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20/5/2020 Introducción a la arteriopatía coronaria (coronariopatía) - Trastornos del corazón y los vasos sanguíneos - Manual MSD versión par…

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Introducción a la arteriopatía coronaria (coronariopatía)


Por Jonathan G. Howlett , MD, Libin Cardiovascular Institute of Alberta

Última revisión completa nov. 2016

La arteriopatía coronaria (coronariopatía) es una enfermedad en la que el aporte de sangre al miocardio


(músculo cardíaco) está bloqueado en parte o en su totalidad.

El miocardio necesita una irrigación constante de sangre con gran contenido en oxígeno. Las arterias coronarias, que
se ramifican desde la aorta justo después de que esta salga del corazón, aportan esta sangre. La arteriopatía coronaria
que provoca un estrechamiento en una o más de estas arterias puede causar una interrupción del riego sanguíneo, lo
que se manifiesta como dolor torácico (angina) o infarto de miocardio (ataque al corazón).

Infarto de miocardio

VIDEO

Tiempo atrás se creía que solo afectaba a los hombres. En promedio, esta enfermedad se presenta en los hombres
alrededor de 10 años antes que en las mujeres, ya que estas están protegidas por los niveles altos de estrógenos que
el organismo produce hasta la menopausia. Después de la menopausia, la arteriopatía coronaria se vuelve más
frecuente en las mujeres. En las personas de edad igual o superior a 75 años, la incidencia de esta enfermedad es
mayor en las mujeres, ya que viven más tiempo.
En los países desarrollados, es la principal causa de muerte en ambos sexos. La arteriopatía coronaria, y en particular
la ateroesclerosis (literalmente, «endurecimiento de las arterias», en la que se forman depósitos de grasa en las
paredes arteriales que estrechan el paso del riego sanguíneo por la arteria, e incluso llegan a bloquearlo) se desarrolla
en alrededor de un 5% a un 9% de las personas de 20 años de edad o más (según el sexo y la ascendencia). La tasa de
mortalidad aumenta con la edad y, en total, es más alta en los hombres que en las mujeres, sobre todo en edades
comprendidas entre los 35 y los 55 años. Después de los 55 años, la mortalidad disminuye en el sexo masculino,
mientras que en las mujeres continúa ascendiendo. Después de los 70-75 años, la mortalidad de las mujeres supera la
de los hombres de la misma edad.
Aunque la arteriopatía coronaria afecta a personas de todos los orígenes, su incidencia es mucho mayor en las
personas de ascendencia africana y del sudeste asiático. El índice de mortalidad es mayor en los hombres de
ascendencia africana que en los de ascendencia caucásica, y es más elevado en las mujeres de ascendencia africana
que en las de ascendencia caucásica hasta los 75 años.

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Aporte de sangre al corazón


Como ocurre con cualquier otro tejido del
organismo, el músculo del corazón debe
recibir sangre rica en oxígeno, y sus
productos de desecho deben eliminarse
también a través de esta. La arteria
coronaria izquierda y la arteria coronaria
derecha, que se ramifican de la aorta
inmediatamente después de que esta sale
del corazón, aportan al músculo cardíaco
sangre rica en oxígeno. La arteria coronaria
derecha se ramifica en la arteria marginal y
en la arteria intraventricular posterior,
situada en la superficie posterior del
corazón. La arteria coronaria izquierda (que
se denomina normalmente arteria
coronaria principal izquierda) se ramifica
en las arterias circunfleja y descendente
anterior izquierda. Las venas cardíacas
recogen la sangre que contiene productos
de desecho del músculo cardíaco y la
descargan en una gran vena localizada en
la parte posterior del corazón, denominada
seno coronario, que devuelve la sangre a la
aurícula derecha.

Causas
La arteriopatía coronaria casi siempre se debe a la acumulación gradual de depósitos de colesterol y de otras
sustancias grasas (denominadas ateromas o placas ateroescleróticas) en la pared de una arteria coronaria. Este
proceso se denomina ateroesclerosis y puede afectar a muchas arterias, no solo a las del corazón.
Aunque la ateroesclerosis es la causa subyacente más común en la reducción anómala del flujo de sangre al corazón,
existen otras causas. En algunos casos la arteriopatía coronaria está causada por el espasmo de una arteria coronaria,
que puede ocurrir de manera espontánea o por el uso de ciertas drogas, como la cocaína y la nicotina. Un vaso
sanguíneo coronario puede no expandirse en respuesta a la necesidad de aumento del flujo sanguíneo (como por
ejemplo al realizar ejercicio físico). Esta condición puede resultar en un menor flujo de sangre del que el corazón
necesita, y se conoce como disfunción endotelial. En contadas ocasiones, la causa es una anomalía congénita, el lupus
eritematoso sistémico, la inflamación de las arterias (arteritis), la presencia de un coágulo sanguíneo que se desplaza
desde una cavidad del corazón al interior de una arteria coronaria o un daño físico (debido a una lesión o a la
radioterapia).
Cuando un ateroma crece, puede formar una protuberancia dentro de la arteria, de modo que el interior (lumen) se
estreche y el flujo sanguíneo quede bloqueado en parte. Con el tiempo, se acumula calcio en el ateroma. A medida
que un ateroma obstruye cada vez más una arteria coronaria, el aporte de sangre con gran contenido de oxígeno al
miocardio se vuelve insuficiente. Es más probable que esta irrigación sea inadecuada al realizar un esfuerzo, momento
en que el miocardio requiere más sangre. Un aporte insuficiente de sangre al miocardio (sea por el motivo que sea)
recibe el nombre de isquemia miocárdica. Si el corazón no recibe la sangre que necesita, ya no puede contraerse ni
bombear la sangre con normalidad.
Un ateroma, aunque no interrumpa en gran medida el flujo sanguíneo, puede romperse de forma repentina, lo que
suele provocar la formación de un coágulo de sangre (trombo). Dicho coágulo obstruye aún más el flujo sanguíneo en
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la arteria, o incluso puede llegar a interrumpirlo por completo y causar una isquemia miocárdica aguda. Las
consecuencias de tal isquemia aguda se denominan síndromes coronarios agudos, que engloban la angina inestable
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y diferentes tipos de infarto de miocardio, según la localización y el grado de interrupción del flujo. En un infarto de
miocardio, muere el área del miocardio irrigada por la arteria que se ha bloqueado.
En algunos casos, los síndromes coronarios agudos pueden ser consecuencia de un espasmo en las arterias
coronarias o de otro tipo de arteriopatía coronaria.

Depósitos de grasa en una


arteria coronaria

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Factores de riesgo
Algunos factores que contribuyen a la arteriopatía coronaria no pueden modificarse. Entre estos factores se incluyen
los siguientes
Edad avanzada

Sexo masculino

Antecedentes familiares de arteriopatía coronaria prematura (es decir, que un pariente cercano haya padecido
esta enfermedad antes de los 50 o 55 años)

Otros factores de riesgo sí pueden modificarse o tratarse. Por ejemplo


Concentraciones sanguíneas altas de colesterol de lipoproteínas de baja densidad (low-density lipoprotein, LDL)
(véase Dislipidemia)

Concentraciones altas de lipoproteína en sangre

Concentraciones bajas de colesterol de las lipoproteínas de alta densidad (high-density lipoprotein, HDL) en
sangre

Diabetes mellitus

Tabaquismo

Hipertensión arterial

Obesidad

Inactividad física

Alimentación

Fumar incrementa más del doble el riesgo de sufrir arteriopatía coronaria e infarto de miocardio; se cree que ser
fumador pasivo también aumenta el riesgo.
Los factores de riesgo relacionados con la dieta incluyen comer alimentos con poco contenido en fibra, en vitaminas C,
D y E y en fitoquímicos (presentes en frutas y verduras, se cree que contribuyen al mantenimiento de la salud). En
algunos casos, el riesgo también aumenta si la alimentación no incluye una cantidad adecuada de aceites de pescado
(ácidos grasos poliinsaturados omega-3).
Se cree que beber una o dos copas de alcohol al día reduce ligeramente el riesgo de arteriopatía coronaria, aunque al
mismo tiempo aumenta el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular. Sin embargo, beber más de dos copas al día
aumenta el riesgo y cuanto mayor es la cantidad, mayor es el riesgo.
Ciertos trastornos metabólicos, como el hipotiroidismo, la hiperhomocisteinemia y las concentraciones altas de
apoproteína B (apo B) son otros factores de riesgo.
Aún no se ha confirmado si la infección con ciertos microorganismos contribuye al desarrollo de arteriopatía
coronaria.
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Prevención
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Alterar los factores de riesgo de arteriopatía coronaria ayuda a prevenirla. Algunos de estos factores están
interrelacionados, de manera que al modificar uno de ellos, también se modifica el otro.

Tabaquismo
Es fundamental dejar de fumar. Al abandonar este hábito, el riesgo de arteriopatía coronaria disminuye a la mitad, si
se compara con aquellas personas que continúan fumando, independientemente de cuánto tiempo se haya fumado
antes de dejar el hábito. Dejar de fumar también disminuye el riesgo de muerte tras una cirugía de revascularización
coronaria (bypass) o tras un infarto de miocardio. También es importante evitar ser fumador pasivo.

Dieta
Es beneficioso realizar algunos cambios:
Menos grasa saturada

Ausencia de grasas trans

Más frutas y verduras

Más fibra

Consumo moderado (o nulo) de alcohol

Menos hidratos de carbono simples (tales como azúcar, pan blanco, y harina blanca)

Se aconseja limitar la cantidad de grasa a menos del 25 al 35% de las calorías diarias recomendadas para mantener un
buen estado de salud; sin embargo, algunos expertos opinan que la grasa debe limitarse al 10% de las calorías diarias
con el fin de disminuir el riesgo de arteriopatía coronaria. Una alimentación con bajo contenido en grasas también
contribuye a reducir las concentraciones altas de colesterol total y de colesterol LDL (el «malo»), otro factor de riesgo
de la arteriopatía coronaria. El tipo de grasa que se consume es tan importante como la cantidad. Por lo tanto, es
recomendable comer pescado azul, como el salmón, de forma habitual, ya que contiene una gran cantidad de grasas
omega-3 (grasas saludables) y evitar por completo las grasas trans más perjudiciales. Estas últimas se están
eliminando de los ingredientes usados en muchos productos de comida preparada, establecimientos de comida
rápida y restaurantes.
Comer por lo menos cinco piezas de fruta y de verdura a diario disminuye el riesgo de arteriopatía coronaria, ya que
estos alimentos contienen numerosos compuestos fitoquímicos. De todas formas, no se ha determinado con certeza
que los fitoquímicos sean responsables de la reducción del riesgo, porque las personas que se alimentan de este
modo también tienden a comer menos grasa, más fibra y más alimentos que contienen vitaminas C, D y E. Se cree que
la ingesta de alimentos que contienen gran cantidad de un determinado grupo de fitoquímicos denominados
flavonoides (se encuentran en la uva roja y en la morada, en el vino tinto y en el té negro) ayuda a reducir el riesgo de
arteriopatía coronaria. No obstante, no se ha podido determinar con exactitud la relación entre la causa y el efecto, ya
que algún otro factor podría explicar el riesgo aparentemente menor.
También es recomendable consumir alimentos con un gran contenido de fibra. Existen dos tipos de fibra: soluble e
insoluble. La fibra soluble (que se disuelve en líquido) se encuentra en el salvado de avena, la avena, las judías o
frijoles, los guisantes, el salvado de arroz, la cebada, las frutas cítricas, las fresas y la pulpa de manzana. Esta fibra
ayuda a disminuir las concentraciones elevadas de colesterol, y también a reducir o a estabilizar las altas
concentraciones de azúcar (glucosa) en sangre y a incrementar los niveles bajos de insulina. De este modo, la fibra
soluble contribuye a reducir el riesgo de arteriopatía coronaria en personas diabéticas. La fibra insoluble (que no se
disuelve en líquido) se encuentra en la mayoría de los cereales y de sus derivados, así como en frutas y en verduras
como la piel de manzana, la col o repollo, la remolacha, la zanahoria, la col de Bruselas, el nabo y la coliflor; también
favorece la digestión. No obstante, la ingestión excesiva de fibra interfiere en la absorción de ciertas vitaminas y
minerales.
La alimentación debe contener las cantidades diarias recomendadas de vitaminas y minerales. Los suplementos
vitamínicos no se consideran un sustituto aceptable de una alimentación saludable. Existe cierta controversia acerca
de la función de los suplementos en la reducción del riesgo de arteriopatía coronaria no se ha observado que tomar
suplementos de vitamina E o de vitamina C ayude a prevenir la arteriopatía coronaria. Tomar ácido fólico o vitaminas
B6 y B12 puede reducir las concentraciones de homocisteína, pero en los estudios realizados no se ha podido
demostrar que tomar estos suplementos disminuya el riesgo de padecer arteriopatía coronaria.
Este riesgo se puede reducir limitando la cantidad de carbohidratos de azúcar simple (como la harina blanca refinada,
el arroz blanco y los alimentos procesados) y aumentando la cantidad de cereales integrales en la dieta, ya que de esta
manera disminuye el riesgo de obesidad y de una posible diabetes, que también son factores de riesgo de la
arteriopatía coronaria.
En general, debe mantener un peso saludable y comer una variedad de alimentos. Se han propuesto varias dietas
específicas para reducir el riesgo de enfermedad cardíaca o accidente cerebrovascular. Se ha observado que la dieta
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mediterránea, que consiste en grandes cantidades de frutas, verduras, frutos secos y aceite de oliva, parece reducir el

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riesgo de arteriopatía coronaria, así como el riesgo de posteriores ataques al corazón en personas que ya sufren
enfermedades cardíacas.

Tipos de grasas
Existen tres tipos de grasas:
Saturada

Monoinsaturadas

Poliinsaturadas

«Saturadas» hace referencia al número de átomos de hidrógeno que hay en una molécula de grasa.
Las grasas saturadas contienen todos los átomos de hidrógeno que pueden y suelen ser sólidas a
temperatura ambiente. Se encuentran en la carne, en los productos lácteos y en los aceites vegetales
hidrogenados artificialmente. Cuanto más sólido es el producto, mayor es la proporción de grasas saturadas.
Una alimentación con un gran contenido de grasas saturadas favorece la arteriopatía coronaria.
Por el contrario, las grasas insaturadas (monoinsaturadas y poliinsaturadas) no contienen tantos átomos de
hidrógenos como podrían contener. Las grasas monoinsaturadas podrían contener un átomo de hidrógeno
más; por lo general, son líquidas a temperatura ambiente, pero comienzan a solidificarse en la nevera. Dos
ejemplos de esto son el aceite de oliva y el aceite de canola o colza.
Las grasas poliinsaturadas podrían contener más de un átomo de hidrógeno adicional; suelen ser líquidas
tanto a temperatura ambiente como en el refrigerador, aunque tienden a ponerse rancias a temperatura
ambiente. El aceite de maíz es un ejemplo. Otras grasas poliinsaturadas son las grasas omega-3, que se
encuentran en los pescados grasos de aguas profundas (como la caballa, el salmón y el atún), y las grasas
omega-6, presentes en los aceites vegetales.
En un proceso llamado hidrogenación, los átomos de hidrógeno se agregan artificialmente a los aceites
poliinsaturados, de modo que estos aceites puedan utilizarse para evitar que los productos alimenticios se
vuelvan rancios y para elaborar productos grasos sólidos, como la margarina. Las grasas trans son el resultado
de este proceso («trans» hace referencia al lugar donde se añaden los átomos de hidrógeno a la molécula de
grasa). Estas grasas son muy comunes sobre todo en alimentos comerciales fritos y horneados, como las
galletas, los donuts, las patatas fritas y otros productos similares.
Favorecen el aumento de las concentraciones de colesterol de las lipoproteínas de baja densidad (LDL, el
«malo») y la disminución de las concentraciones del colesterol de las lipoproteínas de alta densidad (HDL, el
«bueno»), lo que da lugar a un riesgo mayor de arteriopatía coronaria. Es aconsejable evitar comer productos
que contengan grasas trans. Este tipo de grasas aparece en las etiquetas de los alimentos. Además, si la grasa
hidrogenada o parcialmente hidrogenada es el primer ingrediente de la lista, el producto contiene grasas
trans. En algunos restaurantes también se incluye información sobre los platos del menú que contienen grasas
trans. Diversas ciudades en Estados Unidos han prohibido a los restaurantes utilizar grasas trans en la comida,
y parece que otras ciudades seguirán esta tendencia. La Food and Drug Administration (FDA, en Estados
Unidos) ha indicado a los fabricantes que deben eliminar las grasas trans de sus productos.
El aspecto de un recipiente de aceite o de margarina también puede ayudar a identificar los alimentos que
contienen estas grasas: cuanto más líquido o blando, menor es la cantidad de grasas trans. Por ejemplo, el
contenido de grasas trans de la margarina que viene en tarrinas es menor que el de la margarina en barra.
Algunas margarinas contienen estanol o esteroles vegetales, que reducen ligeramente los niveles de colesterol
total y de colesterol LDL. Los fitoestanoles (estanoles vegetales) y los fitoesteroles (esteroles vegetales) pueden
tener este efecto, ya que no se absorben bien en el tubo digestivo e interfieren en la absorción del colesterol.
Estos productos han sido aprobados como alimentos saludables para el corazón cuando forman parte de una
alimentación sana. Están compuestos por grasas insaturadas, contienen menos grasa saturada que la
mantequilla y no tienen grasas trans, pero son caros.
No se ha podido determinar la combinación ideal de tipos de grasas, pero es probable que una alimentación
con gran cantidad de grasas monoinsaturadas o de grasas omega-3 y poca cantidad de grasas trans sea más
saludable.

Inactividad física
Cuando se realiza actividad física de forma periódica, existe una tendencia menor a padecer arteriopatía coronaria o
hipertensión arterial. El ejercicio que mejora la resistencia (ejercicios aeróbicos como caminar con energía, montar en
bicicleta o correr) o la fuerza muscular (entrenamiento de resistencia con pesas o con aparatos de pesas) ayuda a
prevenir la arteriopatía coronaria. Caminar solamente 30 minutos por día produce un efecto beneficioso. Si no se está
preparado físicamente o no se ha practicado ejercicio en mucho tiempo, debe consultarse con el médico antes de
iniciar un programa de ejercicio.
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Obesidad
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Cambiar de alimentación e iniciar una actividad física contribuye a controlar la obesidad. Consumir menos alcohol
también ayuda, puesto que el alcohol tiene un alto contenido calórico. Perder aunque solo sean entre 4,5 y 9 kg puede
reducir el riesgo de arteriopatía coronaria.

Niveles altos de colesterol


Las concentraciones altas de colesterol total y de colesterol LDL (el «malo») se pueden disminuir haciendo ejercicio y
dejando de fumar, así como reduciendo la cantidad de grasas en la alimentación. Se pueden administrar fármacos que
reduzcan las concentraciones de colesterol total y de colesterol LDL en sangre (fármacos hipolipemiantes). Los
beneficios de reducir las concentraciones de colesterol son mayores cuando existen otros factores de riesgo, como
tabaquismo, hipertensión arterial, obesidad e inactividad física.
Aumentar la concentración de colesterol HDL (el «bueno») también contribuye a disminuir el riesgo de arteriopatía
coronaria. Cambiar los hábitos por otros que disminuyan las concentraciones de colesterol total y de colesterol LDL
favorece el aumento de los niveles de colesterol HDL, al igual que ciertos fármacos. También contribuye adelgazar
cuando se tiene un exceso de peso.

Hipertensión arterial
Controlar la hipertensión arterial contribuye a reducir el riesgo de arteriopatía coronaria. El primer paso del
tratamiento de la hipertensión consiste en cambiar el estilo de vida y consumir alimentos con poca sal y, si es
necesario, adelgazar y hacer más ejercicio físico. Puede que también sea necesario administrar un tratamiento
farmacológico.

Diabetes mellitus
Controlar la diabetes de forma adecuada reduce el riesgo de algunas de sus complicaciones, aunque los efectos de
este control en el desarrollo de la arteriopatía coronaria no se perciban con claridad. Asimismo, controlar la diabetes
disminuye el riesgo de complicaciones de la arteriopatía coronaria.

Tratamiento
Ante una arteriopatía coronaria, el médico puede intentar tres soluciones, que consisten en
Reducir la carga de trabajo del corazón

Facilitar el flujo de sangre por las arterias coronarias

Ralentizar la formación de ateroesclerosis o revertirla

La carga de trabajo cardíaco se puede reducir controlando la presión arterial y administrando ciertos medicamentos,
como los betabloqueantes o los bloqueantes de los canales de calcio, que evitan que el corazón trabaje de manera
excesiva (ver Fármacos para tratar la arteriopatía coronaria*). El flujo de sangre a través de las arterias coronarias
puede mejorarse mediante fármacos que promueven la relajación de las arterias coronarias (por ejemplo, nitratos,
bloqueadores de canales de calcio y ranolazina), o bien estirando las arterias estrechadas (mediante una intervención
coronaria percutánea) o eliminando la necesidad de pasar por las zonas bloqueadas (mediante injertos de
revascularización coronaria). En ocasiones, los coágulos de sangre de las arterias coronarias pueden disolverse
administrando fármacos (ver Apertura de las arterias). Cambiar los hábitos alimenticios, hacer ejercicio y tomar
medicamentos ayuda a revertir la ateroesclerosis.

Intervención coronaria percutánea (ICP)


En la intervención coronaria percutánea (ICP, también denominada angioplastia coronaria transluminal percutánea,
ACTP) se inserta una aguja en el interior de la arteria principal del muslo (arteria femoral) o en la arteria radial de la
muñeca. A continuación, se introduce una guía larga por la aguja y se avanza por el interior de la arteria hasta la aorta,
para llegar por último a la arteria coronaria obstruida. Después se introduce un catéter, con un globo en el extremo, a
lo largo de la guía hasta el interior de la arteria coronaria obstruida. El catéter se coloca de manera que el globo quede
a la altura de la obstrucción arterial. A continuación se infla el globo durante algunos segundos. El globo hinchado
estira la arteria y comprime el ateroma que la estrecha, con lo que la arteria en cuestión se ensancha. El inflado y
desinflado del globo puede repetirse varias veces. En el 80 al 90% de las personas, se logra abrir las arterias
obstruidas.

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Intervención coronaria
percutánea (ICP)

GJLP/CNRI/SCIENCE PHOTO LIBRARY

Stent de angioplastia

Qué es la angioplastia

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Para mantener abierta la arteria coronaria, suele introducirse un tubo hecho de alambre o de malla industrial
(denominado stent) en el interior de la arteria. En cerca del 75% de los casos, se utilizan stents recubiertos de
fármacos, que se liberan de forma gradual con el fin de prevenir que la arteria coronaria vuelva a obstruirse, un
problema frecuente cuando se utilizan stents que no están recubiertos (denominados stents metálicos). Sin embargo,
aunque los stents que liberan fármacos son muy útiles para mantener abierta la arteria, la colocación de este tipo de
stents conlleva un riesgo ligeramente mayor de que se formen coágulos de sangre en el stent, en comparación con los
metálicos. Para reducir el riesgo de formación de estos coágulos, al colocar stents liberadores de fármacos deben
administrarse también antiagregantes plaquetarios durante por lo menos el año siguiente a la implantación del stent.
A menudo, los antiagregantes plaquetarios se administran antes de colocar el stent. Si la arteria se vuelve a bloquear,
ya sea por un coágulo o por otras causas, se puede realizar una segunda ICP. Cookies

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En muchas personas, se prefiere realizar una intervención coronaria percutánea en vez de llevar a cabo un injerto de
revascularización coronaria, ya que el primer procedimiento es menos invasivo y requiere un tiempo de recuperación
menor. Sin embargo, puede que la zona afectada de la arteria coronaria no reúna las condiciones para realizar una ICP
a causa de su localización, su longitud, la cantidad de calcio acumulado u otros motivos. Además, las personas con
varias zonas de estrechamiento u otros trastornos pueden sobrevivir más tiempo después del injerto de
revascularización coronaria que después de la intervención coronaria percutánea. Por lo tanto, se debe estudiar con
mucho cuidado si este procedimiento es el adecuado para un determinado paciente.

Angioplastia

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Otras técnicas
Se han evaluado otras técnicas para eliminar ateromas, como por ejemplo la utilización de pequeñas cuchillas, fresas o
rayos láser para eliminar ateromas gruesos, fibrosos y calcificados, mediante varios procesos: cortándolos, limándolos,
pulverizándolos o disolviéndolos. Aún se están evaluando algunas de estas técnicas, pero hasta el momento los
resultados no han sido los esperados, especialmente a largo plazo.

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Qué es la intervención coronaria percutánea


Se inserta un catéter, con un globo en el extremo, en el interior de una arteria de gran calibre (por lo general, la
arteria femoral, aunque también se utiliza con frecuencia la arteria radial de la muñeca) y se desplaza por las
arterias comunicantes y por la aorta hasta la arteria coronaria estrechada o bloqueada. El globo se infla para
comprimir el ateroma contra la pared arterial y así abrir la luz arterial. Por lo general, se coloca un tubo
colapsado hecho de una malla de alambre (stent) sobre el globo desinflado, en el extremo del catéter, y se
introduce junto con el catéter. Cuando el catéter llega hasta el ateroma, el globo se infla y se despliega el stent.
Luego se retira el catéter con el globo y el stent se mantiene en su lugar para que mantenga abierta la luz
arterial.

El paciente suele estar despierto durante la


intervención, pero puede que reciba algún
medicamento para que se relaje. Durante la ICP se
supervisa estrechamente al paciente, ya que el inflado
del globo bloquea durante unos instantes el flujo
sanguíneo en la arteria coronaria afectada. Esta
obstrucción puede producir dolor torácico y cambios en
la actividad eléctrica del corazón (detectado mediante
ECG). En una intervención coronaria percutánea mueren
menos del 1% de los pacientes, y menos del 5% sufren
infartos de miocardio no mortales. Solo es necesario
realizar una cirugía de revascularización coronaria
(bypass) inmediatamente después de una intervención
coronaria percutánea en el 1% o menos de las personas.

Injertos de revascularización coronaria (bypass coronario)


Los injertos de revascularización coronaria se denominan también cirugía de revascularización, revascularización
miocárdica o bypass coronario. En esta técnica, se utiliza una arteria o una vena de otra parte del cuerpo para
conectar la aorta (arteria principal que transporta sangre desde el corazón al resto del organismo) con una arteria
coronaria más allá del lugar de la obstrucción. De esta manera, el flujo sanguíneo es redireccionado, dejando a un lado
(mediante un salto o una derivación) la estrechez o la obstrucción de la arteria. Por lo general, se eligen las venas de
las piernas, y las arterias del antebrazo o de debajo del esternón. Los injertos de arteria casi nunca derivan en
arteriopatía coronaria, y más del 97% de ellos todavía funcionan de forma adecuada 10 años después de realizar la
cirugía de revascularización (bypass). En cambio, los injertos de vena se pueden estrechar poco a poco debido a un
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ateroma. Un año después, alrededor del 15% se han bloqueado por completo y, 5 años después, un tercio o más
puede estar completamente obstruido.

Injertos de
revascularización
coronaria

La intervención dura entre 2 y 4 horas, en función del número de vasos sanguíneos que deban injertarse. El número
indicado (por ejemplo, triple o cuádruple) antes de la revascularización hace referencia al número de arterias (por
ejemplo, 3 o 4) que se revascularizan. La persona recibe anestesia general. A continuación, se realiza una incisión en el
centro del tórax desde el cuello hasta la zona superior del estómago y se separa el esternón. Este tipo de cirugía se
denomina cirugía a corazón abierto. En los últimos tiempos puede utilizarse un equipamiento especial que permite
realizar incisiones más pequeñas. Por lo general, se paraliza el corazón para que no se mueva y sea más fácil
intervenir. Para ello, se utiliza una máquina de circulación extracorpórea (corazón-pulmón) que introduce oxígeno en
la sangre y la bombea por el organismo. Cuando solo se injertan uno o dos vasos sanguíneos, se puede dejar que el
corazón lata por sí mismo. Este procedimiento se denomina procedimiento de revascularización (bypass) sin
circulación extracorpórea. La estancia hospitalaria suele ser de 5 a 7 días, incluso menos si no se utilizó circulación
extracorpórea en la intervención quirúrgica. Sin embargo, los resultados a largo plazo son los mismos con ambos
procedimientos.

Cirugía de revascularización
coronaria (bypass) sin bomba

VIDEO

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Sistema de circulación
extracorpóreo

Los riesgos de la cirugía incluyen el accidente cerebrovascular y el infarto de miocardio. Si la persona tiene un corazón
de tamaño normal que funciona correctamente, nunca ha tenido infartos de miocardio y no existen factores de riesgo
adicionales, el riesgo de sufrir un infarto de miocardio durante la intervención quirúrgica es inferior al 5%, un
accidente cerebrovascular, del 2 al 3%, y muerte, menos del 1%. El riesgo es algo mayor si la capacidad de bombeo del
corazón es limitada (insuficiencia ventricular izquierda), existe daño miocárdico debido a un infarto de miocardio
anterior o hay otros problemas cardiovasculares. Sin embargo, si se sobrevive a la cirugía, las perspectivas de
supervivencia a largo plazo son mejores.

Sistema de circulación
extracorpóreo

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En ocasiones, tras un procedimiento de injerto de revascularización coronaria, se observan cambios en la cognición o


en el comportamiento. Estos cambios pueden ser leves o muy graves, y algunos pueden durar entre semanas y años.
El riesgo es mayor en las personas de edad avanzada, aunque puede disminuir si no se utiliza una máquina de
circulación extracorpórea.

Otras técnicas
Con las técnicas nuevas, las incisiones del tórax pueden ser mucho menores, lo que sería una cirugía de
revascularización (bypass) mínimamente invasiva (este tipo de cirugía también se denomina laparoscópica o
endoscópica). En una de las técnicas, en que se usan robots, el cirujano, sentado frente a la pantalla de una
computadora, utiliza brazos robóticos del tamaño de un lápiz para realizar la operación. Los brazos sostienen los
instrumentos quirúrgicos especialmente diseñados para realizar movimientos complejos, imitando de esta manera las
manos del cirujano. A través de un endoscopio, el cirujano observa una imagen tridimensional aumentada de la
intervención quirúrgica. Esta intervención requiere hacer 3 incisiones de alrededor de 2,5 cm cada una: una para cada
brazo del robot y otra para la cámara conectada al endoscopio. De este modo, no es necesario abrir el esternón del
paciente. La duración de la intervención y la estancia hospitalaria suelen ser más cortos con los procedimientos más
nuevos que con la cirugía tradicional a corazón abierto.

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20/5/2020 Introducción a la arteriopatía coronaria (coronariopatía) - Trastornos del corazón y los vasos sanguíneos - Manual MSD versión par…

Injertos de revascularización coronaria (bypass coronario)


Los injertos de revascularización coronaria consisten en conectar una arteria o parte de una vena a una arteria
coronaria, de modo que la sangre tenga una vía alternativa para llegar de la aorta al miocardio. Es decir, se
construye un puente por encima de la zona estrechada o bloqueada. Se prefiere una arteria a una vena, ya que
las arterias tienen menos tendencia a volver a bloquearse. En un tipo de injerto de revascularización se secciona
una de las dos arterias mamarias internas y, mientras uno de los extremos cortados se acopla a una arteria
coronaria más allá de la zona obstruida, el otro extremo se ata. Si no se puede usar una arteria o si existe más de
una obstrucción, se utiliza un segmento de una vena, por lo general, de la vena safena, que se extiende desde la
ingle hasta el tobillo. Un extremo del segmento (injerto) se conecta a la aorta, y el otro, a una arteria coronaria
más allá de la zona obstruida. A veces, se utiliza un injerto venoso además del injerto de la arteria mamaria.

© 2019 Merck Sharp & Dohme Corp., una subsidiaria de Merck & Co., Inc., Kenilworth, NJ, EE. UU.)

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