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Ya estaban al borde de separarse cuando Iván decidió irse a otro lado a buscar
un trabajo con su familia. Se fue y lo único que quería era ganar 5000 rublos
sin importar qué es lo que hiciera y lo encontró en San Petersburgo, fue ahí
donde su vida cambia y su esposa de acuerdo con él. Estaban tan felices que
se olvidaron de sus diferencias y comenzaron de nuevo. Ahora en su casa,
Iván se volvió detallista y en querer siempre lo mejor, que decía que cualquier
cosa que estuviera mal en la casa dejaría de hacerla perfecta.
Iván Ilich trató de hablar de su aspecto físico con su cuñado, éste guardó
silencio. Llegó Praskovya Fyodorovna y el cuñado salió a verla. Iván Ilich cerró
la puerta con llave y empezó a mirarse en el espejo, primero de frente, luego de
lado. Cogió un retrato en que figuraban él y su mujer y lo comparó con lo que
veía en el espejo. El cambio era enorme. Un día fue con un doctor y le dijo que
posiblemente era un riñón o un intestino.
Tras ver que ningún medicamento que los médicos le recetaban tenía algún
efecto bueno en él, decidió ya no tomar medicinas. Iván se sentía cada vez
peor y su dolor se agudizaba conforme el tiempo pasaba y su familia se ponía
triste al ver que no mejoraba pues al parecer el tampoco tenía ganas de
curarse. Cada vez que podía trataba de engañarse a sí mismo para no pensar
en ese dolor, por la noches no dormía por el intenso dolor que sentía. Ya en el
tercer mes de la enfermedad, yacía en cama y ya no aguantaba más. Los
doctores le recetaban ya cosas para calmarle el dolor como opio y le
inyectaban morfina pero ninguna de estas funcionaba. Fue cuando Guerasim,
el ayudante del mayordomo, un Campesino joven, limpio y lozano llego a la
habitación de Iván y le ofreció sus servicios, diariamente cuando el joven se
presentaba le pedía que levantara los pies para no sentir más dolor.
Se sentía engañado porque cada vez que las personas iban a visitarlo lo veían
de una forma que él consideraba desagradable pues lo trataban como ya casi
un muerte pero él decía que de todos modos todos se iban a morir. En una
mañana que Iván esperaba su criado para que lo ayudara pero se acordó que
no estaría ese día ahí. Pero después llego y todo el día el criado le estuvo
sosteniendo los pies hacia arriba para que no sintiera el dolor, momentos más
tarde la esposa llamo a la puerta y pregunta si podía verle a Iván y le dijo que
sí, pero con varias personas más, que son su hija y su novio, que ambos
querían hablar con Iván Ilich. El novio le pidió la mano de su hija para casarse,
y le contesto en su agonía que si los dejaba vivir juntos.