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FACULTAD DE HUMANIDADES

ESCUELA ACADÉMICO PROFESIONAL DE PSICOLOGIA

MONOGRAFÍA

“ASESINOS CON EZQUISOFRENIA”

AUTORES:

DÍAZ RUÍZ, Vania

ESPIRITU VERGARA, Luis

FERNANDEZ LIZARRAGA, Hellen

ASESORA:

TERRY TORRE, Lizeth

HUARAZ - PERÚ

2019
ÍNDICE

pagina

INTRODUCCIÓN...........................................................................................................3

I. EZQUIZOFRENIA..................................................................................................5

II. SÍNTOMAS..............................................................................................................5

III. CAUSAS................................................................................................................8

IV. EPIDEMIOLOGÍA..............................................................................................8

V. TIPOS....................................................................................................................9

VI. LA INCIDENCIA DE LA ESQUIZOFRENIA...............................................11

VII. ASESINOS CON ESQUIZOFRENIA..............................................................12

VIII. RIESGOS DEL PROCESO PENAL................................................................16

IX. RIESGOS POSTERIORES A LA EXCARCELACIÓN:..............................22

CONCLUSIONES.........................................................................................................24

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:.......................................................................25
INTRODUCCIÓN

El trastorno mental es una alteración de tipo emocional, cognitivo y/o comportamiento,

en que quedan afectados procesos psicológicos básicos como son la emoción, la

motivación, la cognición, la conciencia, la conducta, la percepción, la sensación, el

aprendizaje, el lenguaje, etc. Lo que dificulta a la persona su adaptación al entorno

cultural y social en que vive y crea alguna forma de malestar subjetivo.

No es fácil establecer una causa-efecto en la aparición de la enfermedad mental, sino

que son múltiples y en ella confluyen factores biológicos (alteraciones bioquímicas,

metabólicas, etc.), factores psicológicos (vivencias del sujeto, aprendizaje, etc.) y

factores sociales (cultura, ámbito social y familiar, etc.) que pueden influir en su

aparición.

 Este tipo de enfermedad o trastorno abarca una amplia gama de problemas:

Trastornos de Ansiedad

 Trastorno de Pánico

 Trastorno Obsesivo-Compulsivo

 Fobias

 Trastorno bipolar Depresión

 Trastornos del estado de ánimo

 Trastornos de la personalidad

 Trastornos Psicóticos (Esquizofrenia)

Es preciso definir que un asesino serial es aquel que mata por lo menos en tres

ocasiones con un intervalo entre cada asesinato. Los asesinos seriales suelen ser

personas muy formadas, muy lúcidas, que cometen sus crímenes siguiendo un patrón
determinado. Pero en su conducta pública son seres humanos completamente normales,

al menos en lo que se alcanza a percibir, la realidad es que cualquiera puede ser un

asesino serial, además también cualquiera puede ser víctima de ellos.

Aquellos que padecen de esquizofrenia, tienen trastornos psicopatológicos que invaden

todas las áreas de la personalidad, así observamos alteraciones en el pensamiento

caracterizado por disociación e incoherencia, representando las ideas delirantes. Estas,

se traducen en delirios de grandeza, de invención de celos, místicos, de persecución,

estos sin lugar a dudas son los de mayor peligro ya que el individuo siente que “debe”

defenderse de los que lo espían o lo controlan. Además de presentar graves problemas

de memoria, o una marcada amnesia como consecuencia también del delito, no

recuerda, no reconoce. Esta pérdida de memoria está vinculada asimismo a la

desorientación que puede llegar a tener con relación al tiempo y al espacio en el que se

encuentra.
I. EZQUIZOFRENIA

La esquizofrenia es un trastorno grave del neurodesarrollo que dura toda la vida

y que afecta la forma cómo una persona piensa, siente y se comporta. También

se muestra un comportamiento desorganizado y capacidad cognitiva alterada.

Pueden escuchar voces o ver cosas que no están allí. Pueden pensar que otras

personas están leyendo sus mentes, controlando sus pensamientos o intentando

hacerles daño. Estos comportamientos pueden asustar y desconcertar a las

personas con la enfermedad y hacer que se aíslen de los demás o se pongan

sumamente agitados. También puede hacer que sea aterrador o desconcertante

para las personas que los rodean.

Las personas con esquizofrenia a veces hablan sobre cosas extrañas o inusuales,

lo que puede dificultar el mantener una conversación con ellos. Pueden sentarse

durante horas sin hablar ni moverse. A veces, las personas con esquizofrenia

parecen estar perfectamente bien hasta que hablan de lo que están pensando.

II. SÍNTOMAS

Los síntomas "positivos" se conocen como positivos porque son

comportamientos adicionales que generalmente no se ven en las personas sanas.

Para algunas personas, estos síntomas van y vienen. Para otras, los síntomas se

estabilizan con el tiempo. Estos síntomas pueden ser graves, aunque en otras

ocasiones, no se notan. Los síntomas positivos incluyen:

 Alucinaciones: cuando una persona ve, oye, huele, sabe o siente cosas

que no son reales. Muchas personas que tienen este trastorno oyen voces.

Las personas que oyen voces pueden haber estado escuchándolas por
mucho tiempo antes de que sus familiares y amigos se den cuenta de que

tienen un problema.

 Delirios: cuando una persona cree cosas que no son ciertas. Por ejemplo,

una persona puede creer que las personas que salen en la radio o en la

televisión están hablando directamente con él o ella. A veces las personas

que tienen delirios pueden creer que están en peligro o que otros están

tratando de lastimarlos.

 Trastornos del pensamiento: cuando una persona tiene formas extrañas o

ilógicas de pensar. Las personas con trastornos del pensamiento pueden

tener problemas para organizar sus ideas. A veces una persona deja de

hablar en medio de un pensamiento o inventa palabras sin sentido.

 Trastornos del movimiento: cuando una persona exhibe movimientos

corporales anormales. Puede repetir ciertos movimientos una y otra vez,

lo que se conoce como estereotipias. En el otro extremo, puede dejar de

moverse o de hablar por algún tiempo, un estado poco común llamado

catatonia.

SÍNTOMAS NEGATIVOS

Los síntomas "negativos" se refieren a abstinencia social, dificultad para

mostrar emociones o problemas para funcionar normalmente. Las

personas con síntomas negativos pueden requerir ayuda con las tareas

diarias. Los síntomas negativos incluyen:

 Hablar con voz apagada

 Falta de expresión facial, como una sonrisa o el ceño fruncido

 Dificultad para sentir la felicidad


 Problemas para planificar y mantener una actividad, como ir al

supermercado

 Hablar muy poco con otras personas, incluso cuando es importante

Los síntomas negativos son más difíciles de reconocer como parte de la

enfermedad y pueden confundirse con la depresión u otros problemas.

SÍNTOMAS COGNITIVOS

Los síntomas cognitivos no son fáciles de ver, pero pueden dificultar que la

persona mantenga un trabajo o se cuide. El nivel de la función cognitiva es

uno de los mejores indicadores de la capacidad de una persona para mejorar

su funcionamiento general. A menudo, estos síntomas se detectan solo

cuando se realizan pruebas específicas. Los síntomas cognitivos incluyen:

 Dificultad para procesar información para la toma de decisiones

 Problemas para usar información inmediatamente después de

aprenderla

 Dificultad para prestar atención


III. CAUSAS

Muchos factores pueden causar esquizofrenia, entre ellos:

 Genética: A veces, la esquizofrenia es hereditaria. Sin embargo, es

importante saber que solo porque alguien en una familia tiene

esquizofrenia, no significa que otros miembros de la familia también la

tendrán.

 Medio ambiente: Muchos factores ambientales pueden jugar un papel,

entre ellos, vivir en la pobreza, los entornos estresantes y la exposición a

virus o problemas nutricionales antes del nacimiento.

 Perturbaciones en las estructuras, función o química del cerebro: Estas

interrupciones pueden ser el resultado de factores genéticos o

ambientales y, a su vez, pueden causar esquizofrenia.

Desde un punto de vista científica se ha aprendido mucho sobre la esquizofrenia, pero

se necesitan más investigaciones para ayudar a explicar sus causas.

IV. EPIDEMIOLOGÍA

Se piensa que la esquizofrenia afecta primordialmente a la cognición, pero también

suele contribuir a la aparición de problemas crónicos del comportamiento y de las

emociones. Las personas con esquizofrenia pueden tener trastornos adicionales,

incluyendo depresión y trastornos de ansiedad. Más o menos, entre el 5% y el 40% de

los pacientes esquizofrénicos han consumido algún tipo de droga al menos en una

ocasión durante sus vidas. En los pacientes suelen ser corrientes ciertos problemas

sociales, como el desempleo de larga duración, la pobreza y la falta del hogar.


V. TIPOS

Los síntomas que predominan en la evaluación del paciente son los que

dictaminan que tipo de esquizofrenia sufre. Los diferentes tipos de esquizofrenia

son los siguientes:

1. Esquizofrenia paranoide: la característica principal de tipo paranoide

consiste en la presencia de claras ideas delirantes y alucinaciones

auditivas sin claras alteraciones en la afectividad, en el lenguaje y sin

mostrar un comportamiento catatónico asociado. Suelen ser ideas

delirantes de persecución, de perjuicio o ambas, pero también puede

presentarse ideas delirantes con otra temática, aunque suelen estar

organizadas alrededor de un tema coherente. También es habitual que las

alucinaciones estén relacionadas con el contenido de la temática

delirante. Los síntomas asociados incluyen: ansiedad, ira, retraimiento y

tendencia a discutir. El comienzo tiende a ser más tardío que en otros

tipos de esquizofrenia y las características distintivas pueden ser más

estables en el tiempo.

2. Esquizofrenia desorganizada: sus características principales son el

lenguaje desorganizado, el comportamiento desorganizado y unas

alteraciones en las emociones marcadas. Puede haber ideas delirantes y

alucinaciones, pero no suelen estar organizadas en torno a un tema

coherente. Las características asociadas incluyen muecas, manierismos y

otras rarezas del comportamiento. Habitualmente, este subtipo está

asociado a un inicio temprano y a un curso continuo. Históricamente, y

en otros sistemas clasificatorios, este tipo se denomina Hebefrénico.


3. Esquizofrenia catatónica: su característica principal es una marcada

alteración psicomotora que puede incluir inmovilidad, actividad motora

excesiva, negativismo extremo, mutismo o peculiaridades del

movimiento voluntario. La actividad motora excesiva carece de

propósito y no está influida por estímulos externos. Puede haber desde el

mantenimiento de una postura rígida en contra de cualquier intento de ser

movido hasta una adopción de posturas raras o inapropiadas. Para

diagnosticar este subtipo, el cuadro debe cumplir en primer lugar todos

los criterios para la esquizofrenia y no ser más explicable por otras

causas u enfermedades.

4. Esquizofrenia residual: este tipo debe utilizarse cuando ha habido al

menos un episodio de esquizofrenia, pero en el cuadro clínico actual no

es acusada la existencia de ideas delirantes, alucinaciones,

comportamiento o lenguaje desorganizado, sobresaliendo principalmente

los síntomas negativos. Esquizofrenia indiferenciada: si una

esquizofrenia no reúne los criterios de los subtipos anteriores o presenta

varios de ellos se le llama esquizofrenia indiferenciada.

5. Esquizofrenia simple: esta constituye uno de los subtipos de la

esquizofrenia donde los síntomas de delirios y alucinaciones son

mínimos destacando otras alteraciones. Ha sido un diagnóstico que ha

estado envuelto en controversias, por lo que en la última edición del

manual DSM de trastornos mentales se ha suprimido, así como, el resto

de subtipos de la esquizofrenia. Se caracteriza por un deterioro insidioso

de las funciones mentales y del afecto emocional (inhibición psicomotriz,

falta de actividad, embotamiento afectivo, pasividad y falta de iniciativa,


empobrecimiento de la calidad o contenido del lenguaje, comunicación

no verbal empobrecida, deterioro del aseo personal y del comportamiento

social.) durante más de un año, pero sin los síntomas positivos propios de

la psicosis. Todos estos posibles síntomas suponen un empeoramiento

significativo de la actividad laboral o académica y alteraciones en las

relaciones personales.

VI. LA INCIDENCIA DE LA ESQUIZOFRENIA

La mayoría de estos criminales esquizofrénicos pueden resistir las agresivas

órdenes provenientes de sus alucinaciones, aunque es muy frecuente que estos

presenten una doble personalidad, la cual usualmente toma el control de la

situación a la hora en que el sujeto comete sus crímenes.

Existen varios tipos de comportamientos criminales esquizofrénicos:

 Simple: El individuo se va apartando lentamente de sus actividades y

del contacto con las demás personas, comienza a disminuir su

rendimiento, efectivamente disminuye su resonancia afectiva, pierde

interés en las cosas, la actividad tiende a ser escasa. El crimen,

especialmente en el adolescente, señala el desencadenamiento de un

proceso mental más profundo y grave.

 Hebefrénico: En estos casos el comienzo es brusco, agudo en sus

reacciones y la desorganización de la personalidad y el deterioro es más

rápido. Impulsividad extrema, comportamiento infantil, alucinaciones,


ideas delirantes, pensamientos incoherentes y acentuados rasgos

regresivos.

 Catatónico: Se caracteriza por perturbaciones en el control de

movimiento y por el pasaje de una etapa depresiva al estupor y

excitación. En la primera etapa, el individuo permanece quieto, existe

un negativismo marcado, indiferencia frente a los estímulos, falta de

interés, llega a perder todo control. En la segunda, existe un total

aislamiento y un proceso regresivo con pérdida del sentido de la

realidad.

 Paranoide: La sintomatología principal de este síndrome son las ideas

persecutorias y delirios que se van estructurando y se transforman en

delirios sistematizados. Existen alucinaciones y trastornos afectivos

como consecuencia de la conflictiva interpersonal. Es una personalidad

fría, retraída que reacciona por mínimos estímulos.

VII. ASESINOS CON ESQUIZOFRENIA

Hay muchos tipos de asesinos con problemas mentales. La mayoría de los

esquizofrénicos pueden resistir las agresivas órdenes provenientes de sus

alucinaciones. Un caso es el de Herbert Mullin, el cual escuchaba la voz de su

padre ordenándole que tenía que matar a una persona cualquiera. Mullin por su

parte, creía salvar el mundo, librándolo de terremotos. A diferencia de otros

asesinos seriales, él no buscaba cierto tipo de víctimas. Si no que entre ellas

encontramos a una familia, a un sacerdote, a un pordiosero y a algunos


campistas. Tras su arresto, todos estaban convencidos de tener a un paranoico

esquizofrénico frente a ellos, sin embargo, fue declarado legalmente sano. A

diferencia del resto de los asesinos, el peleó por declararse sano y no loco como

los demás. El mismo manifestó ser un buen americano, víctima de una

conspiración y que merecía la libertad. John Linley Frazier eliminó a una familia

completa de Santa Cruz (California), en 1970 porque pensaba que contaminaban

y destruían la tierra. De todos modos, fue declarado, como Mullin, legalmente

sano y sentenciado a cadena perpetua. David Berkowitz, mundialmente

conocido como el hijo de Sam, también alegó esquizofrenia, pero, pasado un

tiempo, decidió dar una conferencia de prensa donde negó la existencia del

demonio que según él moraba dentro de sus pensamientos.

Por último, pero no menos importante, analizaré al asesino apodado “El vampiro

de Sacramento”. Desde muy joven, Richard Chase es conocido por su conducta

psicótica que alterna periodos de apatía con otros de agresividad. Según algunos

psicólogos, esto es debido en gran parte a unos traumas infantiles, por las

constantes peleas entre su padre alcohólico y su madre, que más tarde terminan

divorciándose. Cuando tenía 21 años, se marcha de cas apara compartir piso con

unos amigos. Termina drogándose y comienza a esta obsesionado con la idea de

que una organización criminal trata de acabar con él, hasta tal punto que clava

con tablas la puerta de su habitación, entrando y saliendo de ella por un pequeño

agujero que había hecho en el fondo de un armario de la pared. Poco después, se

afeita la cabeza y acude asustado al médico, alegando que su cráneo se está

deformando poco a poco y los huesos de este le agujerean la piel. Al mismo

tiempo, dice sentir que se muere porque alguien le ha robado la arteria

pulmonar, y nota que su sangre no puede circular. Es hospitalizado en un


psiquiátrico, saliendo de éste al poco tiempo, pese a la opinión de algunos

médicos que lo consideran peligroso. Los psiquiatras le habían mandado

medicación, y al dejarla, empezó a creer que su sangre se estaba volviendo polvo

y que requería de otra más fresca para sobrevivir. Poco después de salir del

psiquiátrico, cae gravemente enfermo, y los médicos tras percatarse de su

obsesión por consumir sangre, lo internan de nuevo diagnosticándole una fuerte

esquizofrenia paranoide además de conducta peligrosa. Un año después, sale de

nuevo a la calle, descuartiza a numerosos perros, gatos y vacas con el fin de

beber su sangre y vísceras mezcladas con coca-cola a modo de cóctel. Él estaba

convencido de que, a causa de la falta de sangre, su estómago empezaba a

pudrirse, su corazón iba disminuyendo de tamaño y que los distintos órganos se

desplazaban en su interior. Estaba dispuesto a imitar a los asesinos Kenneth

Bianchi y Angelo Buono. Se compró una pistola del calibre 22 y guardo los

recortes de prensa que los mencionaba. 26 A los 28 años, comienza una serie de

crímenes disparando dos veces sin motivo alguno sobre un desconocido, que se

convertiría en la primera de sus víctimas. Una joven de 22 años, fue su segunda

víctima. Fue salvajemente asesinada a pocos metros de su casa cuando se

encontraba sacando la basura. Chase dispara tres veces sobre ella, y mientras

agoniza, le abre el vientre para arrancarle los intestinos, que esparce

cuidadosamente por el suelo. Luego, le corta el hígado, el diafragma, un pulmón

y los riñones, colocándolos encima de una cama. En un ataque de histeria

apuñala varias veces el cuerpo sin vida y tras beber su sangre, se pinta la cara

con ella. Finalmente, como toque final a su “obra”, defeca sobre la boca del

cadáver y abandona la casa, satisfecho. Cuatro días después comete el más

sangriento de sus crímenes entrando en una casa elegida al azar y disparando a la


cabeza de una pareja de 27 años, un niño de 6 años y un bebé de 22 meses.

Luego, llevándose el cuerpo de la mujer a una habitación, sodomiza el cadáver,

le arranca un ojo y bebe su sangre. Momentos más tarde, es sorprendido en su

macabra carnicería por alguien que llama a la puerta mientras vaciaba el cráneo

del niño, y huye a toda prisa llevándose el cadáver del bebé. En su propia casa,

decapita el cuerpo tras beberse su sangre y devorar el cerebro crudo. Es esa tarde

cuando la policía empieza a investigar. Cuando tres policías llaman a la puerta

del vampiro no obtienen respuesta, pero oyendo ruidos en el interior deciden de

vigilar el apartamento. Poco después, Chase sale de la casa con una caja de

cartón bajo el brazo, que arroja al suelo para tratar de huir al ver a los agentes en

la puerta. Su contenido se esparce por el suelo asombrando a los policías: se

trata de ropa ensangrentada y trozos de cerebro humano… El asesino es

finalmente detenido. Al registrar su apartamento, se encuentran además de un

espantoso olor a putrefacción, manchas de sangre cubriéndolo todo, huesos

humanos en la cocina y el salón, un plato con restos de cerebro encima de la

cama y la nevera repleta de recipientes con órganos humanos y animales en el

interior. En el juicio trata inútilmente de justificar sus macabros crímenes

diciendo que unas voces de seres extraterrestres y otras criaturas lo acosaban

continuamente obligándole a matar… Finalmente es condenado a pena de

muerte, aunque su ejecución en la cámara de gas nunca sería llevada a cabo,

pues Richard se suicida pocos meses después en su celda con una sobredosis de

antidepresivos en diciembre de 1980.

Riesgos que abocan a los enfermos mentales a la prisión:

Riesgos del sistema sanitario. La opción por el recurso penitenciario no responde

generalmente a una elevada peligrosidad del enfermo, sino simplemente a la


inexistencia de recursos sanitarios alternativos. La reforma psiquiátrica que

prometió la Ley de Sanidad en 1986 (desinstitucionalización de los enfermos

mentales, integración en la comunidad, etc.) se quedó prácticamente en un

enunciado de principios (ver artículo 20). Supone un riesgo potencial enorme el

hecho de que no existan medios suficientes para la prevención, la asistencia

domiciliaria, el tratamiento ambulatorio, o el internamiento en los centros de

salud, ya que muchos enfermos no pueden recibir el tratamiento médico

oportuno y al no estar controlados tienen más posibilidades de cometer un hecho

previsto como delito que los lleve a prisión. De esta forma, ésta acaba siendo el

único recurso para “tratar” al enfermo mental grave, con lo que es probable que

comience un camino cíclico de entradas y salidas de prisión.

VIII. RIESGOS DEL PROCESO PENAL.

La enfermedad mental del acusado a menudo pasa desapercibida ya que no se

detecta durante el proceso penal, sino una vez que el condenado está ya en

prisión. La falta de conocimientos de jueces, fiscales y abogados en relación a la

enfermedad mental, la escasez de peritajes que se realizan, o simplemente la

acumulación de trabajo en los juzgados, hace que los enfermos mentales pasen a

menudo por el proceso penal siendo tratados como personas no enfermas y, por

tanto, que no se haga un juicio real sobre su imputabilidad. Por otro lado, la

confusión que existe entre las penas y las medidas de seguridad como

consecuencias jurídicas del delito es patente en muchas sentencias penales, pues

muchas veces no se distingue del todo entre la imposición de unas u otras y se

tiene que pedir aclaración al respecto desde los propios centros penitenciarios.

Por último, el desconocimiento que todavía existe sobre las medidas alternativas
a la prisión hace que ésta o, en el mejor de los casos, los hospitales

penitenciarios, sean casi los únicos recursos a los que se deriven los enfermos

que han delinquido.

1. Riesgos de los enfermos mentales durante su estancia en prisión (una vez

condenados):

Sistema vicarial defectuoso. Muchos enfermos internos en centros

penitenciarios se encuentran cumpliendo penas de prisión cuando entre

sus condenas figura también alguna medida de seguridad privativa de

libertad. El art. 99 del Código penal impone el cumplimiento prioritario

de estas medidas frente a las penas de prisión (sistema vicarial), aunque

no especifica el supuesto de concurrencia de penas de prisión y medidas

privativas de libertad impuestas en diferentes procesos. Por ello, en

muchos casos se sigue cumpliendo la pena de prisión en vez de

solicitarse su suspensión al sentenciador.

2. Inexistencia de formación específica en el personal penitenciario. Los

funcionarios de prisiones no son especialistas en enfermedades mentales,

pero son responsables de que se cumplan las normas de convivencia,

higiene, comidas…, lo que no siempre es fácil con los enfermos

mentales, dada la complejidad que genera no saber muchas veces cómo

tratarlos. La ausencia de concienciación suficiente sobre la diferencia que

existe entre un interno “común” y un interno-paciente deriva muchas

veces en un mismo tratamiento para unos y otros. El profesional

penitenciario debería primar la condición de paciente a la de recluso en el

caso de los enfermos mentales graves, pero para ello es necesario que la
institución penitenciaria le forme para ello, y le apoye con los recursos y

protocolos convenientes. Desgraciadamente sólo algunos profesionales

de los equipos técnicos poseen esa formación, y muchas veces tenerla

depende únicamente de su buena voluntad.

3. Falta de coordinación entre instituciones. No existen mecanismos

definidos de coordinación entre la red pública asistencial y la

penitenciaria que permitan garantizar una adecuada comunicación entre

ambos dispositivos y que deriven en una prestación sanitaria

satisfactoria. Generalmente, dicha conexión depende del mayor o menor

interés de los trabajadores penitenciarios implicados.

4. No existen protocolos claros de incapacitación que deban iniciarse desde

prisión. Su puesta en marcha depende también en muchos casos del

voluntarismo de los trabajadores sociales y demás personal de

tratamiento de los centros penitenciarios, primando en este terreno las

relaciones informales entre trabajadores penitenciarios y fiscales.

 Diferencias en la asunción de competencias entre Comunidades

Autónomas. Existe una clara desigualdad entre unas Comunidades y

otras en relación a la preparación de los enfermos mentales para su la

puesta en libertad. El mayor obstáculo para dicha equidad está en la falta

de transferencia a las Comunidades Autónomas de los servicios

sanitarios dependientes de Instituciones Penitenciarias, prevista en la

Disposición Adicional Sexta de la Ley 16/2003, de 28 de mayo, de

cohesión y calidad del Sistema Nacional de Salud (sólo País Vasco y


Cataluña han hecho realidad este mandato). Por ello, los internos que

padecen trastornos psíquicos no reciben una atención médico-sanitaria

equivalente a la dispensada al conjunto de la población, incumpliéndose

así el mandato contenido en el art. 208 del Reglamento Penitenciario.

 Deficiente regulación normativa. Las lagunas y la falta de sistemática

normativa en la regulación de las medidas de seguridad, por un lado, y de

las unidades psiquiátricas penitenciarias, por otro, conllevan una enorme

falta de seguridad jurídica para los enfermos condenados. Los propios

profesionales penitenciarios dudan muchas veces de la base legal a

aplicar en determinados aspectos de la vida de estas personas en prisión.

 Escasa utilización de los mecanismos legales existentes. Se constata que

en muy pocas ocasiones se recurre a mecanismos contemplados en

nuestra legislación que podrían evitar estancias largas de los enfermos

mentales en prisión, o al menos en el régimen ordinario de

cumplimiento. Por ejemplo, las propuestas de suspensión de la pena de

prisión a los Jueces de Vigilancia Penitenciaria (art. 60 del Código

penal), o la concesión del tercer grado por razones humanitarias de los

enfermos muy graves con padecimientos incurables (art. 104.4 del

Reglamento Penitenciario). Que se inicien los procedimientos contenidos

en estos preceptos depende sobretodo de la iniciativa de los profesionales

penitenciarios, que brilla por su ausencia cuando padecen una sobrecarga

de trabajo.
 Inexistencia de unidades psiquiátricas en los centros penitenciarios

ordinarios, a pesar de su previsión legal (art. 183 y ss del Reglamento

Penitenciario). Ello hace que los enfermos mentales acaben

desperdigados por los módulos de la prisión o, en el mejor de los casos,

en las enfermerías.

 Programas de tratamiento en prisión. Los Protocolos de atención integral

al enfermo mental creados por la Secretaría General de Instituciones

Penitenciarias (programa PAIEM), sin dejar de ser un gran avance para

la calidad de vida de estas personas en prisión, pueden estar operando

como un arma de doble filo, dado que cada vez más jueces utilizan la

existencia de estos programas y de las enfermerías de los centros

penitenciarios para justificar el ingreso en prisión de los enfermos

mentales. Por lo tanto, el objetivo primordial de evitar su entrada en el

medio penitenciario acaba quedando en un segundo plano.

 Clima penitenciario. Los objetivos del programa PAIEM y sus

probabilidades de éxito chocan constantemente con las dificultades que

implican el ambiente penitenciario, la seguridad y el funcionamiento

regimental propio de las prisiones. Adecuar las actividades terapéuticas a

lugares de encierro conlleva un gran número de limitaciones en las

posibilidades de actuación.

 Conflictividad. Debido al comportamiento impulsivo, las reacciones

imprevistas o la falta de higiene que muchas veces presentan las personas

con trastornos mentales graves hasta que logran estar compensados en su


enfermedad deriva a menudo en conflictos con el resto de internos.

También es habitual la manipulación y el abuso que sufren por parte de

los internos comunes. La observación y mediación por parte de los

profesionales penitenciarios en este sentido es imprescindible, así como

la presencia de “internos de apoyo” que los acompañen a diario.

 Riesgo de suicidio. La presencia de un trastorno mental grave unido a la

desesperanza que supone el ingreso en prisión, constituye un factor de

riesgo autolítico mayor en los enfermos psiquiátricos que en los internos

comunes. Afortunadamente, los protocolos en Instituciones

Penitenciarias para la prevención de riesgos de suicidio son cada vez más

exhaustivos.

 Cumplimiento “íntegro” de las penas. Las dificultades para disfrutar de

permisos de salida, y para acceder al tercer grado penitenciario y a la

libertad condicional, son mucho mayores en internos con trastornos

mentales graves. Con frecuencia se trata de personas en situación de

abandono o desprotección con una desvinculación total de familiares o

instituciones que le tutelen. Muchas veces las propias familias no se ven

preparadas para acoger a enfermos con trastornos mentales graves, ni

disponen de recursos económicos para garantizar una intervención

asistencial en alguna residencia o centro privado, o se niegan a tenerlos

en casa por la alteración que supone en la convivencia familiar,

especialmente cuando los delitos han sido cometidos en el seno de la

familia. Por ello, muchos enfermos en quienes concurren los requisitos


legales para disfrutar de una mayor libertad que les prepare para la

excarcelación definitiva, en la práctica no pueden acceder a ella por la

escasez de instituciones de acogida públicas o privadas que puedan suplir

a la familia.

IX. RIESGOS POSTERIORES A LA EXCARCELACIÓN:

 Falta de continuidad en la intervención. Al no haber protocolos de

derivación del enfermo mental en su vuelta a la comunidad, el

tratamiento que se pueda haber iniciado en el programa PAIEM de los

centros penitenciarios muchas veces no tiene continuidad, provocando

fácilmente una descompensación de quienes pudieron mejorar su calidad

de vida por su contacto con el programa. Por otro lado, al haber estado

controlado el cumplimiento del tratamiento farmacológico, muchos

enfermos que salen en libertad dejan de estar supervisados y por ello

abandonan la medicación y el tratamiento. Por desgracia, muchos

enfermos mentales crónicos sólo son atendidos mientras permanecen en

prisión, y cuando son excarcelados, si no demandan asistencia de los

servicios sanitarios, acaban siendo ignorados y se desconectan por

completo del sistema de salud público.

 Falta de apoyo familiar. La excarcelación del enfermo mental debe ser

planificada con antelación y en colaboración con la familia, tutor o

institución que se vaya a hacer cargo del interno. El problema es que en

multitud de ocasiones el interno que sale en libertad no va a ser recogido


por su familia, ni por ninguna otra persona (de ahí la importancia de

tramitar los expedientes de incapacitación en los casos que corresponda).

Si el enfermo no cuenta con ningún apoyo por parte de la familia, resulta

muy difícil que se integre en la sociedad si tampoco existe una red social

y sanitaria de apoyo suficiente.

 Reincidencia. Como consecuencia de todo lo anterior, la inexistencia de

un proceso de reinserción progresivo que permita una adecuada

preparación para la vida en libertad, hace que muchos enfermos mentales

acaben ingresando nuevamente en prisión (fenómeno de la “puerta

giratoria “), lo que podría evitarse en muchos casos si existiera recursos

asistenciales suficientes y coordinación entre las instituciones.

 Exclusión social por duplicado. El riesgo de exclusión social de estas

personas es mayor dada la doble estigmatización que padecen al sumarse

en ellos la etiqueta de “enfermo mental” a la de “ex recluso”. Frente a

ello, es imprescindible que brindemos todo el apoyo y difusión que

podamos a la labor de organizaciones como Fundación Manantial o

Feafes contra este estigma.


CONCLUSIONES

En la actualidad existe un mayor número de personas con esquizofrenia dentro

de la población penitenciaria que en la población en general, esta realidad es

poco conocido para el público fuera de prisión.

La realidad penitenciaria no cuenta con un exhaustivo proceso de clasificación

para las personas que son sentenciadas y presentan algún trastorno como la

esquizofrenia, y que estas recién son observadas ya cuando la persona viendo

cumpliendo condena dentro de las cárceles.

Existen riesgos dentro de los penales para las personas con esquizofrenia ya que

existe un sistema vicarial defectuoso, así mismo dentro del personas

penitenciario no existe conocimientos o una formación acerca de enfermedades

mentales. Por último, no existe una coordinación entre instituciones que

permitan garantizar una prestación sanitaria satisfactoria.


Así mismo se puede apreciar que una vez las personas con esquizofrenias

puestos en libertad no reciben un tratamiento o seguimiento una vez puesto en

libertad, es por ello que existe una reincidencia al penal.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

Avifes (s.f). Enfermedad Mental. Recuperado de:

https://avifes.org/enfermedad-mental/

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Rodríguez (2016). Esquizofrenia aplicada a los asesinos en serie. Recuperado

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https://www.estudiocriminal.eu/wp-content/uploads/2017/02/Esquizofrenia-

Aplicada-en-Asesinos-en-Serie.pdf

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