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VIDA COTIDIANA

DOCENTE: MARISA RUIZ

ESTUDIANTE: EUGENIO ALICIA MARIELA

AÑO: 2020

Actividad n°1
1) Resuma con tus palabras el teórico sobre la historia del instrumento para ver la
psicología Social.

2) ¿Por qué es necesaria la historia para la Psicología Social?

3) En este Capitalismo tardío que estamos insertos ¿ Es necesario ampliar nuestro ECRO?
¿PARA QUÉ?

4)El problema del otro: En la pintura nos muestra muchas interpretaciones. ¿Cuáles son las
tuyas?

5) ¿cuáles fueron las consecuencias de la conquista para los pueblos indígenas y para los
europeos?

6°) Nuestros libros de historia nos han formado con una mirada lineal sobre el
descubrimiento de américa y Cristóbal Colón. ¿Hay otras verdades o certezas, hay otra
doble cara sobre esta conquista? Cuéntame

DESARROLLO:

1)- La historia es fundamental para la psicología social porque la historia


recorre el accionar del ser humano, ese accionar lo va construyendo
socialmente hasta que desde la psicología social se lo puede estudiar el
aquí y el ahora, que el objeto del estudio de la psicología social depende
de la historicidad del ser humano del hombre en situación.
2)- La historia es una forma de memoria colectiva, la transmisión de
saberes, relaciones internas y vínculos externos, que caracterizan e
identifican. Mediante la narración la historia fija para la posteridad la
trama sobre la que se constituyen las interacciones y l0s valores
sociales, se devanan los hilos que permiten tejer la dialéctica de la
realidad, de la continuidad y el cambio de la historia no solo es una
necesidad inherente a la construcción de la subjetividad individual y
grupal, sino que permite la comprensión de la realidad presente y la
proyección de la futura, inaugura el espacio de la objetividad y hace
posible que cada generación pueda operar según sus propios dictados

Psicología social ha dispuesto de una historia propia, singular, autónoma


e independiente desde el mismo momento la de su gestación; de una
historia, naturalmente temática, que discurre al margen de las
corrientes de pensamiento que han dado sentido a las Ciencias sociales.
El interés por el devenir histórico de la disciplina nos ayuda
sobremanera a corregir esta suerte de presentismo endogámico
enmarcando la evolución de los intereses teóricos. En el fondo no es
sino una ratificación de que la Psicología social como disciplina científica
es el resultado de una serie de prácticas sociales perfectamente acordes
con los signos de cada uno de los momentos y situaciones históricas de
una determinada sociedad. Psicología social nos concede para registrar
en la memoria.

3) _ La vida cotidiana, la vida de todos los días, nos plantea situaciones


constantes de incorporación de cosas nuevas. Se trata de estar
mínimamente adaptados a los cambios que plantea el mundo y que se
manifiestan en la sociedad.

Aprender, no se deja de aprender en ningún momento de nuestra


existencia, desde el mismo instante del nacimiento hasta el último
momento de la vida. Todo el tiempo el mundo externo y las condiciones
internas nos imponen estar adaptándonos a nuevos desafíos e ir
cambiando los rumbos, no solamente situaciones nuevas sino además
las cosas que a uno le pasan cotidianamente. Que por ahí uno no se da
cuenta por qué acontecen. Es importante también poder aprenderlas, no
solamente para conocerse sino además para ver cómo uno funciona en
el mundo.
También está la posibilidad de ampliar nuestra conciencia en términos
de poder aprender más acerca de nuestros propios comportamientos,
nuestra propia conducta, aquellas zonas que en algún punto
permanecen desconocidas para nosotros y que también es motivo de
aprendizaje. Poder preguntarnos por qué hacemos las cosas que
hacemos, por qué pensamos las cosas que pensamos, por qué nos
asaltan determinados sentimientos. Todo esto es aprendizaje.

Aprendizaje significa una posición vital del sujeto frente a sus


condiciones concretas de existencia (el momento en que está, el
contexto que lo rodea, el medio en que está incluido y todas las
exigencias que se le van presentando). Las condiciones concretas de
existencia es aquello que tiene que ver con cómo transitamos nuestra
vida cotidiana.

El aprendizaje es una construcción social, algo cultural, una producción


del hombre, en el sentido que los pueblos, las sociedades, producen
conocimientos, cosas nuevas, creaciones, inventos.

Cuando digo construcción me refiero a que el objeto, aquello que uno va


a aprender, es un objeto que puede manipularse, moldearse, que puede
ser de alguna manera conocido, penetrado.

4)- El “descubrimiento” en esta imagen sugiere el despertar de una


América adormecida. Las figuras centrales del grabado son el
“descubridor” y lo “descubierto”. Las naves parecen traer el curso de la
historia que encuentra una naturaleza abandonada y representada por
extrañas bestias. La figura de Vespucio encarna una Europa masculina y
cubierta, en sus manos lleva una cruz y un astrolabio, la religión y la
ciencia; por su parte, “América” está representada por una mujer
desnuda que sobre una hamaca espera y da la bienvenida al curioso
conquistador.
La idea central del grabado está en el encuentro y la contraposición
entre la cultura y la naturaleza, entre Europa y América. Las poderosas
naves en la costa contrastan con lo que podría ser un rudimentario remo
que reposa sobre el árbol.
El conocimiento y la técnica se encuentran con un mundo cuyo principal
distintivo es la ausencia de cultura y civilización. En la escena del fondo
podemos apreciar una comilona de carne humana. La antropofagia es un
lugar común en las representaciones de los nativos americanos que
exalta su estado de barbarie y por lo tanto el imperioso llamado a la
civilización y al cristianismo
Los animales que allí aparecen, un oso perezoso y un tapir, son señales
de letargo y monstruosidad, de una naturaleza errante, dispersa y
carente de orden. Todos estos motivos parecen con menos claridad y
centralismo que los elementos que representan al descubridor y sus
instrumentos —el astrolabio, la espada, la bandera, la cruz, la
carabela—. Vespucio trae los elementos para despertar a América, para
cubrirla, nombrarla y domesticarla. La riqueza y novedad de la flora y la
fauna son ya un elemento emblemático del Nuevo Mundo.

5)-_ Las consecuencias que destacan por su importancia en la Conquista


de América son:

 Desaparición de los sistemas políticos y organizativos de los pueblos


indígenas (aunque en cada región ocurrió en momentos diferentes).
 Desaparición de numerosas lenguas autóctonas y la casi extinción de
otras. Las lenguas indígenas pasaron a un segundo plano.
 Inferiorización, desprecio y estigmatización de las culturas
originarias, por lo que entre muchos intelectuales europeos se
consolida en eurocentrismo.
 Subordinación de los pueblos originarios: los colonizadores españoles
atribuyeron a los indígenas la categoría de "encomendados"
 La esclavitud y el trabajo forzado: existían pueblos aborígenes que
practicaban la esclavitud y los conquistadores la establecieron de la
misma de manera.
 Sin embargo, algunas culturas del Nuevo Mundo conservaron la
propia identidad y aumentaron el número de habitantes mientras que
otras desaparecieron debido a enfermedades infecciosas, llevadas
por los europeos y por las que los indígenas carecían de defensas.

6)- Colón no descubrió América, fue un mero instrumento para una bien
orquestada campaña de imagen de los Reyes Católicos, uno de cuyos
cónyuges se negaba a pasar a la posteridad únicamente por el recuerdo
de sus sudoraciones. América, como resulta notorio para cualquier
mente clara o al menos dotada de cierta calma, se descubrió a sí
misma. Como es lógico, los americanos previos al mestizaje tenían un
perfecto conocimiento de su territorio, un auto abastecimiento muy
conveniente y unas relaciones entre sus pueblos que se situaban en los
límites justos de lo civilizado. Precisaban de pocas cosas, pero tenían -
como tuvo España recientemente, sin ir más lejos- síntomas graves de
aislamiento. Por alguna razón pensaron que esta punta de Europa podría
servirles de puente para difundir su existencia en un continente distinto
y supuestamente más viejo.

Una delegación de indios americanos, a bordo de barcazas similares a


las que luego se dibujaron como propias de Cristóbal Colón, hizo el viaje
desde una pequeña isla cuyo nombre no me consta y llegó por Lisboa,
acaso presumiendo que esa entrada, dotada de un puente excepcional,
sería con el tiempo la más bella de la península Ibérica. La recepción en
palacio fue distante pero escrupulosa. Los Reyes Católicos sabían a qué
venían los indios, a pesar del secreto con el que se había rodeado
aquella misión diplomática, y los indios sabían muy bien por qué pisaban
este suelo. Precisaban técnicas de cultivo), profesores que fueran
capaces de trasladarles conocimientos propios de una cultura distinta, y
sobre todo querían darse a conocer. "¿Cómo habéis llegado?", les
preguntó ingenuamente la reina católica, ignorando, o simulando
ignorar, que los indios fueron siempre unos excelentes cartógrafos,
como ha ilustrado muy bien, posteriormente, el cine norteamericano,
que en esto al menos les ha hecho justicia. Y como cartógrafos
excelentes que eran tenían bien dibujada la composición del mundo, que
entonces seguía siendo una línea recta.

Aquellos indios, que tenían cierto aspecto de japoneses, fascinaron a los


reyes y dejaron muy buena impresión en la corte. No eran ufanos.
Mantenían bien las distancias con los demás y resultaban -muy claros a
la hora de exponer sus propósitos. Fernando el Católico les prometió el
oro y el moro, pero Isabel estuvo mucho más prudente y más distante,
circunstancia que acaso agradecieron aquellos pulcros indios
americanos, tan bien dotados del sentido del olfato.

Cuando los indios abandonaron el lugar de la recepción, Isabel le explicó


a su compañero de reinado las razones de su reticencia. "No podemos
hacer evidente la impresión que nos da saber que hay otro continente. A
esto le tenemos que sacar buena renta, Fernando".

El plan era sencillo y su estructura debía permanecer ignorada por los


indios. Se trataba de simular el desconocimiento absoluto de aquel
nuevo continente del que había llegado aquella misteriosa delegación e
inventar un viaje que el mundo conocería luego como la gesta del
Descubrimiento.

Pocos navegantes podían prestarse a una simulación de ese carácter,


porque el orgullo de los marinos se sustenta en los viajes y no en la
simulación de los mismos. Pero había un pintoresco navegante en
Génova, un alcohólico empedernido dotado de una extraordinaria
imaginación y carente por completo de razones para llamarse marino
porque jamás había hecho un solo viaje. De marino tenía ese personaje
los mismos atributos que el más actual showman Javier Gurruchaga:
una gorra de cuero y una chaqueta raída y forrada de seda de las Indias
orientales. Pero nada más. Un personaje de la corte española, un ser
conocido entonces por vicios que luego fueron famosos, tenía una
excelente relación con aquel vagabundo supuestamente marinero
porque se lo solía encontrar los viernes por la tarde en el mercado del
cuero de Génova. El vagabundo, que lógicamente era Cristóbal Colón,
era un apasionado de los cinturones de cuero con gruesas hebillas, el
soporte que precisaba para dotarse a sí mismo del aire del castigador
que viniera, en efecto, de triunfar en un largo viaje oceánico. Conocedor
de esa pasión, el cortesano español premiaba a Colón habitualmente
con regalos que le dieran esta satisfacción, y los dos tenían una buena
relación porque ambos compartían fantasías que jamás iban a
cumplirse.

El cortesano tenía buenos contactos en Madrid, y una vez escuchó que


sus soberanos buscaban un navegante que estuviera dispuesto a
simular un viaje. "Cristóbal", le dijo al vagabundo un viernes por la
tarde en el mercado de Génova, "¿estarías dispuesto a ponerle tu firma
a un viaje que jamás se va a hacer?". .¿Y qué me dan a cambio por esa
inmoralidad?". "Lo que tú quieras, Cristóbal. ¿Tú qué quieres que te
den?". "Un viaje a Valladolid. La pasión de mi vida, aparte de los
cinturones". Para Colón, aquel era el precio justo, y los Reyes Católicos
no lo consideraron descabellado.

Así que desde la Corte madrileña se buscaron buenos cartógrafos y


excelentes calígrafos que inventaran para Cristóbal Colón el viaje más
extraordinario que jamás hiciera un navegante. Fueron cuidados todos
los detalles y sobornados todos los que debían aparecer como testigos
de que aquella farsa que se produjo en la realidad, incluido Rodrigo de
Triana, un chico de voz aflautada que nadie hubiera identificado jamás
con aquel mocetón que según la leyenda gritó tierra cuando se hizo
efectivo el llamado Descubrimiento.

A todas éstas, Colón había establecido relaciones con una prostituta


desdentada que -esto sí se corresponde con la leyenda posterior- se
llamaba Beatrice di Bobadella. A pesar de que la edad le había dejado la
boca huérfana, mantenía otros encantos y sobre todo proporcionaba
dinero a la unión, porque los amantes no la dejaban desprovista, sino
que actuaban por el reflejo de la generosidad retroactiva, tan propia de
los sentimientos. Ambos se fabricaron la fantasía vallisoletana y los dos
le reclamaron al cortesano español el precio justo por aquel viaje cuya
firma supuesta había colocado el navegante vagabundo. "Que hagan el
viaje", dijeron desde Madrid. El barco estaba listo y la pareja se dispuso
a emprender aquella excursión. Colón tenía un horror inenarrable frente
al mar, y como hacen hoy los aprensivos que tienen miedo a volar
decidió con su compañera calmar con vino la inquietud que le producía
meterse en un cascarón. Bebieron tanto que se durmieron sobre el
mostrador de la cantina y el barco partió sin ellos. A la altura de
Mallorca -según supieron después-, aquel barco zozobró, y Beatrice le
explicó a Colón: "¿Ves, Cristóbal? El alcohol tiene mucha intuición".

Así que Colón se quedó ya para siempre en Génova, abandonado de


Beatrice y rodeado de cinturones de cuero con los que pretendía simular
una grandeza de la que siempre estuvo desprovisto.

EUGENIO.

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