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China y un lugar ineludible en una visita a Beijing. Este templo fue construido durante el
reinado de la dinastía Ming, la gran dinastía constructura de China, y era el lugar en el que el
emperador realizaba sacrificios para dar las gracias al Cielo por los frutos obtenidos y rogaba
para que las futuras cosechas sean abundantes. Eso generaría prosperidad para su Imperio.
Para acceder al templo hay que atravesar un parque enorme que es muy frecuentado por los
chinos. Los chinos suelen juntarse desde temprano en el parque a practicar tai chi, a jugar a
las cartas o a remontar cometas o a bailar en grandes grupos. Cuando tuve la oportunidad de
andar por estas tierras era pleno invierno (en enero), el frío calaba fuerte pero igualmente el
parque estaba repleto de gente. Parecía una secuencia en slow motion, por la cantida de
gente practicando tai chi en cada rincón. Y una de las cosas más simpáticas de china: las
coreografías colectivas que apasionan a los chinos. El parque está lleno de grupos de gente
que coordinan coreografías al ritmo de la música, verdaderas competencias de baile al aire
libre.