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La bendición de caminar con Jesús

del pastor Ha Yong-jo

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Con la Palabra de Vida,
vencemos el mundo

“Guardaré tu ley siempre, para siempre y eternamente”


(Salmos 119:44).

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C uando calentamos agua, esta hierve y produce vapor. El va-
por es tan poderoso que es capaz de mover un tren. De la
misma manera, la Palabra de Dios es viva y eficaz. ¡Es mucho más
que las letras que lleva impresas!
La Palabra obra con poder
La Palabra de Dios tiene vida viva y, cuando entra en contacto
con nuestro espíritu y nuestra alma, se mueve dentro de noso-
tros y nos gobierna con un poder asombroso. Por eso, cuando la
Palabra es proclamada en un enfermo, hay sanidad; y cuando es
escuchada por alguien sin esperanza, trae consuelo, paz y gozo.
La Palabra de Dios es un arma poderosa. Con ella Jesús venció
la tentación del diablo (Mateo 4:1-11). Y si Jesús venció al dia-
blo con las Escrituras, ¡cuánto más necesitamos nosotros de ella!
Con nuestras lágrimas, esfuerzo, voluntad y fuerzas, no podemos
vencer los espíritus malignos. El enemigo no le teme al poder, la
fama o los bienes materiales, s­i no a la Palabra de Dios. Si vivi-
mos conforme a ella, sus estratagemas perderán efecto y no servi-
rán de nada. Por esta razón, Satanás se vale de todo para que no
escuchemos Su voz: nos tienta y siembra duda en nosotros, para
que desconfiemos de las promesas divinas. Además, nos lleva a
trabajar muchas horas, para desviar nuestro interés de la P­a labra.
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La bendición de caminar con Jesús -del pastor Ha Yong-jo

Si reducimos el tiempo de la meditación en las Escrituras, natu-


ralmente se reducirá el contacto con Dios. Y, si no nos acercamos
a ella, tampoco podremos acercarnos a Dios y mucho menos ca-
minar con Él y disfrutar de Su plenitud.
La obediencia trae victoria
El salmista dijo: “Me regocijaré en tus estatutos; no me olvidaré
de tus palabras” (Salmos 119:16), “Guardaré tu Ley siempre, para
siempre y eternamente” (Salmos 119: 44). Recordar y no olvidarse
de las Escrituras es obedecer a Dios. Él no desea que hagamos las
cosas a nuestra manera, conforme a nuestros pensamientos y ex-
periencias, siguiendo a la mayoría, sino de acuerdo a Su Palabra.
Jesús dijo que los que entran al Reino de los Cielos no son los
que dicen ‘Señor, Señor’, sino los que hacen la voluntad del Pa-
dre que está en los Cielos (Mateo 7:21). Entonces, ¿cómo pode-
mos obedecer a la voluntad de Dios? Primero, debemos conocerla.
Muchos cristianos quieren saber si lo que están haciendo le agra-
dará a Dios o no, o dudan de lo que el Señor ya les ha ordenado,
porque creen que sus pensamientos u opiniones se pueden estar
interponiendo. Sin embargo, es justamente en estas situaciones
que la Palabra nos ayuda a discernir nuestro caminar.
La Palabra de Dios es más cortante que una espada de dos filos
(Hebreos 4:12) y tiene el poder para penetrar y partir. En el An-
tiguo Testamento, usaban un cuchillo afilado para cortar en par-
tes el animal del sacrificio que presentaban a Dios. Así separaban
lo que sería para Dios de lo que no. De esta manera, cuando la
Palabra de Dios entra en nuestro corazón, penetra hasta partir el
alma, el espíritu, las coyunturas y los tuétanos. Si no tuviéramos
las Escrituras con nosotros, nuestros pensamientos se mezclarían
con los del diablo y no tendríamos manera de separarlos. Pero con
la Palabra comenzamos a distinguir entre lo que es de Dios y lo
que es del mundo; las cosas celestiales, de las terrenales; nuestra
voluntad y la de Él. La Palabra, que es como una espada, penetra
nuestro corazón y nuestra mente; toca nuestra conciencia hasta
que confesamos nuestros pecados.
Además, la Palabra de Dios es como un espejo que muestra
nuestro espíritu y alma como son. Delante de ella, sale a la luz
la codicia, la ambición y toda intención del corazón. Dios desea
corregir las cosas que están desvirtuadas en nosotros, porque Su
voluntad es t­r ansformarnos a Su semejanza. En este sentido, los
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d­evocionales diarios hacen resplandecer nuestro espíritu y alma, y
nos conducen hacia la santificación. Si meditamos cada mañana,
podemos reflexionar en la Palabra que recibimos, durante todo el
día, y nuestra obediencia hará que la gracia divina se derrame en
nosotros y en los que nos rodean. Cuando nos enojamos, es per-
tinente abrir la Biblia y disponernos a escuchar lo que Dios quie-
re hablarnos sobre la situación que nos está desestabilizando. Solo
así se disipan la ira y los deseos de maldecir.
La clave para vencer al mundo está en las Escrituras. En oca-
siones ella nos puede dirigir hacia el perdón, nos puede exhortar
para que dejemos la pereza, nos puede animar a que soportemos
la aflicción, a que perseveremos en la persecución, a que ayude-
mos a otros o a que proclamemos el Evangelio. En cualquier caso,
nuestro deber es obedecer a cada uno de Sus mandatos llevándo-
los a la práctica. Entonces, nos llenaremos de vida y experimenta-
remos el poder de Dios. Además, recibiremos la guía del Espíritu
Santo y alcanzaremos victoria en todas las áreas de nuestra vida.

Escrito por Yongjo Ha - Fotografía: equipo de Duranno, shutterstock


Pastor Yongjo Ha fue el fundador de la Iglesia de Onnuri, una de las Iglesias misioneras
más influyentes del mundo, la editorial Duranno y CGNTV. Fue un hombre de visión, un
Texto tomado de “The Marks of God’s Children” de Jean Taffin
apóstol lleno de amor que dio su vida por el Evangelio. Fue el autor de unos sesenta
Copyright © 2012 Reformation Heritage Books
libros, entre ellos, Los devocionales traen felicidad y Una iglesia como la de Hechos.
Utilizado con el permiso de Reformation Heritage Books

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Ensayo para meditar Juan 7:37-52

Espíritu Santo:
Fuente de la vida

C
uando me preguntan qué es la espiritualidad, yo les respon-
do que es el poder que nos guía hacia una vida sana. ‘Vida
espiritual’ significa buscar el objetivo y sentido correcto de
la vida. Pero nosotros, quienes somos pecadores, no sabemos ni
podemos hacerlo con nuestras fuerzas. Solo el Espíritu Santo tiene
ese poder; y, además, es el único que nos permite tener comunión
con la Trinidad por la eternidad. Por eso, para una vida espiritual,
debemos tener al Espíritu como fuente de vida.
Asimismo, el comienzo de la espiritualidad se encuentra en las
siguientes palabras de Cristo: “Yo hago nuevas todas las cosas”
(Apocalipsis 21:5). Jesús, quien es la Luz, llama a todas las almas
que están en la oscuridad para que se acerquen a Él, así como lo
hizo con Lázaro, cuando estaba en la tumba; y solo quienes escu-
chen Su llamado y salgan, tendrán un nuevo comienzo. A partir de
allí se inicia la espiritualidad, que vendría a ser un rumbo totalmente
diferente al modo de vivir del mundo real.
Quien no despierte en el espíritu, está confiando en ídolos. Y si le
prestamos atención solo a la razón, sin conocer el mundo espiritual,
sufriremos de ansiedad existencial, ya que la vida genuina empieza
cuando esa dimensión de nuestro ser nace de nuevo. Por lo tanto,
debemos ponernos enteramente en manos de Dios y seguirlo sin
reservas, para que nos utilice como Su herramienta.

Vivir una vida espiritual, Im Young-soo

Aplicación personal

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Ensayo para meditar Juan 1:1-13

Hay arrepentimiento,
porque hay gracia

E
l escritor C. S. Lewis describió el momento de su arrepen-
timiento y conversión de la siguiente manera: “Finalmente
ocurrió lo que tanto temía. Al fin me di por vencido el verano
de 1929. Reconocí la verdad que Dios es Dios y me postré a orar.
Probablemente el arrepentimiento de aquella noche fue el más des-
animado y menos convincente de todo Reino Unido. Lo que ahora
me parece tan claro y brillante, no lo era en aquel entonces. Sin em-
bargo, Dios es tan humilde, que aceptó semejante arrepentimiento.
De hecho, aceptó a un hijo pródigo como yo que, a diferencia del
de la Biblia que al menos regresa a su hogar por su propia cuenta,
yo me oponía a ser llevado a casa y buscaba cualquier oportunidad
para huir. ¿Quién puede no alabar el amor de Dios, que está dis-
puesto a abrirle las puertas de par en par, incluso a un hijo pródigo
como yo?”.
Dios continúa llamando a las almas perdidas, como un padre dis-
puesto a darle la bienvenida al hijo que se había ido de casa o como
un pastor que busca a su oveja con desesperación. Lo más probable
es que ya hayamos escuchado el llamado de Dios a nuestra vida,
aunque no nos hayamos dado cuenta. Y, hoy en día, tenemos la fe
que tenemos por haber respondido a Su voz y no podemos negar
que todo es por la gracia de Dios.

¿Que crea en qué?, Yang Seung-eun

Aplicación personal

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Ensayo para meditar Juan 5:1-9

El remedio justo
que necesita

C
onocí a un hombre de unos 50 años que estuvo internado
por tener síntomas de un paro cardíaco. Luego de la ciru-
gía, superó varias crisis y recibió tratamiento durante mucho
tiempo. Hasta que el último día de control, el médico le dijo: “Ya
no tiene que venir más. ¿Tiene alguna pregunta?”. Entonces, dudó
un poco, tal vez porque pensó que no era una pregunta para un
médico, pero finalmente se animó: “¿Habrá forma de sanar esta
depresión que llevo sufriendo toda la vida?”. Cuando me contó, se
me ocurrió que quizá pensaba que su estado anímico tenía algo que
ver con la dificultad que tuvo para recuperarse de la operación. Pero
luego me explicó que, a pesar del éxito y de las propiedades que
tenía, pasaba meses sin salir de la casa cuando se deprimía. Incluso,
había intentado suicidarse. Así que le pregunté: “Hay un remedio
para usted, ¿quiere probarlo?”.
A partir de aquel día nos encontramos todos los martes para estu-
diar la Biblia. Allí, fue ordenando sus pensamientos, mientras que
conversábamos y le enseñaba la Palabra. Al poco tiempo aceptó a
Jesús como su Señor y Salvador. Además, cuando lo vi a la semana,
confesó lleno de gozo: “Desapareció la depresión que sufrí durante
años. ¡El mundo parece diferente!”. Este es el poder del Evangelio.
El Señor saca de la oscuridad a quienes lo aceptan obedientemente
y les obsequia la libertad.

Me late el corazón, Jung Soo-young

Aplicación personal

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