
náuseas y en ocasiones de vomitos de contenido alimentario o amarillo (biliar), por un
periodo entre 1 y 24 hrs. Esto es considerado como un cólico biliar típico producido por la
litiasis vesicular. La extracción de la vesícula y los cálculos (colecistectomía) es el mejor
tratamiento para estos pacientes. Algunas veces el dolor se irradia a la espalda (espacio
interescapular en la región dorsal). En algunos pacientes los síntomas son de menor
intensidad y consisten solamente en una vaga molestia abdominal (en la "boca del
estómago") o dispepsia.
EL DIAGNÓSTICO
La litiasis vesicular habitualmente se realiza por ultrasonido o ecografía abdominal. El
hallazgo ultrasonográfico, de engrosamiento de la pared vesicular o de liquido
perivesicular sugieren la presencia de colecistitis aguda.
TRATAMIENTO
La litiasis vesicular asintomática no es indicación de colecistectomía excepto que la pared
vesicular este engrosada (4 mm o más) o calcificada o que los cálculos sean mayores de 3
cm de diámetro. Cuando el paciente con litiasis vesicular comienza con dolores en el
abdomen superior que no tienen otro origen, la colecistectomía electiva está indicada.
Existen indicaciones urgentes de colecistectomía como son el caso de la: colecistitis aguda,
pancreatitis biliar grave y colangitis.
El paciente debe consultar con un cirujano si el episodio agudo fue resuelto o si los
síntomas disminuyeron. Los pacientes que presentan dolor importante y defensa en el
hipocondrio derecho, fiebre y leucocitosis deben ser atendidos inmediatamente por un
cirujano.
Los tratamientos alternativos como son, la disolución de los cálculos con agentes orales,
ondas de choque extracorpórea con litotrípsia y disolución directa de los cálculos con
inyección de solventes directamente en la vesícula no son formas de tratamiento estándar
y están reservados para situaciones especiales. La colecistectomía puede indicarse
ocasionalmente en pacientes con dolor vesicular sin litiasis (colecistitis alitiásica).
La colecistectomía se puede realizar por vía laparoscópica o vía convencional (abierta). Las
ventajas de la colecistectomía laparoscópica son: una corta estancia hospitalaria, retorno
rápido a la actividad laboral y mínima cicatriz. Las desventajas son la visión limitada del
contenido abdominal y la imposibilidad de palpar la vía biliar y otros órganos abdominales.
Síntomas
Los signos y síntomas de la cirrosis hepática pueden estar ausentes o no ser específicos en
las primeras etapas. Entre los síntomas inespecíficos iniciales tenemos la fatiga y el
prurito. A medida que el tejido cicatricial reemplaza al tejido sano y empeora la función
hepática, pueden presentarse diversos síntomas relacionados con el hígado.
Puesto que el hígado realiza muchas funciones metabólicas complejas, hay muchas
posibles complicaciones que pueden presentarse debido a la cirrosis. Además, algunas
complicaciones se presentan más comúnmente en ciertas enfermedades que provocan
cirrosis (por ejemplo, la osteoporosis se presenta más comúnmente en pacientes con
enfermedades hepáticas que afectan predominantemente a los conductos biliares).
Causas
Hay muchas causas de las lesiones hepáticas, como consumo excesivo de alcohol, los
virus, trastornos hereditarios, lesiones relacionadas con las drogas y exposición a toxinas
ambientales. Si no se trata, cualquier enfermedad que cause lesiones continuas (crónicas)
en el hígado puede conducir a una cirrosis. Las lesiones en el hígado llevan a la
inflamación, que puede ser detectada mediante las anormalidades en las pruebas de
sangre relacionadas con el hígado. Al paso del tiempo, las lesiones continuas llevan al
desarrollo de tejido cicatricial en el hígado, un proceso llamado fibrosis. Dado que el
hígado tiene una gran cantidad de función de reserva, las cantidades de fibrosis de leves a
moderadas generalmente no conducen a síntomas. No obstante, a medida que la cantidad
de fibrosis aumenta, puede conducir a alteraciones en la forma y la función normales del
hígado.
La cirrosis se presenta cuando la estructura normal del hígado se ve alterada por bandas
de tejido cicatricial. Una de las funciones normales del hígado es filtrar la sangre que
vuelve al corazón desde el aparato digestivo. Cuando hay cirrosis presente, la presencia de
tejido cicatricial causa un aumento de la resistencia al flujo sanguíneo a través del hígado.
Esto da como resultado que se produzcan altas presiones en las venas que drenan al
hígado, un proceso llamado hipertensión portal. Muchas de las complicaciones de la
enfermedad hepática, como la retención de líquidos y la hemorragia del esófago, están
causadas por la presencia de hipertensión portal.
FACTORES DE RIESGO
Hay varios factores de riesgo conocidos para la aparición de la cirrosis. Los factores de
riesgo más comunes son:
Una biopsia hepática no es siempre necesaria para diagnosticar cirrosis. Con frecuencia, su
médico puede diagnosticar cirrosis a través de la presencia de cambios observados
durante el examen físico (como la dilatación del bazo, la dilatación del tejido mamario en
hombres y algunos cambios de la piel) junto con los resultados de pruebas de sangre,
estudios de imagen (como ultrasonido, escaneos TC o RM) o endoscopia. Hay varias
nuevas pruebas que utilizan ultrasonido o IRM para medir directamente la rigidez del
hígado, lo que puede ayudar en el diagnóstico de cirrosis, pero estas pruebas no están
ampliamente disponibles.
TRATAMIENTO
La atención médica para los pacientes con cirrosis tiene varios objetivos:
(1) tratar la causa subyacente de la enfermedad hepática siempre que sea posible, (2)
prevenir las complicaciones relacionadas con la cirrosis y (3) tratar los síntomas de la
cirrosis. La cirrosis es una enfermedad crónica y los pacientes con cirrosis requieren de
atención médica continua con un médico especializado en el cuidado de pacientes con
enfermedades hepáticas (un gastroenterólogo o un hepatólogo).
Siempre que sea posible, debe tratarse la causa subyacente de la cirrosis. Algunos
trastornos mejoran con terapia médica y el tratamiento puede mejorar o retrasar el
deterioro de la función hepática. En algunas circunstancias, los pacientes pueden no
tolerar tratamientos para su enfermedad hepática subyacente debido a que su cirrosis
esté muy avanzada.
Los pacientes con cirrosis no deben beber alcohol. En el caso de los pacientes que
consumen alcohol regularmente, la función hepática puede mejorar significativamente
evitando por completo el consumo de alcohol.
Los pacientes con cirrosis tienen mayor riesgo de desarrollar cáncer primario del hígado,
conocido como carcinoma hepatocelular. El riesgo del cáncer de hígado varía según la
enfermedad hepática subyacente, pero en el caso de pacientes con infección por hepatitis
C (una de las causas más comunes de enfermedad hepática en los Estados Unidos), es de
aproximadamente 3-4% cada año. El tratamiento exitoso del cáncer de hígado depende de
la detección temprana. Los cánceres de hígado con frecuencia no causan ningún síntoma
cuando son de pequeño tamaño y las opciones de tratamiento pueden verse limitadas
para cuando se presentan los síntomas. Su médico puede recomendar un ultrasonido,
escaneo TC o IRM de su hígado a intervalos regulares, normalmente cada 6 meses, para
detectar tumores en el hígado. También se puede usar una prueba de sangre llamada alfa-
fetoproteína (AFP) para ayudar a detectar tumores; sin embargo, no es lo suficientemente
confiable por sí misma para reemplazar la necesidad de pruebas periódicas de imágenes.
Su médico puede recetarle varios tratamientos para ayudar a controlar los síntomas de las
complicaciones de la cirrosis. Entre ellos tenemos:
Se recetan una restricción dietética de sal y medicamentos diuréticos
(comúnmente conocidos como “píldoras de agua”) para el control de la ascitis y el edema.
En algunos casos, puede insertarse una pequeña aguja en la cavidad abdominal bajo
anestesia local para drenar el líquido de la ascitis, un procedimiento conocido
como paracentesis.
Los pacientes con ascitis que han experimentado episodios previos de infección en
el líquido (peritonitis bacteriana espontánea) o que tengan un elevado riesgo de infección
(según los análisis de laboratorio del líquido) reciben medicación antibiótica oral a largo
plazo para evitar futuros episodios de infección.
Se pueden recetar diversos medicamentos para los pacientes con encefalopatía
hepática. Entre ellos tenemos la lactulosa o ciertos tipos de antibióticos orales.
Se puede tratar a los pacientes con várices esofágicas mediante medicamentos
reductores de la presión arterial, o el tratamiento se puede aplicar directamente sobre las
várices durante una endoscopia.
En algunos casos, el médico puede recomendar la inserción de una derivación TIPS. La
colocación de una derivación TIPS es un procedimiento invasivo. Una derivación TIPS es un
tubo de metal (también llamado stent) que se coloca en el hígado mediante guía con
rayos X a través de una incisión en la vena yugular del cuello. Una derivación TIPS funciona
disminuyendo la presión contra la cual debe fluir la sangre dentro del hígado (es decir, que
reduce la hipertensión portal). Las derivaciones TIPS se emplean para tratar a pacientes
con serios problemas de ascitis o hemorragia de las várices que no se puede controlar con
medicamentos o endoscopia. No todos los pacientes deben recibir una derivación TIPS. La
inserción de una derivación TIPS tiene riesgos asociados y su colocación puede llevar a
una encefalopatía hepática nueva o agravada.
10.-CÁNCER HEPÁTICO
ESTADIOS
La clasificación de consenso del BCLC (Barcelona Clinic Liver Cancer), que aúna la
extensión de la enfermedad, la evaluación de la función hepática, y el estado general del
paciente, agrupa a los pacientes en los siguientes estadios:
Estadio 0: Tumor único menor de 2 cms, Child Pugh A, estado general muy bueno.
Estadio A: Tumor único o 3 nódulos menores de 3 cms, Child-Pugh A-B, muy buen
estado general.
Estadio B: Enfermedad voluminosa multinodular, Child-Pugh A-B, estado general
muy bueno.
Estadio C: Enfermedad extrahepatica o invasión de la vena porta, Child-Pugh A-B,
estado general conservado.
Estadio D: Enfermedad muy avanzada, Child-Pugh C, mal estado general.
La mayoría de los síntomas del cáncer de hígado no son exclusivos de esta enfermedad,
pudiendo estar presentes en otros procesos. Habitualmente se presentan en etapas en las
que la enfermedad está muy avanzada, pudiendo el paciente permanecer asintomático
hasta entonces.
Es importante resaltar que estos síntomas también pueden estar causados por otros
cánceres, por otras enfermedades del hígado, o por otras causas menos serias. En caso de
presentar alguno de estos síntomas debe consultar con su médico a la mayor brevedad
posible, pues sólo un médico puede discernir con seguridad sobre su trascendencia.
TRATAMIENTO: ASPECTOS GENERALES
CIRUGÍA:
Su objetivo es extirpar el tumor con márgenes libres, es decir, sin dejar enfermedad
residual. Se considera indicada, con intención curativa, en estadios iniciales de la
enfermedad (resecable), en pacientes con buena función hepática, y en ausencia de
factores pronósticos de recaída.
DIAGNÓSTICO
Mientras que el malestar, la astenia, la fatiga, la fiebre, los dolores musculares y
articulares, las náuseas, los vómitos, las orinas colúricas y la ictericia acompañados de
alteraciones importantes del perfil bioquímico hepático son los síntomas más frecuentes y
relevantes del cuadro agudo sintomático, en la forma crónica los síntomas son leves,
inespecíficos e intermitentes variando entre pequeñas dispepsias e intolerancias
alimenticias concretas a cuadros de cansancio y astenia más o menos prolongada y
elevaciones moderadas y oscilantes de las transaminasas. La forma fulminante cursa con
fallo multisistémico, por anulación de la función hepática con una rápida caída de los
factores de coagulación y alteraciones bioquímicas muy llamativas.
En el laboratorio, las mejoras realizadas en los marcadores serológicos han supuesto la
posibilidad de cuantificar el antígeno de superficie (HbsAg), el aumento de las
sensibilidades y especificidades de las técnicas y su automatización. En el campo de las
pruebas moleculares utilizadas para la detección y cuantificación del ADN viral, los
avances han sido aún mayores y han permitido su realización estandarizada en muchos
laboratorios donde hace pocos años esto era impensable.
Los marcadores que se pueden observar en cada momento en el suero del paciente son
consecuencia de la actividad replicativa viral en el hepatocito y de sus consecuencias
inmunológicas. La secuencia de aparición de los marcadores es la siguiente: ADN-VHB,
HBsAg, anti-HBc (IgM e IgG), HBeAg, anti-HBe y anti-HBs. Los marcadores relacionados con
la replicación viral son: ADN-VHB y HBeAg y de forma indirecta anti-HBc IgM. El marcador
de curación es el anti-HBs y los marcadores anti-HBc IgG y anti-HBe conviene
interpretarlos dentro del contexto del paciente6. En la actualidad están disponibles para el
diagnóstico de la infección los siguientes marcadores serológicos.
HEPATITIS C
El virus de la hepatitis C (VHC), identificado en 1989, pertenece a la familia Flaviviridae y
su tamaño aproximado es de 60nm. Posee ARN monocatenario de polaridad positiva, de
9,5kb, una nucleocápside icosaédrica y una envuelta. Se caracteriza por una alta tasa de
mutaciones debido a que la ARN polimerasa dependiente del virus no posee actividad
exonucleasa 3′-5′ correctora de errores (alta heterogeneidad del virus, se conocen 6
genotipos y, al menos, 50 subtipos diferentes). El virus es capaz de originar infecciones
agudas y persistentes. La principal vía de transmisión de este virus es la parenteral (85%),
por contacto percutáneo o de mucosas con material contaminado con sangre,
hemoderivados o fluidos corporales infectados. En niños, el mecanismo más importante
es la transmisión vertical (10%). La transmisión por vía sexual es poco probable (menos del
2% de los casos). La prevalencia global de la infección es de aproximadamente un 3%,
variando de un 0,4-1,1% en Europa occidental y EE. UU., a un 9,6-28% en el norte de
África. En nuestro medio se estima en alrededor de un 2-2,5%. En poblaciones de riesgo la
prevalencia puede elevarse hasta un 70%. El VHC es el causante del 20% de los casos de
hepatitis aguda, pero, debido a su forma silente de presentación, rara vez se diagnostica.
Existe un periodo ventana de 4-8sem en el cual no hay un aumento de transaminasas, ni
seroconversión anti-VHC, pero la viremia es detectable. Aproximadamente el 80% de los
infectados son portadores crónicos del virus, un 20% muestran valores de transaminasas
persistentemente elevados con riesgo de evolucionar a una cirrosis tras más de 20 años de
evolución y solo un 10% aproximadamente pueden desarrollar una cirrosis hepática
precozmente. Un 5% de los casos desarrollan hepatocarcinoma.
CLÍNICA
La infección por el VHC puede cursar de forma aguda o crónica. Las infecciones agudas son
frecuentemente asintomáticas. Las hepatitis agudas por VHC evolucionan a la cronicidad
en un 80% de los casos y raramente presentan una evolución fulminante. La hepatitis
crónica por VHC es la principal causa de cirrosis hepática y de trasplante hepático. Las
mayores complicaciones de la infección por el VHC son la cirrosis, con descompensación
hepática, ascitis, varices esofágicas, hemorragias y encefalopatía hepática, y el carcinoma
hepatocelular. Son frecuentes, además, las manifestaciones extrahepáticas de la
enfermedad de carácter autoinmune como la tiroiditis, la crioglobulinemia mixta, la
artritis o la glomerulonefritis.
DIAGNÓSTICO
La primera aproximación diagnóstica ante una sospecha de infección por VHC debe de
incluir una historia clínica completa y un examen físico del paciente seguido de una
analítica general. Generalmente está indicada una biopsia hepática para conocer la
posible presencia de fibrosis y su grado. En los últimos tiempos han entrado en juego
ciertos marcadores para predecir el pronóstico de la infección, así como la eficacia
terapéutica con Peg-IFN y ribavirina frente al VHC. Se trata de los polimorfismos del gen
de la interleucina IL28B. Parece que los pacientes con genotipos favorables en las
posiciones rs12979860 y rs8099917 en el gen de la IL28B, genotipos CC y TT
respectivamente, tendrían mejores respuestas al tratamiento; estos pacientes, además,
tendrían una menor probabilidad de cronificar la infección y una mayor probabilidad de
aclaramiento viral espontáneo.
Dolor abdominal.
Náuseas y vómitos.
Fiebre.
Distensión abdominal.
En las pancreatitis leves, de curso más benigno, el síntoma más frecuente es dolor
moderado con o sin sensación nauseosa o vómitos.
Estos síntomas tienen un comienzo brusco y progresivo y duran desde horas hasta
semanas o meses, según la gravedad, el curso que coja la enfermedad y los medios que se
pongan para tratarla.
CAUSAS
Las causas de pancreatitis aguda son múltiples, pero en general más del 80% se pueden
atribuir a tres causas principales:
Más de la mitad de los casos se deben a la salida de piedras a través de la vía biliar, que
desemboca, junto con el páncreas, en la papila duodenal. Estas piedras suelen proceder
de la vesícula biliar o del conducto de la bilis.
En torno a una cuarta parte de los casos, es el consumo excesivo de alcohol.
Las pancreatitis de origen no filiado, engloba a aquellos casos para los que no se demostró
ninguna de las causas conocidas.
Otras causas, que en conjunto representan menos del 10%, son tener excesivos niveles de
grasa en la sangre (hiperlipemia), exploraciones endoscópicas de la vía biliar y pancreática,
postoperatorios de cirugías importantes, alteraciones estructurales de la región
pancreática y duodenal bien congénitas o adquiridas, alteraciones en la función de la
glándula paratiroides, traumatismos abdominales, fármacos, infecciones y otras mucho
más raras.
DIAGNÓSTICO
Pancreatitis aguda tiene tres pilares básicos:
El más importante es que los síntomas coincidan con los descritos, por lo que la
experiencia del médico es fundamental para orientar hacia un diagnóstico certero.
El segundo pilar es el aumento en la sangre de algunas enzimas que segrega el páncreas,
como la amilasa y la lipasa.
El último pilar es demostrar por alguna técnica de imagen (ecografía o escaner) que
existen cambios en la forma y/o tamaño del páncreas o alteraciones en su vecindad.
El tratamiento de la pancreatitis aguda debe ser siempre en régimen de hospitalización,
incluso en una unidad de cuidados intensivos las primeras horas o más si hiciera falta.
TRATAMIENTO
El tratamiento debe ser ajustado a cada caso, intentando adelantarse a los
acontecimientos que puedan aparecer en la evolución.
Los puntos básicos son: un estrecho control del paciente (constantes vitales y analíticas
múltiples y seriadas); el tratamiento del dolor con potentes analgésicos, incluidos los
opiáceos; mantener una adecuada hidratación y nutrición del paciente por la vena,
evitando alimentos por boca; tratamiento específico de las náuseas y los vómitos; bloqueo
de la secreción gástrica de ácido con fármacos, antibióticos por vena para evitar
infecciones que ensombrecerían la evolución.
En los casos de pancreatitis aguda por piedras en la vía biliar, está indicado intentar
extraer la piedra mediante procedimientos endoscópicos.
Dolor abdominal.
Náuseas y vómitos.
Distensión abdominal.
Otros síntomas que puede presentar la enfermedad se relacionan con el deterioro
progresivo de la función pancreática y suelen aparecer en momentos en los que la
enfermedad está avanzada. Entre ellos puede aparecer diarrea y pérdida de peso en
relación con una inadecuada digestión de los alimentos y la imposibilidad del organismo
para asimilarlos, conduciendo a una desnutrición progresiva. También puede aparecer
diabetes por no producirse insulina de forma adecuada.
CAUSAS
La causa más frecuente de pancreatitis crónica es el abuso crónico de bebidas alcohólicas.
El alcohol puede desencadenar pancreatitis en algunos pacientes incluso a dosis leves o
moderadas dependiendo de la predisposición genética, hábito nutricional y otros factores.
Otras causas no tan claras son algunos factores nutricionales y genéticos predisponentes.
Entre las causas dietéticas destacan las dietas muy bajas en proteínas y muy bajas o
excesivas en grasa.
En la pancreatitis crónica, el primer dato que hay que tener en cuenta para sospecharla
debe ser una historia clínica sugestiva (ingesta crónica de alcohol, dolor abdominal crónico
o episódico, pérdida de peso, diarrea, diabetes...).
Para un diagnóstico de certeza debe existir por lo menos alguno de los dos datos
siguientes:
TRATAMIENTO
http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0120-99572005000400008
https://www.aegastro.es/sites/default/files/archivos/ayudas-
practicas/30_Tumores_del_intestino_delgado.pdf
https://www.msdmanuals.com/es-mx/professional/trastornos-gastrointestinales/trastornos-
anorrectales/hemorroides
https://www.msdmanuals.com/es/hogar/trastornos-del-h%C3%ADgado-y-de-la-ves%C3%ADcula-
biliar/diagn%C3%B3stico-de-los-trastornos-hep%C3%A1ticos,-vesicales-y-biliares/pruebas-
funcionales-hep%C3%A1ticas
https://accessmedicina.mhmedical.com/content.aspx?bookid=1480§ionid=92817066
https://accessmedicina.mhmedical.com/content.aspx?bookid=1480§ionid=92816824
https://www.teknon.es/es/especialidades/bardaji-bofill-manel/abdomen/vesicula-
biliar/tratamiento-litiasis-vesicular-colecistectomia-laparoscopic
http://www.scielo.org.pe/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1022-51292003000100007
https://gi.org/patients/recursos-en-espanol/cirrosis-hepatica/
https://seom.org/info-sobre-el-cancer/higado?showall=1
https://www.elsevier.es/es-revista-enfermedades-infecciosas-microbiologia-clinica-28-articulo-
diagnostico-microbiologico-las-hepatitis-virales-S0213005X14003012
https://www.cun.es/enfermedades-tratamientos/enfermedades/pancreatitis-aguda
https://www.cun.es/enfermedades-tratamientos/enfermedades/pancreatitis-cronica
https://www.medigraphic.com/pdfs/sinergia/rms-2017/rms178a.pdf