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La productividad no es un tema fácil de tratar dentro del contexto de la cuarta revolución

industrial ya que existen dos grupos con pensamiento contrario a lo que se refiere a la
productividad en la actualidad.

Por un lado, se piensa que la revolución digital dejó de hacer impacto en la productividad y por
otro lado se piensa que pronto productividad aumentará exponencialmente debido a la tecnología
e innovación.

El grupo que propone que la productividad está estancada es respaldado por estadísticas que
abarcan la última década, estas estadísticas indican que el aumento de la producción fue mayor a
finales del siglo XX en comparación al inicio del siglo XIX, y proponen que esto se mantendrá por
un largo plazo.

Por otro lado, el grupo contrario propone que estas estadísticas ilustran cómo la tercera
revolución industrial, y la productividad que generó esta, está llegando a su fin y pronto llegará un
gran incremento en la productividad gracias a la adquisición de nuevas tecnologías marcando el
inicio de la cuarta revolución industrial. Gracias a estas nuevas tecnologías surgirá una conexión
para las personas que demandan más productos y servicios, la información para hacer frente a
algún mal acontecimiento será más accesible y las personas tendrán mejor acceso a información
sobre el modelo económico en el que viven.

En relación al desarrollo económico, el impacto que generará dicha revolución, es un asunto de


debate para los economistas. Aquí es donde se produce una brecha que separa a los economistas
en ‘’tecnopesimistas’’ y ‘’tecnooptimistas’’ cuando se trata del tema. El primer grupo, discute que
la revolución digital ya ha contribuido lo suficiente, lo cual quiere decir que su impacto sobre la
productividad ha llegado a su término. Por otra parte, el segundo grupo manifiesta que tanto la
innovación como la tecnología pueden dar un giro inesperado ya que se encuentran en un punto
de inflexión, donde ocasionarán un crecimiento de la productividad y de la economía.

En la última década, la productividad mundial ha sido mínima a pesar del brusco crecimiento del
desarrollo tecnológico y de las inversiones en la innovación. Con lo anterior, se puede observar
una notable contradicción de la productividad, donde la innovación tecnológica no produce
índices mayores de productividad, siendo esto, un misterio en la economía actual, careciendo de
una justificación satisfactoria.

Tal es el caso de Estados Unidos, donde la productividad laboral creció en promedio un 2,8 %
entre los años 1947 y 1983, y un 2,6 % entre los años 2000 y 2007, en comparación con el 1,3%
registrado entre 2007 y 2014.

Esta caída es a raíz de niveles más bajos de productividad total de factores (PTF), que es la medida
más general asociada con la contribución a la eficiencia generada de la tecnología y la innovación.

La Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos señala que el aumento de la PTF entre los
años 2007 y 2014 fue solo de un 0,5 %, un descenso significativo en comparación con el
crecimiento anual del 1,4 % en el lapso entre 1995 a 2007.
Este descenso productivo es alarmante, ya que sucedió a la par con las cincuenta compañías más
grandes de Estados Unidos mientras acumulaban bienes en efectivo en cifras que superaban 1
billón de dólares.

La productividad es el agente más importante del crecimiento a largo plazo y de la mejora de la


calidad de vida, por consiguiente, si no hay productividad durante la cuarta revolución industrial,
se obtendrán menos de estos beneficios. De aquí, surge una pregunta: ¿Cómo pueden
armonizarse los datos obtenidos de una productividad decreciente con las esperanzas de una
mayor productividad relacionadas con el progreso vertiginoso de la tecnología e innovación?

Para esta pregunta, hay varias respuestas, la primera de ellas es que es complicado cuantificar las
entradas y salidas, por lo tanto, es difícil tasar la productividad. Tanto los productos como los
servicios creados en la cuarta revolución industrial son bastante más funcionales y de gran calidad,
pero el problema radica en que dichos productos son entregados a mercados que son totalmente
diferentes de los convencionales.

Numerosos bienes y servicios nuevos carecen de competidores, costos y/o se muestran en


plataformas digitales, lo cual da pie a que se generen precios muy bajos e incluso nulos. Ya
mencionadas las circunstancias anteriores, así es como las estadísticas tradicionales (antecesoras a
la cuarta revolución industrial), son incapaces de percibir los aumentos reales de los precios, dado
que el excedente del cliente o usuario no se evidencia en las ventas totales a través de ganancias
mayores.

Existen varios ejemplos, señalados por el economista jefe de Google Hal Varian, quién menciona el
aumento de la eficiencia al solicitar un servicio de taxi a través de una aplicación móvil o el
arriendo de un automóvil a través de la economía sujeta a demanda. Asimismo, hay numerosos
servicios parecidos a éste, cuyos usos tienden a aumentar la eficiencia y consiguientemente, la
productividad. El lado negativo, viene dado por que son aplicaciones o servicios gratuitos, por lo
que entregan un valor no contabilizable.

Lo anterior genera una disparidad entre las cifras entregadas mediante un servicio determinado
frente al crecimiento medido según las estadísticas nacionales. Además, se alude a que se está
produciendo y consumiendo de un modo más eficiente de respecto a lo que estarían planteando
los índices económicos.

Otro ejemplo o argumento a la pregunta anteriormente planteada, es que mientras los aumentos
de productividad remanentes de la tercera revolución industrial podrían estar llegando a su fin, la
humanidad aún debe vivir la explosión productividad causada por la avalancha de nuevas
tecnologías brotadas en el núcleo de la cuarta revolución industrial.

Es necesario destacar ciertos aspectos relevantes que respaldan el futuro impacto positivo en el
mundo que es capaz de generar la cuarta revolución industrial.

En primer lugar, dicha revolución brinda la oportunidad de integrar a la economía mundial las
necesidades insatisfechas de las personas, lo cual incita una demanda agregada de productos y
servicios existentes a través del nexo entre todas las personas del mundo.
En segundo lugar, habrá un crecimiento enorme de la capacidad de confrontación a las
externalidades negativas, tales como, por ejemplo, las emisiones de carbono. Donde los rápidos
avances tecnológicos en energías renovables, la eficiencia de los combustibles, almacenamiento
de energía, generan que la inversión en estas áreas sea cada vez más provechosas y rentables y
además, producen e impulsan el crecimiento del producto interno bruto y a la atenuación del
cambio climático. Todo lo mencionado anteriormente, aumentando el potencial del desarrollo
económico.

En tercer y último lugar, tanto empresas, como gobiernos y los numerosos líderes de la sociedad,
en su mayoría, trabajan por cambiar paulatinamente las organizaciones con el fin de lograr la
eficiencia que posee el mundo digital.

Es evidente que aún se está en los albores de la cuarta revolución industrial y por lo mismo, esta
necesitará estructuras tanto económicas como organizacionales con el objetivo de obtener y
aprovechar toda su utilidad y valor.

En verdad, mi opinión es que las reglas de la competitividad en la economía de la cuarta


revolución industrial son diferentes de las de períodos anteriores. Para seguir siendo competitivos,
tanto las empresas como los países deben ubicarse en la frontera de la innovación en todas sus
formas, lo que significa que las estrategias que se centran principalmente en la reducción de
costos serán menos eficaces que las que se basen en ofrecer productos y servicios de maneras
más innovadoras. Como vemos hoy en día, las empresas ya establecidas están siendo llevadas a
situaciones de presión extrema por disruptores e innovadores emergentes de otras industrias y
países. Lo mismo podría decirse de los países que no reconocen la necesidad de centrarse en la
construcción de forma adecuada de sus ecosistemas de innovación.

Para resumir, creo que la combinación de factores estructurales (sobreendeudamiento y


sociedades que envejecen) y sistémicos (la introducción de la plataforma y las economías bajo
demanda, la importancia cada vez mayor de disminuir los costos marginales, etc.) nos obliga a
reescribir nuestros manuales de economía. La cuarta revolución industrial tiene el potencial tanto
de incrementar el crecimiento económico como de aliviar algunos de los principales desafíos
globales que afrontamos de manera colectiva. Sin embargo, también necesitamos reconocer y
gestionar los impactos negativos que puede tener, en particular con respecto a la desigualdad, el
empleo y los mercados de trabajo.

• los productos están siendo perfeccionados por los datos, lo que mejora la productividad de los
activos;

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