Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Cholito en Busca Del Carbunclo
Cholito en Busca Del Carbunclo
resumen
Yo volvía a mi pueblo caminando rápido rápido por el camino de Tocanca, en la cordillera
negra. [….] Me acercaba a la laguna de Wiri cuando, de pronto, lo veo a la distancia,
descansando sobre una peña situada en medio de las aguas: a un oscollo, un enorme gato
montés que, curiosamente, llevaba en medio de la frente algo que despedía luz como del sol.
"¿Qué cosa?-pensé-. ¿Qué nomás puede ser eso? ¿Diamante que dicen tal vez?" El oscollo, me
estaba mirando fijamente, sin moverse, como sorprendido de verme. En eso, como
aprovechando de su distracción, veo a un cóndor que veloz se lanza con sus aceradas garras,
intenta levantarlo haciendo fuerza; mas el oscollo, reaccionando, logra zafarse y sobreviene
una feroz batalla. El uno que quiere levantarlo, y el otro que, prendiéndose de su enemigo,
busca lanzarlo al agua.
[…]Un rayo que casi lo atraviesa al cóndor lo hizo huir apuradamente, llevándose entre las
garras esa piedra brillante que era del oscollo, quien, en su esfuerzo por evitarlo, había caído
¡chaplún! a las frías aguas de la laguna, desapareciendo por unos instantes.
Asustado por lo que había visto, yo no acerté ni a moverme. A pesar de que la lluvia me seguía
empapando. Ahí nomás emergió de las aguas, no el oscollo que vi caer, sino un anciano
andrajoso que con su ropa chorreando agua salió a la orilla a duras penas.
“¿Cómo?-me dije-, ¿Y este hombre que hace aquí?”. Y antes que le preguntara nada, él más
bien me habló.
-¡Cholito!-dijo como alegrándose-, ¿no me reconoces? Sorprendido lo mire una y otra vez,
hasta que por fin pronuncie alborozado:
¡Pucha!, quien iba a pensar verlo al Taita en esa situación. Recordé varias veces que me había
topado con él en los caminos de los andes, en donde a veces me dio so correncia cuando me
hallaba en feos aprietos. El siempre nadaba afanado en comprobar que pueblos eran
pecadores para darles su castigo, sea con tormentas, asordes de lagunas o huaycos.
-Ese escollo que has visto caer en el agua, hijo, soy yo, ¿te imaginas?
-¿Tú, taita?
-Sí, yo mismo. Así me aparecí por primera vez en el lago Titicaca cuando vine a crear el mundo.
-El cóndor que has visto y que se ha llevado mi piedra brillante no es otro que mi terrible
enemigo el Wakón, demonio que quiere destruirme y apoderarse de la tierra.
Él fue Dios del fuego en tiempos antiguos y hoy es solo de la oscuridad. Pretende revivir su
poder valiéndose del carbunclo. Tienes que ayudarme a recuperarlo, hijo, sin él yo pierdo mis
fuerzas y, lo que es peor no tengo ningún dominio sobre la tierra.
Caray, era un fuerte compromiso para mí. En mi pueblo mi madre y mis hermanitos estarían
esperando mi retorno con ansias luego de larga ausencia. Pero tratándose del taita, el Dios
creador de las runas, ¿cómo podía negarme?
-Hacia al sur, hijo. Por las montañas de canta, Huarochirí, Yauyos y quizás por Huancayo; por
esos lugares tiene su morada.