universales sensibles, puede tener, y de hecho tiene ideas
singulares sensibles, o sea, de un contenido singular sensible, exactamente como el sentido. Es decir, el entendimiento humano puede conocer las mismas cosas singulares sensibles que el sentido común, y con la misma claridad.
Un problema de importantes consecuencias sistemáticas, es el problema de cómo conoce el entendimiento humano al singular sensible. Dos opiniones célebres han tratado de dar una solución a este problema. Una es la Tomista, que afirma que el entendimiento humano conoce las cosas singulares sensibles indirectamente, por cierta reflexión o conversión sobre la imagen sensible, después de conocer la misma cosa en universal.
La otra opinión es la del P. Suárez y su escuela, que dice que el entendimiento humano conoce directamente el singular sensible, y por consiguiente antes que el universal, el cual lo obtiene del singular por abstracción psicológica.
La diferencia entre la idea singular y la sensación no está, como acabamos de decir, en el contenido de ambos conocimientos, que es exactamente igual en la idea o conocimiento intelectivo, que en la sensación o conocimiento sensitivo, por ser ambos de un objeto singular sensible. La diferencia está en el mismo acto o actividad cognoscitiva, pues la idea es una actividad inorgánica, y la sensación es una actividad orgánica.
La actividad característica y específica del entendimiento humano no son las ideas singulares, sino las ideas universales abstractas, y la actividad judicativa y discursiva principalmente. Por esta actividad abstractiva, judicativa y discursiva, hemos venido en conocimiento de su existencia en nosotros, como facultad especificativa e inorgánica.
El origen de las ideas.
El gravísimo problema del origen de las ideas, es una de los que más han interesado a la Filosofía de todos los tiempos, y cuyas soluciones han marcado fundamentalmente los diversos derroteros por donde ha seguido el pensamiento filosófico de las diversas escuelas. Estas soluciones se pueden agrupar principalmente en cuatro clases, que son: El innatismo, el Ontologismo, el tradicionalismo y el empirismo aristotélico, pues o afirman que las ideas las tenemos a priori (innatismo), o a posteriori (empirismo), o siguen una vía media, que no es ni innatismo, ni empirismo, sino que las ideas las adquirimos por visión directa e inmediata de Dios (Ontologismo), o por transmisión oral de Dios (tradicionalismo).