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Sobre los tiempos que corren Jorge E.Dotti Elesquemade misconsideraciones escl siguiente: 1) la filosofiaesté cons- titutivamente ligada a la crisis; por en- de, en tensa apertura hacia 10 politico. 2) cl paradigma liberal de la conviven- cia pandialdgicaexcluycla “crisis” co- ‘mo categoria capaz de dar una explica- ccidn plenamente racional de las con- ductas humanas, pues ella supone una comprensiéa metafisica, no cientifica, de la historiacomodrama, Consecuen- temente, en lo que hace a los respect- vos principios, liberalismo y filosofia son incompatibles. 3) la condicién cul- tural posmodemna es el cumplimicnto del liberalism, lacoherente efectivi ccidn planetaria del proceso de secular zzaciOn y deshistorizaci6n impulsado por la modemidad liberal. En el espacio piblico de la posmodernidad la filoso- fia sufre cl mismo vaciamiento de sen- tido y lamisma desactivacién escénica quc lo eolégico-poliico; en todocaso, algo afin subsiste como anlisis légico ‘ajeno a toda temporalidad draméti- cca— y sobre todo como ironia eseépti- 2, propedSutica a laparilsis de la ac- cin bumana. 4) ,qué seria una actitud filoséfica en elerepisculo massmedi tico de los dioses? 1.Caracteristico de la filosofia ha sido sucapacidad pararecusarloinmediato, para distanciarse reflexivamentc con vistasa la critica de los habitos discur- sivos con susconstctaciones desimbo- los, ereencias, conocimientos ¢ ideo- ‘gramas en general) que conforman un imaginarioc institucionalizan un senti- do de las cosas. La filosofia indago y ucstioné las significaciones basicas sobre las que se sustentan las categori- ‘aciones ¢ imagenes imperantes en cl sentidocomiin y enlas opiniones difun- didas, tantoindividuales como coleci- vas, tanto vulgares como cientificas. Particularmente critica ha sido con las ropresentaciones optimistas (muchas promovidas por la filosoffa misma, en sus momentos de olvido), que velan la dcbilidad existencial propia del hom- bre como ser temporal, y distorsionan clsignificado de su libertad y responsa- bilidad. Lacrisis fue tematizada critica- mente por la Filosofia, al ver en ella la ‘manifestacién de una carencia ontol6- ica o “finitud”, que socava la entera productividad discursiva y, asi, tam- bién “material” de los hombres. La filosofia nunca foe igualitarista. Mis bien asent6 su distanciamiento de lainmediaiez en a pretensién de pose- er.conexclusividad. unsurplusherme- néutico ineductible a los médulos de sentido mis. generalizados, habitual- mente regulados en términos de racio- nalidad instrumental. Su motivacién esoncial nofue dilucidar“procedimien- tos” sino pensar y publicitar critca~ mente ese excendente de sentido, con ‘miras a quebrar ia pulida superficie de locotidiano, Por su insatisfaccign ante cl factum, ha sido adem sostenedora de dualismos: fildsofar conllevs siem- rola ficcionalizacién de una instarcia trascendente, desde la cual reflexionar y enjuiciar las estrategias de nivelacién de los discursos, En la trascendencia 0, mejor, en el gesto de remisién a unaal- teridad trans-aparente (por ficcional y abismal que fuera), la flosofia pusoen jiucgo la suerte de toda rebeldia ante fo ‘que es invocando lo que debe ser. Al preguntar por qué el sor y no la ‘nada. al preguntar por la pregunta mis- ‘ma, alerié sobre la ingenua aceptacién de una “objetividad” de las cosas. Ese dualismo constitutivo de lareflexién f- loséfica revela, entonces, lo que fue nervio conceptual de un pensar com- ido: la metafisica. Distancia miento y ruptura, reflexiGn y enjuicia- rmiento de lo apariencial, concienciade Ia finitud e historicidad dramdtica: to- dos los grandes relatos exigieron la trascendencia y alimentaron perpleji- dades. De este modo, la filosofia hizo suyoel problemade la libertad y la jus- ticia intent mantener el desasosiego frente a soluciones, por ella misma & menudo legitimadas: como ta de redu- cir la primera a la “ignorancia de las ccausas” y la de disolver la segunda en tun horizontal “intercambio de equiva- lentes”. Por el contrario, imagind lacs- pontaneidad deladecisién/acciGn yuna significacién vertical deo justo y loin justo. Sin metafisica, no hubiera pensa- do latensién entre un arriba y un abajo, Ioideal y lofaéctico, lo que estibiien y lo que est mal, Para afirmar esa remisiéna lo uas- ‘condente como ala condicién de posi- bilidad de la critica misma, la filosofia comprendiécomoevenios metafisicos, no biolégicos, esas dos situaciones ex- tremas: el racimiento y la muerte, Pro- ‘puso, asf, una lectura de 1a temporali dad humana como drama del desgarra- micnio, donde las acciones adquirian susignificacign thtima desde la culpa y la redencién, desde el reconocimiento de la intsinscca fragilidad que jaquea al hombre, por ser libre, y de la posibili- dad de un relacionamicnto akternativo al de los hombres como “medios™ para satisfacer la uilidad personal, mégica- mente coincidente con la del gran nimero. Con la ficciénde una justiciadisi- butiva, la filosoffa se abrié a lo politico sin identificarse. con &\, ya que, para mantener su autonomia (en el retrai- miento del pensar)y ala vez sucompro- miso con lacritica,hizo éela distincién centre pensamiento y accién un hiato irrecomponible; pero simultineamente tematiz6 la dikelogia, para que la pala- bbra del hombre tuviera una significa cin Gtica. Lo politico operd, entonces, como Ambito de mediaci6n entre ta soledad del pensar y la publicidad del actuar: una mediacién crispada por cl csfuerzo—tn indtil como inevitable— para atemperar “el mal en el mundo”. Digamos, mas sencillamente, quel fi- \6sofo fue un intelectual que legitims proyectos en sociedades dondelacrisis no habia sido atin ncutralizada por la técnica y la comunicacién massme- didtica 2. Masalld del recurso a una metafisica de a historia en el momento “revolu- cionario” dela modemnidad triunfante, ¢larjédel paradigma liberal es inconci- liable con uno de los matices constitu- tivos de la actitud floséfica: si no ct pesismismo, al menos la desconfianza entadimensién moral delos hechos hu- manos, estoes, conlaconcienciade que —no obstantc las conciliaciones dia- Iecticas y el beneficio del mayor niime- fo— el mal se resiste a ser doblegado por conceptualizacioncs optimistas. El liberalismo,cncambio,confiaenqueet hombre esinurinsecamente bueno, pues centiende que la naturaleza lo ha dotado dc una virtud paraddjica, cl egofsmo, para hacer de ellael principio rector de una convivencia racional y estable. Un egofsmo sano por maturalcza, distorsio- ‘nado s6lo por instituciones arbitraria- mentetutelares, perfectible porla fuer zapedagégica del intercambio y, sobre todo, identificable sin residuos con la esferade Ia privacidad. ‘Apartirdelimpulso al beneficioin- dividual y mediante la exclusicn de to- do voluntarismocolectivo,loshombres encauzan progresivamente susconduc- tasen el sistema més adecuado para sa- tisfacer la gencralizada pulsién utilita- ria. Las reglas de socializacién necesa- rias y suficientes son, entonces, las que se infieren de lo mercantil como signi- ficacién bésica 0 nicleo scmantizador 4c todas las demas categorizaciones y simbologiasde la vidaencomin. El do uddes fundacional no requiere ninguna conciencia metafisica de finitudy dua- lismo, ni otra obligacién que la positi- -va, pars logitimar una dindmica que no conoce crisis, sino meras disfunciones, ‘rabasal funcionamiento sistémico, sub- sanables a medida que los nexos inter. personales se mercantilicen. No hay conflicios existenciales extremes, por- ue se ha disuelto la historicidad. En uestructuraconceptual intima, 1a sociedad liberal (como lugar del in- tercambio regular y ordenado) noha te- nido ninguna génesis, en el sentido te- ol6gico-politico del érmino. La figura del “contrato social” y la articulacién centre loanterior yloposterioral “acuer- do" no confieren a tal acto. reiérica: ‘mente fundacional, ninguna dimensi6n —por asi decir—cristol6gica. El pacto ‘no € un evento auiénticamente rese- ‘mantizador dela historia, sino que, por el contrario, disuelve la temporalidad ‘metafisica al enunciar en su pureza la \igica de la utlidad. De esta manera, el comienzo pactado es una suerte de me- {fora que publicitaen elimaginario de la modernidad, las pautas identificato- rias de lo natural/racional, y simétrica- mente, determina esa altridad, ese in cuya exclusién la sociabil dad liberal no podria tampoco auto- constituirse. Elcardcter marginal o incluso pres- cindible det “pacto” en 1a legitimidad liberal se hace evidente apenas atende- mos la contradictoricdad que lo afec- ta, si protendemos Ieer en é! lo que no puede eaunciar: una fundacién libre de To nuevo. Las condiciones que el con- {rato social exige para poder realizarse, Jovuelven simultineamente innecesa- >. Si los hombres pueden paciar, es porque “antes” hubo pacto, o sea: por- que desde siempreesté presente un uni- versal comunitario. Lo especifico del liberalismo, sinembargo, y laensefian- 7a que: nos deja su estilistica, no con- ccicre a la viabilidad (0 no) del pacto, sino més sencillamente a que ese mo- ‘mento universal no desmicnta las pre- misas individualistas y cl espiriw ins- trumental de! modelo. Dicho de otro modo: la peticion de principio (necesitar como condicién lo ‘que presenta como condicionado) del contracwalismo liberal, si lo leemos como una meditacién sobre el crigen, ‘no s6lo no afecta su funcién epocal co- 10 ‘mo meritoria apologta de los derechos hhumanos, sino que ademés ensefta con ‘caridad cémo la dnica universalidad 0 racionalidad congruentecon sus premi- sas(lasociedad como compositun mer: cantil) es la del célculo medio/fin, con prescindencia de toda intromisién de los contenidos que cada miembro dé a lasaspiraciones que lomueven. Locon- mutativo socializa porque deshistoriza; su tiempo esel deun temo retomopre- sente, como absolutizacién de! aq hora (sin trascendencia), comosecuen- cciade momentos homogéncos, inmune a toda alteracién que cvestione —filo- s6ficamente— el sentido de esa se- ‘cuencialidad. Lasdos disciplinas cané- nicas del proceder instrumentalmente correcto, la égica y la economia politi- ca, neutralizan racionalmente la amc- nazade tal alteracién o crisis: el malno es, para una, més que confusién en la dictio, y, para ta otra, sino la infracci6n allasreglas del mercado. Sila temporalidad racional es lade lainmanencia absoluta, la legitimacién dc la sociabilidad tiene la forma de una demostraciOn analitica: se desprende de sus supuestos a la manera de la con- clusién de un teorema, cuyo desarrollo ‘obedece a esa misma ricionalidad im- puestaen y porlas premisas, sin que sea sensato indagarlaulteriormente. Laso- ciabilidad racional es elcorolarioinevi table de una inferencia rigurosa a panir de instancias axiomiticas, antes de las ‘cuales no hay nada. Un tiempo previo (metafisicamente diverso)al de lo mer- cantil carece de legitimidad. De aqui que la moderada pica de! contractua- lismo transfigure, perono modifique,cl tranguilo discunrir del relato liberal, ccuyaprossolvidael origencnaras dela cstabilidad y fMuidez de la circulacién, ‘Obliteracién del inisium, cntonces, del quel filosofia dijo que, “alguna vez", habjan coincidido libertad © imposi- cin de justicia, decisién y cenfrentar potiticamente la violencia. Lasociabilidad es,entonces, tana temporal y horizontal como el “ego‘s- mo racional” desus partes. Deshistori- zaciGn.e inmanencia permiten al libera- lismo romper su ilkimo puente con la metafisica: queda desactivado también ‘el momento vanguardista dela rupiura extrema y del nuevo fundamento, Sin historia, sin comprensién del “presen- te" como un ahora inasible (ocasién ramética parala libertad frente alatra- dicién y lo previsible), sinla metafisica ‘del mal que proporcionaba un referen- te contra el cual actuar — politica y es téticamente— como vanguardia, el li beralismo se llama posmodernidad. 3. Lejos de ser Ia desviacién de un pre- sunto “proyecto iluminista”, la posmo- ernidad lleva a cumplimiento el libe- ralismo, al cerrar coherentemente el ciclo cultural de la secularizacién y el relativismo, abiertopor lamodemidad. En la condicién posmodema, lo ‘mercantil opera hegeménicamente co- mo significacién a priori, desde la cual toreged eet Le oh pee ae irradiael sentido que in-forma smanti- camente lasredes simbéilicas yconcep- tuales de la convivencia. Consecuente- ‘mente, esta condicién tiene en cl des- -entramicnio y la fragmentacién tac ve de su dinémica social, y sus partic panies no necesitan ni tolcran més que un encuentro efimero, incapaz.de alte- rarel plurimolecularismo de base. Ex- pansién dela diferencia, transhistorici- dad (abandono de Ia memoria y Ins ‘dentidades), universalizacién delasu- perficie: el simulacro es antosuficiente paral minimo de sociabilidad impres- cindible, ya que postular algo origina- riopor detrds de lo apariencial conlleva cl cedimiento al orden totalitari. Poli foniadelas meres opiniones, todas equi- vvalentes en surelativismo y fluctuantes através de los variados jucgos lingiis- ticos, horizontalmente copresentes, Esta sociabilidad posmodema re- posa sobre el ideograma central del liberalismo: la tolerancia, A este prin- cipio le cabe el destino paradéjico de haber suscitado algunas delas mis no- bles disquisiciones filoséficas en Occi- dente y, simulténeamente,al ser desa- rrollado hasta sus diltimas consecuen- ciias, de haber conducido ala extinciéa del filosofar, al vaciamiento herme- néutico de toda reflexiGn eritica en la Ocffentlichkeit posmoderna. Latoleranciaes laproyeecién pric- tica del desencantamiento del mundo, ‘clenmudecimiento delosantiguosdio- sesy la potenciacién de la razdn “neu wal” de laciencia a standard disolven- tc de cualquicr enfrentamiento entre “visiones del mundo”. La tolerancia ‘alcanza a ser plenamente socializantc —ysuedoseslapreservaciéna ultran- za del fragmento— cuando las con- cicacias no sélo renuncian a publicitar belicosamente sus credos, sino que ad- miten la celatividad intrinseca de los ‘mismos; esto es, cuando los principios Sticos “iltimos” son valores, todos ‘igualmente carentes de fundamentacién ‘ontol6gica, intercambiables, suscepti bles de las més variadas interprotacio- nes, incluso contrarias y conflictivas. Con launiversalizacién del relativismo queda garantizado el efecto neutral zante dc la sociabilidad conmutativa. El foco concepual de la legitimacién (ouora “filoséfica”) se desplaza sin re- siduos detorigena la funcién, definida enclave de pragmatism inmanentista: ¢6s“justo" set toleranteporquees lomiis ‘itil para garantizar la diferencia y el molecularismo, La ética en y de la posmodernidad ‘no renuncia alos universales; s6lo que, ‘para segurar el relativismo, enuncia ta- les principios morales de una manera tan genérica y con un grado de abstrac- cin tal, que resultan siempre respeta- dos, incluso por posicionamientos en- frentadosen el dmbitode las conductas concretas. Al ser cada conciencia indi- vidual cl jucz.titimo de fa imerpreta- ‘cion adecuada, Ia solucion de compro- misoestambién pragmatista:laconcre~ tizaci6n judicativa de la universalidad absiracta (la interpretaciGn de alguna siuacién particular como si “caso”) queda al arbitrio del sentido comin, ‘Ahora biea, si se pretende evitar que el criterio doxol6gico quedc reducido al factun de la opinién cuantitativameme més difundida y se busca acudir a con- tenidos cualitativamente mis sustan- ciales; esto es, cuando se intenta teori- zarladiferenciaentre una opinién pabli ca“auténticamente democritica’” y otra queno lo seria, pese.a ser empiricamen- te latinica real, la reflexién parece caer enel vértigo de un discurso que giralo- ccamente, respaldéndose en lametafisi- caluego de haberta vaciado de sentido. Sila gonericidad de os principiosy Ja ambigiiedad del “sentido comin” u “opinién pablica” representanel anver- ‘so deuna ética posmodema, el reverso parece revelar con mayor nitidez la im- ‘passe, en la forma de ironia y escepti- ccismo, a que ella esté condenada. Este reverso lo representa la situacién criti ca, 1a agudizacién del conflicto que ‘vuelve inane el recurso al didlogo infi- Dito, Silas premisas inconmovibles son la equivalencia de todos los credos in- dividuales y aclevaciGnde laconcien- cia personal y privada a jucz itimo de Jo justo y to injusto, entonces ante la crisis, cuando enmudece la informa- ccién proporcionada por las reglas del intercambio y se obscurecen las opi- nniones, gquién qué es ser tole- ante o intolerante? ,quién taza ese limite imprescindible, donde la misma Wegica—prudencial y utilitaria—de la tolerancia provieno que so debe ser in- tolerante con el intolerante? La res- puesta es grosera: decide quien de fac- to tiene poder, quien empiricamente monopoliza la fuerza, sin que quepa problematizar filos6ficamente su le- sgitimidad, Pero la crisis ha quedado excluida de las categorizaciones posmodemnas de lo real, y ninguna disfuncién puede serexcesiva, yaque han sido desactiva- das las cosmovisiones que sustemtaban oro tipo de temporalidad. Particular- ‘mente vaciada de sentidoha sido la fi tio filos6fica de que la libertad y res- ponsabilidad se ponen a prucbaal tener €1 hombre que decidir y actuar en con- diciones extra-ordinarias, cuando debe (obligado por su finitud metafisica) enfrentar “el mal en el mundo” en tér- rminosajenos.a los previsibles por lare- gularidad conmutativa,cuandodsberes- ponder librementea un estado de nece- sidad a ta lux de una interpretacién no relativista de la justicia distributiva, 4. La ragediaestarta ene dective de la {losofia hacia ta intolerancia. Su des- Centramientoterminal debe ser bienve- ido, si¢s que clloascgura la vigencia decsalibertad ctvica ycultural en gene- ral —irrenunciable, no impora cual facra su articalacién con la justicia—y ‘que os innegablemente un jogro de! Ii beralismo en su evoluciga histérica. Quinds Ia crisis de pensar la crisis s¢a el iltimo doblegamiento de fa hy- ‘ris humanista, con lo cual la filosofia se habria liberado del destino que la cos6 desde los comienz0s: susientar ensayosconcretosdel horror ladegra- dacién de la dignidad humana. Modifi- quemos, seriamente,e! viejo dictum: no hay aberracién que algiin filésof0 no haya jusificadocon una visign delmun- do, Siésie fuesudestino, silaculpame- tafisica fuera la culpa de la metafisica, lamelancolia podria ser, también ella, neutralizada por un meditado alivio, ‘como titima pracba de fidelidad al filo- sofar mismo. Pues, de dltimas, la meta- fisica Hevé siempre en sf el germen de su propia disolucién: juntoa la apertu- aa lo trascendente, alenté tambign su ‘condeng, al impulsarladesacralizacién del mundo y cl endiosamiento dela ra- tio secularizada. Peroestaresignacién en elocasono climina todas las perplejidades. ;Hasta qué punto la dezonstruccién posmoder- nadela violencia del dominio, destierra de su propia realidad el dominio de la violencia? ;Hasta qué punto el indife rentismo y ladispersiénno profundizan también la justificacién del operar mas violento, a saber, alegar que quien lo sufre esti prolijamente fuera de las ca- tegorizaciones del “sentido comin”? Desde dénde evitar que el relativismo no devenga en impunidad para violen- tar lo noincorporadoa la conmutacién deequivalentes? La posmodemidad es reivindica- ccién delo fragmentario, yellorecuerda tuna libertad que es —cabe insistir— irenunciable, aunque contleve la“ex- tinciGn” piiblica de ta Filosofia, Pero es asimismo (zinevitablemente?)idiotiza- cién —¢ilotizacién— massmedistica, agresion publicitariacontra laprivaci- dad, atrofia de una reflexién critica abierta ala responsabilidad dikelogica. Laperplejidad aumenta cuando se me- ita sobre 1a manera como la Oeffent- lichkeit posmoderna procesa aquello ‘que, s6losi esasf procesadoalcanzadi- mensiGn de “realidad”. Valga como ccjompio una gucrra recientementetcle- visada. Ante lacirculacién vertiginosa ‘ena superficie, tal vez perviva alguna Justa impugnacién en la morosidad y retraimicnto de scguir pensando por 4quécl scry nolanada, de seguir pregun- tando por la pregunta u

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