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A propósito de protocolos y universidades.

Ir a la universidad es parte del proceso estudiantil que un día se inició


cuando infante, y que conlleva miles de horas de desvelo, hambre, lectura,
escritura y el desarrollo de múltiples habilidades y destrezas.
Implica además, un aprendizaje a veces voluntario, a veces forzado, y
grandes alegrías con los éxitos, así como mayores frustraciones con los
fracasos estudiantiles, que en ese momento, son lo peor de la vida.
Lo mejor son los buenos momentos de felicidad con los compañeros, las
geniales disertaciones de algunos profesores, (No hablemos de los pésimos,
que el sistema está lleno de esos) y las exquisitas conversaciones con los
mejores.
El desencanto se vive casi al final de la carrera, cuando docentes
universitarios con un discurso que sorprende por lo progresista de sus
ideas, se va a la basura con su accionar, pues son los primeros sometidos a
un riguroso protocolo, y sin chistar siquiera, agachan su cabeza
sumisamente para someter a su vez a los estudiantes a ejecutar acciones
sin ton ni son, solamente porque “es el protocolo”
Y me pregunto:
Si intentan enseñar en el aula de clases, mediante un despliegue de
conocimientos teóricos, ya que nunca los llevaron a la práctica, que se debe
ser un ente de cambio, que el estudiante es un ser social y no debe ser
sometido, o por lo menos luchar contra la sumisión, y al final es un
problema gravísimo que personalmente se esté en desacuerdo con esa
parafernalia innecesaria que obligan a comprar para hacer una defensa de
práctica profesional, misma que estos estudiantes han defendido con
profesionalismo en las aulas de clase donde la desarrollan.
Sí, la actitud de algunos estudiantes es rebelde frente a la adquisición de
“recuerditos de graduación” que vienen a ser gastos absolutamente
innecesarios, al pago de locales caros, pudiendo reunirse en un espacio
público y gratuito para realizar tal evento… pero como esto es “parte del
protocolo universitario”
No hay congruencia entre el discurso libertador y progresista del salón de
clases y las acciones patéticamente conservadoras de estos profesores
universitarios.
El contraste es atroz. Una cosa es lo que dicen y evalúan con exámenes
teóricos “de síntesis y análisis”, “de ensayo y razonamiento”, porque
“ustedes deben saber analizar, sintetizar, razonar, resumir, etc., etc.”
¿Para qué? Si al final el estudiante que fue a la universidad a aprender se da
cuenta que el sistema es una pudrición desde dentro, porque de toda la
plana docente universitaria, habrá un mínimo porcentaje de docentes
buenos, mucho menos es el porcentaje de los muy buenos, y los excelentes,
porque sí los hay, se pueden contar con los dedos de una mano…
Tan mal andamos en educación, desde pre – básica hasta la universidad.
Mis respetos para los buenos, mi admiración para los mejores que buenos,
y mi total pleitesía para los excelentes.
Los demás, no. Esos no merecen ni una línea. Aunque ya se las dediqué.
Samuel. 19/11/18

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