Está en la página 1de 8

CRISIS Y VIOLENCIA SOCIAL

LA TRABAJADORA DE ELVIRA NAVARRO

Marcelino Mba Abuy


ÍNDICE

1- Introducción………………………………………………………………….3

2- Estado de la cuestión………………………………………………………....3

3- El origen del trastorno

3.1. Orgullo gremial……………………………………………………4

3.2. La categorial diferenciación de clase……………………………………4

3.3. Ciudad decadente………………………………………………………….5

4- Las manifestaciones del trastorno……………………………………………6

5- Susana…………………………………………………………………….6

6- La oposición categorial…………………………………………………..7

7- Conclusiones……………………………………………………………………8

8- Referencias bibliográficas…………………………………………8

Marcelino Mba 2
1- INTRODUCCION

El tema sobre el que trata este análisis es la cuestión de LA DESESPERACIÓN.


Concretamente, la desesperación que afecta al estrato social de clase media que goza de
un estatus posibilitado por la formación académica y el prestigio intelectual.
En LA TRABAJADPRA de ELVIRA NAVARRO, el personaje de Elisa atraviesa un
shock existencial debido a que la confortabilidad de la que debiera gozar en razón de
sus logros académicos se encuentra en un estado de vulnerabilidad provocado por la
circunstancia social de crisis que atraviesa el país y que altera todo el orden de valores
de este personaje llegando a mostrarla en un estado de fragilidad extrema que se
traduce en el sufrimiento psicosocial. Desesperación sujeta a la impotencia; Elisa ya no
es capaz de reconocerse a si misma ni de reafirmarse en el mundo que la rodea. Su
situación social ha cambiado. Se ve forzada a tomar decisiones por necesidad o en el
peor de los casos, limitarse a la resignación en un entorno laboral que desprestigia su
valía. Su única vía de escape es dar largos paseos y hacer footing en un Madrid que ve
con decadente extrañeza.
La facción dinámica de la novela es la que proporciona el personaje de Susana; una loca
en tiempos de locura. Los misterios sobre la aparente sencillez de Susana no hacen sino
enfatizar la faceta desesperada y monótona de Elisa. La afectación que indispone a la
protagonista para con una vida de éxito laboral por la bienhallada consecución de su
trayectoria profesional resulta ser al final un trastorno del que debidamente parece sacar
provecho con la realización de unas memorias.

La cuestión es detectar la procedencia moral del foco que alimenta la ambición y las
inquietudes de nuestra protagonista.
Parece claro que Elisa no padece un trastorno irreversible dado que es capaz de razonar
con total elocuencia sobre su situación social e incluso emite juicios bastante fundados
sobre el entorno y las personas que la rodean.

Llegados a este punto, nos toca esclarecer las brumas entorno a la legitimidad del
padecimiento que acusa Elisa y averiguar de ese modo la relevancia sobre el argumento
que encierra la obra de Elvira Navarro puesto que paralelamente a la ficción narrativa,
pretende ser una obra fiel a hipotéticos hechos sociales circunstancialmente localizados
en un tiempo concreto.

2- ESTADO DE LA CUESTION

Elisa es una mujer de clase media que ronda los cuarenta y trabaja como redactora en
una editorial que debe realizar recortes por la situación de crisis que atraviesa el país.
Esta situación provoca que Elisa se vea obligada a ajustar su vida a una nueva realidad
social condicionada por los pagos atrasados y un reajuste económico que la empujan a
cambiar de apartamento y compartir vivienda con Susana, una misteriosa mujer con un
pasado turbio y un ritmo de vida poco convencional. La percepción alterada que recoge
Elisa del entorno cívico es un rasgo sintomático de la crisis psicosocial que se
manifiesta a través de la confrontación de sus convicciones éticas con una sociedad en
decadencia. La cotidianeidad de una situación hostil provoca que la protagonista se vea
sometida ante un impulso de búsqueda redentora que inevitablemente desemboca en un
padecimiento psicosocial que no resuelven los parches de la ociosidad sino que nos
acaban mostrando a una Susana a la deriva de su paranoia literaria.

Marcelino Mba 3
3- EL ORIGEN DEL TRASTORNO

3.1. Orgullo gremial

No deja de resultar sospechosa la forma en que Elvira Navarro insiste en presentarnos a


Elisa con un diálogo lúcido y como una persona afectada por las desavenencias que
trajo consigo la crisis en el entorno laboral. “Hacerme colaboradora externa había sido
el primer paso. Luego empezaron a atrasar los pagos y a ingresármelos a tiempo solo
cuando me quejaba. Me decían que tenían esa deferencia conmigo porque me
estimaban.” Y sigue; “Cuando llegó el frío llevaba dos meses sin cobrar, y había
comenzado, sin demasiado éxito, a asomar el morro en otras editoriales. Trabajaba hasta
muy tarde con galeradas que me dejaban sin ganas de leer o de mirar más pantallas, y
tenía que salir a la calle, caminar y beberme un par de cervezas”. (46 – 47)

Elisa pertenece a una clase media que persigue a ultranza el éxito en la materia en la que
se ha formado o a lo sumo, en ocupaciones que le puedan proporcionar más prestigio
sociocultural a semejanza de la vieja burguesía. Sólo por un momento concibe la
posibilidad de aventurarse en otro trabajo por supervivencia dadas las circunstancias y
lo hace de una forma muy vaga e irónica cuando afirma; “Añadí que comenzaba a no
importarme ser teleoperadora si eso me aseguraba un sueldo fijo y no estar a solas en el
piso. Se lo dije con temor, pues cuando lo pensaba dos veces, me sobrevenía el
desasosiego de los trayectos diarios, de las obligatorias relaciones con los compañeros
de trabajo. Por otra parte, ¿aceptaban en su empresa aspirantes sobre cualificados, o
tenía que modificar mi currículum?”. (68-69). Exceptuando este devaneo emocional
fruto del morbo de conocer más detalles sobre la vida laboral de su compañera, Elisa no
concibe en modo alguno la versatilidad laboral que concierne a las necesidades de la
clase obrera sino que degrada la laboriosidad del esfuerzo físico y la fortaleza moral que
en ocasiones implica acometer estos trabajos. Este seudo desprecio por los oficios
mundanos va a ser un síntoma que acusa la gravedad de la crisis psicosocial del
personaje durante toda la obra. Jamás somos aquello que despreciamos, de modo que
semejante desarrollo a lo largo de la novela hace ver en ello un reflejo del ideal de la
autora misma.

3.2. La Categorial diferenciación de clase.

La degradación gradual perceptiva de Elisa, la recoge la autora, mostrando al lector


desde el inicio, la forma en que este personaje se ve afectada primero por tener que
cambiar de vivienda a un sector menos acorde con su estatus intelectual debido a los
recortes presupuestarios que atraviesa la editorial donde trabaja como redactora externa.
“Mi situación económica no era buena. Había tenido que cambiar mi apartamento de
Tirso por otro en Aluche, en lo alto de una cuesta con un gran solar”. (45)

No obstante de lo penoso de su situación, Elisa anestesia su desgracia con la hipótesis


sobre un deseo elitista entorno a si se trata o no de la disposición exacta desde donde un
afamado pintor ejecutó una de sus obras, de ser de otro modo, ese paraje no le hubiera
suscitado la menor inquietud; “ Me dijeron que se trataba del cerro donde Antonio
López pintó uno de sus cuadros, pero lo único que encontré en mi búsqueda internauta
fue un paisaje de Vallecas y otro que rezaba MADRID SUR que no concordaba con lo
que yo veía desde la ventana. No obstante se le parecía” (45)

Marcelino Mba 4
Su vida no cumple las expectativas de clase que ambiciona, cosa que favorece la
incipiencia de un trastorno que aunque no es aún visible, es manifestado a través de una
obsesiva disconformidad y desprecio hacia elementos que en circunstancias diferentes
podrían no llamar la atención. La absoluta disconformidad con la disposición de su
apartamento se asocia con el tedio que le provoca realizar los penosos trabajos
monumentales de una editorial que le reporta un salario escaso y de la que no se puede
deshacer; “Las conversaciones con Felipe y Asun en la máquina del café no me
resarcían del tedio de pasar ocho horas ante las galeradas de un manuscrito en una
estancia sin ventanas y con techo bajo de escayola” (45).

Estos ejemplos muestran a una protagonista que se sitúa constantemente por encima de
todo lo descrito sobre lo que descarga su juicio irónico haciéndonos confidentes de un
discurso neoliberalista y alto clasista que es susceptible de reconfortar al lector menos
crítico, haciéndole creer que está al mismo nivel que Elisa, y condenar junto con ella
ciertos cuadros sociales que en suma, no vienen dados por un caso particular, sino que
pertenecen a lo que Herbert Marcuse1 denomina “La sociedad industrial avanzada”;
Según lo cual el individuo, ante la desaparición de la clásica diferenciación de clases
favorecida por el desarrollo económico, asiste de forma alienada a una sociedad de libre
competencia marcada por los bienes de consumo (intelectuales y de ocio) donde
prevalecen otros medios de control y manipulación ejecutados por el propio individuo
como ultimo elemento de una globalidad altamente jerarquizada. Esta observación se
puede deducir a raíz de las impresiones que van conformando la personalidad elitista de
Elisa a lo largo de la obra.

3.3 Ciudad decadente.

La percepción de la ciudad a través de los ojos de Elisa, nos llega con una intensidad
decadentista. El elemento cívico es una constante que acompaña al personaje en su
caída hacia la crisis psicosocial mediante la exasperante situación laboral. Las calles
cobran vida propia a través de la desorientación despreocupada que sufre Elisa por
momentos en su afán de despejarse de la acumulación estresante del trabajo. Se
empinan y se retuercen misteriosas ocultando la visión de las calles contiguas. Camina a
la deriva topándose con viviendas allanadas, galerías internas y edificios sin
personalidad que acentúan aún más la sensación asfixiante y la impresión de gruta
psicológica y desazón que atraviesa. El caos cívico aparece representado a veces como
un pálpito expresionista a trasvés de la introducción de los cuadros de Antonio López o
la naturaleza en exorbitante dinamismo referida de los paisajes de Ortega Muñoz.
También es tratada con una simbiosis minimalista a trasvés de la percepción revelada
sobre los recortes a modo de collage que manufactura Susana. La obstinación de Elisa
parece fruto de un hechizo. Deambula sin propia voluntad hacia un final sin término
lógico y presa de un pensamiento circular. Está constantemente reflejada con una
mirada trémula que se clava en los confines de una nada narrativa mientras la autora
elucubra un alma para que ocupe el vacío de su cuerpo penitente insuflándole vida con
nuevos males ficticios.

1
(Marcuse, Herbert (1968); El hombre unidimensional. Ensayo sobre la ideología de la sociedad
industrial avanzada, Trad. A. Elorza. Barcelona, Seix Barral, S.A.

Marcelino Mba 5
4-LAS MANIFESTASCIONES DEL TRASTORNO

La sordidez y la frialdad de las calles de la ciudad se articulan con la molestia que se


infiere ante las descripciones de bullicio. Todo en la novela es un elemento trastornado.
Incluso el psicólogo al final participa de la posibilidad de representar un papel en el
sueño de la locura literaria. LA TRABAJADORA resulta ser una crónica sobre los
miedos y las inseguridades de una mujer que ronda la cuarentena sin ver realizadas sus
ambiciones de éxito en un marco social que asiste con resignación a las manifestaciones
de su flagrante derrumbe. Desde esta perspectiva todo cobra sentido como elemento
discordante que altera al personaje principal sometiéndola a distintos niveles de
desesperación. Ya desde el inicio la autora nos previene con una cita de Magrinyá,
“detrás de la literatura solo hay literatura” (11). Con esa cita nos llama la atención
poniéndonos sobre aviso respecto de las libertades que pudiera llegar a tomarse a
propósito del marco narrativo; Tras lo que el capítulo de FABIO que es la piedra
angular de la obra, sobre cuya revelación gira todo el misterio que hay detrás del
personaje de Susana, funciona como ambientación para el desarrollo de un caso de
trastorno psicosocial alto clasista.

5- SUSANA

La presencia de Susana en la novela funciona como elemento dinamizador que busca la


absolución de la protagonista. Resulta inevitable hacer la comparativa de ambos
personajes y no caer en la cuenta de que representan caras opuestas de la misma moneda
aunque en el caso de Susana, esta, perfectamente podría sostenerse en un desarrollo al
margen de Elisa, cosa que en el caso de la segunda sería imposible dado que la autora
elige enfatizar con Susana la gravedad sobre los aspectos del martirio psicosocial de
Elisa.
Al igual que Elisa, Susana es una mujer de clase media que ronda los cuarenta y que ha
cursado estudios universitarios pero que al contrario que nuestra protagonista, carga las
irregularidades de un pasado que degrada su estatus presentándola como fruto de actos
libertinos y episodios sicóticos. La autora no perdona su ausencia de dignidad
profesional y la enmarca en una suerte de persecución inestable y vana de falso prestigio
social. Este personaje, lo emplea la autora para llenar los momentos de vacío de Elisa
ante el exceso agónico que resulta de las repetidas descripciones de sus salidas
nocturnas, las calles laberínticas y el tedioso trabajo en la representación fraudulenta de
la editorial. Elisa sostiene a duras penas una moral y una ética que se desvanecen a sus
pies como la hipotética solidez de la estructura social sobre la que se arrastra
quejumbrosa y delirante mientras que Susana participa de la decadencia sin embutirse
de conciencia al margen de la representación de lo absurdo2.

Susana encarna la espontaneidad y el cosmopolitismo. El frenético deseo de subyacer a


una existencia sobrecargada de viejos valores que le quedan anticuados a un progreso
decadente de trabajos temporales y contratos precarios que acoge el tipo de
obsolescencia creativa de la que ella hace uso. Es un personaje cuyos parámetros no
acaban de definirse. Se va del mismo modo espontáneo que viene.

2
Referencia hecha de la obra de A. Camus (1996). El mito de Sísifo, El hombre
absurdo. Trad. E. Benítez. Madrid. Biblioteca Camus, Alianza Editorial.

Marcelino Mba 6
La pretensión de la autora es arrojar sobre ella la inversión de los valores éticos que
debieran sostener la columna vertebral del sentido existencial de Elisa pero este objeto
se ve frustrado cuando ambos personajes quedan igualados en la susceptibilidad
neurótica, cuando se invierten los roles y Elisa acusa las evidencias de la crisis
psicosocial. Susana debe desaparecer para que nuestra protagonista vea realizado el
objeto de la narración sobre la que se sostiene; no sin antes dejarnos algo de luz sobre
un supuesto posible que la anima. A juzgar por el modo en que Elvira Navarro arremete
contra el arquetipo de Susana, da la impresión de que se trata de un recelo que encuentra
su correspondencia con alguien de características similares en la vida real. Elisa ve con
extrañeza el modo de vida de Susana pero en el fondo la admira cuando admite, “Lo que
me había parecido irritante y estrafalario de ella, y me había llevado a suponer que tenía
menos años, era lo que al mismo tiempo admiraba, pues esa forma de conducirse no
dejaba de ser una resistencia. Sin embargo, el verla alardear de la ropa nueva me hacía
descreer. Tal vez Susana nunca había buscado diferenciarse ni salvarse ni oponer
resistencias, y era yo la que interpretaba a través de categorías que solo me retrataban a
mi” (142-143). También, este antagonismo puede encontrar sus motivos en un deseo de
liberación reprimido por la conciencia del deber y lo justo en la persona de Elisa.

6 -LA OPOSICIÓN CATEGORIAL

Es conveniente observar que hay a lo largo de la obra, una constante manifestación de la


oposición categorial de los personajes y de los espacios, estructurada por el discurso de
la protagonista y que posibilita la diferenciación gradual que esta articula con
predilección de unos sobre otros.

La primera de estas oposiciones es la que se da entre la disposición de los apartamentos.


Elisa se ve en la obligación de cambiar su apartamento de Tirso por otro en Aluche. Ese
cambio está directamente relacionado con un estado de degradación que se extiende
desde la devaluación de su nivel adquisitivo hasta la alteración de su juicio respecto del
entorno que la rodea y que prejuzga afectada por la obligación de verse sometida al
tedioso tránsito que acomete entre largos trayectos en el transbordo de transportes
públicos hacia la redacción y las caminatas en las que no acaba de evadirse de su
conciencia analítica quebrantada.

En el caso de Elisa y Susana, el antagonismo se refleja de manera clara. Susana encarna


un caos ordenado equivalente a las nervaduras de la ciudad que Elisa otea en busca de
una certeza lógica sobre la que posicionarse. El resto de los personajes funciona como
un medio conductor para la justificación del trastorno psicosocial donde llama la
atención la sucesión de referencias desairadas hechas sobre los viejos.

La referencia más clara de oposición categorial de los personajes es la que concierna a


Fabio y Germán. Desde un punto de vista estructural ambos personajes se articulan en
polos opuestos de la novela dado que el relato se inicia con Fabio y termina con
Germán. Estos dos personajes hacen más profunda aún la diferencia categorial entre
Elisa y Susana. La minuciosa descripción fisonómica y los datos que conforman la
caricatura esperpéntica de Fabio distan mucho de la flexibilidad de los detalles sobre
Germán. Por otro lado, mientras que Fabio ejemplifica la materialización del trastorno
de Susana, Germán en cambio viene a reforzar el ascenso catártico de Elisa hacia un fin
idealizado en la persona de la escritora alto clasista con un compañero sentimental
adecuado a su estatus y una hilarante historia que contar fruto de su asombrosa

Marcelino Mba 7
experiencia. Germán viene a ser la victoria sobre todos los Fabios del mismo modo que
Elisa ejemplifica la victoria sobre todas las posibles Susanas.

7- CONCLUSIONES

Aunque no aparece en el índice, es conveniente hacer una referencia respecto del caso
de la violencia.
El propio concepto de la desesperación que atañe a la circunstancia social en la que se
enmarca la obra es sinónimo de violencia. La narración desarrolla un entorno hostil
donde todo es susceptible de afectación. El dibujo hecho por la autora sobre los ataques
de “los del camión” dice más de la conducta parasocial de ciertos individuos en la
marginalidad que de un acto deliberado de violencia hacia una persona concreta. La
relevancia del mismo vine dado de la situación que atraviesa la protagonista. A los ojos
de la neurosis las calles y las avenidas, el estado de los edificios y hasta la máscara de
los ancianos parece adquirir un enfoque violento pero el mayor grado de violencia
procede de la ejecución del desarrollo. Habérselas con un proyecto literario entraña
aspectos y secretos del alma conocidos sólo por el autor pero que en mayor o menor
grado pueden revelarse sutilmente ante una lectura imparcial y experimentada. Lo único
que encuentro violento es la escritura aburrida, capciosa y llena de tópicos sin misterio
de Elvira Navarro. Por lo de más, el ejercicio de desarticular estas veleidades es del todo
aconsejable para reafirmarse uno en sus preferencias literarias y en sus convicciones
morales.

8- REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

CAMUS ALBERT (1996): El mito de Sísifo, El hombre absurdo. Trad. E. Benítez.


Madrid. Biblioteca Camus, Alianza Editorial.

MARCUSE HERBERT (1968); El hombre unidimensional. Ensayo sobre la ideología


de la sociedad industrial avanzada, Trad. A. Elorza. Barcelona, Seix Barral, S.A.

Marcelino Mba 8

También podría gustarte