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LA HORA EN EL RELOJ

El sábado 25 de Mayo no fue un día común, esa madrugada había vuelto a soñar, no recordaba el
sueño completo ni como había comenzado, solo sabía que alguien me perseguía, me veía
corriendo descalzo bajo la lluvia sobre un verde pasto mientras me dirigía hacia una gran higuera,
el viento golpeaba con fuerza sobre mi rostro y en ese momento un rayo golpeaba la higuera, la
electricidad viajaba hacia mi a través del agua y una gran corriente de electricidad era conducida al
interior de mi ser, entonces despertaba. Revisé la hora y eran las 3:45 a.m. Me asomé por la
ventana y me tranquilizó observar los enormes edificios que conformaban la vista de mi ciudad, yo
vivía en el último piso y la otra ventana de mi habitación me conectaba a un estrecho pasillo del
pequeño departamento que alquilábamos. Al menos aquí i nunca llueve pensé, sería muy difícil
que pasara algo como lo de mi sueño, a pesar de haber sido un sueño espantoso me había
gustado, esa sensación de poder huir corriendo del peligro era algo que deseaba, escapar de esta
silla de ruedas que me mantenía aislado de esa clase de experiencias y de tantas cosas que me
impedía hacer, aunque fuera muy optimista esa era mi única verdad, jamás podría correr bajo la
lluvia, brincar en un trampolín y correr un maratón, no podría nunca tener el gusto de patear a mis
compañeros maltratadores, jamás podría ser el cazador, pues mi situación me obligaba a ser
siempre la presa, había nacido para soportar, para aguantar, incluso mis propios pensamientos.

Por fortuna era sábado, no iría a la escuela por la mañana y no tendría que soportar ninguna
broma de mal gusto por parte de mis compañeros, ni de Fausto, mi profesor de Educación Física,
él era en especial un gran problema, mi autoestima no era en precisamente buena y el se
encargaba de hundirme aún más, quise salir de mi habitación para tomar un poco de aire fresco en
la azotea, pues mis padres sabían que me relajaba estar allí, así que acondicionaron la casa y una
rampa especial para que yo pudiera subir, subir a mi silla de ruedas no era precisamente una tarea
fácil y aunque mi hermano mayor insistía en que lo despertara cada mañana yo nunca lo hacía,
intentaba ser lo más independiente posible, hoy me sentía cansado y deprimido, de alguna
manera débil, aún así intenté levantarme solo pero puntual al fracaso caí de cara al suelo, no me
queje para no despertar a mi hermano Abad, y después de un rato conseguí mi objetivo. Llegue a
la azotea y observe el cielo, estaba nublado.

Durante el día me mantuve ocupado, de ese modo podría estar cansado para la noche y dormiría
de un tirón, quería volver a soñar. Observe mi reloj, eran las 11:19 p.m.

Abrí los ojos, era temprano y estaba vestido con el uniforme puesto, me encontraba sentado sobre
una banqueta, observé la colorida calle con muchos árboles a cada lado y entonces reaccioné, que
estaba haciendo yo en ese lugar, estaba soñando nuevamente, yo me sentía muy consciente pero
al parecer siempre habían sido así mis sueños, así que este podía ser uno fácilmente, me frote los
ojos e intente despertar, los abrí y seguía en el mismo lugar. Entonces me asuste, busque con la
mirada mi silla y no estaba, entonces se me ocurrió algo, si estaba soñando y este sueño era como
el anterior, o mejor dicho estaba en el mismo sueño anterior, porque, por como lucia el lugar era
el mismo pero de día, las condiciones eran las mismas, aquí yo podía caminar. Algo dudoso pensé
en levantarme, como tantas veces había intentado fallidamente, pero esta vez no fue así, pude
ponerme de pie sin dificultad alguna, estaba caminando estaba tan feliz, mire mis piernas y quise
levantar una, mientras lo pensaba esta reaccionó y obedeció la orden de mi cerebro, esto era
asombroso, seguí caminado y haciendo cualquier movimiento con mis piernas para sentir mejor la
sensación, estuve tan entretenido que no me había dado cuenta de que la gente me observaba, y
no me di cuenta hasta que alguien me jalo del brazo y me hizo voltear a verlo, era mi hermana
Brenda, me preguntó asustada y enojada al mismo tiempo que ocurría conmigo, pues siempre me
había molestado la idea de tener que caminar rumbo a la escuela y ahora parecía tan feliz de
hacerlo que parecía demente, ella no comprendía y yo tampoco, le dije que no iría a la escuela,
no…por supuesto que no lo haría, ir a ese lugar en el que me la pasaría sentado todo el tiempo
mientras observaba a los profesores dando su clase rutinariamente deseando estar en cualquier
otro lugar que no fuera ese, sin ninguna chispa ya de amor a su trabajo si alguna vez la tuvieron.
Tenía tantas cosas por hacer antes de despertar, tenía tanto que conocer aunque sea a través de
este método. Brenda me miró asombrada pero no le di tiempo de responder pues yo ya me había
dado la vuelta y regrese a donde estaba, de frente podía observar una casa con un gran patio, y
ahí estaba, la higuera que recordaba, camine hacia ella y entonces me puse a pensar, realmente a
analizar cada cosa que recordaba hasta ahora, como fue que llegue a aquí, esto ya no parecía un
sueño, ahora que pensaba mejor las cosas, Brenda había mencionada que a el siempre le
molestaba el hecho de caminar hacia la escuela, pero…¿Qué estaba pasando? Los sueños que
había tenido siempre eran diferentes, nunca me planteaba el hecho de estar soñando, ¿O sería
esto alguna especie de sueño lúcido? O algo diferente, nada bueno ¿Podría haberme vuelto loco
de haber estado tanto tiempo solamente esperando la noche para poder soñar? ¿Es que ahora me
había quedado sumergido en uno de mis sueños? Pero no, esto estaba ocurriendo, podía sentirlo
con cada sentido, pero no podía continuar corriendo de aquí para allá si no sabía que estaba
pasando, entre a la casa y observé lo diferente que era todo, esto si que no se parecía en nada, mi
uniforme era diferente en algunas cosas, pero no tanto, este lugar era tan extraño. Entonces se
me ocurrió mirar mi reloj.

Abrí los ojos, me encontraba tirado en el suelo, mis hermanos estaban junto a mí, dijeron que
había despertado un momento después de haberme acostado y de alguna manera quise caminar,
no sabía en donde estaba ni que era lo que me pasaba, ellos estaban realmente asustados, yo no
había dicho una sola palabra, estaba muy confundido con todo lo que acababa de pasar, mirar mi
reloj me había hecho despertar según yo, pero mis hermanos decían que llevaba rato despierto
intentando ponerme de pie. Así que observe mi reloj sin fijarme en la hora, algo no cuadraba en
esto. Mis hermanos me acomodaron en mi cama nuevamente y les dije que me dejaran solo,
necesitaba aclarar de una vez que estaba ocurriendo, desde que había soñado la madrugada
anterior no había mirado mi reloj, solo el de mi mesita de noche, hasta ahora antes de dormir, y
dentro de esa extraña casa, así que eso me llevó a pensar algo que en cualquier ocasión habría
considerado tremendamente loco, había ido a otra realidad, a una realidad alternativa, había oído
hablar de ello pero me había parecido siempre algo muy descabellado, probablemente había
estado en el cuerpo de mi yo de la otra dimensión que si podía caminar, y cuando yo viajaba a ese
lugar el venía a mi realidad. Era demasiado para procesar en tan poco tiempo así que decidí
dormir, batalle para hacerlo pero finalmente luego de un momento lo logré.

Durante la semana estuve llendo a la escuela, pero entre clases anotaba en una libreta todo lo que
había pensado sobre mis “viajes” hacia el otro mundo, no había vuelto a hacerlo, pero había
planeado que una vez que aclarara todo en la libreta para mi “otro yo” y me encargara de unas
cosas más, volvería a hacerlo. Raúl había comenzado a molestarme aún más en la escuela pues
había descuidado un poco mis tareas y eso no le agradaba nada, así que durante el receso fui a los
baños y miré la hora.

Estaba en clase de Educación Física, el profesor Fausto me decía algo que no comprendía pues
acababa de “despertar” en otra realidad. Al parecer incluso en esta realidad era malo en los
deportes, el se burlaba de mi diciendo que mi profesor de matemáticas le había dicho que ese día
nuestro grupo tendría examen final, así que ese sería mi segundo fracaso del día. No respondí a
nada de lo que dijo, Fausto era malo en este universo y podría jurar que en cualquier otro, tal vez
hay personas que son malas por ley multidimensional. Él era la prueba, incluso ahora que estaba
delante de él y podía caminar no me atreví a mirarlo a la cara, pues él siempre había hecho que
me sintiera miserable y ridículamente inofensivo. Salí corriendo de ahí y me dirigí a los baños, mis
amigos vinieron rápidamente detrás de mi, un amable Raúl me dijo que lo que había pasado no
era mi culpa y que cualquiera pudo haber fallado, yo no sabía de que hablaba pero supuse que
obviamente era de alguna actividad de la clase, estaba incomodo con Raúl, pues aunque sabía que
no era el mismo que yo conocía en mi realidad, el era una mala persona ante mis ojos desde que
lo conocí al entrar a la secundaria. Pero cuando notó mi rostro seguramente notó que algo estaba
raro en mi y me miró aun más preocupado. Le dije que no pasaba nada antes de que me siguiera
interrogando, el me dijo que podía confiar en él pues yo era como un hermano para él y él me
había confiado su más grande secreto y que no lo decía para presionarme, si no para que
recordara que podía confiar en él. Le dije que hablaría con él más tarde y me aleje de ahí, saque
un celular de mis bolsillos, revisé rápidamente el bloc de notas y encontré exactamente lo que
buscaba, había una nota reciente sobre algo importante, Raúl le había confesado a mi otro yo que
era homosexual, al parecer eso aquí era algo muy malo y no sabía que hacer. Eso me hizo
preguntarme si en mi realidad Raúl era parecido, como pasaba con Fausto. Estuve un buen rato en
la biblioteca, nunca me había imaginado el andar por esta escuela sin ser mirado mal cada que
entraba y hacía ruido con mi silla o molestando con mi sola presencia. Pensé muchas cosas
durante ese lapso de tiempo, y al final recordé el examen, tenía que volver al salón muy rápido.
Cuando entre estaba por comenzar, pero logré hacer que el profesor me dejara pasar. Al
finalizarlo miré la hora.

Cuando vi a Raúl pasar junto a mi silla mirándome con miedo supe que definitivamente eso no era
normal para nada, investigué con algunos de mis compañeros lo que había ocurrido sin que
pensaran que estaba loco, pero solo me dijeron que no había ocurrido nada en especial, que solo
habíamos hablado, aunque a decir verdad si que era algo poco común, pues la comunicación entre
nosotros nunca había hecho que el me dejara de molestar, probablemente mi otro yo ahora que
tuvo la oportunidad de conocer a Raúl en otra versión, al ser muy amigo suyo en su realidad supo
cómo manejar la situación, por lo que note en su bloc de notas, también había descubierto lo
mismo que yo, y tenía una personalidad extrovertida y amigable.

He estado realizando muchos viajes a la otra realidad, aun no entiendo como es que comenzó
todo, por las notas que hemos estado dejándonos, yo y mi otro yo, hemos podido conocernos
mejor, ahora hemos progresado, los videos son una forma de conocerlo mejor, debido a todo esto
he logrado mejorar mucho mi autoestima y mi vida ha cambiado mucho, conozco tantas cosas y
he hecho muchas cosas a través de los viajes que he logrado aceptarme como soy, el no poder
caminar nunca había sido una limitante para mi felicidad, lo se cuando me di cuenta que también
era mi terror en la otra realidad, mi único enemigo y el villano de mi historia ha sido mi actitud
frente a las situaciones que se me han presentado, estaba tan mal al punto de no conocerme en lo
absoluto, hablar con mi otro yo me ha hecho conocer mi esencia, y ambos nos hemos ayudado
mutuamente, recuerdo que esa madrugada que subí a la azotea al mirar al cielo quise creer, en
cualquier cosa, estaba triste y supliqué por un milagro, supliqué a ese dios en el que jamás había
creído pero que por desesperación había buscado, porque lo necesitaba, necesitaba sacar de mi
vida tanto resentimiento hacia los demás y hacia mi por supuesto, Talvés esa fue su respuesta,
dejándome libre para poder viajar hacia cualquier punto de del multiverso, talvés me dio eso a
cambio de dejarme caer de la azotea esa madrugada poco común, talvéz me liberó de la cordura
mientras caía, o a lo mejor me hizo conocer esta experiencia al llegar al suelo.

Ramírez García Gloria.

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