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Los Hombres Sabios aseguran que en los viejos tiempos, el demonio y sus
subalternos paseaban con frecuencia por el barrio de Flores. Despues del
anochecer, en la plaza y la estacion, rondaban nobles y plebeyos infernales.
Asmodeo, inspirador del juego, visitaba las timbas.
Baal-Fagor auspiciaba inventos y descubrimientos perversos.
Uzza y Azael ense�aban a las mujeres a maquillarse para encender la lujuria
de los hombres.
Y tambien acechaban Astaroth, Belial, Samyaza, Yekun y Belcebu, el se�or
de las moscas.
El propio Satan paraba en una lecheria de la calle Artigas.
El aspecto de los demonios permitia confundirlos con ciudadanos vulgares. Y
en verdad, esto es lo que ocurria generalmente. Solo los muy sagaces
alcanzaban a vislumbrar las se�ales que denuncian al que viene de las
tinieblas:la demasiada elegancia, los botines relucientes, un anillo en el
me�ique, el reloj de oro, una u�a larga y afilada, un boleto en el ojal de
la solapa.
Se sospecha que el proposito de aquellas presencias era la concrecion de
pactos diabolicos .
Manuel Mandeb juraba haber visto un carro en la noche, conducido por Mandinga
El poligrafo de Flores asustaba a los chicos imitando el pregon:
1) Renegar de Dios
2) Blasfemar continuamente
3) Adorar al diablo
4) Usar cualquier medio para no procrear
5) Jurar en nombre del diablo
6) Comer carne
7) Imaginar que se tiene comercio carnal con el diablo
8) Llevar siempre encima la imagen del diablo
9) Lavarse la cara y peinarse d ecuatro en cuatro dias
10) Ba�arse cada cuarenta y dos dias
11) Mudar de ropa cada cincuenta y siete dias
12) Afeitarse cada noventa y un dias
13) No cortarse ni limpiarse las u�as jamas y comer cada cuatro horas, cuatro
dientes de ajo.
Los musicos que pactan con el diablo alcanzan siempre una dimension
genial. No ocurria asi con Anselmo Graciani. Su exigencia ante Lucifer
fue poder tocar como deseaba y so�aba, y los anhelos musicales de
Graciani eran vulgares.
Cierto es que despachaba la variacion de Canario en Paris con los ojos
cerrados. Pero mas alla de las compadradas acrobaticas su estilo era banal
y relamido, asolado por innecesarios firuletes de cumplea�os.
Alcanzo exito y renombre en ciertos ambientes. Ives Castagnino
llego a tocar en su orquesta y aprendio a odiarlo.
Se dice qeu Graciani pagara el don recibido tocando eternamente en
el Tartaro, para suplico -o solaz- de los repobros.