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La Glotoneria Lanza Del Vasto
La Glotoneria Lanza Del Vasto
LA GLOTONERÍA
El hombre que quiere alcanzar el dominio del cuerpo, sin el cual no hay
liberación, paz ni salud posibles, debe cuidarse de seis demonios e impedirles
que hagan nido en sus órganos; sobre todo, en el corazón y la cabeza.
1. La glotonería
La especie más baja está representada por el goloso, cuyo castigo natural y
cómico es la indigestión. Pero también otros desórdenes provienen de ella e
incluso la mayor parte de las enfermedades; un proverbio dice con horrible
exactitud: <El hombre se cava la tumba con los dientes>. Este demonio,
empero, antes de matarla, juega con su víctima, la envilece, la desfigura y se
mofa de ella. Convierte su vientre en una hinchazón, un tumor, un chancro;
pero chancro querido y podredumbre placentera; le endilga un enorme paquete
que debe cargar a todas partes como un tesoro; un tesoro de inmundicias, su
cuerpo; se le sube a la cara y la convierte en la de un cerdo. Le apaga la
mirada, le pone la lengua estropajosa y a veces, para hacerle una broma, lo
castra. En lugar de sostener sus fuerzas, las tripas lo atraen hacia ellas y lo
estrangulan entre sus nudos. El corazón, sorbido desde abajo, se vacía; el
intelecto se embota y se confunde; los sentimientos generosos se encogen, el
espíritu se ahoga con un gluglú.
Que esta terrible verdad nos corrija cuando nos sintamos tentados a perder la
moderación.
Es ante todo una comunión con las fuerzas de la tierra, tras el sacrificio de los
vivos que las han llevado hasta nosotros; seres inferiores, sí, pero como
nosotros, criaturas de Dios; y ciertamente, su vida y su muerte no tenían como
fin nuestro placer. Si de ellos sacamos fuerzas, son para servir a Dios; y si
tomamos sin dar nada a cambio, somos rapaces y ladrones. Es lo que dice una
estrofa de la Guitá: <El que come sin dar gracias, come alimento robado>. Es
menester prepararse para esta ceremonia lavándose, peinándose,
acicalándose lo mejor que se pueda. Es menester mantenerse derecho al
sentarse a la mesa, servirse con discreción y mantener un cierto recogimiento.
La sabiduría exige que lo que se haga, se haga bien. Conviene ayunar bien
cuando se ayuna y cuando se come, comer bien.
Hay una arte del buen comer que nada tiene que ver con la <gastronomía>.
Buen comer significa ingerir alimentos que fortalecen y refrescan, que dejan la
cabeza despejada, que no molestan, no excitan, no arden, no pesan. Significa
ingerir los frutos de la tierra donde se está, en el momento en que la naturaleza
los ofrece. Significa dejar transcurrir el menor tiempo posible entre la tierra y la
boca. Significa poner en su preparación lo menos de artificio que se pueda:
servirlos crudos o cocinarlos a fuego lento. Significa pedir el sustento ante todo
al pan moreno de la tierra, a la sal gris del mar, al aceite de oliva y a las mieles
solares.
La voluntad con la que se corta y reduce uno de los deseos más hondos,
oscuros y tenaces de la carne, se distingue de todo otro deseo y de todo lo que
proviene de la carne: es necesariamente una pura voluntad, una potencia que
viene de lo alto.
Aconsejo firmemente a todos los amigos del Arca que dediquen al ayuno
completo un día por semana, sin tomar más que agua y sin interrumpir sus
tareas cotidianas. Puede que las primeras veces experimenten alguna
debilidad y algunos mareos, pero se reirán de ellos; y pronto sabrán que esta
purificación periódica es tan salubre como saludable (en el arca, los niños de
seis años ayunan a veces por propia voluntad y lo hacen muy alegremente).