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DIVÁN

Por: Al-Hallaj (244-857)

Mi mirada, con el ojo del saber,


ha esclarecido el secreto puro de mi meditación.
Una chispa ha brotado en mi conciencia,
más sutil que cualquier concepción imaginable.
Me zambullí en la ola de mi reflexión,
Deslizándome como una flecha.
Mi corazón revoloteaba con las plumas del deseo,
Encaramado en las alas de mi aspiración,
subiendo hacia Aquél cuyo nombre, cuando
me preguntan,
escondo bajo enigmas, sin nombrarlo.
Finalmente, sobrepasado todo límite,
vagué por las llanuras de la Proximidad,
y, mirando entonces en el espejo del agua,
no pude ver sino los rasgos de mi rostro.
Avancé hacia Él, a ofrecer mi sumisión,
llevando la capitulación entre mis manos.
Y ya el amor había grabado su marca en mi corazón
con el hierro ardiente del deseo.
Y la intuición de mi propio ser me abandonó,
y tanto me acerqué, que hasta mi nombre olvidé.

10

Mi asombro tanto de Ti como de mí, ¡oh anhelo de mi


deseo!
Me acercaste tanto a ti, que creí que “Yo” era mi
“yo”.
Te eclipsaste luego, en el éxtasis,
hasta que, en Ti, me libraste de mí mismo.
¡Oh dicha en esta vida, oh descanso en la sepultura!
No hay para mí júbilo sin Ti, pues eres Tú mi temor y
confianza.
En los jardines de Tus emblemas está contenida toda
ciencia
y si aún me queda algún deseo, Tú eres todo lo que yo
deseo.

12

¡Ah! Cuántas veces escapamos de entre las formas


visibles
con una simple gota, brillante como la luna,
gota de aceite de sésamo,
con jazmín y caracteres inscritos en la frente.
Camináis, caminamos y vemos vuestra silueta,
pero vosotros, los que os quedasteis atrás, ya no nos
veis.

16

Si el ejército de la separación te ataca,


y la decepción te grita que no hay esperanza,
coge con la mano izquierda el escudo de la sumisión
y con la derecha la espada de las lágrimas.
En guardia, protégete, atento al peligro oculto de la
negligencia.
Y si acaso, en la sombra, el abandono se apodera de
ti avanza a la luz del corazón pacificado.
Y di al Amigo: mira mi humillación,
concédeme el perdón antes del día del Encuentro.
En nombre del Amor, no te apartes del Amado
hasta que se haya satisfecho tu deseo.

21

La luz del día del Amado brilló en la noche;


resplandeció y ay no se extinguirá.
Si la luz del día aparece en la noche,
la aurora de los corazones no puede extinguirse.

23

Tengo un Amigo al que visito en soledad,


siempre presente aun cuando escapa a las miradas.
No me verás escuchando su lenguaje a través de las
palabras.
Sus palabras, sin vocales ni elocución, no participan
de la melodía de las voces.
Como convertido en interlocutor de mí mismo,
me comunico por mi inspiración, en mi esencia,
con mi esencia.
Presente, ausente, próximo, lejano,
indescriptible en sus cualidades.
Más próximo que la conciencia para la imaginación,
más interior que el destello de la inspiración.

34

Hay luces en la creación para la luz resplandeciente


de la fe;
el Misterio tiene secretos en el corazón del que
guarda los secretos.
En el fondo de los seres habita el ser dador de todo
ser.
Él se reservó mi corazón, lo aconseja y lo guía.
Considera mis palabras con el ojo del intelecto,
pues el intelecto tiene aptitudes para oír, comprender
y ver.

50

Unifícame, oh Único, mediante la unificación de la


Verdad,
en un acto al que ningún camino sirve de camino.
Yo soy la Verdad,
y pues la Verdad es Verdad para la Verdad,
que nuestra separación se desvanezca.
¡Brillantes claridades se ilumina
centelleando con el resplandor del relámpago!

52

Tú Espíritu se ha mezclado con el mío


como el ámbar se une al perfumado almizcle.
El que Te toca, a mí me toca.
Así, Tú eres yo, no hay separación ninguna.

53

Presente mi humanidad en Tu presencia delante de los


hombres,
y si Tú no fueras mi deidad yo habría salido de la
verdad.
Pues si la ciencia se expresa en sentencias,
la lengua del más allá no precisa palabras.
Te mostraste a algunos,
te velaste a otros que siguen extraviados y perdidos,
y a Tu creación te has sustraído.
Pero, a veces, surges para los corazones en Occidente,
mas luego, a los corazones, te ocultas en Oriente.

58

¡Oh alma mía, busca tu consuelo!


La gloria está en la ascesis y el retiro.
Piensa en la claridad alojada en la hornacina
del éxtasis transfigurador.
Mi parte se ocupa de una parte de su Parte,
y mi todo aspira al Todo de mi todo.

62

Tratando de comprenderlas, reflexioné sobre las


religiones:
Principio único de ramificaciones numerosas.
No pidáis a un hombre que adopte tal o cual religión,
pues del Principio fundamental se apartaría.
Es el Principio el que debe ir a buscarle,
el Principio, en el que se elucidan grandezas y
significados.
Y el hombre, así, comprenderá.

66

El corazón contiene en su interior Tus nombres,


que ni la luz ni las tinieblas conocen.
La luz de Tu rostro mantiene, al verla, su misterio.
Ahí está la generosidad, la misericordia y la nobleza.
Escucha, pues, mi relato, Amado,
que ni la tablilla ni el cálamo podrían comprender.

Traducción de MARÍA TABUYO y AGUSTÍN LÓPEZ


Diván. Palma de Mallorca. José J. Olañeta, Editor.
2005. Págs. 29, 30, 35, 38, 42, 47, 49, 61, 77, 79,
80, 85, 89, 93.

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