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INFORME "JÓVENES Y SALUD"

LAS REPRESENTACIONES SOCIALES


SOBRE LA SALUD DE LOS
JÓVENES MADRILEÑOS

2ª Monografía del Programa de Investigación del "Sistema de


Indicadores Socioculturales sobre la Salud"

Mayo de 1997
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN 3

1.- CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LOS GRUPOS


DE DISCUSIÓN REALIZADOS 6
1.1.- EL GÉNERO 7
1.2.- LAS EDADES 27
1.2.1.- LOS DIFERENTES ESPACIOS SOBRE LA SALUD 27
1.2.2.- ALGUNOS RASGOS DE LA EVOLUCIÓN JUVENIL 31
1.2.3.- LAS JÓVENES CON EDADES ENTRE 13 Y 14 AÑOS 34
1.2.3.1.- LOS JÓVENES DE 13-14 AÑOS Y LOS
CONSUMOS DE ALCOHOL Y TABACO
45
1.2.4.- LAS JÓVENES CON EDADES ENTRE 15 Y 16 AÑOS 47
1.2.4.1.-LAS JÓVENES DE 15-16 AÑOS Y LOS CONSUMOS
DE ALCOHOL Y TABACO 64
1.2.5.-LOS/LAS JÓVENES CON EDADES ENTRE
16 Y 18 AÑOS 65
1.2.5.1.-LOS JÓVENES DE 16-18 AÑOS Y LOS
CONSUMOS DE ALCOHOL Y TABACO 77
1.2.6.- LAS REPRESENTACIONES ADOLESCENTES Y
JUVENILES SOBRE LAS PATOLOGÍAS MÁS
SIGNIFICATIVAS DE SUS EDADES 78
1.2.6.1.-LOS MAYORES DE 20 AÑOS Y EL CONSUMO
DEL ALCOHOL Y DEL TABACO 83
1.3.- LAS EDADES Y LOS INDICADORES
SOCIOCULTURALES SOBRE LA SALUD 83
1.4.- EL STATUS SOCIAL 88

2.- LAS REPRESENTACIONES ADOLESCENTES


Y JUVENILES SOBRE LAS PATOLOGÍAS MÁS
SIGNIFICATIVAS DE SUS EDADES 91
2.1.- LAS ENFERMEDADES SIGNIFICATIVAS Y LOS
PROCESOS DE CONSTRUCCIÓN DE LAS
IDENTIDADES JUVENILES 96
2.1.1.- EL SIDA Y LAS IDENTIDADES COLECTIVAS
NORMALIZADAS 103
2.1.2.- EL ALCOHOL Y LAS DROGAS RELACIONALES. EL
USO DE LAS DROGAS Y LAS IDENTIDADES
GRUPALES 106
2.1.3.- LA ANOREXIA, LA BULIMIA Y LOS CONFLICTOS DE
LA CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD FEMENINA 109
2.2.- LA DEPENDENCIA DEL OBJETO 112
2.3.- LA CRISIS DE LA ADOLESCENCIA 117

1
2.4.- LA MEDIACIÓN DEL GÉNERO 120
2.5.- LA ESTRUCTURA SOCIAL 123
2.6.- EL ACTUAL PROCESO DE CAMBIOS SOCIALES 125

3.- LAS DIFERENTES INSTANCIAS DE INTERVENCIÓN


EN EL ÁMBITO DE LA PROMOCIÓN DE LA SALUD 128

4.- SÍNTESIS Y CONCLUSIONES 132

ANEXO. FICHA TÉCNICA 143

2
INTRODUCCIÓN

El presente informe corresponde al análisis de la investigación cualitativa


que sobre las "concepciones y representaciones sociales sobre la salud de
los jóvenes madrileños" ha sido llevada a cabo por CIMOP a lo largo de
1.99141, en el contexto de una investigación más amplia orientada, tanto a
conocer las diferentes culturas de la salud de los distintos grupos sociales
de la Comunidad de Madrid, como a diseñar un Sistema de Información de
Indicadores de Salud de Carácter Sociocultural (SISS) que puedan servir a
la Dirección General de Prevención y Promoción de la Salud para mejorar
su intervención en el ámbito de los programas de Promoción y Educación
para la Salud.

La investigación desarrollada para el diseño de este Sistema de


Indicadores Socioculturales ha consistido en una monográfica sobre "Salud
y Mujer" editada2 en la colección de Documentos Técnicos de Salud Publica
con el nº 32, y en un conjunto de investigaciones parciales en los ámbitos de
los niños de 6 a 12 años, de los activos adultos y de las personas mayores
que se irán publicando sucesivamente como monografías en esta misma
colección de documentos. Los resultados de esta investigación parcial
sobre jóvenes y salud son los que se presentan en este volumen.

En la primera publicación de este programa de investigaciones,


denominado "Informe sobre la Salud y la Mujer en la Comunidad de Madrid"
editado por esta Consejería en 1996, se hacía hincapié en que el punto
inicial de esta aproximación consiste en partir "de las propias nociones
sobre la Salud que pudieran tener" los distintos colectivos sociales (o
biosocioestratos, en el lenguaje más técnico del diseño del programa de
investigaciones) y no "de lo que piensan las instituciones sanitarias de lo
que es o debe ser considerado como tal" (Salud y Mujer 1996: 10). Como
se apuntaba en la presentación de la citada obra, "hasta cierto punto,
cabría decir que el intento de diseñar un Sistema de Indicadores
Socioculturales responde a la necesidad de dotar de un marco teórico y
metodológico, de unas líneas de trabajo y de investigación propias y
específicas de la Promoción y Educación para la Salud. De hecho, y hasta
ahora, el trabajo en este ámbito se ha venido relacionando de forma muy
estrecha, y hasta cierto punto dependiente, con las concepciones y
metodologías del ámbito de la salud más estrictamente sanitario. En este
contexto, el diseñar un Sistema de Indicadores más propio del campo de

1
En la segunda parte del texto se han tenido en cuenta los resultados de la
investigación realizada en 1996 con niños de 6 a 12 años sobre "las representaciones
infantiles sobre la salud".
2
En el caso de las mujeres se ha desarrollado el modelo completo del Sistema de
Indicadores Socioculturales. En el resto de biosocioestratos investigados sólo se han
llevado a cabo las fases cualitativas del programa de investigaciones.

3
la Promoción de la Salud y, por tanto, más enraizado en las culturas,
hábitos y usos de la sociedad creemos que puede ser de una gran ayuda
para el desarrollo de este tipo de política y, en general, para todo el
desarrollo de la Educación para la Salud en nuestra Comunidad ya que,
hasta cierto punto, una de las claves de este tipo de actuación es
conseguir que la sociedad de dote en algunos casos y desarrolle en otros,
toda una serie de pautas culturales relativas a la salud, en las que el
conjunto de hábitos y actividades saludables y de prevención pasen a
formar parte de la sociedad de forma espontánea" (Salud y Mujer, 1996:
12).

Es por ello que, en el conjunto de las investigaciones que constituyen este


programa de Indicadores Socioculturales, además de abordar lo que cada
colectivo social investigado entiende por salud en el sentido más biomédico
y reductor de la palabra, plantea una aproximación más global y general
sobre lo que cada colectivo entiende, concibe o se representa sobre lo que
es la Salud (con mayúsculas y en un sentido amplio). Tal como hemos
tratado de realizar, también, en el caso de los adolescentes y jóvenes
madrileños, cuyas concepciones y representaciones sociales sobre la Salud
van a ser descritas en el texto que presentamos en estas páginas.

Ahora bien, antes de pasar a desarrollar las citadas concepciones,


queremos realizar una breve reflexión sobre cómo la sociedad encara
habitualmente este tema y qué repercusión tiene entre los jóvenes esta
forma particular de construcción social de la relación "jóvenes y salud". Al
menos desde nuestro punto de vista, la comprensión de los discursos
correspondientes al segmento joven de la población, exige la presencia de
esta previa caracterización particular.

En efecto, dicha caracterización debe comenzar por la puesta en evidencia


de una descompensación, de un cierto desequilibrio cuando se pretende
situar a los jóvenes ante el tema de la salud. Un desequilibrio normalizado, o
más exactamente legitimado por la persistencia y acentuación de
esquemas culturales, presentes no sólo en los jóvenes, sino en el conjunto
de la sociedad, según los cuales, los jóvenes y los avatares del concepto
salud, carecen de vinculación, no tienen que ver entre sí. La juventud en
todas las épocas, pero más aún en la actual, padece como ninguna otra
anterior, la patología de la juvenilización de la cultura. Patología que impide,
de forma coactiva, la mínima relación entre los jóvenes y el cuestionamiento
o las incertidumbres sobre la salud. Los jóvenes pueden expresar
incertidumbres sobre su futuro e incluso, sobre su presente; sobre el destino
personal y la viabilidad laboral de sus proyectos; sobre las relaciones
afectivas y sus avatares, pero nunca les es permitido cuestionar su alto
grado de representatividad acerca de la salud. Ellos son modelo para el
resto de las edades (anteriores y sobre todo, posteriores)... son el sueño de
un momento de cronos que se erige como núcleo ideal de la vida. Son, en

4
síntesis, la expresión y el soporte de uno de los mitos más fuertes de la
cultura moderna: la eterna juventud.

Si el sueño de una cultura es ser joven, es porque éste tiempo de la vida


expresa todas las potencialidades y el momento de máxima distancia con lo
perecedero, la falta de aptitudes, la pérdida de energía, en definitiva con la
muerte. No se es tan frágil como los niños ni tan vulnerable como los
mayores y la vida se mitifica como una gran promesa que está aún por
llegar. Todos estos aspectos que están presentes en la mitología de
nuestra cultura, por lo tanto en nosotros mismos, está también, en los
jóvenes con independencia del grado de conciencia que se tenga al
respecto. Pero sí es evidente, que las dificultades que presentan para
abordar el tema de la salud pone de manifiesto la distancia perceptiva y
vivencial que los jóvenes experimentan hacia este tema. De igual forma que
cuando la sociedad habla de drogas parece estar implícitamente aludiendo
a los jóvenes, cuando se habla de salud los elude, los expulsa y esta
expulsión es la que ellos mismos experimentan y expresan en las dinámicas
grupales realizadas.

Así, tanto por estas razones como para poder contrastar los discursos
grupales con los de los otros colectivos investigados en el conjunto del
programa del SISS, consideramos que para iniciar las dinámicas de grupo
lo más adecuado sería realizar un rodeo conceptual y pragmático del
término salud, comenzando por una propuesta más cercana a sus
concepciones como son los hábitos y prácticas saludables de su vida
cotidiana, propuesta que era el producto de las reuniones realizadas
previamente con mujeres de diferentes edades en la investigación
anteriormente citada.

En base a este impulso inicial, las respuestas de los jóvenes - cuyas edades
varían notablemente y de las que damos cuenta a continuación - presentan
una significativa segmentación de criterios y más aún, de valores,
asociados a la salud y más exactamente a la vida y prácticas saludables.
Segmentación en la que está actuando de forma dominante las diferencias
de edad y las de género. Diferencias que introducen una primera ruptura
con cualquier posible homogeneización del discurso joven, salvo el que -
como adelantamos - señala las distancias actitudinales, valorativas y
emotivas con respecto a la salud. Es decir, que si algo hay en común entre
los jóvenes de diferentes edades y de ambos géneros ante la temática de la
salud, es justamente el hecho de sentirse, en conjunto, distantes de este
tema y de los aspectos diversos que lo enmarcan.

5
1.- CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LOS GRUPOS DE
DISCUSIÓN REALIZADOS.

6
En el conjunto de grupos de discusión realizados dentro del segmento joven
de nuestra Comunidad, cuya finalidad era ampliar el horizonte estratégico
de la información sobre aspectos relacionados con la salud, aparecen tres
grandes variables que destacan por su capacidad de discriminar y
organizar los discursos. Estas tres variables han sido el género, la edad y
el posicionamiento social. Realizaremos un recorrido por estas tres
variables, procurando poner en expresión el propio discurso de los jóvenes
ante la salud y la incidencia de estas tres variables en la organización de los
mismos.

A modo de primera aproximación será conveniente situar las características


que relacionan estas tres variables. En primer lugar su operatividad, es
decir, su grado de eficacia y de incidencia directa en la organización de los
discursos. En segundo lugar, la interrelación que existe entre las tres
variables mencionadas: género, edad y status social. Y en tercer lugar la
presencia jerárquica de las mismas.

La operatividad de estas variables se pone en evidencia a partir de su


capacidad de discriminación de discursos diferenciados, pero que permiten
vislumbrar que no existe un peso simétrico por parte de las tres variables.
Por el contrario, es mucho más translúcida la presencia de las edades
como demarcación de criterios antes que el status social. Y por encima
incluso de las edades la formación del género, al que nos referimos sin
ninguna intención de superponerlo al concepto sexo, ya que preferimos el de
género que expresa con mayor claridad la idea de constructo cultural, de
códigos normativos (más o menos flexibles) que están organizando las
identidades personales con carácter performativo. De allí la importancia de
considerar a estas tres variables en su dimensión de organización
jerárquica, con mayor peso para el género en primer lugar, la edad en
segundo lugar y el status social en tercer lugar.

1.1.- EL GÉNERO

La construcción de la identidad de cualquier sujeto tiene en el género uno de


sus factores más dominantes y ejemplares del proceso de socialización. En
las edades jóvenes, la experiencia del género no sólo señala vivencias
diferentes sino que alcanza a delimitar la identidad de una adultez y de los
marcos por los que ésta habrá de desarrollarse. En el caso concreto de las
nociones de salud, la implicancia del género propone y dispone
experiencias y cánones diferentes entre unos y otros.

"- eso depende porque si eres chica te pasan


unas cosas y si eres chico pues me imagino

7
que será muy diferente. Vamos yo lo veo por
mis hermanos que son unos miedicas a
cualquier cosa, a cualquier dolorcillo y luego
van de bravos y yo que sé y a nosotras nos
pasa muy diferente

- igual que en casa, no sé si os pasa a vosotras


pero en casa si un día tengo que llegar tarde
tengo que asegurar que me acompaña un
amigo de la pandilla, vaya, alguien que mis
padres conozcan, pero si es una chica, ah,
pues no, cómo van a venir dos chicas solas a
las 12 de la noche, lo que puede pasar,

- lo que dirán los vecinos, sí, unas historias

- exacto, a eso voy que los chicos parece que


nunca les pasará nada y que además no sé. Ni
que fueran Tarzán que te va a defender de la
selva

(Risas)

- es verdad eso es muy injusto porque yo no


creo que mis hermanos que son unos niñatos
de 14 y 13 años tengan muchas más
posibilidades de defenderse que yo, vamos (M.
16-18 años. C. Medias)

- Si es de la naturaleza de cada uno pero


también si eres chico estás más acostumbrado
a darte golpes, a dar patadas a no sé, que la
pasas peor que las chicas que nunca se caen
ni nada de eso (H. 16-18 años. C. Medias
Bajas)

La experiencia femenina de la salud, a pesar del bajo grado de conciencia


explícita que pueda existir sobre este aspecto en las edades más jóvenes,
está íntimamente relacionada con la experiencia profunda, tanto psíquica
como física de la feminidad y sus diferentes formas de expresión. Desde
edades muy tempranas, lo femenino y más exactamente la construcción de
una identidad femenina se caracteriza por la toma de contacto con lo
sensible que, más allá de los tópicos que suele encerrar este concepto,
implica una profunda puesta en evidencia de la conciencia sobre lo
interior, lo íntimo, la debilidad, la fragilidad e incluso la vulnerabilidad.
"- No sé pero desde luego yo cuando tengo la

8
regla me pongo fatal, de verdad, de verdad que
me siento enferma, vamos que me caigo, de
verdad, y luego piensas que vas a estar toda la
vida con esto es de verdad un rollo, no sé
vosotras...

- Yo no me siento mal de cuerpo, vamos que lo


llevo bien pero es, no sé, es que estás como
achacada (¿?), así de ánimo, que no quieres
nada, que todo te molesta, que estás

- Nerviosa, sí, a mí me pasa, vamos

- No sé no es nerviosa es no sé que estás. A


veces triste y no te gusta nada, es muy raro
bueno pero creo que es algo que me pasa a
mí". (M. 15-16. C.M.M. Baja)

"- La regla, yo creo que esa es la gran


diferencia con los chicos, porque a ellos no les
pasa nada de lo que nos pasa a nosotras y
aunque cada una lo lleva de una manera
diferente, pues, no sé ¿no? solo saber que
estás tres días todos los meses con eso, es
una lata que ellos no tienen y entonces te lo
montas distintos, tienes que montártelo
diferente porque es así

- A mi me pone de cama directamente, vamos


me pone fatal, yo es que he tenido que faltar al
Instituto y mi madre ha tenido que ir a explicar
que cuando me viene la regla es que no puedo
andar directamente, o sea que imagínate como
es la película, porque en el Instituto como es
un director pues el tío ni caso que porque
faltaba, que si novillos y todo el rollo, y a mi me
daba corte decirle no mire Ud., es que me
pongo mala, y al final fue mi madre a hablar
con él." (M. 16-18 años. C. M. Media)

"-MOD. ¿HAY ALGÚN MOMENTO EN EL


QUE OS SINTÁIS MAL, O QUE RECORDÉIS
ASÍ QUE OS HABÉIS SENTIDO MAL?

- Cuando tengo la regla, que no es que te

9
sientas mal de enfermedad, pero, vamos que
me siento mal

- Yo me pongo muy mala con la regla

- Yo no, yo me siento como siempre, un


poquillo más loca que de costumbre pero
vamos (risas)" (M. 13-14 años. C. M. Alta)

Si la experiencia de lo femenino apunta desde la preadolescencia la toma


de contacto ineludible con lo interior, con la profunda vinculación entre lo
físico y lo psíquico, señala también otra dimensión tan importante como esta
primera cual es la que indica que lo interior, lo íntimo, está vinculado a la
relación con los otros. La construcción del sentido de lo femenino, que más
que en lo masculino se desarrolla a través de canales informales de
educación, de relaciones afectivas, de vínculos familiares, caracteriza una
noción paradigmática de la identidad según la cual, las mujeres no son
individuos (sujetos aislados, definibles por sí mismos, en sí mismas), sino
por el contrario sujetos en relación3. Y de todas las relaciones posibles de
la identidad femenina, aparece una como la paradigmática de todas las
relaciones: la maternidad. En efecto, la mujer aparece siempre emparejada,
consciente o inconscientemente, al papel de madre (aunque éste sea en un
futuro muy mediato). Circunstancia que se convierte en principal para
entender buena parte de la identidad femenina y del particular concepto
internalizado de salud que las mujeres van experimentando, aún desde
edades muy tempranas. Esta particular sujeción a la "naturaleza", como
epicentro de la identidad femenina, lleva a proyectar las relaciones entre los
sexos como relaciones "naturales" antes que históricas por más que, en la
realidad, dichas relaciones sean más históricas y sociales que naturales. Y
como naturales se valoran también los roles de cuidado, atención,
conocimiento de lo íntimo, vinculación a lo emocional, etc. Roles y tipos
específicos de conocimientos que se naturalizan a partir de la capacidad
biológica de las mujeres.

"H- En las chicas es distinto porque las


mujeres se tienen que cuidar más, quieras que
no una chica tienen muchos más riesgos que
un hombre y eso hace que tenga que tener
más conciencia de lo que le puede pasar

M - Pero a un chico también le pueden pasar

3
Esta aproximación a la identidad femenina como "sujetos en relación" es decisiva
para la comprensión de las nociones y representaciones sobre la salud que se desarrollan
entre las mujeres, tal como puede leerse en el informe "Salud y Mujer" (1996:31-33).

10
cosas, no sólo a las chicas

H- Pero es distinto tu sabes que si no te cuidas


en una relación la que quedas embarazada
eres tu

H- Y además que te tienes que preparar para lo


que en algún momento serás una mujer que
querrá tener hijos y eso hace que te cuides de
otra manera". (Mixto 23-24 años)

La virtualidad maternal de la mujer aparece como la esencia básica de la


misma, como su característica definitoria que también incide en la noción
de vinculación con los otros como sentido profundo de su identidad. Y esta
misma potencialidad del rol de madre engendra (nunca mejor dicho) un
aspecto espontáneo y subsidiario de la relación con el mundo: la tendencia
a relacionar lo íntimo y lo éxtimo, la persona y los otros, el mundo de las
relaciones (de todo tipo) como eje central de la identidad. La mujer es
cuerpo sobre cuerpo, receptáculo, intercambio, contacto, etc., todo lo cual
representa una profunda familiaridad con lo emocional y lo expresivo:

"- Es que no solo por lo físico te sientes mal,


muchas veces es porque estás jodida, porque
no salen las cosas como tu quieres

- porque tienes que examinarte

- si es verdad, en el instituto los días que hay


examen las chicas nos ponemos de los
nervios y los chicos, siempre, bua, si no la
encajas, pues igual, para setiembre, no les
importa

- es que somos más sufridoras

- eso es verdad somos más sufridoras". (M. 16-


18 años. C. M. Media)

Desde esta perspectiva será necesario destacar dos aspectos, - a los que
ya aludimos en párrafos anteriores - pero que resultan centrales para
comprender con más matices las particulares nociones de salud dentro del
segmento de mujeres jóvenes.

En primer lugar, el que se refiere a la educación informal como espacio


de conocimiento de la mujer sobre sí misma y con respecto a los criterios
de salud, de cuidado, de prácticas y de hábitos saludables. Las jóvenes

11
experimentan que la información y formación sobre el autocuidado (en todos
los aspectos) lo mismo que el conocimiento peculiar de su realidad
biológica y psicológica, no es trasmitido de forma reglada e institucional,
sino por el contrario, a través de mecanismos y relaciones informales que
tienen el privilegio de acentuar los aspectos emocionales y
comunicacionales pero que, al mismo tiempo son proclives a fomentar la
incertidumbre, los mitos y especialmente la contradicción:

"- Claro porque tu madre te dice una cosa y


luego pues, una amiga que tienes te dice otra,
y luego una prima mayor otra y acabas echa
un lío.

- Cuando yo tuve la primera regla que no hace


más de dos años, buenos si le tenía que hacer
caso a todo lo que me decían bueno, me
hubiera encerrado en la casa sin salir, sin
hablar con nadie por la vergüenza de todo lo
que me decías

MOD: ¿PERO QUE COSAS TE DECÍAN?

- No sé que si manchas muchísimo las


primeras reglas, que ten cuidado cuando
hagas gimnasia, que los chicos se dan cuenta
cuando tienes la regla que tal cosa y tal otra

- Mi abuela me dijo que una no debe ducharse


cuando se tiene la regla porque te puedes
volver loca

- Si, si, mi madre me contó que cuando ella era


pequeña no se duchaban,

- Por Dios...." (M.13-14 años. C. M. Alta)

"- MOD: ¿Y ESTOS TEMAS CON QUIEN LOS


HABLÁIS MAS?

- Pues yo con mis amigas


- Yo también, creo que con las amigas es con
quien más se habla

- Yo con mi madre

12
- A mi, lo que pasa es que tengo dos hermanas
mayores y entonces hablo con ellas

- Yo no sé igual con mis amigas y tal, también


mi tía, yo tengo una tía joven, así de 24 años y
es muy maja y charlamos mucho." (M. 15-16
años. C. M. Media)

"- Con las amigas, suele ser con quien tienes


más confianza....

- Yo es que salgo con un chico hace cuatro


años...

- ¿Cuatro años?

- Si desde que tenía trece años, y entonces


tengo mucha confianza con él, también con las
amigas, pero vamos....

- Yo es que depende, porque para ciertos


temas mi madre, es una tía muy bien, y se
puede hablar con ellas con toda confianza

- Pues que suerte tienes

- Hombre tampoco es que hables de todo con


ella, porque no... Pero algunas cosas sí, mi
madre es muy moderna y muy de la época de
ahora ¿sabes? y entonces sí que se puede
hablar con ella, además yo tengo tres
hermanos varones y entonces mi madre es
muy amiga

MOD: Y EN EL INSTITUTO ASÍ, CON LAS


PROFESORAS O EN CIERTAS
ASIGNATURAS Y TAL, ¿HABLÁIS DE
TEMAS DE SALUD, DE VIDA SALUDABLE Y
TEMAS ASÍ?

- no, la verdad es que nunca

- hombre en algunas de biología y tal sale lo de


la salud, pero así como para el examen (risas)

13
MOD: ¿Y FUERA DEL EXAMEN, SE HABLA
DE SALUD?

- No, la verdad es que no

- A veces, si estás mala lo comentas con


alguna

- En mi Instituto lo que han dado son así unas


clases de cómo nacen los niños y tal, cosas
así, pero poco". (M. 16-18 años. C. M. Media)

En segundo lugar, el otro aspecto de la identidad del género femenino al


que nos referimos es el que vincula lo más íntimo y lo relacional. Es decir,
que todas las esferas de relación con los otros están en profunda
interrelación a través, y en, el mismo sujeto femenino. Lo íntimo y lo
relacional no son dos ámbitos aislados ni diferentes sino profundamente
interrelacionados entre sí. Podría argumentarse que dicha relación atañe a
todo sujeto, con independencia de su género. Pero en el caso de las
mujeres, las situación tiene no sólo más énfasis y más determinación sino,
sobre todo, una forma de conciencia que será central en la organización de
su propia identidad. Dicho en otros términos, las mujeres saben que entre el
mundo relacional y su intimidad biológica, psíquica y emocional, existe una
profunda interrelación:

"- Es que sentirte bien no es una cosa que le


pase a tu cuerpo, digo que no es sólo que no
tengas enfermedades, o cosas graves, o
bueno, no tan graves, pero que muchas veces
te enfermas porque te sientes mal, porque has
discutido con tus padres

- Si, un disgusto

- O una rabieta

- Yo, mi hermana se peleó con su novio y


estuvo de cama.... (Risas) de verdad os lo juro,
se puso mala que hubo que llamar al médico,
con unas jaquecas y cosas así, y todo el
tiempo que no podía ni andar por el disgusto
que tenía." (M. 15-16 años. C. M. M. Baja)

"- Te puedes estar muy enferma y sin embargo


estar contenta, no contenta, quiero decir,

14
sentirte bien

- O puedes estar sana y estás que te arrastras.

MOD: ¿Y ESA DIFERENCIA ENTRE LO QUE


SE SIENTE Y LO QUE LE PASA AL CUERPO
PORQUE OS PARECE QUE SE DA?

- Porque lo que quieres es que vaya todo bien


lo de dentro y lo de tus cosas por ahí con las
amigas, con la familia,

MOD: ¿Y CON LOS CHICOS?

- Si también

- También...

- RISAS

- Eso lo que más

MOD: ¿Y OS PARECE QUE LOS CHICOS


SON IGUALES A LAS CHICAS, QUIERE
DECIR QUE PARA ELLOS ES TAMBIÉN
MUY IMPORTANTE QUE PARA SENTIRSE
BIEN TIENEN QUE ESTAR BIEN, NO SE,
LAS RELACIONES POR LLAMARLO DE
ALGUNA MANERA?

- Pues

- No sé yo

- Depende de como sean los chicos, pero yo


creo que para ellos es diferente que mientras
el cuerpo esté bien, ellos no se ponen malos,
no sé

- Es distinto
- Sí es distinto

MOD: ¿PERO COMO ES DISTINTO?

- Porque para nosotras la cuestión es que te


sientas bien en las relaciones que decía Ud. y

15
en lo físico, mientras que para ellos es más
importante lo físico

- Mi hermano mientras no les toques las


piernas y pueda ir a jugar al fútbol

- Risas...

- Eso, tienen razón, a eso me refiero yo que


mientras ellos se sientan bien, todo está bien".
(M. 16-18 años. C. M. Media)

La experiencia femenina de toma de contacto con lo interior y propio de su


cuerpo desde edades muy tempranas, y más particularmente, la experiencia
de la menstruación, organiza una revolución o más exactamente una
conmoción, que abre el camino para una comprensión diferencial, más
flexible y lábil de los criterios de salud y enfermedad. En efecto, desde la
perspectiva femenina, los criterios de salud y enfermedad se disuelven (más
aún en las edades jóvenes) en los más potentes, aunque imprecisos, "estar
bien" y "sentirse bien". Conceptos que no necesariamente deben coincidir
y que la más de las veces se enfrenta dialécticamente. Lo físico, lo psíquico,
más coloquialmente, según lo nombran las jóvenes, el cuerpo y los
sentimientos o lo emocional, no necesariamente coinciden y son tan
influyentes el uno como el otro, en las nociones de las jóvenes femeninas
sobre la salud.

"- Todo influye, porque muchas veces te dicen,


en casa es muy común que te diga, mi padre,
por ejemplo, pero tu niña dónde vas con esa
cara como si estuvieras enferma, y tienes de
todo. Pero no se da cuenta que puedes tener
un problema afectivo, algún inconveniente
muchas veces ni siquiera es con un chico,
puede hasta que con una amiga y sin embargo
te sienta fatal y eso influye, influye en cómo te
sientes más que en cómo estás". (M. 16-18
años. C. M. Media)

Si la experiencia temprana de la feminidad no fuera suficiente para construir


una relación con el cuerpo mediado y mediador entre lo íntimo y lo éxtimo, la
certidumbre de una futura maternidad - más o menos lejana - vendrá a sellar
una nueva toma de conciencia sobre la importancia de esta mediación entre
el mundo interior y el mundo relacional, presentes y actuantes en el cuerpo
mismo, hasta el punto de ser éste mismo, el resultado de la interacción entre
el adentro y el afuera.

16
En efecto, a diferencia del cuerpo masculino, cuyo destino cultural es la
individualización y la conservación (juvenilizada y productiva), el cuerpo
femenino es un vínculo vital y su destino (más promocionado culturalmente)
es la de ser nexo de la vida, tránsito de relaciones.

Y no sólo el adentro y el afuera están presentes en la conciencia femenina


sobre su propia realidad corporal. De esta primera señal de identidad se
desprende que la noción de salud encierra otros conceptos muy complejos,
de la misma forma que su contrario, la enfermedad, no es un concepto o un
estado fácilmente determinado desde la juventud de las mujeres, sino el
centro de otros conceptos que son más frecuentes y sobre todo más
indeterminados como son: malestar, debilidad, ausencia de defensas,
pérdida de ganas....

"- tú puedes estar perfecta físicamente pero si


te sientes mal de ánimo, si estás triste o si
estás mal enrollada que a veces pasa, porque
has cortado con un chico, si, si, a mi me ha
pasado y te sientes fatal pues no te sientes
bien, te sientes enferma, te quieres morir, de
verdad

- yo estoy de acuerdo con ella porque a mi me


pasó al revés, estaba en cama con un
problema de columna que me dolía la ostia y
no podía ni moverme y para esos días, bueno
unos días antes estábamos peleados con el
chico que salgo, bueno con mi novio (risas) y
nos reconciliamos y yo me sentía la mujer más
feliz del mundo y no me importaba nada los
dolores que tenía que eran muy fuertes, pero
no me importaba nada, de verdad os lo juro,
nada, no sentía nada porque es que estaba tan
contenta..." (M. 15-16 años. C. M. M. Bajas)

Esta perspectiva debe comprenderse que ya desde edades muy


tempranas, la noción femenina de Salud (con mayúsculas) se construye
como una noción directamente relacionada con la idea de sensación de
bienestar4. Y que esta idea de sensación de bienestar convoca tanto a los

4
Como se desarrolla en el informe Salud y Mujer esta aproximación de la salud a la
sensación de bienestar cristaliza en los discursos de las mujeres adultas en una noción
de salud "holística" y no "bio-médica", tal como hemos desarrollado en el informe
monográfico respectivo.

17
aspectos físicos como a los emocionales, psíquicos y todos éstos a los
aspectos de tipo relacional o, dicho en otros términos, que son todos los
órdenes y registros mencionados, tributarios y expresivos de las relaciones
y los diferentes grados de satisfacción que éstos generen:

"- Pero si estás enferma te sientes mal

- Eso sí, pero si no estás enferma también te


puedes sentir mal

- Entonces estás enferma de alguna forma. No


sé como explicarte lo que quiero decir, que
para mi el sentirte mal porque tienes que
examinarte y hay veces, al menos a mi me
pasa, que te pones mal de los nervios y que no
puedes comer, ni dormir, ni nada y estás
nerviosa que no te controlas...

- Pero eso es que te sientes mal, no que estás


enferma

- Pues para mi es lo mismo

- Igual que cuando te peleas con tu madre, o


con tu hermano, o con una amiga que te
sientes muy mal, yo tampoco veo mucha
diferencia entre eso y estar enferma

- Mi hermana que tiene 18 años y lleva tres de


novia con un chico del barrio, tuvo anorexia y
todo por las peleas con el novio

- Bueno, de eso hay cantidad

- La Diana de Inglaterra por ejemplo...


- Por ejemplo, claro, y cantidad de gente que
no se conoce
- Bueno y la Marylin que se suicidó por sentirse
sola". (M. 13-14 años. C. M. M. Alta)

"- Esta todo relacionado porque yo creo que


aunque estés super bien de salud si no te
sientes bien con la persona que estás o te
llevas a matar con tus padres, entonces se

18
chafa todo

- Pero si pasa que hay gente no sé, una


compañera mía que es muy amiga desde el
EGB que nos conocemos, pues es una tía
gruesa, vamos que está gorda y que no puede
adelgazar

- será porque come mucho, porque lo de la


gordura es que se come mucho

- sí, yo creo que ella come mucho, pero vamos


que de salud está bien, está lo que se dice
sana, pero como no liga, no se enrollan los
chicos con ella, entonces lo lleva fatal y es
superagresiva y nada le va bien, y es que no
se gusta, pero nada y eso influye también en
que estés sana". (M. 16-18 años. C. Media
Media)

Por su parte, los jóvenes en tanto principales depositarios de los valores de


identidad masculina, desarrollan otros criterios de salud, relacionados
también con el bienestar pero desde experiencias y expectativas diferentes.
En efecto, mientras desde la perspectiva femenina se ratifica una y otra vez
la importancia de un equilibrio entre lo emocional - en el sentido amplio - y lo
físico, con dominancia de los aspectos de tipo psicológico y afectivo, desde
lo masculino se situará el énfasis en la ausencia de malestares, pero
especialmente de tipo físico. De esta forma más que "sentirse bien", los
varones destacarán la importancia de "estar bien", haciendo hincapié en
los aspectos físicos en tanto lo físico encarna el espacio de
representaciones más frecuente, para ellos, de los síntomas del bienestar o
del bienestar:

"- Si estás bien físicamente yo creo que puedes


decir que tienes salud, porque otra cosa...

- Puede ser que te sientas mal


circunstancialmente pero tampoco es eso lo
que te vuelve enfermo

- Hombre si vienes de jugar un partido el


sábado llegas a tu casa, te das una ducha y
después de comer te vienen los dolores, te das
cuenta de los golpes que has recibido

19
- Y otros se darán cuenta de los que tú les has
dado

- Eso por supuesto, por supuesto, pero te digo


que yo cuando me duele la pierna y el tobillo y
tal, no me siento enfermo, vamos me parece
que es normal, sentir eso, que además te lo
has pasado bien, has gastado energías, te has
divertido y entonces el cuerpo te responde muy
bien". (H. 16-18 años. C. M. Baja)

Estar bien, desde la concepción masculina de las jóvenes edades, está


relacionado principalmente con la capacidad de estar en forma, en buena
forma física desde todos los puntos de vista. Y esta buena forma física no se
define por la ausencia de malestares pasajeros, por la ausencia de dolores
que recuerden la existencia del cuerpo, sino por la posibilidad de expresar
la potencialidad de un organismo en óptimo proceso de funcionamiento:

"- cuando el Sergi Bruguera termina una


partida de tenis de tres o cuatro horas, se
siente cansado y el tío debe adelgazar no sé
cuantos kilos, pero el tío está en forma, puede
aguantarlos". (H. 16-18 años. C. M. Baja)

"- Si tienes una naturaleza física bien


constituida es mucho más difícil que te cojas
cualquier cosa, que te derrumbes

- Si es que estar bien en lo físico yo creo que


es lo más importante desde cualquier punto de
vista, ahora tu puedes tener una buena
naturaleza, venir con buenos genes y tener tu
familia muy sana de eso que nadie tiene
diabetes y esas cosas que preguntan los
médicos, pero igual te puedes pescar algo

- yo creo que si estás bien y comes bien y


haces un poco de ejercicio, vamos que te
cuidas, no creo que te pilles nada

- Yo no estoy de acuerdo te puedes pegar


cualquier cosa, cualquiera que sea

- Si eres sano y tu familia es sana es mucho


más difícil". (H. 21-25 años. C. M. M. Baja)

20
En ningún caso podría afirmarse que desde lo masculino se desconoce la
importancia de lo psíquico y lo emocional en la construcción del concepto
salud pero, sin embargo, es evidente que estos factores son subsidiarios
ante la impronta central y hegemónica de lo corporal, de lo orgánico, en
tanto construcción de la noción de salud y en consecuencia de bienestar5. El
cuerpo y su potencialidad son el centro de organización y de gestión del
sentido de lo que los hombres consideran como campo de representación y
de actuación de lo que sucede en otros ámbitos, o desde otras perspectivas
de consideración como pueden ser lo emocional o lo afectivo:

"M - No me dirás que lo afectivo no es


importante porque no tienes más que coger el
periódico y ver cuántos tíos están de los
nervios por todas partes o sea...

H - Pero yo no digo que no sea importante lo


que digo es que es también orgánico y que si
alguien está de los nervios pues se tendrá que
atender con un médico del tipo que sea...

H- Desde luego que hay gente que está mal


pero si una persona está bien físicamente tiene
más posibilidades de curarse que una que esté
hecha polvo, eso no lo puedes desconocer...

M- Desde luego, pero no es lo único

H- Lo único no, pero lo más importante sí


desde luego". (Mixto 23-24 años. C. M. y M.
Alta)

El determinismo, más que el condicionante con que opera la naturaleza en


la construcción de la identidad de salud para los jóvenes varones queda
expresada sin lugar a dudas, en la cita siguiente del grupo de discusión Nº
3, en el que queda expresado el valor rotundo de la naturaleza en la
identidad del sujeto masculino:

"- Y LLEVANDO UNA VIDA SANA SE TIENE


SALUD O LLEVANDO UNA VIDA SANA
5
En este contexto, cabe pensar que los hombres como "género" están más cerca de la
noción de la salud de carácter más biomédico, más órgano-médico mientras que las
mujeres como "género" mantienen unas nociones más específicas y diferenciadas como
se puede observar leyendo los discursos de unos y otros en los diferentes documentos
técnicos dedicados a este tema.

21
(Voces)

- Eso es según cada persona tú puedes tener


muchos vicios y tener buena salud, pero o sea,
la salud yo creo que es algo que te viene
cuando has nacido, o sea tienes una
constitución diferente, a lo mejor tienes la
constitución más fuerte y resistes más a las
enfermedades y a lo mejor tienes vicios, a lo
mejor llevas una vida totalmente sana pero tu
constitución es muy dada a coger
enfermedades y por muy buena vida que
lleves las enfermedades las cogerás igual, a lo
mejor las internas las evitas un poco más pero

- Hombre, pero llevando vida sana también se


te hace el cuerpo más fuerte, ¿no?, tienes
menos posibilidades de ponerte enfermo, ¿no?

- ....dado a coger enfermedades y llevas una


vida sana, sí, tendrás menos posibilidades
pero tendrás menos respecto a las que tenías
antes, o sea si tú tienes muchas posibilidades
de coger una enfermedad y llevas una vida
sana se reduce un poco pero sigues teniendo
posibilidades de cogerla igual, o sea no se
anula del todo

- ¿SOLO PENSÁIS VOSOTROS EN


GENERAL LO QUE DICE EL COMPAÑERO
DE QUE LA SALUD ES UNA COSA CON LA
QUE SE NACE PODRÍAMOS DECIR?

- Sí, sí". (H. 16-18 años. C. M. Baja)

También para los varones, el mundo relacional es expresivo de las nociones


de salud y bienestar, pero de forma diferente en cómo actúa para las
mujeres. No es extraño que así sea, toda vez que los hombres saben que lo
relacional es parte de su destino y al mismo tiempo saben, desde
tempranas edades, que su encuentro con el mundo relacional les exige una
toma de iniciativa, de presentación en el mundo en tanto sujetos
experimentados (con independencia de la juventud de éstos) que va a
condicionar un encuentro más violento con dicha realidad.

Mientras para las mujeres, el ámbito relacional, es fundamentalmente de

22
dominancia afectiva, en el sentido más positivo y esperanzador del término,
para los hombres tiene que ver con la violencia, la agresión, la competencia,
en síntesis con la peligrosidad desde cualquiera de las perspectivas en que
se proponga. Lo masculino tienen que ver con exceso y con violencia, con la
impronta de destacar por sobre los demás, con lucha encarnizada por ser el
primero, el mejor, el que más poder tiene y al mismo tiempo el que más
capaz es de descontrolarse:

"- Joder quien no se ha pasado una noche de


borrachera solo por competir, yo creo que por
competir haber quien es capaz de tomarse
más cañas

- es una pasada

- Estoy de acuerdo contigo, pero los tíos somos


así

- Eso es verdad de la misma forma que te


chuleas de la fuerza y si tienes que enfrentarte
a alguien sabes que no puedes esquivar el
bulto, que tienes que dar el tipo y que gana el
que más golpes da, aunque para eso te tengas
que destrozar los puños

- Y la cara

- Y la cara por supuesto". (H. 16-18 años. C. M.


Baja)

"H - Pero es propio de ser joven descontrolarte,


es lo suyo

M- No necesariamente, vamos yo creo que en


eso hay una buena diferencia entre chicos y
chicas, y no lo digo porque no me haya
descontrolado nunca, que sí, vamos, que yo
también me descontrolo a veces, pero que es
distinto a los chicos, vosotros, no sé, ... da la
impresión que tenéis que hacerlo siempre, no
sé como decirlo

H- Hombre yo creo que tienes razón, que los


chicos somos más dados a descontrolarnos,

23
no sé no se ve mal o al revés, está bien visto...

M- mientras que si una chica se descontrola,


pues no es lo mismo, claro

H - Es verdad aunque suene un poco machista


lo cierto es que no es lo mismo

H- Yo creo que a los chicos se les da un tipo de


permiso diferente y también como que no está
mal que lo hagas que tu padre ante tu madre te
puede llegar a decir, a mi me pasó, pues esto
es una pasada no volverá a pasar tu que te
crees porque yo había llegado a las cinco de la
mañana totalmente cocido pero cocido, cocido
a casa y arme una que... bueno... para que
contar os lo podéis imaginar

H- Ya lo creo

H- Pues la cuestión que después nada, se


marcha mi madre y va mi padre y me dice
pues cuidado que éstas cosas no hay que
pasarse tanto y tal y cual, pero al fin va y me
dice, ¡la verdad es que yo a tu edad me
pegaba cada una!

(Risas)

- Pues eso porque es tío." (Mixto 23-24. C. M.


M. Alta)

Las diferencias entre lo femenino y lo masculino en el proceso heurístico de


construcción de los géneros, señalan caminos notablemente diferentes,
aunque se construyan sobre significantes similares. Para uno y otro género,
el ámbito de las relaciones es un ámbito privilegiado de construcción de
identidad, sin embargo, unas y otros proyectaran perspectivas y
expectativas diferentes. En el campo de lo emocional, otro tanto. Si para lo
femenino, - más aún en las edades tempranas - la búsqueda del
equilibrio es lo que las orienta, en lo masculino, será el vértigo y la
posibilidad de dominio sobre éste.

Son extensos y diversos los trabajos que desde la perspectiva del género
señalan caminos divergentes en el proceso educativo y socializador de los
jóvenes de diferente sexo. Bastará recordar los extensos trabajos de
Colbert y consecuentemente de Caroll Guilligham sobre las dimensiones

24
ético- relacionales que caracterizan a unos y otros en la toma de decisiones
durante las edades jóvenes hasta los más recientes estudios publicados
sobre "La construcción del sexo" de Thomas Laqueur. En todos ellos, lo
convergente es la diferencia de construcción de una identidad (tanto ética,
como relacional) a partir de perspectivas diferenciales en cada uno de los
géneros.

En el proceso de construcción de la identidad masculina, o l s aspectos


relacionales están expuestos conteniendo el principio del hostigamiento
como forma posible a enfrentar. En el caso femenino, esta misma situación
será, en principio, una excepción:

"- Porque puede ser muy amigo tuyo, pero ya


sabes que si te tienes que dar de hostias con
alguien lo vas a hacer, por muy amigo tuyo que
sea y eso es saber que la violencia no está
solo en las guerras o en el hampa, que
también está presente entre tu mejor amigo y
tu, entre los de la calle de enfrente y tu

- En el fútbol eso se ve muy claro y no lo digo


por los delirantes esos que se dan de
puñaladas al final de un partido, que no es eso
lo que digo yo, pero más de una vez has salido
de un partido y te has tenido que batir con otro
grupo, eso seguro". (H. 16-18 años. C. M. Baja)

"- Lo que pasa es que si te peleas con alguien


lo pasas mal, al menos unos días hasta que se
te pase, eso a todos

- A todos no sé... a mi me parece que los


chicos se lo montan de otra manera, no sé...
que nosotras siempre estamos que no quiero
que éste me tome rabia, o que me mire mal, o
que hable mal de mi, entonces si tienes que
dejar con alguien buscas la forma de decirlo
que no duela, que no lo tome a mal y tal,

- Si tiene razón, luego cuando un chico lo deja


te dice: Pues se acabó tía y tal, así sabes
(risas) y pasa de todo". (M. 16-18 años. C.
Media Media)

25
Desde estas notables diferencias de consideración, chicos y chicas
construyen parámetros muy diferentes de salud. Para ellos, la salud y el
bienestar serán aspectos físicos, cuyo óptimo estado es la mejor
garantía de enfrentar cualquier forma de hostigamiento. Y esta capacidad
óptima es producto de la naturaleza humana peculiar, o en última instancia
familiar...

"- si has nacido bien, si eres un niño sano y


todas esas cosas, yo desde luego creo que la
naturaleza es sabia y que además no te
abandona". (H. 16-18 años. C. M. Baja)

... o por el contrario es producto de las "adquisiciones" culturales (en el


sentido más amplio del término) que sólo se logran a través de lo
económico:

"- hombre otra posibilidad es que tengas pasta


y que puedas tener tu gimnasio en casa, la
persona que te de masajes todos los días, tu
piscina, vivir bien, estar contento y seguro que
se pasan todas las enfermedades..." (H. 16-18.
C. M. Baja)

Así, la noción masculina de salud está siempre circundado la noción de lo


innato (lo que viene dado) o lo adquirido que es también expresión de la
propia capacidad. La socialización, los cambios de apreciación y las
necesarias redefiniciones están muy lejos de la perspectiva masculina en
sus dimensiones más standars. Unas y otras miradas sobre la idea de salud
y de bienestar acaban siendo expresivas de la potencialidad masculina, (en
el sentido más físico del término), desde la cual, y sólo desde la cual, se
alcanza la noción de salud como una conquista de equilibrio con lo natural o
con lo adquirido.

De esta forma, y a modo de conclusión de este primer capítulo, en el


siguiente esquema resumimos las principales dimensiones que sobre la
salud han producido los grupos de jóvenes realizados en función de su
género.

CONCEPCIONES JUVENILES SOBRE LA SALUD

CHICAS CHICOS

ü Sentirse bien. ü Estar bien.

26
ü Concepciones centradas en el ü Concepciones más centradas en
bienestar global y en el equilibrio el bienestar físico y en la
personal. potencialidad energética del
cuerpo.
ü Concepciones relacionales de la ü Concepciones más
salud. individualizadas sobre la salud.

ü Equilibrio entre salud física y ü Focalización en la salud física.


mental.

ü Concepciones más centradas en ü Concepciones más centradas en


los hábitos y en los cuidados. lo innato y en el dinero.

1.2.- LAS EDADES

1.2.1.- LOS DIFERENTES ESPACIOS SOBRE LA SALUD

El conjunto de investigaciones realizadas en el programa de "indicadores


socioculturales" permite constatar cómo en los diferentes biosocioestratos
que constituyen el conjunto de la población coexisten, de una forma u otra,
un conjunto de concepciones y representaciones sociales sobre la salud
ricas y diversas desde las más holísticas a las más biomédicas, desde las
más relacionales a las más individualizadas. Asimismo, este conjunto de
investigaciones ha permitido constatar cómo en cada uno de los
biosocioestratos de referencia suele dominar una de las citadas
concepciones sobre las otras. Así, por ejemplo, en las páginas anteriores
hemos visto cómo las chicas producen una concepción más global que los
chicos, más cercana al bienestar y al equilibrio general, más centrado en el
"sentirse" bien, mientras que los chicos producen una concepción más
cercana a las nociones más órgano-médicas, más centradas en el cuerpo
considerado como algo estrictamente físico.

Desde la primera investigación realizada en el caso de las mujeres


madrileñas, la investigación ha constatado que las diferentes nociones y
representaciones sociales sobre la salud podían abordarse y analizarse
como un espacio global, más o menos discontinuo, en el que existían
cuatro subespacios básicos en los que se producen diferentes nociones
parciales sobre la salud, tal como tratamos de representar en el siguiente
gráfico extraído del Boletín de Ayuda Mutua y Salud nº 3, editado por esta
misma Consejería en 1996.

27
APROXIMACIÓN A LAS NOCIONES BÁSICAS SOBRE LA SALUD DE
LAS MUJERES MADRILEÑAS

28
Más aún, la propia investigación entre las mujeres expresaba cómo en cada
uno de estas subespacios correspondientes a distintas nociones y
representaciones sociales sobre la salud, dichas representaciones tendían
a condensarse en una serie reducida de términos, de expresiones, de
nociones que, a modo de "atractores semánticos" de cada uno de los
subespacios citados tendían a condensar, como si fueran un imán, el
conjunto de conceptos y asociaciones con la salud correspondientes a cada
uno de los citados espacios. De este modo, por ejemplo, cuando la noción
de "salud" se condensaba en el término "vida saludable" se producían
todo un conjunto de imágenes e ideas sobre la misma completamente
diferentes que cuando el citado término se inscribía en un espacio simbólico
y discursivo en el que la noción de salud se reducía a una expresión
reductoramente opuesta a la enfermedad. Algo similar ocurría con el término
"hábitos saludables".

La existencia de estos resultados nos llevó a conformar todo un conjunto de


términos, de "atractores semánticos" que transformados y definidos como
"Indicadores" de las citadas nociones y representaciones sociales sobre la
salud, el programa de investigaciones del SISS tenía que estudiar y analizar
tanto a lo largo del tiempo en sucesivas investigaciones, como a lo ancho de
la estructura social en los distintos biosocioestratos existentes en la misma.
De esta forma, y más allá de la concepción más consumista de la salud, en
el citado Informe Salud y Mujer (1996:98), sintetizábamos el campo de
significaciones de cada uno de los tres principales atractores encontrados
del modo siguiente.

29
ATRACTORES E INDICADORES SOBRE LA SALUD

Una vez analizados y esquematizados de esta forma los citados


"indicadores" o "atractores semánticos", en las distintas investigaciones
realizadas se trató de observar hasta qué punto las nociones propias y
específicas de cada uno de los biosocioestratos estudiados podía
condensarse en el citado "sistema de indicadores" y, además y caso que
estos términos circulasen como tales entre los distintos biosocioestratos,
también se trataba de investigar hasta qué punto las significaciones que le
acordaban a cada "atractor" en cada uno de los colectivos investigados era
más o menos coincidente, era más o menos próximo, etc.

El sentido de esta aproximación es evidente. Si diferentes biosocioestratos


se expresan de forma relativamente próxima, si asocian significados
próximos a cada uno de los principales términos y expresiones utilizadas
para sintetizar sus concepciones sobre la Salud, si se diferencian por la
importancia y la jerarquía que establecen entre los mismos en el seno de
unas representaciones sociales más amplias sobre la Salud, el SISS estaría
en condiciones de ayudar de forma muy clara y operativa a los programas

30
de Promoción de Salud ya que aportaría tanto el conocimiento de la cultura
de la salud de cada biosocioestrato como el lenguaje más apropiado para
dirigirse a los mismos.

Pues bien, la investigación realizada entre los jóvenes madrileños ha


permitido constatar que los citados espacios simbólicos sobre la salud
representados en el cuadro anterior existen y están presentes en sus
representaciones sociales al respecto. Y también ha puesto de manifiesto,
de forma similar a lo ocurrido en el caso de las mujeres madrileñas, que en
función de las edades, de los roles que se desempeñan, de las etapas
evolutivas que atraviesan los jóvenes, etc., se producen y se mantienen
diferentes nociones y representaciones sociales sobre la Salud. O lo que es
lo mismo, la investigación la constatado como en el seno de estos cuatro
espacios simbólicos y básicos de las concepciones juveniles sobre la salud,
en cada cohorte de edad, y expresado siempre en términos tendenciales,
se han evidenciado unas concepciones más particulares, significativas y
diferenciales en relación a las nociones de las otras edades.

Por ello, y a lo largo de estos capítulos destinados a exponer las diferentes


nociones sobre la Salud existentes en función de las edades, vamos a
exponer cómo cada cohorte de edad produce sus significados particulares
en relación a cada uno de los atractores citados al mismo tiempo que se
evidencia el diferente rango de importancia de los mismos en cada una de
las edades centrales investigadas.

1.2.2.- ALGUNOS RASGOS DE LA EVOLUCIÓN JUVENIL

Las diferencias que señalan las edades, representan el segundo esquema


de diferenciación importante para construir un prisma de actitudes ante la
salud, en uno y otro género. Aunque a priori pueda parecer que tres años
(13- 16) es una diferencia menor con respecto a las nociones de salud, vida
saludable, prácticas saludables, etc., se ha comprobado que en éstos
segmentos de edad se manifiestan cambios realmente importantes y
trascendentes entre las mujeres, que seguramente, les acompañarán hasta
la vejez.

Así, las diferencias en las edades señalan notables cambios en la


percepción grupal, es decir, en las convenciones que las distintas edades
tienen sobre la salud, el bienestar, las prácticas saludables, el sentirse bien
y todos los otros aspectos que rodean el criterio de salud. Dicho en otros
términos, a las diferencias entre las edades, le acompaña una notable
diferencia de la lógica de las edades que actúa de forma directa en el
ideario de salud, de forma inseparable a los criterios de construcción de la
identidad de y en su género.

31
La citada lógica de las edades, en el caso que nos ocupa, guarda una
estrecha relación con el diferente grado de desarrollo que expresa cada
una de las edades estudiadas en el proceso de maduración personal de
los jóvenes. Proceso que e l s conduce de una situación inicial en la que
todavía están inscritos en los códigos de control familiar, a otra situación
más emancipada en la que los jóvenes operan con (casi) plena autonomía
personal en lo que a sus decisiones vitales se refiere. De esta forma, y a lo
largo de este proceso, los jóvenes atraviesan por toda una serie de
situaciones que son las que parecen mediar de forma relativamente
importante el conjunto de representaciones sociales que expresan sobre la
salud, así como los comportamientos correlativos a dichas
representaciones.

Expresado de forma muy sintética, podríamos decir que el conjunto de


edades que estamos considerando pasa por las siguientes cuatro fases
fundamentales y tendenciales:

- Los 13-14 años, aproximadamente, son edades en las que se permanece


bajo en control familiar en las dimensiones más comportamentales pero
también y todavía en un registro simbólico. Estas edades todavía se
expresan en términos familiaristas por más que personalmente evidencien y
expresen una clara demanda de autonomía personal.

Los 13-14 años, y más en el caso de los chicos que de las chicas6, son los
años de la pubertad en la que suele producirse el estirón, es decir, el
crecimiento rápido de talla que tiende a alcanzar en los 14 años su punto
más elevado (Coleman. 1985:31). Crecimiento de talla que suele ir
asociado a no menos e importantes modificaciones fisiológicas, sexuales,
en el aspecto exterior, etc., que no dejan de afectar al desarrollo de la
personalidad juvenil, de cuestionar directamente a su identidad, a la idea e
imagen que sobre sí mismo el adolescente ha mantenido hasta ese
momento. Como subraya el citado Coleman (1985:36), "incluso en los
jóvenes mejor adaptados los intensos cambios corporales afectan
profundamente a... la identidad y suponen un considerable reto para la
adaptación" del joven a su entorno.

- Los 15-16 años, aproximadamente, constituyen el momento donde el


proceso de emancipación de la familia de origen pasa por la máxima
grupalidad. Es la edad en la que se busca el afianzamiento personal a
través de las relaciones de amistad entre pares que se constituyen como
polo de referencia alternativo a la autoridad más tradicional de las figuras
familiares y adultas, ya sea los propios padres, ya sea en la propia escuela.

6
Entre las chicas el estirón suele darse en edades ligeramente anteriores, a los 11-12
años.

32
Los cambios fisiológicos-psicológicos y la mayor emancipación personal
del adolescente de estas edades con respecto a su familia generan una
mayor inestabilidad en la personalidad juvenil. Quizás por ello, y como
contrapeso, los adolescentes, como subraya Coleman (1985:124), busquen
en el grupo de amigos ante todo la "seguridad" de forma que la lealtad entre
los mismos es uno de los valores más apreciados en esta fase del
desarrollo adolescente-juvenil.

- Los 17-18 años, por su parte, expresan ya en relación a las edades


inmediatas un amplio desarrollo de la personalización. Si bien se
mantienen e, incluso, se refuerzan las relaciones de amistas y de grupo, en
el seno de éstas o en paralelo se genera un fuerte afianzamiento personal
en cuanto a las opciones y estilos de vida, menor aceptación expresa de lo
que se dice en su medio, etc.

En estas edades se suele llegar a la plena estatura adulta, a una mayor


maduración personal y al pleno desarrollo del pensamiento formal que
según Piaget y sus seguidores sólo una minoría alcanza a los 16 años. Se
da, pues, y desde este punto de vista, las plenas condiciones personales
(fisiológicas, mentales) para el pleno desarrollo de la personalidad individual
y de la afirmación de la identidad de cada joven ante y en el mismo.
En paralelo a este proceso se desarrollan unas relaciones de amistad más
relajadas y distendidas a nivel grupo, mientras se incrementan
significativamente las relaciones de pareja entre los distintos sexos.

- Los 21-25 años, último estrato de edad que estamos considerando, se


conforma como un segmento de edad básicamente centrado en la
construcción personal de su futuro desde el punto de vista de su
inserción en la sociedad adulta. Inserción en la que las mediciones
laborales, afectivas y de vivienda conforman una especie de requisitos
mínimos en un contexto valorativo en lo que lo importante ya no es lo que se
tiene como "hijos", como jóvenes, sino lo que se aspira a tener como
adultos emancipados. En este sentido, si bien es cierto que los jóvenes
de estas edades siguen residiendo mayoritariamente en el hogar familiar,
desde el punto de vista proyectivo, sin embargo, sus aspiraciones, sus
sueños, sus discurso se centran en cómo construir su futuro como adultos,
en cómo hacer posible dicho futuro y, en este marco, los discursos de estas
edades cambian mucho en relación a los de las edades anteriores. Mientras
en las edades anteriores lo que cuenta y lo que se cuenta en los grupos es
cómo se vive en el momento, en este bloque de edad lo que cuenta y lo que
se cuenta es la proyección del querer ser "adulto". Adulto que todavía no se
es, pero al que se aspira a ser.

Conjunto de diferentes situaciones por edades a lo largo del proceso de


emancipación y transición de los jóvenes que se expresará, como veremos

33
en los siguientes capítulos, en las concepciones y representaciones
sociales sobre la salud que unas y otras edades van a producir de forma
más específica.

1.2.3.- LAS JÓVENES CON EDADES ENTRE 13 Y 14 AÑOS

Las características especiales del diseño de nuestros grupos de discusión,


en consonancia con los objetivos más generales de la investigación, hacen
que hayamos contactado más directamente con las jóvenes (femeninas) de
diferentes edades a partir de los 13 años. Mientras que con los varones,
trabajamos a partir de los 16 años. Empecemos, pues, por exponer las
concepciones y representaciones sociales sobre la Salud de las jóvenes de
13-14 años que representan el segmento de edad más joven de todos con
los que hemos trabajado en la presente investigación7.

Como hemos situado anteriormente, la línea de trabajo y análisis del


programa SISS nos ha conducido a desarrollar, a partir de los diferentes
textos producidos por los grupos, una aproximación a las representaciones
y culturas sociales sobre la Salud, en base a cuatro subespacios básicos
sobre la salud y a tres indicadores semánticos de Salud: la vida saludable,
los hábitos saludables y la salud/enfermedad. Es por ello, que la exposición
de las nociones sobre la salud de los distintos segmentos juveniles vamos a
desarrollarla en función de dichos indicadores básicos, de modo que se
pueda observar cómo son percibidos, valorados y evaluados en cada
segmento de edad, en particular, y en cada biosocioestrato, en general,
todos y cada uno de esta indicadores básicos del programa SISS.

* La noción de vida saludable.

En estas edades, la noción de bienestar y de vida saludable son vividos y


percibidos como sinónimos que, a su vez, se enmarcan dentro del ámbito
familiar. En coherencia con la situación característica de esta edades, tal
como citamos en el epígrafe anterior, la familia es la institución que más y
mejor representa y enmarca los criterios sobre la Salud que, aunque difusos,
ya son expresados desde una cierta pretensión de solidez, más allá que
dichos criterios puedan cambiar de forma relativamente rápida con el paso
de los años. Familia en la que la figura de la madre juega un papel central
como "responsable" de la salud familiar, del conjunto de prácticas y hábitos
saludables que ayudan a mantener y desarrollar unos buenos niveles de
7
Con posterioridad a esta investigación, en el año 1996 se ha realizado otra
investigación similar en el biosocioestrato de los 6 a los 12 años, inclusive, y cuyo informe
será publicado próximamente en esta colección de D. Técnicos de S. Pública. En él, se
detallan las concepciones sobre la salud existentes en el segmento de edad de los 11-12
años inmediatamente inferior al que estamos considerando en estas páginas.

34
salud familiares.

"- Pues mi familia, bueno sobre todo mi madre


es la que más se ocupa de la salud de todos
los de casa. Mi padre también, pero no tanto,
no sé es de otra forma, quiero decir... En mi
casa hay mucha preocupación porque
estemos así que comamos cosas buenas,
pocas grasas, más bien verduras, frutas,
pescados y que salgamos al campo los fines
de semana, bueno es que además tenemos
una casa en un pueblo y allí quiera que no
estás más en contacto con el aire puro, haces
deporte, por lo menos te poner a andar y dar
paseos, entonces mi impresión es que en mi
familia lo de la salud se lleva muy bien". (M.
13-14 años. C. M. Alta)

Opinión producida desde estas edades adolescentes que no hace más que
ratificar el propio discurso materno a este respecto, tal como tuvimos
ocasión de desarrollar en el citado informe "Salud y Mujer" (1996:78-82). En
el entorno de esta noción más familiarista de la vida saludable, cuando
éstas jóvenes reflexionan sobre la idea de salud, sobre la vivencia de su
propia salud más personalizada, su aproximación al tema es también
coherente con esta posición más global de la vida saludable. En efecto,
estas adolescentes definen su idea de salud más personal inscribiéndola de
nuevo en una dimensión relacional y colectiva, a través del camino de la
negación, definiéndola como aquel estado de no malestar en el tiempo
que les permite desarrollar normalmente la vida de relación tanto formal
(instituciones educativas etc.) como informal (amistades, vida familiar,
divertimento, etc.). Posibilidad de poder realizar las actividades
habituales en estas edades que evidencia, de nuevo, cómo en las
nociones sobre la salud de las chicas de 13-14 años también están
presentes nociones que en edades más adultas adquirirán carta de
naturaleza, al punto de conformar uno de los tipos de vivencias de la salud
más presentes en edades más adultas, el tipo que hemos denominado
"código del aguante" en el informe "Salud y Mujer" (1996:108-109).

"- si puedes hacer todo lo que tienes que hacer,


entonces es que estás bien, que no estás
enferma, digo yo....

- claro estar sana es poder hacer tu vida normal


de ir al Cole, de estudiar, de cumplir

35
- ... y también de pasártelo bien porque si solo
estudias y vas al Cole, no es lo que más se
identifica con nosotras, también es síntoma de
no estar enferma cuando estás con ganas de
pasártelo bien

- eso por supuesto

- por supuesto (no se entiende)

- que puedas hacer todo lo que te apetece

- pera para eso tienes que estar bien

- pero si puedes hacerlo quiere decir que no


estás mal" (M. 13-14 años. C. M. Alta)

De la cita anterior, y de otras referencias enunciadas por este mismo


segmento de edad, se desprende que la noción de salud, está relacionada
de forma directa con la idea de "vida saludable"8. Y esta vida saludable
está expresada en el conjunto de hábitos, de situaciones de su vida que
conforman su cotidianidad, y más aún en aquellos que implican de forma
evidente a los aspectos tanto físicos como afectivos o emocionales, o mejor
aún, según el mismo discurso de las jóvenes, con los "sentimientos".

"- Los sentimientos es una cosa muy


importante porque de nada te vale si estás bien
físicamente que tengas problemas, entonces a
mi me parece que los sentimientos son una
cosa muy importante

- Yo pienso igual que esta chica


MOD: ¿Y LAS DEMÁS QUE PENSÁIS
SOBRE LOS SENTIMIENTOS?

- Claro que son importantes

- Te pueden estropear el día

- te pones mala...

8
La noción de Vida Saludable, tal como desarrollamos en el monográfico Mujer y
Salud, es una de las nociones de la salud más directamente asociadas a la familia, a las
vinculaciones afectivas y a las concepciones holísticas sobre la salud. Es un concepto
clave en las posibles estrategias de Promoción y Prevención de la Salud.

36
- Yo creo que lo de los sentimientos, no sé, sí
que es importante, que te pueden ayudar a
estar muy bien o muy mal, pero que es algo,
que no sé, que te influye mucho, vaya....

- Claro el que la familia se lleve bien es parte


de la salud de los que viven en la casa, porque
una familia mal avenida seguro que acaban
todos enfermos

- Eso seguro, yo tengo unos vecinos que


buenoooo (risas) de verdad, se llevan fatal,
están a los gritos todo el día y están todos de
los nervios y uno metido en la droga, la niña en
psiquiátrico, un desastre y eso es porque se
llevan muy mal, no se quieren nada". (M. 13-14
años. C. M. Alta)

Conjunto de textos que permiten observar la cercanía de esta noción de vida


saludable en los 13-14 años, a la citada noción en las mujeres más adultas
tal como tuvimos ocasión de exponer en el citado informe Salud y Mujer
(1996:91-94). Desde este punto de vista, esta noción joven y femenina de la
vida saludable se asocia muy estrechamente con la misma noción tal como
es planteado por las mujeres más adultas. Evidenciándose de esta forma la
centralidad y la comunalidad de esta noción en los diferentes grupos
femeninos.

* Los hábitos y las prácticas saludables.

Siendo central en la concepción sobre la salud de los 13-14 años la noción


de la "vida saludable" y la estrecha relación de esta idea con el grupo
familiar, quizás la noción más característica de estas edades en las
chicas es la centralidad y la importancia que tienen en sus
representaciones las prácticas y hábitos saludables que integren de
manera armoniosa los estudios, el deporte, la participación activa en la vida
familiar y cultural de su entorno y en definitiva en la tendencia a potenciar
todo lo que armonice el cuerpo y el cerebro. Importancia de los hábitos
saludables en los 13-14 años que es coherente con la importancia que se
da los mismos en los 11-12 años, tal como se puso de manifiesto en la
investigación ya citada sobre "las representaciones infantiles sobre la
salud".

"- Una persona sana que tiene salud es alguien


que estudia y que hace deportes, vamos que
se ocupa de tener bien el cuerpo y la cabeza,

37
porque yo creo que esas chicas que se pasan
estudiando todo el día y que no se mueven de
la silla, eso tampoco es bueno, eso no puede
hacer bien

- Pero hay veces que tienes que estudiar...

- Si yo no digo que no, lo que digo es que hay


que ocuparse de los estudios y también del
cuerpo, hacer deporte y eso, aunque la verdad
es que yo no soy muy deportista, mi padre es
el que más tira para que lo hagamos, tanto yo
como mis hermanos, y aunque soy un poco
vaga, reconozco que eso es bueno, que te
sientes muy bien después de hacer deportes

- A mi me encanta hacer deportes, yo quiero ser


profe de gimnasia, porque es lo que más me
gusta

- A mi no es lo que más me gusta pero creo que


tienes razón que lo mejor es hacer cosas para
la cabeza y para el cuerpo". (M. 13-14 años. C.
M. Alta)

A diferencia de algunos bio-socioestratos de más edad, en los que los


hábitos saludables están muy vinculados a las dimensiones preventivas de
forma específica ante una determinada y posible enfermedad -no fumar
para evitar el cáncer de pulmón, por ejemplo-, para las jóvenes de 13-14
años, sin embargo, las actividades saludables, poco diferenciadas de las
prácticas saludables en las concepciones, están muy vinculadas a la fase
curricular y educativa en la que se encuentran. Para las jóvenes de 13-14
años, las actividades saludables son aquellas en las que se fortalece el
equilibrio formativo entre lo físico y lo educativo, con el fin de configurar un
perfil de "estilo de vida" personal que pueda proyectarse hacia el futuro.
Desde una concepción ideológica, según la cual, podríamos decir que se
saben en una etapa curricular, elaboran su relación con la formación en
todos los sentidos, como lo más importante a fin de configurar una historia
(futura) de hábitos saludables

- ... si te acostumbras desde ahora a hacer un


poco de deporte, o de gimnasia, lo que sea no
te pasará luego como a esas mujeres de
pueblo, que de verdad, yo las veo cuando
vamos al pueblo los fines de semana que

38
parece que fueran no sé de cuántos años y
luego no son tan mayores, lo que pasa es que
antes no hacían ni deporte, ni gimnasia ni nada

- si lo mejor es acostumbrarte desde ahora para


tener el hábito y ya no te cansa, vamos no te
pesa hacerlo...

- como todo, es cuestión de acostumbrarte y ya


no lo sientes, es lo que tu dices". (M. 13-14
años. C. M. M. Alta)

En este contexto, exponen de esta forma sus valores ideales del cómo
deber ser, sin embargo, reconocen que esta forma de equilibrio ideal
entre el cuidado del cuerpo y el aprendizaje formativo e intelectual no
siempre son capaces de realizarlo y, al mismo tiempo, manifiestan su
inclinación (por lo demás, culposa) ante ciertos hábitos que les alejan de
esta noción ideal. Estos hábitos de desorden, muy característicos de
estas edades, están atravesados por desórdenes alimenticios9 y una
tendencia a la pereza física muy vinculada a la cultura sedentaria de los
jóvenes españoles, más aún en el caso de las mujeres. De esta forma, las
prácticas saludables más que un hábito, son el producto de un esfuerzo
voluntarista, de la conciencia de una disciplina necesaria que al ejercerse
por la conciencia del deber ser y no por el placer de ejercitarlas, tienden a
diluirse como costumbre y a desaparecer con los años. En este sentido,
esta posición de las jóvenes de 13-14 años no hace más que confirmar los
temores y análisis desarrollados en el texto sobre "las representaciones
infantiles sobre la Salud", en el sentido de que unas normas y consejos
saludables instaurados desde la mera racionalidad exclusiva y excluyente
del resto de factores y dimensiones de los sujetos, acaban por hacer agua,
por hacer crisis cuando estas mismas personas crecen o se ven situadas en
un marco personal muy diferenciado del anterior marco más racional y
normativo.

"- Yo sé que debo hacer gimnasia y deporte y


estoy totalmente de acuerdo con vosotras, pero
la verdad es que soy muy vaga y eso no puedo
remediarlo

- a mi lo que me pierden son los bollos, os lo


juro (risas) yo es que en casa, la verdurita, el

9
Estos hábitos de desorden "alimenticio" están igualmente presentes en los tramos
de edad inmediatamente inferiores, tal como puede leerse en el texto sobre "las
representaciones infantiles sobre la salud" de pronta publicación en esta misma colección.

39
filetito, el pescado, todo muy bien, pero luego
cuando salgo y entonces llego a la panadería
lo de los bollos me pierde

- a mi también me pasa. Los bollos, y las pizzas


y las hamburguesas

- a mi las hamburguesas no, pero las pizzas, sí.


Mis padres se marchan los sábados con unos
amigos o con mis tíos y nos quedamos con mi
hermano que tiene dos más que yo, tiene 15 y
entonces es salir por la puerta ellos que ya
estamos llamando a Telepizza

MOD. ENTONCES POR LO QUE DECÍS


PARECE QUE LO DE HACER DEPORTES Y
COMER EQUILIBRADO Y TAL, NO ES TAN
FÁCIL DE HACER

- La verdad es que no, en mi caso no

- Pero son cosas tan ricas que no puedes no


tentarte

- Pero no sé, yo como de todas esas cosas y la


verdad es que no engordo ni nada y entonces
creo que es porque hago mucho trabajo físico,
mucho tampoco, un poco, tampoco voy a
exagerar". (M. 13-14 años. C.M.M. Alta)

En el aspecto que más coinciden y en el cual, no parece caber la pereza, la


duda, o la deficiencia disciplinaria es en las prácticas higienistas. Todos
los aspectos relacionados con la higiene personal, más aguda todavía en
los días de menstruación, es otro de baluartes que las jóvenes con edades
entre 13 y 14 años destacan dentro del difuso concepto de salud, de hábitos
y prácticas saludables. El hecho de enfatizar la importancia de la higiene
personal parece encubrir una forma de protección y de prevención sanitaria,
aunque la misma no puede ser entendida fuera de lo que para estas jóvenes
es la sociabilidad cotidiana, la convivencia en la realidad, la conciencia de
saber ser a un mismo tiempo sujetos de interacción entre el mundo interior
de su biología y sujetos de relación:

"- La higiene, yo creo que eso es lo más


importante, porque una persona que está

40
limpia además está menos para enfermarse,
para cualquier cosa, para mi es lo más
importante

- Si, sobre todo cuando te viene la regla, no se


vosotras pero para mi, yo es que son días que
me puedo duchar hasta tres veces porque no
sé... tienes la sensación de que no terminas de
estar limpia....

- Y además siempre tienes la impresión que


cómo tu sabes que estás con eso, que todos lo
van a notar y entonces yo es que me pongo...
que si, de verdad, la higiene

MOD: Y VOSOTRAS TAMBIÉN OS SENTÍS


ASÍ MAS PREOCUPADAS POR LA HIGIENE
COMO DICEN LAS COMPAÑERAS

- Si, si

- Por supuesto, es lo que más te importa, los


días de regla sobre todo, pero en general
siempre, vamos, es lo que más..." (M. 13-14
años. C.M.M. Alta)

En este sentido, dentro del conjunto de hábitos saludables serían las


prácticas de higiene las más significativas de esta edad de los 13-14 años.
Prácticas de higiene que, por otro lado, revelan y señalan también la
vinculación con un mandato materno, en el que la prevención higienista
parece estar actuando de manera dominante. Mandato materno muy
presente todavía en estos primeros años de la adolescencia.

"- Mi madre es que es una maniática, todo el


tiempo de te has cambiado, llevas compresas,
no te olvides tal y cual,

- Mi madre también

- Yo creo que en general las madres se ocupan


mucho de eso porque como es algo que debes
hacer tú sola y tal, pues se encargan de
machacarte para que no se te olvide, para que
no sé, que no te dejes o así

- Si es verdad, las madres son muy dadas a

41
ocuparse de eso"

La centralidad de las prácticas y de la perspectiva de la higiene como


orientación dominante en estas edades, no se reducen al propio cuerpo
sino que excede las fronteras del mismo para organizar la percepción sobre
el espacio, los espacios en los que viven y circulan las adolescentes. Así, la
importancia por la higiene es tanto personal como espacial señalando el
perfil más característico de las jóvenes de estas edades. Y es en esta línea
higienista donde se sitúa su crítica al estado de las ciudades (al menos de
la ciudad en que habitan, Madrid) crítica fundada y destacada de forma
discursiva que señala además las dificultades de relación que la ausencia
de higiene urbana les produce:

"- es un asco, desde luego vas por ahí y no te


apetece nada porque te parece que en
cualquier lugar que te apoyes vas a coger algo,
es de pena

- Yo es que si necesito ir a un servicio, me


aguanto, (risas), de verdad me aguanto lo que
sea pero no puedo, no puedo ir a un servicio de
un bar, porque es que no puedo ni entrar

- Pero por cualquier parte que vayas

- Nosotras con mis amigas vamos mucho por


Moncloa, y bueno, es de pena de verdad, no lo
podéis creer

- Nosotras también los viernes nos vamos a dar


una vuelta por Moncloa y es lo que tu dices
está asqueroso

- Pero Moncloa y cualquier lugar, en un burguer


que hay en Majadahonda la otra vez en el
servicio de chicas, de mujeres, vamos, había
hasta un condón

(Gritos)

- De verdad un condón, os lo juro, íbamos con


otra amiga y nos marchamos, de eso que
íbamos a entrar y nos fuimos". (M. 13-14 años.
C. M. Alta)

42
La violencia urbana tiene, para estas edades jóvenes, su expresión más
cotidiana en la falta de higiene de los espacios públicos, todo lo cual
produce una profunda desconfianza no sólo hacia los espacios como tal,
sino también hacia los sujetos ajenos a los lugares de relación más
frecuentes y ya domesticados por la frecuencia y la costumbre: la casa y los
lugares de estudio:

"- Yo en mi casa, de verdad, ni siquiera me


animo en otras casas y mira que mis amigas
son muy limpias pero me he acostumbrado a
mi casita y como mi casa, de verdad no hay
nada

- Antes en el Colegio estaban de pena, pero


desde hace un par de años están mejor, los
limpian más y te encuentras papel de baño y
todo eso, que antes nunca había

- Si es verdad en el mío pasa igual, ahora están


mejor, yo de todas formas prefiero mi casa

- Eso por supuesto". (M. 13-14 años. C.M.M.


Alta)

* La noción biomédica sobre la salud.

Desde un punto de vista más reducido y estricto, en estas edades también


está presente la noción más biomédica de la salud que reduce ésta a la no
presencia de enfermedades y, sobre todo, de enfermedades graves. Es
precisamente desde este punto de vista más específico en el que la cultura
social dominante aleja los jóvenes de la enfermedad, tal como dijimos en las
páginas iniciales del presente texto. Por ello, también, estando presente
esta noción de salud en estas edades, su nivel de significación es más
reducido que el de las otras nociones señaladas en este epígrafe. No sólo
eso, sino que en la práctica y a excepción de las citadas enfermedades
graves, de los accidentes mortales, etc., se reduce de forma drástica la
posible importancia del resto de enfermedades presentes en estas edades

"- hombre pero un catarro, una gripe esas no


son enfermedades, vamos, digo yo,
enfermedad son las cosas más graves de
accidentes o de muerte, vamos, me parece a
mi que es normal que en todas las casas haya

43
gente acatarrada y otros con tos y si hay niños
más. Yo tengo dos hermanos más pequeños y
si uno no está con catarro, el otro tiene una
herida en la rodilla y golpes, ya no veas". (M.
13-14. C. M. Alta)

De este modo, las nociones más biomédicas sobre la salud quedan


simbólicamente reducidas a su más mínima expresión, a una expresión de
enfermedad muy leve e irrelevante que prácticamente ni se denomina como
tal, entrando en todo caso en la "normalidad" de la cotidianeidad y sin
capacidad de romperla. Asimismo, y al igual que ocurre en otros
biosocioestratos, en lo que respecta al nivel de responsabilización personal
en estos temas, también las chicas de 13-14 años delegan el cuidado de
estos aspectos de la salud a las madres y a los medicamentos.

"- Pues la verdad es que yo de salud no sé que


decir porque en mi casa como decía esa chica
pues es mi madre la que sabe de
medicamentos y todas esas cosas, pero
vamos, lo normal, tampoco mucho yo creo que
como en todas las casas que hay un botiquín
así, con medicamentos por si te da la gripe, el
catarro, si te quemas y tal, no sé esas cosas".
(M. 13-14 años. C. M. Alta)

1.2.3.1.- LAS JÓVENES DE 13-14 AÑOS Y LOS CONSUMOS DE


ALCOHOL Y TABACO

Mientras que en las edades preadolescentes, la preocupación por el alcohol


y el tabaco aparecen de forma espontánea en los discursos grupales, en
esta edad de los 13-14 años, años de fuerte incorporación a este tipo de
consumos grupales e iniciativos de la adolescencia, las referencias
espontáneas a estos consumos prácticamente han desaparecido del grupo.
Así, los aspectos relacionados con el consumo de alcohol y tabaco al no
ser propuestos de forma espontánea, dan la impresión de estar fuera del
discurso en el que se organizan sus consideraciones sobre la salud y la vida
saludable. Desde este punto de vista, la posición discursiva de este grupo
no deja de reflejar una cierta coherencia longitudinal con las posiciones y las
tendencias ya expresadas en los grupos más infantiles al respecto en el

44
sentido de que si en los 9-10 años se expresaba un fuerte rechazo y
condena 10, a los 11-12 esta condena se reducía en importancia y ya a los
13-14 años no sólo desaparece del discurso espontáneo sino que, cuando
se expresa, lo hace con un cierto ambivalente próximo a formas de
permisividad siempre que no haya excesos. Así, cuando se les proponen
ambos hábitos, el alcohol y el tabaco, se expresan críticas con ellos pero de
forma diferenciada. Son notablemente más críticas con el consumo de
alcohol y mucho menos con el consumo de tabaco, lo que indica
seguramente que se sienten más tentadas hacia el segundo que hacia el
primero.

"- MOD: Y DEL ALCOHOL Y DEL TABACO


QUE NO HABÉIS DICHO NADA, ¿COMO LO
VEIS?

- Hombre a mi lo del alcohol me parece fatal y


cuando vas por Moncloa que decías tu antes y
ves que salen así en panda que están pasados
de alcohol me parece horrible, vamos

- Si, a mi también, pero lo de fumar es diferente


porque un cigarrillo tampoco es tanto daño

- Y si tomas una cerveza tampoco

- Eso por supuesto, pero, bueno además que a


mi no me gusta, imagino que una cerveza no te
hace nada pero si te emborrachas todos los
días o fijo un día a la semana ya es diferente".
(M. 13-14 años. C. M. Alta)

Están más distantes del alcohol que del tabaco aunque consideran que
ambos son inofensivos siempre que sea en pocas cantidades y que no se
constituya en un hábito del cual depender, siempre que - por utilizar sus
propias palabras- no se convierta en un "vicio".

"- Mis hermanos que son mayores que yo,


tienen 17 y 19 la verdad es que toman una
cerveza así, cuando salen con sus amigos y
fuman, pero no son unos borrachos ni unos

10
Leer "Las representaciones infantiles sobre la salud" de inmediata edición de esta
colección de Documentos Técnicos.

45
drogadictos ni nada de eso

- No es eso, la verdad es que mientras no se


convierta en un vicio yo lo veo normal, vaya

- No si todo en su medida no es malo". (M. 13-


14 años. C. M. Alta)

Desde este punto de vista, pues, los 13-14 años culminan el proceso de
permisividad con respecto a estos consumos que ya se había puesto de
manifiesto en la citada investigación sobre los niños y la salud. Permisividad
discursiva, práctica denegación discursiva de estas problemáticas del
alcohol y el tabaco, que no deja de ser coherente con los comportamientos
adolescentes de estas edades, en los que se produce una incorporación
relativamente masiva a los consumos de alcohol y de tabaco. De hecho, si
se observan las edades medias en las que los jóvenes se incorporan al
consumo del alcohol y del tabaco, los datos del Sistema de Vigilancia de
factores de riesgo asociados a enfermedades no transmisibles de la
Comunidad de Madrid (SIVFRENT), nos indica que en 1996 y en el conjunto
de jóvenes de 18 a 29 años, dichas edades se sitúan en los 16,3 años para
el tabaco y 16,6 para el alcohol. El 62.8% de los fumadores se iniciaron
entre los 12 y los 14 años, mientras que en el caso del alcohol un poco más
del 50% de los jóvenes iniciaron su consumo con 14 años. Es decir, por un
lado y en el terreno de los comportamientos se fuma y se consume alcohol y,
por otro lado, en el terreno de los discursos se deniega la relación entre
estos comportamientos y la salud "biomédica". Proceso de denegación
que, a su vez, no deja de estar facilitado por el proceso cultural que escinde
y separa la juventud de la enfermedad, que hace de los jóvenes el ejemplo
de salud, de cuerpo sano y que, por tanto, facilita el que comportamientos
juveniles tan habituales como los que estamos citando se desliguen de la
salud precisamente desde su status simbólico de comportamientos jóvenes
y, por tanto, sanos, por antonomasia.

1.2.4.- LAS JÓVENES CON EDADES ENTRE 15 Y 16 AÑOS

A partir de las edades señaladas en el título de este capítulo se aprecian


importantes cambios con respecto a las edades anteriores. Cambios en las
percepciones y en las actitudes que organizan la relación con la salud, las
prácticas, los hábitos y los estilos de vida saludables. Cambios que, por otro
lado, guardan una estrecha relación con el hecho de que en estas edades
se produce una mayor autonomización de los ámbitos familiares y maternos
en los que ha transcurrido simbólicamente una gran parte de la infancia y de
la preadolescencia y se inaugura una época en la que el propio sujeto en el

46
afuera del hogar familiar y con sus grupos de pares, va a pasar a primer
plano.

En el marco de este cambio de perspectiva y orientación adolescente, una


de las consecuencias más inmediatas va a ser la pérdida de importancia de
la noción de vida saludable en estas edades y, por contra, la gran
centralidad en las mismas de todos los hábitos saludables más
directamente relacionados con los cánones estéticos de carácter
sociocultural, vinculados a la imagen que cada adolescente proyecta de sí
mismo ante los demás11.

* La vida saludable.

De hecho, la noción de vida saludable en este segmento de edad aparece


estrechamente relacionada con las mayores/menores posibilidades de
control familiar y de autonomía personal-grupal en el desarrollo del tiempo
libre de los adolescentes de estas edades. Las jóvenes de estas edades
están en un claro proceso de afirmación personal y de alejamiento del
mundo familiar, tanto desde el punto de vista simbólico como desde la
perspectiva más inmediata del escapar a los controles paternos. Por ello,
hacen más hincapié en lo propio, en lo personal-grupal que en las
dimensiones relativas a su familia de origen, como seguía ocurriendo en los
13-14 años.
En este marco simbólico, en el discurso de las adolescentes de 15-16 años
las dimensiones de mayor/menor libertad personal aparecen estrechamente
vinculadas a la dimensión espacial de las diferencias entre las formas de
vida en la ciudad y en el campo. En efecto, el tiempo de actividad de estas
jóvenes de 15-16 años, a pesar del fuerte impulso de lo grupal en sus
preferencias y en su mundo simbólico, sigue estando pragmáticamente
controlado por la entidad familiar mientras que en el "campo" se relajan
dichos controles. Las jóvenes mujeres se quejan de la existencia de
discriminaciones en las que a ellas se les controla mucho más que a los
varones el tiempo para su vida de sociabilidad con sus grupos de
referencia. Conjunto de circunstancias que las lleva percibir una notable
diferencia entre la vida en la ciudad y la vida en los pueblos. Mientras en la
ciudad están controladas con horarios rígidos y con expresivas
preocupaciones por parte de sus padres (especial papel, una vez más,
jugará la madre en dichas circunstancias), la vida en los pueblos es
idealizada como el tipo de espacio en el cual disfrutan de una mayor libertad
otorgada por los mayores, pero también disfrutada por ellas ya que se
disipan gran parte de los temores que las acechan en la ciudad. En los
pueblos están más tiempo fuera, (de los hogares), se relacionan más con

11
En la segunda parte de este texto, tendremos ocasión de ampliar la importancia
de estos cánones en el desarrollo de ciertas patologías muy propias y significativas de
estas edades.

47
sus iguales y pueden acceder con más facilidad y con más
despreocupación a las ofertas de establecimientos de ocio.

"- diferente, diferente totalmente. Es supe,


porque no tienes que estar a una hora exacta,
en cambio en Madrid si llegas diez minutos
tarde ya se arma

- En mi casa es que a mi madre le da algo, está


tan obsesionada por la tele que no puedes ni
llegar cinco minutos tarde...

- Pues por eso igual, en cambio en el pueblo


no...

- También lo que pasa es que en los pueblos,


vamos, hablo por el que yo conozco, todo el
mundo se conoce y la pandilla de amigos, los
padres son también amigos y es otra cosa, no
hay comparación

MOD. Y QUE OS GUSTA MAS

- Pues en los pueblos

- A mi me gustaría irme a vivir al pueblo cuando


sea mayor, de verdad, me parece supergüay

- Es lo que tu dices, todos se conocen no


importa que llegues a las 12 o a la 1 porque
saben que estás por allí o que te has ido con
los amigos hasta el otro pueblo de tal, o así, y
no hay lo de Madrid, que de verdad, es
horroroso". (M. 15-16 años. C. M. M. Baja)

De hecho, en casi todos los discursos adolescentes y juveniles, el campo, la


playa y las vacaciones estivales aparecen como los lugares y tiempos
simbólicos por excelencia en los que se produce la ruptura del cordón
umbilical con la familia de origen, en los que se empieza a fumar, a beber, a
independizarse de los controles paternos y a desarrollar, en paralelo, una
vida propia, una vida con los amigos.

Mientras que el espacio simbólico del campo aparece asociado a este tipo
de "liberaciones", las preocupaciones de las mujeres de estas edades en
referencia a la ciudad, se concentran todas, sin excepción, en el temor a la
violencia. Los sucesos de los últimos años, notablemente explotados por

48
los medios de comunicación masiva han hecho mella no sólo en sus
madres, sino en las mismas jóvenes, por lo que la ciudad se les presenta
como un territorio excitante, lleno de estímulos, pero a la vez temido y
peligroso. De hecho, en una reciente publicación (Comas 1994) basada en
distintas encuestas a jóvenes se destaca la elevada proporción de los
mismos que han sido objeto de una agresión. Así en 1993 un 21,4% del
total de jóvenes de 15 a 29 años encuestados declaran haber sido
atracados, un 20,2% robados y un 8,5% haber sufrido una agresión física.
Porcentajes más elevados que los obtenidos en encuestas de años
anteriores y que llevan al citado autor a afirmar que "los adolescentes se han
visto sometidos a un proceso de deterioro de sus condiciones de seguridad
personal, especialmente en lo que se refiere a agresiones hacia los chicos y
violaciones hacia las chicas" (1994:85). En esta línea de consideraciones,
las chicas de 15-16 años de los grupos no dudan en asegurar que las
ciudades son insalubres, no ya por la suciedad como afirmaban en los 13-
14 años, sino sobre todo por la cantidad y el tipo de violencia que puede
provocar.

"- Es que a mi Madrid me gusta, me gusta


mucho, pero la verdad es que también me da
un miedo que ya no es por mi madre que llego
pronto. Yo vivo en Mirasierra y claro, son calles
pequeñas, con poca gente, bueno en invierno
es que no ves un alma y llegar después de las
8 es que no puedo, de verdad

- Con todas las cosas que han paso lo de las


chavalas de Alicante y tal, no me extraña

- Es que de verdad en esto de la salud, no es


sano vivir en una ciudad grande, donde vas
con miedo todo el tiempo, que no conoces a
nadie y que no sabes que te puede pasar

- A mí una vez intentaron violarme, lo que pasa


es que me pude escapar

- Esas cosas es que no se te olvidan en la vida

- En la vida, te lo aseguro yo. En cambio en el


pueblo, nosotros tenemos una casa en la
Pinilla y aunque no hagas deporte y tal, el solo
hecho de estar allí ya te pone bien, respiras un
aire muy bueno, te das un paseo, no sé es
distinto...

49
- Y luego que para salir y tal, no es el rollo de
Madrid, saben que estás con tus amigos, todos
se conocen, porque es que todos se conocen y
en cuanto hay alguien nuevo ya están allí
todos queriendo saber quien es y tal

- es totalmente diferente, no hay comparación


porque es más relajado

- Y luego en verano con las fiestas y tal, a mi es


que las fiestas de los pueblos me gustan más
que las discotecas

- es diferente, son cosas distintas

- si por eso mismo, a mi es que me gusta


mucho lo de las fiestas, que la gente participa y
tal

- desde luego es una vida más sana". (M. 15-


16 años. C. M. Baja)

Frente a esta idea de la ciudad, la experiencia de vida en los pueblos,


relacionadas con el tiempo de ocio (fin de semana, vacaciones, etc.) les
pone en contacto con un mundo irreal de lo comunitario festivo y distendido
que se les presenta como el ideal frente al rigor de la vida societaria y
disciplinada de las ciudades. Vida saludable de los pueblos que se acerca
a lo comunitario, pero desde los valores urbanos de la ociosidad, del
regreso a lo común para el descanso y el disfrute del ocio.

* Los hábitos y las prácticas saludables.

En este mismo sentido, una de las más notables diferencias con respecto a
las edades inmediatamente anteriores se sitúa en la relación con las
prácticas de higiene. En efecto, mientras en los 13-14 años, los hábitos
higienistas se sitúan en el centro consciente y explícito de sus afecciones
más destacadas, a partir de los 15 años se aprecia que las mismas ya
están incorporadas en el sentido profundo del concepto hábito, por lo que ni
siquiera son nombradas o señaladas en el discurso explícito que
desarrollan. Por el contrario, su principal preocupación en relación al
parámetro de la salud, el bienestar, y las prácticas saludables se sitúa de
forma dominante, tal como señalamos anteriormente, en la alimentación y
en el cuidado del cuerpo.

50
"- Yo creo que lo que llevamos peor es lo de la
comida porque vives, no sé vosotras, pero
yo, al menos, haciendo dietas todo el tiempo,
de un tipo y de otro

- Si yo también

- Me parece que nos pasa a todas

- Yo al revés, yo tengo que hacer dietas para


engordar porque es que como muchísimo y no
hay forma de engordar

- Pues que suerte tienes

- Yo quisiera que me pasara eso, pero no hay


forma, cualquier cosa que como, engordo
enseguida". (M. 15-16 años. C. M. M. Baja)

Preocupación y cuidado del cuerpo que ya se ha alejado del problema de la


higiene en tanto criterio y mandato familiar, (representado de forma
hegemónica por la imagen de la madre) para centrarse en los aspectos
estéticos que organizan la construcción de una imagen corporal desde la
cual presentarse y relacionarse con el mundo.
"- Pero es lo más importante, lo de la imagen,
vamos que te das cuenta que cuando tengas
que buscar trabajo o cuando haces cualquier
cosa ahora mismo, lo que primero que se fijan
es en tu cuerpo, eso es así

- Si siempre

-Siempre, pero ahora más, es lo más


importante

- Yo creo que es lo que nos importa más a


todas, ¿no?" (15-16 años. C. M. M. Baja)

La preocupación y el interés por la construcción de una imagen corporal se


agudiza entre las jóvenes, pero no es exclusiva del género femenino.
También se acentúa entre los varones, la importancia de construir un
arquetipo estético que en ambos casos (ellas y ellos) está relacionada de
forma casi violenta con la incorporación de cánones de belleza y de
atractivo muy relacionado con líderes prototípicos que representan de forma
idealizada el deber ser corporal:

51
"- No puedes ir por allí sin darte cuenta que lo
que mola es tener un cuerpo deportista, no
digo de culturismo, pero que quieras o no te
cuidas, te fijas en la ropa que te compras, en
como combinar los colores, todo eso, me
parece que antes nuestros padres le hacían
menos caso pero ahora, se fijan mucho y tu
también, claro

- Mi padre es un tío que todas las mañanas se


prepara su ropa, se combina su camisa y su
corbata, no creas que pasa de eso

- Y el mío también, digo antes cuando tenía


ellos la edad nuestra creo que se fijaban
menos en eso, pero ahora todo el mundo y
quieras que no, que lo ves en cómo visten los
futbolistas, los de Baloncesto, todos, vamos
que no es una cosa de pijines solamente". (H.
16-18 años. C. M. Baja)

Para unas y para otros, la importancia de la imagen está en relación con la


adecuación a pautas o cánones estéticos que son dependientes, a su
vez, de pautas culturales que se incorporan desde una doble perspectiva.
Por un lado, son los cánones de la horizontalidad, en tantos modelos que
inciden de forma directa en la formación del gusto de entidades grupales.

"- En mi barrio hay diferentes grupos, de chicos


y chicas, vamos, mezclados, pero tienes
grunges, tienes, punki y la verdad es que nos
llevamos bien, pero cada uno tiene su modo
de ser, las cosas que le gustan y la gente se
agrupa así por cantantes o por cosas que le
gusta hacer

- También son formas de pensar

- Eso por supuesto". (M. 15-16 años. C. M.


Baja)

Y al mismo tiempo, como señalábamos anteriormente, esta dominancia de


los aspectos grupales horizontales en la construcción de los cánones
estéticos, señala la ruptura con los modelos y valores grupo familiar.
Es la edad, para ellas y para ellos, de desprenderse del arquetipo familiar y
construir uno diferenciado, que no es personal, sino principalmente grupal

52
"- Mi madre está todo el día, niña no te pongas
eso, cómprate una falda, venga, que yo te la
regalo y no entiende que a mi me gusta estar
con vaqueros todo el día, no lo entiende

- En casa tampoco, dicen que vamos así todos


uniformados, que queremos ser flacas
escuálidas, claro, es que ellos tienen el
modelo de las mujeres de antes que eran así
más fuertes". (M. 15-16 años. C. M. Baja)

Estas pautas culturales que se incorporan grupalmente en estas edades y


que llevan a un quiebre del modelo familiar estético, repercute de forma
inmediata en las consideraciones sobre la salud y la vida saludable. De esta
forma, los criterios higienistas tan notablemente familiares en las edades
más jóvenes se desprenden de lo familiar y buscan sus propias pautas. Otro
tanto sucede con la alimentación que claramente es una línea de conflictos
entre las chicas y sus familias, porque las normas se expresan notablemente
diferentes:

"- Si comes lo que te pone mi madre, no pasas


por esa puerta, porque tienen la manía de que
te alimentes y venga arroz con tomate y luego
filete con patatas fritas y luego el flan, claro si le
haces caso te pones como una vaca

- Yo en casa es que son peleas todos los días,


de verdad, que como, come, come, y yo que
no, que no, que no, y claro montamos el
número todas las noches porque cuanto más
quieren que coma, yo más me cierro

- Eso es que pasa siempre, porque lo que


decías tú, se creen que para estar bien tienes
que estar hecha una cerda

- Para ellos es el símbolo de la salud

- Mis abuelos paternos son de Galicia y


entonces para Navidades siempre vamos a
pasarlo con ellos y yo vengo con dos o tres
kilos más porque si no comes te ingresan
directamente (risas) A mi la verdad es que me

53
gusta comer, pero claro, luego cuando vienes
sabes que te tienes que poner a dieta y para
ellos, nada, que lo que se come allí es lo
normal". (M. 15-16 años. C. M. M. Baja)

A pesar de las quejas de las jóvenes mujeres sobre la intensidad alimenticia


propuesta por sus familias, son ellas mismas, el máximo factor de riesgo en
cuanto al desequilibrio alimenticio, ya que reconocen la tendencia a las
transgresiones en sus hábitos de alimentación, transgresión que también,
una vez más, se relaciona con las pautas culturales de su propia
sociabilidad. En estas edades, en las que la oralidad está presente en sus
formas de relación (con chicos y con chicas) la presencia de factores
desequilibradores se manifiesta tanto en la alimentación como en la bebida
y también en la posible presencia del tabaco, como hábito de falsa
resolución de la ansiedad oral. Época de transición entre la
preadolescencia y la adolescencia plena, en la que se combinan y se
retroalimentan diferentes factores de ansiedad que desembocarán en la
oralidad como forma de expresión. Una puesta en escena de las primeras
relaciones (importantes) y los conflictos a ellas asociados con el otro sexo,
una conciencia de proceso de crecimiento que circula, sin embargo, entre la
infancia y la construcción de la personalidad. Todos estos factores inciden
de forma creciente en la dimensión ansiosa que caracteriza estos años,
ansiedad de la que no se busca desertar, sino por el contrario
retroalimentarla:

"- MOD: ¿Y QUE COSAS OS PONEN ASÍ


NERVIOSA, O POR EL CONTRARIO OS
PREOCUPA U OS INQUIETA?

- Todo (risas)

MOD: TODO

- S, la verdad yo no sé como nos lo montamos


pero yo al menos, me la paso nerviosa todo el
tiempo, que te peleas con tu hermano que es
un plasta, luego tu madre.

- Los exámenes

- Los exámenes ya es de número porque a mi


me da una cosa en el estómago y no me pasan
más que chicles, de verdad me alimento a
chicles

54
- Que suerte, yo me lo como todo, no puedo
parar de comer en época de exámenes

- Luego los chicos

- (risas y palabras que no se entienden)

- MOD: ¿LOS CHICOS PONEN MUY


NERVIOSAS?

- La verdad es que sí, mucho

- Pero también porque nos gusta

- ¿POR QUÉ OS GUSTAN LOS CHICOS?

- No, bueno sí (risas) lo que digo es que no es


que te gusten los chicos sino los... problemas,
te lías la cabeza, te pones fatal, que si éste dijo
no sé qué, que si el otro, que si tal chica, no sé
cómo decirlo, es que...

- ¿HAY MUCHOS CULEBRONES DE POR


MEDIO?

- Si

- Si, bueno

- Si, la verdad es que nos gustan los


culebrones, yo a veces creo que más que los
chicos (risas) de verdad

- Hay, es que no es vida". (M. 15-16 años. C. M.


M. Baja)

Como la tarea implícita es separarse del grupo familiar, es decir de las


pautas morales y estéticas del cuidado de la madre, para abrazar las
nuevas pautas grupales de relación y de identidad (aunque ésta sea
pasajera), difícilmente pueda caber la racionalidad y la tendencia al
equilibrio que permita situar las circunstancias, dentro de los marcos que le
correspondan. Edad de descubrimiento de sí mismas, de los otros y de la
vida, tienden a la exageración como forma de incorporación del mundo todo
lo cual acrecienta una profunda sensación de ansiedad y de
descompensación que tendrá su caída natural hacia la oralidad:

55
"- Depende cómo te lo tomes, pero en general
la relación no sólo con los chicos sino con las
amigas, con cualquier cosa enseguida te da...
no sé

- rabia

- No es siempre rabia, pero enseguida te pones


de los nervios

- Eso es verdad, en casa me dicen que porque


me tomo las cosas tan a la tremenda, pero yo
soy así no puedo remediarlo, no sé pensar en
pequeño (risas)

- En mi casa también se quejan de que me


tomo todo a la tremenda, menos las
matemáticas, de las que paso, todo es así, un
poco exagerado". (M. 15-16 años. C. M. Baja)

Edad de los excesos y descontroles, sólo frenados o contenidos por la


urgente necesidad de no apartarse de los cánones culturales que puedan
afectar la sociabilidad, sean estos excesos de tipo anímico o de tipo
alimenticio. Así la urgencia de ser una mujer delgada, que pueda vestir a
la moda, y que en general responda a los valores de la imagen de lo
corporal al uso, es más importante y dominante que la búsqueda de
equilibrios afectivos, como veremos en la segunda parte del texto.

En una línea muy próxima a estas preocupaciones y a la conflictividad


expresada en relación a la alimentación, se producen los discursos y
argumentaciones en relación al deporte y a otras actividades relacionadas
con la construcción y la modelización del propio cuerpo. En el informe de las
representaciones infantiles sobre la salud se pone de manifiesto la gran
importancia "instrumental" que adquiere el deporte en las edades
preadolescentes para la construcción de un modelo corporal que exprese el
"estar en forma", que evidencie el canon estético dominante en estas
edades. Asimismo, en los 11-12 años el deporte es utilizado como método
para contrapesar los excesos y los descontroles tan habituales en estas
edades en las comidas. Importancia del deporte que aunque con menos
intensidad se mantiene en los 13-14 años. Sin embargo, los 15-16 años
constituyen unas edades en las que la práctica de deporte, sobre todo entre
las mujeres, tiende a desaparecer y a ser reemplazado como tiempo de
ocio por un tiempo de consumo cultural de espacios y de hábitos de nuevo
tipo. Estos espacios y éstos hábitos al ser representativos culturales de
nuevas formas extrafamiliares de relación potencian los modelos de

56
interacción enfrentados a los criterios higienistas familiares y en
consecuencia a las pautas de vida y hábitos saludables que hasta unos
años antes mantenían y defendían como propios.

Un ejemplo claro de estos cambios, es la tendencia de las mujeres jóvenes


con edades entre 15 y 16 años, a separarse del deporte en dos
direcciones: o por el reemplazo de la gimnasia que les garantiza más una
esculturización armónica de la imagen corporal con acuerdo a los cánones
del momento, o por el contrario el total abandono de prácticas en las que el
cuerpo trabaje y aprenda a disfrutan en la actividad. Así, por ejemplo, según
el estudio SIVFRENT-J12 de 1996, un 31% de las jóvenes de Madrid
practicaba de forma frecuente el baile/ballet, un 29,5% el footing y un 21,3%
el aerobic, actividades todas ellas estrechamente relacionadas con esta
reorientación en estas edades del ejercicio físico hacia nuevas formas de
modelización corporal.
"- Yo antes hacía deportes pero ahora no, voy a
gimnasia dos veces por semana en un
gimnasio que bueno, no está mal, tienen
aparatos y esas cosas, pero la verdad es que
me aburro, pero si no haces nada de gimnasia
cuando llega el verano te sientes fatal

- Eso es verdad, yo antes hacía deporte,


incluso jugaba al tenis que me encantaba, pero
desde hace un año dejé de hacer cualquier
tipo de deporte y ahora cuando tengo un rato
pues me apetece más salir con una amiga, o ir
a una discoteca o así, la verdad es que me he
vuelto muy vaga". (M. 15-16 años. C. M. M.
Baja)

Mientras los varones están en pleno apogeo de la práctica deportiva,


especialmente de los deportes grupales o colectivos, las mujeres de estas
edades carecen de interés para la actividad grupal corporal, y su horizonte
socializador se vincula preferentemente al mundo de la oralidad en sus
diversas formas (conversar, beber, fumar) sin que exista una
contrapropuesta activa. De esta forma, la noción de salud y de vida
saludable no desaparece del horizonte de estas edades, pero se resiente
considerablemente mucho más en ellas que en ellos. Mientras para los
varones estas edades son expresivas y organizadoras de la expresión de la
potencialidad masculina, es la capacidad de desgaste físico y éste sólo
es concebible desde la actividad y el trabajo grupal (el equipo); para las

12
Estas siglas corresponden al Sistema de vi gilancia de factores de riesgo
asociados a enfermedades no transmisibles en población juvenil de la Comunidad de
Madrid.

57
mujeres la identidad femenina se construye a partir del desgaste
emocional, provocando vivencias y relatos de las emociones y sus
crisis:

"- Pues que hago, que voy al Instituto, luego


cuando vengo pues hablo con mis amigas, si
podemos salimos a dar una vuelta,
conversamos, no sé, luego si tenemos pelas
nos metemos en una cafetería a tomar algo, no
de discoteca y tal eso los fines de semana y no
todos

- si yo también, en casa luego miras la tele y te


vas a dormir

MOD: Y HABLÁIS MUCHO, ¿EN VUESTRA


CASA SE QUEJAN DE LA CUENTA DEL
TELÉFONO Y TAL?

- Mucho

- Muchísimo, mi madre nos tiene amenazados


y todo, pero más a mi que a mis hermanos y la
verdad es que tiene razón yo hablo mucho más
que ellos, no sé por qué, ellos no tienen nada
que decir: hola, sí, no, ya está... yo en cambio
con mi amiga es que de cada cosa nos
pasaríamos horas hablando....

- yo también y me pasa con muchas

- bueno a mi también, a mi es que me encanta


hablar y cotillear, en cambio los chicos no, no
sé por qué.

- MOD: ¿Y DE QUE HABLÁIS?

- de todo (risas)

- sí de los chicos, de las chicas, de la tele, del


Instituto, no sé de todo

- de los culebrones

-MOD: COMO DICES QUE NO TE ENTIENDO

58
- de los culebrones

- MOD: ¡AH! DE LOS CULEBRONES


PERSONALES, ¿DE VUESTROS
CULEBRONES?

- si, es lo que mas mola

- sin ninguna duda (risas)". (M. 15-16 años. C.


M. M. Baja)

Las mujeres de estas edades presentan ya, un cuadro de


hipersensibilidad emocional muy proclive a los desajustes constantes, que
muy probablemente, les acompañará (más como un acervo cultural que
como una intencionalidad personal) a lo largo de toda su vida. Es,
justamente en estas edades en las cuales se organiza el sentido de
ficciones orientativas diferentes en cuanto a la identidad del género.
Mientras los varones responderán más a la ética de la responsabilidad
(cumplir, dar el tipo, mantenerse en forma para demostrar su capacidad
productiva y su potencialidad masculina), las mujeres se orientan
(ficcionalmente, también) hacia la ética del cuidado (en la que destacan
los aspectos emocionales y dramáticos por su doble relación con el mundo
de la realidad y su mundo interno).

Crispación ante los exámenes, sentimientos ambivalentes, caída en el


stress, ansiedad por la necesidad de responder a diferentes mandatos,
expectativas y tareas, son todos ellos diferentes aspectos que trabajan
sobre la personalidad, soterrando los cimientos de una posible redefinición
del concepto salud y, más exactamente, de la noción de vida saludable y de
hábitos saludables.

La tendencia a dramatizar sus propias existencias (hacer "culebrones" de la


vida y, más aún, de las relaciones) es un reconocimiento explícito de su
orientación en la vida, que asumen como normal. En la media en que
responde a los modelos femeninos más diversos y más propagados por los
medios de comunicación (canales de difusión de los modelos legitimados
socialmente) hasta el punto de asumirlos como normales, como los que
deben ser, sin posibilidad de ofrecer resistencia alguna o cuestionamiento
al respecto:

"- pero es que somos así todas, yo veo que mi


madre me dice pues no te pases el día
hablando, deja lo de los chicos que ya serás
mayor y sufrirás por ellos (risas) si, de verdad,
no sé cuantas cosas más, pero ella es igual y

59
mis tías lo mismo y todas

- MOD: OS PARECE QUE LAS MUJERES


SON ASÍ SIEMPRE QUE SE DEJAN SUFRIR
POR LA REALIDAD, POR LOS CHICOS Y
TAL

- me parece a mi también, vamos como dice


esta chica que sí, yo no veo que seamos muy
diferentes, y la que no es así, te parece que no
es normal...

- Es lo normal, vamos". (M. 15-16 años. C. M.


M. Baja)

Y al mismo tiempo no consideran que estas formas de ser, de percibir, de


sentir o de actuar esté menoscabando el concepto salud o el concepto vida
saludable simplemente porque es el modelo en el cual se socializan. Desde
esta perspectiva, la salud es otra cosa, es no sintomatología paralizante, es
posibilidad de integración y de participación en este modelo que perciben
(o imaginan) común a todo el género femenino. La omnipotencia juvenil está
aquí actuando como valedera de esta forma de ser y del no cuestionamiento
a la idea de vida y prácticas y hábitos saludables. No existe, en definitiva
cuestionamiento alguno a esta forma de cotidianidad. Por el contrario, las
demandan se sitúan en la expectativa de un menor control familiar a fin de
poder realizar con menos obstáculos esta tendencias de lo femenino.

Posiblemente de esta forma se entienda mejor, hasta qué punto Salud es


igual a belleza y que ésta, es parecerse - lo más verosímilmente posible - a
los modelos socioculturales imperantes en cada época. Estos modelos
estéticos, mediáticos las más de las veces13, solo presentables como
envase, como cuerpo soporte de cánones de belleza, no son reconocidos
como producto del trabajo puesto en ellos, sino como oferta imaginaria de la
que desconocen el verdadero proceso de creación, de producción.
Sospechan una gran dedicación a modelarlos pero estas actividades más
que saludables son embellecedoras desde el punto de vista de las jóvenes:

"- La Cindy, o la Claudia Schiffer son muy


saludables porque si no podrían estar así

- Pero esas tías se hacen muchas cosas, se


13
En algunos de las investigaciones del programa de "indicadores socioculturales"
se ha trabajado en los grupos con imágenes fotográficas que han posibilitado poner de
manifiesto la gran centralidad que tiene en nuestra cultura los modelos corporales
habituales y coloquialmente denominados "cuerpos danone".

60
cuidan muchísimo

- Por su puesto para estar así de guapas tienen


que cuidarse mucho porque si la celulitis, que
si la tal, o la tripa, no sé desde luego tienen
que mantenerlos esos cuerpos

- pero también es que ya vienen con cuerpos


estupendos, yo no digo que no hagan
gimnasia y tal, pero ese largo de piernas no
hay gimnasia que te lo de, eso es que son
guapas y son sanas, vamos". (M. 15-16 años.
C. M. Baja)

* La noción biomédica sobre la salud.

Parece evidente que en estas edades, dominadas por los modelos


estéticos en tanto emblemas de Salud, no existen preocupaciones
espontáneas sobre la idea de salud entendida desde el punto de vista
biomédico. La salud en este último sentido, como venimos repitiendo a lo
largo del texto, es algo consustancial a la juventud y lo único que es capaz
de modificarla es un acontecimiento siniestro como un accidente o un
exceso de descontrol en los comportamientos juveniles. Pero a estas
circunstancias no se le antepone la enfermedad sino lo definitivo de la
muerte, todo lo cual incide en la imposibilidad de pensar la salud como algo
construido y más aún, construible.

"- Si algo te pasa ya sabes que es definitivo, o


sea que la vida y la muerte

- exacto

- Porque que te puede pasar un accidente de


moto, o de coche así

- Para eso tomas las precauciones, al menos


yo

- Yo no siempre, pero vamos

- Pero no se te ocurre pensar que puedes


ponerte enferma, porque te parece que eso es
algo de los mayores, que ya te llegará pero
que no va contigo". (M. 15-16 años. C. M. Baja)

Tan distantes se hallan de la noción de enfermedad o malestar que la

61
mayoría de estas jóvenes aún no ha realizado ninguna consulta ginecológica
y acuden al médico sólo puntualmente si existe alguna sintomatología que
remediar (alergias, gripes, etc.). Las encargadas de resolver lo anterior a la
consulta médica, son las mismas madres, depositarias del saber de salud
familiar y administradora de pautas y medicamentos en igual medida. Es
decir que su cuerpo se encuentra muy cercano al tiempo de naturaleza en
pleno desarrollo, por lo que no es necesario acceder al control, a las formas
organizadas de prevención, etc.

La única práctica de cuidado que ejercen con satisfacción, a pesar de las


incomodidades que representa, es la consulta odontológica, lo que
finalmente es coherente con lo señalado en páginas anteriores: la salud es
subsidiaria de la estética y en la construcción de un modelo canónico, la
boca ocupa un lugar de hegemonía incuestionable 14:

"MOD: HABÉIS IDO AL GINECÓLOGO

- Yo no

- Nunca

- Yo nunca

- Yo tampoco

- MOD: ¿Y AL DENTISTA?

- Si al dentista sí

- No me lo recuerdes

- Si, claro

- Mira, si no

(Comentarios)

- Es que no puedes ir por allí con la boca fatal


eso es de pena

- Si la boca es muy importante tenerla bien

14
En una investigación realizada por el mismo equipo de CIMOP sobre el alcohol y el
tabaco y su relación con la salud, el cáncer de boca aparecía como el temor más fuerte.
Temor claramente relacionado con esta dimensión estética y de relación con los "otros".

62
MOD: ¿PERO LO DECÍS POR LA ESTÉTICA
O POR EL CUIDADO?

- Por la estética,

- Si una boca fea, es muy..." (M. 15-16 años. C.


M. Baja)

En síntesis, a estas edades, y sobre todo por influencia de las normas


estetizantes, éstas jóvenes tienen mala conciencia por sus hábitos de
descontrol y falta de cuidado. Sin embargo este descontrol en ningún caso
lleva a poner en duda la existencia de una buena salud más que personal,
generacional. De la misma forma que por ser jóvenes no dudan sobre que
su vida es saludable y que sus hábitos también lo son, ya que todos, los más
jóvenes y especialmente los mayores, quieren imitarlos.
1.2.4.1.- LAS JÓVENES DE 15-16 AÑOS Y LOS CONSUMOS DE
ALCOHOL Y TABACO

En clara correspondencia con la línea de ansiedad irracional y de demanda


de emoción plena a la vida, puesta de manifiesto en las páginas anteriores
se ubican las percepciones y las valoraciones grupales existentes en estas
edades sobre el consumo de alcohol y de tabaco. En efecto, el descontrol,
como parte y expresión de la potencialidad vital, encuentra en el alcohol una
de las vías más notable de desarrollo. Consumo de alcohol que tras la
mayoritaria iniciación de los 13-14 años empieza en estas edades a ser
consumido como práctica habitual del ciclo vital/semanal15.

"- Hombre tampoco que una beba, que sea una


alcohólica eso no, de ninguna manera

- No claro que no

- MOD: ¿PERO CON QUE FRECUENCIA


BEBÉIS?

15
En "La cultura del alcohol entre los jóvenes de la Comunidad de Madrid" (D.
Técnico de S. Pública nº 9, 1993) y "La cultura del tabaco entre los jóvenes de la
Comunidad de Madrid" (D. Técnico de S. Pública nº 16. 1994) de A. Peinado y de P.
Portero se destacan la importancia que tiene en las pautas de consumo del alcohol la
sensación de descontrol y de pérdida subjetiva de los límites (1993:17-21) por parte de los
jóvenes. Asimismo, en el nº 37 de la revista "Estudios de Juventud", editada por el Injuve
en Octubre de 1996, puede leerse un monográfico dedicado a la importancia del fin de
semana en las formas de vida juvenil.

63
- Pues no sé yo una vez a la semana, si salgo
con mis amigas

- Yo también

- Si un día a la semana que te tomas un par de


cervezas

- Yo es que no bebo nunca porque no me gusta

- Yo también alguna vez así, pero lo normalito,


vamos". (M. 15-16 años. C. M. M. Baja)

... situación que se agudiza en el segmento masculino, más exigido al riesgo


y al conocer nuevas estrategias culturales que se inscriban en la
transgresión.

En este marco, cabe afirmar que la presencia de bebidas alcohólicas, de


tabaco e incluso del "hachís" (los porros, al decir de los mismos jóvenes),
forma parte de la ritualidad juvenil de tránsito entre las pautas familiares y el
acceso al mundo de lo público, en el consumo grupal de sus grupos de
referencia. El desprendimiento familiar y el paso a una vida autónomo se
realiza a través de estos "ritos de iniciación" que con perfiles e intensidades
diferentes caracterizan tanto a las mujeres como a los varones. Dimensión
social y simbólica de este tipo de prácticas y hábitos en estas edades que
no deja de influir en un incremento del consumo de este tipo de productos,
tal como analizaremos en la segunda parte del texto.

1.2.5.- LOS/LAS JÓVENES CON EDADES ENTRE 16 Y 18 AÑOS

Frente a la dominancia de la identidad grupal como continente y soporte de


la personalidad, tan característicos de las edades entre 15 y 16 años,
las/los jóvenes entre 16 y 18 años tiende a la diferenciación y la búsqueda
de sus señas de personalidad, como eje de sus motivaciones y de sus
relaciones. Sin ninguna duda, siguen siendo edades de fuerte grupalidad,
sobre todo entre los varones incluso más que entre las mujeres, pero estas
formas de grupalidad se desarrolla junto a la necesidad de construir señas
de identidad propias que no quieren fundirse con el grupo, sino convivir en
él. Son edades en las que los modelos de referencia siguen haciendo mella
en sus propios parámetros e ideales pero en las que, al mismo tiempo,
avanza la conciencia de un tiempo próximo vinculado a la Universidad o al
trabajo, en el cual tendrán que comenzar a enfrentarse solos a las
exigencias y responsabilidades.

64
Durante el período de estas edades se agudiza la diferenciación de
perspectivas (en todos los sentidos) entre los dos géneros: los hombres
más ocupados en el desfogue de sus potencialidades a través del deporte,
"a todos nos gustan los deportes que te desfogan", dicen, y las mujeres más
concentradas en la construcción de las historias afectivas y sentimentales.

"- Yo creo que los estudios es lo más


importante y después pues no sé, a mi me
gusta mucho el deporte, todos los deporte lo
que pasa es que no tengo tiempo para
practicarlos, pero en cuanto puedo me voy al
polideportivo y en verano más, claro

- A mi me gustan los deportes de aventura, el


puenting, es fenomenal, eso de volar es una
pasada

- Yo el verano pasado comencé a practicar


parapente y si te gusta el puenting, el
parapente ya es demasiado

- Yo creo que a todos nos gustan los


deportes que te desfogan, que terminas y te
comerías todo lo que encuentras por allí, no sé
al menos mis amigos y yo, vamos la gente con
la que yo estoy, somos muy de deporte

- Mas los chicos que las chicas

- Si es verdad, más los chicos que las chicas".


(H. 16-18 años. C. M. M. Baja)

"- ... están pensando que vas a estudiar en la


Universidad, en si pasarás la selectividad, no
sé en esas cosas, y después pues, los chicos
te ocupan mucho tiempo en la cabeza

- Si es verdad los chicos y las historias que si


tienes novio, o bueno, un chico con el que
sales pues te lleva tiempo y si no tienes a
nadie también, no sé, la verdad es que los
chicos absorben mucho, no ellos en sí, no sé
como decirlo, más bien lo que tu sientes, lo
que te pasa, esas cosas". (M. 16-18 años. C.

65
Medias)

* La vida saludable y las nociones biomédicas sobre la salud

De forma consistente con esta acentuación de la división de lo modelos de


género en los 16-18 años y con la progresiva afirmación de las
personalidades de cada uno de ellos, las concepciones sobre la Salud de
los jóvenes y las jóvenes son completamente distintas. Si hasta estas
edades chicos y chicas podían compartir ciertas nociones y
representaciones sociales basadas en nociones más amplias que las
producidas por el paradigma biomédico, a partir de estas edades mujeres
y hombres mantendrán como género distintas representaciones sociales
sobre la Salud. Las mujeres (ver Salud y Mujer 1996) mantendrán, de una
forma u otra, nociones más globales mientras que los hombres mantendrán
concepciones más cercanas a las producidas por las ciencias bio-
médicas16. De hecho, ya en esta edad de los 16-18 años los grupos de
chicos y de chicas han expresado en sus discursos concepciones sociales
muy distintas sobre la salud: las jóvenes han producido unas nociones más
globales y generales sobre la Salud mientras que los jóvenes han
expresado unas concepciones inscritas, en lo fundamental, en el paradigma
biomédico.

En el caso concreto de las jóvenes, sus representaciones sociales sobre la


Salud se acercan en gran medida a la noción de "vida saludable" que
hemos venido describiendo y analizando en las páginas anteriores. Es más,
dentro del amplio conjunto de significaciones que conlleva la noción de vida
saludable, en el caso de las jóvenes mujeres de 16-18 años su noción de
vida saludable se condensa especialmente en la noción de "equilibrio
personal", de forma relativamente coincidente con la noción similar
producida por las mujeres más adultas en el estudio citado "Salud y Mujer"
(1996:84 y 108). En efecto, para las jóvenes mujeres de 16-18 años la vida
saludable es el producto del equilibrio entre el autocuidado
(dominantemente estetizante) y la satisfacción en las relaciones, entre las
dimensiones más personales y las más colectivo-grupales. En este marco,
y al igual que plantean las mujeres más adultas (Mujer y Salud 1996:82-98),
las jóvenes defienden que, siempre que la frecuencia de los hábitos no
alcance para ser considerados como vicios, se pueden tener hábitos poco
saludables -entendidos en el sentido biomédico- sin que ello afecte a la
salud no sólo entendida desde el punto de vista más global sino también
entendida desde la perspectiva más reductora y biomédica, ya que la fuerza

16
Dentro del programa de los "indicadores socioculturales" en el ámbito de la Salud,
existe una investigación particular sobre "las representaciones masculinas sobre la
salud" que será editada posteriormente en esta misma colección de Documentos Técnicos
en Salud Pública.

66
de la juventud es capaz de amortiguar los excesos y los malos hábitos poco
frecuentes.

Asimismo, y a diferencia del discurso masculino de estas edades que


centra en el dinero una de las mediaciones fundamentales de la salud, el
discurso femenino de estas edades reduce la importancia del mismo a un
mero factor condicionante 17. Para ellas el dinero puede ayudar al bienestar,
pero en ningún caso es la garantía de que éste se de, ya que depende
prioritariamente del equilibrio antes mencionado.

"- tu puedes tener mucho dinero y ser una


desgraciada o estar sola, o no saber que es lo
que quieres, que le pasa a muchísima gente
rica

- desde luego, yo creo que el dinero te puede


aportar una tranquilidad ante cualquier
problema, pero que no lo soluciona y sobre la
cuestión de la salud, en los más mínimo, para
nada

- desde luego, yo estoy de acuerdo

- yo también, el dinero está bien para otras


cosas, pero lo de la salud depende de cosas
que no compran con dinero..." (M. 16-18. C.
Media)

La Salud y más exactamente la vida saludable es, para estas edades


femeninas, el producto de un equilibrio entre diferentes bienestares y puede
estar presente incluso en la convivencia con el malestar físico o con el
psicológico. El concepto de Salud y el de vida saludable, no son rígidos, y
menos aún inmutables.

"- pero no se tiene vida saludable siempre,


pues puedes estar muy bien una temporada y
a la siguiente estás hecha polvo, porque es así
nada es para siempre
17
En este entorno, conviene señalar que la valoración de la relación dinero-salud se ha
expresado como una de las cuestiones claves más reveladoras de las representaciones
masculinas y femeninas sobre la salud. Las nociones femeninas reducen su importancia
frente a otras dimensiones relacionales, afectivas, etc, mientras que las masculinas
acentúan su importancia en relación a todas las mediaciones tecnológico-sanitarias de la
salud y de la enfermedad.

67
- y puedes tener una buena salud toda la vida,
pero algo te tendrá que pasar porque si no tu
me dirás...

- hombre por más sana que estás te tendrás


que morir un día, digo yo...". (M. 16-18 años. C.
Medias)

Por ello, las nociones de vida saludable, como representaciones ricas y


complejas, integran en su seno a las nociones más estrechas sobre la salud
sin quedar reducidas a estas últimas.

En el discurso masculino, si embargo, las nociones relativas a la vida


saludable prácticamente desaparecen del discurso y de las
representaciones sociales existentes sobre la Salud. De modo similar a los
hombres más adultos, para estos jóvenes de 16-18 años la salud se
inscribe ya en el paradigma biomédico que reduce la salud a una cuestión
esencialmente orgánica y de ausencia de enfermedades. Contexto
valorativo medicalizado en el que el dinero aparece como una mediación
fundamental. En efecto, el dinero es considerado uno de los factores
centrales en relación al bienestar, a la práctica de hábitos saludables y al
propio mantenimiento de la salud en el sentido más fisiológico y orgánico de
la expresión. En síntesis, la posición dominante del segmento masculino en
estas edades -posición muy mediada por el status social de los
componentes del grupo- es que a mayor cantidad de dinero18, mayor
posibilidad de curación y de satisfacciones, de todo tipo, y en
consecuencia, mayor bienestar y salud como no enfermedad.

"- no me jodas, un tío que tiene pelas, es un tío


que se la pasa bien, puede hacer más deporte
porque tiene más tiempo para disponer para sí,
come mejor, y sobre todo si tienen alguna
enfermedad ya no sólo él, sino sus hijos, su
mujer, por ejemplo, el tío puede recurrir a los
mejores médicos aquí en Houston, en donde
sea

- claro, en cambio si es un pobre parado no


solamente está con el coco comido todo el
tiempo sino que tienen que morir en la
18
Como desarrollamos en el monográfico Salud y Mujer, el dinero está íntimamente
asociado a la concepción de la Salud más cercana al "consumo de salud", como una
desviación negativa de las nociones más institucionales y bio-médicas sobre la salud como
ausencia de enfermedad.

68
seguridad social y no puede elegir nada, o sea
que es así, a mayor cantidad de dinero, mejor
calidad de vida y en consecuencia más salud".
(H. 16-18 años. C. M. Baja)

Los rasgos de la masculinidad, en los términos clásicos de sus


expresividades, se hace manifiesto en la rigidez lógica de este tipo de
consideraciones. La ausencia de una educación informal más flexible hacia
lo masculino impide una apertura hacia las consideraciones de tipo mas
matizado. Son más rígidos en sus concepciones, menos abiertos a las
diferencias y más proclives a la resolución inmediata antes que a detenerse
a pensar en las diferentes perspectivas de un tema:

"- es que es así, si tienes dinero puedes


comprar bienestar y si no

-... si no lo tienes pues, es muy fácil, no tienes


bienestar, tienes cosas que te da el gobierno,
el que sea, pero ya, tu no puedes elegir tu
bienestar". (H. 16-18 años. C. M. Baja)

* Los hábitos saludables.

En directa relación con las anteriores diferencias entre las respectivas


representaciones masculinas y femeninas sobre la salud, se inscriben las
respectivas concepciones sobre los hábitos saludables. Hasta estas
edades en que las nociones biomédicas aparecían y se comprendían pero
no alcanzaban el rasgo de concepciones dominantes en los distintos
colectivos sociales, las representaciones sobre los hábitos y las prácticas
saludables vinculaban éstas de forma más o menos directa con un resultado
efectivo en términos de salud personal. Ya fuera la comida, el deporte, la
higiene, u otros, el mantenimiento de un determinado comportamiento en
este terreno conllevaba alcanzar un objetivo relativamente seguro en
términos de salud. El desarrollo de las nociones biomédicas como
representaciones sociales específicas y dominantes en un colectivo
determinado van a conllevar consigo la transformación de las propias
nociones sobre los hábitos saludables. El desarrollo de éstos ya no se va a
vincular con rasgos de certidumbre, a unos resultados en salud sino que, en
el mejor de los casos, se van a vincular en términos de probabilidad, no
causal, por tanto, con la salud personal. En este nuevo marco valorativo, de
la misma forma que se puede realizar un hábito saludable o llevar una vida
saludable y caer enfermo, se puede realizar una actividad tachada de no
saludable desde la perspectiva médica, como puede ser la ingesta de
alcohol, y mantenerse sano, como veremos más adelante.

69
En el entorno de estas consideraciones diferenciales sobre los hábitos
saludables se producen el conjunto de valoraciones masculinas y femeninas
sobre cómo se entiende la relación entre las formas de vida y la Salud.
Para ellos, las preocupaciones sobre la salud y las prácticas saludables
están reñidas con las dificultades de desarrollo de la masculinidad en áreas
violentas como son las ciudades, pero también con "los otros" en tanto
espacio de relación. En efecto, si las chicas construyen su identidad en
pos de los otros hasta concluir en una identidad que más tiene que ver
con un 'nosotros' antes que con un 'yo', los varones, sabedores de la
importancia de las relaciones, perciben a éstas como desequilibradoras
no solo de lo emocional, sino también como posibles causantes de
atentados contra la salud ya sea desde las formas más amplias y difusas de
la violencia urbana, ya sea desde las formas más específicas y particulares
de las enfermedades de transmisión sexual.

En este contexto, para los varones, una dimensión clave de sus


representaciones sociales sobre la salud concibe la misma como un punto
de confrontación, como uno de los resultados posibles del encuentro con la
violencia, especialmente la urbana. Son edades de relación, de búsqueda,
de estar mucho más tiempo en la calle que en los hogares y todo este nuevo
universo que se les presenta les exige contactar con una realidad muy
diferente de la que viven en sus casas y, además, tener que afrontarla desde
las exigencias culturales de la masculinidad, es decir, con bravura, con
coraje, para demostrarse a ellos mismos que son capaces de relacionarse
dentro de los criterios culturales que se les exigen.

"- Para mi lo peor que hay para la salud es la


calle, de verdad lo digo, no es coña, tienes que
salir y no sabes que es lo que te vas a
encontrar, y supongo que para las chicas
también es difícil, pero si pasa algo en la calle,
una mujer puede decidir alejarse, pasar, no sé,
tu no puedes hacer eso, tienes que dar el tipo
me entiendes? tienes que defenderte, o
defender a alguien y la verdad no sé en otras
ciudades pero Madrid de noche, buenos, de
noche y de día no es una ciudad fácil. A mi me
han chorizado varias veces, entonces claro,
vienen tres con navaja a por la chupa y no te
haces el héroe, pero luego hay situaciones en
las que tienes que participar

- Pero si cuando vas al estadio nunca sabes


cómo vas a salir

70
- Exacto y eso una chica no tiene que
preocuparse, en ese sentido decía yo que lo de
la salud, porque yo no tengo problemas físicos,
soy de buena constitución y mi familia
también, vamos, nunca hemos estado
enfermos fuera de una gripe o así, pero lo que
más preocupa, lo que más atenta para la
salud, es la calle, macho, de verdad". (H. 16-18
años C. M. M. Baja)

De esta forma y en el seno de esta representación joven sobre la salud y las


formas de vida urbana, la propia ciudad y su violencia, "la calle" aparece
como uno de los primeros factores capaces de alterar la salud, de romperla
desde el momento y la hora en que una agresión, y anteriormente hemos
visto cuántas se producen, puede tener como resultado una herida, una
ruptura, etc. Herida, accidente que, conviene subrayarlo una vez más se
percibe como un "acontecimiento" fortuito de forma parecida, por ejemplo, a
cómo un accidente de automovilismo puede acabar con la vida de un joven.

La otra dimensión en la que se concentran los miedos a los "otros" son las
enfermedades de transmisión sexual, tal como ampliaremos en la segunda
parte del informe. Temor a las enfermedades de transmisión, que en un
entorno que no se puede garantizar como seguro, están siempre presentes
en la relación con los demás (sobre todo con el otro sexo) y de esta forma
tienden a extremar los cuidados no tanto para cuidar la relación (ética del
cuidado, típica del género femenino) sino como forma de prevención
personal.

"- ... pero te lías con alguien y no es como


antes que tenías que por decirlo pues cuidar de
la chica, que va, ahora tienes que cuidarte tu
porque no sabes que te puede pasar

- lo del sida ha hecho mucho daño

- lo del sida, las otras enfermedades, de verdad


que aunque no quieras, y lo lleves así en plan
relajado te lo piensas un par de veces saber
con quien te enrollas

- MOD: ¿Y CUANDO OS ENROLLÁIS CON


ALGUIEN TOMÁIS MEDIDAS DE CUIDADO Y
TAL?

71
- te refieres a lo del condón y tal

-MOD: POR EJEMPLO...

- pues claro, no te puedes exponer a una


relación, tienes que cuidarte, que luego a lo
mejor la tía es superlegal pero tu no lo sabes y
a lo mejor ella tampoco, vamos que es muy
peligroso y tienes que cuidarte, eso es lo que
pienso yo

MOD: ¿Y VOSOTROS QUE PENSÁIS?

- Lo mismo, vamos la verdad es que no quieres


comerte el coco pero no puedes arriesgarte,
hay que tener mucho cuidado y esas cosas
están a la orden del día". (16-18 años C. M.
Baja)

Frente a la preocupación masculina por la violencia y los "otros”, para ellas,


para las jóvenes, por el contrario se trata de tiempos en los que la energía
extranormativa, es decir, la que no se llevan los estudios y las obligaciones,
se invierte en intentar construir relaciones afectivas satisfactorias y, de ser
posible, estables. Esta carga de energía puesta en los aspectos
emocionales afectivos, creará no pocas situaciones de insatisfacción, de
malestar, de pérdida, etc., con los correspondientes sentimientos de duelo,
o dicho en términos de las propias jóvenes, construirá "no pocos
culebrones" de sus vidas. Las jóvenes de estas edades, a diferencia de los
chicos, tienden a concentrar sus esfuerzos con vistas al futuro en una doble
dimensión, la identidad profesional que les identificará en el futuro y
también, las relaciones afectivas que se perfilan como un proyecto de
crecimiento a fin de construir una pareja, una relación de afectividad de su
futuro linaje histórico:

"- Yo estoy de novia hace dos años, con un


chico que nos conocemos hace casi cinco
años, y quieras que no, tienes que decidir una
carrera profesional y aunque sabes que nos a
casarte pasado mañana, vas más o menos
pensando, haciendo planes para el futuro

- pues que suerte porque yo no tengo novio,


salgo así con chicos, pero nada serio, vamos,
aún no encuentro a nadie con quien pensar
para el día de mañana

72
- Bueno esto de hacer planes para el futuro es
una cosa mía, porque si le conoces a él, él
pasa completamente, vamos (risas)". (M. 16-18
años. C. M. Media)
En el entorno de estas concepciones más relacionales de las jóvenes, éstas
también avanzan en la dimensión estetizante como parámetro de la imagen
de salud. El autocuidado femenino de estas edades tiende a profundizar la
modelización, con la diferencia de que ahora ha de tener el toque personal,
diferencial y no sólo construido en el grupo de pertenencia. La búsqueda de
modelos estéticos más peculiares, exige no sólo gustar a los demás, ser
aceptada por los otros, sino gustarse a sí mismas, satisfacerse en la tarea y
en el resultado, cosa que provoca también una fuerte tendencia a la
frustración:

"- me pongo el pelo así y no me gusta, luego


me lo corto y tampoco, no sé no encuentro
forma de gustarme

- pero yo creo que eso nos pasa a todas y por


más que le dediques tiempo a estar bien, a
sentirte bien, no es fácil pero creo que para
ninguna

-para ninguna si no adelgazas porque no


adelgazas y si no engordas porque no
engordas siempre nos estamos quejando". (M.
16-18 años. C. M. Media)

Para las jóvenes, el epicentro de la valoración sobre salud, tan vinculada a la


estética se concentra en la temática de la alimentación. Pero la alimentación
dependerá de dos grandes paradigmas: lo que engorda y lo que no
engorda. De forma subsidiaria pueden racionalizar en lo saludable y lo que
no lo es, de igual forma que pueden nombrar la ansiedad pero en ningún
caso estar preocupadas por las causas, sino por los efectos. Así, en estos
años agudizan la caída en las llamadas (por ellas mismas) dietas
milagrosas cuyo sentido último es eliminar los efectos, pero sin asumir el
trabajo de comprender las causas peculiares que las provocan.

"- Yo creo que el problema de esta época es lo


de engordar

- si, eso es lo que peor llevamos me parece a


mi

- yo no tengo duda que muchas veces como


por nervios, por hacer algo, pero no puedo

73
dejar de hacerlo

- yo igual
- si no es tanto hambre, aunque a veces me
comería un cordero

- si lo que tenemos en ansiedad, entonces


después pues hay que caer en una de esas
dietas milagrosas haber si puedes quitar lo que
tienes demás

- yo me he llegado a pasar tres días a


manzanas, sin que se dieran cuenta en casa,
entonces adelgazas, pero luego, ya vienen los
exámenes y tal, y vuelves a engordar

- si es siempre así". (M. 16-18 años. C. Medias)

Las mujeres de estas edades no sólo cuestionan los aspectos físicos de su


propia personalidad sino también los anímicos y emocionales. La búsqueda
de un equilibrio entre lo que sienten que quieren y lo que realmente pueden
hacer, les provoca un profundo malestar de incertidumbres. Más dadas a
cuestionarse y a preguntarse sobre la conexión entre lo íntimo y las
relaciones, les lleva a cuestionar su propio carácter, sus intolerancias y su
forma de comprender a aprender de la realidad:

"- Yo es que no veo tanto con lo del cuerpo,


porque me parece que no es ese el problema

- si que lo es

- lo es pero además, al menos me pasa a mi,


que me cuestiono el carácter si soy infantil, si
quiero mucho algo que se que me daré un
trastazo, no sé entre lo que yo soy capaz de
soñar y la realidad, creo que hay un abismo y
que debería ser más realista, más los pies en
la tierra, ser de otra forma, yo creo que estoy
menos conforme conmigo en ese aspecto que
en otros y eso es, no sé, muy, que a veces me
pone mal

- si yo creo que tienes razón, a mi me pasa que


las cosas no se dan como yo quiero y que eso
me pone de los nervios

74
- porque pasa con muchísimas cosas

- si, es verdad y te parece que estás mala,


porque nada te gusta". (M. 16-18 años. C.
Medias)

* Las nociones biomédicas sobre la salud

Para los varones, en el marco de una cierta concepción "innatista" de la


propia salud orgánico-física19, en el contexto de una cierta noción que
prioriza el haber "nacido" con una constitución orgánica sana sobre lo
adquirido, sobre lo construido a lo largo de la propia vida personal y social
del joven, la preocupación por salud en el sentido más biomédico y reductor
del término no está asociada al mantenimiento del propio organismo físico
que se presupone esencialmente "sano" a estas edades sino que, por el
contrario, está vinculada al imperativo de cuidarse "del otro/a" como
portador del peligro potencial para la propia salud personal de cada uno.

"- Si tienes una buena constitución física es


muy difícil que te enfermes o que te pongas
malo, ahora como vengas chungo, yo tampoco
creo que se pueda hacer mucho

- Pero te contradices porque si todo se resuelve


en si eres de constitución sana o enferma,
tampoco tendría mucho sentido lo de
cuidarnos, que decíamos antes

- No, no me contradigo, lo afirmo, Que tengas


buena naturaleza no quiere decir que no
tengas que cuidarla, justamente porque es
buena, para que no se enferme, no me
contradigo nada. Lo que quiero decir es que
tengas más defensas o menos eso es de la
naturaleza, ahora claro, puedes estropearla o
no, de acuerdo a cómo te relaciones...

- Tu puedes ser muy sano, pero si te pillas una


todos los días, no creo que resistas mucho,
19
En el estudio Salud y Mujer, el grupo más cercano a la noción biomédica de la salud
se expresaba, también, como el grupo en el que más potentes eran las dimensiones
innatistas -genetistas, podríamos decir utilizando un lenguaje más actual sobre la salud
corporal (1996:103).

75
ahora si te pasas una vez al mes, por poner un
ejemplo, entonces no te pasará nada". (H. 16-
18. C. M. Bajas)

Las jóvenes de estas edades, por su parte, comienzan a realizar consultas


ginecológicas sólo si comienzan a mantener relaciones sexuales. En caso
contrario, consideran que lo que les sucede es parte de la naturalidad
femenina y que no requiere ningún tipo de control

"MOD: ¿Y HACÉIS CONSULTAS


GINECOLÓGICAS?

- pues yo sí, pero porque he empezado a tener


relaciones sexuales, entonces, claro...

- sí yo igual que ella

- yo no

- yo tampoco porque como ahora es todo muy


natural, la verdad es que no hace falta". (M. 16-
18 años. C. Medias)

1.2.5.1.- LOS JÓVENES DE 16-18 AÑOS Y LOS CONSUMOS DE


ALCOHOL Y TABACO

Los 16/18 años son edades de preconciencia sobre la amplia capacidad


de su vitalidad. Así, mientras se dedican exhaustivamente a la construcción
y al cuidado de la imagen (ellas y ellos) se permiten descontrolarse en el
alcohol, el tabaco, el descanso etc. Pero en ningún caso lo perciben
como forma de vida poco saludable. En todo caso, serán capaces de
reconocer racionalmente que son prácticas poco saludables pero que no
inciden en la salud que poseen y en ningún caso la cuestionan, tal como
vimos anteriormente:

"- quieras que no cualquiera de nosotros ya ha


tenido la experiencia de una borrachera

- ¿de una? (risas)

- bueno, de las que sean, te has quedado sin


dormir varios días,, te has desparramado varios
fines de semana, al menos yo que durante la

76
semana no puedo, pero sabes que el cuerpo
aguanta, que al día siguiente o a la semana
siguiente duermes un poco más y ya está,
como nuevo". (H. 16-18 años. C. M. Baja)

"- Yo creo que nosotras somos menos de


excesos que los tíos y aunque alguna vez te
pases pues, no pasa nada, vamos que cuando
lo piensas dice, pues pasarte de alcohol y de
tabaco en sí mismo pues no es muy bueno,
pero que no lo haces todo el día, o todos los
días y eso sí que sería perjudicial, pero de vez
en cuando yo no lo veo peligroso". (M. 16-18
años. C. Medias)

Saberse en un período pletórico de salud como son esas edades, les


dificulta incorporar los excesos como posibles antecedentes de hábitos no
saludables. Al igual que las edades algo más jóvenes, el cuestionamiento
de la salud, -de producirse- genera un discurso definitivo, finalista, carente
de proceso, en el cual se enfrentan la vida y la muerte sin mediación ninguna
y ante el que sólo cabe la impotencia.

1.2.6.- LOS MAYORES DE 20 AÑOS

Es sintomático que a partir del proceso de socialización universitaria y más


aún, después de los 20 años, los jóvenes de ambos géneros desarrollan un
tipo de discurso menos implicativo, más objetivante y, al mismo tiempo,
más desparticularizado.

Los grupos realizados con edades superiores a los 20 años, manifiestan no


sólo un mayor interés sino una mayor contundencia a la hora de explicitar los
aspectos sociales que contribuyen o resienten la idea de bienestar y de
calidad de vida dentro de la perspectiva de la salud. Si en las edades
anteriores, las perspectivas del género y la edad señalan profundas
diferencias, a partir de estas edades esos conceptos diferenciales tienden
a diluirse en consideraciones más generales y menos implicativas. Hasta
cierto punto, podría interpretarse que mientras en las edades anteriores los
adolescentes y jóvenes se saben y se viven disfrutando del presente, a partir
de este umbral de los 20 años y hasta que se produzca la más definitiva
emancipación personal, aproximadamente, los jóvenes se vivieran como en
una etapa a modo de paréntesis en sus vidas. En una fase en la que ya no
son los adolescentes de antes pero en la que tampoco son los adultos del
mañana, del futuro. Etapa de sus vidas en la que se produce, también, una

77
cierta disociación entre sus formas de vida y de existencia, -muy
vinculadas a la familia de origen- y su mundo proyectivo, sus afanes están
más centrados en la construcción de su mundo personal más adulto. Etapa
en la que los jóvenes reconocen que lo que tienen es de sus padres, no es
suyo, y en la que aspiran a construir un futuro suyo y no heredado. Fase en la
que, por tanto, podríamos decir que viven dos temporalidades; la de sus
familias de origen y la de sus proyectos. Tiempo de la familia de origen que
sería más el tiempo real que el deseado y tiempo de proyectos que se
vivencia más como tiempo del deseo, de la inversión para el futuro que
como tiempo de realización, de expansión y de disfrute presente.

* La calidad-nivel de vida como condensación de la vida saludable

En este contexto, unos y otras consideran que la vida saludable, la calidad


de vida, el bienestar y la salud son aspectos a ser alcanzados en el futuro,
en el tiempo por venir, anclándolo de forma implícita en la conciencia de
estar en procesos de formación para construir su futuro personal. De hecho,
los jóvenes de estas edades resaltan que su actual calidad de vida, que sus
actuales niveles de bienestar son situaciones prestadas, heredadas,
debidas a sus familias de origen pero que no son las suyas propias. Que
estas últimas son situaciones a alcanzar en el futuro tras el esfuerzo
presente.

"- ahora no tienes mucha calidad de vida, pero


uno se esfuerza por llegar a tenerlas en un
mañana

- claro no te puedes poner como ejemplo de


bienestar, pero nadie que esté estudiando y
trabajando puede decir a esta edad que lo que
está viviendo es el modelo de como quiere
vivir el resto de su vida

- por supuesto que no, por eso decía yo que


ahora no, te piensas el bienestar para más
adelante". (Mixto 23-24 años. C. M. M. Alta)

En este marco y de forma coherente con el actual momento social y cultural y


con la escala de valores que de éste se desprende, en el conjunto de
nociones trabajadas en los grupos es el concepto de calidad de vida, muy
íntimamente asociado al de nivel de vida, el que predomina en estas
edades. Para los jóvenes de 20-25 años, el futuro, ante todo, no es
desarrollar una vida saludable, no es alcanzar unos ciertos niveles de
bienestar y de equilibrio personal sino que, ante todo, el porvenir es
conseguir acceder a unos mínimos umbrales de nivel-calidad de vida. El

78
bienestar más que la salud, la felicidad, etc., se condensa en alcanzar estos
umbrales mínimos de calidad de vida que pasan por el trabajo, por una
vivienda, por la posesión de unos mínimos equipamientos del hogar, etc.
Objetivos que, en el actual entorno de precarización laboral, aparecen como
muy lejanos y difíciles de alcanzar20.

Desde este punto de vista, el énfasis más destacado está puesto en la


importancia de aprovechar las fuerzas de juventud que tienen para poder
crear una vida futura apacible, en la cual puedan garantizar la satisfacción
de este tipo de necesidades, para ellos y sus grupos de pertenencia. La
calidad de vida, el bienestar, etc., se alcanzarán desde el equilibrio y, sobre
todo, del esfuerzo de hoy.

En el seno de este discurso dominante, unos y otros situarán la importancia


de las cuestiones de salud y de ciertos autocuidados pero, sobre todo,
harán hincapié en las cuestiones del dinero. Así, ellas incidirán en los
aspectos del autocuidado, ellos, por su parte, lo harán en las prácticas
saludables. Pero unos y otros coincidirán en que el factor crucial para
alcanzar una vida saludable es de orden económico. El dinero, es el factor
articulador de los planes (o fantasías) de futuro que persiguen:

"- pues yo creo que es parte de las dos cosas,


por un lado estás en una trayectoria buena, de
controlar los excesos y además procurarte un
buen futuro económico, que es lo mejor para
una vida saludable

- eso por supuesto porque no es que vayas a


comprar la salud, pero te ayudará a tener los
medios para mejor controlarla

- en eso creo que estamos de acuerdo todos


¿no?" (Mixto 23-24 años. C. M. M. Alta)

* Los hábitos saludables.

Las mismas nociones sobre los hábitos saludables se inscriben en este


marco más general de lo que hay que hacer para asegurarse el futuro, para
acceder al mismo en las mejores condiciones de competitividad. Así, si

20
En una reciente investigación dirigida por J. A. Fernández Cordón y publicada en
El Pais del 28 de Abril de 1997, se afirmaba que un 60% de las personas que trabajan y
tienen edades comprendidas entre 25 y 30 años, seguían viviendo en 1997 en el hogar
familiar. Entre las razones de esta larga permanencia se situaba de forma destacada la
precariedad laboral.

79
bien a estas edades tienen incorporados los aspectos estéticos de la
imagen personal, en tanto son expresivos de su bienestar y de su
integración a las normas sociales dominantes, la clave no es la norma
estética en relación a los otros desde el punto de vista de la seducción, de
la relación con el otro sexo, sino la imagen personal como medio de
entrada, de acceso al propio mercado de trabajo.

"- te cuidas porque sabes que tienes que estar


presentable, que si vas a buscar trabajo no
puedes ir borracho ni con barba de cinco días
porque te darás de narices, pero por eso me
parece que la imagen y la salud están muy
juntas y que eso es de sentido común, al
menos en esta cultura". (H. 21-25 años. C. M.
M. Baja)

En este sentido, los cuidados que desarrollan los jóvenes se practican más
por lo que tienen de posible incidencia en este marco que por lo que
suponen de efectos sobre la salud. Desde esta perspectiva, los grupos de
jóvenes vienen a reforzar las conclusiones obtenidas en la investigación
sobre la salud entre los activos adultos de la Comunidad de Madrid, en el
sentido de que la precariedad laboral y el paro estructural han modificado la
jerarquía de valores y de objetivos de amplios sectores y colectivos sociales
afectados por esta situación. "Antes", en situaciones de más trabajo, los
objetivos centrales pasaban a cuestiones de salud, de bienestar, de
emancipación personal, etc., "ahora", cuando el trabajo se ha transformado
en un "bien" muy escaso, el conseguir el trabajo, el acceder a un puesto de
trabajo se convierte en objetivo prioritario que jerarquiza el resto de
comportamientos y hábitos juveniles, los posibles autocuidados y hábitos
saludables entre ellos. Todo, casi todo, se supedita al "rendimiento".

"- claro que si te acuestas a las 6 de la mañana


todos los días te tomas 30 cañas, 10 cubatas,
te pones hasta arriba de droga todas las
noches, comes mal y duermes poco, pues
poco podrás rendir, pero no ya en el futuro
que sería lo de menos, no puedes ni una
semana

- yo salí un par de fines de semana de ruta de


bacalao, el verano pasado, ¿recordáis? y creí
que me caía, vamos con fiebre y toda la leche"
(Mixto. 23-24 años. C. M. M. Alta)

Lo que más domina en los 20-25 años, por tanto, no es la grupalidad o el


enfrentamiento con los modelos adultos, como en edades anteriores, sino la

80
conciencia de que el futuro les exige una vida más controlada para poder
llegar a adquirir los medios necesarios para una vida con calidad, como
ellos mismos dicen:

"- si para mañana no te pones a comprar letras


del tesoro

- eso no, pero te cuidas un poco más

- yo creo que en general la juventud de ahora


se cuida mucho

- si, porque sabes que si quieres una vida de


calidad, no puedes llegar hecho polvo, porque
tienes que controlarte hoy". (H. 21-25 años. C.
M. M. Baja)

* Las nociones biomédicas sobre la salud

El saberse parte del segmento joven, predispone a una actitud muy similar a
las expresadas por los grupos más jóvenes: la salud conceptual y
racionalmente no es una preocupación de la juventud. Este período de sus
vidas, les permite incluso, la práctica de hábitos insalubres ya que se saben
con la energía suficiente como para contrastar cualquier hábito disfuncional
con el ideario de salud. Al igual que los más jóvenes, saben que las
contradicciones en estos años, si se dan, serán de forma antagónica entre
la vida y la muerte, más que entre el bienestar y el malestar.

"- puedes estar hecho polvo, como no, pero


entonces será muy difícil que lo cuentes, a esta
edad si no puedes aguantar el emborracharte o
pasarte un poco de tabaco, es que lo tuyo es
muy malo,

- te pueden dar un navajazo y ponerte para el


otro lado,... pero eso es otro cantar

- es más frecuente que a un chaval joven se lo


carguen de un navajazo que de una
enfermedad

- o que se mate en la moto

- de acuerdo, o que se mate en la moto

- pero estás con lo que yo digo, que si te pasa

81
algo a esta edad estás para no contarlo, salvo
que tengas, no sé, un catarro, una gripe, pero
yo no conozco gente como nosotras que esté
enferma y si conozco muchos que hacen una
mala vida, o de malos hábitos". (H. 21-25 años.
C. M. M. Baja)

1.2.6.1.- LOS MAYORES DE 20 AÑOS Y EL CONSUMO DEL


ALCOHOL Y DE TABACO

En base a las preocupaciones centrales de estas edades, parecería que se


tiende a un mayor control del consumo de alcohol en la medida, como
expresan algunos de los textos anteriores, en que dicho consumo es dónde
más se puede expresar el desarreglo más propio de estas edades.
Tendencia discursiva que tiene otro tipo de constatación empírica en las
distintas encuestas que muestran un consumo de alcohol más moderado en
estos cohortes de edad que en las generaciones anteriores.

Los jóvenes de 20-25 años están en unas edades en las que son
conscientes de la importancia de los modelos culturales, de las propias
presiones grupales pero, al mismo tiempo, deben construir su individualidad
(más para el futuro que para el presente) de modo que esta conciencia les
lleva a una cierta promoción de los autocuidados. Autocuidado que se
expresa, ante todo, a través de formas de control de los excesos y de los
desórdenes más típicos de las edades más jóvenes, como puede ser el
consumo excesivo del alcohol.

1.3.- LAS EDADES Y LOS INDICADORES SOCIOCULTURALES


SOBRE LA SALUD

A lo largo de las distintas edades de los grupos realizados hemos ido


viendo, pues, cómo los discursos, las nociones y las representaciones
sociales sobre la salud van evolucionando desde unas nociones claramente
insertas en el discurso familiarista y maternizado, próximo a las nociones
más holísticas de la salud -tal como desarrollamos en el monográfico "Salud
y Mujer"-, hasta las nociones más órgano-médicas, más biomédicas e
institucionales, en las que el dinero opera como equivalente general.
Evolución de las nociones y representaciones sociales sobre la salud que
hemos tratado de esquematizar y representar en el cuadro siguiente.

82
De esta forma, podemos observar cómo entre los jóvenes, al igual que
ocurre entre las mujeres madrileñas, se expresan unas nociones y
representaciones sociales sobre la salud claramente enmarcadas entre dos
nociones polares que actúan como "atractores" y "definidores" de sendas
concepciones de la salud, tal como desarrollamos en el citado monográfico
sobre las mujeres y la salud. Esquema polar que hemos reproducido a
continuación (1996:82).

POLOS DE LAS NOCIONES Y R. SOCIALES SOBRE LA SALUD DE


LAS MUJERES Y LOS JÓVENES MADRILEÑOS

* Campo de la naturaleza * Campo tecnológico-institucional

- La Salud como existencia - Salud como palabra/posesión, no-


enfermedad

- La Salud como algo cercano a un - Salud como resultado de un conjunto


Estado de la naturaleza de mediaciones tecnológicas

- Más cercano de la Imago Materna - Más cercano de la Imago Paterna

- Más cercano de lo fusional, de lo - Más cercano de lo individual, de lo


comunitario, de lo grupal societario

Nociones polares que enmarcan el conjunto de nociones sobre la salud de


los jóvenes, tal como desarrollamos en las páginas anteriores, y nociones
que, asimismo, nos posibilitan relacionar más estrechamente los discursos
producidos por los jóvenes con los producidos por las mujeres, en el sentido
de poner de manifiesto los matices y las dimensiones comunes que los
producen y sustentan.

En efecto, en el informe monográfico sobre las mujeres madrileñas


habíamos formalizado topológicamente los discursos producidos por los
grupos de mujeres de modo que ciertos matices y dimensiones
subyacentes a los mismos podían ser representados en un Mapa construido
y definido a partir de dos ejes esenciales: los ejes "colectivo-individual" y
"social-institucional". Ejes que ayudaban a enmarcar las nociones de la
salud de las mujeres pero que también, como hemos visto en páginas
anteriores, ayudan a enmarcar las nociones de la salud de los jóvenes.

De este modo, y en la línea de los objetivos del programa de investigación


del SISS, creemos que los resultados de la actual investigación entre los
adolescentes y jóvenes refuerzan, amplían y enriquecen las conclusiones y

83
los Mapas construidos a partir de los distintos espacios e indicadores sobre
la Salud, tal como definimos en páginas anteriores y estamos
reproduciendo y ampliando en estas líneas. Espacios de la Salud, nociones
y concepciones sobre la misma, Mapas que las formalizan y, que habiendo
sido creados y desarrollados para el caso de las mujeres pueden ser,
asimismo, utilizados para la formalización topológica de las nociones de la
salud de los más jóvenes, tal como hemos tratado de realizar a
continuación.

84
Nueva formalización topológica, nuevo mapa que nos permite observar,
junto al desarrollado anteriormente "Las edades y la Salud", cómo el
proceso de socialización y maduración juvenil, desde las edades más
jóvenes e inscritas en el espacio familiar a las edades más maduras y
prácticamente adultas, pasa por toda una serie de fases en las que cabe
situar unas nociones específicas y diferenciales sobre la salud desde las
actitudes más higienistas de las más jóvenes a la equivalencia dinero-
salud de los más adultos. Fases de evolución que son homólogos a las
concepciones desarrolladas por las mujeres tal como tratamos de explicitar
en el cuadro siguiente.

85
1.4.- EL STATUS SOCIAL

Tras el género y las edades, la clase o status social diferencial de las


respectivas familias de origen, marca la tercera gran dimensión generadora
de tendencias discursivas discursivas entre unos y otros grupos. Al igual que
ha ocurrido en otros biosocioestratos, y expresado siempre en términos
tendenciales, asociado a los diferentes status sociales se expresan distintas
concepciones y representaciones sociales sobre la salud, se hacen
hincapié, se resaltan distintos aspectos y dimensiones de las
representaciones más generales y compartidas en función de sus
edades/géneros.

En las edades más jóvenes, dentro de las que hemos trabajado, se aprecia
una tendencia común hacia la adhesión por los gustos modales dominantes,
mientras que las diferencias por status proceden de la forma de asunción y
de incorporación de dichas pautas. Así, para los jóvenes de estas edades
pertenecientes al segmento social de clase media baja, la Salud está
relacionada con la existencia de modelos que representan una forma de
integración cultural a través de figuras que canalizan la búsqueda de la
idealidad afectiva que sus respectivas realidades personales y, sobre todo,
sociales no representan. Por su parte, las mujeres jóvenes de segmentos
medios altos presentan una importante diferencia con los segmentos
sociales anteriores en el sentido de una mayor asunción directa de los
citados modelos de integración. Situación que se expresa a través de la
inhibición discursiva (una cierta y elegante timidez) y la representación de un
saber estar, muy cercano al deber ser que como discurso de clase
caracteriza la modélica del género femenino para estas edades jóvenes.

En el caso de los segmentos medios de estas edades, los 16-18 años


aproximadamente, se aprecian diferentes actitudes que van a ratificar la
hegemonía discursiva y actitudinal de los segmentos medios altos a través
de la fuerte capacidad de modelización que representan los sectores
sociales de status medio alto y alto. Fuerte capacidad de conformación de
modelos de estos sectores sociales de mayor status que, desde esta
perspectiva de la Salud, viene de nuevo a confirmar y a ratificar cómo la
España de los 90 no tiene ya en las clases medias su centro simbólico
esencial sino que, por el contrario, son estos sectores de más status
quiénes constituyen los nuevos modelos de referencia sociales en los
amplios grupos de clases medias. Así, mientras que en las adolescentes de
las llamadas amplias clases medias españolas va a dominar la tendencia
a la diferenciación de todo lo que perciben institucionalizado o consagrado
como normalidad, en el status social más alto van a expresar, dentro de la
misma línea de los grupos de edad más adultos, posiciones de
autocontrol y equilibrio que son extrañas a estas mismas edades en
general, pero más extrañas aún en los segmentos sociales peor situados

86
desde el punto de vista social y económico. En este contexto, estos
sectores sociales de mayor status van a ser los más claros defensores de la
importancia de las dietas y del equilibrio físico como forma de autocontrol
y de lograr una buena aceptación social, aunque dicha aceptación comience
por la autosatisfacción personal: "te gustas a ti misma eso es lo más
importante, pero cuando te gustas, cuando te sientes bien, cuando te ves
bien...". Autocontrol corporal a través de las dietas que podrá alcanzar, en
algún caso, formas patológicas con el desarrollo de patrones de conducta
anoréxicos, tal como desarrollaremos en la última parte del texto.

Será en el segmento de 16 y 17 años, donde las diferencias son más


notables y evidentes. Las jóvenes de estas edades y que pertenecen a los
segmentos medios bajos de nuestros grupos exhiben una fuerte
contradicción entre el grupalismo (o más exactamente la normatividad del
grupo de referencia) y la realidad de su individualización. En efecto, las
jóvenes de estas edades si bien no llegan a personalizarse en lo que se
refiere al autocuidado y a la salud, lo cierto es que entre individualidad y
grupo existe una fuerte tensión que no se resuelve, aunque probablemente
domine la fuerza de lo grupal como modelo de referencia y la fuerza de los
experiencial en tanto género, clase social y conflicto de edades.

En los sectores medios altos el mismo debate parece tender a resolverse


en la línea de una mayor personalización, en una peculiarización de los
gustos, los intereses y la confluencia entre éstos y las nociones de salud
más normalizadas y normalizadoras, aunque éstos sean también
expresiones de una moral de grupo compartida y legitimada. Dicho en otros
términos, la posibilidad de acceder a formas de autocuidado personales
dentro de estas edades y este segmento social, es una actitud grupal en la
medida en que, como tal grupo social, todas participan y legitiman este
derecho a "ser diferentes" al mismo tiempo que se reconocen como
miembros del segmento social que constituye el patrón de referencia, el
modelo de referencia del resto de sectores sociales de clases medias
amplias.

Otra característica, asimismo, de este segmento medio alto, es el hecho de


que su aproximación a la Salud se inscribe muy claramente en el marco de
unos patrones referenciales muy definidos e identificados como "normas de
consumo", como relaciones con la Salud desde el punto de vista de la
"Salud" como un consumo más. Valoración de la "salud como consumo"
que conlleva, como en cualquier otro producto de consumo, la exhibición de
aquello que se consume.

Pero sin ninguna duda, las diferencias de status social más importantes se
aprecian en los grupos de edad cercanos a los 20 años. Así, en los grupos
de status social medio bajo la vinculación y las representaciones sobre la
Salud están muy mediadas por la sensación de precariedad vital en la que

87
se encuentran como sector social y, en este contexto, su temor a verse
también excluidos de los cuidados y el acceso a la Salud, al propio Sistema
Sanitario. En este marco, los jóvenes de estos grupos sociales se debaten
entre el intentar acercarse a los modelos estéticos y normativos, en general,
procedentes de otros grupos sociales de mayor status y los consumos más
inmediatos que, en otro lugar, hemos denominado "amnésicos" (Conde y
Alonso 1996) más vinculados a la satisfacción más inmediata de sus
deseos.

En los segmentos de status medio, por su parte, se aprecia una relación con
la Salud que se expresará en una posición relativamente crítica ante los
consumos y normas procedentes de los sectores de mayor status y una
mayor dedicación a la búsqueda de diferenciaciones con los sectores de
status más bajos. Posición intermedia expresada muchas veces en
términos crítico-racionales que busca diferenciarse de ambos sectores
sociales (de los de "arriba" y de los de "abajo") y que se evidencia en la
búsqueda de aquello que es "realmente bueno para una..." más allá de las
presiones modales más pasajeras. Posición que les acerca a una
representación sobre la salud muy cercana a las nociones basadas en las
dimensiones de "equilibrio personal".

Y finalmente en los segmentos de mayor status, desde el punto de vista


social (económico, cultural, etc.), se aprecia una mayor adscripción grupal a
las ofertas culturales, a los consumos culturales que aportan diferenciación y
permiten una distinción joven dentro de sus mismos sectores de edad en lo
relativo más al autocuidado corporal y estético que a la Salud en sí.

En cualquier caso, parece evidente que las diferencias de clases en


relación con la Salud y el autocuidado no pueden separarse el eje de las
edades, ya que los tránsitos por diferentes momentos vitales actuará como
una variable central en la articulación de los cuidados, los intereses y las
preferencias. De esta forma, mientras los segmentos más jóvenes están
más vinculados a la salud modal más radical y más comercial (los extremos
de moda) que incluye desde los desórdenes más evidentes a las
represiones más radicales, los sectores de más edad (dentro de los
segmentos en los que hemos trabajado) aparecen muy abiertos a todo tipo
de autocuidado que garantice la posibilidad de integración y aceptación del
cuerpo y, por lo tanto, de la persona en el "sistema" más adulto.

88
2.- LAS REPRESENTACIONES ADOLESCENTES Y JUVENILES
SOBRE LAS PATOLOGÍAS MÁS SIGNIFICATIVAS DE SUS
EDADES

89
Una de las líneas de trabajo y de resultados más interesantes del programa
de Indicadores Socioculturales es, desde nuestro punto de vista, la
evidencia de que para cada biosocioestrato investigado existen no sólo
unas ciertas concepciones y representaciones sociales específicas sobre la
salud más allá de su definición médica (aspecto sobre el que estamos
haciendo mucho hincapié en estos textos ya que es el objetivo principal de
estas investigaciones), sino que también en el estricto campo de las
enfermedades y de los patrones de conducta que pueden llegar a
transformarse en enfermedades, llegado el caso, cada biosocioestrato
además de manejar los criterios médicos sobre las mismas, genera un
conjunto de concepciones y de criterios clasificatorios específicos propios.
Más aún, cada biosocioestrato, en función de sus características
idiosincrásicas, presenta lo que podríamos denominar una situación
patogénica específica en cuyo seno pueden generarse toda una serie de
conductas y de comportamientos que, en un momento dado, pueden
transformarse en unas enfermedades específicas.

Por ejemplo, en el texto Salud y Mujer (1996:45-55) abordábamos la


depresión y el stress como procesos, como patologías asociadas a las
modalidades socialmente construidas acerca del cómo abordar y resolver la
articulación de los roles de la mujer en el mundo de hoy. Roles que
tendencialmente se ubicaban en el marco de la polaridad definida por el rol
más clásico del A. de Casa y el más contemporáneo de la mujer que
también trabaja fuera del hogar, tal como esquemáticamente describíamos
en el siguiente gráfico.

90
Gráfico que nos permite visualizar cómo mientras el "símbolo" vincula, une,
articula procesos diferenciados, separados, como nos recuerda A. Ortí
(1994), las patologías simbólicas y más significativas de cada
biosocioestrato vendrían a sintomatizar, a significar los lugares de quiebra,
de falla, de conflicto, de desajuste en las formas de vida y en los procesos
de articulación que en los más diversos niveles se producen y se requieren
para construir, de forma más o menos equilibrada, las identidades
personales y colectivas en cada uno de los citados biosocioestratos. O lo
que es lo mismo, allá donde existe un lugar de articulación entre espacios
socio-simbólicos diferenciales puede haber una tensión, un conflicto y, como
consecuencia, en torno a dicho lugar-conflicto puede aparecer un patrón de
conducta, una patología y, en su caso, una enfermedad simbólicamente
significativa para evidenciar, para hacer síntoma del citado conflicto, del
posible desajuste entre unos y otros espacios sociosimbólicos de referencia
del sujeto. Por ejemplo, así como el beber moderadamente con los amigos
es una conducta habitual en nuestros códigos de socialización, y la
preocupación por nuestra propia imagen ante los demás una preocupación
lógica en nuestra cultura, así también la drogadicción, el alcoholismo, la
anorexia, la bulimia, el juego compulsivo, etc., pueden ser otros tantos
comportamientos adictivos que revelan un conflicto o una tensión en la
asunción personal de los citados códigos de socialización y de moda.

Cabe pensar, pues, que asociado a las formas de vida y a los procesos
específicos de construcción social de la identidad de cada biosocioestrato,
van asociadas tanto formas propias y particulares de construir unos
sistemas de representaciones sociales sobre la salud y la enfermedad,
como un conjunto de situaciones patogénicas particulares que pueden
conllevar el desarrollo de ciertas pautas de conducta de "riesgo", podríamos
decir, que, a su vez, pueden derivar en formas patológicas simbólicamente
representativas de las citadas formas de vida y de identidad particulares. Es
decir, en cada biosocioestrato no sólo se producirían representaciones
sociales específicas del mismo sino que también existirían un conjunto de
patrones de conducta e, incluso, de enfermedades significativas de
cada biosocioestrato. Papel revelador y des-velador de uno u otro patrón de
conducta, de una u otra enfermedad en relación a uno u otro biosocioestrato
en cada momento histórico y social concreto que vendría dado por el hecho
de que en las citadas situaciones, más que en otras, se condensarían de
forma más clara y nítida, los posibles problemas derivados del difícil y
conflictivo proceso de construcción de la identidad personal y del
encabalgamiento de dicho proceso con el más amplio y complejo campo de
las formas de vida y de relaciones del sujeto con su medio.

Pues bien, en el caso de los adolescentes y de los jóvenes, las


investigaciones realizadas también permiten observar tanto la preocupación
particular por unas enfermedades dadas como la existencia de un conjunto
de situaciones y procesos específicos de estas edades que parecen

91
propiciar la promoción de ciertas conductas que, en ciertos casos, pueden
estar en la base del desarrollo de ciertas formas de conducta patológicas e,
incluso, de enfermedades propiamente dichas.

En efecto, en estrecha relación con los procesos de socialización propios


de la adolescencia, es decir, del alejamiento del hogar familiar, de la
afirmación de la personalidad de cada adolescente y joven, de la
construcción de los grupos de amigos y de las relaciones entre ambos
sexos, de la incorporación a los patrones de vida más adulta, etc., es decir,
del conjunto de procesos que median en la construcción de la identidad
personal y adulta de cada sujeto a partir de la identidad adolescente,
pueden producirse desajustes, fallas, fracturas que se convierten en la base
del desarrollo de ciertas patologías asociadas a las tensiones derivadas, y
mal resueltas, de dichos procesos de socialización y transformación. En el
caso que nos ocupa, y utilizando como material de base los textos
producidos por los grupos de la investigación "Salud y Niños" de 1996 y
"Salud y Jóvenes" de 199421, cabría situar como patrones de conducta,
simbólicamente significativos específicos de las formas actuales de
socialización juvenil, aquellos relativos a los consumos de alcohol, tabaco y
alguna que otra "sustancia" por un lado, y los relativos a las pautas y
conflictos alimentarios vinculados a los actuales modelos socioculturales de
construcción del cuerpo por otro. Es decir, aquellas situaciones,
modalidades de conducta y pautas culturales asociadas a la construcción
de la identidad "personal/corporal", por un lado, y a la identidad
"personal/relacional", por otro.

Conjunto de patrones de socialización juvenil que, en determinadas


circunstancias, pueden degenerar en el desarrollo de ciertas patologías
como puedan ser:

- La anorexia.
- La bulimia.
- La drogodependencia asociada al consumo de ciertos productos:
alcohol, tabaco, drogas químicas, etc.
- El sida.

Desde el punto de vista de las ciencias médicas es evidente que cada una
de las anteriores situaciones y enfermedades presenta un conjunto de
rasgos y características bien distintas. Asimismo, es cierto que cada una de
las citadas situaciones cuando alcanzan el grado de "enfermedad" siguen
procesos de desarrollo clínicamente bien diferenciados. Ahora bien, siendo
es cierto y sin entrar, en ningún momento, a valorar las características y
desarrollos órgano-médicos de cada una de las posibles enfermedades
21
Este último capítulo del presente texto ha sido elaborado poco antes de la actual
publicación. Por tanto, en su redacción se han tenido en cuenta los resultados- aún no
publicados- de la investigación sobre las "representaciones infantiles" sobre la salud.

92
citadas, lo que no sólo no corresponde a los objetivos de este programa de
investigaciones sino que requiere de otra aproximación metodológica y
profesional, cabría situar que desde el punto de vista de las vivencias y
representaciones adolescentes sobre dichos procesos, existen un conjunto
de concomitancias, de proximidades, de similitudes, en lo que se refiere a
las representaciones adolescentes y juveniles sobre los posibles
mecanismos desencadenantes de dichas patologías. Conjunto de
representaciones particulares de estas enfermedades que hacen de ellas
las situaciones sintomática y simbólicamente, más significativas de estas
edades adolescentes y juveniles, como iremos viendo a lo largo de este
capítulo.

En cualquier caso, conviene subrayar que la importancia de dichas


patologías, en su sentido más estricto, no se debe a su amplia presencia
numérica en los jóvenes -los porcentajes de anorexia22, de alcoholismo y de
drogodependencias en general son estadísticamente muy bajos- sino al
hecho de que en las mismas y en los comportamientos asociados se
condensan una gran parte de las conflictos culturales, generacionales,
sociales, etc., que atraviesan a los adolescentes en el actual momento
histórico. De hecho, los estudios epidemiológicos y las encuestas existentes
lo que muestran es más la presencia de comportamientos, pautas y
patrones de conducta que desde un análisis "exterior" pueden
relacionarse con las citadas enfermedades, que la presencia de las citadas
patologías como tales. Es decir, en adolescentes y jóvenes lo que puede
observarse es más un exceso en la ingesta del alcohol, una preocupación
que cabe tachar de exagerada por el peso y la obesidad, etc., que
alcoholismo o anorexia en sentido estricto. Situaciones que no conviene
confundir para no caer en los peligros de identificar a los jóvenes como
"drogadictos", "alcohólicos", "anoréxicos", etc., cuando lo único que hacen
es expresar una conducta relativamente generalizada en su edad. En este
contexto, la caracterización de un joven como afectado por cualquiera de
estas patologías sólo puede realizarse por los profesionales
correspondientes y tras un estudio detallado de cada caso.

En este contexto, lo que se pretende poner de manifiesto es precisamente


cómo unas conductas de socialización propias y "naturales"23 de la
adolescencia y de la juventud de hoy en día, como el beber con los amigos,
la preocupación por el peso y la imagen personal, pueden llegar a
transformarse, en ciertos casos y situaciones, en conductas que pueden ser
caracterizadas como patológicas. Y cómo es precisamente el hecho de que
sean patrones de conducta propios de las formas dominantes y mayoritarias
22
Morandé y Casas (1997), en base a sus investigaciones realizadas en Madrid
entre chico/as de 15 a 19 años sitúan los porcentajes de transtornos alimentarios en un
4,75% en el caso de las chicas y en un 0,85% en el de los chicos.
23
"Naturales" desde la perspectiva que constituyen la pauta de socialización juvenil
históricamente dominante en la actualidad.

93
de socialización juvenil en nuestra época lo que dota a estos
comportamientos, y a las posibles enfermedades asociadas, del estatuto
simbólico de enfermedades significativas de este biosocioestrato.

2.1.- LAS ENFERMEDADES SIGNIFICATIVAS Y LOS PROCESOS DE


CONSTRUCCIÓN DE LAS IDENTIDADES JUVENILES

Si analizamos el conjunto de situaciones y comportamientos, anteriormente


citados, desde el estricto punto de vista de la ubicación de los mismos en
relación a los diferentes espacios de socialización de adolescentes y
jóvenes, observaremos cómo las citadas patologías señalan
sintomáticamente un conjunto de posibles y diversas tensiones y fracturas
precisamente en los espacios de socialización más fundamentales de los
jóvenes, y más específicamente en los lugares de mediación y de
articulación entre las distintas instancias y procesos que ayudan a gestar la
identidad de los adolescentes y jóvenes, en el Madrid de la segunda mitad
de los 90.

Para observar este hecho, trataremos de dilucidar y separar en el plano del


análisis algunas de las diferentes y más importantes dimensiones existentes
en la construcción de la identidad adolescente. Dimensiones que en la vida
real de los jóvenes están íntimamente unidas y entremezcladas en el propio
"núcleo de cada individuo", como diría Erikson (1980:19), pero que de
cara a los objetivos de nuestro análisis conviene presentar y analizar de
forma desagregada. Así, el plano de las relaciones familiares, de las
relaciones de amistad, de las relaciones sociales que mantiene cualquier
joven en la práctica de sus vidas se encabalgan para acabar constituyendo
una personalidad propia y específica de cada joven pero, a nuestros
efectos, podemos tratar de representar cada uno de dichos campos o
espacios de relaciones de los jóvenes en función de su mayor/menor
cercanía o proximidad con cada joven como tal sujeto individual. De esta
forma, podríamos tratar de representar dichos espacios a lo largo de un eje
imaginario, desde la cercanía de la familia a la distancia de la sociedad,
pasando por los espacios intermedios de las relaciones de amigos y
conocidos. Así, con la construcción de este eje, podríamos observar clara y
gráficamente cómo en cada uno de estas espacios existe una articulación,
un embrague específico en las relaciones del sujeto con su entorno
relacional, familia, amigos y sociedad en su conjunto, y cómo, si esta
articulación no opera bien, falla, se fractura, se rompe el equilibrio dinámico
que debe presidir su funcionamiento se produce un conflicto, que podríamos
llamar "relacional" en cada joven y en la relación de éste con su entorno,
que, a su vez y en el peor de los casos, puede transformarse en una de las
citadas patologías.

94
ESPACIOS DIFERENCIALES DE LA CONSTRUCCIÓN DE LA
IDENTIDAD

(EJE DE DISTANCIAS SIMBÓLICAS)

Espacio de definición Espacio de definición Espacio de definición


de la identidad personal/ de la identidad grupal/ de la identidad
Familiar (“Yo”) horizontal (“nosotros”) colectiva
“normalizada” de un
grupo social concreto
(“nosotros”)

A lo largo del citado eje imaginario, eje de distancias socio-simbólicas con


respecto al sujeto, y en función de los textos producidos por los diferentes
grupos de adolescentes y de jóvenes realizados, podemos tratar de ubicar
las anteriores situaciones de forma que nos permitan observar, según
decíamos anteriormente, cómo cada uno de los patrones de conducta
juveniles vendría a señalar, a ubicarse en un espacio simbólico
diferenciado a lo largo de dicho eje, tal como tratamos de representar a
continuación.

UBICACIÓN TENDENCIAL DE LOS “OBJETOS” DE CONDENSACIÓN


DE LAS CONDUCTAS ADOLESCENTES

(EJE DE DISTANCIAS SIMBÓLICAS)

Alimentos Alcohol/Tabaco Jeringa/Heroína

95
Dado además que cada uno de los citados patrones de conducta se
condensan en una forma particular de consumo, de ingesta, o de adicción
con respecto a un producto-objeto diferenciado, hemos representado en
dicho eje los productos, los "objetos" más significativos y representativos de
estos comportamientos. Así, desde el punto de vista de la distancia socio-
simbólica en la que dichos fenómenos son ubicados, los siguientes textos
de un grupo de chicas de 15-16 años son claramente significativos del
gradiente espacial y simbólico en el que las representaciones sociales
adolescentes y juveniles ubican a las diferentes circunstancias que se
consideran unidas a estas patologías y de forma muy especial los
"objetos"-productos en los que se condensan de forma prioritaria los
citados procesos.

La jeringa aparece como la situación más lejana, la frontera que señala el


principio de una tierra, de un territorio ajeno a la sociedad "normalizada", de
un espacio social marcado por la marginalidad, por la exclusión social, por
una especie de situación de "enganche", de no retorno a la vida social
media24. Ubicación de la "jeringa" que los grupos de adolescentes más
"medios" sitúan en posiciones relativamente lejanas a su entorno cotidiano.

"¿QUE IMAGEN OS DA LO DE PINCHARSE?

- Muy mala.

- Si.

- Es muy,.. no se... yo es que lo veo muy lejos y


muy..." (Chicas de 15-16 años)

Los consumos de otro tipo de drogas más "normalizadas" como el


"alcohol" o las mismas "anfetas", drogas "químicas" y otras "hierbas" se
perciben algo más cercanas e incorporadas a la dimensión de la
"normalidad"25 de los amigos, de los próximos, de los mismos ritos de
iniciación y socialización adolescente.

24
Para profundizar en la imagen y en el espacio social se percibe asociado a la
"jeringa", desde la población general, puede leerse "No Piques. El Sida te engancha por la
droga" editado por el M. de Sanidad y Consumo en 1989.
25
Con esta caracterización de "normalidad" estamos tratando de resaltar la
aproximación y la representación de los jóvenes al respecto de este tipo de consumos. Ello
no conlleva una valoración de sus "efectos" ni de sus "valoraciones" morales y/o "legales".

96
"- Si, yo tengo un grupo de gente, bueno no voy
con ellos, suelen ir los hermanos, ellos van yo
no, y esos si que fuman porros y también han
pasado de eso a los tripis y lo ven muy
normal. O sea, me hablan de ello, pero
vamos...

- Normal..." (Chicas de 15-16 años)

"- Hombre, ahora yo creo que en cualquier


discoteca...

- En cualquier sitio.

- ... en todas partes

- Vas por la calle y como si te conocieran, pides


un papel no sé que, como me das la hora..." (M.
Jóvenes 16-18 años)

Por último, en los más cercano, en lo más próximo y caracterizado en


bastantes ocasiones como "bueno" en términos morales -dada su cercanía
al discurso normativo de las instituciones sanitarias y por más que
signifiquen conductas ajenas a los patrones de conducta tradicionales en los
jóvenes- se sitúan las actitudes abstemias, las actitudes "puritanas" (Comas
1994) del no consumo de alcohol y de tabaco que algunos autores (Gordon.,
Balasc.) definen como actitudes asociadas a los patrones de conducta
anoréxicos y/o bulímicos y a los conflictos alimentarios asociados a dichas
situaciones.

"- Ahora yo con la gente que nos vemos en el


instituto son superbuenos. O sea estos chicos
no beben, no fuman o sea nada...” (Chicas de
15-16 años)

Ahora bien, como apuntábamos antes, a tenor del conjunto de reuniones de


grupo celebradas en este programa y de acuerdo, también, con muchas
otras investigaciones publicadas en esta colección de Documentos
Técnicos, creemos que es plausible pensar que en torno a cada uno de las
citados procesos puede desarrollarse un conflicto 26. que transforme lo que
26
Los procesos genéticos y causales de cualesquiera de estas situaciones son
siempre plurales y complejos y requieren de un análisis personalizado. Lo que aquí

97
es una conducta "normal" en una conducta "patológica" y promueva el
desarrollo de una cierta enfermedad. Explicitación de la patología que
vendría precisamente a condensar, a señalar el citado conflicto o desajuste
en alguno/s de los espacios de socialización de los jóvenes, tal como
tratamos de representar a continuación.

UBICACIÓN TENDENCIAL DE LAS PATOLOGÍAS SIMBÓLICAS EN


RELACIÓN A LOS ESPACIOS DE DEFINICIÓN DE LAS IDENTIDADES

(CERCANÍA) (DISTANCIA)

(SUJETO)

estamos tratando de resaltar es el espacio simbólico en el que se suelen expresar de


forma preferente cada una de las citadas situaciones.

98
Patrones de conducta Patrones de conducta Factores de
riesgo
Próximo a la anorexia próximos a las asociados a la
y a la bulimia drogodependencias: transmisión de enf.
alcoholismo, de transmisión
sexual,
tabaquismo… hepatitis, VIH, vía
“jeringas”

Espacio de definición Espacio de definición Espacio de la


de la identidad de la relación “yo/ definición de la
personal/familiar otros”. Definición de división nosotros/
la identidad colectivo- ellos constituido de
grupal (amigos…) las identidades
“normalizadas”

Es decir, en nuestra actual sociedad, el plano más general de las


"identidades colectivas normalizadas" vendría asociado simbólicamente a
todo un conjunto de fenómenos entre los que la enfermedad del VIH-Sida27
ocupa un papel destacado. Asimismo, en nuestras tradiciones sociales y
culturales, la gestación de las "identidades grupales" adolescentes ha
estado y está íntimamente asociada con el consumo del alcohol, del tabaco
y de otras muchas sustancias utilizadas como objetos/sustancias iniciáticas
generadoras de vínculos sociales28. Por último, todos los estudios y análisis
sobre la anorexia y la bulimia indican la estrecha relación de estas
situaciones y patrones de conducta próximos con los modelos de referencia
socioculturales más amplios definidos desde las "modas" corporales hasta
los problemas "familiares" y de construcción de las identidades personales
de los sujetos afectados por estos conflictos alimentarios.

"- Yo en casa es que son peleas todos los días,


de verdad. Que come, come, come, y yo que
no, que no, que no y claro montamos el
número todas las noches porque cuanto más
quieren que coma, yo más me cierro" (M.15-16
años. C. M. B)

27
A este respecto puede leerse el epígrafe "el cáncer y el sida metáforas de nuestro
tiempo" del texto "Salud y Mujer" (1996:101).
28
Esta caracterización no significa que no haya causas de fondo que incidan en la
génesis de estos procesos: desde la vulnerabilidad social (Conde 1997) a la propia
publicidad. Lo que se quiere expresar, sobre todo, es cómo es en el espacio grupal de los
amigos dónde mejor y más habitualmente se expresan estas situaciones.

99
Esta caracterización simbólica no significa que dichos patrones de
conducta y que las posibles patologías asociadas no se den ni se
desarrollen en otros colectivos y biosocioestratos, de hecho hay muchas
personas y colectivos que tienen problemas con el alcohol, por ejemplo: lo
que queremos subrayar es que, a tenor de las investigaciones realizadas,
parecen ser las pautas de conducta y patrones de comportamiento y,
en su caso las patologías, que responden de forma más clara y específica a
las formas de socialización, de comportamiento y de relación más
habituales y particulares del biosocioestrato de adolescentes y jóvenes. En
este sentido, la ingesta de alcohol, el consumo de tabaco, etc., en los
jóvenes, adquiere un status específico y diferencial con respecto a la
situación y al valor simbólico de estos mismos consumos en otros
biosocioestratos en la medida en que, como han subrayado muchos
autores, que estos consumos forman parte de los propios "ritos
iniciáticos" de la condición del joven, del "ser joven" en nuestra sociedad,
de forma similar a cómo el control del peso y la realización de dietas, como
hemos visto en otros capítulos de este texto, también forma parte de la
socialización juvenil y de forma muy en particular de la socialización
femenina.

Así, por ejemplo, en el caso del consumo y la ingesta de alcohol entre los
adolescentes y los jóvenes de la Comunidad de Madrid, el 16,2% de los
mismos son considerados, según el SIVFRENT-J de la Comunidad de
Madrid como "bebedores de riesgo" y el 57% como "bebedores
moderados". Por su parte, en el caso de la preocupación excesiva por el
peso, conducta que llevada a su máxima radicalidad puede ser un síntoma
de un patrón de conducta anoréxico, el citado estudio indica que el 15,8%
de las chicas de 15 a 18 años se consideran "obesas" y que el 32,4% de
las mismas consideran que tiene un exceso de peso para lo que idealmente
le correspondería. En esta misma línea, el citado estudio señala que un
30,3% de las chicas de estas edades han realizado dietas para adelgazar
en el último año29. Amplia presencia de las dietas que fue refrendada por
las opiniones más cualitativas de los grupos realizados en las
investigaciones de este programa.

"...me encantan los dulces, pero ahora intento


comer menos, porque con la cosa esta del

29
Hay que tener mucho cuidado en confundir un cierto patrón de conducta con la
existencia de una patología. Por ejemplo, es bastante habitual beber sin que eso signifique
que se es alcohólico. Igual ocurre con las dietas y el peso, son conductas cada vez más
generalizadas que no implican la existencia de patologías individuales. Lo que sí significan
estas conductas, y esto es lo que tratamos de acentuar en este capítulo, es un
determinado comportamiento simbólico adolescente revelador de las pautas de conducta y
de socialización dominantes -y de sus fallas- en un momento social e histórico
determinado.

100
colesterol, y que si engorda, que si no engorda,
pero...

- Un poco sí.

(Risas)

- Sí, pero muchas veces te tienes que controlar,


ya no sólo por decir... para estar delgada, sino
incluso... yo a veces me comía bollos, las
patatas fritas, que me encantan, bueno,
magdalenas y todo, y como pero me lo
controlo, porque si encima eres así delgadita y
eso, vale, pero como engordes o tengas, o
seas propensa a engordar y ya... eso ya es...

(Risas)." (M-16-18 años)

2.1.1.- EL SIDA Y LAS IDENTIDADES COLECTIVAS NORMALIZADAS.

La actual imagen social del Sida, en lo que a los medios de transmisión del
VIH se refiere, va asociada de forma bastante mayoritaria a las únicas vías
de transmisión del VIH. Las distintas encuestas realizadas evidencian que
un elevado porcentaje de personas conocen las denominadas conductas o
"prácticas de riesgo": el uso compartido de jeringas contaminadas, las
relaciones sexuales con penetración y sin protección y la transmisión madre-
hijo. Ahora bien, no es menos cierto que la imagen dominante en cuanto a
las vías de transmisión del VIH -no sólo la imagen, sino la realidad de los
datos epidemiológicos- sigue siendo la asociación jeringa-VIH-sida.

"¿Qué es el sida, lo sabéis?

- Una enfermedad.

- Una enfermedad que con el tiempo te mueres.

- Cuando te pinchas con una jeringa.

- Un cantante se murió de sida, el Queen"


(Chicos de 9-10 años. Móstoles)
En este marco y como consecuencia de las erróneas e iniciales
informaciones que asociaban el Sida a los mal llamados grupos de riesgo

101
(Cimop, 1988), las representaciones sociales sobre el Sida y la jeringa, más
en lo concreto, han ayudado a desarrollar un criterio de clasificación que
divide a la sociedad en dos universos simbólicos diferenciados, el de los
"sanos" y "normales" y el de los "enfermos", cuando menos no-normales.
Como tuvimos ocasión de señalar en otro lugar (Conde 1993:109), "la
configuración simbólica de esta enfermedad... tiende a inscribirla en un
campo de buenos/malos conforme al siguiente esquema bipolar".

Nosotros Ellos

Buenos Malos

Sano Enfermo

Vida Muerte

Individuo sano Individuo “desordenado”


e integrado marginal

Sociedad “normal” Grupos de “riesgo” marginales

Relaciones “sanas” y “normales” Prácticas “desviadas” y “no


naturales”

“Mi” entorno cotidiano “Su” entorno cotidiano

Pares dicotómicos sobre el SIDA

102
Dicotomía básica que en el proceso de construcción de las identidades
colectivas ayuda a construir simbólicamente un NOSOTROS normalizado y
más tranquilizador en el que, por más que sea real y posible la transmisión
del VIH, se vive relativamente al margen de dicha preocupación y un
"ELLOS" algo lejano y marginal dónde se condensarían, según esta
construcción dicotómica, los riesgos de transmisión del VIH. De hecho, y en
coherencia con esta distinción y creación de espacios sociales
diferenciados, la principal preocupación entre los jóvenes acerca de las
relaciones sexuales plenas sin preservativo va más asociada al embarazo
no deseado que a la posible transmisión del virus VIH. No sólo eso, sino que
el discurso utilizado habitualmente para descargar la preocupación suele
basarse en las relaciones de confianza que existen en el interior del
"Nosotros", del espacio social normalizado de los amigos, los conocidos,
los próximos, etc., en el sentido de que entre "Nosotros" no puede haber
transmisión de virus 30, tal como vimos en uno de los capítulos anteriores. De
hecho, cuando en los grupos de jóvenes surge la desconfianza, la creencia
de una posible transmisión de VIH en el seno unas relaciones sexuales es
cuando se han realizado o se piensan mantener este tipo de relaciones con
personas desconocidas.

De esta forma, la patología del Sida, la epidemia del VIH-Sida adopta,


condensa, una carga simbólica que viene a señalar una de las fronteras
exteriores de la "normalidad" del grupo social de referencia, uno de los
criterios de distinción simbólica entre la sociedad "normal" y la sociedad no-
normal o cuanto menos, el "afuera" de dicha sociedad. "Afuera" social que
en el caso de los adolescentes madrileños pueden ser los
drogodependientes en vena; que en el caso de la sociedad europea en su
conjunto pueden ser los africanos a partir de todos los relatos sobre el
pretendido origen africano de la enfermedad; y que en el caso de los
propios africanos o de los haitianos31, pueden ser los hombres blancos,
europeos y estadounidenses, que van a hacer turismo sexual a sus países.
Es decir, el Sida condensa un conjunto de representaciones sociales que
vinculan dicho proceso infeccioso a los colectivos que son caracterizados
como los "otros", como los de "fuera" por cada grupo social.

30
En la actualidad esta imagen del Sida está racionalmente bastante transformada
pero, sin embargo, se puede considerar que sigue operando en el preconsciente colectivo
evidenciándose esta presencia de múltiples formas.
31
A este respecto puede leerse "Sida en Haiti" de P. Farmer (1996) que lleva por
expresivo subtítulo "La víctima acusada".

103
2.1.2.- EL ALCOHOL Y LAS DROGAS RELACIONALES. EL USO DE
LAS DROGAS Y LAS IDENTIDADES GRUPALES.

Si el Sida, entre otros factores, tiene la citada capacidad de señalar y


ayudar a construir la distinción social básica NOSOTROS/ELLOS, el alcohol
y otras drogas "relacionales" (Conde 1997) en su uso/consumo desmedido
tienen la capacidad de señalar otro de los lugares problemáticos de la
construcción de las identidades adolescentes. Nuevo espacio
problemático constituido por las relaciones grupales, las relaciones de
amistad, las redes y vínculos sociales en los que se desarrolla
habitualmente la vida cotidiana de los adolescentes y jóvenes. De hecho,
como se puede seguir en las distintas investigaciones publicadas en esta
colección de Documentos Técnicos sobre estos temas, tanto el alcohol
como el tabaco cumplen la función simbólica de ayudar a construir y, en su
defecto, de señalar la ausencia, el déficit de los vínculos sociales grupales y
cotidianos de los jóvenes.

"- Yo creo que se bebe para pasarlo bien y


porque beben los demás y dices bueno.

- Creo que al principio es un poco porque están


bebiendo todos, cómo no vas a beber tú, pero
luego te gusta más tomarte, cualquier cosa, un
barril, que tomarte una coca cola.

- Es lo que pasa con el tabaco." (Chicas 13-14


años)
De esta forma, y tal como subrayan Peinado-Portero (1993:15), tanto el
fumar como el beber se convierten en estas edades adolescentes y jóvenes
en sinónimos de los ritos de paso necesarios para la construcción de sus
identidades grupales. Así, los citados autores señalan cómo el "comenzar a
consumir tabaco, se establece en el discurso de los jóvenes como una
práctica que encuentra su fundamento en la relación grupal". Por tanto,
desde este punto de vista, el consumo del tabaco estaría "atravesado por la
relación social". Algo parecido ocurriría con el consumo del alcohol. En
efecto, los mismos autores subrayan cómo "el alcohol forma parte de la
cultura juvenil como eje de la sociabilidad" (Peinado, Pereña y Portero
1992:13) al punto que el consumo del alcohol se caracterizaría por ser "un
consumo compulsivo cuyo sentido se agota en el acto de beber en el seno
de la relación social" (Peinado 1992:13) de modo que, hasta cierto punto,
no se bebería "por placer sino en un intento de mantener la relación
social" (Peinado 1992:15).

"...hay veces que te ves obligada a hacerlo por


el mero hecho de que como la gente lo hace,

104
por no quedar por debajo de ellos, te ves
obligada..." (M. Jóvenes de 16-18 años)

Para los jóvenes, siguen señalando y analizando, "beber es salir...” Es, por
esto que el consumo de alcohol se da preferentemente durante los fines de
semana y en el contexto de la relación grupal.

"...ya no hay otra forma de divertirse, nada más


que beber, y beber y fumar y beber..." (M.
Jóvenes 16-18 años)

"- Yo creo que sí, y cada vez más además yo


creo.

- Es que he llegado a la conclusión, es que


creo, que yo últimamente, es lo que pienso,
que así la gente, cuando sale no va más que
pensando que voy a beber, voy a beber, y voy
a emborracharme y tal, porque es que yo he
oído a gente decir que para ellos era muy
fuerte el emborracharse y que luego fuera su
padre a recogerles, a buscarles, que era muy
fuerte. Y yo para mi si me da vergüenza que mi
padre me viera pues así tirado por los suelos.
O sea, que yo creo que es que no sé, y además
eso cada vez la gente empieza desde más
pequeños y no va más que para eso." (M.
Jóvenes 16-18 años)

El alcohol, por tanto, continúan señalando estos autores, "se halla colocado
siempre del lado del vínculo social. Es un rito colectivo, grupal. Un
elemento socializado de relación entre individuos" (Peinado 1992: 14).

Algo similar ocurre con el consumo de las drogas que últimamente más
crecimiento parece ser que están experimentando entre las nuevas
generaciones de los adolescentes, desde las tradicionales anfetaminas,
desde la ya clásica "maría" a las más contemporáneas "drogas químicas"
que se están convirtiendo en el centro de las preocupaciones sociales e
institucionales32. Como hemos tenido ocasión de analizar en otro lugar
(Conde 1997) una de las modificaciones más importantes de esta segunda
mitad de los años 90 es la transformación en las formas de uso de las
drogas desde la búsqueda de "sensaciones" de los años 60/80 a la
búsqueda de "relaciones" de estos últimos años 90. Mientras en los años

32
Memoria del Plan Nacional sobre Drogas. 1995.

105
60 y posteriores, como subraya Ehrenberg (1991:17), "la irrupción en masa
de las drogas en Occidente en los años 60 es ante todo la expresión de un
cambio en la sensibilidad colectiva: sus ideólogos buscaban explorar las
conciencias y luchar contra una sociedad burocrática, capitalista,
uniformadora y convencional. La droga es una revuelta y una búsqueda
de otras maneras de vivir (es la era del viaje) que rompen con las de una
sociedad normal", los usos de las drogas en estos últimos años 90 tienen
un significado muy distinto. Es decir, frente a estos usos "tradicionales" de
los 60 que, por otro lado, todavía siguen impregnando una gran parte de los
discursos sociales al respecto, en la actualidad, en estos años de fuertes
procesos de "desintegración social", de precarización generalizada del
trabajo y de las formas de vida juvenil, los usos juveniles de este tipo de
drogas, los propios efectos "empatógenos" de algunas de las drogas
químicas, en lugar de buscar la anterior transgresión simbólica de la
sociedad tratan, por el contrario, de reforzar simbólicamente los simulacros
de "integración" ya sea "interior" en cada sujeto, ya sea "exterior" a cada
sujeto en el seno de un colectivo social dado (Saunders 1996)33.

"...en cuanto voy al pueblo pues a lo mejor si


eso, pero o sea es un porro para seis, para
ocho o sea, para un montón de chicas que
somos, ¿y que das?, le das una calada34 y
eso..." (Chicas de 15-16 años)

De esta forma, pues, las "nuevas" formas de uso y consumo de este tipo de
drogas se desarrollan inscritas de forma creciente en el seno de los ritos de
búsqueda de relaciones y sociabilidad entre los propios jóvenes (fiestas,
rutas musicales, etc.) y de forma muy en particular a lo largo del fin de
semana 35. Ritos con los que los adolescentes tratan de encontrar las
referencias y las pautas de socialización que pierden en otros ámbitos de su
vida.

33
La revista Interdependencias de Diciembre de 1996 dedica varios artículos a los
consumos de drogas químicas en los que se resaltan estas dimensiones. En especial
puede leerse el artículo de Joan Pallares i Gomez.
34
La calada se refiere a los canutos.
35
El nº 37 del mes de Octubre de 1996 de la revista "Estudios de Juventud" está
dedicado monográficamente al fin de semana con diversos artículos que desde distintas
perspectivas resaltan los nuevos comportamientos juveniles en este lapso de tiempo.

106
2.1.3.- LA ANOREXIA, LA BULIMIA Y LOS CONFLICTOS DE LA
CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD FEMENINA

La anorexia, la bulimia y ciertos patrones de conducta próximos se


presentan, por último, como situaciones, como síntomas de un conflicto
adolescente y juvenil que se condensa y se expresa prioritariamente en las
relaciones que mantiene la adolescente en el marco del ámbito familiar36.

Para una amplia mayoría de profesionales, la aproximación más pertinente


a estas patologías es considerarlas en el seno de un marco teórico que
concibe su desarrollo como procesos "biopsicosociales" en los que inciden
con carácter "multifactorial" (Madruga 1994) una amplia pluralidad de
dimensiones, desde las más estrictamente orgánicas, como posibles
desarreglos en la hipófisis, por ejemplo, a las pautas socioculturales más
amplias vinculadas, por ejemplo, a las modas sobre el cuerpo difundidas en
los medios de difusión de masas.

¿SE OS HA METIDO EL PROBLEMA DE LAS


DIETAS POR LA CABEZA?

- Jolín, por la televisión te salen unos


cuerpazos, y te miras y dices: joder, es que..."
(M. Jóvenes de 16-18 años)

En este sentido, como subraya Madruga et al, "existe unanimidad en todo


el mundo occidental en cuanto al progresivo incremento de la incidencia
de los transtornos de la ingesta debido a los factores socioculturales, entre
los que los que los estereotipos y valores concernientes al aspecto físico
cobran una especial importancia" (Madruga 1994:3). Opinión compartida
por la mayoría de los autores (Gordon 1992, Morandé y Casas 1997) y
ampliamente refrendada por las opiniones y discursos grupales
adolescentes.

"...ahora se lleva que estén así muy delgadas,


muy delgadas para mi gusto están demasiado
delgadas, pesan demasiado poco, uno ochenta
cuarenta y cinco kilos...
- Si…

36
La anorexia se considera "una enfermedad psicosomática con criterios
diagnósticos bien definidos y caracterizada por una alteración de la imagen corporal y un
transtorno de la conducta alimenticia" (Madruga et al. 1994:4) y constituye según Lucas
(citado por Madruga) "la tercera causa de enfermedad crónica en niños y adolescentes".
Asimismo, y sin citar fuentes contrastadas, casi todos los autores consultados cifran en 1-
9/10 la relación entre hombres y mujeres en estas patologías.

107
- No, sesenta kilos

- ¿donde puede?, lo que sea pero esos son


muy pocos kilos para tanta altura, en mi
opinión están demasiado delgadas, también es
que la cámara engorda y tiene que cuidar
mucho el tipo pero no me gustan que estén tan
delgadas." (Chicas de 15-16 años)

"...lo único que te controlas a lo mejor en comer


o no, pero no por la salud sino por...

Todas.- por estar guapa." (Chicas de 15-16


años)

En el marco más general y global de esta presión social sobre niños,


adolescentes y jóvenes, en el contexto de esta extensión de los modelos
corporales "delgados", Morandé y Casas (1997:246) subrayan entre otros
factores "predisponentes" la importancia de los factores "ligados a la
organización genético-biológica, de estructuración de la personalidad, de
crianza, organización familiar, red social, de conjunto de creencias,
(especialmente aquellas sobre apariencia física y su relación con los
alimentos) y la presión social para huir de la obesidad y adelgazar como
búsqueda de seguridad y felicidad".

Por nuestra parte y en la línea de los objetivos del programa de "indicadores


socioculturales", nos vamos a centrar con más detenimiento en los factores
socioculturales y simbólicos que, a tenor del conjunto de materiales
producidos por los grupos, nos parecen más decisivos desde el punto de
vista de la comprensión del proceso de desarrollo de los patrones de
conducta anoréxicos y bulímicos en adolescentes y jóvenes37. A este
respecto, los textos grupales, en práctica coincidencia con el anterior texto
de Morandé y Casas, han destacado expresamente la importancia de todo
un conjunto de factores en su desarrollo: la importancia de la moda en
cuanto a las formas "delgadas" del cuerpo; las top-models como referencias
dominantes a la hora de sentar un criterio estético de desarrollo corporal; la
estrecha relación de estas pautas en las formas de relación/atracción entre
37
Conviene recordar y subrayar, aunque no lo abordaremos en este texto, que el
paso de unos ciertos patrones de conducta social al desarrollo de una patología individual
en un sujeto dado, no es un proceso evolutivo ni "natural" -si fuese así, la mayoría de los
jóvenes serían alcohólicos, anoréxicos, etc.- sino que significa una discontinuidad que
hace entrar en consideración en cada sujeto todo un conjunto de factores vinculados a sus
propias historias personales, familiares, etc. Factores que conviene tener en cuenta caso
a caso.

108
varones y mujeres; la importancia de la preocupación por la grasa y su
exceso como un importante patrón alimentario de nuestra cultura actual; la
importancia del régimen, de las dietas y de las prácticas deportivas para
mantenerse en "forma", es decir, con un peso y una silueta determinada; la
existencia de una amplia conflictividad en el seno de las familias con
respecto a las pautas de alimentación38; la existencia de una fuerte
exigencia de rendimiento escolar desde las edades más tempranas39; las
dimensiones obsesivas que adoptan muchas de estas conductas; la fuerte
dependencia de dichas prácticas una vez iniciadas, etc., Conjunto de
dimensiones entre las que las jóvenes resaltan los temas alimentarios y la
cuestión obsesiva de las dietas.

"...yo desde séptimo o por ahí, empecé


haciendo régimen.

(Risas).

- Toda la vida ya, haciendo régimen.

- Cuando empiezas ya, ya no acabas." (Chicas


de 15-16 años)

Es decir, los grupos han revelado todo un conjunto de planos que, de una
forma u otra y desde su punto de vista, tienen una cierta correlación y
transcendencia en el desarrollo de los patrones de conducta anoréxicos y
bulímicos. Conjunto de factores muy diversos que un autor como Gordon ha
agrupado en tres factores socioculturales básicos: "1) La evolución del
papel femenino... 2) La preocupación por la apariencia y la imagen
corporal asociado al desarrollo de la moda y del consumo de masas. 3) La
obsesión cultural acerca de la obesidad y del control del peso que parece
ser particularmente característico de las sociedades industriales" (Gordon
1992:62). Asimismo y desde otros puntos de vista más personales y
psicosociales, distintos autores han señalado cómo muchas de las
dimensiones citadas por los grupos se relacionan estrechamente con los
desajustes que, a veces, se producen en el proceso de maduración de la
personalidad adolescente y juvenil. Así, en el citado artículo de Madruga
(1994:7), se subraya el hecho de que "la mayoría de los pacientes tienen
un desarrollo de personalidad peculiar, caracterizado por la precocidad en
38
En el citado informe sobre "las representaciones infantiles sobre la salud" hemos
desarrollado un amplio capítulo al tema de la alimentación de tanta importancia en esta
ámbito.
39
En el citado artículo de Morandé y Casas (1997:246) se comenta cómo la
práctica totalidad de las pacientes tratadas por estos autores "presentaba antes de
enfermar (en el relato de sus padres) un perfil de personalidad caracterizado por su elevada
autoexigencia y constancia, aceptación de las normas sociales, aparente autonomía y
perfeccionismo".

109
ciertas áreas (psicomotora, lenguaje y autonomía) asociada a un retraso
en la organización psicosexual y en el desarrollo cognitivo del
adolescente". Aspecto de la personalidad resaltado también por Morandé y
Casas (1997).

Por último, la mayoría de los autores que hemos podido consultar en el


tiempo de elaboración de este texto, subrayan la importancia de los
conflictos en el seno de la familia y la existencia de unas determinadas
pautas familiares que pueden propiciar o no el desarrollo de este tipo de
patrones de conducta. Espacio familiar que, en cualquier caso y más allá de
los factores específicos desencadenantes del proceso, parece el lugar
simbólico en el que tienden a cristalizar y condensarse el conjunto de
conflictos y de pautas socioculturales citados, de forma similar a como, por
ejemplo, los conflictos relacionados con los consumos de drogas, por
ejemplo, tienen en el espacio de las relaciones de amigos, en las relaciones
más horizontales de los jóvenes el ámbito de condensación y cristalización
más claro. De hecho, en el tratamiento sobre la anorexia y/o la bulimia se
aconseja la intervención sobre la propia familia (Morandé y Casas
1997:251-252).

2.2.- LA DEPENDENCIA DEL OBJETO

Un rasgo común de este tipo de conductas y de patologías es que todas


ellas pueden interpretarse como diversas explicitaciones de muy distintos
comportamientos que tienen en común precisamente su carácter repetitivo,
adictivo y su dependencia con respecto a un producto que transformado en
"objeto" de la dependencia se convierte en el centro de la adicción, ya sea
el tabaco, el alcohol, cualquier otra sustancia, o el propio alimento. En este
sentido, cabría pensar que todo este tipo de conductas adictivas y
dependientes de "objeto" podrían guardar una estrecha relación con
aquellas situaciones en las que produciéndose una quiebra importante en la
estructura e identidad del sujeto, el citado producto se convierte en el
"objeto" que, como cualquier otro "signo", señala, suplanta y, al mismo
tiempo, oculta la citada quiebra. Es decir, lo que parecería ocurrir,
expresado de una forma muy esquemática, es que el conflicto no resuelto, la
fractura en el desarrollo del proceso de construcción de la identidad del
sujeto y la ruptura en el equilibrio dinámico que éste mantiene con su
entorno derivaría, se desplazaría hacia una conducta compulsiva, hacia una
conducta adictiva en la que se fijaría, en el citado "objeto" de la
dependencia, una gran parte de los procesos y conflictos de fondo no
resueltos.

De hecho, en el caso de las situaciones y patologías que estamos


considerando en este epígrafe, existen toda una serie de productos y

110
rituales de uso que transformados en "objetos/ritos simbólicos" por los
adolescentes40 se transforman en objetos/ritos capaces de metaforizar, de
simbolizar las citadas patologías. Situación que ha conducido a toda una
serie de autores a considerar que el conjunto de patologías que estamos
considerando, es decir, la anorexia, la bulimia, el alcoholismo, el
tabaquismo, etc., constituyen desde esta perspectiva diversas modalidades
de adicciones, de "drogodependencias" aunque la "droga" en el caso de
la bulimia y la anorexia sea un producto tan cotidiano y vital como la propia
comida. De hecho, como subraya Gordon y Balasc, la anorexia se asemeja
mucho a la drogodependencia "en la medida en que ella implica una
dependencia y una preocupación obsesiva en relación a un
comportamiento oral..." (Gordon 1992:36). A su vez y por su parte, el ciclo
bulímico de comer y purgarse asemeja un "comportamiento de
dependencia al que, a veces, se le compara con el alcoholismo". (Gordon
1992:42).

El desarrollo de estas múltiples y diversas conductas adictivas y las


similitudes parciales que existen entre las mismas, tal como estamos
tratando de mostrar en este capítulo, ha conducido a que algunos conocidos
analistas del fenómeno de las drogodependencias, como A. Erhenberg, por
ejemplo, señalen cómo estas nuevas tendencias y tipos de dependencias
obligarían a modificar los más clásicos y extendidos planteamientos sobre
este tema (basados en los estudios y las clasificaciones en base a las
sustancias), por otros planteamientos focalizados en las dimensiones
"relacionales" de los consumos; en el sentido de que, como subraya P.
Jeammet (1995:173), los fenómenos de las adicciones, de las
dependencias de objeto guardan siempre una estrecha relación con "la
problemática del vínculo", de la relación social y afectiva. O dicho de otra
forma, "la adicción es siempre un modo de relación, un vínculo entre un
sujeto y un objeto que se inscribe en el orden de la obsesión, de la
compulsión" (A. San Luis 1995:195). Para estas renovadas corrientes en el
análisis de las drogodependencias41, la dependencia, pues, sería menos "el
efecto de una sustancia que de un modo de relación" (1995:125). Dada la
actual crisis generalizada de los procesos de integración social, de los
distintos mecanismos de relación y cohesión social, estaríamos asistiendo
40
En el informe sobre "las representaciones infantiles sobre la salud" (informe que
se va a publicar próximamente en esta misma colección) hemos tenido ocasión de
desarrollar la importancia que tienen ciertos productos, como los cepillos de dientes, en el
seno de los programas para la salud; en el sentido de que investidos de las características
del programa se transforman en "objetos" en los que se condensan y materializan los
objetivos del programa y, al mismo tiempo, operan a modo de mediadores, de objetos que
articulan las relaciones entre el espacio y las tareas informativas-educativas de la escuela
y las vivencias y los hábitos que se desarrollan en el espacio familiar, permitiendo, de este
modo, que los programas de educación buco-dental se realicen con más éxito que aquellos
programas en los que no existen este tipo de "objetos".
41
Un ejemplo de esta aproximación se encuentra en la citada obra "Cliniques des
Toxicomanes. L´addiction d´absence". 1995.

111
al desarrollo contemporáneo de un nuevo escenario de fenómenos de
drogodependencias que, según Erheneberg, irían desde todo un conjunto
de "toxicomanías sin droga", aludiendo con esta denominación a estas
situaciones adictivas, a todo otro conjunto de "drogas sin toxicómanos",
aludiendo al uso cada vez más generalizado de tranquilizantes, de
euforizantes, etc., en la población general.

En la línea, pues, de marcar similitudes simbólicas entre las situaciones,


patrones de conducta y patologías que estamos tratando en este epígrafe 42,
tanto las consideraciones grupales como las perspectivas teóricas de los
autores que estamos utilizando de ayuda, señalan que una de las
cuestiones comunes a los comportamientos y patologías que estamos
abordando en su carácter adictivo, de dependencia con respecto a un
producto 43 que se transforma en "objeto" cargado, investido, de unas
ciertas propiedades socio-simbólicas, significativas, más allá de sus
propias características físicas. Investimiento que, por desplazamiento del
conflicto más de fondo en el que están inmersos los sujetos, consigue hacer
de estos productos, el "objeto" de condensación en torno al que se produce,
se genera el mecanismo de la dependencia, tal como tratamos de
representar en el siguiente esquema.

Las diferencias entre cada una de las citadas situaciones son indudables e
innegables y son decisivas tanto desde el punto de vista clínico como desde la perspectiva
de los procesos de tratamiento y de rehabilitación. Ahora bien, en este epígrafe y desde un
punto de vista conscientemente reductor y unilateral estamos abordando las similitudes
para encarar las problemáticas simbólicas que presentan las citadas patologías. En Balasc
(1990:19-24) puede leerse un planteamiento más general sobre estas patologías desde una
común perspectiva de considerarlas diferentes formas de "adicciones".
43
A veces, la adicción llega a desarrollarse en función del estricto rito de uso del
producto más allá del uso-consumo real del mismo como ocurre, por ejemplo, con el
vómito y las arcadas en la bulimia o con el acto de bombeo de la jeringa.

112
Ya sea la comida, ya sea el alcohol, ya sea cualquier otra de las sustancias
que transformadas en "objeto" condensan los citados procesos de la
dependencia, operan a modo de objetos "signo" que hablan, que indican el
conflicto no resuelto, origen de los citados problemas, así como las
tensiones asociadas a los procesos de relación y de construcción de la
identidad personal de cada uno de los sujetos en cuestión. Pareciera, pues,
que al ingerir, al introducir la droga "signo" en el cuerpo, éste se
transformase también en una especie de cuerpo "signo" con el que el
drogodependiente quiere señalar "algo", quiere expresar su conflicto. Como
dicen las jóvenes de 16-18 años, cuando comen compulsivamente, no es
tanto el hambre -“aunque a veces me comería un cordero"- lo que quieren
saciar, "lo que tenemos es ansiedad", y eso es lo que quieren evidenciar.
De esta forma, como subrayan desde diversas perspectivas, tanto los
cuerpos de unos y otros como los "objetos" en los que se condensa su
adicción, se convierten en "signos" significantes de dichos procesos más
de fondo. Así, en los cuerpos de las anoréxicas y de las bulímicas "existe
una superposición o mejor aún, una coincidencia y una simultaneidad entre
el cuerpo masa y el cuerpo signo" (Balasc 1990:102) y así, también, "el
discurso del fumador desvela la existencia de una relación mítica con el
tabaco en tanto se le presupone al objeto (el consumo de cigarrillos) un
valor en sí: crea un vínculo social" (Portero 1992:14).
Las similitudes entre los citados procesos adictivos no acaban aquí. Desde

113
un punto de vista muy diferente, éstos y otros autores subrayan otro rasgo
común en todo este tipo de patrones y conductas adictivas y dependientes:
el hecho de desarrollarse fundamentalmente en la adolescencia como etapa
clave. Para estos autores, y como ampliaremos más adelante, la
adolescencia sería una edad extremadamente propicia para el desarrollo
de estos procesos de dependencia de un objeto exterior, en la medida que
sería una etapa en la que se tendría "hambre de objeto y de afecto" (Blos,
citado por Coleman 1985:22), -como "hambrientas de afecto" caracterizan
Morandé y Casas (1997:246) a las pacientes anoréxicas- dado el proceso
de desvinculación de la familia, típico de estas edades. En efecto, en la
obra citada Coleman subraya como en la adolescencia, a diferencia de la
primera y segunda infancia en la que la orientación de la afectividad infantil
se dirige al mundo del adentro, de la familia, el adolescente busca en el
mundo exterior, "fuera de la familia" (Coleman 1985:20), un objeto amoroso
con el que relacionarse, con el que vincularse. Necesidad de los
adolescentes de investir, de canalizar sus afectos, pulsiones, energías, etc.,
hacia un objeto amoroso exterior que puede desplazarse y condensarse
patológicamente no en las relaciones personales, ya sean los amigos, ya
sean los novios/as, sino en este tipo de productos-objeto que
imaginariamente cumplen la función simbólica de crear esos vínculos
afectivos y sociales que el adolescente no logra desarrollar por sí mismo,
sin su ayuda.

Estrecha relación entre la adolescencia y las conductas adictivas y


dependientes de "objeto" que ha sido subrayada también desde otras
perspectivas teóricas y sociales. Así para P. Jeammet (1995:158) la
adolescencia constituye uno de los "momentos privilegiados de revelación
de las potencialidades adictivas que existen en cada uno de nosotros".
Por su parte, otros autores como R. Castel y A. Copel, han subrayado la
estrecha relación entre el desarrollo de las conductas adictivas y los
fenómenos que ellos denominan de "ruptura-recomposición de los vínculos
sociales" (Castel y Copel 1993:240). Proceso especialmente intenso a lo
largo de toda la adolescencia y juventud.

No sólo desde estas perspectivas teóricas se señalan estas relaciones,


también se producen en los hechos de cada día. Así, si se observan las
edades medias en las que los jóvenes se incorporan al consumo del alcohol
y del tabaco, los datos del SIVFRENT, nos indican que en 1996 y en el
conjunto de jóvenes de 18 a 29 años, dichas edades se sitúan en los 16,3
años para el tabaco y 16,6 para el alcohol. El 62.8% de los fumadores se
iniciaron entre los 12 y los 14 años, mientras que en el caso del alcohol un
poco más del 50% de los jóvenes iniciaron su consumo con 14 años.

De esta forma y desde este conjunto de perspectivas es comprensible la


relativa facilidad con la que en la adolescencia, y más particularmente en la
crisis de la adolescencia, se desarrollan los procesos de dependencia de

114
este tipo de objetos que se erigen en los fetiches capaces de organizar
patológicamente la vida adolescente.

2.3.- LA CRISIS DE LA ADOLESCENCIA

Como acabamos de señalar, el conjunto de cambios que se producen en la


adolescencia, constituyen un momento vital especialmente proclive al
desarrollo de este tipo de patrones de conducta y de procesos patológicos
íntimamente unidos a las formas relacionales y conductuales de los propios
adolescentes y jóvenes. Desde este punto de vista, si los conflictos
asociados a las relaciones familiares, de amistad, de pareja, etc., de los
adolescentes constituyen lo que podríamos llamar las situaciones asociadas
a las dimensiones estructurales de estos procesos, la crisis de la
adolescencia constituiría uno de los momentos vitales más decisivos para
su desarrollo.

Las razones de todo ello parecen claras. Como ya hemos señalado


anteriormente, a lo largo de la adolescencia se producen toda una serie de
cambios que fragilizan el sujeto y su campo afectivo y relacional y que, por
tanto, lo hacen especialmente vulnerable al desarrollo de este tipo de
conductas adictivo-relacionales. Desde los meramente fisiológicos a los de
la personalidad, desde los más individuales a los más sociales, desde las
modificaciones en las relaciones familiares, a la escuela, pasando por los
amigos, desde los cambios más estrictamente fisiológicos y endocrinos,
desde el "estirón" y el cambio en las formas corporales a los más generales
de modificaciones en los modelos de referencia adolescente y juvenil
pasando por los cambios de personalidad adolescente, etc. Todo este
proceso de cambios desestabiliza el equilibrio tradicional del sujeto, le hace
preguntarse por su identidad y por la fortaleza de sus vínculos afectivos. En
una palabra, todo este conjunto de mediaciones induce a generar en la
adolescencia un conjunto de situaciones más frágiles, más inseguras e
inciertas, más propensas, en una palabra, al desarrollo de las citadas
patologías. Conjunto de procesos que en el fondo no hacen más que
sintomatizar este necesario reajuste y reequilibrio, este obligatorio proceso
de readaptación del sujeto consigo mismo y con el medio que le rodea.
Medio en el que los "otros" juegan, sin duda, el papel clave en esta etapa de
la vida.

A este respecto, hay toda una corriente de autores (Erikson, Coleman, Blos,
Balasc, etc.) que, en base a todo este conjunto de transformaciones
adolescentes y desde perspectivas teóricas muy diferenciadas, subrayan
cómo en este momento vital juegan un papel esencial y definitorio todo un
conjunto de sistemas de equilibrios dinámicos e inestables, el equilibrio del
sujeto, el de éste con el medio y el del sujeto con los otros que constituyen

115
todo un conjunto de planos y dimensiones esenciales y definitorias de este
momento vital. Equilibrio dinámico de este conjunto de planos que, a veces,
resulta fácil de quebrar dada la mayor fragilidad de los sujetos a estas
edades. Ya sea con la caracterización de la adolescencia como "segundo
proceso de individuación" (Blos, citado por Coleman 1985:19), ya sea con
la definición de la adolescencia como la etapa de la "constitución subjetiva
de la alteridad" (Balasc 1990:82), unos y otros autores piensan que la crisis
de la adolescencia puede interpretarse como un proceso de reajuste y de
rearticulación del sujeto en sí mismo y en la relación que establece con su
medio. Proceso obligatorio y positivo para la constitución del adolescente
como sujeto autónomo, pero que también, provoca una vulnerabilización de
los adolescentes que les hace especialmente proclives a sufrir este tipo y
otro tipo de patologías en relación a los citados procesos de construcción
de su identidad.

De hecho, no es ajeno a estos procesos y a estos posibles desarreglos de


la adolescencia que en todas las culturas han existido, lo que
tradicionalmente se han denominado como "ritos de paso" para canalizar
dichos procesos y facilitar la inserción del joven en la vida adulta. En nuestra
sociedad, sin embargo, en ausencia de dichos ritos de paso tradicionales
se generan otros mecanismos simbólicos que vienen a sustituir dichas
ausencias y a cumplir funciones parcialmente similares. Es el caso, por
ejemplo, del tabaco y del alcohol en los chicos, en los hombres, por más que
sea creciente la incorporación de las adolescentes a estos procesos. Como
han señalado muchos autores, y en esta misma colección de documentos
técnicos Peinado y Portero (1993:26) el "fumar en el joven aparece como
un consumo que, junto con otras actividades, se inserta en el conjunto de
rituales que viene a señalar el paso de infante al estadio adulto" (Peinado-
Portero 1993:26). De este modo, y por las mismas razones expresadas,
también estos comportamientos pueden acabar condensando y significando
los posibles problemas y conflictos generados a lo largo de todo este
período de tránsito que es la adolescencia.

Algo similar ocurre con la anorexia y la bulimia. También la dieta y los


regímenes, la preocupación por el peso y la figura ocupa un lugar central en
la vida de las adolescentes. Y, también y por parecidas razones, pueden
convertirse en signos de la crisis de la adolescencia. Así, como han
subrayado, entre otros, Gordon (1992) y Balasc (1990), muchos
observadores contemporáneos "están de acuerdo en el hecho de que la
anorexia debe ser considerada ante todo como un conflicto asociado al
desarrollo adolescente. Proviene de una incapacidad de hacer frente a las
exigencias de desarrollo de este período y en particular a la necesidad de
formar un identidad personal claramente definida." (Gordon 1992:34).

Para un autor como el citado Gordon, tanto la anorexia como la bulimia van
asociadas a los procesos y crisis que se generan y se suceden en torno a la

116
adolescencia44. Mientras que la bulimia parecería desencadenarse
mayoritariamente en el momento de "la separación psicológica de la
familia y del ingreso en el mundo adulto" (Gordon 1992:48), la anorexia
parecería ir especialmente asociada a los problemas relativos a los
"conflictos psicológicos asociados a la post-pubertad" (Gordon 1992:48).
Los propios datos epidemiológicos existentes sobre estas enfermedades
señalan que "el síndrome tiene lugar de manera generalizada en la
adolescencia temprana o intermedia, principalmente en dos etapas: los
13-14 años, o bien a los 16-17 años" (Madruga et al. 1994:6), años en los
que tienden a cristalizar precisamente los dos procesos citados por Gordon.
De esta forma, cabría pensar que en el caso de estas dos patologías, los
conflictos no resueltos en la construcción de la identidad personal y en la
gestación de una relación más madura y equilibrada con los demás,
estarían en la base de un movimiento de rechazo de los "otros", de un
proceso regresivo (Balasc 1990:26) hacia situaciones "preadolescentes"
que tendría en la "transformación de la silueta femenina en un cuerpo
preadolescente" (Gordon 1992:95) una de sus señales y síntomas más
claros y evidentes.

Es decir, podríamos considerar que una gran parte de las situaciones que
en la adolescencia y en la juventud se consideran enfermedades y
patologías desde el punto de vista biomédico, de hecho se expresan bajo
formas que podríamos denominar "conflictos de conductas" y de
"relaciones". Es decir, en realidad constituyen patrones de conducta
habituales de los adolescentes, sólo que por una falla/s dada/s, por un
conflicto/s determinado/s, derivan en comportamientos anómalos que
pueden llegar a transformarse en una patología específica, en una
enfermedad grave, incluso, desde el mero punto de vista clínico. Es decir, la
mayoría de las situaciones patológicas en los jóvenes se producen como
resultados desviados, anómalos, perversos, inesperados de las propias
conductas juveniles más habituales. Desde la muerte y las invalideces como
resultados de los accidentes de automóvil, al alcoholismo u otras
drogodependencias como resultado de los hábitos de consumo juvenil.

2.4.- LA MEDIACIÓN DEL GÉNERO

Produciéndose en la adolescencia el conjunto de factores más proclives


para el desarrollo de ciertos patrones de comportamiento próximos a la
44
Los mismos datos presentados por Madruga (1994) y por el Dc. Ferre ("Anorexia
nerviosa y Bulimia" en "Calidad de Vida" nº 19 editado por el Ayuntamiento de Madrid)
avalan esta idea también en el caso español.

117
ingesta excesiva del alcohol, del tabaco o de otras drogas o a las conflictos
alimentarios en torno al modelo ideal de "cuerpo" femenino, cabría
establecer una cierta diferencia entra unas y otras pautas de conducta en
función de los modelos culturales de "género" masculino y femenino que
dominan en los adolescentes de uno y otro sexo.

Tal como hemos tenido ocasión de desarrollar en el presente texto en los


capítulos iniciales y tal como subraya Coleman (1985), en los adolescentes
y jóvenes y en función del género respectivo, se evidencia y se expresan
claramente dos modalidades de construcción de la personalidad y de las
relaciones con los "otros" que pasa por una diferente relación con el propio
cuerpo y con los demás. En el caso de las chicas, tal como hemos tenido
ocasión de exponer anteriormente, el modelo más específico del género
femenino pasa por una mayor interacción de cada sujeto con su entorno, por
una mayor interrelación de lo más íntimo con lo más relacional o, como dice
Coleman: "de las muchachas se espera en nuestra sociedad una
orientación interpersonal más intensa; la capacidad de intimidad y
dependencia no sólo resulta aceptable, sino altamente valorada y no cabe
duda de que todos los procesos de socialización tienden en tal sentido".
En el caso de los varones, sin embargo, en el modelo del género masculino,
las dimensiones relacionales figuran en un segundo plano ante la
centralidad de las más estrictamente orgánico-individuales o, en palabras
del citado Coleman, en los muchachos "se da mayor importancia a las
habilidades, la realización y la autosuficiencia. Tal orientación hacia la
actividad y la autonomía es evidente que no facilita el establecimiento de
amistades íntimas en la adolescencia" (Coleman 1985). De este modo, y
acudiendo a estos dos ejes claves explicativos de la conformación de la
personalidad de los adolescentes "el eje de la relación con los otros y el
eje de la autonomía, el eje del narcisismo" (P. Jeammet. 1995:159)
podemos fácilmente representar cómo la construcción social de los
modelos de género masculino y femenino cargan de forma dominante en
uno de los dos ejes citados, tal como tratamos de representar a
continuación.

118
En este contexto, cabría pensar que tanto los patrones de conducta como
las posibles enfermedades simbólicas asociadas que estamos abordando y
describiendo en este capítulo tendrían unas claras mediaciones de
género, en el sentido de que unas y otras vendrían a representar, hasta
cierto punto, la inversión patológica de los modelos de socialización
respectivos de cada género. Así, en el caso de las chicas cuyo modelo
de género prioriza lo relacional, sus patologías simbólicas más específicas
como puedan ser la anorexia y la bulimia se expresan, se somatizan, sin
embargo, en la relación del sujeto con su propio cuerpo. Ya sea, la
impermeabilidad nutricia de las jóvenes al rechazar cualquier tipo de
comida-relación con su entorno 45, ya sea la propia "silueta angulosa", como
resalta Gordon (1992:111), mediante la cual el sujeto crea "una frontera
neta entre ellas y el mundo", todo este tipo de conductas no hacen más que
expresar conflictos situados en los planos relacionales de la vida de los
sujetos afectados. Conflictos que se expresan precisamente por una forma-
signo que trata de cortar, de romper las relaciones del sujeto con el medio.
De hecho, todos los autores consultados subrayan "el desinterés sexual"
(Morandé y Casas 1997:244) de las anoréxicas. Es decir, serían
enfermedades cuya expresión parecería cortar lo relacional, adoptando una
sintomatología básicamente personal y, más en concreto, en el propio
cuerpo del individuo.
En el caso de los varones en los que el modelo de género pasa por una

45
El hecho de que se rechace la comida, simbólicamente asociada a la figura de la
madre, para muchos autores es la evidencia de cómo la anoréxica con ese
comportamiento lo que hace es expresar un conflicto implícito con dicha figura.

119
mayor individuación, las patologías simbólicas más específicas, sin
embargo, se presentan y expresan de nuevo como una inversión de dicho
modelo a través de la búsqueda, a veces, fusional de las relaciones con los
otros como ocurre con el alcohol y, sobre todo, con las grandes borracheras
grupales en las que se pierde el límite de lo personal y el grupo-horda se
transforma en el único y real sujeto colectivo. En este caso, si bien es cierto
que se ha producido un cierto acercamiento a las pautas masculinas por
parte de las chicas, pareciera seguir existiendo, sin embargo, una cierta
diferenciación por géneros no tanto en las pautas "medias" de bebida sino
en los excesos. Situación en la que los chicos parecen caer más que las
chicas. En esta misma dirección, mientras las chicas se habrían
incorporado en una medida similar a la de los chicos en los
comportamientos "medios" de consumo del alcohol y del tabaco, en el caso
de otros tipos de consumos de drogas, la presencia masculina parecería
seguir siendo dominante.

"- Las chicas beben mas y los chicos se meten


más.

Todas.- Si.

- Por lo general si.

- Las chicas es que bebemos mucho. O sea, lo


digo en serio, bebemos mucho (risas)."(Chicas
de 15-16 años)

En este sentido y sobre la misma base de los ejes anteriores, podemos


fácilmente visualizar cómo los citados patrones de conducta y posibles
patologías asociadas, se podrían interpretar como las citadas perversiones
e inversiones de los respectivos modelos sociales de construcción de las
respectivas identidades masculinas y femeninas en nuestra sociedad.

120
2.5.- LA ESTRUCTURA SOCIAL

De modo similar a cómo tendencialmente las patologías del alcohol y otros


consumos de drogas se asocian más a los chicos y las patologías de la
alimentación a las chicas, vía los respectivos modelos de socialización de
género, algo parecido ocurre con la distribución de estas situaciones en
relación a las posiciones sociales de los sujetos que expresan estas
patologías. En efecto, mientras patologías como la anorexia y la bulimia, y
especialmente la primera de ellas, parecerían centrarse tendencialmente,
expresado siempre en términos relativos, en las llamadas clases medias y
medias altas (Ferré 1996, Gordon 1992), el alcoholismo, el consumo
excesivo de ciertos tipos de drogas parecerían focalizarse más bien en
ciertos sectores de clases medias medias y medias bajas vulnerabilizadas y

121
fragilizadas por la actual crisis económico-social.

En el caso de la anorexia y la bulimia, y existiendo bastantes casos en los


que se alternan patrones de conducta anoréxicos con pautas intermitentes
de conductas bulímicas (Ferre 1996), parecería que, en términos
tendenciales, una y otra patología como tipos "ideales" irían asociadas a
situaciones sociales y familiares relativamente diferenciadas. Así, Gordon
subraya cómo las familias de las anoréxicas suelen ser familias de "clases
medias que conceden gran importancia al "éxito social", familias en las
que valores como el "individualismo" y el "puritanismo" tienen un gran
peso" (Gordon 1992:72). Conjunto de situaciones y valores que se están
desarrollando en nuestro país en los sectores de jóvenes de clases medias
altas como Comas (1994) ha puesto de manifiesto. Por su parte, las
familias de los bulímicos parecerían ser familias de "sectores sociales
modernos caracterizados por un frenesí consumista" (Gordon 1992:83),
familias en las que trabajan los distintos miembros del hogar y que suelen
experimentar el "stress laboral" (Gordon 1992:73). Es decir, sectores que
en nuestro país podríamos identificar con clases medias "funcionales" en
las que trabajan de forma asalariada los dos cabezas de familia.

Morandé y Casas (1997:245-246) en el artículo citado subrayan cómo si


bien es cierto que en las "primeras décadas de desarrollo de los transtornos
de conducta alimentaria (TCA) se describían como enfermedades propias
de las clases sociales altas", estas opiniones no responderían a la realidad
de la extensión actual de dichos transtornos, en la medida en que éstos se
habrían difundido a un más amplio grupos de sectores sociales. Así, los
propios autores citados en un estudio realizado en Madrid en 1985-1986
encontraron igual "prevalencia en los alumnos de colegios de sectores
acomodados y en aquellos de barrios de menores recursos". Sin embargo,
más allá de estas opiniones y datos, desde el punto de vista de los valores,
normas, actitudes y procesos motivacionales de unos y otros tipos de
pacientes, y expresado siempre en términos tendenciales, sí parecería que
la citada asociación por clases sociales resaltada por Gordon seguiría
vigente.

Por último, las encuestas sobre el alcohol y tabaco nos indican que se está
produciendo una clara dualización juvenil entre una amplia minoría de un
40% de jóvenes, en su mayoría de clases medias y medias altas "puritanas"
(Comas 1994), que no beben ni fuman, y una amplia mayoría del 60% de
jóvenes pertenecientes a las clases medias y medias bajas que beben y
fuman mucho, principalmente los fines de semana. Conjunto de jóvenes que
compondrían uno de los colectivos sociales mayoritarios de la denominada
"zona de vulnerabilidad social" (Castel 1994) en la que se desarrollaría un
modelo de consumo que, en otro lugar hemos denominado como
"amnésico" (Conde y Alonso 1996) y que se expresaría, que se significaría
en el desarrollo de unas pautas y hábitos de consumo especialmente

122
centradas en los gastos más directamente "improductivos", consuntivos y
disipativos, degradadamente ociosos, de fines de semana, de vacaciones,
etc., entre los que cabe subrayar la importancia que tienen las pautas
juveniles de gasto y consumo de bebidas alcohólicas y de otros consumos
ociosos y de fin de semana.

"...yo personalmente, a lo mejor un día digo,


vale, voy a ir al cine, pero es que ir al cine son
mil pesetas y no me puedo gastar mil pesetas
cuando quiero salir, me tomo algo, me tomo un
mini entre cuatro que son doscientas y ya está,
¿sabes? Y si eso te lo van metiendo más y
más en la cabeza pues terminas diciendo pues
vale, me sale rentable." (M. Jóvenes 16-18
años)

Dada la fuerte eventualidad del trabajo de los jóvenes y la asunción


creciente de la precariedad como estilo de vida, el gasto juvenil no puede
acometer inversiones a medio plazo como puede ser el acceso a la
vivienda, pero tampoco puede ya desarrollar otras pautas de gasto, como
señala el texto anterior, más centradas en pautas de ocio más centrales y/o
culturales. De esta forma, el importante gasto juvenil se canaliza en una
dirección que se podría definir como la búsqueda del "relax contralaboral",
como la búsqueda de sensaciones y de relaciones y contactos
momentáneos que hagan olvidar la dureza de la semana laboral y la falta de
expectativas futuras. Como subraya la Coordinadora de ONGs que
intervienen en Drogodependencias (1995:16) "frente a los días (laborables)
monótonos, aburridos y faltos de expectativas, dedicados al estudio, a un
trabajo inestable, mal pagado y rutinario e, incluso, a su infructuosa
búsqueda, los fines de semana adquieren un valor mítico y mágico dónde
el "vivere pericolosamente" pasa a convertirse en una venganza contra las
frustraciones". (1995:16). "Venganza contra las frustraciones" que encuentra
en la ingesta de alcohol y de otras sustancias uno de sus caminos más
claros y transitados.

2.6.- EL ACTUAL PROCESO DE CAMBIOS SOCIALES

En el marco de estas pautas sociales, todo hace pensar que estamos en un


momento en que estas patologías van a recrudecerse e incrementarse
tras unos años en que parecían más apaciguadas. Así toda una línea de
investigaciones y datos venían evidenciando cómo la ingesta de alcohol y
de tabaco por los adolescentes y jóvenes estaba disminuyendo en los
últimos años. Asimismo, con respecto a las otras patologías citadas,

123
también se venía subrayando por diversos autores (Gordon 1992, Madruga
1995) cómo la anorexia nerviosa y la bulimia podrían considerarse como
síndromes asociados a los pasados años 70 y 8046. Sin embargo,
investigaciones recientes realizadas a mitad de los años 90 parecen indicar
una inflexión en estas tendencias, observándose un importante cambio de
comportamiento en ciertos sectores adolescentes y juveniles hacia, de
nuevo, el consumo del tabaco, del alcohol y de otras drogas. Algo parecido
cabe pensar de la anorexia y la bulimia. En ausencia de datos
epidemiológicos más actuales y contrastados, las propias investigaciones
cualitativas realizadas en el seno de este programa de indicadores
socioculturales inducen a pensar que, al menos en la Comunidad de Madrid,
los conflictos alimentarios y principalmente la anorexia puede ser una
patología que experimente un cierto crecimiento en estos años finales de
los 90.

De hecho, Morandé y Casas (1997:245) subrayan cómo entre 1985-86 y


1993-94 la tasa de prevalencia de la anorexia nerviosa en chicas de 15
años en Madrid ha pasado del 0,3% en la primera fecha al 0,68% en la
segunda. Asimismo, Comas (1994) señala cómo los cambios sociales
están induciendo un cambio en el patrón de consumo de drogas en
adolescentes y jóvenes en el sentido de producirse una cierta dualización en
dos segmentos relativamente importantes de "abstemios" y de "grandes
bebedores", como ya señalamos anteriormente.

Varias razones inducen a pensar que estos datos no son coyunturales ni


parciales sino que marcan una especie de tendencia. Desde un punto de
vista más teórico, cabe apuntar distinto tipo de razones que hacen temer un
incremento en los próximos años de este tipo de patrones de conducta en
un amplio sector de adolescentes y jóvenes de la Comunidad de Madrid. La
actual crisis y transformación de nuestro modelo social expresado en la
contención del consumo, el paro estructural permanente y la precarización
general de los empleos juveniles, la dificultad de la inserción de los mismos
en la vida adulta, etc., va a generar toda una situación de conflicto social y
normativo muy favorable al desarrollo de este tipo de patrones de conducta.
Si es cierto, como señalan Castel y Copel, que el desarrollo de las
drogodependencias se relaciona con "una doble fractura" en el sujeto, una
"en relación a las normas dominantes" y otra en la propia "experiencia del
sujeto" (Castel y Copel 1995:241), no cabe duda que en estos años
próximos vamos a poder constatar la exactitud de estas hipótesis. Por otro
lado, y desde un punto de vista más personal, si es cierto que "el desarrollo
de la identidad del individuo no sólo requiere la noción de estar separado
de los demás y ser diferente de ellos, sino que también requiere un
46
En el marco de la línea de análisis e interpretación del presente texto, no deja de
ser significativo que los años 70, años de relativa austeridad, de retención y de control
energético tras la crisis del petróleo, fuera la década de la anorexia, mientras los años 80,
década del gasto voraz, de la burbuja especulativa fuera la década de la bulimia.

124
sentimiento de continuidad de sí mismo y un firme conocimiento de cómo
parece uno ante el resto del mundo" (Coleman 1985:3), los actuales
tiempos de cambio y crisis que parecen atentar directamente contra la
citada "sensación de continuidad" de adolescentes y jóvenes, no pueden
dejar de incidir de forma negativa en este otro aspecto de la identidad
juvenil y, con ello, cabe pensar que, también desde este otro punto de vista,
se incrementen las situaciones favorables al desarrollo de este tipo de
patrones de conducta. Cada día que pasa los jóvenes desarrollan de forma
creciente trayectorias vitales cada vez más erráticas y azarosas en las que
múltiples ocupaciones y empleos mal pagados y en precario se suceden sin
aparente solución de continuidad. Conjunto de empleos, de actividades que
hacen muy difícil gestar una identidad (joven y adulta) en relación a los
mismos. En este momento de acelerados cambios sociales, los jóvenes
"más próximos a la actualidad histórica" (Erikson 1980:23) que otros
sectores sociales, corren más riesgos de perder el norte de la construcción
de su identidad y, por tanto, de verse afectados por este tipo de patologías.
De este modo, y a excepción de que la actual dinámica de cambios
sociales modifique su actual orientación básica, todo hace temer que este
tipo de patologías relativas a los procesos de construcción de las
identidades juveniles se verán incrementadas hacia el futuro. Los jóvenes de
hoy mayoritariamente no caminan por el sendero de la integración
"normalizada", pero tampoco lo hacen por el "otro lado", por el lado "salvaje"
como decía Lou Reed en una de sus canciones "estrella". Hoy caminan
sobre el "vacío" y hacia "ningún sitio", y esta situación no va a dejar de tener
su expresión en el incremento de los citados comportamientos patológicos.

125
3.- LAS DIFERENTES INSTANCIAS DE INTERVENCIÓN EN EL
ÁMBITO DE LA PROMOCIÓN DE LA SALUD

126
Aunque no ha constituido un objetivo de la investigación, ni en los grupos
realizados se han producido debates directos sobre las diferentes
instancias institucionales que pueden intervenir en el ámbito de la
Promoción de la Salud en las edades representadas en esta investigación,
creemos que sí es interesante subrayar la importancia y la función
específica de algunas de las instancias de socialización más importantes en
las que se desarrolla la vida de los adolescentes y jóvenes madrileños.
Breve apunte realizado sobre la base de interpretar los discursos grupales y
con el ánimo de ayudar, en la medida de lo posible, al desarrollo de reflexión
sobre las citadas políticas de Promoción de la Salud.

Varias instancias socializadoras han expresado su importancia a lo largo de


las dinámicas del grupo. Instancias que sintéticamente podemos agrupar en
varios niveles:

- La dimensión mediática como mecanismo esencial y determinante


en estas edades a la hora de producir y difundir los patrones socio-
culturales que van a regir las modas, los modelos corporales y
simbólicos referenciales para la construcción de las identidades
juveniles.

Dimensión mediática que alcanza probablemente en la juventud una singular


importancia en relación a cualquier otro de los biosocioestratos
investigados en el programa del SISS.

- La dimensión grupal o horizontal de los grupos de pares, de los


grupos de amigos que, especialmente en los estratos más
adolescentes de las edades investigadas, constituyen los núcleos
de referencia y pertenencia básicos de los jóvenes, muy por
encima de las instancias educativas y las propias familias de origen.

- La familia de origen. Cuestionada más directa y simbólicamente en


las edades más jóvenes, pero aceptada globalmente en el conjunto
de las edades, constituye otro de los núcleos soporte de los jóvenes
en la actualidad. Más aún, cuando vivimos una época en la que los
jóvenes tienden a ampliar los años de "residencia" en el hogar
familiar.

- El sistema educativo se constituye como otro de los mecanismos


esenciales de socialización juvenil. Más cuestionado directamente
por los jóvenes, pero no por ello menos necesario e importante como
mecanismo generador y productor de pautas de conducta y de
desarrollo del conocimiento.

- El sistema sanitario, por último, ya sea directamente en los centros


asistenciales, principalmente en el caso de las chicas, ya sea

127
indirectamente mediante la producción de un discurso social sobre lo
que es saludable o, de forma más particular y específica, en sus
campañas sobre el tabaco, el alcohol, las drogodependencias, el
sida, el cáncer, etc., se constituye como otra de las instancias que
inciden en la socialización juvenil en lo que se refiere a las
concepciones y hábitos sobre la Salud.

Pues bien, cabría pensar que de formas diferenciadas y con distintos


niveles de intensidad y grado de importancia, las políticas de Promoción de
la Salud y las instancias administrativas y personales responsables, en
distinto grado, de poner en marcha estas políticas, deberían de incidir más
directamente en cada una de las instancias de socialización juvenil citadas.

- En los medios de comunicación masivos, principalmente radio,


televisión y prensa que llega a los jóvenes (prensa especializada y
deportiva) se puede tratar de fomentar una cierta cultura crítica en relación al
hipermandato modal que hace, por ejemplo, de los "cuerpos anoréxicos"
uno de los modelos canónicos referenciales de los jóvenes.

Más aún, a partir de convenios y otras formas de colaboración con el


sistema educativo puede fomentarse la educación y la reflexión crítica sobre
este tipo de modelos. Dada la gran familiaridad de los jóvenes con el
lenguaje gráfico, visual, icónico y publicitario de hoy en día, puede
promoverse la reflexión y la decodificación de los mandatos sociales y
culturales implícitos y explícitos en muchos de los mensajes que cuestionan
y afectan más negativamente a la salud de los jóvenes.

- Incidir en los grupos de pares y de amigos, tratar de hacer de los


propios jóvenes agentes de salud puede ser una tarea difícil a corto plazo
pero, también, puede ser una de las políticas más eficaces en el terreno
estratégico para desarrollar unos adecuados hábitos saludables en los
jóvenes. A este respecto, la amplia y extensa red de asociaciones
juveniles deportivas, culturales, de barriada, etc., que existen en la
Comunidad Autónoma y que agrupan a miles de jóvenes, puede suministrar
a medio plazo una importante cantidad y calidad de mediadores sociales y
de animadores de salud a partir de los propios jóvenes. En nuestra
sociedad actual, los jóvenes constituyen el principal centro de referencia de
los jóvenes. Por ello, es importante dejarles la palabra, crear espacios
dónde los propios jóvenes puedan hablar, participar, ser escuchados.
Espacios dónde las experiencias de unos pueden ayudar a los otros.
Espacios en los que los propios jóvenes pueden enseñar y compartir sus
experiencias y vivencias con otros jóvenes.

- Más allá del desapego de los jóvenes con respecto a las figuras y
autoridades adultas, a los profesores, etc., acceder al sistema educativo
es otra de las vías posibles de intervención en el ámbito de la Promoción de

128
la Salud en estas edades juveniles. Tratando de buscar una relación más
estrecha y continuada con los profesores y con las Asociaciones de
Madres y Padres (AMPAS) de los colegios se pueden desarrollar
planteamientos positivos de cara a la salud más en general, como plantear
determinadas acciones de prevención más específicas en función de la
situación de cada centro concreto. En este terreno es importante no olvidar
que la Salud es algo integral de forma que más, allá de la especialización
de las asignaturas, no debería caerse en un abordaje demasiado
particularista que impida que adolescentes y jóvenes puedan tener y
desarrollar el abordaje más global e integral que requieren estas temáticas.

- Los propios Centros de Atención Primaria de las diferentes zonas de


salud además de sus actividades más directas con sus usuarios podría
promover, asimismo, una mayor coordinación y una presencia más
permanente con los centros escolares de sus respectivos ámbitos que
faciliten esa tarea de concreción y adecuación a las necesidades de cada
centro, de las políticas más generales de promoción de la salud.

129
4.- SÍNTESIS Y CONCLUSIONES

130
- La actual cultura de la sociedad construye la juventud como un colectivo
social estereotipadamente al margen de los problemas de la salud, desde la
perspectiva biomédica. Más aún, construye la juventud como uno de los
equivalentes generales de la Salud. Esta construcción social no deja de ser
incorporada por los propios jóvenes que se autoperciben en línea directa
con esta construcción social previa. Construcción que sólo deja al azar, al
acontecimiento imprevisto, el accidente mortal, la interrupción de esta Salud
"ideal".

- Dentro de esta aproximación a la salud, los jóvenes han expresado una


multitud de nociones y representaciones generacionales sobre la salud en la
que los hábitos saludables tienen una gran presencia. Conjunto de
representaciones muy mediadas por el género y la edad, y en menor
medida el nivel/status social.

1) EL GÉNERO

- La construcción de la identidad del género (femenino y masculino) señala


dos formas diferentes de acceso a las nociones de salud. Nociones que en
la adultez irán consolidándose como dos tipologías actitudinales distintas.

- En el caso de la experiencia femenina dos de las dimensiones de su


proceso de socialización son especialmente relevantes de cara a la
comprensión de sus experiencias, sus vivencias y sus representaciones
sociales sobre la Salud. En primer lugar la educación informal. Esto es, la
conciencia de que las nociones relacionadas con el conocimiento peculiar y
el autocuidado no son transmitidas de forma reglada e institucional sino, por
el contrario, a través de mecanismos y relaciones informales en las que
cabe la incertidumbre, los mitos y sobre todo, la contradicción. En segundo
lugar, la experiencia profunda de que en el proceso de construcción de la
identidad femenina lo más íntimo y lo relacional (la vinculación con los
otros) están relacionados por ella y a través de ella. Que no son dos ámbitos
aislados sino profundamente interrelacionados entre sí.

- Ambas dimensiones, entre otros factores, van a incidir en la construcción


de una noción y conciencia femenina particular y específica sobre la Salud.
Representación joven y femenina sobre la Salud en la que juegan tanto
factores físicos como emocionales y que encuentra en la expresión
"sentirse bien" la síntesis más adecuada. De esta forma, la noción
femenina de salud se construye, desde edades muy tempranas, como una
concepción directamente involucrada con la idea de bienestar, y el
bienestar convoca tanto los aspectos físicos como emocionales y psíquicos,
los cuales son siempre expresivos del ámbito de las relaciones y la
satisfacción.

- Los hombres construyen su criterio de Salud relacionado también con el

131
bienestar pero desde experiencias y expectativas diferentes. Mientras las
chicas ratifican que lo importante es el equilibrio entre lo físico y lo
emocional, los varones serán más contundentes en situar el énfasis en la
ausencia de malestares y estos especialmente físicos. Mas que sentirse
bien, los varones destacarán la importancia de estar bien, haciendo
hincapié en la impronta de lo físico en tanto ámbito de expresión y
representación del malestar.

- Estar bien (desde la óptica masculina) se relaciona con la capacidad de


estar en buena forma física desde todos los puntos de vista. Siendo la
buena forma física la posibilidad de promover y expresar las
potencialidades de un organismo en óptimo proceso de funcionamiento.

- Para los varones el espacio relacional es también expresivo de las


nociones de salud y bienestar, pero de forma diferente que para las
mujeres. Mientras para éstas el espacio relacional expresa un enfoque
dominantemente afectivo, para los varones tiene más que ver con los
temores de agresión (la calle), de competencia (cualquiera de los ámbitos
de su realización), de peligrosidad (el descontrol en las relaciones, la
alimentación, los excesos, etc.). De este modo, desde la perspectiva
masculina y a diferencia de la femenina, las relaciones tienden a aparecer
más como hostigamientos que como constructores de la salud y el
bienestar.

- Por último, la noción masculina de salud está siempre circundando la idea


de lo innato (lo que viene dado) o lo adquirido (también como expresión de
la propia capacidad). Uno y otro aspectos coinciden finalmente en ser
expresivos de la propia potencialidad personal, desde la cual (y solo desde
la cual) se alcanza la salud y el bienestar. Hasta cierto punto cabría pensar
que mientras las representaciones masculinas sobre la Salud conciben ésta
como un estado, las representaciones femeninas se acercan a la Salud
más desde la perspectiva del proceso.

2) LAS EDADES

- Las diferencias en las edades señalan notables cambios en la percepción


de las nociones de salud, de bienestar, de vida y practicas saludables, de
sentirse y de estar bien.

LAS JÓVENES CON EDADES ENTRE 13 Y 14 AÑOS.

132
- Las jóvenes con edades entre 13 y 14 años tienen una noción de
bienestar y de vida saludable como sinónimos que se expresan y
desarrollan en el marco del ámbito familiar.

- Más implicadas con la idea de vida saludable que con el concepto salud,
entienden una vida saludable como la que se realiza a través de hábitos
sanos tanto para el cuerpo como para los sentimientos. Las actividades
saludables para ser correctas deben equilibrar lo físico y la formación
educativa, a fin de configurar una práctica que se mantenga y se proyecte
sobre el futuro. En este sentido están muy interesadas en la práctica de
deportes y en los estudios. Es decir, en la participación activa en una
formación integral que armonice el cerebro y el cuerpo. Asimismo, y dentro
de estos hábitos saludables, las prácticas higienistas, en directa relación
con su regla mensual, constituyen la modalidad más específica y diferencial
de estas edades.

- Desde esta perspectiva higienista se produce su crítica al estado de las


ciudades. Asimismo, la violencia urbana es percibida no sólo a partir de
las agresiones directas que puedan sufrir sino también a partir del deterioro
y falta de cuidado en la higiene pública.

- A pesar de ser lo ideal el equilibrio entre un cuidado del cuerpo y un


aprendizaje intelectual, tanto los desórdenes alimenticios como la pereza
alejan la experiencia práctica de estas edades del ideal enunciado
discursivamente.

- Son críticas ante el consumo de alcohol y menos hacia el consumo de


tabaco. Toleran unos y otros como "inofensivos" siempre que sea en pocas
cantidades y que no se constituyan en un hábito del cual se dependa,
siempre que no se convierta en un vicio.

LAS JÓVENES CON EDADES ENTRE 15 Y 16 AÑOS.

- En las edades comprendidas entre 15 y 16 años se aprecia un importante


cambio de consideraciones y actitudes con respecto al segmento de edad
anterior.

- En una edad de transición desde la preadolescencia hacia la


adolescencia plena, la tarea dominante es separarse de las pautas del
grupo familiar (especialmente las pautas morales estéticas y de cuidado de
sus madres) y adoptar las nuevas pautas grupales, generalmente
transgresoras ante las que no cabe la racionalidad o en todo caso, los
criterios de autocuidado.

133
- Las prácticas de higiene ya están incorporadas y no les produce especial
inseguridad. Por el contrario su principal preocupación en relación a los
parámetros de salud, bienestar y practicas/hábitos saludables, tanto en
chicos como en chicas está en relación con la alimentación y el cuidado
del cuerpo desde el punto de vista de su adecuación a los cánones
estéticos dominantes. Cánones de particular fuerza en sus grupos de pares.
Son edades en los que el exceso alimenticio, o el desorden en este
aspecto, sólo es controlado por la necesidad de participar de los cánones
estéticos al uso (mujeres delgadas, vestidas a la moda y con cuerpos que
no se separen de lo dictado, de lo establecido).

- Mientras los varones estarán en pleno apogeo de la práctica de deportes


colectivos, las mujeres de estas edades carecen de interés por cualquier
tipo de práctica socializadora-deportiva. Son las edades en que la potencia
masculina se expresa a través del desgaste físico/deportivo mientras que
las mujeres lo ejercen a través del desgaste emocional, en las vivencias y
relatos de sus crisis emocionales.

- Salud es igual a belleza y belleza es igual a Salud y sobre todo, a


modelos sociales dominantes en los cuales buscan identificarse y a los
cuales parecerse. Estos modelos son estéticos, mediáticos las más de las
veces y sólo se presentan por su aspecto, por sus logros o por su ser
soportes corporales.

- La salud como concepto biomédico no les interesa porque no se sienten


afectadas por la duda acerca de sus estilos de vida. La omnipotencia juvenil
esta aquí implícita y no creen ni se cuestionan sus formas de vida juveniles.
En este marco, las únicas incertidumbres sobre la salud aquejan ante la
relación con situaciones puntuales de peligrosidad: motos, coches, y
descontrol. Pero la incertidumbre dramatiza la dicotomía vida-muerte. En
ningún caso aparece un cuestionamiento hacia las posibilidades de pérdida
o deterioro del proceso de salud.

- En estas edades aún no suelen realizar consultas ginecológicas y


acuden al médico solo en caso de malestares físicos u orgánicos (alergias,
gripes, etc.). Sus madres suelen ejercer el cuidado médico de sus cuerpos,
tanto porque es quién diagnostica como porque es la responsable de los
tratamientos. Son edades, por el contrario, muy vinculadas al cuidado
odontológico, pero más que por criterios sanitarios o saludables, por
consideraciones estéticas en las cuales, el aspecto de la boca ocupa un
lugar de máxima importancia.
- Tienen mala conciencia con respecto a sus hábitos y practicas saludables
pero en ningún caso están llegan a poner en duda la existencia de una
buena salud mas que personal, generacional.

134
- La presencia de bebidas alcohólicas, de tabaco e incluso de porros
(aunque estos últimos en menos medida) suele estar presente en la
necesaria ritualidad de paso hacia el desprendimiento de los modelos
familiares.

LOS/LAS JÓVENES CON EDADES ENTRE 16 Y 18 AÑOS.

- Edades de fuerte diferenciación y de búsqueda de una personalidad


más allá de la integración a grupos de pertenencia horizontal.

- Son edades en las que existe mayor dominancia de los modelos de


referencia (normalmente con unos años más que ellos/ellas), y en los que se
preparan para afrontar la vida no tanto en grupo, sino sobre todo en solitario.

- En estas edades se acentúa de forma muy notable las diferencias por


género. Para ellos, las preocupaciones relacionadas con el bienestar, la
salud y las prácticas saludables van a estar reñidas con la violencia
ciudadana y la temeridad en la que deben desenvolverse. Para ellas, la
salud se concentra en las preocupaciones por construir una relación
afectiva satisfactoria y estable (lo que produce no pocos "culebrones") y en
la necesidad de tomar decisiones sobre su futuro profesional, la elección de
una carrera.

- Para ellos, las preocupaciones sobre salud y prácticas saludables está


reñida por la relación con los otros (temor a la violencia ciudadana) pero
también a las enfermedades de transmisión sexual, lo que lleva a extremar
medidas de cuidado pero no tanto por una mirada cuidadosa sobre la
relación sino como forma de prevención personal. Para ellas, las
preocupaciones están en el autocuidado de la imagen en términos
estéticos pero señalando modelos más personales, más peculiares, tras la
búsqueda de gustarse tanto o más que gustar.

- La alimentación sigue siendo a estas edades una espada de Damocles


ante las que se sienten cuestionadas. Pero una vez más, será por criterios
estéticos y no de salud o de hábitos saludables. Prefieren someterse a
dietas que ellas mismas caricaturizan como "milagrosas" cuyo sentido
último es eliminar los efectos antes que las causas.

- Los varones conocen menos de sí mismos que las mujeres de estas


edades y tampoco suelen hablar de sus sentimientos y de sus crisis de
carácter. Los problemas de salud están en función de la prevención en la
relación con otros o del determinismo orgánico de una naturaleza dada
frente a la que poco cabe hacer. Para ellos, más que para ellas, el dinero

135
es un factor central en relación al concepto bienestar y también a las
prácticas y hábitos saludables. A mayor cantidad de dinero más
posibilidades de prácticas saludables (es decir, satisfactorias) y, por lo
tanto, más bienestar.

- Para los varones, las prácticas y hábitos saludables son actividades de


tipo físicas (más bien deportivas) que se realizarán mejor en situaciones de
mayor bienestar. El bienestar es mayor en la medida en que es mayor la
calidad de vida y ésta depende en gran medida del dinero.

- Para las mujeres la vida saludable es un equilibrio entre autocuidado


(dominantemente estético) y satisfacción en las relaciones, ambos aspectos
muy relacionados. Los hábitos poco saludables si no se convierten en un
vicio serán contrarrestados por las fuerzas de la juventud. El dinero puede
ayudar al bienestar pero no es necesariamente indispensable. La salud es
aquello que se produce por equilibrio de diferentes bienestares y puede
estar presente incluso en convivencia con el malestar físico o psicológico.
No es un concepto rígido, y menos aún inmutable.

- Se saben en un período pletórico de vitalidad en el cual, salvo por


cuestiones ajenas a su control, puede aparecer una crisis de salud desde la
perspectiva biomédica. Pero si aparece es porque se trata de algo
definitivo, accidente, muerte, etc., ante lo cual sólo cabe la impotencia.

- Son edades en los que las chicas comienzan a realizar consultas


ginecológicas, especialmente las jóvenes que deciden mantener
relaciones sexuales. En caso contrario, la "naturalidad" de su condición
femenina no les impulsa a realizar controles o revisiones médicas.

LOS MAYORES DE 20 AÑOS

- Resulta sintomático que en el período de formación universitaria, los


jóvenes tienden a hacer converger sus discursos tanto en la orientación de
los mismos como en la tendencia a formular discursos más generales y de
menor implicación personal.

- Ellos y ellas coincidirán en que el bienestar, condensado sobre todo en el


concepto de calidad de vida, es un aspecto a ser alcanzado en su futuro
más o menos mediato.

- La calidad de vida, el bienestar, las prácticas saludables (más deportivas


para ellos, de más autocuidado para ellas), son las tácticas desde las
cuales esperan alcanzar el objetivo estratégico del bienestar al que en algún
momento podrán llegar.

136
- Han asumido el autocuidado en una doble dimensión: estética, por mor de
los mandatos de la moda y también porque son edades en las parecen
conocer los efectos de los excesos de los primeros años de juventud, en los
cuales han transitado por los ritos de paso. Controlar excesos y, al mismo
tiempo, permitirse los desórdenes de la juventud están presentes a un
mismo tiempo en las edades consultadas.

- Ellos y ellas coincidirán en la importancia del dinero en tanto factor


articulador de posibles modelos vitales nuevos, en los que esté presente el
bienestar y los hábitos saludables como única forma de control sobre la
salud, la cual, en definitiva es inaprensible para las personas.

- Al igual que los más jóvenes, estos segmentos de edad están poco o nada
preocupados por la salud personal, salvo en las dimensiones sociales y
relacionales que les lleven a enfrentarse con lo incontrolado, esto es: la
violencia, la agresión, etc.

LOS JÓVENES ANTE LOS ADULTOS

- Fuera de sus grupos de pertenencia y de la existencia de los modelos


mediáticos de fuerte predicamento en estas edades, no reciben por parte
de los adultos próximos modelos de autocuidado de los cuales poder
aprender. No sólo denuncian la ausencia de estos modelos adultos sino que
las más jóvenes llegaron a criticar explícitamente a sus padres por carecer
de hábitos de autocuidado.

- Los padres, salvo excepciones de modelos "deportistas" son


considerados por sus hijas e hijos como personas pertenecientes a
generaciones sin cultura del cuidado y de la salud, con tendencia a comer
hasta el sobrepeso e, incluso, a pasarse con la bebida.

- En las edades adultas destacan notablemente los modelos femeninos y


masculinos mediáticos que son muy distintos a los padres y madres
concretos de su realidad y entorno, pero que refuerzan la idea de una
adultez diferente de aquella con la que conviven.

137
LAS ENFERMEDADES SIGNIFICATIVAS

- Los jóvenes, al igual que otros biosocioestratos, han expresado cómo


existen todo un conjunto de comportamientos y de enfermedades que
podríamos considerar como característicos y significativos de este
biosocioestrato: la anorexia, la bulimia y las drogodependencias en su
acepción más amplia (alcoholismo, tabaquismo, etc.,) son las
enfermedades más significativas.

- Hasta cierto punto, cabría pensar que desde la perspectiva de las


vivencias y experiencias juveniles sobre estas enfermedades, cada una de
ellas vendría a expresar un lugar de quiebra, de conflicto en cada uno de los
grandes espacios de socialización y de construcción de las identidades
juveniles, tal como resumimos en el siguiente esquema.

UBICACIÓN TENDENCIAL DE LAS PATOLOGÍAS SIMBÓLICAS EN


RELACIÓN A LOS ESPACIOS DE DEFINICIÓN DE LAS IDENTIDADES

(CERCANÍA) (DISTANCIA)

(SUJETO)

Patrones de conducta Patrones de conducta Factores de


riesgo
Próximo a la anorexia próximos a las asociados a la
y a la bulimia drogodependencias: transmisión de enf.
alcoholismo, de transmisión
sexual,
tabaquismo… hepatitis, VIH, vía
“jeringas”

Espacio de definición Espacio de definición Espacio de la


de la identidad de la relación “yo/ definición de la
personal/familiar otros”. Definición de división nosotros/
la identidad colectivo- ellos constituido de
grupal (amigos…) las identidades
“normalizadas”

138
- A tenor del conjunto de discursos producidos por los jóvenes cabría pensar
que este conjunto de patologías no son más que los comportamientos
sociales habituales de los jóvenes en la sociedad de hoy en día,
transformados en comportamientos patológicos a raíz de algún
desencadenante/crisis específica en el desarrollo de sus vidas. Dado,
además, los modelos históricos de construcción de las identidades
masculinas y femeninas en la España de los 90, las citadas patologías
vendrían a evidenciarse como la expresión e inversión patológica de cada
modelo de socialización y de construcción de identidad de "género", tal
como tratamos de resumir en el siguiente cuadro.

139
- Desde otro punto de vista, -punto de vista estrechamente ligado a la crisis
de la adolescencia y a las necesidades psicosociales que ésta plantea-, el
anterior conjunto de patologías podrían concebirse como diferentes
modalidades de patrones adictivos de conducta. Los conflictos que
subyacen en cada una de las anteriores patologías se desplazarían y se
condensarían en un determinado "objeto" de adicción, alimentos, alcohol,
tabaco, heroína, etc. Objeto de dependencia que organizaría la vida
cotidiana de los adolescentes y les conferiría un cierto "sentido" a las
mismas. Aproximación a estas patologías que permite concebirlas como
dependencias, como procesos de conducta vinculados a mecanismos
emocionales-relacionales, a crisis de las relaciones sociales y personales
de los adolescentes y jóvenes.

- El actual proceso de cambios sociales con su consiguiente incremento de


inseguridad, incertidumbre y vulnerabilidad, en y de las nuevas
generaciones, hace pensar que este tipo de patologías van a incrementarse
en el futuro inmediato.

- Intervenir en las diferentes instancias de socialización juvenil y,


especialmente, en las más horizontales y propias de los jóvenes se percibe
como un camino adecuado para abordar estos temas en la juventud. Abrir
espacios dónde éstos puedan expresarse abiertamente parece una de las
claves de la citada intervención.

140
ANEXO. FICHA TÉCNICA

141
El modelo general de construcción del Sistema de Indicadores
Socioculturales de la Salud (SISS) plantea dos fases: cualitativa y
cuantitativa en el desarrollo de la investigación como ha sido realizado en el
caso de la mujer. En nuestro caso de los jóvenes sólo ha sido llevada a
cabo la fase cualitativa cuyos grupos pasamos a describir a continuación.

GRUPO Nº 1: Jóvenes varones con edades comprendidas entre los 21 y 25


años de clase social media media y media baja, todos ellos trabajadores.

GRUPO Nº 2: Jóvenes de ambos sexos con edades comprendidas entre


los 23 y 24 años de clase social media media y media alta, todos ellos
universitarios.

GRUPO Nº 3: Jóvenes varones con edades comprendidas entre los 16 y 18


años de clase social media baja.

GRUPO Nº 4: Jóvenes mujeres con edades comprendidas entre 16 y 18


años de clase media media, todas ellas estudiantes.

GRUPO Nº 5: Jóvenes mujeres con edades comprendidas entre 13 y 14


años de clase social media media y media alta, todas ellas estudiantes.

GRUPO Nº 6: Jóvenes mujeres con edades comprendidas entre 15 y 16


años de clase media media y media baja, todas ellas estudiantes.

142
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