En 1927 se celebró un acto de homenaje al escritor barroco Luis de Góngora al que
acudieron jóvenes poetas que lo reivindicaban por su esteticismo, su ausencia de sentimentalismo y su cuidado de la forma, del que surgió el grupo del 27. Antes de formar grupo, los poetas del 27 estuvieron influidos por la poesía modernista, la poesía pura y las vanguardias deshumanizadas. Junto a la experiencia personal y la angustia existencial, sus poemas reflejan la preocupación social por una España condenada al abismo de la lucha entre hermanos. La estética del 27 es ecléctica; admiran a Bécquer, a Antonio Machado, a Rubén Darío y a Juan Ramón Jiménez. Acogen con entusiasmo la influencia de los movimientos vanguardistas. Aspiran a una poesía pura, lúdica y deshumanizada, pero también son capaces de emplear las técnicas surrealistas para bucear en lo más profundo del ser humano. Los poetas más destacados fueron: Jorge Guillén, el poeta más intelectual del grupo destacando con Cántico, Gerardo Diego, el escritor más influido por el creacionismo y el ultraísmo, pero cultivó simultáneamente una poesía clasicista. Destaca por su obra Manual de espumas. Rafael Alberti, en Marinero en tierra, expresó la nostalgia por su Cádiz natal, que identifica con la infancia y el paraíso perdidos, siguiendo la estética neopopularista. Durante el exilio, manifestó su dolor por la España perdida y la indignación por el destierro y la situación de su patria. Pedro Salinas concebía la poesía como un modo de encontrar la esencia de los sentimientos, de la vida y del conocimiento. En Presagios hay una gran influencia de la poesía pura y de las vanguardias, especialmente del futurismo. Luis Cernuda muestra su anhelo por un mundo habitable y humano. Vicente Aleixandre reflexiona en torno al amor, la naturaleza y la muerte. En Espadas como labios el amor es una fuerza ciega e inevitable que arrastra al ser humano a la destrucción. Dámaso Alonso es el mejor representante del exilio interior. Hijos de la ira marca el devenir de la poesía española durante varias décadas e inaugura la poesía existencial. Federico García Lorca fue fusilado al comienzo de la Guerra. Sus temas principales son el destino trágico, la muerte inevitable y el amor imposible. Sus obras principales fueron Romancero gitano y Poeta en Nueva York donde nos muestra la conmoción que sufrió tras visitar la ciudad. Miguel Hernández, genial epígono de la Generación, pasa de su etapa vanguardista a una poesía humanizada y de corte clásico con El rayo que no cesa. Sus temas se basan en el amor, la vida y la muerte. Cancionero y romancero supone una evolución hacia la intimidad. La Generación del 27 trae a España la Edad de Plata de nuestras letras: nunca desde entonces se habían juntado tantos genios de la poesía.