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HISTORIA SOCIAL GENERAL “D”

GUÍA DE ORIENTACIÓN Y ANÁLISIS DE LOS TEXTOS Nº 4

Bibliografía
• Parain, Charles. “Caracteres generales del feudalismo” En Parain, Vilar, Globot et. al., El
modo de producción feudal. Discusión sobre la transición al capitalismo Madrid, Ediciones de
Ambos mundos, 1972.
• Romano, R., Los conquistadores, Huemul, Buenos Aires, 1978. Primera parte, capítulo 2.

Conceptos y ejes a identificar:


• Sistema feudal, modo de producción, propiedad de la tierra, explotación de la
mano de obra, tipo de producción, mercados/consumos
• La crisis del feudalismo y la España conquistadora
• Relación sociedad feudal y comercio-vida urbana
• Diferencias y similitudes entre el Feudalismo europeo y el Feudalismo
americano.

Guía de lectura sobre “Caracteres generales del feudalismo” de Charles Parain


1- ¿En torno de qué elemento se forjan las relaciones sociales en el feudalismo? ¿Por
qué? ¿De qué derechos sobre la tierra disponen los trabajadores (campesinos)? ¿A
quiénes pertenece la tierra (aun en forma no absoluta)? ¿Qué conlleva ese derecho de
propiedad para quienes lo tienen?
2- Puntualiza las distintas formas de “vínculos personales” que existieron en las
sociedades feudales. ¿Cómo se estructuraron las relaciones de producción feudales?
(es decir, quiénes eran los productores directos, quiénes organizaban y/o aparecían
como organizadores del proceso productivo, quiénes eran los propietarios de la tierra
y quienes los poseedores, qué pasaba con los instrumentos de trabajo?
3- ¿Cómo es, por lo general, la relación entre el aparato jurídico político (Estado) y la
explotación económica en el feudalismo?
4- ¿Cuáles son los rasgos centrales del modo de producción feudal a partir de los
elementos que describe Parain para el occidente europeo? Tener en cuenta los
elementos constitutivos de todo modo de producción.
5- ¿Cuáles son las dificultades que plantea el vocablo feudalismo en comparación con
otros tales como esclavismo, capitalismo, etc.? ¿Es posible que haya existido el
feudalismo sin feudos?

ACTIVIDAD DE INTEGRACIÓN

A partir de la lectura de la bibliografía y de los fragmentos que figuran a continuación:


identifiquen cómo caracterizan los autores los rasgos esenciales del feudalismo en Europa y
en América.

Dobb, Maurice: Estudios sobre el desarrollo del capitalismo. Argentina. 1975. Capítulo: “La
declinación de feudalismo”. Fragmentos de las páginas 54 a 65.


(...) “Feudalismo”... [es] un “modo de producción”; y esto constituirá la esencia de nuestra


definición. Con ello, será virtualmente idéntica a lo que generalmente entendemos por
servidumbre: una obligación impuesta al productor por la fuerza, e independientemente de su
voluntad, de cumplir ciertas exigencias económicas de un señor, ya cobren éstas la forma de
servicios a prestar o de obligaciones a pagar en dinero o en especie, de trabajo... Esta fuerza
coercitiva puede ser el poder militar del superior feudal, la costumbre respaldada en algún tipo
de procedimiento jurídico o la fuerza de ley. Este sistema de producción difiere, por un lado,
de la esclavitud, pues (como lo expresó Marx) “el productor directo se halla aquí en posesión
de sus propios medios de producción, de las condiciones objetivas de trabajo necesarias para
la realización de su trabajo agrícola como la industria doméstico-rural con él relacionada, por
su propia cuenta”, mientras “el esclavo trabaja con condiciones de producción ajenas”. Al
mismo tiempo, servidumbre implica que “la relación de propiedad tiene que manifestarse a la
par como relación directa de dominio y de servidumbre y el productor directo, por
consiguiente, como un hombre privado de su libertad”: “carencia de libertad que puede ir
desde la servidumbre de la gleba hasta el deber de abonar simplemente un tributo al señor”.

Difiere el capitalismo en que, bajo éste el trabajador, en primer lugar (como bajo la esclavitud),
ya no es más un productor independiente sino que está divorciado de sus medios de
producción de la posibilidad de procurarse su propia subsistencia; pero, en segundo lugar (a
diferencia de la esclavitud), su relación con el poseedor de los medios de producción que lo
emplea es puramente contractual (un acto de venta o alquiler rescindible a breve plazo):
frente a la ley es libre para escoger patrón y para cambiar de patrones; y no tienen obligación
alguna –fuera de la impuesta por un contrato de servicios– de entregar trabajo o dinero a un
amo”.

“Este sistema de relaciones sociales al que calificamos de “servidumbre feudal” ha ido


asociado históricamente, por cierto número de razones, a un bajo nivel técnico en que los
instrumentos de producción son simples y, por lo general, baratos y en que el acto de
producción es, en buena parte, de carácter individual, encontrándose la división del trabajo (y
por lo tanto la coordinación entre los individuos en la producción como proceso socialmente
integrado) en un nivel muy primitivo de desarrollo. Históricamente se asoció también (y en lo
esencial por razones similares) a condiciones de producción para las necesidades inmediatas
de la familia o la comunidad aldeana y no para un mercado más amplio... En la plenitud de su
desarrollo se caracterizó por el cultivo del dominio: cultivo de las tierras del señor, realizado a
menudo en escala considerable, mediante prestaciones personales obligatorias. Pero el modo
feudal de producción no se circunscribió a esta forma clásica. Por último, este sistema
económico [feudal] se asoció, al menos en parte de su trayectoria histórica y con frecuencia en
sus orígenes, a formas de descentralización política, a la posesión condicional de tierras por
parte de los señores sobre la base de algún tipo de tenencia por servicios y (más
generalmente) a la posesión por parte de un señor de funciones judiciales o cuasi-judiciales en
relación a la población sometida. Pero esta asociación tampoco es invariable y es posible
observar servidumbre unida a formas estatales muy centralizadas, así como a un sistema de
posesión hereditaria de tierras –y no de beneficio a cambio de servicios– (...) podemos decir
que la posesión de tierra en calidad de feudo es una característica común, mas no invariable,
de “servidumbre feudal” como sistema económico en el sentido en que lo estamos
empleando.”

“La productividad del trabajo se mantuvo muy baja en la economía señorial, a causa de los
métodos empleados, así como de la falta de incentivos para el trabajo: pero no sólo eso: hasta
tal punto era pobre el rendimiento de la tierra, que ciertos especialistas han llegado a inferir
que el sistema del cultivo tendía un efectivo agotamiento del suelo. El primitivo sistema de
rotación, la falta de suficientes plantaciones de nabos y de forrajeras como la alfalfa, daban al
suelo poca posibilidad de recuperarse luego de la cosecha; y si bien se conocía el abono
impedía abonar su tierra en la proporción “requerida por el suelo cultivado bajo el sistema
medieval de cosechas para no perder su capacidad productiva”. Hasta guardar rebaño propio
en su terrazgo no siempre le resultaba posible a causa del jus faldae del señor – el derecho de
éste a exigir que los rebaños de toda la corte se guardaran en su dominio propio -. De todas
maneras, los incentivos de progreso eran escasos o nulos. Como escribió un especialista en el
medioevo europeo: “todo mejoramiento del suelo no era más que un pretexto para una nueva
exacción” y el señor, que era “un mero parásito... desalentaba iniciativas y secaba toda energía
en sus fuentes al arrebatar al villano [campesino] una parte exorbitante de los frutos de su
esfuerzo, con lo que el trabajo era a medias estéril.” (...)

“Al mismo tiempo, las crecientes necesidades de renta de la clase feudal dominante exigían
una redoblada presión y nuevas exacciones a costa de los productores. En primer lugar, hubo
una tendencia (que parece haber sido más fuerte en el continente europeo que en Inglaterra)
a multiplicar el número de vasallos... Esto, combinado con el crecimiento natural de las
familias nobles y con un aumento de sus séquitos, abultó el tamaño de la clase parasitaria que
debía ser mantenida con el trabajo excedente de la población servil. A esto se agregaban los
efectos y el bandidaje que, casi podría decirse, eran parte integrante del orden feudal, y que
abultaban los gastos de las casas feudales y de la Corona al par que dejaban yermas y
devastadas las tierras. Mientras la exacción y el pillaje debilitan las fuerzas productivas, eran
aumentadas las exigencias que el productor debía satisfacer”.

Ruggiero Romano, Hispanic American Historical Review, 64 (1) 1984, 121-134. Duke University
Press
(…) “Creo, por el contrario, que la economía feudal puede definirse mucho mejor por aquello
que no es. Y ésta no es: a) una economía pura (o esencialmente) monetaria; b) una economía
con un mercado interno de gran escala; c) una economía con libertad de entrada y salida del
mercado laboral; d) una economía con libertad para acceder a y retirase del mercado de
bienes.
Si tuviese que resumir esas cuatro limitaciones, yo diría-esta vez en sentido afirmativo-que una
economía feudal es esencialmente una economía natural. Cuando digo esencialmente quiero
significar que, para la mayoría de los casos, ésta existe en un sistema de intercambio natural,
tanto en el mercado de bienes como en el mercado de trabajo. Y esto no es contradictorio con
la existencia de un mercado internacional. Basta con tener un conocimiento mínimo de la
historia económica de la Alta Edad Media para saber que el feudalismo no es contradictorio
con el comercio a larga distancia; huelga decir que los datos sobre el comercio a larga distancia
se remontan al Calcolítico. Estas consideraciones autorizan a hacer un juicio mucho más
amplio. Por mucho tiempo los especialistas-desde Sombart hasta Pirenne y Sapori (por
nombrar sólo a tres de cien)-han tenido un interés demasiado focalizado en el comercio
internacional y en su instrumento básico, la moneda. Todo iba bien si las mercancías y la
moneda circulaban. Si no, nos sumergíamos en las tinieblas del feudalismo. Pero se olvidaba
(como todavía hoy se olvida en el contexto americano) que una ciudad como Venecia o un
centro comercial como Nóvgorod no tienen la fuerza suficiente para conferir carácter
capitalista a toda una región económica-y que, en todo caso, estaríamos en presencia de un
capitalismo de tipo usurario o mercantil.
En síntesis, el problema fundamental sigue estribando en la producción y en los medios de
producción, en tanto que la distribución constituye un problema secundario, incluso, tal vez,
un epifenómeno.
(…) ¿En qué sentido es posible hablar de feudalismo en el contexto americano? Y sobre todo,
¿dónde y cómo podemos hallarlo? Creo que un punto de partida útil sería el análisis de las
características que revestía la propiedad.
Inicialmente pensamos sobre todo en las mercedes de tierras del mundo hispanoamericano y
en las sesmarias del mundo lusoamericano.1 ¿Qué significan esos términos? Se trata de
concesiones de áreas más o menos grandes de tierras a personas que se han distinguido
particularmente en la conquista de América. Pero la conquista nunca termina: ésta se prolonga
hasta nuestros días.2 Esta tierra no tenía valor, en tanto no hubiese trabajo disponible. De esta
manera, aparecían en escena las encomiendas de indios3 y la esclavitud. La esclavitud era un
concepto claro. Las Encomiendas eran una suerte de concesiones de trabajadores asignados
(encomendados) a un conquistador, quien tenía la obligación de civilizarlos (por ejemplo,
ocuparse de su evangelización). Por su parte, los encomendados debían proporcionar trabajo
obligatorio al encomendero.
Las mercedes y las encomiendas ya parecen tener suficientes rasgos feudales para caracterizar
la economía del siglo dieciséis. Bien sé que me observarán (de hecho, ya lo hicieron) que las
concesiones de tierras y hombres propias del feudalismo clásico siempre iban acompañadas de
la obligación por parte del feudatario de prestar un amplio escalafón de servicios
(especialmente en tiempos de guerra). Estas obligaciones no se manifiestan en el ámbito
americano. … De hecho, donde existía un estado crónico de guerra (como, por ejemplo, en el
sur de Chile) las concesiones de encomiendas tomaron en cuenta el servicio militar.
Es seguro que las mercedes de tierras, si bien no desaparecieron por completo, fueron
perdiendo importancia a lo largo del siglo dieciséis. También las encomiendas de indios
perderían relevancia económica. Por consiguiente, es necesario tratar de entender los sentidos
que asumían la adquisición de tierra y el asegurarse la fuerza de trabajo. En lo que respecta a
la tierra, la norma era la ocupación ilegal, en sus formas más variadas y sutiles. Los numerosos
intentos del Estado español para poner orden en este proceso, o de restaurarlo, fracasaron
siempre. Bien sabemos que las composiciones de tierras nunca concluyeron.4 Y la ocupación de
tierras, disfrazada de mil maneras, continuará hasta nuestros días.5
En lo que se refiere al trabajo, la situación no cambió demasiado. Repito: la encomienda se
debilitará (de diversas maneras y según la región). Pero otras instituciones persistirían, por
ejemplo, la mita. También aparecerán formas nuevas, como el peonaje, el yanaconazgo y el

1
La bibliografía es muy extensa; véase A. Tanodi, M. Fajardo y M. Dávila, Libro de mercedes de Córdoba
de 1573 a 1600 (Córdoba, Arg., 1958); C. Freire A. Fonseca, “Sesmarias no Brasil”, en Dicionário de
História de Portugal (n. p., n. d.). Véase también la impresionante obra de C. Freire y A. Fonseca:
Economía natural e colonizacao do Brasil: estudo das doacoes de sesmarias de Pernambuco, 1534-
1843”, (Tesis de Maestría, Universidad de Río de Janeiro, 1974).
2
Véase Alfred Metraux, L´Ile de Paques (París, 1965), pp. 65-68.
3
Una obra clásica sobre el tema es la de Silvio Zavala, La encomienda indiana (Ciudad de México, 1973),
2° ed.
4
Germán Colmenares, Cali: Terratenientes, mineros y comerciantes (Cali, 1975), pp. 43-49.
5
Ricardo Donoso y Fanor Velasco, La propiedad austral (Santiago, Chile, 1970).
inquilinaje. Pero ¿En qué consistían esas formas “nuevas” de trabajo “libre”? (tal como, con
ligereza, han sido definidas).
El inquilino y el yanacona eran personas que, a cambio del uso de una parcela de tierra,
entregaban al señor tres, cuatro o cinco días de trabajo a la semana.
Peones: por cierto, se trataba de trabajadores nominalmente libres remunerados en dinero.
Pero detenerse en las denominaciones es algo que el historiador no hace o no debería hacer.
En los hechos, los peones no eran libres: una vez que han caído bajo la dependencia de un
señor, rara vez escapaban. El sistema que generaba su dependencia era bien simple y se
basaba en el endeudamiento. El señor (que podía ser un encomendero, el dueño de una mina,
un convento, un sacerdote o un militar) pagaba salarios por adelantado. El peón se obligaba a
comprar al señor (o, más exactamente, a adquirir de éste) ropas, alimentos y alcohol. El
endeudamiento era crónico y se transmitía de padres a hijos.”

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