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Tatiana Posada Palacios.

Cod. 20191288032
Jeanpier Ardila.
Cod. 20191288019

“Ya veo. Hay un mundo frío allá afuera. Todos queremos crecer ganadores y
famosos en nuestras casas. Todos queremos ser No. 1. Doctor, ingeniero,
gerente, menos de eso es inaceptable. 95.5, 95.6, 95.7 por ciento. Menos que eso
es un sacrilegio ¿no es así?
Estrellas en la tierra y en cielo, película 2007

¿No hay en el alma algo que la hace perversa?


Platón

Monetarización del afecto, contabilidad emocional: jerga de la inversión. Los Estados


Modernos nada estimulan tanto como el consumo. Tendencias, modas, créditos, Centros
Comerciales, liposucción, redes sociales, barbarie audiovisual (telenovelas, noticieros,
realitys). Abundancia de propaganda vulgar y obscena, farándula y entretenimiento. Las
sociedades se desgastan entre el producir y el consumir. ¿Qué papel juega la educación
en medio de este desconcierto? ¿Es consecuente que el ciudadano exija a un estado
perverso que lo eduque? Este par de interrogantes enmarcan el tema fundamental del
presente ensayo, el cual recoge los planteamientos y reflexiones hechos por Platón en el
libro X de La república y los aportes de Martha Nussbaum a la concreción de una
educación para una ciudadanía mundial.

La argumentación platónica va desde la polis al individuo a través de la analogía. De


esta manera se pone en diálogo su teoría política y su teoría del alma, entablándose una
dialéctica entre el alma y el estado en la que ambos resultan estructural y
funcionalmente equivalentes, con atributos, vicios y virtudes semejantes. De igual
manera al abordar el papel de la poesía, Platón empieza por entablar la diferencia entre
el mundo ideal y el mundo de las apariencias para con esto argumentar la expulsión de
la poesía imitativa (Homero y los trágicos) de su ciudad ideal. 1 Y es que en el Estado
ideal de Platón, cuyo gobierno sería impartido por filósofos, el poeta no halló cabida:

1
Para Platón la poesía era simple o imitativa, la simple era aquella en la que hablaba el poeta
directamente y la imitativa aquella en la que hablan los personajes. Por más que Platón haga referencia
tan sólo a los poetas imitativos, pone entre ellos a los trágicos y a Homero, considerado entonces como
el educador de Grecia, por este motivo empleo la palara “poeta” sin ninguna restricción.
“Con razón, pues, la emprendemos con él y lo colocamos en el mismo plano que el
pintor, porque de una parte se le parece en componer cosas deleznables comparadas con
la verdad y de otra se le iguala en su relación íntima con uno de los elementos del alma,
y no con el mejor. Y así fue justo no recibirle en una ciudad que debía ser regida por
buenas leyes (…)” (Platón, pág. 219). Al ser expulsado dejaba Platón, en cierto modo, a
la razón sin vínculo alguno con la imaginación y la fantasía, ocasionando así una grieta
que poco a poco se fue ensanchado, permitiendo que solo aquello que obedeciera a la
razón adquiriera validez en detrimento de otras facultades del alma.

Precisamente aquello que rechaza Platón es lo que para Martha Nussbaum requieren los
modelos educativos en las democracias modernas. El artista (poeta, músico, pintor,
etc.), pareciera cobrar ahora importancia: “Por eso deberíamos agradecer que existan
artistas capaces de mostrar a los niños y a las niñas la verdadera complejidad de este
mundo”. (Nussbaum, pág. 62). Aquí vemos cómo el expulsado imitador pareciera
acceder también él a la verdad y tener la facultad de develar “la verdadera complejidad
de este mundo”. Esta nueva valoración del artista y del poeta obedece a una necesidad
mayor, la urgencia de replantear el paradigma educativo priorizando las áreas de
humanidades y dimensionando otros campos descuidados del saber con el esmero de
formar ciudadanos del mundo, críticos, éticos y conscientes de su interdependencia y de
la diversidad y complejidad del mundo: “Por lo tanto, la historia mundial y los
principios económicos deben enseñarse desde una perspectiva humanística y crítica para
que resulten útiles en la formación de ciudadanos del mundo inteligentes. Asimismo,
esa enseñanza debe acompañarse de un estudio sobre las religiones y las teorías
filosóficas de la justicia. Solo así servirán como base de los debates públicos que
debemos llevar a cabo para resolver de manera cooperativa los principales problemas de
la humanidad.” (Nussbaum, 130). El papel de la educación en las sociedades modernas
vendría a ser éste, educar con conciencia de especie para con ello aportar como
individuos en la resolución de los grandes males que aquejan a la humanidad.

Ahora bien, si el argumento de Platón para expulsar a los poetas se fundamenta en toda
una concepción del alma y del estado, en donde la poesía resultaba vinculada con el
peor elemento de ésta, el irascible, identificando así también el malestar social que
ocasionaba, Martha Nussbaum fundamenta su postura, principalmente, en el análisis de
la inclinación que llamamos repugnancia. Es en esta inclinación donde la autora
encuentra el origen de muchas de las tendencias racistas, excluyentes y dominantes que
imperan en las sociedades modernas: “En virtud de esta descripción, la repugnancia
aparece como un elemento que nos puede servir de guía, pues la aversión por las heces
y los cadáveres probablemente posee cierta utilidad en tanto técnica heurística (…)
Mientras tanto el niño aprende de la sociedad adulta que lo rodea, en la que esa
<repugnancia proyectada> suele recaer sobre uno o más grupos sociales subordinados,
como los judíos, los afroamericanos, las mujeres, los homosexuales, los pobres o las
castas inferiores en la India. En efecto, esos grupos funcionan como el “otro” animal
mediante cuya exclusión un grupo privilegiado se define como superior o, incluso,
trascendente.” (Nussbaum, 58).

Para dar respuesta a la segunda interrogante, diremos que un estado liderado por
filósofos resultó a la larga más utópico aún que un mundo sin poetas. Los gobernantes
actuales son la cuota política de los grandes emporios económicos, no los más aptos o
inteligentes. Los gobiernos, lejos de implementar políticas esenciales que tiendan a
enriquecer el contexto educativo de niños y niñas, se limitan a sostener un modelo
basado en la memoria, la repetición y la autoridad, al que cada vez las políticas le
cercenan más el espacio que merecieran tener las artes, y que enseña contenidos que
tienden a estimular el ideal de lucro, de utilidad, de éxito, y como vimos, hasta los de
superioridad y racismo; entonces vuelve la pregunta ¿Es consecuente que el ciudadano
exija a un estado perverso que lo eduque? Si fuéramos consecuentes, debiéramos
responder que no.

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