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QUAD. PREH. ARQ. CAST.

20, 1999

Las técnicas constructivas con tierra


en la arqueología prerromana
del país valenciano
Ángel Sánchez García*

Resumen
Los problemas metodológicos, el escaso tratamiento bibliográfico y un cierto peyorativismo hacia las construcciones
arqueológicas con tierra ha provocado la falta de un vocabulario uniforme y homogéneo que defina con propiedad técnicas
como manteados, amasados, tapial o adobe. Este obstáculo no supone un tema baladí ya que impide realizar fiablemen-
te una repartición geográfica y cronológica de los diversos procesos constructivos e identificarlos en el registro arqueoló-
gico. Conjugando los restos arqueológicos, las citas de las fuentes, los ejemplos etnográficos y las menciones de los dic-
cionarios, intentaremos definir y examinar exhaustivamente las técnicas constructivas con tierra en sí mismas, valorando
la terminología, el proceso técnico, las ventajas y los inconvenientes para caracterizarlas arqueológicamente. En la segun-
da parte ofreceremos un resumen panorámico de la arquitectura del barro en el mundo prerromano del país valenciano.

Résumé
Les problèmes metodologiques, le peu traitement bibliographique et un certain pejorativisme vers les constructions
archéologiques de terre crue a provoqué la manque d’un vocabulaire uniforme et homogène que definisse avec propiété
techniques comme le torchis, le façonnage direct, le pisé ou la brique crue. Cet obstacle n’est pas une thème futile puisqu’il
empêche faire avec confiance une repartition geographique et chronologique des divers procèdes constructifs et pouvoi les
identifier dans le registre archéologique. En train de conjuguer les restes archéologiques, les notes des sources, les exem-
ples ethnographiques et les mentions des diccionnaires, nous tenterons définir et examiner exhaustivement les techniques
constructives de terre crue elles mêmme, évaluant la terminologie, le procès technique, les avantages, les inconvenients pour
les caracteriser archéologiquement. Dans la seconde part nous proposerons un resume panoramique de l’architecture de
terre crue dans le monde prerromaine du pays valencien.

INTRODUCCIÓN 1985) y, sobre todo, por el II Congrès Archéologi-


que de Gaule méridionale (VV.AA., 1985). Esta-
Desde hace algunos años venimos analizan- mos indudablemente ante un tema novedoso y
do los aspectos arqueológicos y técnicos de la ar- reciente que comenzó a valorarse al socaire de
quitectura prerromana realizada con tierra en la nuevos presupuestos teóricos y metodológicos
vertiente mediterránea española, investigación que potenciaron los análisis microespaciales
bastante problemática por las numerosas incóg- (VV.AA., 1986) y la contextualización de objetos
nitas y entresijos que todavía presenta aunque arqueológicos con estructuras domésticas, prácti-
fuera abierta hace años por algunos artículos ca que se ha aplicado con cierto éxito al mundo
(Desbat, 1981; Boissinot, 1984; Bonet, Pastor, protohistórico (VV.AA., 1989; 1994). A pesar de
1984; Burillo, 1985; Chazelles, Poupet, 1984; esa reorientación, el examen del barro como

* Área de Arqueología de la Universidad de Alicante. Ap. de Correos 99. E- 03080.


Este trabajo ha sido realizado en el marco del proyecto de investigación GV-2402/94. Organización del Poblamiento y
del Territorio en el área suroriental de la Peninsula Ibérica, del Programa de Proyectos de Investigación y Desarrollo
Tecnológico de la Generalitat Valenciana.

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material de construcción desde el punto de vista ción y su rastreo geográfico y cronológico (Chaze-
arqueológico partía a priori con una serie de obstá- lles, Poupet, 1984, 71, nota 2), más aún en zonas
culos que en muchos casos eran inherentes a las culturales amplias como puede ser la vertiente
características físico-químicas de la tierra, ele- mediterránea española. Si ya es ardua la tarea de
mento perecedero y deleznable por procesos me- caracterizar arqueológicamente, sobre el terreno,
cánicos y erosivos. Efectivamente, las dificultades ciertos elementos y estructuras de tierra, el proble-
para exhumar e interpretar este tipo de restos, ma se duplica al consultar la bibliografía por esa a-
sobre todo con los métodos de excavación tradi- parente polisemia de los términos.
cionales, la primacía del sondeo frente a las estra- No podemos olvidar que mencionar la tierra
tigrafías horizontales y la preferencia por el estudio como elemento constructivo durante la prehistoria
de lo mobiliario sobre lo inmobiliario impidieron reciente y la protohistoria es referirse, práctica-
que el papel preponderante de la tierra en las mente, a todo el arte de construir y de edificar en
construcciones prerromanas se manifestara en la la cuenca del Mediterráneo. Por ello convendre-
bibliografía hasta los años ochenta (Sánchez, mos que la obtención de una terminología normali-
1996, 349). zada y uniforme entre los investigadores no es
Otro factor negativo es el hábito tradicional algo superfluo o trivial sino que requiere una pues-
entre los arqueólogos de conceder mayor conside- ta en común a través de la cual se genere un buen
ración a estructuras constructivas espectaculares conocimiento de las técnicas que nos permita ha-
sobre otras más modestas debido a criterios blar con propiedad de manteado, amasado, tapial,
artísticos o didácticos (Chazelles, Poupet, 1985, adobe, enlucido, etc., o al menos dudar entre ellos,
156-157) o a una concepción vitrubiana de la ar- no errar en la interpretación del método construc-
quitectura, herencia clásica de diferenciar lo tivo.
civilizado que supone construir con materiales En algunos trabajos de arquitectos e ingenie-
nobles y duros (Arcelin, Buchenschutz, 1985, 15) ros, pioneros en la preocupación por la arquitec-
frente al primitivismo de hacerlo con materiales tura del barro, encontramos definiciones técnicas
pobres o perecederos entre los que se encontraría que, aunque relacionadas con construcciones
la tierra (Vitrubio, II, 1), excepción hecha, eso sí, actuales (Alonso, 1994; Bardou, Arzoumanian,
del adobe como el mismo tratadista latino propone 1979; Doat, Hays, Houben, Matoux, Vitoux, 1979;
al dedicarle un capítulo entero en su obra Los Diez Font, Hidalgo, 1990), pueden ayudar mucho al
Libros de la Arquitectura (Vitrubio, II, 3). arqueólogo debido a que esas técnicas presentes
en época prerromana perviven con pocas variacio-
EL PROBLEMA DE LA TERMINOLOGÍA nes hasta la actualidad como ponen de manifiesto
numerosos ejemplos de arquitectura popular
Este escaso tratamiento junto a un cierto (VV.AA., 1990). A pesar de la falta de perspectiva
desconocimiento de las técnicas constructivas con histórica y arqueológica de estos estudios, la
tierra y la inconsciencia de la importancia y de los vigencia de técnicas como el adobe, el tapial o los
problemas que plantean ha provocado que, amasados demuestra que son procesos constructi-
muchas veces, en la bibliografía se confundan vos que han evolucionado relativamente poco y
entre ellas y apenas se diferencien unas de otras, que las modernas tecnologías no los han hecho
generándose de esta manera lo que C.A. de desaparecer por lo que han permanecido en los
Chazelles y P. Poupet (1985, 156) denominaron usos y costumbres tradicionales. Si tenemos en
“sinonimia abusiva”, por la cual se tiende a asimilar cuenta que más del 30 por ciento de la humanidad
erróneamente procesos constructivos tan distintos sigue viviendo en casas construidas con tierra
como el tapial, el adobe, el amasado o el mantea- (García-Verduch, 1990, 117-119) es fácil entender
do. Así, hasta hace poco tiempo, no era extraño que la comparación directa entre el dato arqueoló-
encontrar en la literatura arqueológica adobes tra- gico y el hecho etnográfico sea viable ante casos y
bando piedras o paredes revocadas con tapial por técnicas estables que quedan congeladas en el
poner algunos ejemplos de la mala utilización de tiempo (Fig. 1), representando una actividad mate-
las palabras (Sánchez, 1996, 350-351). Esta falsa rial que podemos reconstruir con bastante fiabili-
sinonimia y la falta de un vocabulario homogéneo dad. Por tanto el recurso a la comparación
entre los investigadores constituyen una auténtica etnográfica es un instrumento metodológico de pri-
rémora para la investigación de técnicas construc- mer orden para definir construcciones que la
tivas con tierra susceptibles de aparecer en el re- arqueología, a veces, sólo puede recuperar de
gistro arqueológico ya que dificultan su identifica- forma fragmentaria.

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LAS TÉCNICAS CONSTRUCTIVAS CON TIERRA EN LA ARQUEOLOGÍA PRERROMANA DEL PAÍS VALENCIANO

vertiente mediterránea española en lo referente a


la arquitectura del barro y la necesidad de profun-
dizar en su investigación arqueológica.

PROPUESTA DE ANÁLISIS

La carencia en la bibliografía arqueológica


española de estudios que hayan tratado extensa-
mente la definición e identificación arqueológica de
procesos constructivos con tierra, como un primer
paso para la concienciación y planteamiento
general del problema arqueológico de la construc-
ción con barro, creemos que justifica la propuesta
que vamos a presentar. De esta forma examinare-
mos exhaustivamente, conjugando lo técnico, lo
arqueológico y lo histórico, las técnicas constructi-
vas con tierra que se pueden documentar en la
arquitectura prerromana de la península Ibérica.
Por una parte en sí mismas, ofreciendo toda la
gama de acepciones que conllevan, no siempre
correctas, indicando cuáles son a nuestro juicio las
más apropiadas, valorando cuestiones como la
terminología, la etimología, el proceso técnico, las
ventajas y los inconvenientes de cada una de
ellas. Por otra parte procuraremos ofrecer claves
para caracterizar arqueológicamente esas técni-
Figura 1. Mapamundi y mapa de la península Ibérica cas, cómo diferenciarlas y reconocerlas en el re-
con las áreas de difusión de las construcciones con gistro arqueológico. En la segunda parte presenta-
tierra (VV.AA., 1988, 105, 107).
remos ejemplos al revisar sintéticamente la evolu-
ción de dichas técnicas en el mundo prerromano
La mayor parte de arqueólogos que preten- del país valenciano, auténtico botón de muestra de
díamos definir las técnicas constructivas con tierra la vertiente mediterránea española, sin olvidar pa-
aplicadas a las edificaciones arqueológicas, casi ralelos reveladores dignos de mención de otras
siempre lo hacíamos de forma somera, general y zonas.
vinculada bien a determinados yacimientos o bien El objetivo es ofrecer una panorámica resu-
a zonas geográficas muy concretas (Desbat, 1981; mida que nos permita apreciar la génesis y la
Boissinot, 1984; Burillo, 1985, Chazelles, Poupet, posible filiación cultural en la adopción de tal o
1985; Asensio, 1995; Sánchez, 1996). De ahí que cual técnica o si bien es un producto del desarrollo
muchas veces no se analizaran todas las técnicas interno de la técnica y de las fuerzas productivas,
constructivas y se apuntaran más o menos carac- las razones de la elección de una técnica en lugar
terísticas de cada una de ellas. Recientemente se de otra, el probable uso diferencial en según qué
ha publicado una magnífica síntesis monográfica estructuras y, por último, las posibilidades de con-
de C.A. de Chazelles (1997) sobre los procesos de servación y restauración de las estructuras realiza-
construcción con tierra en el sur de Francia, das con dichas técnicas. Las precisiones cronoló-
enriquecida con ejemplos de otras zonas y bien gicas serán analizadas en la última parte de
apoyada en testimonios arqueológicos, etnográfi- nuestro trabajo para conocer si unas técnicas han
cos y literarios, que puede convertirse en auténtica precedido a otras, si las han sustituido, si han
obra de referencia y en la que se insiste en la es- coexistido y si la utilización de las mismas puede
pecial problemática y anterioridad cronológica de ser un criterio con valor cronológico.
algunas técnicas constructivas en la península Este planteamiento puede parecer ambicioso
Ibérica con respecto al país vecino y al Mediterrá- pero entendemos que tan importante es conocer la
neo occidental, caso del adobe y del tapial funcionalidad de los diversos espacios para dife-
(Chazelles, 1997, 51-53, 98-100), lo que pondría renciarlos, ya sean comunales, colectivos, palacia-
de manifiesto la singular importancia que cobra la les, sacros, artesanales o puramente domésticos,

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como el estudio y conocimiento de las formas modificaciones, de forma casi manual, modelándo-
arquitectónicas con las que se construyeron, más la en el propio lugar donde se construye (amasa-
aún teniendo en cuenta que la arquitectura dos, manteados, enlucidos, mortero de trabazón,
prerromana, sobre todo la doméstica, no fue una pavimentaciones) o, por el contrario, después de
arquitectura realizada por especialistas, salvo ciertas transformaciones previas en encofrados o
algunas excepciones, sino que fue una arquitectu- moldes, con técnicas más complejas que el mero
ra sin arquitectos. Es decir, que el modo en que se modelado, caso del tapial y de los adobes. Otra
construye un hábitat, más aún antiguo, tendrá diferenciación podría venir dada por la organiza-
estrecha relación no sólo con la adaptación del ción o disposición de la tierra en la construcción:
hombre al medio geológico y ambiental que le distinguiríamos así estructuras modulares como
rodea sino también con su nivel técnico o cultural y los adobes, estructuras homogéneas o masivas,
con sus necesidades funcionales, por lo que la caso del amasado y del tapial y estructuras mixtas
variable tecnológica tiene un valor esencial del que que, como el manteado, combinarían la tierra con
se pueden extraer numerosas consecuencias e hi- otro material (Chazelles, 1997, 204), la madera pa-
pótesis. ra el caso del mundo prerromano.
En recientes trabajos (Sánchez, 1996; Al igual que ocurre con la tierra, existen di-
1997a; 1997b) hemos analizado con amplitud versas y parecidas razones para poder explicar las
todos aquellos aspectos relacionados con la tierra variaciones técnicas de la arquitectura del barro
como material de construcción: definición, compo- dentro de las comunidades: la adaptabilidad al en-
sición mineralógica, elección, extracción, prepara- torno geográfico y climático, la tradición cultural
ción, mezcla, estabilización, ventajas e inconve- que supone la transmisión de una experiencia y
nientes por lo que en este lugar haremos referen- habilidad, las influencias externas y la estructura
cia específica a las técnicas constructivas que socioeconómica, ya que no es lo mismo una socie-
conforma el barro. Lo que sí es conveniente es dad nómada que una sedentaria por poner un
preguntarnos el porqué de la utilización de la tierra ejemplo extremo. Si en determinadas técnicas
como material de construcción y para ello habrá apreciamos unas características específicas en la
que tener en cuenta las variables de la adaptabili- composición granulométrica de la tierra es proba-
dad al entorno geológico y climático, la abundancia ble que la materia prima sea dependiente del
y disponibilidad de la misma, sin olvidar las tradi- método constructivo al que se aplique aunque esto
ciones constructivas y los factores socioculturales. es muy difícil de probar en los restos arqueoló-
Por eso, quizás no sea la cuestión el plantearse de gicos donde tal vez la preeminencia la tenga el
forma esquemática y simplista si es mejor la tierra material sobre la técnica. Es decir que si el
que la piedra, sin estimar las posibilidades y las constructor conoce las propiedades de la tierra, así
necesidades de quienes la emplean. Si aludimos a parece ocurrir cuando utiliza estabilizantes ajenos
algunas de estas variables de análisis será para a- a la mezcla original, quizás pudiera emplear la téc-
plicarlas no a la tierra en sí sino a las técnicas nica más adecuada a ese conjunto.
constructivas que se conforman con ella.
MANTEADOS
TÉCNICAS CONSTRUCTIVAS CON TIERRA
El manteado consiste en una mezcla de
En principio hemos de tener presente que la tierra, agua y materias vegetales que conforma un
tierra también se utilizó en la construcción como amasado plástico que entra en la construcción re-
elemento natural, es decir sin transformarla en una cubriendo cabañas de entramado lígneo (vegetal o
técnica determinada, ya sea en nivelaciones o de madera) las cuales son muy difíciles de encon-
rellenos de muros como en otro tipo de estructuras trar in situ, en elevación, y de identificar en el
y que con la tierra no sólo se edifican estructuras registro arqueológico. La complicación técnica
murarias, lo que inmediatamente nos hace pensar estribaría más en montar y entrelazar los zarzos o
en el tapial o en el adobe, sino que también forma armaduras ligeras de madera y elementos vegeta-
parte principal de las techumbres y de equipa- les (Fig. 2, 1) que en el forro, relleno o enlucido de
mientos domésticos como hogares, hornos, pavi- los huecos e intersticios de ese esqueleto que se-
mentos, umbrales, bancos, vasares, canalizacio- ría el papel jugado por la tierra. Ésta se colocaría
nes, etc. Una primera división entre las técnicas se en estado más o menos húmedo sobre la estructu-
puede establecer en función del proceso de ra principal, tras una mezcla en la que podrían
construcción y, así, la tierra se utiliza con pocas intervenir paja cortada, fibras vegetales u otros

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estabilizantes o desgrasantes los cuales proporcio- (Desbat, 1981, 56). En castellano ni enlucido ni en-
narían la resistencia inmediata necesaria para su tramado parecen concordar de forma exacta con el
puesta en obra. Se aplicaría sobre una o las dos conjunto de esta técnica que todavía podría
caras de la estructura vertical con una capa más o encontrar un término más adecuado o apropiado.
menos espesa que podría variar según se tratase En el registro arqueológico, el manteado se
de muros exteriores o de separaciones interiores puede reconocer a través de las improntas
(Arcelin, Buchenschutz, 1985, 16). vegetales marcadas en fragmentos de barro (Fig.
Por tanto, nos estamos refiriendo a una 2, 3), aunque resulta complicado saber su
técnica mixta (Chazelles, 1997, 206) en la que la procedencia exacta bien sea de la pared o del
tierra va indisolublemente asociada a una estructu- techo. A partir de las plantas, del derrumbe y de la
ra vegetal o de madera independiente en sí o ya contextualización de los restos es cuando se
adecuada a priori para recibir el manteado de puede hacer una hipotética reconstrucción. Sin
tierra. Es decir que unas pellas de barro super- duda, hasta la llegada de la teja con el mundo
puestas, por ejemplo, a un muro de mampostería romano prácticamente todas las techumbres de la
compondrían una mezcla de tierra con entidad por península Ibérica se construirían con un manteado
sí misma que no debe considerarse como mantea- de tierra por encima de una estructura vegetal y de
do. Todavía persiste la duda de denominar man- madera que constituiría la cobertura de la te-
teado a todo el conjunto de madera y barro, opción chumbre. La mezcla o amasado previo no siempre
por la que nos inclinamos o, como opinan otros tiene que estar acompañada de elementos vegeta-
autores, sólo a la tierra amasada que enluce o re- les como parecen demostrar algunos restos
cubre la estructura de madera (Arcelin, Buchens- arqueológicos de barro endurecido en los que la
chutz, 1985, 16, 18). A nuestro entender en la téc- estabilización podría venir dada por la heterome-
nica del manteado la tierra enluce o recubre una tría de las distintos granos de tierra que formarían
estructura principal y hemos de diferenciarlo de un el conjunto.
amasado de tierra que revoque, por ejemplo, un Aunque estamos ante una técnica primitiva
zócalo de piedra o un alzado de adobes. que se utilizó cuando menos desde el neolítico,
Para denominar esta técnica, la bibliografía existen referencias arqueológicas de su
francesa, la que más se ha ocupado de este tipo utilización en época romana (Desbat, 1981, 58;
de construcciones, utiliza el término específico de Chazelles, Poupet, 1984, 83-85), lo cual es
torchis (Chazelles, Poupet, 1985, 150; Chazelles, corroborado por fuentes clásicas caso de Plinio
1997, 206), el inglés utiliza los términos mud y en su Naturalis Historia (XXXV, 48) y de san
daud y el alemán Strohlehm y Lehmmörtel (Auren- Isidoro en su Etymologiarum (XIX, 10, 17)
che, 1977), mientras que P. Bardou y V. Arzou- (Léquement, 1985, 29), lo cual manifestaría que
manian (1979, 21) al referirse a construcciones ac- sus características lo hicieron viable incluso en
tuales, la denominan tapial con paja o encañizado, una gran civilización como el imperio romano. En
lo que introduciría un elemento de confusión al cualquier caso Vitrubio (II, 1) lo considera de
utilizar la palabra tapial que, como veremos, tiene forma peyorativa como uno de los primeros
un significado muy distinto. También se considera modos de construir del hombre. Del mismo modo
entramado si el relleno de la estructura de carpin- Estrabón al hablar sobre los galos y Tácito de los
tería se hace con adobes, ladrillos u otros mate- germanos aluden al primitivismo de habitar en
riales (Fig. 2, 2), lo que también se denomina murs casas circulares realizadas con esta técnica
à colombages o murs à pan de bois (Chazelles, rudimentaria, aunque es seguro que no todos los
Poupet, 1985, 152; Chazelles, 1997, 206-207). El galos ni todos los germanos vivirían en
castellano no dispone o no utiliza un término es- construcciones de este tipo. En definitiva, las
pecífico para definir este tipo de estructuras fuentes lo valoran muy poco con relación a los
compuestas por postes embutidos en las paredes entramados de postes completados con otras
realizadas con otras técnicas como adobes o técnicas (Chazelles, 1997, 129), al tapial, al
ladrillos y el término manteado, como técnica de adobe y lo correlacionan con sociedades poco
construcción, no aparece en el diccionario de la evolucionadas y de escaso desarrollo y, así, el
Real Academia de la Lengua (VV.AA., 1997). manteado sería un indicio de la precariedad téc-
Cuando se alude al clayonnage (Léquement, 1985, nica de una sociedad. Sin embargo tenía unas
29) se está nombrando a la estructura de madera ventajas que posibilitaron su utilización e incluso
que luego se mantea con tierra, aunque es fre- su perduración una vez desarrolladas incluso
cuente la asimilación entre torchis y clayonnage técnicas como el tapial o el adobe. C.A. de

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Figura 2. 1.- Casas actuales de Irak construidas con juncos y elementos vegetales (Aurenche, 1981, 106); 2.-
Entramado de postes relleno con adobes (Bardou y Arzoumanian, 1979, 30); 3.- Improntas vegetales marcadas en
fragmentos de barro (Aurenche, 1981, 155).
Chazelles (1997, 129-130) ha señalado la posible La gran ventaja del manteado es la rapidez y
confusión que se puede producir en algunas sencillez del método constructivo que obtendría fá-
fuentes entre manteado y entramados rellenos cilmente la materia prima y que podría modificarla
con adobes, lo cual podría venir producido por el al lado de la construcción con poco esfuerzo y sin
término latino crates, presente en Vitrubio, Plinio necesidad de una mano de obra especializada
y Palladio, que puede inducir a error a algunos (Chazelles, Poupet, 1985, 154). Por su rauda edifi-
traductores al significar cosas tan distintas como cación y por crear pequeños espacios con una
cañizos o postes, lo que daría lugar a dos funcionalidad de mero cobijo contra el frío y la
técnicas de construcción netamente diferentes. intemperie se podría asociar a un hábitat ocasional

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y provisional, propio de sociedades nómadas (Bar- te en la construcción en estado plástico secándose


dou, Arzoumanian, 1979, 22; Chazelles, Poupet, en la propia estructura en la que se dispone. La
1984, 71). cohesión y resistencia se obtendrían por la mezcla
Entre sus inconvenientes destaca la mala previa y por la desecación tras uno o dos días. La
resistencia mecánica y la fragilidad general, el modelación manual permitiría la adopción de la
escaso aislamiento, la posibilidad del desarrollo de forma deseada. Pruebas actuales de su utilización
parásitos en la trama vegetal del conjunto, el en estructuras murarias causan asombro por la
riesgo de pudrimiento por la humedad y de in- facilidad de su puesta en obra caso del Yemen
cendio por la masa vegetal (Bardou, Arzoumanian, (Fig. 3, 2), dónde por encima de un zócalo de
1979, 22) y el sometimiento a contracciones tras piedra se van colocando las denominadas bolas
secarse la tierra húmeda sobre la estructura, con de tierra húmedas en capas sucesivas (Bardou,
las consiguientes fisuras y agrietamientos. Su Arzoumanian, 1979, 29); el montaje de los muros
mantenimiento es muy sensible a la intemperie y en varios niveles, con un espesor y una altura va-
es más que indispensable la realización de enluci- riable, relacionaría esta técnica más con el tapial
dos herméticos y de frecuentes refacciones. Mien- (Chazelles, 1997, 19) que con el manteado aun-
tras que la tierra es abundante y fácil de conseguir que en el caso del tapial la estabilización vendría
lo que sí que necesitaría un manteado es la acu- proporcionada por el apisonamiento, no por dese-
mulación cierta cantidad de madera. cación.
El simple modelado con la mano (que podría
AMASADOS recordar vagamente al trabajo cerámico), dando
lugar a formas determinadas de barro se empleó
La utilización de la tierra, tras una mezcla muy tempranamente en el Próximo Oriente, desde
previa con estabilizantes vegetales, minerales, cal el neolítico y parecen existir antes los adobes
o yeso, en forma de un amasado que se introduce modelados con la mano que los realizados en
en la construcción independientemente del entra- moldes de madera (Aurenche, 1977; 1981) aunque
mado de madera, es una técnica distinta más que el método más corriente e identificable es este
una variante del manteado. Por ello, aunque mu- último.
chas veces el registro arqueológico no lo permita, El amasado es la técnica constructiva con
debe diferenciarse del manteado porque en tierra más difícil de evidenciar e identificar en el
realidad puede dar lugar a estructuras sin recubrir, registro arqueológico pues, de aparecer, podría
enlucir o mantear otra superestructura. Como de- confundirse con el tapial de tierra si se mantiene
cíamos, el manteado es una técnica mixta que una parte en elevación e, incluso, con muros de
emplea junto al barro madera, zarzos o cañas, adobe unidos sin mortero de trabazón (Boissinot,
mientras que el amasado es un modo de cons- 1984, 83). Pruebas o claves que nos indiquen su
trucción que sólo emplea la tierra, aunque sea uso pueden ser la existencia de tierra en muros de
estabilizada con otros elementos. Lo que tienen en escasa anchura y de trazado no rectilíneo, como
común es la mezcla de tierra, pero según cómo se paredes curvas y, por supuesto, ningún indicio de
aplique ésta en la construcción se denominará adobe o de tapial. Sus construcciones ofrecen un
manteado o amasado. aspecto uniforme ya que no dejan marcas de
Efectivamente, en este proceso constructivo improntas de vegetales, como en el manteado,
la tierra puede formar por sí sola alzados de muros juntas de trabazón como en el adobe y marcas de
por encima de zócalos de mampostería o desde la encofrado, caso del tapial. Por tanto, es una técni-
base del suelo como tabiques mediante la disposi- ca casi imperceptible que puede permanecer mu-
ción de pellas de barro modeladas con la mano y da en las capas homogéneas de tierra considera-
colocadas de forma sucesiva en varios niveles, das tantas veces estériles y de relleno. Tan sólo
vasares y resaltes que se van adecuando a las pueden quedar las improntas de los dedos o de las
necesidades por simple modelado manual (Fig. 3, manos para el alisamiento posterior y el acabado
1), pavimentos tras batir o apisonar tierra y enlucir exterior (Fig. 3, 2), identificándose, en algún caso,
paredes. terminaciones convexas que se han dejado secar
Los términos franceses façonnage direct y el antes de colocar las pellas superiores (Burillo,
de la bauge (Chazelles, Poupet, 1985, 152; Cha- Picazo, 1986, 10). Al igual que en los adobes, pue-
zelles, 1997, 204-205) concordarían perfectamente de contener elementos arqueológicos como carbo-
con el de amasado y definirían una técnica basada nes y trozos de cerámica (Nin, 1988, 65). Si con-
en una mezcla de tierra que se coloca directamen- forma muros lo más normal es que sean de lon-

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Figura 3. Arriba, soporte o vasar de barro amasado procedente del poblado de la edad del bronce de Hoya Quemada,
Mora de Rubielos, Teruel (Burillo, Picazo, 1986, 21); abajo, construcciones actuales de barro amasado en el Yemen
(Belarte, 1995, inédito).

gitud y anchura reducida, tabiques sobre todo, o manera independiente al proceso de caída de la
elevaciones parciales. Esta técnica con la que más pared aunque se pueden identificar por ser una
posibilidades tiene de confundirse es con el tapial tierra más tamizada o decantada y, cuando exista
en el caso de los muros, pues parece claro que la cal, por tener un mayor componente de ella,
enlucidos, morteros de trabazón, pavimentos tanto en los límites de los muros como en la inter-
batidos, apisonados o preparados pueden recibir sección entre éstos y los suelos.
con propiedad el término de amasado. Los suelos Los inconvenientes del amasado son la mala
hechos con tierra apisonada se diferencian de las resistencia mecánica a la intemperie, el gran nivel
capas de demolición por una mayor dureza y de retracción en el secado que puede provocar
compactividad y, quizás, por una distinta composi- grietas y fisuras en las estructuras y un tiempo de
ción y coloración. Los hogares al margen de las secado relativamente largo. Es fundamental el
huellas de combustión pueden presentar anillos de resguardo contra la humedad a través de zócalos,
barro endurecido, niveles de preparación de arci- enlucidos y techumbres y el que las construccio-
lla, superficies “craqueladas”, etc. Los soportes de nes exentas o adosadas tipo hogar, banco o vasar,
barro (Fig. 3, 1) se suelen levantar sobre los pavi- etc. estén a cubierto del exterior. Tendría unos
mentos. En lo que respecta a los enlucidos al inconvenientes semejantes a los del tapial más los
colocarse posteriormente en estado plástico sobre que le provocaría su falta de armazón (Bardou,
los muros ya secos, tienden a desprenderse de Arzoumanian, 1979, 29).

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Las ventajas serían la rapidez de ejecución apisonada en una horma o pared formada por
puesto que los materiales pueden ser preparados tapias e incluso, más raramente, puede ser una
en el mismo lugar de la construcción sin moldes y medida de superficie y de longitud. Es decir que
encofrados (Chazelles, Poupet, 1985, 152), aun- habría que perfilar y distinguir los términos tapial y
que la tierra habría que extraerla y prepararla tapia. Con un fin didáctico podríamos decir que ta-
adecuadamente antes de su colocación, con poca pia designaría a la unidad de fábrica y tapial al
mano de obra y escaso utillaje. La ductilidad del encofrado.
barro y la técnica del modelado manual le conferi- La palabra tapia (Corominas, Pascual, 1980,
ría a esta técnica la facultad de adoptar formas 410-411) tiene un origen incierto, quizás onomato-
diversas, si no por encima de los muros sí en otros péyico basado en la palabra ¡tap! y existía en
tipos de construcciones domésticas. Además cuanto tal, antes de la romanización de la penín-
ofrecería una gran facilidad de reconstrucción y sula Ibérica, lo que podría confirmarse por la refe-
refacción. La economía de medios y el bagaje cul- rencia de Plinio en su Naturalis Historia (XXXV,
tural y técnico hacen que en la actualidad aún se 48). Efectivamente los romanos consideran las
utilice en países africanos de clima seco o de plu- parietes formaceae como algo típico de Hispania.
viosidad escasa y donde la madera escasea (Bar- De España se exportaría al mundo árabe y, ya en
dou, Arzoumanian, 1979, 29), pues de existir esta un documento del siglo X, un viajero oriental,
última las estructuras exteriores es probable que Abenhaucal, menciona el término tabiya. En al-
se realizaran con manteados, y allí donde no exis- Andalus serían muy numerosas las murallas con
te la tradición técnica y cultural del adobe o el ta- tapial de tierra, siendo las más antiguas del siglo
pial. IX y multiplicándose a partir del siglo XI (Bazzana,
Guichard, 1987, 103-106). El nombre actual ya es-
EL TAPIAL tá configurado desde Gonzalo de Berceo en el si-
glo XIII como ”…trozo de pared que se hace con
Juan de Villanueva en su Arte de Albañilería tierra amasada y apisonada en una horma.” o bien
(1827) consideraba al tapial como una de las me- ”pared formada de tapias”. Muchos lingüistas han
jores posibilidades que ofrecía la tierra como tratado el origen prelatino de esta palabra ya que
material constructivo incluyéndolo como uno de los parece claramente atestiguado en el latín vulgar
géneros de obra que pertenecen a la albañilería. de la península Ibérica (Corominas, Pascual, 1980,
Muy a menudo tiende a asociarse al tapial con 410). Para Juan de Villanueva (1827) ”Tapias son
cualquier estructura de tierra de apariencia más o las paredes hechas de tierra solamente, o enlaza-
menos compacta y es que un término que puede das con algún otro material ”. Como acertadamen-
tener varios sentidos que no son del todo apropia- te opina Torres Balbás, la técnica no va unida ne-
dos y que muestran un cierto desconocimiento del cesariamente al uso de la tierra sino que consiste
vocabulario arquitectónico, lo que da lugar a la en el encofrado o caja, que se puede rellenar no
comentada confusión y asimilación de técnicas: a sólo con tierra sino con piedra, cal, etc. (Torres,
veces hace referencia al material en sí mismo, 1985, 557). A pesar de su devenir histórico y de su
mencionándose tapial cuando, en realidad, se uso popular el término tapial sólo debería referirse
debería decir barro o tierra apelmazada; otras a la técnica que usa tableros para formar un
veces se asimila con tapia, cuando ésta puede ser encofrado que se rellena no sólo con tierra sino
cualquier pared no techada e incluso construida con otro tipo de materiales, de ahí que se pueda
con piedras (en catalán puede ser más habitual hablar de tapial de tierra o de tapial de cal y pie-
esta confusión porque tapial es tàpia); más correc- dra, etc. Resumiendo, el tapial de tierra debe con-
tamente, debería hacer referencia a una unidad de siderarse una técnica constructiva basada en la
fábrica, la que se hace con tierra apisonada dentro compactación de tierra entre tablas gracias a un
de un encofrado. pisón o mazo de madera (Fig. 4, 1). Estos tablones
En el diccionario de la Real Academia de la están sujetos por unas agujas que atraviesan todo
Lengua (1997, p. 1942) el tapial se define como el el espesor del muro creando un encofrado móvil
molde de dos tableros paralelos en los cuales se con una longitud y una altura variables aunque,
forman las tapias, como el trozo de pared reali- por criterios de solidez y facilidad de trabajo de los
zado con tierra amasada o la pared formada de tapiadores, se piensa que no debe tener una an-
esta forma. La palabra tapia tiene aún más acep- chura inferior a 40 centimetros ni superior a 90
ciones que la de tapial: cada uno de los trozos de (Font, Hidalgo, 1990, 142). Cuanta más altura ten-
pared que se hacen de una vez con tierra ga más espacio se construirá en una misma ope-

169
ÁNGEL SÁNCHEZ GARCÍA

ración a pesar de que no debe ser superior a un En la arquitectura popular la tierra se


metro para que no pierda consistencia el apisona- amontona ligeramente humedecida en tiempo de
miento. Las dimensiones del encofrado varían mu- otoño e invierno para que se airee y elimine los
cho según los países (Bardou, Arzoumanian, componentes orgánicos. Durante este tiempo se
1979, 18) aunque será mejor pensar en las nece- va removiendo y dejando que absorba el agua
sidades de los constructores siempre que manten- para que llegue a un punto adecuado y óptimo de
gan unos márgenes de seguridad y perdurabilidad, humedad (se dice que una buena tierra para el
habiendo un cierto consenso en que la anchura del tapial es aquella que al hacer una bola no pierde la
encofrado nunca debe ser inferior a 40 centime- forma y no se pega en las manos). La mejor época
tros. Conforme se va edificando, el encofrado se para tapiar sería la primavera pues en esta época
va desplazando lateralmente y en altura (Fig. 4, 2). el secado es gradual ya que la humedad no es ex-
Cada bancada o trozo de pared debe secarse cesiva, lo que produce un resultado sólido con un
antes de la realización de la siguiente. Cuando se grado de humedad idóneo. En cuanto al método
termina la obra los agujeros dejados por las agujas se asemejaría al del hormigón actual.
se recubren con tierra. Estamos, sin duda, ante una técnica muy
El apisonamiento es realizado por dos o más citada en la arqueología prerromana aunque es la
personas que se colocan fuera y encima del enco- más problemática en su identificación arqueológi-
frado y es un trabajo que requiere cierta sincroni- ca, ya que apenas deja huellas al no aparecer
zación (Fig. 4, 3). Primero se compacta la tierra trazos de improntas de materias vegetales, que
por los lados y los rincones y luego se pasa al por otra parte no debe utilizar, ni separación en
centro terminando el proceso cuando el pisón no juntas con mortero de trabazón como los adobes.
deja ninguna marca en la tierra y los golpes son Además el tapial tiende a disolverse con un
secos y no provocan retumbos (experiencia que incendio mientras que el adobe por el contrario se
tuvimos ocasión de practicar en el Curso de endurece (Maluquer, Huntinford, Martín et alii,
construcciones con tierra, llevado a cabo en 1986, 19). De ahí que, muchas veces, es la ausen-
Navapalos, El Burgo de Osma, Soria, en 1993). cia de los restos mencionados y los potentes de-
Esta técnica necesita buenos conocimientos rrumbes de tierra lo que hace pensar al arqueólo-
de carpintería para conformar los encofrados. La go en esta técnica constructiva. En casi todos los
tierra se va vertiendo en capas que se apisonan casos arqueológicos prerromanos falta la certeza
una a una y que reciben el nombre de tongadas. absoluta de su uso (Boissinot, 1984, 83; Chaze-
En teoría, como nos demuestran testimonios lles, 1990) la cual sólo podría venir proporcionada
actuales, en el tapial la tierra debe tener unos por la evidencia de los agujeros de las agujas
componentes granulométricos variables, una hu- transversales del encofrado y de las marcas de los
medad escasa, no conteniendo la mezcla ele- límites de las bancadas. A veces ante un derrum-
mentos vegetales ya que la cohesión y estabiliza- be amorfo de tierra es difícil discernir si estamos
ción vendrían dadas por el apisonamiento que es ante un amasado o ante tapial pues si valoramos
el que imbrica todas las materias y el que hace la composición de la tierra (con más o menos ve-
aumentar la densidad de la tierra, eliminando la getales, mayor o menor cantidad de elementos
escasa humedad y homogeneizando el material gruesos, etc.) podemos prejuzgar la solución técni-
(Adam, 1984, 63). Los elementos vegetales ca en función de parámetros de la arquitectura
además podrían crear fisuras tras el secado y popular actual que, probablemente, no fueron los
riesgos de pudrimiento. El Instituto Eduardo mismos que los de época pretéritas. De ahí que
Torroja (1971) propone que la tierras destinada a haya que ser cautelosos en la interpretación. A
la construcción de tapiales no debe tener granos veces en la literatura arqueológica se ha revestido
superiores a 20 milímetros, aunque en muchos ta- a este término como “tierra de mediocre calidad”
piales existen cantos rodados, y el contenido de (Arcelin, Buchenschutz, 1985, 18), cuando de
arcilla y limo no debe superar el 45 por ciento del existir en el mundo protohistórico constituiría una
total. La composición más adecuada debería te- de las mejores y más sólidas formas de construc-
ner, aproximadamente, las siguientes proporciones ción de muros.
(Doat, Hays, Houben, Matoux, Vitoux, 1979, 17): La gran perdurabilidad de esta técnica ya fue
Grava: 0-15 por ciento. puesta de manifiesto por los autores clásicos como
Arena: 40-50 por ciento. Plinio para el caso de la península Ibérica (Natura-
Limo: 20-35 por ciento lis Historia, XXXV, 48) y Varron para la península
Arcilla: 5-25 por ciento. Itálica (De Res Rusticae, I, 14, 4). Ambos le confie-

170
LAS TÉCNICAS CONSTRUCTIVAS CON TIERRA EN LA ARQUEOLOGÍA PRERROMANA DEL PAÍS VALENCIANO

ren un origen africano o español aunque no hablan


de cómo surge o cómo se difunde. Las parietes
formaceae, según Plinio (XXXV, 48) tienden a
preservarse durante siglos y nos informa de la
presencia en el siglo I dC de la existencia todavía
de las Turres Hannibalis. Las fuentes lo que están
manifestando es la continuidad en época romana
de unas técnicas preexistentes por lo que hay que
descartar la idea de que esta técnica se descono-
cía antes de la época romana en el mundo medite-
rráneo occidental aunque si que parece descono-
cerse en la Europa templada antes de la romaniza-
ción (Arcelin, Buchenschutz, 1985).
Los muros de tapial ofrecen una buena resis-
tencia mecánica, soportan la humedad a través de
los zócalos y la intemperie con la refacción cons-
tante de los enlucidos. Los espacios interiores
creados quedarían perfectamente aislados. El
material de construcción, si eliminamos la materia
vegetal, puede conseguirse a pie de obra, bajo la
misma capa superficial del suelo, con un costo mí-
nimo aunque necesitaría una cierta preparación. El
proceso de construcción es relativamente rápido
pudiendo realizar en una misma operación alturas
importantes. La homogeneidad del muro y la posi-
bilidad de conseguir buenos espesores producirían
un buen aislamiento térmico. Esta gran resistencia
aumenta la perdurabilidad de las construcciones
en el tiempo que presentan buena subsistencia al
incendio y al pudrimiento al prescindir de la
madera y de los elementos vegetales. En la tierra
no se produciría ninguna contracción en el secado.
Además los zócalos sobre los que se dispone no
necesitan ninguna preparación para conseguir una
perfecta horizontalidad, lo cual es más necesario
para los adobes (Asensio, 1995, 27) ya que la jun-
tura se va adaptando con los golpes del pisón.
En contra de esta técnica existen muchos
factores y uno de ellos es la mayor exigencia de
mano de obra con respecto a otras técnicas que
además debe ser algo cualificada, tanto a la hora
de conformar el encofrado como en el momento de
trasladarlo e ir apisonando la tierra. También será
necesaria una mínima cohesión social para cons-
truir en tapial pues una casa construida con esta
técnica difícilmente la podría llevar a cabo un
núcleo familiar por sí sólo, según demuestran
ejemplos etnográficos (Arcelin, Buchenschutz,
1985, 18). También será fundamental un utillaje
Figura 4. Arriba, encofrado de madera para construir en más variado, ciertos conocimientos técnicos y de
tapial (Bardou, Arzoumanian, 1979, 19); en el centro, carpintería y una buena coordinación del equipo
desplazamiento lateral y en altura del encofrado (Font,
Hidalgo, 1990, 20); abajo, organización del trabajo para constructor (Fig. 4, 3). Otro inconveniente es el
construir en tapial (Doat, Hays, Houben, Matoux, Vitoux, largo tiempo de secado que, aunque no provoca
1979, 39). modificaciones de volumen en la masa, hace que

171
ÁNGEL SÁNCHEZ GARCÍA

las casas no puedan ser ocupadas inmediata- puesta en obra: primero se elabora la mezcla, se
mente después de su construcción. La protección introduce en un molde y al desencajarlo de este
contra la lluvia, incluso, debe comenzar ya durante último se deja secar antes de colocarse en la
el secado y posteriormente se llevaría a cabo a construcción como un elemento modular prefabri-
través de los enlucidos, los zócalos y los tejados. cado (Fig. 5).
Algunos ven en la rigidez ortogonal de esta cons- Por tanto, cuando se haga mención del ado-
trucción la imposibilidad de amoldarse a construc- be se está haciendo referencia a una técnica
ciones formalmente variadas aunque el tapial tam- constructiva que consiste en ladrillos moldeados
bién se ha constatado en construcciones circulares (aunque también existen los modelados con la
(Chazellles, Poupet, 1985, 151, fig. 2). Dadas las mano, sobre todo en el Próximo Oriente) de barro
condiciones apropiadas que debe tener la tierra es secados al sol, no utilizando la tecnología del fue-
fundamental transportarla o prepararla y almace- go, por lo que a veces sorprenden algunas citas
narla antes de su construcción. que hablan de adobes mal o más y menos coci-
dos.
EL ADOBE El barro preparado es una tierra de dife-
rentes granulometrías a la que se añade agua
El adobe es la técnica constructiva de barro para darle plasticidad y, a veces, estabilizantes
que mejor se identifica en el proceso de excava- como fibras vegetales, cal o elementos minerales
ción arqueológica. A pesar de todo también posee gruesos que mejoran las propiedades del conjunto,
cierta problemática en cuanto a su definición pues el cual debe mezclarse enérgicamente. Para los
puede hacer referencia, como ocurre con el tapial, autores clásicos es el modo de construcción con
al material del que en realidad está hecho, es tierra más avanzado. Tal importancia tuvo esta
decir, la tierra o bien a la forma de ladrillo. En técnica que Vitrubio en su tratado De Arquitectura
francés la palabra brique significa ladrillo y, para dedica un capítulo entero a los adobes (Vitrubio, II,
diferenciarlo de adobe, es un sustantivo que debe 3). El tratadista propugna la utilización de ”... una
acompañarse del adjetivo crudo o cocido. Por co- tierra blanquecina parecida a la cal o arcilla roja...”,
modidad, operatividad y para evitar confusiones la pues piensa que si contuviera elementos gruesos
palabra adobe se acepta tanto en español como los adobes se volverían muy pesados y se fractu-
en francés e inglés aunque Aurenche propone su rarían con más facilidad (Vitrubio, II, 3, 56). Como
exclusiva utilización para la arqueología americana ocurre con todas las técnicas que utilizan la tierra
(Aurenche, 1977, 12) puesto que tradicionalmente como principal material de construcción, ésta no
se refería a los ladrillos hechos en el sudoeste de debe ser muy arcillosa, de ahí el añadido de ele-
EEUU y en el norte de México (Bardou, mentos minerales gruesos u otro tipo de estabili-
Arzoumanian, 1979, 22). El término adobe zantes, para facilitar la homogeneidad e
proviene del egipcio thobe o tûb y directamente del imbricación de los granos del material y evitar las
árabe ottob (Chazelles, Poupet, 1985, 150). En fisuras provocadas por la contracción en el
1157 aparece el primer documento en la península secado. Los suelos teóricamente más adecuados
Ibérica con ese nombre; en la edad media llevaba para la construcción en adobes son aquellos que
a veces, -v en lugar de -b (Corominas, Pascual, posean las siguientes proporciones (Doat, Hays,
1980, 57). En catalán se denomina tova si es gran- Houben et alii, 1979, 111):
de y tovot si es más pequeño; en esta lengua hay Arena: 55-75 por ciento.
que diferenciarlo de maó, palabra que significa la- Limo: 10-28 por ciento.
drillo y que posee otro origen. Arcilla: 15-18 por ciento.
Como venimos comentando, hace unos años Hay que considerar que la adición de estabi-
tapial y adobe se asimilaban alegremente cuando lizantes no es esencial, aunque si es fundamental
ambos difieren tanto en la composición y en el que no exista mucha arcilla por las modificaciones
tratamiento de la tierra como en el aspecto formal que sufre con la adición de agua y con el secado,
y técnico. A la tierra de los adobes hay que aña- ni mucha arena porque no existiría cohesión.
dirles una mayor cantidad de agua que a la tierra Cuando la mezcla tiene una consistencia y
del tapial y, además, puede incluir fibras vegetales una composición y estabilización adecuada o
o animales. En el adobe la tierra se moldea o deseada se introduce en unos moldes de madera,
modela, consiguiendo la compresión a través de la cuadrangulares o rectangulares normalmente,
adición de estabilizantes. En lo referente al método formados por cuatro tablas sin fondo (Fig. 6, 1)
constructivo, necesita dos procesos para su para el molde con facilidad y dejarlos secar al sol o

172
LAS TÉCNICAS CONSTRUCTIVAS CON TIERRA EN LA ARQUEOLOGÍA PRERROMANA DEL PAÍS VALENCIANO

Figura 5. Técnica tradicional de construir adobes (Röhmer, 1990, 663).

al abrigo de la humedad. El molde se suele colocar adobe no conlleva una forma determinada (Boissi-
sobre arena o paja para aislar la mezcla del suelo. not, 1984, 83, nota 23), aunque lo más habitual
Es rara la existencia de moldes con fondo ya que sea la forma cuadrangular o rectangular. Hay que
exigirían voltearlo para sacar el barro moldeado. matizar que ya en el Próximo Oriente antiguo se
También hay que indicar que el molde podría ser podían diferenciar adobes modelados con la ma-
redondo o de cualquier otra forma, es decir que el no, que parecen ser los más antiguos (Aurenche,

173
ÁNGEL SÁNCHEZ GARCÍA

1981, 61) y que podrían adoptar formas muy cio, Alicante) existen fragmentos de adobes en la
diferentes (Fig. 6, 2) que pueden ir desde las capa de preparación o nivelación, lo que indica
formas cilíndricas hasta las aplanadas existiendo que están hechos antes de empezar a edificarse el
adobes muy particulares por su forma que adoptan poblado o se hacen paralelamente a la construc-
diferentes nombres como patzen, riemchn o los ción del mismo (Abad, Sala, 1993, 163).
conocidos adobes planoconvexos (Aurenche, Los adobes, una vez secos, se colocan en
1977). Estas diferentes formas antecederían o hiladas sucesivas trabados entre sí por una tierra
bien coincidirían con el uso del molde. plástica y húmeda que puede ser de la misma
El tiempo de secado puede variar de unos textura, composición y color de los adobes. Si es
días a unas semanas en función del tamaño del así, serán mucho más difíciles de distinguir en el
molde o del clima. Según Vitrubio los adobes de- registro arqueológico. No hay que olvidar que con
bían hacerse en primavera o en otoño para que se los adobes no sólo se edifican muros sino que
fueran secando uniformemente por todas sus pueden conformar pavimentos, hogares, hornos,
partes y consideraba defectuosos los hechos en el etc. La disposición de los adobes puede ser a
solsticio porque se secan rápidamente por fuera soga o a tizón y en las sucesivas hiladas se tiende
dando una apariencia externa engañosa. Sigue a que no coincidan las llagas de trabazón en verti-
comentando el tratadista latino que los de mayor cal, a que no se superpongan las juntas verticales
calidad serán los hechos dos años antes porque pues se crearían zonas de potencial fractura. Es
así se secan perfectamente por su cara interna posible conocer su disposición si analizásemos la
(Vitrubio, II, 3); esta última afirmación, sin duda, posición de los adobes en el derrumbe y la
debe tratarse de un error de copista o de traduc- relación entre las dimensiones del zócalo y de los
ción (Cintas, 1976, 79; Slim, 1986, 35), a pesar de adobes.
que posteriormente vuelva a insistir sobre el tiem- El tamaño de los adobes es muy variable y
po de secado, al decir que los magistrados de dependerá del molde utilizado y, quizás, del zócalo
Útica sólo permiten la construcción con adobes he- preexistente al que se debe amoldar a no ser que,
chos cinco años antes. En este caso la etnografía por el contrario, la anchura de ese zócalo dependa
es mejor consejera que Vitrubio y no parece que de la de los adobes. Al margen de las necesida-
haga falta tanto tiempo para un perfecto secado, des, es probable que las dimensiones también
pues parecen bastar dos o tres semanas (Bardou, dependan de una tradición o experiencia local
Arzoumanian, 1979, 23). La colocación en estado anterior. Los adobes pequeños, aunque más
perfectamente seco es fundamental porque si es- fáciles de manipular, necesitarían más tiempo de
tuvieran todavía húmedos, las contracciones fabricación y construcción, una mayor cantidad de
posteriores en el seno de la edificación podrían de- mortero para trabarlos, creándose con más juntas,
sencajar la construcción (Vitrubio, II, 8). Antes de más zonas de potencial fractura. Los adobes
secarse, los adobes cuando están en estado plás- grandes son más sólidos, poseen más resistencia
tico pueden recibir marcas y presentar improntas y tienen menos líneas de posible rotura aunque
digitales para trabar mejor el mortero de trabazón tardan más en secarse y sufren más fisuras en sí
o el enlucido. mismos. Existen poblados con adobes de módulos
En los poblados no se han constatado luga- más o menos uniformes mientras que en otros la
res específicos para el secado de los adobes, el diversidad es tal que puede llevar a sorprender,
cual debía estar en el propio hábitat, frente a lo pues no sólo se diferencian medidas en estancias
que ocurre o nos da a entender algunos ejemplos distintas sino incluso en los mismos departamen-
etnográficos. Casi siempre se dice que debe estar tos y en las mismas estructuras. Parece evidente
en lugares con sombra aunque hay testimonios la utilización de moldes de diversas medidas que
antiguos (Vas, 1987, 76) y actuales (Bardou, Ar- quizás puedan ser producto de su adecuación a
zoumanian, 1979, 23) de su secado a pleno sol. distintas construcciones, a un grosor diferente de
En algunos lugares, durante el secado se coloca- los zócalos y a una mayor facilidad para emplear-
rían a cubierto y sobre un entramado de cañas los en ángulos. También hemos de tener en cuen-
para que la humedad del suelo no pasara por de- ta la precaución con que deben medirse los ado-
bajo. bes pues ante un material tan desmenuzable es
Es evidente que para su puesta en obra es posible que la erosión y manipulación haga
necesaria la preparación de grandes cantidades disminuir las medidas originales.
de materia prima (stockage). Por poner un ejem- Al margen de las referencias vitrubianas
plo, en el poblado ibérico de El Oral (San Fulgen- existen numerosas citas de autores clásicos

174
LAS TÉCNICAS CONSTRUCTIVAS CON TIERRA EN LA ARQUEOLOGÍA PRERROMANA DEL PAÍS VALENCIANO

Figura 6. Arriba, pasos para moldear adobes en gradillas de madera: 1. Apisonado a mano; 2. Nivelación. 3. Vaciado
(Bardou, Arzoumanian, 1979, 23); Abajo, diversos tipos de adobes en ejemplos del Próximo Oriente (Aurenche, 1981,
61, 63, 64).
respecto a esta técnica. Plinio (Naturalis Historia, rativa. El edicto de Diocleciano mencionando
XXXV, 176) simplemente hace referencia a su talleres de tejas y de adobes demuestra su uso co-
profusa utilización y a su gran resistencia. Sin lu- rriente en el bajo imperio (Chazelles, 1997, 56).
gar a dudas estamos ante la técnica constructiva Las profusas alusiones al adobe en el Antiguo
con tierra que más veces aparece citada en las Testamento no hacen sino reflejar la gran
fuentes clásicas pues además de Vitrubio (II, 3 y II, antigüedad de esta técnica de construcción en el
8), Plinio (XLIX) y Palladio (I, 11 y VI, 12) también Oriente Próximo al menos desde el neolítico. La
fue comentada por Catón, Varron, Columela, Es- construcción con adobe es una técnica milenaria y
trabón o Plauto (Léquement, 1985, 31). A pesar de universal que comenzó a utilizarse desde los
que Dion Casio y Suetonio aludan a su fragilidad, primeros poblados sedentarios del Próximo y
para la mayoría de los autores el adobe es una Medio Oriente.
técnica constructiva con tierra que goza de cierta Uno de los principales problemas a los que
respetabilidad y que no es tratada de forma peyo- se enfrenta todavía la investigación en muchas

175
ÁNGEL SÁNCHEZ GARCÍA

zonas, y entre ellas la península Ibérica, es saber pueden considerarse inconvenientes menores. En
de una forma definitiva cuando comenzó a cons- el registro arqueológico se suelen apreciar muy
truirse con adobe (Chazelles, 1995) y si en su bien por su forma modular y porque con un incen-
génesis y desarrollo se aprecia una impronta o dio tienden a endurecerse frente a la disgregación
influencia externa o bien se debe a factores autóc- que sufre el tapial.
tonos. Otro problema estriba en la existencia o no
de módulos predefinidos, para confirmar u olvi- SÍNTESIS ARQUEOLÓGICA
darnos de la problemática de la posible existencia
de tendencias modulares en las dimensiones de INTRODUCCIÓN
los adobes de un mismo yacimiento, de una mis-
ma época o de distintas. Es un tema, que en A tenor de los problemas planteados para
realidad no ha sido abandonado o dejado de lado definir correctamente las técnicas constructivas
por la investigación (Asensio, 1995, 35) sino que con tierra se comprenderá que no resulte fácil
todavía no ha proporcionado fehacientemente reunir y relacionar información bibliográfica respec-
pruebas de la existencia de tales módulos. to a la arquitectura del barro, en especial de hace
Pasemos a analizar las ventajas de esta téc- más de quince años; además son datos que apa-
nica constructiva. Entre ellas destacan, en relación recen dispersos y de forma escueta en la mayoría
a otras técnicas, un menor tecnicismo, una ejecu- de las obras arqueológicas. A pesar de ello nues-
ción más simple y rápida, una vez secados los tra pretensión es esbozar sintéticamente la géne-
adobes y una menor necesidad de mano de obra sis, desarrollo y madurez de las construcciones
que para construir en tapial, por poner un ejemplo. con barro en el mundo prerromano del país
Las estructuras se pueden utilizar inmediatamente valenciano aunque para ello tratemos periodos
después de su construcción al estar secos los ado- culturales diferentes (neolítico, eneolítico, edad del
bes antes de su puesta en obra mientras que los bronce, hierro antiguo y cultura ibérica) al conside-
revestimientos se pueden ir colocando casi parale- rar que la falta de un estado de la cuestión en el
lamente. Se adapta mejor que la construcción del territorio valenciano necesiten esta visión panorá-
tapial a todo tipo de formas constructivas: bóve- mica.
das, cúpulas, viviendas circulares o de planta Es evidente que partimos con problemas
irregular. La realización de aberturas y los trabajos básicos casi irresolubles como es la pérdida de
de carpintería son más simples que con otras gran parte de la información procedente de
técnicas (Bardou, Arzoumanian, 1979, 28). Incluso excavaciones antiguas, de las cuales se puede
pueden resistir movimientos sísmicos si recibe un recuperar bastante poco en lo referente a la tierra
tratamiento previo adecuado (Doat, Hays, Houben como material de construcción. Ni las descrip-
et alii, 1979, 28; VV.AA., 1990). No olvidemos que ciones ni la documentación gráfica proporcionaron
en el Yemen existen edificios de cuatro y cinco un muestreo amplio y suficiente de estructuras y
pisos que se conservan decenas y decenas de elementos constructivos con tierra. Por tanto la vi-
años. Según normas y reglas técnicas la anchura sión ha quedado constreñida a aquellos yaci-
de un muro de adobes no debe ser menor a la mientos excavados en las dos últimas décadas y a
octava parte de su altura (Doat, Hays, Houben et la referencia de publicaciones más o menos
alii, 1979, 121). recientes. La falta de claridad de la documentación
Los inconvenientes de esta técnica son los fotográfica en elementos y estructuras de barro
mismos que los de la tierra, es decir resiste muy hace que el dibujo sea más didáctico y expresivo
mal la erosión que puede provocar el agua tanto para conocer de más adecuadamente estas cons-
por lluvia como por humedad ascendente. La alte- trucciones.
ración erosiva debe combatirse con los enlucidos o Un problema todavía irresoluble es la con-
revoques de acabado. La construcción con adobe servación de las estructuras arqueológicas de ba-
es menos homogénea que la realizada con tapial y rro una vez excavadas (Prats, 1994, 220-225).
la manipulación previa de los adobes puede provo- Hasta el momento la única solución era volver a
car roturas y fisuras. Al colocarse con un tendel de tapar una vez concluida la campaña de excava-
barro en estado plástico, si éste es muy grueso, ción. Sería necesario poder llegar a conservar a la
cuando se seque puede provocar contracciones intemperie algún tipo de construcción sin que se
que afecten a la estabilidad del conjunto. La nece- degradase, para poner en valor y a la vista restos
sidad de un clima seco y de una superficie relativa- arquitectónicos que sólo es posible apreciarlos
mente grande para el secado y almacenamiento durante el proceso de excavación. La aplicación

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LAS TÉCNICAS CONSTRUCTIVAS CON TIERRA EN LA ARQUEOLOGÍA PRERROMANA DEL PAÍS VALENCIANO

de distintas mezclas químicas, caso del silicato de La información se reduce a las plantas de
tilo ha dado resultados provisionales pues estas di- algunos fondos de cabaña, silos, fosas, etc., de
soluciones creaban una película o capa de cuyos materiales de construcción el registro ar-
protección que con el tiempo se desconchaba de queológico sólo recupera los típicos fragmentos de
la estructura sobre la que se disponía y esto fue lo barro endurecido, sobre los que habría que prac-
ocurrido en la conservación de algunos adobes de ticar dos tipos de estudio. Por una parte el análisis
la muralla del Tossal de Manises (información de en sí de esas pellas de barro y de sus improntas,
M. Olcina). Quizás esa mezcla pudiera funcionar para poder conocer su composición sedimentológi-
mejor en pavimentos cubiertos. De momento hay ca y granulométrica y el tipo de madera o estruc-
que seguir tapando con tierra o bien crear una su- tura vegetal a la que se pudo asociar. Este primer
perestructura o techumbre que proteja de la lluvia examen empírico analítico nos podría ofrecer
este tipo de construcciones. Un buen botón de datos sobre la técnica de construcción, bien ama-
muestra podrá ser el proceso de degradación de sado o manteado, y la relación entre la composi-
las construcciones de tapial y adobe restauradas ción de la muestra y el entorno geológico para
en el poblado ibérico de Alorda Park y los métodos saber si se ha producido una adaptabilidad de las
para luchar contra ella. técnicas de construcción al entorno y/o la
Ya hemos comentado que la tierra ha sido el transformación de las mismas por el hombre.
material constructivo más utilizado en la arquitec- Estas asociaciones, a tenor de los ejemplos
tura prerromana. Desde el neolítico se constata arqueológicos y etnográficos, parece fuera de toda
masivamente en el Próximo Oriente y en Mesopo- duda pues la tierra no se empleó en su estado
tamia (Aurenche, 1981) sin olvidar que, incluso, se puro y natural sino que sufriría desde su primera
utilizó con anterioridad (Cauvin, 1977, 32-44); mezcla con agua un proceso de preparación y
también desde fechas tempranas se registra su estabilización que habría que procurar demostrar
uso en el Egeo (Guest-Papamanoli, 1978; Treuil, para conocer las primitivas técnicas de construc-
1983) y en Egipto (Fathy, 1970). A pesar de que el ción del país valenciano. Por otra parte el hallazgo
hábitat al aire libre y el sedentarismo aparecen debe ser contextualizado microespacialmente en
más tardíamente en el Mediterráneo occidental, el conjunto de la excavación, es decir vincular
también son fenómenos que se relacionan con esos fragmentos individualizados con la estructura
construcciones en las que la tierra, junto a la a la que pertenecerían ya que no es lo mismo una
madera, adquiere el papel principal como material pella de barro en el interior de un silo que junto a
de construcción, aunque, en principio, se asocie a un fondo de cabaña, pues en un caso pertenecería
técnicas más rudimentarias y menos desarrolladas a una hipotética cubrición y en otro a parte de la
que las del mundo oriental, valga el caso del ado- pared o del techo.
be. Si contamos con el ineludible problema de
estudiar estructuras construidas con materiales
NEOLÍTICO Y ENEOLÍTICO que el registro arqueológico sólo puede recuperar
de forma fragmentaria, habrá que procurar que el
Del hábitat neoeneolítico valenciano es to- método arqueológico sea riguroso y minucioso pa-
davía muy poco lo que se conoce debido a las ca- ra perder la menor información posible. Se han ha-
racterísticas perecederas de las técnicas llado escasas estructuras que nos pudieran dar a
constructivas basadas en la tierra y en los conocer a través de ellas las actividades domésti-
elementos vegetales y al carácter específico del cas llevadas a cabo por estas comunidades, por lo
poblamiento de esta etapa en el país valenciano. que es todavía mucho lo que se puede hacer por
La ubicación en el llano de estructuras de el conocimiento del hábitat al aire libre en el neolí-
habitación realizadas con materiales altamente tico y en el eneolítico valencianos. El nivel de arra-
deleznables por la erosión, caso del amasado o samiento de muchas de estas estructuras ha he-
del manteado, técnicas fundamentales de este cho más fructífera la prospección que la excava-
periodo, han hecho perder la mayor parte de la ción sistemática. Si exceptuamos La Ereta del
documentación de los restos de la arquitectura de Pedregal (Pla, Martí, Bernabeu, 1983) el empleo
esta época que, salvo escasas excepciones, de la piedra como material constructivo es muy
apenas construye en piedra tal y como sucede en escaso, siendo predominante el uso de la tierra y
otras zonas peninsulares. Lo que parece de la madera. Los trazos materiales de tierra que
necesario es ir caracterizando cada vez mejor proporciona el registro arqueológico se reducen a
estos hábitats considerados primitivos. los consabidos fragmentos de barro, como los de

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ÁNGEL SÁNCHEZ GARCÍA

Casa de Lara (Soler, 1961, 193), algún nivel de tierra preparada, batida o apisonada, revocos
acondicionamiento o capas de preparación, pavi- conformados por varias capas, hogares, hornos,
mentos y revocos, caso de La Ereta o del Promon- bancos, vasares, muros y los inevitables frag-
tori (Bernabeu, Guitart, Pascual, 1988, 176). Las mentos de barro con improntas que nos vuelven a
estructuras de combustión de Niuet (Bernabeu, informar de la técnica constructiva con la que se
Pascual, Orozco et alii, 1994, 17), el soporte de harían algunos alzados y las techumbres de las
barro de Fuente Flores (Cabanilles, Martínez, viviendas. Es de destacar que en algunos muros
1988, 183), un hogar de barro cocho de La Ereta de la Mola de Agres (Gil-Mascarell, Peña, 1994,
(Cabanilles, 1994, 78-81) y los suelos de hogar de 114-117) de la Foia de la Perera (Cerdá Borderá,
El Tirao (Mesado, 1988, 179) son, desgraciada- 1994, 104), de Orpesa la Vella (Gusi, Olaria, 1988,
mente, ejemplos excepcionales. Esta visión es, sin 152-153) o de Caramoro I (González, 1995, 87-88)
duda, muy parcial y debería completarse con el el barro cobra tanta o más importancia que la pie-
descubrimiento de un mayor número de hallazgos. dra con la que se combina.
En síntesis nos encontramos con un hábitat Es indudable que la edad del bronce supone
fundamentado en cabañas, silos o fosas, semiex- una cierta ruptura arquitectónica y urbanística con
cavados con alzados y/o cubrición realizado con las etapas precedentes, baste pensar en la arqui-
manteados de barro sobre estructura vegetal del tectura de piedra (uno de los pocos ejemplos
que un buen ejemplo sería la cabaña circular ado- anteriores era la Ereta del Pedregal) y en la
sada a la muralla de Les Moreres (González, ubicación de los poblados en lomas o cerros
1986, 89). En el interior de estas viviendas, que abruptos. Dentro de los departamentos ya es posi-
por los diámetros debían servir tan sólo como cobi- ble reconocer varias estructuras domésticas como
jo o áreas de descanso, se hicieron suelos con tie- hogares, hornos, bancos, etc., que en muchos
rra apisonada y revocos de la misma composición. casos están realizadas con barro que se modela o
Debido a la fragmentariedad del registro descono- prepara manualmente para adecuarse a las dis-
cemos la situación de las estructuras domésticas tintas construcciones. La presencia de fragmentos
con relación a la vivienda. La tierra se amasaría, de barro con improntas vegetales nos está indi-
se modelaría o se apisonaría al entrar en el cando que el manteado y el amasado perviven
proceso de construcción. Hablar de la existencia durante la prehistoria reciente en el país
del tapial es una auténtica entelequia. De igual for- valenciano y en gran parte de la península Ibérica,
ma no se han constatado adobes y para el III pues sólo los problemáticos adobes del Cerro de
milenio en la península Ibérica, el Cerro de la la Virgen, de Zambujal o de Monte da Tumba, rom-
Virgen (Schüle, Pellicer, 1966, 117; Kalb, 1969, pen las características generales de la técnicas
217) y Zambujal (Schubart, Sangsmeister, 1984, constructivas de tierra durante el neolítico, el eneo-
28) constituyen enigmáticos hallazgos por su lítico y la edad del bronce, aunque en este último
excepcionalidad y nula generalización (Sánchez, periodo los muros se hacen o enteramente con
1997) que rompen el modelo general de introduc- piedra o con un zócalo de este material y un alza-
ción de esta técnica en el Mediterráneo occidental. do de manteado, amasado o, quizás, tapial, cues-
tión esta última no demasiado clara pues no exis-
LA EDAD DEL BRONCE ten marcas de encofrado ni límites de teóricas
bancadas y tongadas y esta técnica se vincula de
El conocimiento del hábitat en general y de forma directa y errónea a potentes derrumbes in-
la arquitectura del barro en particular se incremen- formes de tierra (Sánchez, —). Además si en esos
ta con la edad del bronce aunque el predominio, la potentes derrumbes aparecen elementos vegeta-
conservación y la mayor monumentalidad de las les mezclados con la tierra y fragmentos de barro
construcciones de piedra parecen revelar a éstas con improntas, es probable que estemos ante
como el mejor vehículo para entender in situ la ar- amasados o manteados.
quitectura, haciendo que el barro quede un poco Lo cierto es que en la edad del bronce se
supeditado frente a ella. Es necesario matizar que atestiguan muros realizados exclusivamente de
el desarrollo de la construcción con piedra, sobre tierra o arcilla en Caramoro I (González, Ruiz,
todo en aterrazamientos, murallas y muros a partir 1995, 88) en la Mola d’Agres (Gil-Mascarell, Peña
del horizonte campaniforme de transición va Sánchez, 1994, 114), en la Ereta del Castellar
acompañada de la mejora de la habilidad técnica (Ripollés, 1997, 162-164) o en Orpesa la Vella
en el tratamiento del barro como nos muestran el (Gusi, Olaria, 1988) que a tenor de las descrip-
mayor número de hallazgos de pavimentos de ciones deben de estar realizados manualmente

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LAS TÉCNICAS CONSTRUCTIVAS CON TIERRA EN LA ARQUEOLOGÍA PRERROMANA DEL PAÍS VALENCIANO

como amasados pues somos reticentes a pensar en un contexto cultural definido como es el bronce
en tapial o adobe en función de las descripciones, final (Chazelles, 1995). Este esquema cronológico
de la nula información gráfica y de la falta de para- queda roto en la península Ibérica por las excep-
lelos para estas técnicas constructivas. Hemos de ciones comentadas. Penetrar en la problemática
pensar mejor en muretes y estructuras domésticas de la génesis del adobe topa con la nula o mala
realizados con amasados de barro de los que información que proporcionan las excavaciones
existen buenos ejemplos en La Lloma de Betxí antiguas, la sinonimia existente en la bibliografía
(Pedro, 1990). arqueológica en los términos que designan técni-
cas de tierra y la falta de documentación gráfica
EL PROBLEMA DEL ADOBE que pudiera ayudar a superar los carencias ante-
riores.
No parece haber ejemplos claramente de- La existencia temprana de adobes en el
mostrados de la existencia de adobes en el II mile- Cerro de la Virgen, mostrada en dibujos de los
nio tanto en el país valenciano como en toda la pe- perfiles (Kalb, 1969, 217) y de las plantas de las
nínsula Ibérica. Es decir que si exceptuamos el casas (Pellicer, Schüle, 1966, 117), asombran
unicum que supone el Cerro de la Virgen en el III por la falta de paralelos coetáneos, salvando los
milenio, la edad del bronce continúa construyendo casos de los yacimientos portugueses de
los alzados de muros y las estructuras a través de Zambujal y Monte da Tumba (Schubart,
manteados o amasados. En la región valenciana Sangmeister, 1984, 28). ¿Cómo se podría
se ha señalado la existencia de adobes en el II explicar la presencia excepcional de adobes en
milenio aC en la Ereta del Castellar, en Orpesa la un contexto tan antiguo? Tanto una explicación
Vella y en el Torrelló de Onda que quizás haya difusionista como autoctonista se encuentran con
que asociar a una mala terminología y a las dudas el problema de la extrema singularidad de la
que plantean unos muros de tierra que apenas se técnica en un solo yacimiento. Es difícil de
levantan del suelo. Las dos excepciones que con entender que si es una técnica asimilada a través
más peso se mencionan en la bibliografía con pre- de una influencia sólo sea aceptada por un
sencia de adobes a finales del II milenio son el poblado, como igual de extraño sería que fuera
Cerro de la Encina y la Cuesta del Negro. La des- un solo poblado el que la desarrollara autóno-
cripción de los adobes y la duda o titubeo entre los mamente sin extenderse a otros yacimientos. Si
términos de adobe y arcilla amasada en el primer los adobes del Cerro de la Virgen no existieran o
yacimiento (Arribas, Pareja, Molina et alii, 1974) no fueran falsos no tendríamos este problema, pero
parecen nada claros y es posible que nos encon- no podemos desdeñar la descripción y el dibujo
tremos ante una mala utilización del término, de los mismos. Una solución al problema sería el
mientras que los de la Cuesta del Negro (Molina, descubrimiento de adobes en otros poblados del
Pareja, 1975) sí que parecen más fiables. III milenio peninsular, lo cual podría explicar y
Por tanto, en lo referente a la cuestión del hacer plausible una respuesta autóctona o
adobe, la Cuesta del Negro es al II milenio lo que difusionista. Esto se antoja muy difícil pues a
el Cerro de la Virgen al III, en cuanto a la presen- pesar de los problemas metodológicos y
cia excepcional de adobes en el registro arqueoló- terminológicos que ha planteado la arquitectura
gico, aunque si rastreásemos bibliográficamente el del barro, el gran número de excavaciones
término adobe lo encontraríamos no sólo en la realizadas, no sólo en el III milenio sino también
edad del bronce sino también con las primeras en el II, hacen que parezca retorcido apelar a que
construcciones al aire libre. La sinonimia termino- es el registro falseado el causante de que no
lógica que hacía homogéneas todas las técnicas existan más ejemplos del adobe. El ejemplo del
constructivas de tierra hace bastante difícil carto- Cerro de la Virgen se queda colgado como un
grafiar y apreciar la evolución cronológica de las hito en la prehistoria reciente hasta finales del II
mismas. milenio, donde en un contexto del bronce tardío
No hay que ser muy perspicaz para conside- se describen los adobes de la Cuesta del Negro
rar que este panorama es enormemente sor- (de ese mismo periodo cultural podrían ser los
prendente y contradictorio por lo que no estará de del Torrelló de Onda o los de Orpesa la Vella),
más volver a repetir las hipótesis que plantea esta mucho antes de su plena generalización en el
situación sui generis dentro del esquema de la bronce final. La mayor cercanía cronológica entre
aparición del adobe en el Mediterráneo occidental, el bronce tardío y el bronce final quizás podría
donde su desarrollo y generalización se produce mostrarnos una fase de experimentación antes

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ÁNGEL SÁNCHEZ GARCÍA

de su plena difusión a comienzos del I milenio. A arquitectura del I milenio, por lo que estamos ante
este hipotético proceso de experimentación un periodo iniciático en el que se gestan procesos
podría sumarse, ya en el país valenciano el que luego tendrán su continuidad y culminación en
ejemplo de una pieza de barro con forma (¿mo- la cultura ibérica que no es sino la maduración ab-
delada o moldeada?) del Cabezo Redondo (infor- soluta de muchos aspectos que comienzan ahora.
mación de Hernández) aunque la falta de
paralelos y la singularidad de los ejemplos LA GENERALIZACIÓN DEL ADOBE
vuelven a suponer como muy incierto este
planteamiento. Es a partir de comienzos del I En ese contexto del bronce final, tanto
milenio cuando empiezan a verse ejemplos de preorientalizante como orientalizante se
adobes bien en contextos preorientalizantes u desarrolla definitivamente la técnica del adobe.
orientalizantes. Frente a la singularidad de los ejemplos
calcolíticos y de la edad del bronce, la
EL BRONCE FINAL Y EL HIERRO ANTIGUO generalización de esta técnica se produce de un
lapso de tiempo relativamente rápido, por lo que
Otro gran giro a nivel arquitectónico y urba- los hitos anteriores aún causan más perplejidad.
nístico lo va a suponer el inicio de otra etapa Sintetizando, podemos decir que se vislumbran
cultural con el bronce final y la primera edad del tres procesos en la génesis de esta técnica en
hierro. Esta nueva fase se encuentra todavía con función de las zonas de expansión y de su
el problema de su génesis y filiación cultural pues aparición cronológica:
es bastante poco lo que se conoce con respecto a - Por una parte habría que señalar aquellos
los momentos finales del bronce valenciano y al yacimientos que desarrollan la técnica previa-
bronce tardío (Gil-Mascarell, 1981). Junto a la per- mente o en un momento inmediatamente anterior
duración de algunos yacimientos, durante el a la llegada de las influencias orientales y de las
bronce final surgirán nuevos poblados sin ninguna primeras cerámicas a torno. Estaríamos ante un
relación con los del II milenio. Al hiatus que supo- desarrollo autóctono del adobe que, en todo
ne la falta de trabazón entre el final de la edad del caso, podría relacionarse con contactos
bronce pleno y el nacimiento del bronce final, hay precoloniales mal definidos o potenciarse con la
que unir una subfase en los momentos iniciales de impronta plenamente orientalizante. Este sería el
algunos de estos nuevos poblados, registrada en caso de la fase IA2 de Saladares (Arteaga,
restos de materiales perecederos, especie de Serna, 1979-1980, 78-79) o de Vinarragell
hábitat de tanteo previo que se constata en Sala- (Mesado, 1974; Mesado, Arteaga, 1979) en el
dares (Arteaga, Serna, 1979-80, 83), en los mo- país valenciano, y del Cerro del Real, La Mesa de
mentos previos de la fase IA de Vinarragell (Mesa- Setefilla o el Castellar de Librilla en otros
do, Arteaga, 1979, 24 y 36), en el Puig de la Nau ejemplos de la península Ibérica.
(Oliver, Gusi, 1994, 207) y tal vez en la Peña Ne- - Por otra aquellos poblados que conocen el
gra I (González, 1983; Sánchez, 1996; —), tal y adobe una vez que se ha producido la interacción
como sucede en el esquema colonizador fenicio, lo con el elemento exógeno, por lo que no deja de
que podría contrastarse con los niveles de tener sentido la impronta oriental para el
materiales perecederos hallados bajo la muralla de desarrollo del adobe. Este apartado es el que
la factoría fenicia de Guardamar (González, poseería la mayor parte de los ejemplos de la
García, Ruiz, 1997). Posteriormente se comenzará vertiente mediterránea española.
a edificar con unos principios protohistóricos de - Por último cabría señalar el desarrollo
construcción que quedarán constituidos poste- autóctono del adobe en zonas que tardarán
riormente mediante plantas cuadradas con muros mucho en recibir las influencias orientales, caso
formados con zócalos de piedra y alzados de ado- de la Meseta norte, el valle alto y medio del Ebro
bes, pavimentos de tierra apisonada, enlucidos y la depresión interior de Cataluña, valgan los
pintados y techumbre de cañas y ramajes cubier- casos de Cortes de Navarra, Sorban, Soto de
tos con barro. Este esquema constructivo apenas Medinilla, La Colomina, Tossal del Molinet, etc.
sufrirá variaciones hasta la romanización y aun Este es el grupo de yacimientos que crearía de
con ésta pervivirá en muchas zonas de la vertiente forma autónoma el adobe producto del desarrollo
mediterránea española. Es decir que tras ese de las fuerzas productivas internas sumado a la
hábitat involucionista momentáneo asistimos a la adaptabilidad al entorno geológico. Habrá que
génesis de las características fundamentales de la seguir preguntándose porque se llegan a

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LAS TÉCNICAS CONSTRUCTIVAS CON TIERRA EN LA ARQUEOLOGÍA PRERROMANA DEL PAÍS VALENCIANO

soluciones técnicas análogas en distintas zonas prácticamente en su totalidad, sea el caso del
geográficas sin contacto aparente y con Puntal dels Llops (Bonet, Pastor, 1984; Bernabeu,
cronologías diferentes o alejadas. Mata, Bonet, Guérin, 1987) o el Castellet de
Por tanto, la génesis del adobe en la penín- Bernabé (Guérin, 1987) con la importancia que ello
sula Ibérica dibuja un panorama bastante conlleva para la aplicación de estudios de distribu-
complejo (Chazelles, 1995) con el único rasgo ción microespacial y de funcionalidad. En este
común de desarrollarse en un contexto sentido también hay que mencionar el reestudio de
cronológico determinado pero con una diversidad las excavaciones antiguas del Tossal de Sant
de vehículos generadores de la técnica. La Miquel (Bonet, 1993), los trabajos de reconstruc-
aparición del adobe es un problema que necesita ción y restauración de La Bastida (Bonet, Dies,
algo más que su constatación y en el que hay 1996) y los trabajos puntuales de gran ayuda para
que tener en cuenta muchas variables como nuestro tema en yacimientos como el Alt de Beni-
precedentes, influencias, desarrollo interno de la maquia (Gómez, Guérin, Díes, Pérez, 1993), el
técnica y de las fuerzas productivas y la Alfar de l’Illeta de Campello (López, 1997) etc.
adaptabilidad al entorno geográfico. Para el periodo ibérico tardío podemos destacar la
publicación de los niveles superiores del Puig de la
EL MUNDO IBÉRICO Misericordia de Vinaròs (Oliver, 1994).
Con este simple repaso queremos evidenciar
El mundo ibérico supondrá la plasmación las posibilidades que este número de trabajos ofre-
mejor conocida de la arquitectura del barro pues cen para dar a conocer las estructuras arquitectó-
en ese contexto cultural podemos apreciar toda la nicas, correlacionarlas, discutir su funcionalidad,
gama y variedad de estructuras domésticas etc. El país valenciano ha tomado una posición
construidas con tierra. La aplicación de estudios delantera en los estudios espaciales y arquitectó-
técnicos, funcionales y microespaciales se revela nicos como han demostrado las últimas reuniones
esencial para comprender el quehacer cotidiano llevadas a cabo (VV.AA.,1986; 1989; 1994).
de estas comunidades. A través de las construc- En el mundo ibérico se constatan ejemplos
ciones con tierra podemos acceder al mundo de la mayor parte de los equipamientos domésti-
doméstico, artesanal, productivo y ritual de la cos internos y de casi todas las técnicas cons-
sociedad ibérica: casas, talleres, hornos alfareros, tructivas realizadas con tierra debido a la mejora
plataformas, balsas, almazaras, templos o palacios de las mismas así como al volumen mucho mayor
se construirán fundamentalmente con barro. de información. La mayoría de los datos, como no
Podemos vislumbrar un futuro esperanzador como podía ser de otra manera, provienen de aquellas
lo están demostrando los trabajos y publicaciones excavaciones más sistemáticas y de aquellas
recientes. Actualmente el país valenciano puede publicaciones que han mostrado más detallismo
considerarse una de las áreas con mejor respecto a este tipo de elementos y estructuras
documentación en cuanto al registro arquitectónico que nos ayudan tanto como la cultura material a
de los poblados ibéricos. El plan de excavaciones reconocer y poder reconstruir el entorno inmediato
de la Universidad de Alicante, del Servicio de que rodeaba la vida de los iberos.
Investigaciones Prehistóricas de la Diputación Pro-
vincial de Valencia, de la Universidad de Valencia EL PROBLEMA DEL TAPIAL
y del Servicio de Investigaciones Arqueológicas y
Prehistóricas de la Diputación de Castellón, han Para C. A. de Chazelles y Poupet (1984, 74)
dado a conocer las características de muchos en ningún yacimiento protohistórico francés se
poblados. Para el periodo del ibérico antiguo había descubierto de forma clara el tapial de tierra
tenemos publicadas las memorias de excavacio- y su existencia parece vincularse a la influencia
nes sistemáticas como el poblado del Oral (Abad, romana, tal y como parece suceder también en
Sala, 1993), el de Los Villares (Pla, Ribera, 1980; Martigues a partir del siglo II aC (Boissinot, 1984,
Mata, 1988) o el Puig de la Nau (Oliver, Gusi, 83, nota 18; Nin, 1988). Apuntando una hipótesis
1995). Para el ibérico pleno merecen destacarse interesante, M. C. Belarte (1993, 119) considera
todos los estudios macro y microespaciales rea- que para la protohistoria de Cataluña cuando se
lizados en el Camp del Turia que trajeron consigo menciona tapial sin existir marcas de encofrado,
la prospección de un gran territorio y la excavación es probable que estemos ante amasados de tierra
en extensión de algunos poblados que, dadas sus sobre zócalos. En el Morro de Mezquitilla (Schu-
características espaciales, fueron excavados bart, 1985) a una primera fase con muros de ado-

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ÁNGEL SÁNCHEZ GARCÍA

be sucede otra con zócalos de piedra y alzado de material de construcción parece ir in crescendo
tapial, aunque por la descripción de la tierra ésta conforme avanzamos en el tiempo. Este incremen-
se adaptaría mejor a un amasado. La existencia to de los datos es paralelo al aumento del conoci-
del tapial sería muy interesante corroborarla para miento sobre la cuestión del hábitat en general. La
este yacimiento pues podría mostrarnos una arquitectura del barro se presenta como una nueva
técnica importada en la península Ibérica por los vía, fundamental para penetrar en aspectos
fenicios (Chazelles, 1997, 98); en Cartago se ha esenciales del hábitat doméstico que, inevitable-
señalado su uso y los restos de Útica permiten mente, se debe poner en relación con otros as-
afirmar que el tapial era corriente en tiempos pectos y otras variables que participen en esta
púnicos (Cintas, 1976, 87). De ser ciertas estas problemática. A pesar de sus dificultades de
afirmaciones podrían refrendar ese origen africano registro e interpretación, la tierra ha sido el mate-
y español manifestado por las fuentes clásicas. rial constructivo más empleado, bien sea como
Burillo considera su existencia en la época elemento natural o transformado en la arquitectura
ibérica en el valle del Ebro (Burillo, 1985, 115) Lo doméstica cuando menos hasta la romanización.
que sí que es cierto es que las menciones y Si este papel principal ha sido puesto de mani-
ejemplos parecen aumentar en las fases finales de fiesto por lo que debe ponderarse su importancia.
la cultura Ibérica, probablemente en relación con la La construcción con tierra no puede verse, sobre
presencia bárquida en la península Ibérica o qui- todo en las épocas planteadas, como un rasgo ar-
zás con la romanización. Es probable que en Molí caico perteneciente exclusivamente al hábitat do-
d’Espigol existiera esta técnica en los siglos III y II méstico, pues las técnicas constructivas de tierra
aC, aunque la no constatación de adobes y la se presentan en ambientes puramente domésticos
presencia en la arquitectura popular actual de la pero también en edificios de significación ritual, en
zona del tapial (Maluquer, Llorens, Baldellou et alii, estancias y estructuras donde se llevaban a cabo
1971, 42) no tiene que llevar consigo la existencia actividades productivas (almazaras, balsas, plata-
de éste en época antigua. En cualquier caso los formas,) y en la configuración de los hornos alfare-
excavadores ya eran conscientes hace casi treinta ros construidos enteramente con adobes, de ahí
años de la importancia de caracterizar el tapial y que una de las principales características del barro
de definir su repartición y cronología (Maluquer, sea su adaptación a todo tipo de estructuras y su
Llorens, Baldellou et alii, 1971, 44) así como la mayor adecuación que la piedra a las mismas,
probable sustitución del adobe por esta técnica. En sobre todo a las productivas. La tierra, por tanto,
Alorda Park es más probable el uso del tapial al no marca una diferenciación o jerarquía funcional
haberse conservado juntas de cal en bloques de o constructiva sino es un material plenamente
tierra mezclados con gravas (Chazelles, 1997, 99; integrado y generalizado a lo largo de las épocas
Belarte, Barberá, 1994, 39). A pesar de todo el estudiadas.
documento fehaciente más antiguo de la construc- De esta forma podemos decir que la técnica
ción en tapial son las domus augústeas de Ampu- del manteado parece existir desde el mismo naci-
rias (Chazelles, 1990). Para el país valenciano no miento del hábitat al aire libre siendo predominante
hay ningún ejemplo fehaciente en la arquitectura durante el neoeneolítico en la conformación de pri-
prerromana de construcción en tapial. mitivas cabañas. En la edad del bronce no debió
abandonarse como nos lo demostrarían los restos
informes de barro con improntas que debían pro-
CONCLUSIONES ceder del techo y, quizás, del alzado en forma de
zarzos revestidos de barro de algún muro. Con el
Una primera idea surge tras la visión general cambio arquitectónico que supone el bronce final,
de las estructuras de barro durante la prehistoria y esta técnica parece reservarse para las techum-
la protohistoria en el país valenciano y es la dife- bres a lo largo de todo el primer milenio hasta la a-
rencia del estado del conocimiento y del número dopción de la teja en el mundo romano.
de datos y estructuras entre los distintos periodos En lo que se refiere al amasado, mucho más
culturales, bien producto de un desigual desarrollo difícil de evidenciar, se manifestaría en los poten-
de la investigación o más bien debido a la pérdida tes derrumbes de tierra y sobre todo en la configu-
de información que provoca la erosión de los ración de algunas estructuras domésticas como
elementos constructivos de barro sobre todo si han soportes, vasares o pequeños hornos y en algunos
sido realizadas con técnicas muy perecederas. muros de tierra en los que es difícil precisar si se
Efectivamente, la documentación del barro como trata de muros amasados o de tapial. Puede ser

182
LAS TÉCNICAS CONSTRUCTIVAS CON TIERRA EN LA ARQUEOLOGÍA PRERROMANA DEL PAÍS VALENCIANO

que esta técnica se fuera sustituyendo por el api- BIBLIOGRAFÍA


sonado o el adobe en la conformación de estructu-
ras domésticas. ABAD, L., SALA, F. (1993): El poblado Ibérico de
En cuanto al tapial, venimos señalando que El Oral (San Fulgencio, Alicante). Trabajos
no hay ejemplos claramente demostrados para la Varios del SIP, 90. Valencia.
épocas estudiadas pues sólo a través de ABAD, L., SALA, F. (1997): Sobre el posible uso
derrumbes informes de tierra es aventurado pro- cúltico de algunos edificios de la Contestania
nunciarse. Ya indicábamos que las domus ampuri- Ibérica. Quaderns de Prehistòria i Arqueolo-
tanas del siglo I aC parecían ser los testimonios fe- gia de Castelló, 18, pp. 91-102. Castelló de
hacientes (restos de encofrado, bancadas, la Plana.
tongadas, agujeros transversales) más antiguos de ADAM, J.P. (1984): La construction romaine.
esta técnica, lo cual cabría ponderar con las men- Matériaux et techniques. Paris.
ciones de Plinio o Varron que propugnaban un ALONSO, J.L. (1994): La arquitectura del barro.
origen español o africano de esta técnica y una Junta de Castilla y León. Valladolid.
gran antigüedad para la misma aunque hemos de ARCELIN, P., BUCHSENSCHUTZ, O. (1985): Les
tener en cuenta el problemático ejemplo del Morro données de la Protohistoire. Architectures de
de Mezquitilla a una primera fase con construccio- terre et bois, (Lyon, 1983). Documents d’Ar-
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es el adobe y ello es debido sin duda a su mejor Excavaciones Arqueológicas en España, 81.
registro por el método arqueológico, por lo que con Madrid.
un buen número de yacimientos bien excavados ASENSIO, J. A. (1995): Arquitectura de tierra y
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valenciano no desarrolla el adobe hasta el momen- rráneo. Caesaragusta, 71, pp. 23-56. Zara-
to en que aparece o se generaliza en todo el goza.
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no está claramente vinculado, aunque no en lo Paris.
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Nuestro objetivo está consistiendo en desen- Bronze Final i Primera Edat del Ferro a
mascarar los teóricos lastres sobre este tipo de Catalunya: Habitacions construïdes amb
estudios intentando despojarlo de todos los tópicos materials duradors: estat de la qüestió.
y errores a los que estaba sujeto y que hacían difí- Pyrenae, 24, pp. 115-140. Barcelona.
cil plantearlo. Otro era poner al día el estado del BELARTE, M. C. (1997): Arquitectura domèstica i
conocimiento en un territorio concreto y vertebrar estructura social a la Catalunya protohistóri-
metodológicamente este tema, para a partir de ahí ca. Arqueomediterránea, 1. Universidat Cen-
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