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Fuentes de Las Obligaciones Mercantiles PDF
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para otros más, la ley, el acto jurídico, el hecho jurídico, el enriquecimiento sin
causa o ilegítimo y el abuso del derecho;
Para Arturo Díaz Bravo, son fuentes de las obligaciones el contrato, la ley, la
declaración unilateral de voluntad, el enriquecimiento ilegítimo, la responsabilidad
objetiva, la gestión de negocios y el acto ilícito.
a) El contrato.
c) La gestión de negocios.
e) El pago de lo indebido.
Excepto la ley, se trata de hechos jurídicos por virtud de los cuales surgen las
obligaciones, “hecho jurídico en sentido genérico, ya de la naturaleza o del hombre
que da origen o es la causa eficiente o generadora del vínculo jurídico por virtud
del cual, el acreedor (o acreedores) pueden exigir del deudor (o deudores) una
conducta determinada (legal o convencional) de pagar algo”.
Son fuentes de las obligaciones:
➔ la ley;
➔ la responsabilidad civil;
➔ la gestión de negocios;
La ley.
Es la fuente principal de las obligaciones, y podríamos decir que la única, en tanto
que es la que determina las fuentes de las obligaciones. La ley establece los
supuestos normativos conforme a los cuales las personas quedan obligadas;
El negocio deriva de un hecho jurídico, pero se distingue del acto por contener
voluntad negocial.
En los actos jurídicos existe voluntad, pero en los negocios jurídicos esa voluntad
va dirigida a un fin; es decir, “es la manifestación de la voluntad dirigida a un fin
práctico”.
En la teoría del acto jurídico, aun cuando la voluntad del sujeto no sea lo más
importante, como en el negocio jurídico, dicho acto es un acto de voluntad
realizado para producir ciertos efectos de derecho como la creación, transmisión,
modificación o extinción de derechos y obligaciones.
El contrato.
El contrato es la manifestación coincidente de la voluntad para regir las relaciones
jurídicas, la ley suprema entre las partes, pacta sunt servanda, que refleja una
facultad o potestad para crear, transformar, modificar o extinguir relaciones
jurídicas entre las partes (res inter alios acta vel iudicata aliis non nocet), y en
algunos casos a favor de terceros.
El CCF establece una distinción entre convenio y contrato, el primero como el
género y el segundo como la especie (arts. 1792 y 1793, CCF), por lo que las
disposiciones aplicables a los contratos son también aplicables a los convenios
(art. 1859, CCF).
Nuestro CCF autoriza a las partes a estipular en favor de un tercero que no es parte
del acto y que, por tanto, carece de las acciones y derechos de que gozan las
partes, como la resolución del contrato.
Gestión de negocios.
Constituye un acto realizado de manera voluntaria por una persona en
representación de otra, pero sin su autorización y sin poder;
por ejemplo, el CCF (art. 1949) y el CCo (art. 376) imponen a la parte que incumple
un contrato la obligación de pagar daños y perjuicios a la parte que sí cumplió;
Esta es otra fuente particular de las obligaciones que deriva del uso de
mecanismos, instrumentos, aparatos o sustancias peligrosos por sí mismos, por la
velocidad que desarrollen, por su naturaleza explosiva o inflamable, por la energía
de la corriente eléctrica que conduzcan o por otras causas análogas, pues
aumentan los riesgos de provocar daños a los demás, así que cuando se causan,
se debe responder de la reparación de los que se produzcan con dicho objeto por
su sola utilización, por el hecho mismo de la cosa, aunque no exista culpa u
omisión del sujeto.
De acuerdo con la tesis emitida por la hoy extinta Tercera Sala de la Suprema Corte
de Justicia de la Nación (SCJN), los elementos del enriquecimiento ilegítimo, a la
luz del Código Civil para el Distrito Federal (CCDF), son:
3. Que exista vínculo de causalidad entre los dos elementos anteriores, es decir,
deben ser recíprocos y correlativos, de tal manera que no pueda existir el
enriquecimiento si no es como efecto del empobrecimiento y a la inversa.
Pago de lo indebido.
Para Manuel Borja Soriano, hay pago de lo indebido “cuando una persona, quien
por error cree que es deudora de otra, le entrega una cosa o ejecuta otra prestación
a favor de ella”.
Felipe Clemente de Diego lo define como: “la relación o vínculo jurídico que se
establece entre la persona que recibe lo que no tenía derecho a recibir y aquélla
que paga por error, en cuya virtud el cobrador se constituye en la obligación de
restituir lo indebidamente pagado”.
Se trata de una prestación que por error se hace a otra persona por concepto de
pago sin la existencia de una deuda.
Acto ilícito.
Nos referimos a todos los actos realizados voluntariamente por el sujeto que son
contrarios a las normas prohibitivas, a las de orden público, a la buena fe y a la
costumbre, como los actos en abuso del derecho, en retraso desleal, de mala fe y
en contra de los actos propios, entre otros.
e) el art. 304 del CCo señala que confiere al comisionista, salvo pacto en contrario,
el derecho a una comisión según el “uso de la plaza” donde se realice esta; y
f) finalmente, el art. 590 del mismo ordenamiento, que previene para el transporte
que el porteador debe verificar el viaje, salvo plazo pactado, en el término más
próximo a la fecha del contrato si acostumbrare hacerlos de manera periódica.
En otros artículos alude a los usos incluso internacionales (art. 50) para determinar
las reglas de capitalización de los bancos; el art. 71 prohíbe a los bancos asumir
riesgos excluidos por los usos internacionales en la apertura de crédito
documentario, y el art. 106, fracc. V, prohíbe a las instituciones de crédito celebrar
operaciones que se aparten de los usos bancarios.
La LMV dispone que “La legislación mercantil, los usos bursátiles y mercantiles y
la legislación civil federal, en el orden citado, serán supletorios de la presente Ley”
(art. 5). Conforme al art. 10 de la Ley General de Organizaciones y Actividades
Auxiliares del Crédito (LGOAAC), las leyes mercantiles, los usos y prácticas
mercantiles y la legislación civil federal, son supletorios de esta ley, en el orden
citado.
La Ley sobre el Contrato de Seguro (LSCS) no establece remisión a los usos; sin
embargo, en su art. 15 acude a la costumbre cuando autoriza a la gente de seguros
para realizar “todos los actos que por costumbre constituyan las funciones de un
agente de su categoría”.
1) Las partes quedarán obligadas por cualquier uso en que hayan convenido y por
cualquier práctica que hayan establecido entre ellas.
2) Salvo pacto en contrario, se considerará que las partes han hecho tácitamente
aplicable al contrato o a su formación un uso del que tenían o debían haber tenido
conocimiento y que, en el comercio internacional, sea ampliamente conocido y
regularmente observado por las partes en contratos del mismo tipo en el tráfico
mercantil de que se trate.”
El acto de comercio.
El Código de Comercio mexicano no define al acto de comercio, sino que enumera
en 24 fracciones del art. 75 los actos que considera mercantiles, ya sea:
por el objeto (cosas mercantiles, bonos, acciones, etc.),
por el sujeto (comerciantes) o
por la finalidad (especulación comercial, tráfico comercial);
en la fracc. XXV señala que también son actos de comercio: cualesquiera otros
actos de naturaleza análoga a los previstos en las fracciones anteriores, y que en
caso de duda la naturaleza mercantil del acto será fijada por arbitrio judicial.
Así, no existe una definición del acto comercial en nuestra ley ni en los diversos
códigos extranjeros, ya que incluso los que pretenden definir el acto de comercio
llegan a la misma conclusión.
La enumeración del acto de comercio en las leyes no satisface ningún intento por definir
cuándo existe un acto mercantil, unilateral, bilateral o plurilateral, cuestión que se torna
más difícil porque, como afirma Joaquín Garrigues, ni todo el comercio es derecho
mercantil ni el derecho mercantil es solo derecho del comercio, pues en sentido amplio y
moderno comprende las actividades empresariales;
sin embargo, podemos decir que un acto de comercio: es aquel que se realiza por
un operador de comercio (comerciante o empresario) por o para los fines de su
actividad, en relación con esta o con propósito de especulación comercial, y aquel
que tiene por objeto cosas mercantiles (por ejemplo, acciones).
Son contratos mercantiles: los negocios jurídicos en los que al menos una de las
partes es un operador económico (agente económico, comerciante o empresario), o
la cosa objeto del mismo es mercantil (acciones, obligaciones, títulos de crédito,
buques, empresas, propiedad industrial), o las leyes lo califican como tal
(formalmente).
La importancia de la distinción entre contratos civiles y mercantiles en países de dualidad
del derecho privado, como México –lo que no ocurre en países de derecho privado
unificado, como Italia–, estriba en las consecuencias diversas que implica considerar un
contrato como civil o mercantil, por ejemplo en cuanto a la transmisión de riesgos, los
efectos de la morosidad o el plazo de cumplimiento de obligaciones, así como el régimen
jurídico al que se sujetan desde luego.
Contratos atípicos.
Contratos no regulados expresamente en las leyes (atipicidad legislativa), y
• que algunas veces se presentan con una simple modificación de ciertos
elementos que caracterizan a un contrato típico,
• en otras con elementos de dos o más contratos regulados, y
• en varias más con toda una nueva estructura cuyo régimen jurídico depende
de su propia caracterización y de la voluntad de las partes dentro de los
límites de la autonomía de la voluntad.
Los contratos atípicos surgen por el contraste de la evolución constante de la
realidad social, de las exigencias del tráfico comercial, de la existencia de nuevos
mercados, así como de la rigidez y resistencia del derecho codificado, apenas
susceptible de transformaciones lentas y distanciadas.
Existen diversos contratos que, aunque no están regulados por la norma, tienen una
tipicidad aceptada y reconocida por la práctica, lo que los hace también contratos típicos
(tipicidad social), puesto que de dicha práctica han surgido sus causas y características
propias y típicas, que los identifican respecto de otros contratos y que, como tales, deben
ser considerados dignos de tutela jurídica, porque, como señala Emilio Betty, no se trata
de intereses meramente individuales, contingentes, variables, contradictorios o
socialmente imponderables, sino de exigencias constantes, normales, clasificables por
tipos, que pueden resumirse en tipos generales y, en este sentido, típicos.
Entonces se trata de los contratos mixtos, normativos y puros, que al ser regulados
después por la ley adquieren el carácter de típicos, como ocurre con los contratos
de factoraje y arrendamiento financiero, calificación en la que también pueden
presentarse los contratos típicos.
Entre los contratos atípicos están los contratos innominados, en sentido estricto,
cuya denominación no es reconocida por la ley, como ocurre con los contratos de
joint venture, coinversión, confirming, fractional y cointerés, que a diferencia del
contrato de mediación (que no está reglamentado pero sí es reconocido como tal
en el art. 75, fracc. X, del CCo), y aunque no son reconocidos como tales por la ley,
la práctica los identifica y quedan sujetos a los principios generales del derecho, a
las normas generales de los contratos, a las particulares del contrato con el que
guarden mayor analogía y a lo previsto por las partes.