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Taller 11º - Ed. Religiosa 2P PDF
Taller 11º - Ed. Religiosa 2P PDF
PROPÓSITO GENERAL
Reconoce la importancia y el aporte del carisma filipense para la construcción de una
sociedad, donde se viva la igualdad de oportunidades y la justicia, de acuerdo a la
propuesta del evangelio.
INJUSTICIA
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Punto Dos: Para este punto debes realizar las indicaciones a continuación:
1. Mira el siguiente video https://www.youtube.com/watch?v=5cTxRdQwUnI
2. Lee el texto “Concepto de Justicia en la actualidad” en el Anexo 1 de este taller.
3. Teniendo en cuenta el video y el texto del anexo uno menciona en el siguiente cuadro lo que es la
justicia y sus características.
Definición Características
Justicia
Justicia
Principios
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Punto Dos: Lee atentamente el Anexo 3 el artículo sobre el Papa Francisco “El pobre nunca
encontrará a dios indiferente, él hace justicia y no olvida”. Después de leer, basándose en el texto y
todo lo conceptualizado hasta el momento en la signatura, pegue una imagen que sea ejemplo de
una problemática social causada por la situación de la pandemia COVID 19 en Colombia,
preferiblemente en Pasto, donde se evidencie la injusticia. Pegue la imagen en el espacio en blanco a
continuación.
GLOSARIO
Se escriben en el cuaderno, las palabras, términos y acotaciones desconocidas
BIBLIOGRAFÍA O WEBGRAFÍA
Secretariado Nacional de Pastoral Social de Colombia (1989). Compromiso Socio-Político del
Cristiano. SNPS: Bogotá.
EL MUNDO. Valencia España: Realidad del mundo islámico.
LA VERDAD DE LA INJUSTICIA: https://www.youtube.com/watch?v=SeFmd7qDsjE.
https://www.aciprensa.com/noticias/papa-francisco-el-pobre-nunca-encontrara-a-dios-indiferente-el-
hace-justicia-y-no-olvida-58321 13 de junio de 2019 4:56 am | Última Actualización 13 de junio de
2019 5:07 am
Es así como Sócrates declaraba que la Justicia es ante todo una perfección interior, una virtud que
radica en el alma. Y Aristóteles termina diciendo que la Justicia es la virtud más alta, la virtud
perfecta. Por el contrario, para los juristas es el fin principal para solucionar de forma práctica y
oportuna los problemas sociales que surgen de la convivencia humana, siendo esta última la que le
pertenece al abogado. Ahora surge otra pregunta: ¿En dónde se encuentra plasmada la Justicia
dentro de esta convivencia humana? La respuesta no se hace esperar, la Justicia se encuentra
plasmada en el Derecho, pues éste es quien, con sus normas, busca como fin dar Justicia a todos los
miembros de una sociedad, pues el medio para alcanzar la Justicia es evidentemente el propio
Derecho. El Derecho es justo por naturaleza, tal como lo afirmaran los iusnaturalistas. La ley, en
cambio, trata de serlo. Aquí hay que hacer una aclaración, que no es lo mismo ley que Derecho;
porque toda ley es Derecho, pero no todo Derecho es ley. La ley es una parte del Derecho, ella surge
de él, por lo que es necesario no incurrir en el error de catalogarlos como sinónimos.
Después de lo anterior, se puede ver que la Justicia es inherente al Derecho, en donde se debe tratar
por igual a todos los individuos, no restringiéndoles su libertad de actuar, siempre y cuando ésta no
dañe a los miembros de la sociedad. El Derecho es justo, no obstante, son los seres humanos los
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que lo hacen injusto puesto que los legisladores hacen el Derecho positivo y éste es el que debe ser
observado por todos. Los positivistas consideran que por Justicia debe entenderse la legalidad, el
riguroso apego a la ley, o sea, la imparcial y correcta aplicación e interpretación del Derecho positivo.
Pero, en uno de los mandamientos del abogado que da Couture, sostiene: "Tu deber es luchar por el
Derecho, pero el día que encuentres en conflicto el Derecho con la Justicia, lucha por la Justicia".
Esto significa que la Justicia está por encima del propio Derecho, pero del derecho positivo.
El Derecho es en sí el que radica en el pensamiento, en las ideas, en la doctrina que los estudiosos
de esta materia realizan. En cambio, el Derecho Positivo es aquél que el legislador crea, y en la
mayoría de las ocasiones sin previa meditación y sin razonamiento alguno. Este Derecho es al que
debe enfrentarse el abogado y lo debe hacer con el arma más poderosa: la Justicia.
Es por eso, que el estudiante de Derecho debe de prepararse conscientemente para conocer
plenamente lo que es el Derecho y cómo debe alcanzar la Justicia. El abogado debe sentirlo porque
ésta es inmaterial no puede ser captada por los sentidos. Cada acto del abogado debe ser una
impresión de su fe en la Justicia; porque la Justicia es para el abogado como Dios para el creyente.
Si se pudiera enseñar la Justicia, no sería dando teorías ni explicaciones, sino comportándose de una
manera recta y consiente, asumiendo las responsabilidades de nuestros propios actos. Sócrates nos
dejó este legado, que a pesar de haber sido juzgado y sentenciado a muerte por leyes injustas, decía
que más injusto sería no cumplir con la ley, porque cumplir con la ley es cumplir con la Justicia.
Se debe dejar en claro, que todos aquellos jueces impartidores de Justicia, deben de hacerlo, no
conforme a Derecho sino conforme a la propia Justicia. Así como el profeta Isaías dijo: "Y ciertamente
haré del Derecho el cordel de medir y de la Justicia el instrumento de nivelar". Después de haber
hecho el análisis anterior con respecto de la Justicia, encontramos que no hay una definición clara
aceptada por todos. Desde la antigüedad los grandes pensadores han tratado de dar un concepto
claro de este término, ya que es un tema que puede ser encarado bajo tantas facetas y del cual se ha
escrito tanto y con tanta pasión, por lo que se presenta tan impreciso.
La Justicia carece de realidad material, no puede ser pesada, palpable ni medida y, además, se
muestra constantemente huidiza ante los esfuerzos de asirla palpablemente. Porque ¿quién puede
negar que cambia constantemente? Tampoco podemos negar a la Justicia como una parte de la
moral y al igual que ella, cambia según el lugar, según la época y según el tiempo, sin embargo la
Justicia podrá cambiar pero siempre será el valor supremo de toda moral y sobre todo del propio
Derecho.
ANEXO 2
Mateo 25, 34 – 45
Entonces el Rey dirá a los que están a su derecha: «Vengan, benditos de mi Padre, y tomen posesión
del reino que ha sido preparado para ustedes desde el principio del mundo. Porque tuve hambre y
ustedes me dieron de comer; tuve sed y ustedes me dieron de beber. Fui forastero y ustedes me
recibieron en su casa. Anduve sin ropas y me vistieron. Estuve enfermo y fueron a visitarme. Estuve
en la cárcel y me fueron a ver.» Entonces los justos dirán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te
dimos de comer, o sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero y te recibimos, o sin
ropa y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y te fuimos a ver? El Rey responderá:
«En verdad les digo que, cuando lo hicieron con alguno de los más pequeños de estos mis hermanos,
me lo hicieron a mí.» Dirá después a los que estén a la izquierda: «¡Malditos, aléjense de mí y vayan
al fuego eterno, que ha sido preparado para el diablo y para sus ángeles! Porque tuve hambre y
ustedes no me dieron de comer; tuve sed y no me dieron de beber; era forastero y no me recibieron
en su casa; estaba sin ropa y no me vistieron; estuve enfermo y encarcelado y no me visitaron.»
Estos preguntarán también: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, desnudo o forastero,
enfermo o encarcelado, y no te ayudamos?» El Rey les responderá: «En verdad les digo: siempre
que no lo hicieron con alguno de estos más pequeños, ustedes dejaron de hacérmelo a mí. »"
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Juan, 8, 1-11
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó otra vez en el
Templo, y todo el pueblo acudía a Él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles. Los escribas y
fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le dicen: «Maestro, esta
mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas
mujeres. ¿Tú qué dices?» Esto lo decían para tentarlo, para tener de qué acusarlo.
Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. Pero, como ellos insistían en
preguntarle, se incorporó y les dijo: «Aquel de ustedes que esté sin pecado, que le arroje la primera
piedra». E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando
uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en
medio. Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?» Ella
respondió: «Nadie, Señor». Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques
más»
La religión verdadera y perfecta ante Dios, nuestro Padre, consiste en esto: ayudar a los huérfanos y
a las viudas en sus necesidades y no contaminarse con la corrupción de este mundo. Hermanos, si
realmente creen en Jesús, nuestro Señor, el Cristo glorioso, no hagan diferencias entre personas.
Supongamos que entra en su asamblea un hombre muy bien vestido y con un anillo de oro y entra
también un pobre con ropas sucias, y ustedes se deshacen en atenciones con el hombre bien
vestido. Le dicen: «Tome este asiento, que es muy bueno», mientras que al pobre le dicen: «Quédate
de pie», o bien: «Siéntate en el suelo a mis pies». Díganme, ¿no sería hacer diferencias y hacerlas
con criterios pésimos? Miren, hermanos, ¿acaso no ha escogido Dios a los pobres de este mundo
para hacerlos ricos en la fe? ¿No les dará el reino que prometió a quienes lo aman? Ustedes, en
cambio, los desprecian. Sin embargo, son los ricos quienes los aplastan a ustedes y los arrastran
ante los tribunales. Obren bien cuando cumplen la Ley del Reino, tal como está en la Escritura: Ama
a tu prójimo como a ti mismo. Pero si hacen diferencias entre las personas, cometen pecado, y la
misma Ley los denuncia como culpables. Hermanos, si uno dice que tiene fe, pero no viene con
obras, ¿de qué le sirve? ¿Acaso lo salvará esa fe? Si un hermano o una hermana no tienen con qué
vestirse ni qué comer, y ustedes les dicen: «Que les vaya bien, caliéntense y aliméntense», sin darles
lo necesario para el cuerpo; ¿de qué les sirve eso? Lo mismo ocurre con la fe: si no produce obras,
muere solita.
Habiendo entrado Jesús en Jericó, atravesaba la ciudad. Había allí un hombre llamado Zaqueo, que
era jefe de los cobradores del impuesto y muy rico. Quería ver cómo era Jesús, pero no lo conseguía
en medio de tanta gente, pues era de baja estatura. Entonces se adelantó corriendo y se subió a un
árbol para verlo cuando pasara por allí. Cuando llegó Jesús al lugar, miró hacia arriba y le dijo:
«Zaqueo, baja en seguida, pues hoy tengo que quedarme en tu casa.» Zaqueo bajó rápidamente y lo
recibió con alegría. Entonces todos empezaron a criticar y a decir: «Se ha ido a casa de un rico que
es un pecador.» Pero Zaqueo dijo resueltamente a Jesús: «Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a
los pobres, y a quien le haya exigido algo injustamente le devolveré cuatro veces más.» Jesús, pues,
dijo con respecto a él: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, pues también este hombre es un hijo
de Abraham. El Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.»"
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ANEXO 3
PAPA FRANCISCO: EL POBRE NUNCA ENCONTRARÁ A DIOS INDIFERENTE, ÉL HACE
JUSTICIA Y NO OLVIDA
Denunció que “la crisis económica no ha impedido a muchos grupos de personas un enriquecimiento
que con frecuencia aparece aún más anómalo si vemos en las calles de nuestras ciudades el ingente
número de pobres que carecen de lo necesario y que en ocasiones son además maltratados y
explotados”. Esa situación generó nuevas formas de esclavitud, familias obligadas a abandonar su
tierra, huérfanos, jóvenes sin empleo, víctimas de violencia, de prostitución, de las drogas. “Con
frecuencia vemos a los pobres en los vertederos recogiendo el producto del descarte y de lo
superfluo, para encontrar algo que comer o con qué vestirse. Convertidos ellos mismos en parte de
un vertedero humano son tratados como desperdicios, sin que exista ningún sentimiento de culpa por
parte de aquellos que son cómplices en este escándalo”. A los pobres, “considerados generalmente
como parásitos de la sociedad no se les perdona ni siquiera su pobreza. Se está siempre alerta para
juzgarlos. No pueden permitirse ser tímidos o desanimarse; son vistos como una amenaza o gente
incapaz, sólo porque son pobres”.
“Se ven obligados a trabajar horas interminables bajo el sol abrasador para cosechar los frutos de la
estación, pero se les recompensa con una paga irrisoria; no tienen seguridad en el trabajo ni
condiciones humanas que les permitan sentirse iguales a los demás. Para ellos no existe el subsidio
de desempleo, indemnizaciones, ni siquiera la posibilidad de enfermarse”. Por otro lado, en la frase
del Salmo que da título al mensaje, el Santo Padre destaca que “se ofrece una hermosa definición del
pobre. Él es aquel que ‘confía en el Señor’, porque tiene la certeza de que nunca será abandonado”.
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“El pobre en la Escritura”, subrayó Francisco, “es el hombre de la confianza”. “Estamos ante una
descripción realmente impresionante que nunca nos hubiéramos imaginado. Sin embargo, esto no
hace sino manifestar la grandeza de Dios cuando se encuentra con un pobre”.
La misión de la Iglesia:
El Papa también explicó en su mensaje cuál es la misión de la Iglesia con los pobres. Señaló que su
vocación “es la de no permitir que nadie se sienta extraño o excluido, porque implica a todos en un
camino común de salvación”. “Estamos llamados a tocar su carne para comprometernos en primera
persona en un servicio que constituye auténtica evangelización. La promoción de los pobres, también
en lo social, no es un compromiso externo al anuncio del Evangelio, por el contrario, pone de
manifiesto el realismo de la fe cristiana y su validez histórica”.
La opción por lo pobres, por los últimos y descartados, a los que la sociedad desecha, “es una opción
prioritaria que los discípulos de Cristo están llamados a realizar para no traicionar la credibilidad de la
Iglesia y dar esperanza efectiva a tantas personas indefensas”.