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Actividades de cierre:

1) Colocar verdadero o falso según corresponda.

La deforestación es el aumento de población…….

La contaminación es la causa de cortar árboles para dar paso a más hogares e industrias……

La energía eólica es la que se obtiene del viento….

La energía geotérmica es la que se obtiene mediante el aprovechamiento del calor….

La sobreexplotación es el consumo incontrolado de los recursos naturales….

2) Leer la noticia y realizar un breve comentario sobre lo leído.

La Amazonia en llamas: el grito de la tierra

La emergencia suscitada a raíz de los incendios que consumen desde hace días extensas zonas
de la Amazonia brasileña ha instalado en el mundo un impostergable debate sobre la
protección del ecosistema más importante del planeta. Por la magnitud de la tragedia, cuya
proporción aún no se puede calcular, pues el fuego sigue avanzando, el incendio en la selva
amazónica ha despertado masivamente una conciencia ambiental colectiva. "Nuestra casa
arde, es una crisis internacional, nuestro oxígeno está ardiendo", declaró el presidente francés,
Emmanuel Macron,

La gravedad del tema es evidente. No solo por el daño que está causando, sino también por las
consecuencias globales. La región amazónica, a la que se conoce con la denominación de
pulmón de la Tierra, es un santuario de la biodiversidad y tiene un papel esencial para la
regulación del clima por su capacidad de absorción del dióxido de carbono. Se extiende por
una superficie de 5,5 millones de kilómetros cuadrados repartidos entre nueve países y el 63%
de esa superficie se encuentra en Brasil.

Cuestiones eminentemente económicas han llevado a deforestar sin miramientos y a provocar


incendios forestales, ya sea para facilitar la ampliación de las fronteras agrícolas, ganar terreno
para la ganadería o extender los cultivos ilícitos. Si la tasa de deforestación continúa siendo
constante -tan solo en Brasil alcanzó la escandalosa cifra de 5879 kilómetros cuadrados en el
último año-, los expertos pronostican que en 50 años la selva amazónica habrá perdido su
condición de pulmón del planeta. Sin embargo, es importante destacar que la deforestación en
la Amazonia de Brasil no constituye un hecho novedoso. En los años 2003, 2005 y 2007 se
produjeron récords de deforestación, con cifras más alarmantes que las actuales, solo que en
ese entonces los medios de comunicación y las redes sociales no le asignaron la misma
gravedad que en este momento.

El daño ecológico es irreparable y enorme; las hectáreas de bosques quemados arrasaron con
especies naturales y afectaron el equilibrio del área y la calidad del suelo. Se trata de una crisis
que, por sus efectos, podemos calificar de internacional, tal como lo han hecho importantes
mandatarios de todo el mundo. Y no por razones políticas, que las hay, sino porque es
imprescindible admitir que desde el punto de vista ambiental en el planeta existe una
interdependencia tal que lo que sucede en la Amazonia de Brasil afecta gravemente al resto
del mundo.
La preservación de la selva amazónica es un imperativo que requiere el compromiso de
gobiernos, ambientalistas, empresarios y organismos específicos. La solución tiene que ser
pensada entre todos y el apoyo debe ser global. En este sentido, cobra particular importancia
lo resuelto por los líderes del G-7 reunidos en Biarritz, que acordaron ayudar a los países
afectados por los incendios en la Amazonia "lo más rápido posible".

Una medida para proteger el Amazonas, si realmente se lo quiere preservar de hechos


similares, bien podría ser la prohibición del uso del suelo y de las maderas en las áreas
incendiadas. Esto impediría que se continúe premiando a quien destruye un recurso esencial
para la humanidad. Como lo hemos destacado en esta columna editorial, y dadas las múltiples
interrelaciones que se activan en torno a la naturaleza, se requiere una nueva comprensión
sistémica de los recursos planetarios. Es por eso que hemos de preguntarnos acerca de las
responsabilidades que les caben a los mandatarios de los países como a la hora de resguardar
de manera duradera bienes que conforman el patrimonio natural mundial y que, como tales,
contribuyen a la salud y a la preservación de la humanidad. Somos parte de un mundo
interdependiente: hoy es el Amazonas; mañana, podrían ser nuestros mares, ríos, glaciares,
con imprevisibles efectos sobre todos los ecosistemas cuya vida depende de ellos. No hay plan
B porque no tenemos un planeta B. Debemos instalar y respetar definitivamente y sin
dilaciones nuevos paradigmas de cuidado, respeto y protección de nuestra madre tierra para
hacer realidad el cuidado, el respeto y la protección de cada ser humano en este planeta. Ante
el cambio climático, ¿cuánto más demoraremos en cambiar nosotros?

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