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Unidad 1 / Escenario 1

Lectura fundamental

Introducción a la Escuela de
Palo Alto

Contenido

1 El origen de la Escuela de Palo Alto

2 La interacción humana

3 Autores de la Escuela de Palo Alto

4 Interacción y significación

5 Significación y contexto

Palabras clave: Palo Alto, interacción, comunicación, significación, contexto.


1. El origen de la Escuela de Palo Alto
El estudio de la comunicación fue un punto de partida para diferentes propuestas teóricas
que intentaron dar explicación, en mayor o menor medida, a la manera en la que el fenómeno
comunicativo tenía lugar entre los seres humanos. Para ello, se valieron de diferentes perspectivas,
como las matemáticas, la antropología, la filosofía o la sociología.

Múltiples explicaciones al fenómeno de la comunicación se han aportado desde entonces, y


dependiendo de su enfoque, han sido validadas o pasadas a revisión constante. Sin embargo, es
posible afirmar que el estudio de un modelo específico de la comunicación no está completado, ya
que en dicho proceso comunicativo intervienen múltiples factores, que hacen que la comunicación
sea un hecho dinámico, cambiante y en constante evolución.

Existe, no obstante, un componente vital que se sucede dentro de la comunicación humana, que
no puede ser pasado por alto: la comunicación se establece entre personas, independientemente
del medio que se elija para su establecimiento. El factor humano en la comunicación hace que
cobre importancia el estudio que se realizó en la segunda mitad del siglo XX por parte de quienes
conformarían la Escuela de Palo Alto, en California, EE. UU.

Las diferentes teorías propuestas por la Escuela de Palo Alto no nacen de un interés específico por
estudiar el ámbito comunicativo en el hombre. Esta escuela surge como un combinado de teorías,
propuestas por diferentes teóricos, desde diferentes especialidades teóricas, que finalmente
convergieron en un estudio concreto del comportamiento humano, desde el punto de vista de las
enfermedades mentales.

Algunos teóricos como Gregory Bateson establecieron que, en un adecuado tratamiento


terapéutico (en psicoterapia), es fundamental entender las diferentes interacciones y la
comunicación que se logre establecer entre el paciente y su entorno, así como con su terapeuta.
(Witzeale & García, 1994)

Por tanto, adquiere una importancia inusitada hasta el momento el término de interacción. Para
estos investigadores, la interacción ocupa un lugar importante dentro de las relaciones humanas,
interviniendo en la construcción de cultura (como se verá más adelante), así como en las diferentes
prácticas comunicativas que se suceden al interior de la misma.

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La Escuela de Palo Alto no es en sí un lugar físico. Paul Watzlawick, en diferentes ocasiones, afirmaba
que la agrupación de Palo Alto no existía; y es cierto, hasta un punto. Los diferentes estudios
abordados al comportamiento humano, la conducta y sus repercusiones en la vida diaria, surgen
al interior de un grupo de investigación: el Mental Research Institute (MRI), instituto que busca
encontrar soluciones a diferentes problemáticas de salud mental desde una perspectiva sistémica,
teniendo en cuenta el entorno familiar, y las diversas interacciones que allí se producen.

¿Sabía qué...?

Esta escuela surge como un combinado de teorías, propuestas por diferentes teóricos, desde
diferentes especialidades teóricas, que finalmente convergieron en un estudio concreto del
comportamiento humano, desde el punto de vista de las enfermedades mentales.

El MRI es fundado por Don Jackson (psiquiatra) en 1959, y a quien se une Paul Watzlawick en 1962, y
lo que ellos pretenden es ahondar en la problemática de la esquizofrenia, así como de algunas
patologías relacionadas con la comunicación (Alsina, 2001). A raíz de esto, se planteó una teoría
comunicativa interpersonal, que fue bastante controvertida durante las décadas de los 60’s y los 70’s.

2. La interacción humana
¿Cómo entender la interacción humana? Se sabe que los humanos son seres capaces de comunicarse
con otros seres y con su entorno por medio de herramientas precisas como el lenguaje. Sin
embargo, los medios de comunicación son tan variados como la propia mentalidad humana: existen
formas no verbales de comunicación, que han sido eje transversal en la evolución. Estos modos de
comunicación hacen referencia a los diferentes gestos que el hombre ha dotado de significado, así
como de las múltiples formas lingüísticas no verbales, como las propias de los lenguajes de señas y de
la corporalidad.

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Sea el método que se elija o que se necesite en cada caso para llevar a cabo el proceso comunicativo,
se entiende que existen, al menos, dos individuos involucrados en el. Para entender la forma en la cual
se produce esta ‘interacción’ es importante recalcar la manera en la cual se presenta la necesidad de
establecer una comunicación humana.

Como primera medida, se debe entender que los seres humanos, en su constante desarrollo evolutivo,
alcanzaron unos niveles de intelecto que les permitieron relacionarse con su entorno. En este nivel,
el ser humano comprendió que aquello que le rodeaba, servía para algo, y que podía ser susceptible
de ser utilizado o modificado. Pero para poder llegar a hacerlo, a nivel mental, debía establecer unas
etapas específicas que le permitieran establecer el elemento a utilizar y su posterior función.
De esta manera, a un objeto A, se le podía dar un uso B, o C (Eco, 2000). A través de un proceso
más o menos parecido, el ser humano le fue dando forma al mundo, así como una posterior asignación
mental y sintagmática, es decir, le asignó nombres al mundo y a todo aquello que lo rodeaba.

Sin embargo, este proceso, por sí solo, no es suficiente, pues cada hombre no puede usar su propio
lenguaje. Es aquí donde se presenta uno de los elementos fundamentales de la comunicación:
la socialización. Cada grupo o asentamiento humano debe tener más o menos claro que deben
compartir un mismo modo de nombrar al mundo que los rodea, de manera que puedan expresarse
con claridad y establecer modos de vida. Este proceso de socialización establece unas normas que
deben ser aceptadas, y que pueden ser transmitidas de generación en generación.

En este aspecto, las pautas de comportamiento se asumen como propias de la vida en común, y se
establecen normativas acerca de aquello que es lícito hacer en comunidad y aquello que no. Estas
pautas de comportamiento hacen referencia a las diferentes interacciones que tienen lugar en la
cotidianidad del hombre, y que se cristaliza a través de la comunicación.

Sin embargo, la concepción de mundo es diferente para cada uno de nosotros, teniendo en cuenta
las diferentes experiencias vividas, por lo que cada uno da una forma diferente al mundo, a pesar de
nombrarlo de manera idéntica a los demás. Estas experiencias forman parte del contexto personal
formado a partir de las vivencias, los gustos, las preferencias, además de elementos externos como el
lugar donde vive, su nivel académico, etc.

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¿Sabía qué...?

Cada grupo o asentamiento humano debe tener más o menos claro que deben compartir
un mismo modo de nombrar al mundo que los rodea, de manera que puedan expresarse
con claridad y establecer modos de vida.

Este marco contextual puede llamarse ‘subjetividad’ y es la forma específica en la que cada individuo
vive su vida. Diariamente, a través de la interacción con otros sujetos, vamos intercambiando
estas formas de ver y de entender el mundo. A este tipo de interacción, se le llama ‘intercambio
de subjetividades’, y es un proceso constante, que se va desarrollando a través del intercambio
comunicativo con los demás.

De esta manera, se puede afirmar que la sociedad, tal y como la conocemos actualmente, es el
resultado de una construcción de tipo colectivo, en la que los individuos establecen las formas
‘correctas’ de vivir, aquello que debe ser aceptado como bueno o malo, y las costumbres propias
de cada asentamiento humano. Esta construcción de sociedad, por tanto, es una de tipo ‘social’,
elaborada por todos, y de igual forma, asumida como real por todos.

3. Autores de la Escuela de Palo Alto


Gregory Bateson: precursor de la Escuela, se interesó desde muy joven por los estudios humanos,
centrándose en la antropología. Fue el pionero en el estudio de las interacciones humanas como
forma de entender algunos trastornos mentales, y propuso algunas teorías específicas para su estudio.
Así, se logran articular elementos específicos como ‘cibernética’, ‘matemática de la comunicación’,
además de otras como control, regulación y retroalimentación (Roiz, 1988).

Don Jackson: se encargó de estudiar a la familia como un sistema, una ‘totalidad’ que afecta el
comportamiento del individuo. Los estudios en este campo apuntan a las diferentes interacciones
que el individuo tiene en un determinado contexto, así como las diferentes acciones que sus allegados
realizan para modificar alguna conducta que pueda estar en conflicto con la manera ‘adecuada’ de
comportamiento que se espera de él.

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Paul Watzlawick: se encargó de estudiar el comportamiento humano desde el punto de vista de la
conducta, así como las repercusiones que tiene dentro de la manera en la que nos comunicamos. Para
Watzlawick, existen 5 aproximaciones a la manera en la que los seres humanos interactuamos entre
nosotros. A estas aproximaciones les dio el nombre de Axiomas de la comunicación (Watzlawick,
Beavin Bavelas, & Jackson, 1991). Estos axiomas pretenden encajar en unas premisas básicas, toda
forma de interacción humana, incluso aquella que se piensa que está orientada a evitarla. De esta
manera, se establece que el hombre es un ser que se encuentra en permanente comunicación con
otros, de manera consciente o inconsciente.

4. Comunicación e interacción
Para entender la forma en la que el hombre interactúa entre sí, es importante hacer una relación
entre la comunicación y las formas de interacción humana. La comunicación, entendida como ese
proceso de intercambio de información entre los seres humanos, fue objeto de estudio desde la
primera mitad del siglo XX. A pesar de ser un proceso humano fundamental, la comunicación siempre
había sido observada y analizada desde diferentes perspectivas académicas. En la década de los 40’s,
la comunicación pasa por un serio debate académico, al intentar dársele una óptica de ciencia (Rizo,
La comunicación ¿Ciencia u objeto de estudio? Apuntes para el debate, 2009).

La primera aproximación ‘científica’ a los procesos comunicativos humanos, se desarrollaron en la


década de los 40’s del siglo XX, en los laboratorios de Teléfonos Bell (Fiske, 1984), cuando Shannon
y Weaver estudiaron el comportamiento que las máquinas ofrecían en cuanto a comunicación. Esta
teoría es conocida actualmente como la ‘Teoría matemática de la comunicación’, y estaba orientada
en entender el proceso de transmisión de información de un punto A, a un punto B de manera
eficiente y eficaz. Por tanto, sus aproximaciones teóricas estaban basadas en estudios matemáticos
que fueran capaces de explicar de qué manera se podía entregar la mayor capacidad de información
utilizando canales específicos.

Esta teoría establecía que la comunicación se establecía de manera lineal, es decir, que la información
viaja desde un punto A (que es el origen de los datos), hasta un punto B (el receptor de dicha
información) a través de un canal específico. En su momento, los estudios se interesaban por las
tecnologías dominantes en la época, es decir, el cable telefónico y las ondas radiales. A pesar de la
rigurosidad de las investigaciones, Shannon y Weaver establecieron un modelo que se comportaba de
manera unidireccional, y que necesariamente necesitaba que la información llegara a su destino antes
de poder ser enviada una respuesta.

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Esta respuesta es conocida actualmente como ‘feedback’ o retroalimentación de la información.
Funciona básicamente como una reacción frente al mensaje primario enviado, y que se ofrece de
manera parecida a la forma en la cual fue recibida la información. Para entenderlo de manera práctica,
el modelo establece que dos individuos en una conversación funcionan como emisores y receptores
del mensaje, aunque cada uno en momentos determinados del proceso comunicativo. El sujeto
A envía una información a su interlocutor en forma de mensaje oral, cuyo canal son las ondas de
aire, que llevan las palabras en forma de sonidos hasta el sujeto B. Aquí, el sujeto A es el emisor del
mensaje comunicativo, pues es el origen de la información, mientras que B actúa como receptor, a la
espera de dicha información.

Una vez que el sujeto B recibe la información, procede a hacer uso de la misma, a través de procesos
mentales específicos. Cuando estos procesos mentales surgen efecto, el sujeto B procede a
reaccionar y a emitir un mensaje al sujeto A. En el momento en que el sujeto B habla, produciendo
una respuesta al mensaje recibido, se establece un ‘feedback’ relacionado con el mensaje primario, y,
de esta manera, otorgando a B el estatus de emisor del encuentro comunicativo, y a A el de receptor.

Este modelo es completamente lineal, es decir, que la información solamente viaja en un sentido cada
vez, y que debe ser necesaria su recepción para poder establecer una retroalimentación específica
como respuesta al mensaje recibido.

Figura 1. Modelo matemático de la comunicación


Fuente: Politécnico Grancolombiano

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Este modelo establece que la comunicación actúa como un juego de Ping Pong, es decir, que la
información viaja en un solo sentido cada vez, y que es necesario que el interlocutor reaccione
frente a la misma, a través de una respuesta similar a la enviada. En una conversación, por ejemplo,
el emisor del ‘proceso comunicativo’ comienza su intervención, y solamente hasta que el receptor
contesta de igual forma (hablada, en este caso) se puede entender que existió comunicación.

La Escuela de Palo Alto, por tanto, al abordar el fenómeno de las ‘patologías’ a nivel
comunicativo, debe centrarse en el individuo como miembro de una sociedad, y de igual
forma, un miembro que interactúa con otros miembros de la misma sociedad. Así, este juego
de interacciones, que presuponen un comportamiento de los individuos, hace necesario un
entendimiento de cómo la conducta se convierte en un nuevo ‘canal’ de la comunicación.
Al estudiar la conducta humana como carga significativa, se rompe con la idea de la
unidireccionalidad de la comunicación (Watzlawick, Beavin Bavelas, & Jackson, 1991), ya que
esta se encuentra presente en todos los momentos de la vida diaria del ser humano. Es decir que
la conducta, estudiada como elemento comunicativo, establece que el ser humano se encuentra
en constante comunicación con su entorno, así como con otros seres humanos.

La comunicación, pues, pasa a ser un fenómeno multidireccional, ya que el estudio de la misma


puede pasar, no solamente por el contenido de los mensajes enviados y recibidos, sino que también
tiene en cuenta elementos que hasta el momento no habían sido tenido en cuenta: gestualidades,
posturas, espacios personales, interacciones, incluso ausencias (Rizo, El interaccionismo simbólico
y la Escuela de Palo Alto. Hacia un nuevo concepto de comunicación, 2004).

¿Sabía qué...?

La Escuela de Palo Alto, al abordar el fenómeno de las


‘patologías’ a nivel comunicativo, debe centrarse en el
individuo como miembro de una sociedad, y de igual forma,
un miembro que interactúa con otros miembros de la
misma sociedad.

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Esto replantea una nueva forma de aproximación al estudio de la comunicación humana, ya que el
proceso comunicativo no es exclusivo de la verbalidad, es decir de la palabra hablada o escrita,
sino que ya se sumerge en el entendimiento de los múltiples matices que dicha comunicación
conlleva, así como el de la explicación a elementos adicionales a la comunicación humana que se
encontraban presentes en la misma, pero que hasta el momento habían pasado desapercibidos
para el estudio de la misma.

De igual forma, este nuevo enfoque en el estudio de la comunicación tiene como premisa
fundamental el entendimiento del sujeto dentro de un marco contextual representativo, que se
puede denominar como ‘cultura’ (Roiz, 1988). Este marco nos habla acerca de la manera en que
los individuos formamos parte de un grupo, y que dentro de él llevamos a cabo tareas específicas,
orientadas al buen funcionamiento del mismo. Estas tareas deben cumplirse dentro del marco de
la interacción, ya que se necesita del otro para poder actuar, y cuando eso sucede, se interactúa,
ofreciendo múltiples mensajes al mundo exterior, a través de las palabras, las acciones, las posturas,
etc. En este juego de interacciones con los demás, se establecen procesos ‘relacionales’, que están
orientados a establecer conexiones sociales con las personas. Estas relaciones están destinadas
a permanecer, en la medida en que las interacciones se repitan en el tiempo, y que se generen
respuestas por parte de los receptores de dichas interacciones.

5. Interacción y significación
La interacción por sí misma, no conlleva implícitos elementos constitutivos comunicativos, ya que la
conducta simplemente es el resultado de la evolución humana, y el comportamiento está relacionado
con el aprendizaje del individuo. Sin embargo, los procesos comportamentales dentro de un
determinado contexto si tienen una carga comunicativa específica, ya que se encuentran codificados
(Roiz, 1988). Esta codificación varía, pues puede ser entendida como la agrupación de signos
específicos que deben ser tenidos en cuenta para su correcta interpretación.

Los signos son creaciones humanas (Fiske, 1984), elaboradas para entender y dar forma al mundo.
Estos signos son las unidades mínimas de representación, que se utilizan para dar significado
a aquello que rodea al hombre, y para poder establecer un método uniforme de entendimiento
acerca de la naturaleza.

Los signos son representaciones mentales que aluden a un contexto específico, así como a un
consenso entre sus usuarios, ya que las uniformidades en cuanto a estas representaciones permitirían
el avance humano, tanto a nivel cotidiano, como en desarrollo científico y matemático.

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Dentro de los signos se pueden mencionar, por ejemplo, las letras de los diferentes alfabetos, ya
que son las unidades mínimas de representación. Estas unidades pueden ser agrupadas, con el fin
de componer mensajes complejos. A esta agrupación de signos se le conoce como ‘codificación’, y
permite organizar diferentes signos en ideas coherentes. Así, en el español es posible agrupar un total
de 27 signos individuales en innumerables palabras (codificación del signo), con las cuales se hace
referencia a todo aquello que nos rodea, es decir, nombrar al mundo. De igual forma, al hacer parte de
un grupo determinado (hablantes del español), los usuarios de este idioma deben aceptar sus reglas,
reconocer un contexto común al que se pertenece, y asumir que toda codificación realizada contiene
un determinado valor comunicativo (Roiz, 1988).

Por tanto, la creación de signos no está completa. El ser humano, como ser creativo, produce
signos de manera continua, pero debe cumplirse la norma del consenso para que dichos signos
pervivan a nivel social. Para la escuela de Palo Alto, el comportamiento humano está fuertemente
ligado con la construcción de signos, ya que éstos hacen parte de la cotidianidad humana, a través
de sus gestualidades, sus posturas, sus movimientos corporales e incluso la ausencia. En tanto ser
multidimensional, el hombre es capaz de dotar de significado a cualquier situación que se le presenta,
otorgándole un carácter comunicativo.

¿Sabía qué...?

El ser humano, como ser creativo, produce signos de manera continua, pero debe cumplirse
la norma del consenso para que dichos signos pervivan a nivel social.

De esta manera, la caída de un espejo al suelo, con su consiguiente rompimiento, puede ser
desglosado como ‘signo’: el espejo, la caída y el hecho de que se rompa, son 3 signo individuales. Al
agruparlos, se establece una codificación específica: un espejo que se cae y se rompe, conlleva un
significado que se transmite a través de un marco contextual, es decir, a través de la cultura. Y así, al
hecho de la caída y el rompimiento del espejo, se le otorga un carácter comunicativo: mala suerte.

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Para que este mensaje sea veraz, quien observa la secuencia de los hechos debe tener presentes tanto
los signos individuales, como la codificación de los mismos, de lo contrario, el evento simplemente
sería un hecho sin carga significativa.

Figura 2. Elaboración del sistema comunicativo a partir de la codificación de signos


Fuente: Politécnico Grancolombiano

6. Significación y contexto
Los procesos significativos del ser humano se encuentran condicionados por el aprendizaje y por el
contexto en que surgen. Y el contexto en sí, se encuentra ligado a otros factores que determinan su
alcance, así como los procesos de significación. El estudio del contexto se encuentra ligado al estudio
de las sociedades, pues diferentes contextos, unidos entre sí, se encargan de generar el ‘contexto
social’ (Ritzer, 1993), que es el marco dentro del cual se establecen todas las interacciones humanas,
que son en últimas, las que hacen estable el grupo social que las soporta.

El contexto es el que se encarga de establecer las condiciones bajo las cuales el hombre debe
entender el mundo, pues está ligado a una ubicación geográfica, a la pertenencia a un determinado
grupo, a la práctica de acciones específicas, y a un concreto bloque de experiencias compartidas,
generalmente a través del lenguaje.

Dicho contexto es impartido a los usuarios a través de las diferentes interacciones que se establecen a
nivel social. Por ejemplo, un niño que crece en un hogar determinado va a recibir una forma específica
de entendimiento del mundo, a través de las enseñanzas de sus padres. Los conceptos que reciba
van a ser variados, subjetivos y precisos. Sin embargo, a medida que crezca, su interacción con otros
individuos, así como su intercambio de subjetividades, hará que su percepción de mundo sea alterada
o, por el contrario, se mantenga. Todo esto está condicionado por los contextos en los cuales se
desarrolla la interacción, esos escenarios en los cuales se recibe información adicional acerca del
mundo, de su funcionamiento, y de cómo se interactúa con él.

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La interacción está dada por la forma en la que los actores involucrados en ella se comportan, y dicho
comportamiento adquiere un carácter comunicativo. Así, las diferentes formas de ser o de estar, se
ligan al contexto dado, otorgándole significados positivos o negativos, según sea el caso (Roiz, 1988).
En este aspecto, las investigaciones de la Escuela de Palo Alto giran en torno al papel que el individuo
juega a nivel familiar, y el contexto que se transmite de padres a hijos a nivel social.

Los contextos se encuentran limitados por los aspectos generales que los rodean, por tanto, es
posible hablar de contextos culturales específicos de ciertas regiones. A nivel regional, se pueden
hacer categorizaciones como cultura latinoamericana, ya que compartimos rasgos comunes de
comportamiento. Sin embargo, esta categorización puede ser desglosada por las características
culturales propias de cada país, ya que cada uno cuenta con elementos propios de comportamiento,
de creencias, formas de hablar y de dar cuenta de la realidad.

Al interior de cada país también es posible hacer distinciones culturales, bien sea por ubicación
geográfica, por dialectos, por cambios climáticos, etc., ya que todo esto influye en la manera en
que los individuos se relacionan entre sí, y con su entorno. Por lo tanto, Colombia pertenece a
un grupo cultural Latinoamericano, ya que compartimos orígenes comunes, una lengua también
heredada, y formas de comportamiento similares. Dentro de Colombia, cada región representa una
cultura diferente como la llanera, la del interior, la sabanera, los habitantes de la costa, etc., pues su
ubicación geográfica determina factores comportamentales como los horarios, el clima, las creencias
comunes, entre otros. Sin embargo, cada grupo dentro de esta última categoría también puede
ser dividido. En Bogotá se pueden encontrar diferentes tipos de culturas ‘urbanas’, que responden
de manera diferente a la cotidianidad. Esto puede verse al interior de cada barrio que conforma la
capital, entendiendo que las condiciones de vida son disímiles debido a factores como los ingresos, la
ubicación del barrio, las condiciones de transporte, etc.

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Referencias bibliográficas
Alsina, M. R. (2001). Teorías de la comunicación: Ámbitos, Métodos y Perspectivas. Barcelona:
Universitat Autònoma de Barcelona. Publicacions de la Universitat Jaume I. Universitat Pompeu
Fabra. Universitat de València.

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Rizo, M. (2004). El interaccionismo simbólico y la Escuela de Palo Alto. Hacia un nuevo concepto de
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1-16.

Roiz, M. (1988). La familia, desde la teoría de la comunicación de Palo Alto. Reis(48), 117-136.

Watzlawick, P., Beavin Bavelas, J., & Jackson, D. J. (1991). Teoría de la comuniación humana.
Barcelona: Herder.

Witzeale, J.-J., & García, T. (1994). La Escuela de Palo Alto. Historia y evolución de las ideas
fundamentales. Barcelona: Editorial Herder.

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INFORMACIÓN TÉCNICA

Módulo: Psicología de la Comunicación


Unidad 1: La Escuela de Palo Alto
Escenario 1: Introducción a la Escuela de Palo Alto

Autor: Raul Camilo Ballen Mendivelso

Asesor Pedagógico: Heidy Moncada


Diseñador Gráfico: Nicolás Jiménez O.
Asistente: Ginna Quiroga

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