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a la tesis de lo social como fluidez se ha podido esbozar un modelo teórico que ha intentado
dar cuerpo, rasgos y articulación a aquella trama conceptual, a la vez que se han apuntado
algunas vías para su aplicación, básicamente como cartografía social (García Selgas, 2006;
2007). Pero todo ello es todavía insuficiente para que se arme lo que podemos empezar a
llamar una Teoría de la Fluidez Social (TFS, a partir de ahora) y pueda convertirse en una teoría
relativamente general y preferente para el estudio de la compleja realidad social actual. Aún
queda trabajo por hacer tanto en relación al desarrollo mismo del modelo teórico o conceptual
de la TFS cuanto al establecimiento de procedimientos (básicamente hipótesis teóricas o
modelizaciones) que señalen semejanzas entre ese modelo y ámbitos más o menos
sistemáticos del mundo “real” u observable, haciendo posible su aplicabilidad empírica. Esto
es, queda bastante tarea antes de poder completar los dos ingredientes imprescindibles e
interconectados de esta, como de cualquier otra, teoría científica: el modelo teórico (núcleo) y
las aplicaciones (cinturón)1 . En este trabajo nos vamos a ocupar fundamentalmente de
contribuir a lo segundo, a la aplicabilidad, pero inevitablemente ello nos obligará a introducir
algunas precisiones y desarrollos en la comprensión teórica de la fluidez social. Sin desechar la
importancia de señalar casos ejemplares o paradigmáticos de la aplicación del modelo,
entendemos que la clave está en dar los pasos necesarios para que esa aplicación se pueda
generalizar y hacer de una manera relativamente estandarizada. En este sentido y siguiendo el
ejemplo de la mayoría de las ciencias creemos que tales pasos llevan a transitar de un modelo
meramente conceptual a otros que, sin perder generalidad, se aproximen más a modelos de
percepción y cálculo (con hipótesis teóricas, gráficos