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LA PARADOJA DE DIOS

Autor: Pedro Fulleda Bandera

Driansel da varias vueltas en la cama. Está despierto, pero aún no quiere levantarse.
Pasó toda la madrugada en vela, como ya es su costumbre, pendiente de todos los ruidos de la
noche mientras sus ojos humedecidos no se despegan de la pantalla del computador abierto
junto a su cara. A pesar de no haber dormido, no tiene sueño, pues ya su cuerpo se adaptó a la
vigilia en que consume el aburrimiento de estas largas jornadas sin tener que asistir al colegio
por causa de la pandemia que tiene paralizado al planeta. Diríase que toda la Humanidad está
en idéntica situación, consumiéndose en el hastío y la búsqueda de opciones para no sucumbir
en la angustia y la desesperanza por el invisible enemigo que se apropió de la realidad
planetaria: el coronavirus.

Sólo cuando su abuelo penetra en la pequeña habitación él decide abandonar el lecho.


La pandemia, a pesar de su terrible secuela de desgracias ha sido ocasión para el
estrechamiento de vínculos familiares que en la cotidianidad habitual no tenían oportunidad de
manifestarse. Por eso, sus relaciones afectuosas con el padre de su padre han alcanzado,
ahora, una dimensión superior. El anciano no sólo le ayuda con los deberes escolares, que
tiene que cumplir virtualmente, sino que además ha abierto alternativas de convivencia que les
permiten compartir tiempo y lugar, y sobre todo pensamientos e inquietudes. Para el
adolescente, el abuelo es la materialización de la deseada presencia paterna, con la que ahora
no puede contar por causas inevitables. Para el anciano, el nieto es la concreción de la
anhelada necesidad de consagración en la memoria de los seres queridos, de perdurar en el
recuerdo de los más cercanos descendientes y dejar en ellos una herencia de experiencia y
buenos deseos, bajo la suprema inspiración del amor filial.
-  Hola –es el saludo matinal del nieto.
-  ¿Qué tal, mi’jo? –es la respuesta del anciano.
-   Abuelo… ¿qué vamos a hacer hoy?
-   Seguramente tienes deberes. Ya encontrarás que hacer para no aburrirte.
-   Abuelo, tú no te aburres. ¡Siempre tienes cosas que hacer!
-   Ese es el secreto para resistir la pandemia. Pero también pedirle a Dios…
-  Abuelo… ¿tú crees en Dios?
El anciano cierra los ojos, como pensando su respuesta. Finalmente dice…

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- ¿Sabes…? ¡Voy a contarte una historia…! -y los dos, uno frente al otro, cruzan miradas de
entendimiento- Al principio sólo había oscuridad. Dios dijo: “¡Hágase la luz…!” Y comenzó la
existencia. Así dice la Biblia sobre la creación del Universo.
-  ¿Y tú crees en eso, abuelo?
-   Bueno, lo importante en esto es saber que antes nada había, y que en un momento
determinado todo surgió. Por la voluntad de Dios surgió todo lo bueno y también todo lo malo
que hay en la existencia. ¡Todo!
-   Pero… ¿puedes explicarme quién es Dios…?
-   En verdad, yo no podría. La religión lo define como la entidad suprema, cuyas cualidades
divinas son: ser omnisciente, omnipresente y omnipotente.
-   ¿Omnis… qué…?
-   Omnisciente, significa que todo lo sabe; omnipresente, que está en todas partes;
omnipotente, que lo puede todo. Es la entidad más poderosa en el Universo. Pero también es la
más controversial, pues hay varias premisas que así lo indican. ¿Quieres verlo…?
-   ¡Claro… para eso estoy aquí!

 PREMISA 1: Si Dios lo puede todo, ¿puede crear a otros seres, también todopoderosos?
-   ¡Claro que puede! Él creó a los arcángeles, un ejército de seres divinos, igualmente
todopoderosos, para que le ayuden en su obra universal. Uno de ellos es Lucifer, que se rebeló
contra Dios y fue expulsado del Reino celestial, por lo que pasó a reinar en el Infierno, al frente
de las legiones diabólicas que promueven el mal entre la Humanidad.

PREMISA 2: Si Dios lo sabe todo, ¿pudo conocer sobre la traición de Lucifer incluso antes de
crearlo?
-   ¡Claro que debió saberlo! Pero, aun así, lo creó. Entonces, hay tres posibles explicaciones: 1)
no lo supo, 2) a pesar de saberlo no lo pudo evitar, 3) a pesar de saberlo lo hizo
intencionalmente.

PREMISA 3: Si Dios es todopoderoso, ¿puede destruir a otros seres, también todopoderosos?


-   ¡Claro que no puede! Ellos son todopoderosos, frutos de su creación y por tanto poseen las
cualidades de su creador. Por eso Dios no puede eliminar de una vez por todas a Lucifer, quien
es su antagonista eterno e irreconciliable.

PREMISA 4: Si Dios está en todas partes, ¿puede estar también en el Infierno, donde reina
Lucifer?

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-   ¡Claro que no puede! La presencia de Dios en ese sitio es absolutamente inconcebible. De lo
contrario, también habría que aceptar que estaría contaminado por el mal.

-   Abuelo, según esas premisas, Dios estaría lleno de contradicciones…


-   Tal es la paradoja de Dios… lo que no significa que no exista, pero sí con cualidades divinas
que no son precisamente las de omnisciencia (lo niega la premisa 2), omnipotencia (lo niega la
premisa 3) y omnipresencia (lo niega la premisa 4). Zeus, la suprema divinidad de los antiguos
griegos, poseía virtudes y defectos casi humanos, por lo que estaría más cerca de la realidad
que el Dios de nuestras religiones actuales.
-   Entonces, sin esas cualidades divinas… ¿qué sería Dios?
-   Pues, algo así como una extraordinaria Mente cósmica que rige el Universo, influyendo con
su poder en todas las mentes individuales de los seres inteligentes donde quiera que existan.
¡La clave para entender a Dios es comprender a esos seres inteligentes! Dentro de cada uno
puede existir el Reino celestial o el Infierno, según inclinen sus acciones al bien o al mal. Tienen
libre albedrío para decidir… Si lo hacen por el bien, estarán incrementando el poder de Dios y
eliminando la presencia de Lucifer. Si lo hacen por el mal, sería todo lo contrario.
-   Entonces… ¿esa batalla entre bien y mal es dentro de cada quien…?
-   ¡Exactamente! Y por eso Dios envió a su máxima creación a predicar con su propia vida
entre los seres humanos. ¿Sabes de quién hablo…?
-   ¿De Jesús…?
-   ¡Él es la más poderosa arma de Dios contra Lucifer!
-   Abuelo… ¿y cómo terminará todo eso?
-   Pues, si a pesar del sacrificio de Jesús la Humanidad sigue aferrada a su práctica del mal,
habría dos posibilidades: o el Salvador vuelve otra vez a intentarlo entre nosotros, o la Mente
cósmica decide rectificar sus errores, hacer borrón y cuenta nueva con toda la Humanidad,
usando para eso toda la fuerza de la Naturaleza.
-  ¡Caramba…!
-   Ahora mismo podríamos estar en esa encrucijada. ¿Será esta pandemia una prueba de que
estaremos sometidos al exterminio por nuestras culpas…?
-   ¡No, abuelo! ¡Yo prefiero confiar en que tendremos una nueva oportunidad…!

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