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En este año, 2020, está ocurriendo una emergencia sanitaria en nuestro país y todo el mundo.
Se trata de una enfermedad llamada COVID-19 o Coronavirus y el cual ha golpeado
tremendamente en el ámbito de la salud pero también en el aspecto económico de todas las
naciones, ya que muchos de ellos se han visto en la necesidad de aplicar la cuarentena
mediante el aislamiento social y así prevenir el contagio de masivo de la población de dicha
enfermedad.
Debido a esto, nuestro país ha visto en la urgencia de cubrir varias necesidades en las
actividades económicas de nuestro país, como son los subsidios para personas de bajos
recursos y para trabajadores independientes, y últimamente para las pequeñas y
microempresas (Pymes). Pero a su vez, el gobierno también realiza compras de materiales y
equipos para proteger a la primera línea de guerra contra esta enfermedad, como son el
personal de la salud (médicos, enfermeras, personal de limpieza, entre otros) y el personal de
seguridad nacional (policías, militares, entre otros); y además, el gobierno realiza
contrataciones con entidades que puedan cubrir las necesidades de alimentación del personal
en campo o el llamado “rancho frio” a los policías y militares.
Esto nos lleva, a que el gobierno aplique la Ley de Contrataciones del Estado para poder
adquirir lo mencionado anteriormente y así poder llevar un control riguroso de los gastos
económicos que realiza el gobierno para cubrir estas necesidades.
La Dra. Ana Revilla nos comenta en su artículo que en marzo de 2011, la Comisión Especial
Multipartidaria Permanente del Congreso de la República (encargada del control, el
seguimiento y la evaluación del Plan Nacional de Lucha contra la Corrupción), señala que
existen 1,365 procesos judiciales por corrupción, y que estos procesos involucran a 76,581
funcionarios, de los cuales 0.28% son funcionarios del gobierno central; 18.07% de los
gobiernos regionales; y 81.65% de los gobiernos locales.
Con esto podemos concluir que la mayor parte de estos juicios son en contra de las
municipalidades provinciales y distritales, pero las grandes obras como el tren eléctrico, la
construcción de nuevos aeropuertos, canales de irrigación, proyectos portuarios y otras obras
de mayor envergadura “tapan” la mala administración de los alcaldes provinciales y distritales,
y por ello, pasan desapercibidos en estas estadísticas.
Tenemos como ejemplo; en Lima, el distrito de San Juan de Lurigancho, el cual por su densidad
poblacional se le entrego S/2 millones soles (así como a Ate Vitarte), luego de dos semanas de
la transferencia del dinero a los municipios, los vecinos aun reclaman la presencia del Alcalde.
El Alcalde de San Juan de Lurigancho ha tenido muchas irregularidades en su gestión y esto ha
llevado a marchas y protestas (y soy testigo porque trabajo a 1 cuadra de la municipalidad) y
hasta el pedido de vacancia por parte de la población; y ahora se le suma esta denuncia
pública por la demora en la entrega de las canastas básicas familiar.
(https://www.americatv.com.pe/noticias/actualidad/alcalde-san-juan-lurigancho-enfrenta-
pedido-vacancia-n407956)).
Y así podemos encontrar muchos casos de municipios donde existen estos indicadores como
despilfarro, favoritismo y corrupción. El 3 de Abril de 2020, “La Contraloría General activó hoy
y dispuso el uso obligatorio de la Plataforma para la Transparencia de la Gestión Pública en la
Emergencia Sanitaria Covid-19, con el de que todos los gobiernos locales, desde cualquier
punto del país, registren en línea el proceso de contratación, la ejecución del contrato y la
entrega de las canastas básicas familiares para las poblaciones vulnerables, lo que contribuye a
que esta acción se conduzca con eficiencia y se garantice el oportuno uso de fondos públicos”.
(https://elperuano.pe/noticia-coronavirus-desde-hoy-alcaldes-deben-registrar-linea-compra-y-
entrega-canastas-93883.aspx).