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Cuando se habla de Depresión, es común que lo primero que se piense sobre ella es acerca de un
gran problema que tiene que ver con algo que viene dentro de nosotros. Algo que tenemos como
descompuesto o que no funciona de buena manera dentro de nuestro cerebro, o incluso algo más
allá de eso. Se piensa en la depresión como un trastorno o una enfermedad; y esto no es tanto
culpa de a quien se le pregunta, pues su aprendizaje así se lo dice y estamos expuestos a ello:
diariamente vemos notas en el noticiero o vemos un programa de televisión donde invitan a
expertos y a veces no tanto, a platicar sobre el tema; y en su mayoría cuando se habla sobre la
génesis u origen de la depresión, se hable sobre algunas teorías que patologizan a la persona
deprimida. No me dejaran mentir que incluso en varias universidades y escuelas de psicología
podemos seguir observando esto de lo que hablo.
Las teorías iniciales que han marcado una relevancia (al menos por un tiempo) inicial sobre el
origen de la depresión se remontan a los teóricos psicoanalistas, donde a grandes rasgos nos
hablaban que un sujeto deprimido se encontraba así como resultado de una pérdida simbólica de
la persona amada de la infancia y en consecuencia, a manera de mecanismo de defensa, aparecía
la depresión. Es hasta un tiempo después que aparece otro modelo que trataba de dar explicación
al origen de la depresión enfatizando a un desbalance químico-hormonal que daba como
resultado la sintomatología depresiva; estamos hablando del modelo biológico-psiquiátrico, y que
hoy por hoy, este modelo se asume más como un correlato en la depresión y no como una causa.
Existe también, otro modelo un tanto más reciente a comparación de los anteriores que nos habla
sobre la implicación de factores biológicos aunado de la formación de reglas generales inflexibles y
negativas llamadas “esquemas” sobre la visión de uno mismo, el mundo y el futuro; cuyo conjunto
es conocida como la triada cognitiva de la depresión. Estos esquemas, según el modelo, serían
activados y serían una primicia en la sintomatología ante un acontecimiento relevante, y dará
como resultado la depresión. Este modelo es conocido como el modelo Cognitivo de Beck de la
depresión.
Hasta este punto, hemos revisado algunos modelos que tienen algo en común, se trata que su
explicación de la depresión en una persona básicamente viene de ella misma, desde dentro; es la
persona la que tiene la depresión y por tal motivo, su tratamiento, al menos en una mayor parte,
consiste en intervenir con eso que según cada modelo es el culpable de la aparición de la
depresión.
Sin embargo, también existen varios modelos conductuales que dan una explicación al origen de la
depresión. La diferencia clave entre los anteriores y éstos, radica en que aquí es vista como el
resultado de unas algunas contingencias ambientales, es decir, que la depresión se origina a causa
de acontecimientos ambientales, que vienen desde fuera, por decirlo de algún modo. Es
precisamente que la Activación Conductual echa mano de estos modelos para dar explicación a la
depresión y así mismo para poder intervenir en ella.
Todo esto mencionado es con la intención de llegar a este punto. Se habla entonces, desde la
Activación Conductual en particular, y de las terapias contextuales, que la depresión es algo
normal. Ya no es vista más como una enfermedad o como un trastorno, sino como una situación
en el cual una persona ha entrado debido a ciertas contingencias ambientales. No es que la
persona la posea.
Pongámoslo de esta forma: una persona en situación de depresión que ha tenido ciertos cambios,
pérdidas o circunstancias en su vida tendría una pérdida o disminución de contacto con alguna
fuente de reforzamiento estable. Es útil destacar que aunque no siempre una persona que tiene
contacto con un refuerzo positivo resulta en reacciones emocionales positivas, en la mayoría de
ocasiones la retirada de ese reforzador casi siempre resulta en reacciones emocionales adversas.
Algo así como el dicho “nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”. Cuando no hay una
diversidad de fuentes de reforzamientos estables que funcionen a manera de factor protector
contra la depresión, éstas emociones, y todos esos eventos privados que podrían resultar a causa
de la perdida de la fuente y la disminución de la conducta que reforzaba, en realidad tienen un
sentido adaptativo y evolutivo; son totalmente humanas y normales, de hecho nos estarían
indicando (de cierta forma) que hay que hacer un cambio en nuestra vida o bien tener cuidado en
un futuro para evitar nuevos conflictos o pérdidas innecesarias. La cuestión se complica cuando a
causa de esos eventos privados que resultan molestos o dolorosos, la persona ha hecho lo mejor
que ha podido para llevarla en paz con esa situación, y que de alguna manera le ha resultado a
corto plazo pero no a largo plazo incluso empeorándolo, teniendo como efecto un bucle que es
necesario modificar. Desde esta perspectiva entonces, una persona en situación de depresión no
es culpable de su situación, no lo hace a propósito, no es que quiera manipular a alguien ni que
tenga falta de motivación; no es que algo ande mal en su cabeza, es más bien un producto de las
contingencias ambientales actuales y en este sentido tiene toda la lógica del mundo.
Gracias por haber leído hasta este punto, espero que haya resultado lo menos aversivo posible. Y
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