Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Hechos 18:9
Nos pasamos la vida cristiana esperando que Dios nos ministre, esperando que Dios
conteste nuestras mas anheladas peticiones, que Él haga grandes cosas en nuestra vida,
familia, trabajo y Ministerio, pero ¿Cuántos de nosotros estamos trabajando para
expandir el Reino de los Cielos?
A veces por estar tan acostumbrado a una rutina o a una religiosidad nos olvidamos que
uno de nuestros objetivos acá en la Tierra es Predicar el Evangelio, hablar a las personas
de Cristo, contarles lo que Él ha hecho en tu vida y lo mucho que puede hacer en las
vidas que lo reconocen con fuente de vida.
Tenemos tantas personas por alcanzar, que seria ridículo decir que todas las personas
que conoces ya son cristianas. Hay tanta gente que necesita de Cristo, que necesita
escuchar unas palabras de aliento y nosotros perdemos en el tiempo en situaciones nada
provechosas.
¿Será que no estamos enamorados de Dios?, si, porque cuando uno esta enamorado de
una personas, se la pasa hablando de ella, con nuestros amigos, con nuestros familiares
y con las personas que tenemos la confianza de contarle nuestra vida, ¿Por qué no hacer
lo mismo con Cristo?
Una forma de agradecer lo hermoso que Dios ha sido con nosotros, es hablándoles a las
personas de ese amor y cuidado tan maravilloso que Él ha tenido sobre nosotros. Si
realmente estas plenamente agradecido con Dios hablaras de Él, contaras sus maravillas,
anunciaras de su amor y perdón, así como también de la oportunidad que Él da a todos
aquellos que acepten ese llamado.
Es importante que vivamos conforme a la voluntad de Dios, para que nuestras palabras
respaldadas con nuestro testimonio sea un arma poderosa frente a las cadenas que
Satanás ha puesto a muchas personas para que no se acerquen a Cristo.
Seamos un trampolín para que las personas se acerquen a Cristo, mas no seamos un
obstáculo o una piedra de tropiezo, hablémosles a las personas de Cristo, pero antes
también vivamos una vida en Cristo, agradable a Él y con la cual el enemigo no tenga
nada de que avergonzarnos.