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Presente perpetuo en Medical Pet de Marcos Arcaya Pizarro

(Catafixia: Guatemala, 2010),


por Julia Guzmán Watine

Una de las lecturas de Medical Pet que quiero proponer mediante este ensayo es que
se construye un recuerdo del terreno baldío o del campo de concentración extensísimo
en el tiempo, que abarca muchas calamidades olvidadas. Infortunios que se traducen
en hechos violentos, demostraciones de poder y también en vidas vacías que se
consumen en el olvido o en un recuerdo vacío.

Sin embargo, pienso que en la rememoración expresada en Medical Pet, no hay una
narración o sentido. Más bien el recuerdo se asemejaría a una experiencia
esquizofrénica ―e inverosímil―, donde según Jameson (2002, p. 177), se “está
condenado a vivir en un presente perpetuo con el que los diversos momentos de su
pasado tienen escasa conexión y para él no hay ningún futuro concebible en el
horizonte”.

Este presente perpetuo del recuerdo se puede manifestar, en primer lugar, en un


pasado que se recuerda a través de imágenes y nombres repetitivos, revelaciones de
Alto Hospicio, Cynthia Cortez, Lucía Hiriart, etc., del pasado reciente y lejano,
colectivo y personal. Así, se evoca de una manera recurrente imágenes ―en un primer
término― impuestas y luego olvidadas por los medios masivos de comunicación. Sin
embargo, es a través de su articulación y repetición, que devienen significados
distintos; sobreviven con sentidos divergentes al vacío del olvido y del desecho.

Entonces, Medical Pet se sumerge en un una tristeza o depresión que como afirma
Kristeva (1987, p. 14), se acompaña de un orgullo aportado por la lucidez del recuerdo
que revela las historias escondidas, las vivencias casi verdaderas. Pero esta claridad
es fragmentada y lo anterior vuelve aquella experiencia extraña, inverosímil e incluso
ominosa.

En segundo lugar, este presente perpetuo, se podría manifestar por medio de las
alusiones a otros horrores ―Hauff y Hoffmann―, a otros agobios y vacíos o a otros
miedos y búsquedas infructuosas en terrenos baldíos (The Waste Land de Eliot), en
tierras de nadie, impregnadas de violencia y de temores, contemos sin orden Cipango
de Tomás Harris, El Primer Libro de Soledad Fariña, Vírgenes del sol de Alexis
Figueroa, Matadero Cinco de Vonnegut, El Eternauta de Oesterheld y Solano, Saló de
Pasolini, etc.

De esta forma, se manifiestan reminiscencias del presente e imágenes recurrentes del


pasado (poéticas, terroríficas, románticas, poderosas) para terminar con dicho
recuerdo, saber u olvido consensuado, con la univocidad inerte. No obstante, no hay
un avance, sentido o dirección, vale decir, estas imágenes inverosímiles, son como las
manos separadas de sus cuerpos, son cabezas y fragmentos que ilustran, espantan y
transforman la experiencia y lucidez en un tormento.

Por último, podemos asumir que la representación espacial del olvido es el “no lugar”,
entendido como “un espacio que no puede definirse como un espacio de identidad, ni
como relacional ni como histórico” (Augé, 2000, p. 83). Entonces, estos “no lugares”
son los terrenos baldíos ―extensísimos en el tiempo― donde se esconden y olvidan
cadáveres, errores, vergüenzas y espantos; y la rememoración se articula con imágenes
recurrentes, perpetuas como secuencias de lápidas, que convierten el abandono en
recuerdo fragmentado y permanente.

El “no lugar”, el campo de exterminio, el descampado se convierte, entonces, en


cementerio. En otras palabras, Medical Pet es “un saco de conejos muertos” (alusión
al País nocturno y asesino de César Cabello) y es la oposición olvido-recuerdo; es la
visión del presente y el pasado vencidos, es una mirada clarividente, roja, sin futuro.

Ante la aniquilación del pasado, el recuerdo se manifiesta en el presente perpetuo, en


la derrota de la narración en la medida que se expresa la ausencia del porvenir, en la
recurrencia de imágenes, nombres, poemas que enuncian el dolor y el vacío
atemporales.

De esta manera, la derrota radica en que la lucidez es el germen y la apoteosis del


sufrimiento, la podredumbre, el círculo vicioso. Sin embargo, remece, se distingue,
aparece, como vivencia –fragmentada- y existencia –mutilada- que cuestionan
venenosamente el “olvido-consenso” para restregarnos perpetuamente la conciencia
del fracaso.

***
Referencias Bibliográficas:
1. Augé, M. (2000). Los no lugares. Espacios del anonimato. Una antropología
de la sobremodernidad. Barcelona: Editorial Gedisa, S. A. En
www.scribd.com/doc/.../Marc-Auge-Los-”no lugar”es.
2. Jameson, F. (2002). Posmodernismo y sociedad de consumo. En H. Foster
(Ed.) (2002). La Posmodernidad. (pp. 165- 186). (5ª ed.). Barcelona:
Editorial Kairós, S.A.
3. Kristeva, J. (1987). Soleil noir. Dépression et melancolie. France: Éditions
Gallimard.

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