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Mayo de 1997
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN 3
1
2.4.- LA MEDIACIÓN DEL GÉNERO 120
2.5.- LA ESTRUCTURA SOCIAL 123
2.6.- EL ACTUAL PROCESO DE CAMBIOS SOCIALES 125
2
INTRODUCCIÓN
1
En la segunda parte del texto se han tenido en cuenta los resultados de la
investigación realizada en 1996 con niños de 6 a 12 años sobre "las representaciones
infantiles sobre la salud".
2
En el caso de las mujeres se ha desarrollado el modelo completo del Sistema de
Indicadores Socioculturales. En el resto de biosocioestratos investigados sólo se han
llevado a cabo las fases cualitativas del programa de investigaciones.
3
la Promoción de la Salud y, por tanto, más enraizado en las culturas,
hábitos y usos de la sociedad creemos que puede ser de una gran ayuda
para el desarrollo de este tipo de política y, en general, para todo el
desarrollo de la Educación para la Salud en nuestra Comunidad ya que,
hasta cierto punto, una de las claves de este tipo de actuación es
conseguir que la sociedad de dote en algunos casos y desarrolle en otros,
toda una serie de pautas culturales relativas a la salud, en las que el
conjunto de hábitos y actividades saludables y de prevención pasen a
formar parte de la sociedad de forma espontánea" (Salud y Mujer, 1996:
12).
4
síntesis, la expresión y el soporte de uno de los mitos más fuertes de la
cultura moderna: la eterna juventud.
Así, tanto por estas razones como para poder contrastar los discursos
grupales con los de los otros colectivos investigados en el conjunto del
programa del SISS, consideramos que para iniciar las dinámicas de grupo
lo más adecuado sería realizar un rodeo conceptual y pragmático del
término salud, comenzando por una propuesta más cercana a sus
concepciones como son los hábitos y prácticas saludables de su vida
cotidiana, propuesta que era el producto de las reuniones realizadas
previamente con mujeres de diferentes edades en la investigación
anteriormente citada.
En base a este impulso inicial, las respuestas de los jóvenes - cuyas edades
varían notablemente y de las que damos cuenta a continuación - presentan
una significativa segmentación de criterios y más aún, de valores,
asociados a la salud y más exactamente a la vida y prácticas saludables.
Segmentación en la que está actuando de forma dominante las diferencias
de edad y las de género. Diferencias que introducen una primera ruptura
con cualquier posible homogeneización del discurso joven, salvo el que -
como adelantamos - señala las distancias actitudinales, valorativas y
emotivas con respecto a la salud. Es decir, que si algo hay en común entre
los jóvenes de diferentes edades y de ambos géneros ante la temática de la
salud, es justamente el hecho de sentirse, en conjunto, distantes de este
tema y de los aspectos diversos que lo enmarcan.
5
1.- CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LOS GRUPOS DE
DISCUSIÓN REALIZADOS.
6
En el conjunto de grupos de discusión realizados dentro del segmento joven
de nuestra Comunidad, cuya finalidad era ampliar el horizonte estratégico
de la información sobre aspectos relacionados con la salud, aparecen tres
grandes variables que destacan por su capacidad de discriminar y
organizar los discursos. Estas tres variables han sido el género, la edad y
el posicionamiento social. Realizaremos un recorrido por estas tres
variables, procurando poner en expresión el propio discurso de los jóvenes
ante la salud y la incidencia de estas tres variables en la organización de los
mismos.
1.1.- EL GÉNERO
7
que será muy diferente. Vamos yo lo veo por
mis hermanos que son unos miedicas a
cualquier cosa, a cualquier dolorcillo y luego
van de bravos y yo que sé y a nosotras nos
pasa muy diferente
(Risas)
8
regla me pongo fatal, de verdad, de verdad que
me siento enferma, vamos que me caigo, de
verdad, y luego piensas que vas a estar toda la
vida con esto es de verdad un rollo, no sé
vosotras...
9
sientas mal de enfermedad, pero, vamos que
me siento mal
3
Esta aproximación a la identidad femenina como "sujetos en relación" es decisiva
para la comprensión de las nociones y representaciones sobre la salud que se desarrollan
entre las mujeres, tal como puede leerse en el informe "Salud y Mujer" (1996:31-33).
10
cosas, no sólo a las chicas
Desde esta perspectiva será necesario destacar dos aspectos, - a los que
ya aludimos en párrafos anteriores - pero que resultan centrales para
comprender con más matices las particulares nociones de salud dentro del
segmento de mujeres jóvenes.
11
experimentan que la información y formación sobre el autocuidado (en todos
los aspectos) lo mismo que el conocimiento peculiar de su realidad
biológica y psicológica, no es trasmitido de forma reglada e institucional,
sino por el contrario, a través de mecanismos y relaciones informales que
tienen el privilegio de acentuar los aspectos emocionales y
comunicacionales pero que, al mismo tiempo son proclives a fomentar la
incertidumbre, los mitos y especialmente la contradicción:
- Yo con mi madre
12
- A mi, lo que pasa es que tengo dos hermanas
mayores y entonces hablo con ellas
- ¿Cuatro años?
13
MOD: ¿Y FUERA DEL EXAMEN, SE HABLA
DE SALUD?
- Si, un disgusto
- O una rabieta
14
sentirte bien
- Si también
- También...
- RISAS
- Pues
- No sé yo
- Es distinto
- Sí es distinto
15
en lo físico, mientras que para ellos es más
importante lo físico
- Risas...
16
En efecto, a diferencia del cuerpo masculino, cuyo destino cultural es la
individualización y la conservación (juvenilizada y productiva), el cuerpo
femenino es un vínculo vital y su destino (más promocionado culturalmente)
es la de ser nexo de la vida, tránsito de relaciones.
4
Como se desarrolla en el informe Salud y Mujer esta aproximación de la salud a la
sensación de bienestar cristaliza en los discursos de las mujeres adultas en una noción
de salud "holística" y no "bio-médica", tal como hemos desarrollado en el informe
monográfico respectivo.
17
aspectos físicos como a los emocionales, psíquicos y todos éstos a los
aspectos de tipo relacional o, dicho en otros términos, que son todos los
órdenes y registros mencionados, tributarios y expresivos de las relaciones
y los diferentes grados de satisfacción que éstos generen:
18
chafa todo
19
- Y otros se darán cuenta de los que tú les has
dado
20
En ningún caso podría afirmarse que desde lo masculino se desconoce la
importancia de lo psíquico y lo emocional en la construcción del concepto
salud pero, sin embargo, es evidente que estos factores son subsidiarios
ante la impronta central y hegemónica de lo corporal, de lo orgánico, en
tanto construcción de la noción de salud y en consecuencia de bienestar5. El
cuerpo y su potencialidad son el centro de organización y de gestión del
sentido de lo que los hombres consideran como campo de representación y
de actuación de lo que sucede en otros ámbitos, o desde otras perspectivas
de consideración como pueden ser lo emocional o lo afectivo:
21
(Voces)
22
dominancia afectiva, en el sentido más positivo y esperanzador del término,
para los hombres tiene que ver con la violencia, la agresión, la competencia,
en síntesis con la peligrosidad desde cualquiera de las perspectivas en que
se proponga. Lo masculino tienen que ver con exceso y con violencia, con la
impronta de destacar por sobre los demás, con lucha encarnizada por ser el
primero, el mejor, el que más poder tiene y al mismo tiempo el que más
capaz es de descontrolarse:
- es una pasada
- Y la cara
23
no sé no se ve mal o al revés, está bien visto...
H- Ya lo creo
(Risas)
Son extensos y diversos los trabajos que desde la perspectiva del género
señalan caminos divergentes en el proceso educativo y socializador de los
jóvenes de diferente sexo. Bastará recordar los extensos trabajos de
Colbert y consecuentemente de Caroll Guilligham sobre las dimensiones
24
ético- relacionales que caracterizan a unos y otros en la toma de decisiones
durante las edades jóvenes hasta los más recientes estudios publicados
sobre "La construcción del sexo" de Thomas Laqueur. En todos ellos, lo
convergente es la diferencia de construcción de una identidad (tanto ética,
como relacional) a partir de perspectivas diferenciales en cada uno de los
géneros.
25
Desde estas notables diferencias de consideración, chicos y chicas
construyen parámetros muy diferentes de salud. Para ellos, la salud y el
bienestar serán aspectos físicos, cuyo óptimo estado es la mejor
garantía de enfrentar cualquier forma de hostigamiento. Y esta capacidad
óptima es producto de la naturaleza humana peculiar, o en última instancia
familiar...
CHICAS CHICOS
26
ü Concepciones centradas en el ü Concepciones más centradas en
bienestar global y en el equilibrio el bienestar físico y en la
personal. potencialidad energética del
cuerpo.
ü Concepciones relacionales de la ü Concepciones más
salud. individualizadas sobre la salud.
27
APROXIMACIÓN A LAS NOCIONES BÁSICAS SOBRE LA SALUD DE
LAS MUJERES MADRILEÑAS
28
Más aún, la propia investigación entre las mujeres expresaba cómo en cada
uno de estas subespacios correspondientes a distintas nociones y
representaciones sociales sobre la salud, dichas representaciones tendían
a condensarse en una serie reducida de términos, de expresiones, de
nociones que, a modo de "atractores semánticos" de cada uno de los
subespacios citados tendían a condensar, como si fueran un imán, el
conjunto de conceptos y asociaciones con la salud correspondientes a cada
uno de los citados espacios. De este modo, por ejemplo, cuando la noción
de "salud" se condensaba en el término "vida saludable" se producían
todo un conjunto de imágenes e ideas sobre la misma completamente
diferentes que cuando el citado término se inscribía en un espacio simbólico
y discursivo en el que la noción de salud se reducía a una expresión
reductoramente opuesta a la enfermedad. Algo similar ocurría con el término
"hábitos saludables".
29
ATRACTORES E INDICADORES SOBRE LA SALUD
30
de Promoción de Salud ya que aportaría tanto el conocimiento de la cultura
de la salud de cada biosocioestrato como el lenguaje más apropiado para
dirigirse a los mismos.
31
La citada lógica de las edades, en el caso que nos ocupa, guarda una
estrecha relación con el diferente grado de desarrollo que expresa cada
una de las edades estudiadas en el proceso de maduración personal de
los jóvenes. Proceso que e l s conduce de una situación inicial en la que
todavía están inscritos en los códigos de control familiar, a otra situación
más emancipada en la que los jóvenes operan con (casi) plena autonomía
personal en lo que a sus decisiones vitales se refiere. De esta forma, y a lo
largo de este proceso, los jóvenes atraviesan por toda una serie de
situaciones que son las que parecen mediar de forma relativamente
importante el conjunto de representaciones sociales que expresan sobre la
salud, así como los comportamientos correlativos a dichas
representaciones.
Los 13-14 años, y más en el caso de los chicos que de las chicas6, son los
años de la pubertad en la que suele producirse el estirón, es decir, el
crecimiento rápido de talla que tiende a alcanzar en los 14 años su punto
más elevado (Coleman. 1985:31). Crecimiento de talla que suele ir
asociado a no menos e importantes modificaciones fisiológicas, sexuales,
en el aspecto exterior, etc., que no dejan de afectar al desarrollo de la
personalidad juvenil, de cuestionar directamente a su identidad, a la idea e
imagen que sobre sí mismo el adolescente ha mantenido hasta ese
momento. Como subraya el citado Coleman (1985:36), "incluso en los
jóvenes mejor adaptados los intensos cambios corporales afectan
profundamente a... la identidad y suponen un considerable reto para la
adaptación" del joven a su entorno.
6
Entre las chicas el estirón suele darse en edades ligeramente anteriores, a los 11-12
años.
32
Los cambios fisiológicos-psicológicos y la mayor emancipación personal
del adolescente de estas edades con respecto a su familia generan una
mayor inestabilidad en la personalidad juvenil. Quizás por ello, y como
contrapeso, los adolescentes, como subraya Coleman (1985:124), busquen
en el grupo de amigos ante todo la "seguridad" de forma que la lealtad entre
los mismos es uno de los valores más apreciados en esta fase del
desarrollo adolescente-juvenil.
33
en los siguientes capítulos, en las concepciones y representaciones
sociales sobre la salud que unas y otras edades van a producir de forma
más específica.
34
salud familiares.
Opinión producida desde estas edades adolescentes que no hace más que
ratificar el propio discurso materno a este respecto, tal como tuvimos
ocasión de desarrollar en el citado informe "Salud y Mujer" (1996:78-82). En
el entorno de esta noción más familiarista de la vida saludable, cuando
éstas jóvenes reflexionan sobre la idea de salud, sobre la vivencia de su
propia salud más personalizada, su aproximación al tema es también
coherente con esta posición más global de la vida saludable. En efecto,
estas adolescentes definen su idea de salud más personal inscribiéndola de
nuevo en una dimensión relacional y colectiva, a través del camino de la
negación, definiéndola como aquel estado de no malestar en el tiempo
que les permite desarrollar normalmente la vida de relación tanto formal
(instituciones educativas etc.) como informal (amistades, vida familiar,
divertimento, etc.). Posibilidad de poder realizar las actividades
habituales en estas edades que evidencia, de nuevo, cómo en las
nociones sobre la salud de las chicas de 13-14 años también están
presentes nociones que en edades más adultas adquirirán carta de
naturaleza, al punto de conformar uno de los tipos de vivencias de la salud
más presentes en edades más adultas, el tipo que hemos denominado
"código del aguante" en el informe "Salud y Mujer" (1996:108-109).
35
- ... y también de pasártelo bien porque si solo
estudias y vas al Cole, no es lo que más se
identifica con nosotras, también es síntoma de
no estar enferma cuando estás con ganas de
pasártelo bien
- te pones mala...
8
La noción de Vida Saludable, tal como desarrollamos en el monográfico Mujer y
Salud, es una de las nociones de la salud más directamente asociadas a la familia, a las
vinculaciones afectivas y a las concepciones holísticas sobre la salud. Es un concepto
clave en las posibles estrategias de Promoción y Prevención de la Salud.
36
- Yo creo que lo de los sentimientos, no sé, sí
que es importante, que te pueden ayudar a
estar muy bien o muy mal, pero que es algo,
que no sé, que te influye mucho, vaya....
37
porque yo creo que esas chicas que se pasan
estudiando todo el día y que no se mueven de
la silla, eso tampoco es bueno, eso no puede
hacer bien
38
parece que fueran no sé de cuántos años y
luego no son tan mayores, lo que pasa es que
antes no hacían ni deporte, ni gimnasia ni nada
En este contexto, exponen de esta forma sus valores ideales del cómo
deber ser, sin embargo, reconocen que esta forma de equilibrio ideal
entre el cuidado del cuerpo y el aprendizaje formativo e intelectual no
siempre son capaces de realizarlo y, al mismo tiempo, manifiestan su
inclinación (por lo demás, culposa) ante ciertos hábitos que les alejan de
esta noción ideal. Estos hábitos de desorden, muy característicos de
estas edades, están atravesados por desórdenes alimenticios9 y una
tendencia a la pereza física muy vinculada a la cultura sedentaria de los
jóvenes españoles, más aún en el caso de las mujeres. De esta forma, las
prácticas saludables más que un hábito, son el producto de un esfuerzo
voluntarista, de la conciencia de una disciplina necesaria que al ejercerse
por la conciencia del deber ser y no por el placer de ejercitarlas, tienden a
diluirse como costumbre y a desaparecer con los años. En este sentido,
esta posición de las jóvenes de 13-14 años no hace más que confirmar los
temores y análisis desarrollados en el texto sobre "las representaciones
infantiles sobre la Salud", en el sentido de que unas normas y consejos
saludables instaurados desde la mera racionalidad exclusiva y excluyente
del resto de factores y dimensiones de los sujetos, acaban por hacer agua,
por hacer crisis cuando estas mismas personas crecen o se ven situadas en
un marco personal muy diferenciado del anterior marco más racional y
normativo.
9
Estos hábitos de desorden "alimenticio" están igualmente presentes en los tramos
de edad inmediatamente inferiores, tal como puede leerse en el texto sobre "las
representaciones infantiles sobre la salud" de pronta publicación en esta misma colección.
39
filetito, el pescado, todo muy bien, pero luego
cuando salgo y entonces llego a la panadería
lo de los bollos me pierde
40
limpia además está menos para enfermarse,
para cualquier cosa, para mi es lo más
importante
- Si, si
- Mi madre también
41
ocuparse de eso"
(Gritos)
42
La violencia urbana tiene, para estas edades jóvenes, su expresión más
cotidiana en la falta de higiene de los espacios públicos, todo lo cual
produce una profunda desconfianza no sólo hacia los espacios como tal,
sino también hacia los sujetos ajenos a los lugares de relación más
frecuentes y ya domesticados por la frecuencia y la costumbre: la casa y los
lugares de estudio:
43
gente acatarrada y otros con tos y si hay niños
más. Yo tengo dos hermanos más pequeños y
si uno no está con catarro, el otro tiene una
herida en la rodilla y golpes, ya no veas". (M.
13-14. C. M. Alta)
44
sentido de que si en los 9-10 años se expresaba un fuerte rechazo y
condena 10, a los 11-12 esta condena se reducía en importancia y ya a los
13-14 años no sólo desaparece del discurso espontáneo sino que, cuando
se expresa, lo hace con un cierto ambivalente próximo a formas de
permisividad siempre que no haya excesos. Así, cuando se les proponen
ambos hábitos, el alcohol y el tabaco, se expresan críticas con ellos pero de
forma diferenciada. Son notablemente más críticas con el consumo de
alcohol y mucho menos con el consumo de tabaco, lo que indica
seguramente que se sienten más tentadas hacia el segundo que hacia el
primero.
Están más distantes del alcohol que del tabaco aunque consideran que
ambos son inofensivos siempre que sea en pocas cantidades y que no se
constituya en un hábito del cual depender, siempre que - por utilizar sus
propias palabras- no se convierta en un "vicio".
10
Leer "Las representaciones infantiles sobre la salud" de inmediata edición de esta
colección de Documentos Técnicos.
45
drogadictos ni nada de eso
Desde este punto de vista, pues, los 13-14 años culminan el proceso de
permisividad con respecto a estos consumos que ya se había puesto de
manifiesto en la citada investigación sobre los niños y la salud. Permisividad
discursiva, práctica denegación discursiva de estas problemáticas del
alcohol y el tabaco, que no deja de ser coherente con los comportamientos
adolescentes de estas edades, en los que se produce una incorporación
relativamente masiva a los consumos de alcohol y de tabaco. De hecho, si
se observan las edades medias en las que los jóvenes se incorporan al
consumo del alcohol y del tabaco, los datos del Sistema de Vigilancia de
factores de riesgo asociados a enfermedades no transmisibles de la
Comunidad de Madrid (SIVFRENT), nos indica que en 1996 y en el conjunto
de jóvenes de 18 a 29 años, dichas edades se sitúan en los 16,3 años para
el tabaco y 16,6 para el alcohol. El 62.8% de los fumadores se iniciaron
entre los 12 y los 14 años, mientras que en el caso del alcohol un poco más
del 50% de los jóvenes iniciaron su consumo con 14 años. Es decir, por un
lado y en el terreno de los comportamientos se fuma y se consume alcohol y,
por otro lado, en el terreno de los discursos se deniega la relación entre
estos comportamientos y la salud "biomédica". Proceso de denegación
que, a su vez, no deja de estar facilitado por el proceso cultural que escinde
y separa la juventud de la enfermedad, que hace de los jóvenes el ejemplo
de salud, de cuerpo sano y que, por tanto, facilita el que comportamientos
juveniles tan habituales como los que estamos citando se desliguen de la
salud precisamente desde su status simbólico de comportamientos jóvenes
y, por tanto, sanos, por antonomasia.
46
afuera del hogar familiar y con sus grupos de pares, va a pasar a primer
plano.
* La vida saludable.
11
En la segunda parte de este texto, tendremos ocasión de ampliar la importancia
de estos cánones en el desarrollo de ciertas patologías muy propias y significativas de
estas edades.
47
sus iguales y pueden acceder con más facilidad y con más
despreocupación a las ofertas de establecimientos de ocio.
Mientras que el espacio simbólico del campo aparece asociado a este tipo
de "liberaciones", las preocupaciones de las mujeres de estas edades en
referencia a la ciudad, se concentran todas, sin excepción, en el temor a la
violencia. Los sucesos de los últimos años, notablemente explotados por
48
los medios de comunicación masiva han hecho mella no sólo en sus
madres, sino en las mismas jóvenes, por lo que la ciudad se les presenta
como un territorio excitante, lleno de estímulos, pero a la vez temido y
peligroso. De hecho, en una reciente publicación (Comas 1994) basada en
distintas encuestas a jóvenes se destaca la elevada proporción de los
mismos que han sido objeto de una agresión. Así en 1993 un 21,4% del
total de jóvenes de 15 a 29 años encuestados declaran haber sido
atracados, un 20,2% robados y un 8,5% haber sufrido una agresión física.
Porcentajes más elevados que los obtenidos en encuestas de años
anteriores y que llevan al citado autor a afirmar que "los adolescentes se han
visto sometidos a un proceso de deterioro de sus condiciones de seguridad
personal, especialmente en lo que se refiere a agresiones hacia los chicos y
violaciones hacia las chicas" (1994:85). En esta línea de consideraciones,
las chicas de 15-16 años de los grupos no dudan en asegurar que las
ciudades son insalubres, no ya por la suciedad como afirmaban en los 13-
14 años, sino sobre todo por la cantidad y el tipo de violencia que puede
provocar.
49
- Y luego que para salir y tal, no es el rollo de
Madrid, saben que estás con tus amigos, todos
se conocen, porque es que todos se conocen y
en cuanto hay alguien nuevo ya están allí
todos queriendo saber quien es y tal
En este mismo sentido, una de las más notables diferencias con respecto a
las edades inmediatamente anteriores se sitúa en la relación con las
prácticas de higiene. En efecto, mientras en los 13-14 años, los hábitos
higienistas se sitúan en el centro consciente y explícito de sus afecciones
más destacadas, a partir de los 15 años se aprecia que las mismas ya
están incorporadas en el sentido profundo del concepto hábito, por lo que ni
siquiera son nombradas o señaladas en el discurso explícito que
desarrollan. Por el contrario, su principal preocupación en relación al
parámetro de la salud, el bienestar, y las prácticas saludables se sitúa de
forma dominante, tal como señalamos anteriormente, en la alimentación y
en el cuidado del cuerpo.
50
"- Yo creo que lo que llevamos peor es lo de la
comida porque vives, no sé vosotras, pero
yo, al menos, haciendo dietas todo el tiempo,
de un tipo y de otro
- Si yo también
- Si siempre
51
"- No puedes ir por allí sin darte cuenta que lo
que mola es tener un cuerpo deportista, no
digo de culturismo, pero que quieras o no te
cuidas, te fijas en la ropa que te compras, en
como combinar los colores, todo eso, me
parece que antes nuestros padres le hacían
menos caso pero ahora, se fijan mucho y tu
también, claro
52
"- Mi madre está todo el día, niña no te pongas
eso, cómprate una falda, venga, que yo te la
regalo y no entiende que a mi me gusta estar
con vaqueros todo el día, no lo entiende
53
gusta comer, pero claro, luego cuando vienes
sabes que te tienes que poner a dieta y para
ellos, nada, que lo que se come allí es lo
normal". (M. 15-16 años. C. M. M. Baja)
- Todo (risas)
MOD: TODO
- Los exámenes
54
- Que suerte, yo me lo como todo, no puedo
parar de comer en época de exámenes
- Si
- Si, bueno
55
"- Depende cómo te lo tomes, pero en general
la relación no sólo con los chicos sino con las
amigas, con cualquier cosa enseguida te da...
no sé
- rabia
56
interacción enfrentados a los criterios higienistas familiares y en
consecuencia a las pautas de vida y hábitos saludables que hasta unos
años antes mantenían y defendían como propios.
12
Estas siglas corresponden al Sistema de vi gilancia de factores de riesgo
asociados a enfermedades no transmisibles en población juvenil de la Comunidad de
Madrid.
57
mujeres la identidad femenina se construye a partir del desgaste
emocional, provocando vivencias y relatos de las emociones y sus
crisis:
- Mucho
- de todo (risas)
- de los culebrones
58
- de los culebrones
59
mis tías lo mismo y todas
60
cuidan muchísimo
- exacto
61
mayoría de estas jóvenes aún no ha realizado ninguna consulta ginecológica
y acuden al médico sólo puntualmente si existe alguna sintomatología que
remediar (alergias, gripes, etc.). Las encargadas de resolver lo anterior a la
consulta médica, son las mismas madres, depositarias del saber de salud
familiar y administradora de pautas y medicamentos en igual medida. Es
decir que su cuerpo se encuentra muy cercano al tiempo de naturaleza en
pleno desarrollo, por lo que no es necesario acceder al control, a las formas
organizadas de prevención, etc.
- Yo no
- Nunca
- Yo nunca
- Yo tampoco
- MOD: ¿Y AL DENTISTA?
- Si al dentista sí
- No me lo recuerdes
- Si, claro
- Mira, si no
(Comentarios)
14
En una investigación realizada por el mismo equipo de CIMOP sobre el alcohol y el
tabaco y su relación con la salud, el cáncer de boca aparecía como el temor más fuerte.
Temor claramente relacionado con esta dimensión estética y de relación con los "otros".
62
MOD: ¿PERO LO DECÍS POR LA ESTÉTICA
O POR EL CUIDADO?
- Por la estética,
- No claro que no
15
En "La cultura del alcohol entre los jóvenes de la Comunidad de Madrid" (D.
Técnico de S. Pública nº 9, 1993) y "La cultura del tabaco entre los jóvenes de la
Comunidad de Madrid" (D. Técnico de S. Pública nº 16. 1994) de A. Peinado y de P.
Portero se destacan la importancia que tiene en las pautas de consumo del alcohol la
sensación de descontrol y de pérdida subjetiva de los límites (1993:17-21) por parte de los
jóvenes. Asimismo, en el nº 37 de la revista "Estudios de Juventud", editada por el Injuve
en Octubre de 1996, puede leerse un monográfico dedicado a la importancia del fin de
semana en las formas de vida juvenil.
63
- Pues no sé yo una vez a la semana, si salgo
con mis amigas
- Yo también
64
Durante el período de estas edades se agudiza la diferenciación de
perspectivas (en todos los sentidos) entre los dos géneros: los hombres
más ocupados en el desfogue de sus potencialidades a través del deporte,
"a todos nos gustan los deportes que te desfogan", dicen, y las mujeres más
concentradas en la construcción de las historias afectivas y sentimentales.
65
Medias)
16
Dentro del programa de los "indicadores socioculturales" en el ámbito de la Salud,
existe una investigación particular sobre "las representaciones masculinas sobre la
salud" que será editada posteriormente en esta misma colección de Documentos Técnicos
en Salud Pública.
66
de la juventud es capaz de amortiguar los excesos y los malos hábitos poco
frecuentes.
67
- y puedes tener una buena salud toda la vida,
pero algo te tendrá que pasar porque si no tu
me dirás...
68
seguridad social y no puede elegir nada, o sea
que es así, a mayor cantidad de dinero, mejor
calidad de vida y en consecuencia más salud".
(H. 16-18 años. C. M. Baja)
69
En el entorno de estas consideraciones diferenciales sobre los hábitos
saludables se producen el conjunto de valoraciones masculinas y femeninas
sobre cómo se entiende la relación entre las formas de vida y la Salud.
Para ellos, las preocupaciones sobre la salud y las prácticas saludables
están reñidas con las dificultades de desarrollo de la masculinidad en áreas
violentas como son las ciudades, pero también con "los otros" en tanto
espacio de relación. En efecto, si las chicas construyen su identidad en
pos de los otros hasta concluir en una identidad que más tiene que ver
con un 'nosotros' antes que con un 'yo', los varones, sabedores de la
importancia de las relaciones, perciben a éstas como desequilibradoras
no solo de lo emocional, sino también como posibles causantes de
atentados contra la salud ya sea desde las formas más amplias y difusas de
la violencia urbana, ya sea desde las formas más específicas y particulares
de las enfermedades de transmisión sexual.
70
- Exacto y eso una chica no tiene que
preocuparse, en ese sentido decía yo que lo de
la salud, porque yo no tengo problemas físicos,
soy de buena constitución y mi familia
también, vamos, nunca hemos estado
enfermos fuera de una gripe o así, pero lo que
más preocupa, lo que más atenta para la
salud, es la calle, macho, de verdad". (H. 16-18
años C. M. M. Baja)
La otra dimensión en la que se concentran los miedos a los "otros" son las
enfermedades de transmisión sexual, tal como ampliaremos en la segunda
parte del informe. Temor a las enfermedades de transmisión, que en un
entorno que no se puede garantizar como seguro, están siempre presentes
en la relación con los demás (sobre todo con el otro sexo) y de esta forma
tienden a extremar los cuidados no tanto para cuidar la relación (ética del
cuidado, típica del género femenino) sino como forma de prevención
personal.
71
- te refieres a lo del condón y tal
72
- Bueno esto de hacer planes para el futuro es
una cosa mía, porque si le conoces a él, él
pasa completamente, vamos (risas)". (M. 16-18
años. C. M. Media)
En el entorno de estas concepciones más relacionales de las jóvenes, éstas
también avanzan en la dimensión estetizante como parámetro de la imagen
de salud. El autocuidado femenino de estas edades tiende a profundizar la
modelización, con la diferencia de que ahora ha de tener el toque personal,
diferencial y no sólo construido en el grupo de pertenencia. La búsqueda de
modelos estéticos más peculiares, exige no sólo gustar a los demás, ser
aceptada por los otros, sino gustarse a sí mismas, satisfacerse en la tarea y
en el resultado, cosa que provoca también una fuerte tendencia a la
frustración:
73
dejar de hacerlo
- yo igual
- si no es tanto hambre, aunque a veces me
comería un cordero
- si que lo es
74
- porque pasa con muchísimas cosas
75
ahora si te pasas una vez al mes, por poner un
ejemplo, entonces no te pasará nada". (H. 16-
18. C. M. Bajas)
- yo no
76
semana no puedo, pero sabes que el cuerpo
aguanta, que al día siguiente o a la semana
siguiente duermes un poco más y ya está,
como nuevo". (H. 16-18 años. C. M. Baja)
77
cierta disociación entre sus formas de vida y de existencia, -muy
vinculadas a la familia de origen- y su mundo proyectivo, sus afanes están
más centrados en la construcción de su mundo personal más adulto. Etapa
en la que los jóvenes reconocen que lo que tienen es de sus padres, no es
suyo, y en la que aspiran a construir un futuro suyo y no heredado. Fase en la
que, por tanto, podríamos decir que viven dos temporalidades; la de sus
familias de origen y la de sus proyectos. Tiempo de la familia de origen que
sería más el tiempo real que el deseado y tiempo de proyectos que se
vivencia más como tiempo del deseo, de la inversión para el futuro que
como tiempo de realización, de expansión y de disfrute presente.
78
bienestar más que la salud, la felicidad, etc., se condensa en alcanzar estos
umbrales mínimos de calidad de vida que pasan por el trabajo, por una
vivienda, por la posesión de unos mínimos equipamientos del hogar, etc.
Objetivos que, en el actual entorno de precarización laboral, aparecen como
muy lejanos y difíciles de alcanzar20.
20
En una reciente investigación dirigida por J. A. Fernández Cordón y publicada en
El Pais del 28 de Abril de 1997, se afirmaba que un 60% de las personas que trabajan y
tienen edades comprendidas entre 25 y 30 años, seguían viviendo en 1997 en el hogar
familiar. Entre las razones de esta larga permanencia se situaba de forma destacada la
precariedad laboral.
79
bien a estas edades tienen incorporados los aspectos estéticos de la
imagen personal, en tanto son expresivos de su bienestar y de su
integración a las normas sociales dominantes, la clave no es la norma
estética en relación a los otros desde el punto de vista de la seducción, de
la relación con el otro sexo, sino la imagen personal como medio de
entrada, de acceso al propio mercado de trabajo.
En este sentido, los cuidados que desarrollan los jóvenes se practican más
por lo que tienen de posible incidencia en este marco que por lo que
suponen de efectos sobre la salud. Desde esta perspectiva, los grupos de
jóvenes vienen a reforzar las conclusiones obtenidas en la investigación
sobre la salud entre los activos adultos de la Comunidad de Madrid, en el
sentido de que la precariedad laboral y el paro estructural han modificado la
jerarquía de valores y de objetivos de amplios sectores y colectivos sociales
afectados por esta situación. "Antes", en situaciones de más trabajo, los
objetivos centrales pasaban a cuestiones de salud, de bienestar, de
emancipación personal, etc., "ahora", cuando el trabajo se ha transformado
en un "bien" muy escaso, el conseguir el trabajo, el acceder a un puesto de
trabajo se convierte en objetivo prioritario que jerarquiza el resto de
comportamientos y hábitos juveniles, los posibles autocuidados y hábitos
saludables entre ellos. Todo, casi todo, se supedita al "rendimiento".
80
conciencia de que el futuro les exige una vida más controlada para poder
llegar a adquirir los medios necesarios para una vida con calidad, como
ellos mismos dicen:
El saberse parte del segmento joven, predispone a una actitud muy similar a
las expresadas por los grupos más jóvenes: la salud conceptual y
racionalmente no es una preocupación de la juventud. Este período de sus
vidas, les permite incluso, la práctica de hábitos insalubres ya que se saben
con la energía suficiente como para contrastar cualquier hábito disfuncional
con el ideario de salud. Al igual que los más jóvenes, saben que las
contradicciones en estos años, si se dan, serán de forma antagónica entre
la vida y la muerte, más que entre el bienestar y el malestar.
81
algo a esta edad estás para no contarlo, salvo
que tengas, no sé, un catarro, una gripe, pero
yo no conozco gente como nosotras que esté
enferma y si conozco muchos que hacen una
mala vida, o de malos hábitos". (H. 21-25 años.
C. M. M. Baja)
Los jóvenes de 20-25 años están en unas edades en las que son
conscientes de la importancia de los modelos culturales, de las propias
presiones grupales pero, al mismo tiempo, deben construir su individualidad
(más para el futuro que para el presente) de modo que esta conciencia les
lleva a una cierta promoción de los autocuidados. Autocuidado que se
expresa, ante todo, a través de formas de control de los excesos y de los
desórdenes más típicos de las edades más jóvenes, como puede ser el
consumo excesivo del alcohol.
82
De esta forma, podemos observar cómo entre los jóvenes, al igual que
ocurre entre las mujeres madrileñas, se expresan unas nociones y
representaciones sociales sobre la salud claramente enmarcadas entre dos
nociones polares que actúan como "atractores" y "definidores" de sendas
concepciones de la salud, tal como desarrollamos en el citado monográfico
sobre las mujeres y la salud. Esquema polar que hemos reproducido a
continuación (1996:82).
83
los Mapas construidos a partir de los distintos espacios e indicadores sobre
la Salud, tal como definimos en páginas anteriores y estamos
reproduciendo y ampliando en estas líneas. Espacios de la Salud, nociones
y concepciones sobre la misma, Mapas que las formalizan y, que habiendo
sido creados y desarrollados para el caso de las mujeres pueden ser,
asimismo, utilizados para la formalización topológica de las nociones de la
salud de los más jóvenes, tal como hemos tratado de realizar a
continuación.
84
Nueva formalización topológica, nuevo mapa que nos permite observar,
junto al desarrollado anteriormente "Las edades y la Salud", cómo el
proceso de socialización y maduración juvenil, desde las edades más
jóvenes e inscritas en el espacio familiar a las edades más maduras y
prácticamente adultas, pasa por toda una serie de fases en las que cabe
situar unas nociones específicas y diferenciales sobre la salud desde las
actitudes más higienistas de las más jóvenes a la equivalencia dinero-
salud de los más adultos. Fases de evolución que son homólogos a las
concepciones desarrolladas por las mujeres tal como tratamos de explicitar
en el cuadro siguiente.
85
1.4.- EL STATUS SOCIAL
En las edades más jóvenes, dentro de las que hemos trabajado, se aprecia
una tendencia común hacia la adhesión por los gustos modales dominantes,
mientras que las diferencias por status proceden de la forma de asunción y
de incorporación de dichas pautas. Así, para los jóvenes de estas edades
pertenecientes al segmento social de clase media baja, la Salud está
relacionada con la existencia de modelos que representan una forma de
integración cultural a través de figuras que canalizan la búsqueda de la
idealidad afectiva que sus respectivas realidades personales y, sobre todo,
sociales no representan. Por su parte, las mujeres jóvenes de segmentos
medios altos presentan una importante diferencia con los segmentos
sociales anteriores en el sentido de una mayor asunción directa de los
citados modelos de integración. Situación que se expresa a través de la
inhibición discursiva (una cierta y elegante timidez) y la representación de un
saber estar, muy cercano al deber ser que como discurso de clase
caracteriza la modélica del género femenino para estas edades jóvenes.
86
desde el punto de vista social y económico. En este contexto, estos
sectores sociales de mayor status van a ser los más claros defensores de la
importancia de las dietas y del equilibrio físico como forma de autocontrol
y de lograr una buena aceptación social, aunque dicha aceptación comience
por la autosatisfacción personal: "te gustas a ti misma eso es lo más
importante, pero cuando te gustas, cuando te sientes bien, cuando te ves
bien...". Autocontrol corporal a través de las dietas que podrá alcanzar, en
algún caso, formas patológicas con el desarrollo de patrones de conducta
anoréxicos, tal como desarrollaremos en la última parte del texto.
Pero sin ninguna duda, las diferencias de status social más importantes se
aprecian en los grupos de edad cercanos a los 20 años. Así, en los grupos
de status social medio bajo la vinculación y las representaciones sobre la
Salud están muy mediadas por la sensación de precariedad vital en la que
87
se encuentran como sector social y, en este contexto, su temor a verse
también excluidos de los cuidados y el acceso a la Salud, al propio Sistema
Sanitario. En este marco, los jóvenes de estos grupos sociales se debaten
entre el intentar acercarse a los modelos estéticos y normativos, en general,
procedentes de otros grupos sociales de mayor status y los consumos más
inmediatos que, en otro lugar, hemos denominado "amnésicos" (Conde y
Alonso 1996) más vinculados a la satisfacción más inmediata de sus
deseos.
En los segmentos de status medio, por su parte, se aprecia una relación con
la Salud que se expresará en una posición relativamente crítica ante los
consumos y normas procedentes de los sectores de mayor status y una
mayor dedicación a la búsqueda de diferenciaciones con los sectores de
status más bajos. Posición intermedia expresada muchas veces en
términos crítico-racionales que busca diferenciarse de ambos sectores
sociales (de los de "arriba" y de los de "abajo") y que se evidencia en la
búsqueda de aquello que es "realmente bueno para una..." más allá de las
presiones modales más pasajeras. Posición que les acerca a una
representación sobre la salud muy cercana a las nociones basadas en las
dimensiones de "equilibrio personal".
88
2.- LAS REPRESENTACIONES ADOLESCENTES Y JUVENILES
SOBRE LAS PATOLOGÍAS MÁS SIGNIFICATIVAS DE SUS
EDADES
89
Una de las líneas de trabajo y de resultados más interesantes del programa
de Indicadores Socioculturales es, desde nuestro punto de vista, la
evidencia de que para cada biosocioestrato investigado existen no sólo
unas ciertas concepciones y representaciones sociales específicas sobre la
salud más allá de su definición médica (aspecto sobre el que estamos
haciendo mucho hincapié en estos textos ya que es el objetivo principal de
estas investigaciones), sino que también en el estricto campo de las
enfermedades y de los patrones de conducta que pueden llegar a
transformarse en enfermedades, llegado el caso, cada biosocioestrato
además de manejar los criterios médicos sobre las mismas, genera un
conjunto de concepciones y de criterios clasificatorios específicos propios.
Más aún, cada biosocioestrato, en función de sus características
idiosincrásicas, presenta lo que podríamos denominar una situación
patogénica específica en cuyo seno pueden generarse toda una serie de
conductas y de comportamientos que, en un momento dado, pueden
transformarse en unas enfermedades específicas.
90
Gráfico que nos permite visualizar cómo mientras el "símbolo" vincula, une,
articula procesos diferenciados, separados, como nos recuerda A. Ortí
(1994), las patologías simbólicas y más significativas de cada
biosocioestrato vendrían a sintomatizar, a significar los lugares de quiebra,
de falla, de conflicto, de desajuste en las formas de vida y en los procesos
de articulación que en los más diversos niveles se producen y se requieren
para construir, de forma más o menos equilibrada, las identidades
personales y colectivas en cada uno de los citados biosocioestratos. O lo
que es lo mismo, allá donde existe un lugar de articulación entre espacios
socio-simbólicos diferenciales puede haber una tensión, un conflicto y, como
consecuencia, en torno a dicho lugar-conflicto puede aparecer un patrón de
conducta, una patología y, en su caso, una enfermedad simbólicamente
significativa para evidenciar, para hacer síntoma del citado conflicto, del
posible desajuste entre unos y otros espacios sociosimbólicos de referencia
del sujeto. Por ejemplo, así como el beber moderadamente con los amigos
es una conducta habitual en nuestros códigos de socialización, y la
preocupación por nuestra propia imagen ante los demás una preocupación
lógica en nuestra cultura, así también la drogadicción, el alcoholismo, la
anorexia, la bulimia, el juego compulsivo, etc., pueden ser otros tantos
comportamientos adictivos que revelan un conflicto o una tensión en la
asunción personal de los citados códigos de socialización y de moda.
Cabe pensar, pues, que asociado a las formas de vida y a los procesos
específicos de construcción social de la identidad de cada biosocioestrato,
van asociadas tanto formas propias y particulares de construir unos
sistemas de representaciones sociales sobre la salud y la enfermedad,
como un conjunto de situaciones patogénicas particulares que pueden
conllevar el desarrollo de ciertas pautas de conducta de "riesgo", podríamos
decir, que, a su vez, pueden derivar en formas patológicas simbólicamente
representativas de las citadas formas de vida y de identidad particulares. Es
decir, en cada biosocioestrato no sólo se producirían representaciones
sociales específicas del mismo sino que también existirían un conjunto de
patrones de conducta e, incluso, de enfermedades significativas de
cada biosocioestrato. Papel revelador y des-velador de uno u otro patrón de
conducta, de una u otra enfermedad en relación a uno u otro biosocioestrato
en cada momento histórico y social concreto que vendría dado por el hecho
de que en las citadas situaciones, más que en otras, se condensarían de
forma más clara y nítida, los posibles problemas derivados del difícil y
conflictivo proceso de construcción de la identidad personal y del
encabalgamiento de dicho proceso con el más amplio y complejo campo de
las formas de vida y de relaciones del sujeto con su medio.
91
propiciar la promoción de ciertas conductas que, en ciertos casos, pueden
estar en la base del desarrollo de ciertas formas de conducta patológicas e,
incluso, de enfermedades propiamente dichas.
- La anorexia.
- La bulimia.
- La drogodependencia asociada al consumo de ciertos productos:
alcohol, tabaco, drogas químicas, etc.
- El sida.
Desde el punto de vista de las ciencias médicas es evidente que cada una
de las anteriores situaciones y enfermedades presenta un conjunto de
rasgos y características bien distintas. Asimismo, es cierto que cada una de
las citadas situaciones cuando alcanzan el grado de "enfermedad" siguen
procesos de desarrollo clínicamente bien diferenciados. Ahora bien, siendo
es cierto y sin entrar, en ningún momento, a valorar las características y
desarrollos órgano-médicos de cada una de las posibles enfermedades
21
Este último capítulo del presente texto ha sido elaborado poco antes de la actual
publicación. Por tanto, en su redacción se han tenido en cuenta los resultados- aún no
publicados- de la investigación sobre las "representaciones infantiles" sobre la salud.
92
citadas, lo que no sólo no corresponde a los objetivos de este programa de
investigaciones sino que requiere de otra aproximación metodológica y
profesional, cabría situar que desde el punto de vista de las vivencias y
representaciones adolescentes sobre dichos procesos, existen un conjunto
de concomitancias, de proximidades, de similitudes, en lo que se refiere a
las representaciones adolescentes y juveniles sobre los posibles
mecanismos desencadenantes de dichas patologías. Conjunto de
representaciones particulares de estas enfermedades que hacen de ellas
las situaciones sintomática y simbólicamente, más significativas de estas
edades adolescentes y juveniles, como iremos viendo a lo largo de este
capítulo.
93
de socialización juvenil en nuestra época lo que dota a estos
comportamientos, y a las posibles enfermedades asociadas, del estatuto
simbólico de enfermedades significativas de este biosocioestrato.
94
ESPACIOS DIFERENCIALES DE LA CONSTRUCCIÓN DE LA
IDENTIDAD
95
Dado además que cada uno de los citados patrones de conducta se
condensan en una forma particular de consumo, de ingesta, o de adicción
con respecto a un producto-objeto diferenciado, hemos representado en
dicho eje los productos, los "objetos" más significativos y representativos de
estos comportamientos. Así, desde el punto de vista de la distancia socio-
simbólica en la que dichos fenómenos son ubicados, los siguientes textos
de un grupo de chicas de 15-16 años son claramente significativos del
gradiente espacial y simbólico en el que las representaciones sociales
adolescentes y juveniles ubican a las diferentes circunstancias que se
consideran unidas a estas patologías y de forma muy especial los
"objetos"-productos en los que se condensan de forma prioritaria los
citados procesos.
- Muy mala.
- Si.
24
Para profundizar en la imagen y en el espacio social se percibe asociado a la
"jeringa", desde la población general, puede leerse "No Piques. El Sida te engancha por la
droga" editado por el M. de Sanidad y Consumo en 1989.
25
Con esta caracterización de "normalidad" estamos tratando de resaltar la
aproximación y la representación de los jóvenes al respecto de este tipo de consumos. Ello
no conlleva una valoración de sus "efectos" ni de sus "valoraciones" morales y/o "legales".
96
"- Si, yo tengo un grupo de gente, bueno no voy
con ellos, suelen ir los hermanos, ellos van yo
no, y esos si que fuman porros y también han
pasado de eso a los tripis y lo ven muy
normal. O sea, me hablan de ello, pero
vamos...
- En cualquier sitio.
97
es una conducta "normal" en una conducta "patológica" y promueva el
desarrollo de una cierta enfermedad. Explicitación de la patología que
vendría precisamente a condensar, a señalar el citado conflicto o desajuste
en alguno/s de los espacios de socialización de los jóvenes, tal como
tratamos de representar a continuación.
(CERCANÍA) (DISTANCIA)
(SUJETO)
98
Patrones de conducta Patrones de conducta Factores de
riesgo
Próximo a la anorexia próximos a las asociados a la
y a la bulimia drogodependencias: transmisión de enf.
alcoholismo, de transmisión
sexual,
tabaquismo… hepatitis, VIH, vía
“jeringas”
27
A este respecto puede leerse el epígrafe "el cáncer y el sida metáforas de nuestro
tiempo" del texto "Salud y Mujer" (1996:101).
28
Esta caracterización no significa que no haya causas de fondo que incidan en la
génesis de estos procesos: desde la vulnerabilidad social (Conde 1997) a la propia
publicidad. Lo que se quiere expresar, sobre todo, es cómo es en el espacio grupal de los
amigos dónde mejor y más habitualmente se expresan estas situaciones.
99
Esta caracterización simbólica no significa que dichos patrones de
conducta y que las posibles patologías asociadas no se den ni se
desarrollen en otros colectivos y biosocioestratos, de hecho hay muchas
personas y colectivos que tienen problemas con el alcohol, por ejemplo: lo
que queremos subrayar es que, a tenor de las investigaciones realizadas,
parecen ser las pautas de conducta y patrones de comportamiento y,
en su caso las patologías, que responden de forma más clara y específica a
las formas de socialización, de comportamiento y de relación más
habituales y particulares del biosocioestrato de adolescentes y jóvenes. En
este sentido, la ingesta de alcohol, el consumo de tabaco, etc., en los
jóvenes, adquiere un status específico y diferencial con respecto a la
situación y al valor simbólico de estos mismos consumos en otros
biosocioestratos en la medida en que, como han subrayado muchos
autores, que estos consumos forman parte de los propios "ritos
iniciáticos" de la condición del joven, del "ser joven" en nuestra sociedad,
de forma similar a cómo el control del peso y la realización de dietas, como
hemos visto en otros capítulos de este texto, también forma parte de la
socialización juvenil y de forma muy en particular de la socialización
femenina.
Así, por ejemplo, en el caso del consumo y la ingesta de alcohol entre los
adolescentes y los jóvenes de la Comunidad de Madrid, el 16,2% de los
mismos son considerados, según el SIVFRENT-J de la Comunidad de
Madrid como "bebedores de riesgo" y el 57% como "bebedores
moderados". Por su parte, en el caso de la preocupación excesiva por el
peso, conducta que llevada a su máxima radicalidad puede ser un síntoma
de un patrón de conducta anoréxico, el citado estudio indica que el 15,8%
de las chicas de 15 a 18 años se consideran "obesas" y que el 32,4% de
las mismas consideran que tiene un exceso de peso para lo que idealmente
le correspondería. En esta misma línea, el citado estudio señala que un
30,3% de las chicas de estas edades han realizado dietas para adelgazar
en el último año29. Amplia presencia de las dietas que fue refrendada por
las opiniones más cualitativas de los grupos realizados en las
investigaciones de este programa.
29
Hay que tener mucho cuidado en confundir un cierto patrón de conducta con la
existencia de una patología. Por ejemplo, es bastante habitual beber sin que eso signifique
que se es alcohólico. Igual ocurre con las dietas y el peso, son conductas cada vez más
generalizadas que no implican la existencia de patologías individuales. Lo que sí significan
estas conductas, y esto es lo que tratamos de acentuar en este capítulo, es un
determinado comportamiento simbólico adolescente revelador de las pautas de conducta y
de socialización dominantes -y de sus fallas- en un momento social e histórico
determinado.
100
colesterol, y que si engorda, que si no engorda,
pero...
- Un poco sí.
(Risas)
La actual imagen social del Sida, en lo que a los medios de transmisión del
VIH se refiere, va asociada de forma bastante mayoritaria a las únicas vías
de transmisión del VIH. Las distintas encuestas realizadas evidencian que
un elevado porcentaje de personas conocen las denominadas conductas o
"prácticas de riesgo": el uso compartido de jeringas contaminadas, las
relaciones sexuales con penetración y sin protección y la transmisión madre-
hijo. Ahora bien, no es menos cierto que la imagen dominante en cuanto a
las vías de transmisión del VIH -no sólo la imagen, sino la realidad de los
datos epidemiológicos- sigue siendo la asociación jeringa-VIH-sida.
- Una enfermedad.
101
(Cimop, 1988), las representaciones sociales sobre el Sida y la jeringa, más
en lo concreto, han ayudado a desarrollar un criterio de clasificación que
divide a la sociedad en dos universos simbólicos diferenciados, el de los
"sanos" y "normales" y el de los "enfermos", cuando menos no-normales.
Como tuvimos ocasión de señalar en otro lugar (Conde 1993:109), "la
configuración simbólica de esta enfermedad... tiende a inscribirla en un
campo de buenos/malos conforme al siguiente esquema bipolar".
Nosotros Ellos
Buenos Malos
Sano Enfermo
Vida Muerte
102
Dicotomía básica que en el proceso de construcción de las identidades
colectivas ayuda a construir simbólicamente un NOSOTROS normalizado y
más tranquilizador en el que, por más que sea real y posible la transmisión
del VIH, se vive relativamente al margen de dicha preocupación y un
"ELLOS" algo lejano y marginal dónde se condensarían, según esta
construcción dicotómica, los riesgos de transmisión del VIH. De hecho, y en
coherencia con esta distinción y creación de espacios sociales
diferenciados, la principal preocupación entre los jóvenes acerca de las
relaciones sexuales plenas sin preservativo va más asociada al embarazo
no deseado que a la posible transmisión del virus VIH. No sólo eso, sino que
el discurso utilizado habitualmente para descargar la preocupación suele
basarse en las relaciones de confianza que existen en el interior del
"Nosotros", del espacio social normalizado de los amigos, los conocidos,
los próximos, etc., en el sentido de que entre "Nosotros" no puede haber
transmisión de virus 30, tal como vimos en uno de los capítulos anteriores. De
hecho, cuando en los grupos de jóvenes surge la desconfianza, la creencia
de una posible transmisión de VIH en el seno unas relaciones sexuales es
cuando se han realizado o se piensan mantener este tipo de relaciones con
personas desconocidas.
30
En la actualidad esta imagen del Sida está racionalmente bastante transformada
pero, sin embargo, se puede considerar que sigue operando en el preconsciente colectivo
evidenciándose esta presencia de múltiples formas.
31
A este respecto puede leerse "Sida en Haiti" de P. Farmer (1996) que lleva por
expresivo subtítulo "La víctima acusada".
103
2.1.2.- EL ALCOHOL Y LAS DROGAS RELACIONALES. EL USO DE
LAS DROGAS Y LAS IDENTIDADES GRUPALES.
104
por no quedar por debajo de ellos, te ves
obligada..." (M. Jóvenes de 16-18 años)
Para los jóvenes, siguen señalando y analizando, "beber es salir...” Es, por
esto que el consumo de alcohol se da preferentemente durante los fines de
semana y en el contexto de la relación grupal.
El alcohol, por tanto, continúan señalando estos autores, "se halla colocado
siempre del lado del vínculo social. Es un rito colectivo, grupal. Un
elemento socializado de relación entre individuos" (Peinado 1992: 14).
Algo similar ocurre con el consumo de las drogas que últimamente más
crecimiento parece ser que están experimentando entre las nuevas
generaciones de los adolescentes, desde las tradicionales anfetaminas,
desde la ya clásica "maría" a las más contemporáneas "drogas químicas"
que se están convirtiendo en el centro de las preocupaciones sociales e
institucionales32. Como hemos tenido ocasión de analizar en otro lugar
(Conde 1997) una de las modificaciones más importantes de esta segunda
mitad de los años 90 es la transformación en las formas de uso de las
drogas desde la búsqueda de "sensaciones" de los años 60/80 a la
búsqueda de "relaciones" de estos últimos años 90. Mientras en los años
32
Memoria del Plan Nacional sobre Drogas. 1995.
105
60 y posteriores, como subraya Ehrenberg (1991:17), "la irrupción en masa
de las drogas en Occidente en los años 60 es ante todo la expresión de un
cambio en la sensibilidad colectiva: sus ideólogos buscaban explorar las
conciencias y luchar contra una sociedad burocrática, capitalista,
uniformadora y convencional. La droga es una revuelta y una búsqueda
de otras maneras de vivir (es la era del viaje) que rompen con las de una
sociedad normal", los usos de las drogas en estos últimos años 90 tienen
un significado muy distinto. Es decir, frente a estos usos "tradicionales" de
los 60 que, por otro lado, todavía siguen impregnando una gran parte de los
discursos sociales al respecto, en la actualidad, en estos años de fuertes
procesos de "desintegración social", de precarización generalizada del
trabajo y de las formas de vida juvenil, los usos juveniles de este tipo de
drogas, los propios efectos "empatógenos" de algunas de las drogas
químicas, en lugar de buscar la anterior transgresión simbólica de la
sociedad tratan, por el contrario, de reforzar simbólicamente los simulacros
de "integración" ya sea "interior" en cada sujeto, ya sea "exterior" a cada
sujeto en el seno de un colectivo social dado (Saunders 1996)33.
De esta forma, pues, las "nuevas" formas de uso y consumo de este tipo de
drogas se desarrollan inscritas de forma creciente en el seno de los ritos de
búsqueda de relaciones y sociabilidad entre los propios jóvenes (fiestas,
rutas musicales, etc.) y de forma muy en particular a lo largo del fin de
semana 35. Ritos con los que los adolescentes tratan de encontrar las
referencias y las pautas de socialización que pierden en otros ámbitos de su
vida.
33
La revista Interdependencias de Diciembre de 1996 dedica varios artículos a los
consumos de drogas químicas en los que se resaltan estas dimensiones. En especial
puede leerse el artículo de Joan Pallares i Gomez.
34
La calada se refiere a los canutos.
35
El nº 37 del mes de Octubre de 1996 de la revista "Estudios de Juventud" está
dedicado monográficamente al fin de semana con diversos artículos que desde distintas
perspectivas resaltan los nuevos comportamientos juveniles en este lapso de tiempo.
106
2.1.3.- LA ANOREXIA, LA BULIMIA Y LOS CONFLICTOS DE LA
CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD FEMENINA
36
La anorexia se considera "una enfermedad psicosomática con criterios
diagnósticos bien definidos y caracterizada por una alteración de la imagen corporal y un
transtorno de la conducta alimenticia" (Madruga et al. 1994:4) y constituye según Lucas
(citado por Madruga) "la tercera causa de enfermedad crónica en niños y adolescentes".
Asimismo, y sin citar fuentes contrastadas, casi todos los autores consultados cifran en 1-
9/10 la relación entre hombres y mujeres en estas patologías.
107
- No, sesenta kilos
108
varones y mujeres; la importancia de la preocupación por la grasa y su
exceso como un importante patrón alimentario de nuestra cultura actual; la
importancia del régimen, de las dietas y de las prácticas deportivas para
mantenerse en "forma", es decir, con un peso y una silueta determinada; la
existencia de una amplia conflictividad en el seno de las familias con
respecto a las pautas de alimentación38; la existencia de una fuerte
exigencia de rendimiento escolar desde las edades más tempranas39; las
dimensiones obsesivas que adoptan muchas de estas conductas; la fuerte
dependencia de dichas prácticas una vez iniciadas, etc., Conjunto de
dimensiones entre las que las jóvenes resaltan los temas alimentarios y la
cuestión obsesiva de las dietas.
(Risas).
Es decir, los grupos han revelado todo un conjunto de planos que, de una
forma u otra y desde su punto de vista, tienen una cierta correlación y
transcendencia en el desarrollo de los patrones de conducta anoréxicos y
bulímicos. Conjunto de factores muy diversos que un autor como Gordon ha
agrupado en tres factores socioculturales básicos: "1) La evolución del
papel femenino... 2) La preocupación por la apariencia y la imagen
corporal asociado al desarrollo de la moda y del consumo de masas. 3) La
obsesión cultural acerca de la obesidad y del control del peso que parece
ser particularmente característico de las sociedades industriales" (Gordon
1992:62). Asimismo y desde otros puntos de vista más personales y
psicosociales, distintos autores han señalado cómo muchas de las
dimensiones citadas por los grupos se relacionan estrechamente con los
desajustes que, a veces, se producen en el proceso de maduración de la
personalidad adolescente y juvenil. Así, en el citado artículo de Madruga
(1994:7), se subraya el hecho de que "la mayoría de los pacientes tienen
un desarrollo de personalidad peculiar, caracterizado por la precocidad en
38
En el citado informe sobre "las representaciones infantiles sobre la salud" hemos
desarrollado un amplio capítulo al tema de la alimentación de tanta importancia en esta
ámbito.
39
En el citado artículo de Morandé y Casas (1997:246) se comenta cómo la
práctica totalidad de las pacientes tratadas por estos autores "presentaba antes de
enfermar (en el relato de sus padres) un perfil de personalidad caracterizado por su elevada
autoexigencia y constancia, aceptación de las normas sociales, aparente autonomía y
perfeccionismo".
109
ciertas áreas (psicomotora, lenguaje y autonomía) asociada a un retraso
en la organización psicosexual y en el desarrollo cognitivo del
adolescente". Aspecto de la personalidad resaltado también por Morandé y
Casas (1997).
110
rituales de uso que transformados en "objetos/ritos simbólicos" por los
adolescentes40 se transforman en objetos/ritos capaces de metaforizar, de
simbolizar las citadas patologías. Situación que ha conducido a toda una
serie de autores a considerar que el conjunto de patologías que estamos
considerando, es decir, la anorexia, la bulimia, el alcoholismo, el
tabaquismo, etc., constituyen desde esta perspectiva diversas modalidades
de adicciones, de "drogodependencias" aunque la "droga" en el caso de
la bulimia y la anorexia sea un producto tan cotidiano y vital como la propia
comida. De hecho, como subraya Gordon y Balasc, la anorexia se asemeja
mucho a la drogodependencia "en la medida en que ella implica una
dependencia y una preocupación obsesiva en relación a un
comportamiento oral..." (Gordon 1992:36). A su vez y por su parte, el ciclo
bulímico de comer y purgarse asemeja un "comportamiento de
dependencia al que, a veces, se le compara con el alcoholismo". (Gordon
1992:42).
111
al desarrollo contemporáneo de un nuevo escenario de fenómenos de
drogodependencias que, según Erheneberg, irían desde todo un conjunto
de "toxicomanías sin droga", aludiendo con esta denominación a estas
situaciones adictivas, a todo otro conjunto de "drogas sin toxicómanos",
aludiendo al uso cada vez más generalizado de tranquilizantes, de
euforizantes, etc., en la población general.
Las diferencias entre cada una de las citadas situaciones son indudables e
innegables y son decisivas tanto desde el punto de vista clínico como desde la perspectiva
de los procesos de tratamiento y de rehabilitación. Ahora bien, en este epígrafe y desde un
punto de vista conscientemente reductor y unilateral estamos abordando las similitudes
para encarar las problemáticas simbólicas que presentan las citadas patologías. En Balasc
(1990:19-24) puede leerse un planteamiento más general sobre estas patologías desde una
común perspectiva de considerarlas diferentes formas de "adicciones".
43
A veces, la adicción llega a desarrollarse en función del estricto rito de uso del
producto más allá del uso-consumo real del mismo como ocurre, por ejemplo, con el
vómito y las arcadas en la bulimia o con el acto de bombeo de la jeringa.
112
Ya sea la comida, ya sea el alcohol, ya sea cualquier otra de las sustancias
que transformadas en "objeto" condensan los citados procesos de la
dependencia, operan a modo de objetos "signo" que hablan, que indican el
conflicto no resuelto, origen de los citados problemas, así como las
tensiones asociadas a los procesos de relación y de construcción de la
identidad personal de cada uno de los sujetos en cuestión. Pareciera, pues,
que al ingerir, al introducir la droga "signo" en el cuerpo, éste se
transformase también en una especie de cuerpo "signo" con el que el
drogodependiente quiere señalar "algo", quiere expresar su conflicto. Como
dicen las jóvenes de 16-18 años, cuando comen compulsivamente, no es
tanto el hambre -“aunque a veces me comería un cordero"- lo que quieren
saciar, "lo que tenemos es ansiedad", y eso es lo que quieren evidenciar.
De esta forma, como subrayan desde diversas perspectivas, tanto los
cuerpos de unos y otros como los "objetos" en los que se condensa su
adicción, se convierten en "signos" significantes de dichos procesos más
de fondo. Así, en los cuerpos de las anoréxicas y de las bulímicas "existe
una superposición o mejor aún, una coincidencia y una simultaneidad entre
el cuerpo masa y el cuerpo signo" (Balasc 1990:102) y así, también, "el
discurso del fumador desvela la existencia de una relación mítica con el
tabaco en tanto se le presupone al objeto (el consumo de cigarrillos) un
valor en sí: crea un vínculo social" (Portero 1992:14).
Las similitudes entre los citados procesos adictivos no acaban aquí. Desde
113
un punto de vista muy diferente, éstos y otros autores subrayan otro rasgo
común en todo este tipo de patrones y conductas adictivas y dependientes:
el hecho de desarrollarse fundamentalmente en la adolescencia como etapa
clave. Para estos autores, y como ampliaremos más adelante, la
adolescencia sería una edad extremadamente propicia para el desarrollo
de estos procesos de dependencia de un objeto exterior, en la medida que
sería una etapa en la que se tendría "hambre de objeto y de afecto" (Blos,
citado por Coleman 1985:22), -como "hambrientas de afecto" caracterizan
Morandé y Casas (1997:246) a las pacientes anoréxicas- dado el proceso
de desvinculación de la familia, típico de estas edades. En efecto, en la
obra citada Coleman subraya como en la adolescencia, a diferencia de la
primera y segunda infancia en la que la orientación de la afectividad infantil
se dirige al mundo del adentro, de la familia, el adolescente busca en el
mundo exterior, "fuera de la familia" (Coleman 1985:20), un objeto amoroso
con el que relacionarse, con el que vincularse. Necesidad de los
adolescentes de investir, de canalizar sus afectos, pulsiones, energías, etc.,
hacia un objeto amoroso exterior que puede desplazarse y condensarse
patológicamente no en las relaciones personales, ya sean los amigos, ya
sean los novios/as, sino en este tipo de productos-objeto que
imaginariamente cumplen la función simbólica de crear esos vínculos
afectivos y sociales que el adolescente no logra desarrollar por sí mismo,
sin su ayuda.
114
este tipo de objetos que se erigen en los fetiches capaces de organizar
patológicamente la vida adolescente.
A este respecto, hay toda una corriente de autores (Erikson, Coleman, Blos,
Balasc, etc.) que, en base a todo este conjunto de transformaciones
adolescentes y desde perspectivas teóricas muy diferenciadas, subrayan
cómo en este momento vital juegan un papel esencial y definitorio todo un
conjunto de sistemas de equilibrios dinámicos e inestables, el equilibrio del
sujeto, el de éste con el medio y el del sujeto con los otros que constituyen
115
todo un conjunto de planos y dimensiones esenciales y definitorias de este
momento vital. Equilibrio dinámico de este conjunto de planos que, a veces,
resulta fácil de quebrar dada la mayor fragilidad de los sujetos a estas
edades. Ya sea con la caracterización de la adolescencia como "segundo
proceso de individuación" (Blos, citado por Coleman 1985:19), ya sea con
la definición de la adolescencia como la etapa de la "constitución subjetiva
de la alteridad" (Balasc 1990:82), unos y otros autores piensan que la crisis
de la adolescencia puede interpretarse como un proceso de reajuste y de
rearticulación del sujeto en sí mismo y en la relación que establece con su
medio. Proceso obligatorio y positivo para la constitución del adolescente
como sujeto autónomo, pero que también, provoca una vulnerabilización de
los adolescentes que les hace especialmente proclives a sufrir este tipo y
otro tipo de patologías en relación a los citados procesos de construcción
de su identidad.
Para un autor como el citado Gordon, tanto la anorexia como la bulimia van
asociadas a los procesos y crisis que se generan y se suceden en torno a la
116
adolescencia44. Mientras que la bulimia parecería desencadenarse
mayoritariamente en el momento de "la separación psicológica de la
familia y del ingreso en el mundo adulto" (Gordon 1992:48), la anorexia
parecería ir especialmente asociada a los problemas relativos a los
"conflictos psicológicos asociados a la post-pubertad" (Gordon 1992:48).
Los propios datos epidemiológicos existentes sobre estas enfermedades
señalan que "el síndrome tiene lugar de manera generalizada en la
adolescencia temprana o intermedia, principalmente en dos etapas: los
13-14 años, o bien a los 16-17 años" (Madruga et al. 1994:6), años en los
que tienden a cristalizar precisamente los dos procesos citados por Gordon.
De esta forma, cabría pensar que en el caso de estas dos patologías, los
conflictos no resueltos en la construcción de la identidad personal y en la
gestación de una relación más madura y equilibrada con los demás,
estarían en la base de un movimiento de rechazo de los "otros", de un
proceso regresivo (Balasc 1990:26) hacia situaciones "preadolescentes"
que tendría en la "transformación de la silueta femenina en un cuerpo
preadolescente" (Gordon 1992:95) una de sus señales y síntomas más
claros y evidentes.
Es decir, podríamos considerar que una gran parte de las situaciones que
en la adolescencia y en la juventud se consideran enfermedades y
patologías desde el punto de vista biomédico, de hecho se expresan bajo
formas que podríamos denominar "conflictos de conductas" y de
"relaciones". Es decir, en realidad constituyen patrones de conducta
habituales de los adolescentes, sólo que por una falla/s dada/s, por un
conflicto/s determinado/s, derivan en comportamientos anómalos que
pueden llegar a transformarse en una patología específica, en una
enfermedad grave, incluso, desde el mero punto de vista clínico. Es decir, la
mayoría de las situaciones patológicas en los jóvenes se producen como
resultados desviados, anómalos, perversos, inesperados de las propias
conductas juveniles más habituales. Desde la muerte y las invalideces como
resultados de los accidentes de automóvil, al alcoholismo u otras
drogodependencias como resultado de los hábitos de consumo juvenil.
117
ingesta excesiva del alcohol, del tabaco o de otras drogas o a las conflictos
alimentarios en torno al modelo ideal de "cuerpo" femenino, cabría
establecer una cierta diferencia entra unas y otras pautas de conducta en
función de los modelos culturales de "género" masculino y femenino que
dominan en los adolescentes de uno y otro sexo.
118
En este contexto, cabría pensar que tanto los patrones de conducta como
las posibles enfermedades simbólicas asociadas que estamos abordando y
describiendo en este capítulo tendrían unas claras mediaciones de
género, en el sentido de que unas y otras vendrían a representar, hasta
cierto punto, la inversión patológica de los modelos de socialización
respectivos de cada género. Así, en el caso de las chicas cuyo modelo
de género prioriza lo relacional, sus patologías simbólicas más específicas
como puedan ser la anorexia y la bulimia se expresan, se somatizan, sin
embargo, en la relación del sujeto con su propio cuerpo. Ya sea, la
impermeabilidad nutricia de las jóvenes al rechazar cualquier tipo de
comida-relación con su entorno 45, ya sea la propia "silueta angulosa", como
resalta Gordon (1992:111), mediante la cual el sujeto crea "una frontera
neta entre ellas y el mundo", todo este tipo de conductas no hacen más que
expresar conflictos situados en los planos relacionales de la vida de los
sujetos afectados. Conflictos que se expresan precisamente por una forma-
signo que trata de cortar, de romper las relaciones del sujeto con el medio.
De hecho, todos los autores consultados subrayan "el desinterés sexual"
(Morandé y Casas 1997:244) de las anoréxicas. Es decir, serían
enfermedades cuya expresión parecería cortar lo relacional, adoptando una
sintomatología básicamente personal y, más en concreto, en el propio
cuerpo del individuo.
En el caso de los varones en los que el modelo de género pasa por una
45
El hecho de que se rechace la comida, simbólicamente asociada a la figura de la
madre, para muchos autores es la evidencia de cómo la anoréxica con ese
comportamiento lo que hace es expresar un conflicto implícito con dicha figura.
119
mayor individuación, las patologías simbólicas más específicas, sin
embargo, se presentan y expresan de nuevo como una inversión de dicho
modelo a través de la búsqueda, a veces, fusional de las relaciones con los
otros como ocurre con el alcohol y, sobre todo, con las grandes borracheras
grupales en las que se pierde el límite de lo personal y el grupo-horda se
transforma en el único y real sujeto colectivo. En este caso, si bien es cierto
que se ha producido un cierto acercamiento a las pautas masculinas por
parte de las chicas, pareciera seguir existiendo, sin embargo, una cierta
diferenciación por géneros no tanto en las pautas "medias" de bebida sino
en los excesos. Situación en la que los chicos parecen caer más que las
chicas. En esta misma dirección, mientras las chicas se habrían
incorporado en una medida similar a la de los chicos en los
comportamientos "medios" de consumo del alcohol y del tabaco, en el caso
de otros tipos de consumos de drogas, la presencia masculina parecería
seguir siendo dominante.
Todas.- Si.
120
2.5.- LA ESTRUCTURA SOCIAL
121
fragilizadas por la actual crisis económico-social.
Por último, las encuestas sobre el alcohol y tabaco nos indican que se está
produciendo una clara dualización juvenil entre una amplia minoría de un
40% de jóvenes, en su mayoría de clases medias y medias altas "puritanas"
(Comas 1994), que no beben ni fuman, y una amplia mayoría del 60% de
jóvenes pertenecientes a las clases medias y medias bajas que beben y
fuman mucho, principalmente los fines de semana. Conjunto de jóvenes que
compondrían uno de los colectivos sociales mayoritarios de la denominada
"zona de vulnerabilidad social" (Castel 1994) en la que se desarrollaría un
modelo de consumo que, en otro lugar hemos denominado como
"amnésico" (Conde y Alonso 1996) y que se expresaría, que se significaría
en el desarrollo de unas pautas y hábitos de consumo especialmente
122
centradas en los gastos más directamente "improductivos", consuntivos y
disipativos, degradadamente ociosos, de fines de semana, de vacaciones,
etc., entre los que cabe subrayar la importancia que tienen las pautas
juveniles de gasto y consumo de bebidas alcohólicas y de otros consumos
ociosos y de fin de semana.
123
también se venía subrayando por diversos autores (Gordon 1992, Madruga
1995) cómo la anorexia nerviosa y la bulimia podrían considerarse como
síndromes asociados a los pasados años 70 y 8046. Sin embargo,
investigaciones recientes realizadas a mitad de los años 90 parecen indicar
una inflexión en estas tendencias, observándose un importante cambio de
comportamiento en ciertos sectores adolescentes y juveniles hacia, de
nuevo, el consumo del tabaco, del alcohol y de otras drogas. Algo parecido
cabe pensar de la anorexia y la bulimia. En ausencia de datos
epidemiológicos más actuales y contrastados, las propias investigaciones
cualitativas realizadas en el seno de este programa de indicadores
socioculturales inducen a pensar que, al menos en la Comunidad de Madrid,
los conflictos alimentarios y principalmente la anorexia puede ser una
patología que experimente un cierto crecimiento en estos años finales de
los 90.
124
sentimiento de continuidad de sí mismo y un firme conocimiento de cómo
parece uno ante el resto del mundo" (Coleman 1985:3), los actuales
tiempos de cambio y crisis que parecen atentar directamente contra la
citada "sensación de continuidad" de adolescentes y jóvenes, no pueden
dejar de incidir de forma negativa en este otro aspecto de la identidad
juvenil y, con ello, cabe pensar que, también desde este otro punto de vista,
se incrementen las situaciones favorables al desarrollo de este tipo de
patrones de conducta. Cada día que pasa los jóvenes desarrollan de forma
creciente trayectorias vitales cada vez más erráticas y azarosas en las que
múltiples ocupaciones y empleos mal pagados y en precario se suceden sin
aparente solución de continuidad. Conjunto de empleos, de actividades que
hacen muy difícil gestar una identidad (joven y adulta) en relación a los
mismos. En este momento de acelerados cambios sociales, los jóvenes
"más próximos a la actualidad histórica" (Erikson 1980:23) que otros
sectores sociales, corren más riesgos de perder el norte de la construcción
de su identidad y, por tanto, de verse afectados por este tipo de patologías.
De este modo, y a excepción de que la actual dinámica de cambios
sociales modifique su actual orientación básica, todo hace temer que este
tipo de patologías relativas a los procesos de construcción de las
identidades juveniles se verán incrementadas hacia el futuro. Los jóvenes de
hoy mayoritariamente no caminan por el sendero de la integración
"normalizada", pero tampoco lo hacen por el "otro lado", por el lado "salvaje"
como decía Lou Reed en una de sus canciones "estrella". Hoy caminan
sobre el "vacío" y hacia "ningún sitio", y esta situación no va a dejar de tener
su expresión en el incremento de los citados comportamientos patológicos.
125
3.- LAS DIFERENTES INSTANCIAS DE INTERVENCIÓN EN EL
ÁMBITO DE LA PROMOCIÓN DE LA SALUD
126
Aunque no ha constituido un objetivo de la investigación, ni en los grupos
realizados se han producido debates directos sobre las diferentes
instancias institucionales que pueden intervenir en el ámbito de la
Promoción de la Salud en las edades representadas en esta investigación,
creemos que sí es interesante subrayar la importancia y la función
específica de algunas de las instancias de socialización más importantes en
las que se desarrolla la vida de los adolescentes y jóvenes madrileños.
Breve apunte realizado sobre la base de interpretar los discursos grupales y
con el ánimo de ayudar, en la medida de lo posible, al desarrollo de reflexión
sobre las citadas políticas de Promoción de la Salud.
127
indirectamente mediante la producción de un discurso social sobre lo
que es saludable o, de forma más particular y específica, en sus
campañas sobre el tabaco, el alcohol, las drogodependencias, el
sida, el cáncer, etc., se constituye como otra de las instancias que
inciden en la socialización juvenil en lo que se refiere a las
concepciones y hábitos sobre la Salud.
- Más allá del desapego de los jóvenes con respecto a las figuras y
autoridades adultas, a los profesores, etc., acceder al sistema educativo
es otra de las vías posibles de intervención en el ámbito de la Promoción de
128
la Salud en estas edades juveniles. Tratando de buscar una relación más
estrecha y continuada con los profesores y con las Asociaciones de
Madres y Padres (AMPAS) de los colegios se pueden desarrollar
planteamientos positivos de cara a la salud más en general, como plantear
determinadas acciones de prevención más específicas en función de la
situación de cada centro concreto. En este terreno es importante no olvidar
que la Salud es algo integral de forma que más, allá de la especialización
de las asignaturas, no debería caerse en un abordaje demasiado
particularista que impida que adolescentes y jóvenes puedan tener y
desarrollar el abordaje más global e integral que requieren estas temáticas.
129
4.- SÍNTESIS Y CONCLUSIONES
130
- La actual cultura de la sociedad construye la juventud como un colectivo
social estereotipadamente al margen de los problemas de la salud, desde la
perspectiva biomédica. Más aún, construye la juventud como uno de los
equivalentes generales de la Salud. Esta construcción social no deja de ser
incorporada por los propios jóvenes que se autoperciben en línea directa
con esta construcción social previa. Construcción que sólo deja al azar, al
acontecimiento imprevisto, el accidente mortal, la interrupción de esta Salud
"ideal".
1) EL GÉNERO
131
bienestar pero desde experiencias y expectativas diferentes. Mientras las
chicas ratifican que lo importante es el equilibrio entre lo físico y lo
emocional, los varones serán más contundentes en situar el énfasis en la
ausencia de malestares y estos especialmente físicos. Mas que sentirse
bien, los varones destacarán la importancia de estar bien, haciendo
hincapié en la impronta de lo físico en tanto ámbito de expresión y
representación del malestar.
2) LAS EDADES
132
- Las jóvenes con edades entre 13 y 14 años tienen una noción de
bienestar y de vida saludable como sinónimos que se expresan y
desarrollan en el marco del ámbito familiar.
- Más implicadas con la idea de vida saludable que con el concepto salud,
entienden una vida saludable como la que se realiza a través de hábitos
sanos tanto para el cuerpo como para los sentimientos. Las actividades
saludables para ser correctas deben equilibrar lo físico y la formación
educativa, a fin de configurar una práctica que se mantenga y se proyecte
sobre el futuro. En este sentido están muy interesadas en la práctica de
deportes y en los estudios. Es decir, en la participación activa en una
formación integral que armonice el cerebro y el cuerpo. Asimismo, y dentro
de estos hábitos saludables, las prácticas higienistas, en directa relación
con su regla mensual, constituyen la modalidad más específica y diferencial
de estas edades.
133
- Las prácticas de higiene ya están incorporadas y no les produce especial
inseguridad. Por el contrario su principal preocupación en relación a los
parámetros de salud, bienestar y practicas/hábitos saludables, tanto en
chicos como en chicas está en relación con la alimentación y el cuidado
del cuerpo desde el punto de vista de su adecuación a los cánones
estéticos dominantes. Cánones de particular fuerza en sus grupos de pares.
Son edades en los que el exceso alimenticio, o el desorden en este
aspecto, sólo es controlado por la necesidad de participar de los cánones
estéticos al uso (mujeres delgadas, vestidas a la moda y con cuerpos que
no se separen de lo dictado, de lo establecido).
134
- La presencia de bebidas alcohólicas, de tabaco e incluso de porros
(aunque estos últimos en menos medida) suele estar presente en la
necesaria ritualidad de paso hacia el desprendimiento de los modelos
familiares.
135
es un factor central en relación al concepto bienestar y también a las
prácticas y hábitos saludables. A mayor cantidad de dinero más
posibilidades de prácticas saludables (es decir, satisfactorias) y, por lo
tanto, más bienestar.
136
- Han asumido el autocuidado en una doble dimensión: estética, por mor de
los mandatos de la moda y también porque son edades en las parecen
conocer los efectos de los excesos de los primeros años de juventud, en los
cuales han transitado por los ritos de paso. Controlar excesos y, al mismo
tiempo, permitirse los desórdenes de la juventud están presentes a un
mismo tiempo en las edades consultadas.
- Al igual que los más jóvenes, estos segmentos de edad están poco o nada
preocupados por la salud personal, salvo en las dimensiones sociales y
relacionales que les lleven a enfrentarse con lo incontrolado, esto es: la
violencia, la agresión, etc.
137
LAS ENFERMEDADES SIGNIFICATIVAS
(CERCANÍA) (DISTANCIA)
(SUJETO)
138
- A tenor del conjunto de discursos producidos por los jóvenes cabría pensar
que este conjunto de patologías no son más que los comportamientos
sociales habituales de los jóvenes en la sociedad de hoy en día,
transformados en comportamientos patológicos a raíz de algún
desencadenante/crisis específica en el desarrollo de sus vidas. Dado,
además, los modelos históricos de construcción de las identidades
masculinas y femeninas en la España de los 90, las citadas patologías
vendrían a evidenciarse como la expresión e inversión patológica de cada
modelo de socialización y de construcción de identidad de "género", tal
como tratamos de resumir en el siguiente cuadro.
139
- Desde otro punto de vista, -punto de vista estrechamente ligado a la crisis
de la adolescencia y a las necesidades psicosociales que ésta plantea-, el
anterior conjunto de patologías podrían concebirse como diferentes
modalidades de patrones adictivos de conducta. Los conflictos que
subyacen en cada una de las anteriores patologías se desplazarían y se
condensarían en un determinado "objeto" de adicción, alimentos, alcohol,
tabaco, heroína, etc. Objeto de dependencia que organizaría la vida
cotidiana de los adolescentes y les conferiría un cierto "sentido" a las
mismas. Aproximación a estas patologías que permite concebirlas como
dependencias, como procesos de conducta vinculados a mecanismos
emocionales-relacionales, a crisis de las relaciones sociales y personales
de los adolescentes y jóvenes.
140
ANEXO. FICHA TÉCNICA
141
El modelo general de construcción del Sistema de Indicadores
Socioculturales de la Salud (SISS) plantea dos fases: cualitativa y
cuantitativa en el desarrollo de la investigación como ha sido realizado en el
caso de la mujer. En nuestro caso de los jóvenes sólo ha sido llevada a
cabo la fase cualitativa cuyos grupos pasamos a describir a continuación.
142
BIBLIOGRAFÍA
143
- Ana Milan T. "Approche psychanalytique d´une recherche à propos de
l´adicction" en "Cliniques des Toxicomanes" nº 47/48. Eres. 1995.
144
- Fainzag S. "L´interieur des choses". L´Harmattan. 1886.
- Laqueur. T. "La construcción del sexo. Cuerpo y género desde los griegos
hasta Freud". Madrid: Cátedra. 1994.
145
- Portero, P. y Peinado, A. 1993. "La Cultura del tabaco entre los jóvenes de
la Comunidad de Madrid". Madrid: Consejería de Salud, Dirección General
de Prevención y Promoción de la Salud. Madrid: 1992.
146