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Bien jurídico

CONCEPTO

No todo objeto es un bien; bien es sólo aquel objeto valioso, aquel objeto sobre el que se encarna
un valor (objetivismo) o sobre el que proyectamos una valoración positiva (relativismo). Bienes
jurídicos son, por tanto, los objetos valiosos protegidos por el derecho. Así, un objeto es valioso en
tanto es representativo de una situación de ventaja para quien lo posee, consistente en que quien
lo posee se halla en una posición favorable a la satisfacción de una necesidad; en un sentido
amplio, pues, bienes son todos los medios, de contenido económico o no, con los que cuenta el
hombre para la satisfacción de sus necesidades.

El interés, como ya lo dijimos, es una posición favorable a la satisfacción de una necesidad; el bien
es el medio para la satisfacción de la necesidad. A todo conflicto de intereses subyace un bien,
objeto de disputa; es, precisamente, la posesión de dicho bien la que produce el conflicto, y, por
ende, la que divide a los sujetos.

Recordemos que el conflicto de intereses se presenta en aquellos casos en los cuales la posición
favorable a la satisfacción de la necesidad de una persona excluye la posición favorable a la
satisfacción de una necesidad de otra; recordemos, además, que si el conflicto de intereses se
halla calificado por un conflicto de voluntades se produce un litigio; también, que una relación
jurídica es un conflicto de intereses regulado por el derecho (Carnelutti, 2004c, pp. 11 y ss.).

Pues bien, los sujetos de la relación jurídica son los titulares de los intereses en conflicto, y el
objeto de la relación es el bien jurídico en disputa. No todos los bienes, por supuesto, son bienes
jurídicos, pues no todos los bienes son objeto de relaciones jurídicas; para que un bien sea objeto
de una relación jurídica se requiere de su escasez, esto es, se requiere que no haya la cantidad
suficiente para satisfacer todas las necesidades.

Sólo el bien escaso es objeto de una relación jurídica, porque esta es un conflicto de intereses que
se produce, precisamente, por el desequilibrio existente entre los bienes y las necesidades; los
bienes son limitados, las necesidades ilimitadas (Carnelutti, 2004a, pp. 9 y ss.).

Así, el aire, por lo pronto, pese a ser un bien, no es un bien jurídico, por cuanto hay aire para
todos.

¿CUÁLES SON LOS BIENES JURÍDICOS?

La respuesta a esa pregunta depende de una decisión política y,


especialmente, del modelo de Estado: unos son los bienes
protegidos por el derecho en un Estado personalista; otros, los
bienes protegidos por el derecho en un Estado
transpersonalista.
En el primero, serán bienes jurídicos todos aquellos medios
necesarios para que cada ser humano pueda desplegar su
vocación, su proyecto existencial, el destino ético que se ha
trazado; en el segundo, todos aquellos medios para que se
realicen, a plenitud, ciertos ideales colectivos.
CLASIFICACIÓN

Atendiendo a su titular, los bienes jurídicos se clasifican en individuales y en colectivos (Velásquez,


2009, p. 107). Bienes jurídicos individuales son aquellos cuyo titular es una persona natural o
jurídica determinada, distinta del Estado en su condición de ente soberano; bienes jurídicos
colectivos son aquellos cuyo titular es el Estado, en su condición de ente soberano, o el
conglomerado social difusamente concebido.

Si los bienes jurídicos colectivos son del conglomerado social difusamente concebido se llaman,
específicamente, bienes jurídicos difusos; estos son de “la gente”, del individuo des
individualizado, de todos y de nadie en particular.

A tal punto es ello cierto que, así se reuniesen todas las personas que coexisten en un momento
determinado y hubiese unanimidad entre ellas, no podrían disponer, válidamente, de estos
bienes; son bienes que incluso les pertenecen a generaciones futuras, esto es, a generaciones aún
inexistentes.

Ejemplos de bienes jurídicos individuales son: la vida, la libertad, la integridad personal, el honor,
la honra, los bienes de contenido patrimonial.

Ejemplos de bienes jurídicos colectivos cuyo titular es el Estado, en su condición de ente


soberano, son: la administración pública (que se refiere a la actividad funcional del Estado), la
seguridad y existencia del Estado (que se refiere a su carácter de ente independiente de otros
Estados).

Ejemplos, por último, de bienes jurídicos difusos son: la seguridad pública, la salud pública, el
medio ambiente.

Ahora bien, como no hay existencia sin coexistencia, en un Estado personalista se deben proteger
Tanto los bienes individuales como los colectivos, sólo que estos últimos se protegen no como
fines en sí mismos, sino como medios o instrumentos para la protección de aquellos.

Es decir, en un Estado personalista se protege la coexistencia, mas no como fin en sí misma, sino
como medio para posibilitar las existencias individuales.

Por el contrario, en un Estado transpersonalista, se hace énfasis en la protección de los bienes


jurídicos colectivos como fines en sí mismos, de tal manera que la protección de un bien jurídico
individual sólo interesa si ella posibilita alcanzar un ideal colectivo.
Teorías
La expresión “bien jurídico” fue creada en 1834 por Birnbaum (2010); este profesor, de
pensamiento iusnaturalista, acudió a este concepto con miras a diferenciar los derechos subjetivos
de los objetos sobre los cuales estos recaen (pp. 35 y ss.); una cosa es la vida, bien jurídico, y otra
cosa es el derecho a la vida. Esa diferenciación, según el planteamiento propio de los
iusnaturalistas, se hizo para sostener que si bien el derecho objetivo es el que crea los derechos
subjetivos, los bienes jurídicos no los crea el derecho; simplemente, los reconoce y los protege.
Con Birnbaum surgieron, pues, las teorías trascendentalistas sobre la naturaleza de los bienes
jurídicos; para estas, como ya se dijo, el derecho positivo no crea los bienes jurídicos, tan sólo los
reconoce y protege.

Tales teorías se oponen a las teorías inmanentistas, de familia iuspositivista, para las que el
derecho positivo establece, crea los bienes jurídicos (Bustos, 1984, pp. 51 y ss.).

Por supuesto, las teorías trascendentalistas se corresponden con un objetivismo axiológico; las
inmanentistas, con un relativismo valorativo.

En la actualidad, en el Estado constitucional, se sostiene que es la Constitución Política la que


determina (¿crea o reconoce?) los bienes jurídicos, siendo el respectivo tribunal constitucional,
quien cumple allí el mismo papel que tenía la Iglesia en los Estados Pontificios, el que tiene la
última palabra sobre cuáles son los bienes jurídicos y sobre su alcance.

Con todo, de la naturaleza que se les atribuya o reconozca a los bienes jurídicos dependerá la
disponibilidad de los mismos por parte de su titular.
Si se parte de una teoría inmanentista, el derecho positivo será el que determine si son disponibles
y en qué circunstancias los bienes jurídicos; si se parte de una teoría trascendentalista, será la
esencia, la estructura ontológica de ellos la que determine su disponibilidad.

Al respecto, nuestro Código Civil, en su artículo 15, nos suministra un criterio, puramente formal,
con miras a determinar qué bienes jurídicos, delegue data, son disponibles: serán disponibles
aquellos bienes jurídicos sobre los que recaigan derechos renunciables; “podrán renunciarse los
derechos conferidos por las leyes, con tal que sólo miren al interés individual del renunciante, y
que no esté prohibida la renuncia”. Sin embargo, ¿qué derechos miran al exclusivo interés del
renunciante?

La respuesta a esa pregunta dependerá, indefectiblemente, del sistema de creencias subyacente a


la decisión del órgano de cierre del Estado. Así, por ejemplo, dependerá de si dicho sistema
consiste en una moral libertaria, o en una utilitarista, o en una cristiana, etc.

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