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Derecho
Derecho
de justicia y orden, que regulan las relaciones humanas en toda sociedad y cuya observancia
es impuesta de forma coactiva por parte de un poder público.456 El conjunto de principios y
normas jurídicas de un Estado determinado constituye su ordenamiento jurídico. El derecho
también es la ciencia social que estudia, interpreta y sistematiza el ordenamiento para su
correcta aplicación. El derecho guarda una íntima conexión con la política, la economía y
la historia, y es el centro de problemas humanos complejos como la determinación de lo que
es justo.
No hay una definición del derecho generalmente aceptada o consensuada. Las cuestiones
más generales sobre el carácter y el contenido del derecho son estudiadas por la filosofía del
derecho y la teoría del derecho. Por ello, el derecho ha sido considerado simultáneamente
una ciencia y un arte.478
En el siglo III el jurista romano Ulpiano acuñó la división de la ciencia del derecho en dos
grandes ramas: el derecho público, que regula la actuación de los poderes públicos; y
el derecho privado, que regula las relaciones entre personas físicas y jurídicas. Esta división, a
grandes rasgos, persiste en la actualidad. Algunas ramas importantes del derecho público
son, entre otras, el derecho constitucional, el derecho administrativo o el derecho penal; al
derecho privado pertenecen el derecho civil, el mercantil o el derecho del trabajo. Algunas
disciplinas como el derecho internacional también obedecen a esta clasificación, dividiéndose
en derecho internacional público y privado.
Etimología[editar]
Definición[editar]
Véanse también: Filosofía del derecho y Teoría del derecho.
Los juristas han elaborado numerosas definiciones del derecho a lo largo de los siglos. Sin
embargo, no existe una definición que goce de aceptación generalizada.
La Real Academia Española define el derecho como el «conjunto de normas, principios,
costumbres y concepciones jurisprudenciales y de la comunidad jurídica, de los que se
derivan las normas de organización de la sociedad y de los poderes públicos, así como los
derechos de los individuos y sus relaciones con aquellos».11
El derecho es un conjunto o sistema de normas jurídicas, de carácter general, que se dictan
para regir sobre toda la sociedad o sectores preestablecidos por las necesidades de la
regulación social, que se imponen de forma obligatoria a los destinatarios y cuyo
incumplimiento debe acarrear una sanción coactiva o la respuesta del Estado a tales
acciones.
Estas normas no son resultado solamente de elementos racionales, sino que en la formación
de las mismas inciden otros elementos, tales como intereses políticos y socioeconómicos, de
valores y exigencias sociales predominantes, que condicionan una determinada voluntad
política y jurídica, que en tanto se haga dominante se hace valer a través de las reglas de
derecho. A su vez esas normas expresan esos valores, conceptos y exigencias, y contendrán
los mecanismos para propiciar la realización de los mismos a través de las conductas
permitidas, prohibidas o exigidas en las diferentes esferas de la vida social.
La diversidad social y de esferas en que metodológica y jurídicamente se pueden agrupar, es
consecuencia del nivel de desarrollo no solo de las relaciones, sino también de la normativa y
de las exigencias de progreso de las mismas, pero aun con esta multiplicidad de normativas
existentes, el derecho ha de ser considerado como un todo, como un conjunto armónico. Esa
armonía interna puede producirse por la existencia de la voluntad política y jurídica que en
ellas subyace. En sociedades plurales, la armonía de la voluntad política depende de la
coincidencia de intereses de los grupos políticos partidistas predominantes en el poder
legislativo y en el poder ejecutivo, así como de la continuidad de los mismos en el tiempo.
Cambios también se pueden producir con las variaciones de los intereses socioeconómicos y
políticos predominantes, al variar la composición parlamentaria o del gobierno. Asimismo, en
sociedades monopartidistas y con presupuesto de la unidad sobre la base de la
heterogeneidad social existente, la armonía de la voluntad normativa es mucho más factible si
bien menos democrática, lo que no quiere decir que se logre permanentemente.
Doctrinariamente se defiende la existencia de unidad y coherencia; pero lo cierto es que en la
práctica lo anterior es absolutamente imposible en su aspecto formal, aun a pesar de los
intereses y valores en juego, por cuanto las disposiciones normativas se promulgan en
distintos momentos históricos, por órganos del Estado diferentes, e incluso dominados éstos
por mayorías políticas o con expresiones de voluntades políticas muy disímiles. Igualmente no
siempre hay un programa preelaborado para la actuación normativa del Estado (programas
legislativos), sino que la promulgación de una u otra disposición depende de las necesidades
o imposiciones del momento. En tales situaciones se regulan relaciones sociales de una
forma, con cierto reconocimiento de derechos e imposiciones de deberes, con determinadas
limitaciones, se establecen mandatos de ineludible cumplimiento; y estas disposiciones
pueden ser cuestionadas por otros órganos del Estado, derogadas por los superiores, o
modificadas por los mismos productores meses o años después. Es decir, en el plano formal,
haciendo un análisis de la existencia de una diversidad de disposiciones, encontraremos
disposiciones que regulan de manera diferente ciertas instituciones, las prohíben, las admiten,
introducen variaciones en su regulación, o que también en el proceso de modificación o
derogación, se producen vacíos o lagunas, es decir, esferas o situaciones desreguladas.
En el orden fáctico, y usando argumentos de la teoría política, las bases para la armonía las
ofrece, ciertamente, la existencia de una voluntad política predominante, y de ciertos y
determinados intereses políticos en juego que desean hacerse prevalecer. Y desde el punto
de vista jurídico-formal, la existencia de un conjunto de principios que en el orden técnico
jurídico hacen que unas disposiciones se subordinen a otras, que la producción normativa de
un órgano prime sobre la de otros, que unas posteriores puedan dejar sin vigor a otras
anteriores, como resulta de los principios de jerarquía normativa, no por el rango formal de la
norma, sino por la jerarquía del órgano del aparato estatal que ha sido facultado para dictarla
o que la ha dictado; de prevalencia de la norma especial sobre la general; que permita que
puedan existir leyes generales y a su lado leyes específicas para ciertas circunstancias o
instituciones y que permitan regularla de forma diferenciada, y aun así ambas tengan valor
jurídico y fuerza obligatoria; o el principio de derogación de la norma anterior por la posterior,
etcétera.
La facultad que tiene un sujeto para ejecutar un acto con determinada conducta o
abstenerse de ella, o para exigir de otro sujeto el cumplimiento de su deber.
La facultad, la potestad o autorización que conforme a la norma jurídica tiene un sujeto
frente a otro u otros sujetos, ya sea para desarrollar su propia actividad o determinar la de
aquellos.
Es una concesión de autoridad otorgada por una norma jurídica una persona o grupo
en virtud de la cual queda legitimada para desplegar una determinada conducta sobre una
o más personas o cosas.18
El derecho subjetivo se clasifica en:
Normatividad[editar]
Se traduce en que el derecho se encuentra inmerso dentro de la realidad social, el marco
cultural23. El derecho pertenece a la familia de las normas y está constituido por normas, más
específicamente dentro de las reglas obligatorias de conducta.24
Bilateralidad[editar]
El derecho es bilateral porque requiere de interactividad de dos o más personas. Uno de los
rasgos distintivos de las normas jurídicas frente a las normas morales es la bilateralidad. En
efecto, la bilateralidad del derecho se hace evidente no solo por su necesidad primordial de
interrelacionar, cuando menos, dos personas, sino también en la heteronomía, condición de
la voluntad que se rige por imperativos que están fuera de ella misma, pues, una es la fuente
de la norma jurídica y la otra la persona sujeta a su cumplimiento. En la coercibilidad,
igualmente resalta la misma dicotomía: quien dispone de la fuerza y quien es compelido por
ella.25
Creación y evolucion
La producción del derecho tal como lo conocemos hoy es básicamente estatal y tiene su
origen en la institucionalización del Estado moderno, a partir de la Edad Moderna, siendo su
ejemplo clásico la hegemonía del Estado español tras la unificación de Castilla y Aragón con
los reyes católicos.20 Aunque el derecho como norma de conducta coactiva surge ya desde las
primeras civilizaciones con una organización política, como las ubicadas
en Mesopotamia, Fenicia, Palestina, Egipto y Grecia21 fundamentalmente como un derecho
consuetudinario, es decir, basado en la costumbre, sin lugar a dudas que los romanos fueron
la primera y mayor civilización en dedicar sus mayores esfuerzos a condicionar la generalidad
de sus conductas, incluso las más cotidianas, al imperio del derecho, como sus relaciones de
familia, el matrimonio, la adopción, la emancipación y la patria potestad; o las normas
patrimoniales del derecho civil, como los contratos y los derechos reales, donde los romanos
aún no han encontrado otra civilización que los alcance en profusión y creación jurídica,22 ni
siquiera el derecho francés, que junto al derecho canónico y a la pandectística alemana del
siglo XIX, son los siguientes mayores contribuyentes en dicha rama jurídica. Ya a partir de la
Edad Moderna y bajo la fuerte influencia de los clásicos del humanismo como Nicolás
Maquiavelo, Thomas Hobbes y John Locke, el derecho comienza a moldearse como un
instrumento y elemento del Estado, adquiriendo la fisonomía positivista que tiene en la
actualidad en la mayor parte de los Estados no descendientes del archipiélago británico,
como Latinoamérica y Europa continental (derecho continental).
Naturaleza y fundamento[editar]
Respecto a los principios generales del derecho se ha desarrollado una polémica acerca de si
ellos son extraños o externos al derecho positivo, o si son una parte de él.
Según la posición de la escuela del derecho natural racionalista, hoy ya superada, los
principios generales, serían principios de un derecho natural entendido como orden jurídico
separado del derecho positivo.
Según la doctrina positivista, también ya superada, o al menos en vías de superación en la
mayoría de los países, los principios mencionados serían una parte del derecho positivo. Sin
embargo, nunca podrían imponer una obligación que no fuera sancionada por el mismo
ordenamiento positivo por lo que se entiende que cada ordenamiento positivo tiene sus
particulares principios generales y que no existen principios jurídicos de carácter universal.
La posición racionalista escinde el derecho en dos órdenes jurídicos específicos y distintos: el
natural y el positivo –el primero conforme a la razón, es decir son normas que emanan de la
naturaleza y son de carácter axiólogico, y el segundo, producto de la voluntad del sistema
político. Otra posición indica que el derecho, producto típicamente humano, es una obra de la
inteligencia humana: ella es la que descubre, desarrolla y combina criterios que enuncian un
comportamiento entendido como justo; por ello, el derecho también es llamado jurisprudencia,
es decir, de lo justo, y la prudencia se entiende como un hábito de la inteligencia. Si bien el
derecho, conjunto de criterios, es obra de la inteligencia, su efectivo cumplimiento, el
comportarse los hombres de acuerdo a los criterios jurídicos, es obra de la voluntad.
Intervención: tiene que ver con que uno o varios Estados por propia autoridad, sin un
título jurídico especial, se inmiscuyan en los asuntos internos o internacionales de otro u
otros Estados.
Naturaleza y fundamento[editar]
Respecto a los principios generales del derecho se ha desarrollado una polémica acerca de si
ellos son extraños o externos al derecho positivo, o si son una parte de él.
Según la posición de la escuela del derecho natural racionalista, hoy ya superada, los
principios generales, serían principios de un derecho natural entendido como orden jurídico
separado del derecho positivo.
Según la doctrina positivista, también ya superada, o al menos en vías de superación en la
mayoría de los países, los principios mencionados serían una parte del derecho positivo. Sin
embargo, nunca podrían imponer una obligación que no fuera sancionada por el mismo
ordenamiento positivo por lo que se entiende que cada ordenamiento positivo tiene sus
particulares principios generales y que no existen principios jurídicos de carácter universal.
La posición racionalista escinde el derecho en dos órdenes jurídicos específicos y distintos: el
natural y el positivo –el primero conforme a la razón, es decir son normas que emanan de la
naturaleza y son de carácter axiólogico, y el segundo, producto de la voluntad del sistema
político. Otra posición indica que el derecho, producto típicamente humano, es una obra de la
inteligencia humana: ella es la que descubre, desarrolla y combina criterios que enuncian un
comportamiento entendido como justo; por ello, el derecho también es llamado jurisprudencia,
es decir, de lo justo, y la prudencia se entiende como un hábito de la inteligencia. Si bien el
derecho, conjunto de criterios, es obra de la inteligencia, su efectivo cumplimiento, el
comportarse los hombres de acuerdo a los criterios jurídicos, es obra de la voluntad.
Intervención: tiene que ver con que uno o varios Estados por propia autoridad, sin un
título jurídico especial, se inmiscuyan en los asuntos internos o internacionales de otro u
otros Estados.
Naturaleza y fundamento[editar]
Respecto a los principios generales del derecho se ha desarrollado una polémica acerca de si
ellos son extraños o externos al derecho positivo, o si son una parte de él.
Según la posición de la escuela del derecho natural racionalista, hoy ya superada, los
principios generales, serían principios de un derecho natural entendido como orden jurídico
separado del derecho positivo.
Según la doctrina positivista, también ya superada, o al menos en vías de superación en la
mayoría de los países, los principios mencionados serían una parte del derecho positivo. Sin
embargo, nunca podrían imponer una obligación que no fuera sancionada por el mismo
ordenamiento positivo por lo que se entiende que cada ordenamiento positivo tiene sus
particulares principios generales y que no existen principios jurídicos de carácter universal.
La posición racionalista escinde el derecho en dos órdenes jurídicos específicos y distintos: el
natural y el positivo –el primero conforme a la razón, es decir son normas que emanan de la
naturaleza y son de carácter axiólogico, y el segundo, producto de la voluntad del sistema
político. Otra posición indica que el derecho, producto típicamente humano, es una obra de la
inteligencia humana: ella es la que descubre, desarrolla y combina criterios que enuncian un
comportamiento entendido como justo; por ello, el derecho también es llamado jurisprudencia,
es decir, de lo justo, y la prudencia se entiende como un hábito de la inteligencia. Si bien el
derecho, conjunto de criterios, es obra de la inteligencia, su efectivo cumplimiento, el
comportarse los hombres de acuerdo a los criterios jurídicos, es obra de la voluntad.
Funciones de los principios[editar]
Cada principio tiene su propio ámbito de acción y su propia efectividad, lo cual no afecta la
contribución de todos al fin común de un orden interamericano justo, democrático y estable.
Los principios generales del derecho tienen tres funciones que tienen incidencia importante en
las normas del ordenamiento, estas son: la función creativa, la función interpretativa, y la
función integradora.
Naturaleza y fundamento[editar]
Respecto a los principios generales del derecho se ha desarrollado una polémica acerca de si
ellos son extraños o externos al derecho positivo, o si son una parte de él.
Según la posición de la escuela del derecho natural racionalista, hoy ya superada, los
principios generales, serían principios de un derecho natural entendido como orden jurídico
separado del derecho positivo.
Según la doctrina positivista, también ya superada, o al menos en vías de superación en la
mayoría de los países, los principios mencionados serían una parte del derecho positivo. Sin
embargo, nunca podrían imponer una obligación que no fuera sancionada por el mismo
ordenamiento positivo por lo que se entiende que cada ordenamiento positivo tiene sus
particulares principios generales y que no existen principios jurídicos de carácter universal.
La posición racionalista escinde el derecho en dos órdenes jurídicos específicos y distintos: el
natural y el positivo –el primero conforme a la razón, es decir son normas que emanan de la
naturaleza y son de carácter axiólogico, y el segundo, producto de la voluntad del sistema
político. Otra posición indica que el derecho, producto típicamente humano, es una obra de la
inteligencia humana: ella es la que descubre, desarrolla y combina criterios que enuncian un
comportamiento entendido como justo; por ello, el derecho también es llamado jurisprudencia,
es decir, de lo justo, y la prudencia se entiende como un hábito de la inteligencia. Si bien el
derecho, conjunto de criterios, es obra de la inteligencia, su efectivo cumplimiento, el
comportarse los hombres de acuerdo a los criterios jurídicos, es obra de la voluntad.
Intervención: tiene que ver con que uno o varios Estados por propia autoridad, sin un
título jurídico especial, se inmiscuyan en los asuntos internos o internacionales de otro u
otros Estados.
f.- Función el cuidado del derecho: Una nueva y última función del
derecho, que concierne a quienes se relacionan con él de manera regular
y establece en razón de su actividad, los llamados “operadores jurídicos”
(Legisladores, jueces, juristas, abogados, notarios, funcionarios de la
administración) y de quienes se espera que practiquen su respectiva
actividad de un mundo que permita una más eficiente realización del
derecho, incluida su actualización para que vaya con los tiempos y los
requerimientos sociales.
Principios de derechos
Artículo 19 El Estado garantizará a toda persona, conforme al principio de
progresividad y sin discriminación alguna, el goce y ejercicio irrenunciable,
indivisible e interdependiente de los derechos humanos. Su respeto y
garantía son obligatorios para los órganos del Poder Público, de
conformidad con esta Constitución, con los tratados sobre derechos
humanos suscritos y ratificados por la República y con las leyes que los
desarrollen.
Artículo 27 Toda persona tiene derecho a ser amparada por los tribunales
en el goce y ejercicio de los derechos y garantías constitucionales, aun de
aquellos inherentes a la persona que no figuren expresamente en esta
Constitución o en los instrumentos internacionales sobre derechos
humanos. El procedimiento de la acción de amparo constitucional será oral,
público, breve, gratuito y no sujeto a formalidad; y la autoridad judicial
competente tendrá potestad para restablecer inmediatamente la situación
jurídica infringida o la situación que más se asemeje a ella. Todo tiempo
será hábil y el tribunal lo tramitará con preferencia a cualquier otro asunto.
La acción de amparo a la libertad o seguridad podrá ser interpuesta por
cualquier persona; y el detenido o detenida será puesto o puesta bajo la
custodia del tribunal de manera inmediata, sin dilación alguna. El ejercicio
de este derecho no puede ser afectado, en modo alguno, por la declaración
del estado de excepción o de la restricción de garantías constitucionales.