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Imagen: Télam
Algo similiar ocurrió con noticias que indicaban que Argentina “tiene la tasa más alta
de personal de salud infectado con covid a nivel mundial”. Esta información, que fue
replicada por muchos portales y grandes medios de comunicación, fue desmentida por
la OMS al señalar que hasta el momento no se publicó ningún registro a nivel mundial
sobre profesionales de la salud contagiados en relación al resto de la población
infectada y que, por lo tanto, es un error afirmar que nuestro país tiene el mayor
porcentaje global de personal médico afectado.
Zuazo resaltó que “en estos momentos hay una gran cantidad de desinformación que
es producto, entre otras cosas, de una fuerte demanda de las personas de recibir
información permanentemente”. Para la especialista “es una cuestión de oferta y
demanda”, ya que “las personas están demandando noticias que, en general, buscan
confirmar algo que ya previamente creían, pero en este momento lo que se agrega es
que estamos en una situación nueva para la que no siempre hay respuestas”. “Se
suele creer que en la ciencia no hay debate y no es así. La covid es un virus que se
conoce poco y se están tomando medidas que no responden a planes previos porque
hay discusiones en tiempo real dentro de la ciencia sobre cómo abordarlo”, subrayó en
la misma línea Mazzuchini.
Un caso paradigmático que tuvo lugar durante los primeros días de aislamiento fue el
de un audio, que tuvo gran difusión, en el que una supuesta médica del hospital
Malbrán daba recomendaciones e incitaba a que las personas salieran de forma
masiva a comprar a los supermercados porque, según ella, “venía la peor semana de
contagio”. Luego, el propio personal del hospital dijo que la mujer no era parte de su
equipo. Con respecto a esa fake news, a Zuazo remarcó que en las redes sociales no
actuamos racionalmente sino emocionalmente. "Cuando damos me gusta o incluso
cuando compartimos una noticia y escribimos algo supuestamente racional estamos
haciéndolo desde lo emotivo", dijo, y agregó que "las medidas como la que tomó
WhatsApp --no se puede reenviar un mismo mensaje a más de una persona-- limitan
la circulación de información que se ha multiplicado en estas semanas”.
En ese sentido, Mazzuchini marcó la diferencia entre los dispositivos en los que
circulan las noticias falsas: “No es un fenómeno solo de redes sociales, también
sucede en los medios tradicionales. Sin embargo, creo que WhatsApp es muy capilar
y en ciertos casos puede ser muy proclive para la desinformación, porque se usa para
comunicación con amigos o familia. Si el audio es enviado por alguien conocido,
solemos creer en él”.
Otra cosa que influye en la credibilidad del mensaje, según Aruguete, es la autoridad
de quien lo envía: “Si el emisor del mensaje tiene reputación, es un elemento
fundamental para darle crédito. Poner información en boca, por ejemplo, de una
supuesta médica es un elemento que hace al mensaje”. Zuazo resaltó que “esas
réplicas de información se hacen por un acto puramente emocional y ni siquiera
respetan el patrón político. Los audios o mensajes que son tan urgentes, estridentes y
que nos dicen: 'nos vamos a morir todos', incluso superan lo partidario”.
Por último, Mazzuchini cuestionó el concepto de "infodemia" acuñado por la OMS. “La
figura de la pandemia para entender la información es inadecuada porque nosotros no
somos meros receptores de un virus en la relación que tenemos con la información”,
señaló. El licenciado consideró que “tenemos capacidades críticas, y eso juega
cuando recibimos un mensaje. El problema de la mala información no es equiparable
con un virus porque no habrá nunca una vacuna contra la mentira". "Como metáfora
es efectiva, pero no hay que caer en la trampa de creer que recibimos desinformación
como si fuésemos tontos culturales". En ese sentido, agregó que "la manera de
prevenir la desinformación es con buena información”.