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VENEZUELA A LAS PUERTAS DEL PANDEMONIUM DEL COVID-19

Karachi (Pakistán), al otro lado del mundo: un hombre humilde pierde su trabajo y enferma. Cree
que ha contraído Coronavirus. No mejora. Termina suicidándose y dejando dos hijas y una viuda
embarazada de gemelos.

Carora (Venezuela): un niño muere aparentemente por un cuadro de deshidratación. Luego de


varias horas de buscar cualquier vehículo para trasladarlo del caserío al hospital la capital del
municipio Torres, a media hora, cuando se consigue es demasiado tarde. Llega sin signos vitales.
No se consiguió quien tuviera cualquier transporte con gasolina.

MEALS FOR HOPE, Barcelona (Venezuela). Los miembros de la Ong no consiguen la manera de
seguir brindando los suplementos alimenticios a las madres con niños menores de 5 años con
desnutrición. No les está llegando. No solo el COVID-19 obligó a cerrar las puertas de la consulta,
como a MAPANI, en Barquisimeto, sino que no hay gasolina para que lleguen los suplementos. A
quienes han luchado por sacarlos del corredor de la muerte del hambre, los van viendo
desaparecer. Meals for Hope reseña el caso del niño David, así como indica en su historia de
Twitter que uno de cada tres venezolanos pasa hambre (el resto no come completo ni las veces
necesarias).

Caracas (Venezuela): la misión de Naciones Unidas reporta que no puede movilizarse para
distribuir antirretrovirales para los pacientes de HIV, porque se quedaron sin gasolina. Están
buscando comunicarse con algún Ministerio como para que les otorguen el combustible necesario.

Caracas (Venezuela): el diputado Stalin González aclara que la entrevista en la Vanguardia, que
dice que se distancia del presidente Juan Guaidó porque su plan fracasó, fue sacada de contexto
por lo que acusa de falta de ética al periódico. Cuando se concedió transcurría el mes de febrero.
En el contexto en que organizaciones de DDHH invocan una tregua para crear equipos técnicos
para enfrentar la pandemia, el gobierno de Nicolás Maduro busca reacomodarse. En Barquisimeto,
los pacientes para dializarse se han movido esta semana en motocicleta de voluntarios, con
pequeños donativos de gasolina, para poder reiniciar sus tratamientos. Esta semana ha
comenzado un servicio público de transporte en gasoil para personal de salud y pacientes.

Mientras, Estados Unidos libra una orden de captura contra Nicolás Maduro y alguno de su
entorno, moviliza buques por el Caribe a fin de impedir el tránsito de droga a Estados Unidos, el
actual inquilino de Miraflores invoca la “furia bolivariana”, y las residencias de políticos opositores
aparecen garabateadas con consignas injuriosas y amenazantes.

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Quien se asoma a las noticias con frecuencia, como es mi caso, ve avecinarse un panorama
desolador. No solo por los datos que han hecho crujir y astillarse los sistemas de salud de Italia y
España y que pueden atenazar a los Estados Unidos. NI siquiera por la enorme recesión que
sobreviene al planeta. Sino por el mismísimo instante del momento presente.

De manera paradójica, Venezuela retomaba un ritmo económico curioso. En medio de tanta


precariedad y sin instituciones que hagan respetar el Estado de Derecho, la moneda
norteamericana servía para transacciones que oscilaban desde la compra de unos bizcochos en
una Feria de Comida (Fast Food) hasta para pagos por honorarios profesionales (calculados al
cambio del día). Por supuesto que sospechaba que cierto músculo económico era ficticio en
muchos aspectos. Pero atrás quedaban los años en que las tiendas lucían estanterías vacías y
había que acudir al mercado negro para obtener papel higiénico. Toda la economía ha sido,
prácticamente, de importación. Con el problema de hacer entrar los productos al país, si no eran
de primera necesidad. Esa lógica se ha pulverizado.

Ya meses atrás el problema de la gasolina había afectado por escasez. Pero en estos momentos se
ha dejado de surtir al público: literalmente para ellos (para nosotros) la gasolina no existe. El
parque automotor está paralizado. Los médicos no consiguen movilizarse para llegar a su trabajo.
Solo tienen gasolina los miembros de la Fuerza Armada y, por supuesto, el gobierno.
Informaciones sostienen que no hay gasolina, porque no hay los componentes que se necesitan
para elaborarla. Que el proveedor de estos ha sido, tradicionalmente, los Estados Unidos. Y que
Venezuela tampoco tiene recursos para comprarlos, en caso tal. Maduro pidió 5 mil millones de
dólares al FMI para enfrentar el Coronavirus… que puede ser la coartada para desviarlos con otros
fines. Lo más nobles, pudiesen ser, los de salvarse de un estallido social por falta de combustible.
Pues Naciones Unidas había dispuesto una ayuda mundial de 2 mil millones.

Sin embargo, el problema no es solo ese. Es que no hay forma de sacar los productos de los
campos. Que hay cosechas que se están perdiendo. Que las ciudades corren el riesgo de quedar
desabastecidas. No es solo la ralentización de la economía en los próximos meses. Es el colapso
inmediato sin que el mundo pueda ocuparse de ello. Antes de COVID-19, es hambruna y muerte
por cualquier otra enfermedad. La falta de fumigación hace que yo escriba estas líneas
sacudiéndome los zancudos de los oídos. Y soy de los que los sufre menos ¿qué pasará cuando
estos sean vectores de dengue o chikungunya? No va a ser problema el que los servicios de salud
están sobrepasados por las emergencias del COVID-19, como en otras regiones. El problema es
quién va a poder llegar hasta ellos, sea por algo benigno, algo más riesgoso como un embarazo o
cualquier otra emergencia.

En Venezuela todavía no se llega a la situación de Guayaquil, donde los muertos yacen en las calles
y, según se dice, hasta los reúnen para quemar los cuerpos. El problema para Venezuela es que,
cuando comiencen a aparecer los muertos, será imposible saber la causa por la que murieron.

Puede parecer un escrito entre dantesco y lo que figura El Bosco en sus obras. Y lo es. En el fondo
es un grito de auxilio. El mundo puede que no esté al alcance de hacer nada. Pero puede oír. Si el
mundo oye, en medio de la pandemia, estas líneas habrán tenido algún sentido.

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