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PARTO

Proceso por el cual se produce la expulsión del feto, la placenta y las membranas


del útero.
FETO: El embrión recibe el nombre de feto tras haber alcanzado un determinado
nivel de desarrollo de los órganos (a las ocho semanas después de la
concepción), hasta el momento en que se produzca el nacimiento. El desarrollo
del feto varía cada semana y cada mes de embarazo. Durante la vida fetal no se
forman órganos o tejidos nuevos, sino que se produce la maduración de los ya
existentes.
PLACENTA: La placenta es aquel órgano (en forma de astel plano) que hace las
veces de intermediario entre la madre y el feto mientras dura el proceso
de gestación. Efectúa un intercambio metabólico entre el feto y la madre, el feto
toma oxígeno, alimento y otras sustancias, y elimina dióxido de carbono y otros
desechos.
UTERO: El útero, también denominado matriz, es un órgano muscular hueco que
se ubica en la pelvis femenina, entre la vejiga y el recto. Es el órgano de
la gestación y el mayor de los órganos del aparato reproductor femenino.

Las fases del parto normal: dilatación, expulsivo y alumbramiento


( El parto normal, paso a paso )
A medida que el nacimiento del bebé se acerca, a la madre cada vez le inquieta
más pensar cómo será el parto. Aunque cada alumbramiento es diferente, desde
un punto de vista médico, todos pasan por tres fases: dilatación, expulsivo y
alumbramiento. Conocer cómo se desarrolla el trabajo del parto, puede ayudar a
afrontarlo con más serenidad. 

Las fases de un parto normal


Desde un punto de vista médico, un parto tiene tres fases:
- La dilatación. Se corresponde al inicio de contracciones de parto, dilatación del
cuello del útero y descenso de la cabeza del feto por el canal del parto.
- El expulsivo. Es la parte final del parto.
- El alumbramiento. Corresponde a la salida de la placenta.
A pesar de que el parto es todo el proceso desde su inicio hasta la expulsión de la
placenta, en ocasiones se habla de “trabajo de parto” para definir lo que
técnicamente se conoce como dilatación, y de “parto” para la salida del feto
propiamente dicha.
Seguro que has oído acerca de partos que “han durado días”. En realidad, existe
una fase previa al proceso de parto, técnicamente conocida como “fase latente” o
“pródromos de parto”, en la que algunas mujeres empiezan a sentir contracciones
y molestias, pero en la que estrictamente el parto no se ha iniciado. A veces, esta
fase de molestias puede ser de gran duración.
1. PRIMERA FASE DEL PARTO: DILATACIÓN
La primera fase del parto va desde su inicio hasta la dilatación completa del cuello
uterino. Los médicos o comadronas utilizan una definición para hacer un
“diagnóstico de inicio de parto”. Los criterios que se utilizan no son exactamente
iguales entre países o sociedades científicas. Pero de forma muy general casi
siempre consideran tres factores:
1. Tiene que haber contracciones seguidas, al menos dos cada 10 minutos,
2. El cuello del útero, o cérvix en términos técnicos, tiene que estar dilatado,
normalmente 3 cm o más,
3. El cuello del útero tiene que estar acortado, o como se suele denominar
técnicamente “borrado”, al menos en un 50% respecto a su longitud.
Son criterios siempre algo subjetivos, y por este motivo utilizar tres criterios reduce
las diferencias en la interpretación y facilita que los profesionales sepan con
bastante precisión que el parto se ha iniciado y que a partir de ese momento
empezamos a "contar el tiempo" de verdad.
La dilatación es la fase más larga del parto. En un primer parto puede durar de 8
hasta 12 horas, o incluso más. No es verdaderamente importante mientras el bebé
y la mamá estén bien. En general, la duración de la fase de dilatación es más
corta en el segundo parto y posteriores, aunque siempre puede haber
excepciones.
A lo largo de la fase de dilatación, las contracciones del útero son cada vez más
frecuentes y duran más tiempo. Durante esta fase, y como indica su nombre, se
produce poco a poco la dilatación del cuello uterino. Al mismo tiempo, la cabeza
del feto “entra” en la pelvis (o “se encaja” en términos técnicos) y empieza a
descender hacia la vulva, lo cual se define técnicamente como “descenso”. El feto
debe atravesar la pelvis de la madre, que forma un canal algo irregular, de pocos
centímetros de largo. Este descenso es lento, y por ello tarda unas horas en
atravesar. El canal es estrecho y la cabeza pasa, pero de forma justa, por ese
canal. En la mayoría de los casos, la cabeza del feto se adapta muy bien a la
pelvis y puede aprovechar el mejor ángulo para pasar en cada nivel de ella.
Los profesionales que controlan el parto utilizan para entenderse unos planos
imaginarios para saber “a qué altura” está el feto en la pelvis materna. Reciben el
nombre de planos de Hodge, y son 4 planos. En el primer plano, el feto está
entrando en la parte superior de la pelvis. En el cuarto plano, su cabeza está ya
saliendo de la pelvis, entre el pubis y el coxis, preparada para salir. Normalmente
en la fase de dilatación el feto pasa del primer al tercer plano, y en la siguiente
fase ya pasa al cuarto plano. Pero esto es una regla muy general y pueden haber
grandes diferencias en cada mujer y parto.
2. SEGUNDA FASE DEL PARTO: EXPULSIVO
La fase de expulsivo empieza cuando se alcanza la dilatación completa y acaba
en el momento en que el feto sale completamente al exterior. Se llama dilatación
completa porque en ese momento el cuello del útero se ha dilatado tanto que
forma un solo conducto con la vagina. Más o menos corresponde
aproximadamente a 10 cm, pero el tamaño exacto cambia en cada caso.
Durante esta fase, es normal que la mujer empiece a notar una necesidad de
apretar, muy parecida a la de hacer de vientre. Los pujos de la madre son una
ayuda importantísima para ayudar el feto a salir. En un parto normal, el bebé sale
mirando hacia la espalda de su madre. Esto es debido a la forma ovalada de la
última parte estrecha que tiene que atravesar en la pelvis, entre el pubis y el coxis.
Casi todos los partos ocurren así, porque es la forma más eficiente para salir. De
forma natural el feto adapta su cabeza, como si fuese un obús, para poder salir
ocupando el menor espacio posible.

Esta fase expulsiva puede durar desde una a dos horas habitualmente, pero si se
ha administrado anestesia epidural puede ser más larga. Igual que con la
dilatación, suele ser más rápido cuando la mujer ha tenido más hijos.
La salida del bebé
Dentro de la fase del expulsivo, evidentemente el momento más importante para
los padres es la salida de la cabeza. También es el momento más importante para
el profesional, que deberá poner la máxima atención para que todo transcurra de
la forma más natural posible y, a la vez, de forma controlada. Es importante que la
cabeza del bebé salga lentamente para evitar una descompresión brusca y que se
proteja el periné (espacio entre el ano y la vagina materna). Es normal que la
mujer sienta la necesidad de empujar muy fuerte en el momento en que sale la
cabeza, pero es importante controlar esta fuerza para asegurar que la salida sea
lo más suave posible. En ese momento, la ayuda de un profesional experimentado
es fundamental, porque ayuda a la salida lenta de la cabeza y, a continuación, de
los hombros, protegiendo en todo momento el periné de la madre. Una vez estén
fuera cabeza y hombros, el resto del cuerpo saldrá al exterior sin ninguna
dificultad.
La protección del periné es muy importante antes de que salga la cabeza fetal por
él. Si se considera que el periné no se distiende bien, especialmente en las
mujeres para las que es el primer parto (primíparas), en ocasiones se realiza
una episiotomía (un pequeño corte) para reducir el riesgo de que se produzca
un desgarro. La necesidad de episiotomía es mucho menor si se ha preparado el
periné, si el parto y el expulsivo han podido transcurrir con un tiempo adecuado
para que el periné se adapte poco a poco. Por supuesto, la necesidad es muy baja
en los siguientes partos.

Una vez el bebé está finalmente fuera, se colocará sobre el pecho de la madre
para guardar contacto con ella, piel a piel.
3. TERCERA FASE DEL PARTO: ALUMBRAMIENTO
Aunque es habitual utilizar este término como sinónimo de parto, en medicina esta
tercera fase hace alusión, en realidad, a la salida de la placenta. El parto no ha
acabado técnicamente hasta que sale la placenta y las membranas ovulares. Una
vez vaciado el útero, se ponen en marcha unas señales que hacen que la placenta
se desprenda y se expulse. Es un proceso muy delicado porque la placenta recibe
muchísima sangre. Por ello, inmediatamente después de desprenderse la
placenta, la madre tiene una gran contracción uterina continua. El útero se cierra
fortísimo, como un puño, y esto evita el sangrado que aparecería después del
desprendimiento de la placenta.
En ocasiones a la placenta le cuesta salir y se considera que es mejor actuar,
porque es una de las causas de hemorragia postparto. Es una de las
complicaciones más frecuentes en entornos en los que no hay profesionales. En la
historia ha sido una de las causas más frecuentes de muerte materna en el parto,
y por desgracia todavía lo es en algunas partes del mundo. En medios con
recursos, es una complicación muy importante y que requiere atención muy
urgente y especializada. Pero hoy en día se dispone de muchísimas armas
terapéuticas y la hemorragia postparto se consigue controlar en prácticamente
todos los casos, de forma que la mortalidad materna por esta causa se ha
reducido casi a cero.

Es habitual y una recomendación de la OMS que se realice un alumbramiento


“dirigido”, suministrando oxitocina con la salida del feto, dado que se ha
demostrado con estudios científicos que con esta medida se reduce el riesgo de
hemorragia postparto.
Los pujos en el periodo expulsivo
( El parto normal, paso a paso )
En el periodo expulsivo, la etapa del parto que va desde la dilatación completa (10
cm) hasta la salida del bebé, es cuando hay la mayor actividad de contracciones
uterinas, dado que se requiere mucha fuerza para ayudar a salir al bebé. No
obstante, con la fuerza del útero no suele ser suficiente y es por ello que este
periodo la madre nota la sensación de pujo, es decir, ganas de empujar. Se trata
de un mecanismo biológico que permite que la fuerza del útero y la de la pared
abdominal de la madre se combinen para poder ayudar a la salida de la cabeza
del bebé. 

Las ganas de empujar


Los pujos o "empujones" del parto tienen un origen reflejo y están provocados por
la compresión de la cabeza fetal sobre el suelo pélvico.A pesar de que la madre
sienta la necesidad involuntaria de empujar, es posible intentar controlar los pujos
para mejorar el desarrollo del parto. Así, la comadrona te indicará que sólo se
debe empujar cuando estés en dilatación completa y durante la contracción, para
así unir tu fuerza con la del útero. De otra forma se gasta mucha energía sin
ningún efecto.
Por otra parte, es habitual “empujar mal”. El pujo para que sea efectivo y útil debe
hacerse contrayendo la pared abdominal y haciendo fuerza en dirección
descendente. El pujo debe ser intenso y lo más prolongado posible para que sea
más eficaz.
Existen dos tipos de pujos

 El pujo en valsalva, aquel que se realiza bloqueando la respiración tras


haber hecho una inspiración profunda
 El pujo en espiración, que es aquel que se realiza dejando salir el aire
mientras realizas el pujo. Aunque en general el pujo en espiración es menos
traumático tanto para el suelo pélvico de la mamá como para el bebé, cuando
se ha utilizado analgesia peridural suele ser menos eficaz puesto que la madre
tiene poca sensación de pujo.

No hay límite de tiempo siempre que haya una buena evolución del descenso del
bebé, pero en general se dice que en nulíparas (madres primerizas) dura de 2 a 3
horas y en multíparas 1 o 2 horas si no se ha administrado analgesia peridural. Si
se ha administrado analgesia epidural hay que añadir un ahora más.
La salida de la cabeza del bebé
La protección del periné es muy importante antes de que salga la cabeza del
bebé. Si se considera que el periné no se distiende bien, especialmente en
primíparas, deberá realizarse una episiotomía.
La cabeza del feto debe dejarse que salga lentamente con el fin de evitar una
descompresión brusca y protegiendo el periné o la episiotomía en caso de que
existiese. Hay que evitar que la paciente realice un pujo fuerte en el momento de
salida de la cabeza o los hombros. Posteriormente se tira con fuerza pero
lentamente para la salida del tronco. Luego se deja salir primero la cadera anterior
por debajo de la sínfisis, lo que se consigue bajando el tronco. La cadera posterior
sale levantando el tronco del bebé.
 

Parto vaginal después de cesárea: ¿es posible?


( El parto normal, paso a paso )
Muchas madres creen que después de una cesárea ya no es posible tener
un parto vaginal. Sin embargo, en la mayoría de los casos sí lo es. Analizamos en
profundidad cuándo está recomendado el parto vaginal tras una cesárea con
Begoña Muñoz, especialista en Ginecología y Obstetricia en el Hospital Sant Joan
de Reus (Tarragona).

¿Cuándo está recomendado el parto vaginal tras una cesárea?


En general, se puede intentar un parto vaginal después de una cesárea en
aquellas madres que tengan solo una cesárea y un periodo entre la cesárea
anterior y el parto superior a 18 meses. Sin embargo, debemos tener en cuenta
que el parto en estas pacientes tiene que ser bajo vigilancia de control de las
contracciones y el bebé, ya que existe un pequeño riesgo (inferior al 1%) de que
se abra la cicatriz durante el parto. Por ello, antes de decidir la vía del parto ante
un nuevo embarazo, debemos considerar aquellas circunstancias que ya sea por
la mama o el bebé desaconsejan un parto vaginal.
¿Qué factores maternos desaconsejan realizar un parto vaginal tras una
cesárea?

 Si se han realizado dos o más cesáreas anteriores.


 Si entre la realización de la primera cesárea y el parto actual han pasado
menos de 18 meses.
 Si persiste la misma complicación en la madre que originó la indicación
médica de la primera cesárea, como enfermedad o infección materna grave o
problemas uterinos.
 Si se detectó placenta previa, una complicación del embarazo que hace que
la placenta esté situada en el cuello uterino, hecho que imposibilita la salida del
bebé vía vaginal.
 Si el tipo de incisión realizada en el útero en las anteriores cesáreas fue
clásica o en T invertida (excepcional en la práctica habitual).

¿Qué factores fetales desaconsejan realizar un parto vaginal tras una


cesárea?
Las causas fetales que recomiendan realizar otra cesárea son:

 Si el feto presenta alguna enfermedad o su crecimiento y desarrollo no son


los adecuados, como sucede en caso de diagnosticar retraso de crecimiento
intrauterino.
 Si existe macrosomía fetal, es decir, cuando el peso fetal es superior a
4000 gr sobrepasando el percentil 97.
 Si se trata de embarazos gemelares de altor riesgo.
 Si existe una presentación fetal distócica, es decir, cuando el feto no viene
de cabeza o lo hace de forma anómala en el canal del parto, con lo cual podría
dificultar el parto vía vaginal.
 En circunstancias donde el trabajo de parto aumentaría el riesgo de
complicaciones para el feto y, por tanto, se beneficiaria de nacer por cesárea.

Una vez descatados todas estas contraindicaciones, ¿es seguro el parto?


Sí, lo único que hay que tener en cuenta es que una cesárea conlleva una cicatriz
en el útero y puede aumentar el riesgo de complicaciones en el siguiente parto en
comparación con las madres que han tenido un parto vía vaginal. En la actualidad,
podemos conocer de antemano las mamas que presentan una debilidad en la
zona de la cicatriz y por tanto tienen mas riesgo de complicaciones.

En la ecografía del tercer trimestre, entre las 34 y 36 semanas de embarazo,


podemos medir el grosor de la pared uterina, llamada “segmento uterino inferior”
(que incluye la cicatriz) y saber si existe riesgo de problemas de esta cicatriz
durante el parto.
¿En qué consiste la medición del segmento uterino inferior y para qué sirve?
Esta medición se realiza mediante una ecografía específica por vía vaginal o vía
abdominal, en función del momento en que se realizó la cesaría, ya fuera de forma
programada o durante el trabajo de parto. Se toma la medida del grosor de la
pared uterina que nos permite identificar aquellas embarazadas con alto riesgo de
complicaciones y, por tanto, desaconsejar el parto vía vaginal.
Después de una cesárea, la mayoría de mujeres tienen un grosor de la pared
uterina dentro de los parámetros de normalidad, dato que se asocia a un bajo
riesgo de complicaciones durante el trabajo de parto. La realización de esta
prueba mediante ecografía en las semanas previas al parto permite seleccionar a
las embarazadas con mayor riesgo de complicaciones y brinda la oportunidad a la
mayoría de ellas a tener un parto vía vaginal con bajo riesgo de complicaciones.

“Como especialista en obstetricia –nos cuenta Muñoz– desde hace dos años
realizamos la medida del segmento uterino inferior a todas las gestantes con
cesárea. Esto nos permite realizar partos por vía vaginal a mujeres con cesárea
previa, con resultados muy satisfactorios, disminuyendo el número de cesáreas
programadas, aumentando los partos vaginales y la satisfacción de las madres”.

¿Qué son las maniobras de Leopold?


Las maniobras de Leopold consisten en cuatro acciones distintas que
ayudan a determinar el acomodo fetal y aquí te las explicamos todas.
 Las maniobras de Leopold (descritas por primera vez en 1984) son una
serie de movimientos que hacen los ginecólogos, enfermeras obstétricas
y parteras para conocer cómo “viene” el bebé, de acuerdo con los
resultados los expertos determinarán y recomendarán si el pequeño
nacerá vía cesárea o vaginal.

“Estas maniobras las utilizamos con frecuencia para conocer la posición


del feto y así ofrecerle a la mujer una recomendación de cómo sería
mejor el nacimiento de su hijo, puesto que al final del embarazo el
pequeño se mueve mucho y puede ir cambiando de posición día tras día,
pero cuando no existen las condiciones necesarias para que nazca vía
vaginal se recomienda la cesárea”, explica la gineco-obstetra Guillermina
Ramírez Argüelles.

Todo lo que debes saber sobre las maniobras de


Leopold
 

Las palmas de las manos son como un ultrasonido

Cuando no se tiene la oportunidad de realizar un ultrasonido y conocer la


cómo “viene el bebe”, los expertos en ginecología y obstetricia llevan a
cabo las maniobras de Leopold, que permiten incluso momentos antes
del parto o cesárea, conocer la posición del pequeño.

Son las palmas de las manos las utilizadas para palpar el abdomen y
llevar a cabo las maniobras de Leopold que se clasifican en cuatro:

A) Presentación fetal

Gracias a esta maniobra se precisa si el feto viene en posición cefálica o


pélvica. Es decir, si el bebé viene de “pompas” o de cabeza.

B) Posición fetal

Mediante esta maniobra se puede determinar si el dorso del feto se


encuentra del lado derecho o izquierdo con relación a la madre.

C) Situación fetal
Con esta maniobra se precisa cuál polo fetal ocupa la parte inferior del
abdomen materno. Es decir, cefálico (cabeza), transversal (atravesado),
oblicua (en diagonal) o podálico (pies). Con esta maniobra se confirma la
presentación fetal

D) Actitud fetal

La maniobra permite que se palpe la relación que guardan las distintas


partes fetales entre ellas. Normalmente la actitud cambia a lo largo de la
gestación y en los últimos meses el producto toma su actitud definitiva.
Puede encontrarse en actitud indiferente, en flexión (lo más frecuente),
en extensión o en hiperextensión.

Con esta cuarta maniobra se checa si el feto está con los brazos
doblados, las piernas estiradas o viceversa, si tiene la cabeza hacia
adelante o atrás y demás.
*Imagen: Wikipedia
“Las maniobras de Leopold se recomiendan hacerse a partir de la
semana 32, porque antes podrían lastimar al binomio: madre-hijo;
además, estas maniobras deberán realizarlas expertos para que no sea
doloroso para la madre”, recomienda la entrevistada, quien indica dichas
maniobras también “nos precisan el fondo uterino, es decir, la distancia
entre el pubis y la parte superior del útero”.

Las maniobras de Leopold están diseñadas para ser realizadas por


personal experimentado ya que, si se practican por alguien que no tiene
conocimiento, podría causar molestias al feto. También cabe aclarar que
se requiere un ultrasonido para determinar con certeza la posición del
bebé.

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