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Emmanuel Chamorro
Complutense University of Madrid
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All content following this page was uploaded by Emmanuel Chamorro on 06 June 2017.
CENALTES
www.cenaltesediciones.cl
CHAMORRO SÁNCHEZ, Emmanuel. Michel Foucault y los sistemas de
pensamiento. Una mirada histórica. CENALTES ediciones. Viña del
Mar, 2017
Este libro, se distribuye en formato PDF, bajo una Licencia Creative Commons Atribución-
No Comercial-Sin Derivar 4.0 Internacional
ISBN: 978-956-9522-09-3
DOI: 10.5281/zenodo.439049
Printed by Estugraf
No podemos saber a ciencia cierta si
lo que decimos es revolucionario o
no. Esto es lo primero que tenemos
que reconocer. Lo que no significa que
nuestra tarea sea simplemente fabricar
herramientas que sean bellas, útiles
o divertidas y, a continuación, elegir
cuáles deseamos lanzar al mercado, en
el caso de que se presentase alguien
que quisiera comprarlas o utilizarlas.
Todo esto es muy bonito, pero hay
algo más.
ANTIGUEDAD Y PARRHESÍA
1. La παρρησία filosófica: una interpretación foucaultiana de la historia de la filosofía
andrea C. moSquera VaraS ........................................................... 31
2. Foucault e a Verdade: deslocamentos em torno de Édipo de Sófocles
heraldo de CriSto miranda ........................................................... 43
3. Filosofia, democracia, parrhesia: uma leitura de Michel Foucault
anderSon apareCido lima da SilVa ................................................ 49
4. Foucault y el fantasma del escepticismo: apuntes sobre un «silencio» me-
todológico
Juan horaCio de FreitaS .................................................................. 61
5. Notas al cuidado de sí en Platón y Foucault
Beatriz BoSSi ................................................................................... 71
6. “Eu, Pierre Rivière, que degolei minha mãe, minha irmã e meu irmão”- o
livro, o filme, a loucura e o deslocamento na parresía cínica
Stela mariS da SilVa ....................................................................... 81
7. Michel Foucault: el “cuidado de sí” entre ética y política
paulo henrique pinheiro da CoSta ................................................. 95
FOUCAULT Y EL CRISTIANISMO
8. O Cristianismo como aniquilação da subjetividade: um olhar foucaultiano
odeniCio Jr. marqueS de melo ....................................................... 105
9. La parrhesía como una modificación hacia el cristianismo
JoSé manuel rodríguez malpartida ............................................... 113
10. El pastorado eclesiástico medieval como gobierno político: hacia otra
genealogía de la gubernamentalidad
CriStina Catalina ............................................................................ 123
11. Y el logos se hizo carne
Juan manuel gaSCa oBregón ......................................................... 135
FOUCAULT Y SU TIEMPO
25. Convergencias entre M. Foucault y Th. W. Adorno en torno a la tríada
individuo, libertad y cuerpo
lorena aCoSta igleSiaS ................................................................... 283
26. Foucault y Arendt: reflexiones cruzadas sobre el racismo moderno
Celia aleJandra ramírez SantoS.................................................... 295
27. História e Liberdade: Foucault, Sartre e o estatuto do sujeito
luCiano donizetti da SilVa ............................................................. 305
28. Razón y sinrazón en el pensamiento filosófico: Foucault, Derrida y la
experiencia de la locura
luiz paulo leitão martinS ............................................................. 313
29. Foucault y Deleuze: creación y resistencia en la Enseñanza de Filosofía
FláVio JoSé de CarValho ................................................................. 321
DESPUÉS DE FOUCAULT
30. ¿Qué es la crítica? De Nietzsche a Butler pasando por Foucault
oSCar queJido alonSo ..................................................................... 333
31. Dispositivos de poder y performatividad: aportaciones de Judith Butler al
pensamiento de Michel Foucault
Sara Ferreiro lago ......................................................................... 341
32. Foucault y el poder de lo no-humano: una propuesta de diálogo
iñigo galzaCorta ............................................................................. 347
33. O Transhumanismo: a realização da predição de Foucault em As palavras e
as coisas?
antônio CarloS de madalena genz ............................................... 357
PENSAR EL PRESENTE
34. La práctica parresiástica en la educación: una lectura desde la biopolítica a la
condición neoliberal
Jorge eliéCer martínez poSada ...................................................... 365
35. “¡Que no me hablen más de Marx!”: Foucault, el neoliberalismo y lo intolerable
emmanuel Chamorro SánChez ........................................................ 377
36. Del cuidado de sí a la gestión de sí mismo: cuerpo y salud en los
dispositivos neoliberales
andréS armengol SanS ................................................................... 393
37. Dos políticas de la verdad: ideología y parrhesía
aitor alzola molina ...................................................................... 401
38. La actualidad de Foucault en la Economía Política del Desarrollo y la
teoría poscolonial: neoinstitucionalismo, violencia y biopoder
daniel pereS díaz ............................................................................ 411
39. Biopolítica, Estado, Poder: Foucault y la (no)muerte de Franco
paBlo Santoro ................................................................................. 423
40. Michel Foucault: hacia una filosofía de la técnica para pensar el presente
CéSar auguSto agudelo gómez ...................................................... 435
41. Arqueología y genealogía: de la historia como recurso para abordar el
presente
CriStina lópez ................................................................................. 447
42. A arquivologia das leis, uma visada foucaultiana da lei
JoSé eduardo pimentel Filho .......................................................... 459
43. Los filósofos no han hecho más que interpretar el mundo
eSter Jordana .................................................................................. 471
Presentación
emmanuel Chamorro SánChez
13
Emmanuel Chamorro
que penetran los cuerpos y las almas. Así la «ontología crítica de nosotros
mismos»3 aparece anudada inexorablemente a una «historia política de la
verdad»4.
El objetivo de esta puesta en duda de nuestro suelo más firme —¿puede
ser la filosofía otra cosa sino esto?— es a la vez intelectual y político.
En este sentido posiblemente la fuerza que animó a Michel Foucault a lo
largo de toda su obra no fue otra que la recuperación de aquella militancia
filosófica de origen cínico que entiende «la verdadera vida como una
vida otra. Como una vida de combate, por un mundo transformado»5. De
este modo vemos cómo el nudo que liga saber, poder y subjetividad no
es únicamente intelectual sino también político y ético. Así el intento de
repensar los dispositivos de gobierno —concebidos estos como la doble
articulación del gobierno de sí y el gobierno de los otros— muestra no tanto
una renuncia y repliegue hacia el interior, sino una vocación de cuestionar
radicalmente nuestra constitución como sujetos éticos y políticos en un
espacio abierto a la alteridad.6
En un tiempo de reinterpretación de la propuesta foucaultiana marcado
por fenómenos políticos, sociales y culturales que ya nuestro autor pudo
intuir, este libro aparece como un artefacto colectivo que trata de aportar un
granito de arena en el análisis de esos problemas que ocuparon al filósofo
francés y nos siguen ocupando en la actualidad. Se trata alternativamente
de acercamientos historiográficos, filosóficos y praxeológicos a la obra de
Michel Foucault animados por el impulso inequívoco de poner en cuestión
el mundo que nos rodea y a nosotros y nosotras mismas. El hilo que anuda
las cuarenta y tres propuesta de aproximación a esta compleja relación entre
la filosofía foucaultiana y los sistemas de pensamiento es esa preocupación
crítica por unas subjetividades entendidas a la vez como constituidas y
constituyentes de realidad.
En este sentido creemos que la presente obra tiene interés más allá de la
suma de sus aportaciones individuales ya que presenta, no sólo un abanico de
buena parte de las recepciones y desarrollos del pensamiento foucaultiano,
sino algunas de sus más importantes discusiones en el presente.
14
Presentación
Agradecimientos
No puedo iniciar este espacio sino agradeciendo al Comité Organizador del
IV Congreso “La actualidad de Michel Foucault” y especialmente a Rodrigo
Castro y Adán Salinas su confianza en este proyecto y en mi persona para
llevarlo adelante.
Quiero agradecer, asimismo, su apoyo al proyecto de investigación
«Biblioteca Saavedra Fajardo de Pensamiento Político Hispánico (IV):
Ideas que cruzan el Atlántico: la Formación del Espacio Intelectual
Iberoamericano» [FFI2012-32611] y en particular a José Luis Villacañas
Berlanga. Sin su respaldo este libro no habría podido ver la luz.
Por último quiero mostrar mi reconocimiento a los autores y autoras que
han colaborado en la obra por su paciencia y el cuidado que han dedicado
tanto a la elaboración como a la corrección de sus textos.
Referencias
CASTRO, R. (2008). Foucault y el cuidado de la libertad. LOM, Santiago
de Chile.
FOUCAULT, M. (1999 [1984]). «Foucault», en Estética, ética y
hermenéutica. Paidós, Barcelona. 363-368.
15
Emmanuel Chamorro
(2006 [1983]) «¿Qué es la Ilustración?», en Sobre la Ilustración.
Madrid, Tecnos. 71-97.
(2007 [1976]) Historia de la sexualidad 1: La Voluntad de saber,
76
(2010 [1983-1984]) El coraje de la verdad: el gobierno de sí y de
los otros. Curso en el Collège de France (1983-1984). Buenos
Aires, FCE.
MARX, K. Y ENGELS, F. (1977 [1948]) Manifest der Kommunistischen
Partei, en Werke, Band 4. Berlin, Dietz Verlag. 459-493.
16
Prólogo
Sobre la historia de los sistemas de pensamiento
miguel morey
17
Miguel Morey
II
En Túnez, Foucault dedicará la mayor parte de su tiempo a la elaboración de
La arqueología del saber, un texto al que en buena medida se vio obligado
a raíz de las controversias surgidas tras la publicación de Las palabras
y las cosas. Su intención era básicamente salir al paso de confusiones y
malentendidos, y hacerlo explicitando de un modo ordenado los presupuestos
que sustentaban la mirada arqueológica, en lo que esta tenía de específico.
En este sentido, los cuestionarios que le remitieron tanto la revista Esprit
como el Cercle d’épistémologie fueron especialmente determinantes, como
18
Prólogo. Sobre los sistemas de pensamiento
19
Miguel Morey
III
En la introducción a La arqueología del saber, Foucault presenta la noción
de (historia de los) sistemas de pensamiento de un modo suave, abriéndole
un espacio plausible con paso cauteloso, casi imperceptible. Merece la
pena atender a cómo se desliza desde el ámbito a demoler, la historia de
las ideas, al nuevo espacio que se proyecta. Los pasos más relevantes que
puntean toda esa deriva son unos pocos. Foucault comienza asumiendo
en algún modo que el dominio académico en el que queda englobado su
propio trabajo es el que lleva la denominación de «historia de las ideas»,
junto a otras «disciplinas que se llaman historia de las… ciencias, de la
filosofía, del pensamiento, también de la literatura». Con el primer punto
y aparte queda dibujada la situación de partida: de un lado está la historia
20
Prólogo. Sobre los sistemas de pensamiento
21
Miguel Morey
22
Prólogo. Sobre los sistemas de pensamiento
Las palabras y las cosas, se halla por completo bajo su amparo: al amparo
del principio etnocéntrico denunciado por los antropólogos, extendido
ahora por Foucault, con la ayuda del perspectivismo nietzscheano, al
dominio entero de nuestra historia. Si se quiere, podría hacerse del principio
etnocéntrico el postulado mayor que Foucault no ha dejado de impugnar en
sus más diversas formas. «Lo que he querido es reconstituir esta situación
etnológica» - declaró en el programa televisivo «Lectures pour tous», poco
después de la publicación del libro. Y añadió que el texto respondía a una
voluntad de mostrar «a nuestra cultura en una posición de extrañeza similar
al modo en que percibimos a los Nambikwara descritos por Lévi-Staruss.
Así pues, no se trata en absoluto de trazar las líneas de continuidad del
despliegue de un pensamiento en una lógica continua y evolutiva, sino todo
lo contrario, se trata de señalar las discontinuidades que hacen que nuestra
cultura pasada se nos aparezca fundamentalmente diferente, extranjera a
nosotros mismos, en una distancia restaurada»12. Será este gesto el que
introduzca el «los» en lugar del «el», al referirse al pensamiento – gesto que
«restaura una distancia», el trayecto que lleva de la historia del pensamiento
a la historia de los sistemas de pensamiento.
IV
El protocolo mediante el que el Collège de France cubre las cátedras
vacantes es abriendo concurso para una nueva denominación de la plaza,
ya que su nombre queda en suspenso con la vacante. Evidentemente, cada
denominación propuesta implica directamente a un candidato, que es quien
la ha escogido y quien se encargará de articular el proyecto. Pero el candidato
no se dará a conocer hasta la siguiente asamblea; en la primera lo que se
juzga es la pertinencia o no de uno u otro proyecto. Así las cosas, una vez la
denominación de «Historia de los sistemas de pensamiento» resultó elegida
por la asamblea, Foucault hubo de redactar un pliego13 para su presentación
en la siguiente sesión, en el que el trabajo a realizar al amparo de dicha
denominación se declara sometido a un doble imperativo: «No perder nunca
de vista la referencia a un ejemplo concreto que pueda servir de campo
[terrain] de experiencia para el análisis; elaborar los problemas teóricos que
puedan cruzarse o con los que haya tenido ocasión de encontrarme».
La exposición parte de una constatación capital que se desprendía de
sus dos primeros textos arqueológicos: la existencia de dominios de saber
que no coincidían exactamente con las ciencias establecidas «sin ser
tampoco simples hábitos mentales». Estos dominios estarían constituidos
por todas aquellas relaciones que se tejen entre una ciencia (en este caso,
12 Dosse, Histoire du structuralisme, I, Le champ du signe, 1945-1966, 402.
13 Foucault, Titres et Travaux.
23
Miguel Morey
24
Prólogo. Sobre los sistemas de pensamiento
podría muy bien ocurrir que según el curso de las investigaciones «nos
viéramos forzados a volver a interrogar [réinterroger] el conocimiento, sus
condiciones y el estatuto del sujeto que conoce».
Finalmente, unos meses más tarde, el día 2 de diciembre, con ocasión
de su lección inaugural en el Collège, volverá a referirse a los sistemas de
pensamiento (será casi una despedida), y lo hará de un modo que consuena
plácidamente con lo que le hemos escuchado hasta ahora.
El diminuto desfase que se pretende utilizar en la historia de las ideas
y que consiste en tratar, no de las representaciones que puede haber detrás
de los discursos, sino de los discursos como series regulares y distintas
de acontecimientos, este diminuto desfase, temo reconocer en él algo así
como una pequeña (y quizás odiosa) maquinaria que permite introducir en
la misma raíz del pensamiento, el azar, lo discontinuo y la materialidad.
Triple peligro que una cierta forma de historia pretende conjurar refiriendo
el desarrollo continuo de una necesidad ideal. Tres nociones que deberían
permitir vincular a la práctica de los historiadores, la historia de los sistemas
de pensamiento.15
Como se ha visto, su crítica al postulado de la continuidad se ha doblado
ahora con una reivindicación de lo discontinuo, y su negativa a identificar
pensamiento y práctica discursiva deja abierto el dominio de lo material. En
cuanto al azar, su presencia se hace inexcusable una vez se le ha asignado
al pensamiento el carácter de acontecimiento —término cuya insistencia
se debe en buena medida a su paso por la Lógica del sentido de Giles
Deleuze—. Fuera de esta anotación, no aparece ninguna otra novedad, solo
ratificamos lo ya sabido
V
Como ocurrió con el término arqueología, que prácticamente desapareció
para reaparecer una última vez con ocasión de la revisión de su trabajo
que llevó a cabo en Estados Unidos, también es este el caso para la noción
de sistema(s) de pensamiento. En Francia, incluso en sus cursos en el
Collège la denominación se menciona raramente, tampoco en su obra
y solo ocasionalmente en alguna entrevista, como cuando, de pasada, se
equipara sistema de pensamiento y forma de racionalidad16, y poco más
que sea relevante. En Estados Unidos es diferente, aunque no sea tampoco
frecuente la denominación y muestre siempre su aspecto más fácilmente
asumible, como en la explicación que le da a P. Rabinow17 sobre la tarea
del «intelectual específico», quien, frente a «los sistemas de pensamiento
15 Foucault, L’ordre du discours, 61.
16 Foucault, «Polemics, Politics and Problematizations», 636.
17 Ibídem, 638.
25
Miguel Morey
que hoy se nos han vuelto familiares, que nos parecen evidentes, y que
forman cuerpo con nuestras percepciones, nuestras actitudes, nuestros
comportamientos», asume la tarea de denunciar su poder de coacción, y a la
vez describir la contingencia de su formación histórica.
Tal vez haya una excepción, sin embargo. Y es que cabe destacar un
texto en especial, el prefacio que escribe a la traducción norteamericana de
su Historia de la sexualidad18, ni que sea por la paciencia pedagógica con la
que va desarrollando su explicación. Comienza allí enmarcando su texto al
amparo de un gesto teórico más amplio: un intento por pensar la historicidad
de las formas de la experiencia, y el descubrimiento del dominio en el cual
éstas se forman, desarrollan y transforman, que no es otro que la historia
del pensamiento.19 Tras lo cual, advierte: «Por pensamiento entiendo
lo que instaura, de diversas formas posibles, el juego de lo verdadero y
lo falso y que, en consecuencia, constituye al ser humano como sujeto
de conocimiento; lo que funda la aceptación o el rechazo de la regla y
constituye al ser humano como sujeto social y jurídico; lo que instaura la
relación con uno mismo y con los demás, y constituye al ser humano como
sujeto ético». De lo que podría parecer una simple adecuación del término a
los dominios que han sido objeto de investigación por su parte, se desprende
sin embargo un efecto interesante: aparece nítidamente la desvinculación
del pensamiento del plano teórico (o de las prácticas discursivas, si
prefiere decirse así) al que habitualmente se circunscribe en exclusiva, y
se pone de manifiesto que el pensamiento debe buscarse inscrito en todas
aquellas manifestaciones en las que el individuo se comporta como sujeto
de conocimiento, o como sujeto moral y jurídico, o como sujeto ético.
«En este sentido, el pensamiento se considera como la forma misma de la
acción, como la acción en tanto que implica el juego de lo verdadero y lo
falso, la aceptación o el rechazo de la regla y la relación consigo mismo y
con los otros». De lo que se desprenderían tres principios: un principio de
26
Prólogo. Sobre los sistemas de pensamiento
27
Miguel Morey
Referencias
DELEUZE, G. (1975) «Ecrivain non : un nouveau cartographe», Critique,
343; recogido con modificaciones en DELEUZE, 1986 : 31-51.
(1986) Foucault. París, Minuit.
DOSSE, F. (1991) Histoire du structuralisme, I, Le champ du signe, 1945-
1966. París, Ed. La Découverte.
DREYFUS, H. y RABINOW, P. (1983) Michel Foucault: Beyond
Structuralism and Hermeneutics. The University of Chicago
Press.
FOUCAULT, M. (1968a) «Réponse à une question», Esprit, nº 371, mayo
de 1968, pp. 850-874; recogido en Dits et Écrits (en adelante DE)
I, § 58, París, Gallimard 1994, pp. 673 y ss.
(1968b) «Sur l’archéologie des sciences. Réponse au Cercle
d’épistémologie», Cahiers pour l›analyse, nº 9, verano de 1968,
pp 9-40 ; recogido en D E I, § 59, pp. 696 y ss.
(1969a) L’Archéologie du savoir. París, Gallimard.
(1969b) Titres et Travaux, 1969. Paris, folleto sin mención
editorial; recogido en DE I, § 71, 842 y ss.
(1971) L’ordre du discours. París, Gallimard.
(1984a) «Qu’appelle-t-on punir?», (entrevista con Foulek
Ringelheim grabada en diciembre de 1983, revisada y corregida
por M. Foucault el 16 de febrero de 1984), Revue de l’université
de Bruxelles, nº 1-3, 1984, pp. 35-46; recogido en DE IV, § 346,
pp. 636 y ss.
(1984b) «Polemics, Politics and Problematizations» (entrevista
con Paul Rabinow, mayo de 1984), en RABINOW, P. (ed.) The
Foucault Reader. New York, Pantheon Books, 1984, pp. 381-390;
recogido en DE IV, § 342, pp. 591 y ss.
(1984c) «Preface to the History of Sexuality», in RABINOW, P.
(ed.) The Foucault Reader. New York, Pantheon Books, 1984, pp.
333-339; recogido en DE IV, § 340, pp. 578 y ss.
MOREY, M. (1990) «Introducción» a FOUCAULT, M. Tecnologías del yo
y otros textos afines. Barcelona, Paidós.
VUILLEMIN, J. (1969) «Rapport pour la création d’une chaire d’Histoire
des systèmes de pensée», recogido en: ERIBON, D. (ed.), Michel
Foucault (1926–1984), Anexo 4, Paris, Flammarion, 19912
(1989).
28
ANTIGÜEDAD Y
PARRHESÍA
1 La παρρησία filosófica: una interpretación
foucaultiana de la historia de la filosofía
andrea C. moSquera VaraS*
31
Andrea Mosquera
1. ¿Qué (es) παρρησία?
El término griego παρρησία, conjunción de las palabras πᾶν (todo) y ῥῆμα
(palabra, discurso, manifestación, declaración), significa en general decirlo
todo, hablar franco, libertad de palabra; pero tiene dos sentidos básicos: en
su uso positivo significa decir la verdad sin disimulación, sin reserva, sin
ornamento retórico que enmascare lo verdadero, de forma directa y con
franqueza; en su uso peyorativo, en cambio, denota cierta charlatanería
y parloteo, decir cualquier cosa, un hablar sin pensar, sin contención, sin
mesura, ni contenido, con indiscreción e incluso insolencia. Se trata de decir
una verdad de forma directa, en nombre de uno mismo. El παρρησιαστής es
aquél que lo dice todo, sin guardar silencio, ejerciendo la παρρησία como
cualidad y deber, pues es aquél que está a cargo de dirigir a los otros de
manera que se relacionen adecuadamente consigo mismos. La παρρησία
involucra un riesgo, un peligro, para el que dice la verdad, y, por tanto, un
coraje, de tal modo que se halla vinculada a un ἦϑος, a un modo de ser; no
es sólo la expresión de un contenido de verdad, sino una manera de decir la
verdad. Su finalidad no es persuadir y se halla exenta de figuras estilísticas
que adornen el discurso; incluso en ciertas ocasiones, arroja la verdad de un
modo brutal.
La parrhesía debe buscarse en […] el efecto de contragolpe que el decir
veraz puede producir en el locutor a partir del efecto que genera en el
interlocutor […] la existencia misma del locutor va a estar en juego […]
Los parresiastas son aquellos que […] se proponen decir la verdad a un
precio no determinado, que puede llegar hasta su propia muerte.3
32
La παρρησία filosófica
2. La παρρησία socrática
El origen de la παρρησία se halla en el campo político —con la figura de
Pericles narrada por Tucídides y en el Ión de Eurípides―, como privilegio
o condición democrática que habían de cumplir los ciudadanos atenienses
para poder tomar la palabra. Después se generalizará a todos los regímenes
políticos bajo la figura de los consejeros. Aparecerá, con ello, el problema
de la adulación, y finalmente se dará un desdoblamiento del objetivo:
será un gobierno de sí para gobernar a los demás. Es en este momento
en el que aparece el problema filosófico-moral de la guía de las almas de
quienes gobiernan. Lo que caracterizará a la παρρησία filosófica será su
capacidad de dirigirse a individuos y de distinguir lo verdadero de lo falso
y, conjuntamente, constituir una psicagogia, una conducción de las almas.
Surgirá entonces la cuestión de la oposición entre filosofía y retórica como
enfrentamiento entre «dos modos de ser del discurso que pretenden decir la
verdad y producirla bajo la forma de la persuasión en el alma de los otros»8.
Este problema de la παρρησία como acción que se ha de ejercer sobre el
alma de los individuos —no sobre la ciudad—, podremos hallarla en los
diálogos platónicos que vamos a analizar a continuación, en los que Sócrates
aparece como «aquel que tiene el coraje de decir la verdad, que acepta
correr el riesgo de morir para decir la verdad, pero a través de la prueba de
las almas en el juego de la interrogación irónica»9. La contraposición entre
retórica y filosofía, nos mostrará cierta función metapolítica, en el campo
de la ética, de la παρρησία filosófica. El coraje de la filosofía de dirigirse
6 Foucault, El gobierno de sí y de los otros, 313.
7 Ídem.
8 Ibídem, 270.
9 Foucault, El coraje de la verdad, 73.
33
Andrea Mosquera
34
La παρρησία filosófica
35
Andrea Mosquera
36
La παρρησία filosófica
37
Andrea Mosquera
sin importarle las consecuencias que ello pueda acarrear. Asimismo, en esa
anunciación de la verdad, no sólo se salva a sí mismo, sino que presta servicio
a la humanidad entera, en su función de κατάσκοπος (espía, explorador),
al modo de ese militar cuya función es proceder antes que el ejército para
observar al enemigo y volver para anunciar la verdad acerca de lo que es
favorable u hostil al ser humano, sin frenarse por el temor. «Por eso, el
cínico, enviado como explorador, no podrá tener ni refugio ni hogar, ni
siquiera patria. Es el hombre del vagabundeo, es el hombre de la galopada por
delante de la humanidad»22. El cínico no puede comprometerse con ninguna
familia, ninguna ciudad, ni su ley, ninguna costumbre, ningún rito, pues de
lo contrario tendría que callar la verdad que ha de manifestar al respecto. La
misión cínica es de combate, es un filósofo en guerra. «Es quien libra, para los
otros, la guerra filosófica»23. El cínico es estricto consigo mismo, se despoja
de todas las ataduras, y acepta la violencia física y los insultos que los otros le
profieren, como ejercicio moral y físico para la resistencia y la indiferencia,
que le permiten realizar una inversión de la situación, en la que finalmente
aparecería como más fuerte. No sube a una tribuna para dirigirse a una ciudad,
sino que habla a la humanidad entera; es un dirigente universal que empuja a
cada uno a hacer lo que debe hacer, en una vigilancia de los otros que es a su
vez una vigilancia de sí, mostrándose, así, como el verdadero soberano.
En síntesis, el modo de vida cínico tiene tres funciones con respecto a
la παρρησία: una instrumental, de condición de posibilidad con referencia
al decir veraz, como liberación de toda atadura; otra de reducción de todas
las convenciones y opiniones infundadas, que responda a una depuración
que haga surgir la verdad; y una última de prueba, de puesta de relieve de
la verdadera vida. «En suma, el cinismo hace de la vida, de la existencia,
del bíos, lo que podríamos llamar una aleturgia, una manifestación de la
verdad»24, la manifestación en la propia vida del escándalo de la verdad,
la verdad instalada en la superficie del cuerpo. La cuestión de la verdadera
vida (ἀληθής βίος) como aquella vida que se muestra completamente a la
luz, sin disimular nada, sin verse alterada por nada ni mezclada con nada
que no le sea propio, como aquello que es recto, conforme a lo justo, a las
leyes y a las reglas, y que persiste incorruptible e inmutable, idéntica a sí
misma, tomará, por tanto, un cariz distinto en el seno del cinismo. Ello es
apreciable en el ejemplo de la vida de Diógenes, quien, al otorgarle una
interpretación literal a las palabras del oráculo de Delfos («cambia el valor
de la moneda [νόμισμα]»), falsificando ―él o su padre, según la versión del
relato— la moneda, es desterrado de Sínope y, tras su errancia, irónicamente,
22 Ibídem, 156.
23 Ibídem, 272.
24 Ibídem, 161.
38
La παρρησία filosófica
39
Andrea Mosquera
40
La παρρησία filosófica
no como doctrina, sino como forma de vida, como manera de ser, como
actitud.
En todo caso, se trata de una historia determinada por la serie de hitos
propios del coraje del decir veraz que involucra un modo de ser para guiarse
a uno mismo junto con los otros, afrontando cualquier riesgo. Pero, aunque
se presenta como siendo no «una mera forma de discurso, sino también
una modalidad de vida, la filosofía occidental —tal fue su historia y
acaso tal fue su destino― suprimió progresivamente, o al menos ignoró y
mantuvo a raya el problema de esa vida filosófica»35. La cuestión de la vida
filosófica fue descuidada por la filosofía misma, que la tomó como mero
apéndice opcional. Una de las razones de esa desaparición u olvido, fue «la
confiscación del tema de la práctica de la verdadera vida por la religión»36,
sus prácticas ascéticas y sus instituciones. Sin embargo, «desde el siglo
XVI hasta el siglo XVIII37, el problema de la vida filosófica se planteó sin
duda con cierta intensidad y cierta fuerza»38, en Montaigne, Spinoza y la
Aufklärung.
Que este curso comience con la ontología de la actualidad en el
texto sobre la Aufklärung de Kant, considero que marca una advertencia
33 Ídem.
34 Foucault, El coraje de la verdad, 163.
35 Ibídem, 216.
36 Ídem.
37 Sería en el siglo XIX, con las prácticas políticas de los movimientos revolucionarios,
cuando la παρρησία encontraría su lugar, modificada y trasladada al campo político,
en la vida revolucionaria, no como proyecto político, sino como modo de vida, bajo
la forma de la militancia (de las sociedades secretas, de las organizaciones visibles
propias de sindicatos y partidos, o de cierto estilo de existencia a contracorriente
de las convenciones y los valores del statu quo). Es la manifestación directa, «por
su práctica constante y su existencia inmediata [de] la posibilidad concreta y el valor
evidente de otra vida, otra vida que es la verdadera vida» (Foucault, El coraje de la
verdad, 172)
38 Ibídem, 217.
41
Andrea Mosquera
5. Bibliografía
FOUCAULT, M. (2011) El gobierno de sí y de los otros. Curso del Collège
de France (1982-1983). Madrid, Akal.
(2014) El coraje de la verdad. El gobierno de sí y de los otros II.
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(2002) Las leyes. Madrid, Alianza.
42
2 Foucault e a Verdade: deslocamentos em
torno de Édipo de Sófocles
heraldo de CriSto miranda*
43
Heraldo de Cristo Miranda
44
Foucault e a Verdade
verdade por meio da coleta de discursos que serão ajustados pelo rei-juiz
Édipo. Ora, Édipo não é simplesmente alguém que sabe a ordem das coisas,
bem como não é apenas aquele que ignora as leis, ou seja, não é meramente
sábio ou detentor efetivo do poder, é antes ambos. É o tirano, é quem ao
mesmo tempo julga, legisla, governa. É o homem do saber e do poder. A
representação da proximidade que Édipo executa entre o saber e o poder,
aparece na conferencia Le Savoir d’Œdipe , proferida na Universidade de
Buffalo 1972: «Nessa singular e frágil, o poder de Édipo está ligado a um
saber. Se Édipo se apossou do poder em Tebas, ou melhor, se o deram a ele,
foi porque venceu a prova de conhecimento»4. Uma ressalva é importante
aqui. A referida conferência ministrada na Universidade de Buffalo é uma
das varias versões da conferencia sobre Édipo deste período. Seguem-na,
com o mesmo tema, a conferencia na Universidade Cornell e depois aquela
realizada no Rio de Janeiro, a qual ficou conhecida como La vérité et les
formes juridiques.
Portanto, a figura de Édipo, aproximando saber e poder permite a Foucault
revelar um conjunto de preocupações presentes em suas reflexões nessa
primeira metade da década de 1970. As discursões por exemplo sobre poder
neste período estão fincadas naquilo que surge em Le Pouvoir Psychiatrique,
curso de 1973-1974, no Collège de France, Foucault, em sua aula do dia
7 de novembro de 1973, situa três deslocamentos em relação ao trabalho
desenvolvido em Histoire de la Folie. «Gostaria de tentar ver se é possível
fazer uma análise radicalmente diferente (...). Colocar como ponto de
partida a análise não mais nesse espaço de núcleo representativo que levaria
necessariamente a uma história das mentalidades, do pensamento, mas um
dispositivo de poder»5. Sair-se-ia de uma análise das representações para
uma analítica do poder; deixar-se-ia uma discussão em torno da violência
para alcançar uma microfísica do poder; afastar-se-ia do imperativo do
corpus institucional para aproximar-se de uma reflexão sobre os dispositivos
de poder. Foucault entende aqui dispositivo como um conjunto heterogêneo
de discursos, instituições, leis, medidas administrativas, enunciados
científicos, proposições filosóficas, morais, técnicas, estratégias e formas
de assujeitamento, etc., a isso, forja-se uma ideia acerca do poder. A noção
saber-poder, presente em torno das reflexões de Édipo, revela o quanto o
inicio da década de 1970 é um momento de deslocamento dos anos anteriores
no pensamento de Foucault. Como exemplo, a própria noção de dispositivo,
que aponta um deslocamento de Foucault em relação aos textos da década
de 1960, como Les Mots et les Choses e L’Archeologie du Savoir, nos quais
a ideia de épistémè surge fundamentalmente como um tipo de dispositivo
4 Foucault, Aulas sobre a vontade de saber, 224.
5 Foucault, Le pouvoir psychiatrique-Cours au Collège de France (1973-1974), 14.
45
Heraldo de Cristo Miranda
46
Foucault e a Verdade
3. Conclusão
Propus no inicio dois momentos da leitura foucaultiana sobre a figura de
Édipo: por um lado, em torno da relação saber-poder e por outro, uma analise
da constituição histórica dos diferentes tipos de aleturgias. Em relação ao
primeiro momento, está claro que o inicio década de 1970, o pano de fundo
da reflexão foucaultiana era o de um empreendimento acerca da do poder,
saber e verdade que, com a ajuda de Nietzsche, apontava para uma ruptura
coma tradição que toma o conhecimento sob a égide da relação sujeito-
objeto. A leitura desse primeiro Foucault é cunhada neste cenário. Quanto ao
segundo momento, ratifica-se, no final da década de 1970, um deslocamento
em direção ao jogo do eu mesmo ou do si mesmo no interior dos processos
de verdade, isto é, rumo a constituição histórica dos diferentes tipos de
aleturgia que giram em torno da figura de Édipo. As questões levantadas
por Foucault no encerramento da aula do dia 16 de janeiro de 1980 serão
significativas aqui. Depois de demonstrar o encadeamento desses dois
mecanismos aleturgicos – aleturgia oracular e jurídica – presentes na peça
de Sofocles, perguntar-se-à: qual a relação tinha como o dizer-verdadeiro
aqueles que ameaçavam ou que obrigavam Edipo a se curvar ao seu próprio
destino? Talvez essa questão surja como uma pista para o aprofundamento
da estreita e tensionada relação entre a manifestação da verdade e os enjeux
do poder.
4. Bibliografia
DEFERT, D. (2014) Situação do Curso. In: Aulas sobre a vontade de saber:
curso no Collège de France(1970-1971) Michel Foucault.Trad.
Rosemary Csthek Abilio. São Paulo: Editora Martins Fontes.
47
Heraldo de Cristo Miranda
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de France(1970-1971).Trad. Rosemary Csthek Abilio. São Paulo:
Editora Martins Fontes.
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1974-1988. Paris : Éditions Gallimard.
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France.1973-1974. Paris: Hautes Études/Gallimard-Seuil.
(2012) Le Gouvernements des vivants, Cours au Collège de
France.1979-1980. Paris: Hautes Études/Gallimard-Seuil.
48
3 Filosofia, democracia, parrhesia: uma
leitura de Michel Foucault
anderSon apareCido lima da SilVa*
49
Anderson Aparecido Lima da Silva
50
Filosofia, democracia, parrhesia
51
Anderson Aparecido Lima da Silva
Péricles faz lembrar aos atenienses que embora tenha ele mesmo, por
sua conta e risco e pautado em suas convicções, os aconselhado a entrar na
guerra, a decisão foi tomada em conjunto, implicando a solidariedade no
sucesso ou na derrota. Chama-os, portanto, a assumir a responsabilidade
frente a um pacto firmado. Trata-se de uma cena na qual o político, consciente
de sua tarefa de dizer a verdade, mesmo no momento em que a maioria se
volta contra ele, “em vez de bajular os cidadãos ou em vez de desviar para
alguma outra coisa ou para um outro a responsabilidade do sucedido, se
volta contra seus concidadãos e os critica”16. Sem adulá-los de modo algum,
Péricles critica os cidadãos, tem a coragem e assume o risco de dizer aquilo
que considera verdadeiro apesar do perigo de se opor à maioria (perigo não
raras vezes revertido, dentre outras sanções, em ostracismo). E com base
em que Péricles assume esse dizer-a-verdade corajoso? É na apresentação
de seu retrato pessoal que podemos encontrar algum indicativo: “vós vos
irritais contra mim, que no entanto não sou inferior a nenhum outro, quando
1982-1983). Edição estabelecida por Frédéric Gros sob a direção de François Ewald e
Alessandro Fontana. Trad. de Eduardo Brandão. SP, WMF Martins Fontes, 2010, 346-
7). Centraremos nossas atenções neste segundo momento da parrhesia democrática,
que Foucault chegou a designar como “momento pericliano da parrhesia” (Foucault, O
governo de si e dos outros, 308). No mais, as cinco aulas restantes do curso se dedicam
à parrhesia do filósofo que se dirige ao Príncipe, isto é, à “parrhesia autocrática”, que
tem como eixo principal de estudos as cartas de Platão, em especial a Carta VII.
14 Excepcionalmente neste trecho concernente ao terceiro discurso de Péricles, achamos
por bem acompanhar a tradução que o próprio Foucault oferece, visto que a mesma
influenciará na argumentação posterior do filósofo. O trecho em questão é traduzido
e comentado por Foucault em O governo de si e dos outros, 164-166.
15 Foucault, O governo de si e dos outros, 164.
16 Ibidem, 164.
52
Filosofia, democracia, parrhesia
Assim sendo, não basta discernir o interesse público, mas é preciso dizê-
lo exata e claramente aos seus concidadãos, isto é, ter a coragem de dizê-lo,
ainda que o que diz desagrade, e ter a capacidade de expô-lo num logos
verdadeiro e refletido. Além disso, Péricles evoca sua incorruptibilidade,
sua dedicação ao bem comum, sua “integridade moral”18, integridade que
põe à vista de todos a relação ao mesmo tempo transparente e consequente
entre suas palavras e seus atos, que permite reconhecer em sua pessoa, em
seu éthos, uma maneira de ser que é também uma maneira de fazer e de
dizer19.
Esse quadro, ao colocar em cena o éthos e a livre palavra do cidadão
cônscio de sua tarefa, permite conciliar – ainda que por vezes de modo
tenso – parrhesia e democracia. Conciliação sem dúvida frágil20 e que
17 Foucault, O governo de si e dos outros, 164-165.
18 “A razão do prestígio de Péricles era o fato de sua autoridade resultar da consideração
de que gozava e de suas qualidades de espírito, além de uma admirável integridade
moral”. Tucídides, História da guerra do Peloponeso, 111.
19 Ao crer na pequena “síntese” fornecida por Foucault ao cabo da primeira de seis aulas
dadas em Berkeley em outubro de 1983, encontraríamos em Péricles os principais
sentidos (positivos) do termo parrhesia: “para resumir o precedente, parrhesia é
um tipo de atividade verbal na qual o locutor tem uma relação específica à verdade
através do franco-falar, uma certa relação à sua vida através do perigo, um certo tipo
de relação a si e aos outros através da crítica (crítica de si ou do outro), e uma relação
específica à lei moral através da liberdade e do dever. Mais exatamente, a parrhesia
é uma atividade verbal na qual o locutor exprime sua relação pessoal à verdade, e
ele arrisca sua vida porque ele reconhece que o dizer-verdadeiro é um dever para
melhorar ou para ajudar a outras pessoas (tanto quanto a si mesmo). Na parrhesia,
o locutor utiliza sua liberdade e escolhe falar francamente à persuadir, a verdade à
mentira ou ao silêncio, o risco da morte à vida e à segurança, a crítica à bajulação, a
tarefa moral aos seus interesses e à apatia moral”. Foucault, Fearless speech, 19.
20 Acerca da fragilidade e, por vezes, paradoxos próprios ao vínculo entre democracia e
dizer-verdadeiro no contexto do “momento pericliano da parrhesia”, ver Fonseca, “Os
53
Anderson Aparecido Lima da Silva
54
Filosofia, democracia, parrhesia
55
Anderson Aparecido Lima da Silva
deliberam e decidem”29.
O diagnóstico da irremovível impossibilidade de “diferenciação ética”
na democracia levará diversos autores à proposição de deslocamento do
campo de relação entre parrhesia e governo a outro tipo de estrutura política
que, embora possa encontrar riscos e circunstâncias adversas, apresentar-se-
ia como mais favorável ao vínculo parresiástico do que a relação existente
entre o povo e os oradores. Essa relação é aquela entre o Príncipe e seu
conselheiro: “não é mais na Assembleia, é a Corte, a corte do Príncipe, o
grupo dos que ele está disposto a escutar. É nesse âmbito, é nessa forma
que a parrhesia pode e deve encontrar seu lugar”30. É justamente pela
possibilidade de que haja essa “disposição a escutar” o discurso daquele que
diz a verdade que a formação ética do Príncipe é possível. A acessibilidade
do discurso verdadeiro à alma, ao éthos individual do monarca ou do
tirano permitirá que a parrhesia do filósofo articule seus efeitos no campo
da política, conquanto, supõe-se, a maneira como o Príncipe governará a
cidade dependerá de seu éthos. Em suma,
é a ausência de lugar para o éthos na democracia que faz que a verdade
não tenha lugar nela e não possa ser ouvida. Em compensação, é
porque o éthos do Príncipe é o princípio e a matriz de seu governo que
a parrhesia é possível, preciosa, útil, no caso do governo [autocrático].31
56
Filosofia, democracia, parrhesia
Referências Bibliográficas
34 Ibidem, 319.
35 Foucault, “Le souci de la vérité”, 1497.
57
Anderson Aparecido Lima da Silva
Márcio Alves da Fonseca, Salma Tannus Muchail. SP, WMF
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59
4 Foucault y el fantasma del escepticismo:
apuntes sobre un «silencio» metodológico
Juan horaCio de FreitaS*
61
Juan Horacio de Freitas
4 «Foucault ha hecho una elección que se traduce en una exclusión de importancia que
no se puede justificar desde el punto de vista histórico ni metodológico». (Ibídem.)
5 Cf. Foucault, El gobierno de sí y de los otros II. El coraje de la verdad. Curso en el
Collège de France (1983-1984).
6 Cf. Lévy, «Michel Foucault y el escepticismo: Reflexiones sobre un silencio», 109.
7 Ibídem 112.
62
Foucault y el fantasma del escepticismo
fue declarado uno de los enemigos públicos tanto del epicureísmo como del
escepticismo. Sin embargo, no se descubre en todo el tratamiento que realiza
Foucault del estoicismo, (ni del epicureísmo, ni del cinismo) una sola loa,
y ni siquiera algún tipo de identificación filosófica o personal, a no ser la
cuestión muy general, que concierne a cualquier movimiento helenístico, de
la identificación entre filosofía y cuidado. La explicación de las diferentes
técnicas de sí de una determinada doctrina no supone de ninguna manera una
adhesión a las mismas. Es más, se puede notar cómo ciertas técnicas estoicas
que Foucault examina, como la de la ficcionalidad ascética o la franqueza
íntima, se exponen junto a una crítica al cinismo -por lo menos en el caso
de Séneca- que pecaría de vulgaridad y radicalidad innecesaria8; pero luego,
en El coraje de la verdad, cuando hace una lectura del cinismo, la crítica se
invierte y el estoicismo se presenta como una especie de moderación mediocre
y cobarde de la severidad cínica9. Foucault, a pesar de su rigor investigativo
con uno y otro, no se inclina por la forma de filosofar de ninguno, aunque es
capaz de ver en ambos los pilares de toda una forma de considerar, no sólo la
filosofía, sino la religión, la política y el arte. La tercera razón es muchísimo
más interesante, sobre todo por brindarnos una lectura del escepticismo
realmente sugestiva. Según Lévy, el «ocultamiento» de este escepticismo
primitivo por parte de Foucault es debido a que, de haberlo considerado,
habría socavado su tesis principal en lo referente a la filosofía helenística
e imperial. Esta tesis foucaultiana sería, tal cual lo expresa Lévy, que los
movimientos filosóficos del período helenístico adoptaron una modalidad
idéntica entre sí, y esta modalidad sería la de la construcción, transformación
o advenimiento del auténtico «sí mismo» en relación a un determinado tipo
de conocimiento10. Esto es lo que Foucault, con inspiración hadottiana,
llamará «espiritualidad»11. Aunque en el escepticismo helenístico parece
encontrarse también una preocupación por el «sí mismo», y por establecer
una armonía entre lo teórico y lo vital, se presenta como una excepción en
lo que respecta a la posibilidad de construir, transformar o hacer brotar el
«verdadero sí mismo», ya que en el escéptico no se trataría de transformar
o elaborar sino, más bien, de destruir. Dice Lévy:
(Para el padre del escepticismo) la atención por sí mismo no tiene como
objetivo la construcción de una fortaleza interior sino, por el contrario, la
abolición de la subjetividad (…) En él, la finalidad última de la conversión
8 Cf., Foucault, La hermenéutica del sujeto. Curso del Collège de France (1982), 374-
376.
9 Cf., Foucault, El gobierno de sí y de los otros II. El coraje de la verdad. Curso en el
Collège de France (1983-1984), 205-230.
10 Cf., Lévy, «Michel Foucault y el escepticismo: Reflexiones sobre un silencio», 113.
11 Cf., Foucault, La hermenéutica del sujeto. Curso del Collège de France (1982).
63
Juan Horacio de Freitas
de la mirada consiste en no verse porque uno ha conseguido destruirse.
La ascesis pirroniana procura hacer de quien se creía un sujeto un reflejo
del absurdo del mundo.12
64
Foucault y el fantasma del escepticismo
la nada, Marco Aurelio contra Pirrón. Nolens más que volens, se situó
así en el seno de una tradición del pensamiento occidental a la cual no
ha ahorrado críticas. Así como Descartes excluye la locura porque es un
elemento desestabilizador en exceso, Foucault excluye el escepticismo
porque, en el fondo, no puede admitir que ese proceso histórico de
construcción del sujeto que quiso poner en evidencia albergaba en su
seno a quienes lo contradecían radicalmente.17
65
Juan Horacio de Freitas
66
Foucault y el fantasma del escepticismo
67
Juan Horacio de Freitas
68
Foucault y el fantasma del escepticismo
Bibliografía:
CHIESARA, M.L. (2007) Historia del escepticismo griego. Madrid,
Siruela.
COHN, N. (2015) En pos del Milenio. Revolucionarios milenaristas y
anarquistas místicos de la Edad Media. Logroño, Pepitas de
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DIDEROT, D. (2008) El sobrino de Rameau. Madrid, Nórdica Libros.
DIOGENES LAERCIO. (2008) Vidas de los filósofos ilustres. Madrid,
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los otros II. Curso en el Collège de France (1983-1984). México
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(2010) Historia de la locura en la época clásica II. México D.F.,
Fondo de Cultura Económica.
(2005) La hermenéutica del sujeto. Curso del Collège de France
(1982). Madrid, Akal.
(2010) Tecnologías del yo. Y otros textos afines. Barcelona, Paidós.
(2015) «Acerca de la genealogía de la ética. Un panorama del
trabajo en curso. (Entrevista con H. Dreyfus y R. Rabinow)»
en La ética del pensamiento. Para una crítica de lo que somos.
34 Cf., Diderot, El sobrino de Rameau.
35 Foucault, Historia de la locura en la época clásica II, 15.
69
Juan Horacio de Freitas
Madrid, Biblioteca Nueva.
(2010) «Las técnicas de sí» en Obras esenciales. Madrid, Paidós.
FREITAS, J. H. de (2012-2013) «Foucault y el problema del alethés bíos
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El coraje de la verdad», en: Revista Observaciones Filosóficas,
(15), 2012-2013. http://www.observacionesfilosoficas.net/
foucaultyelproblemadelalethesbios.htm
LÉVY, C. (2004) «Michel Foucault y el escepticismo. Reflexiones sobre un
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Visión.
PAJÓN LEYRA, I. (2013) Los supuestos fundamentales del escepticismo
griego. Madrid, Escolar y Mayo.
SEXTO EMPÍRICO. (2009) Por qué ser escéptico. Madrid, Tecnos.
70
5 Notas al cuidado de sí en Platón y
Foucault
Beatriz BoSSi*
71
Beatriz Bossi
72
Notas al cuidado de sí en Platón y Foucault
73
Beatriz Bossi
2. Sócrates cuidador
Para Foucault «Sócrates aparece como la persona capaz, al ocuparse de
los otros, de enseñarles a ocuparse de sí mismos»8. Efectivamente, ¿cómo
cuidar de nosotros mismos sin que alguien nos cuide primero y poco a poco
nos enseñe a hacerlo por nosotros mismos?
Ciertamente en el Fedón Sócrates se ocupa muy especialmente de
sus amigos, porque le queda poco tiempo para dejarles un mensaje claro
y eficaz. Por una parte, alimenta su deseo de conocimiento acerca del
6 Ibídem, 224.
7 Ibídem, Clase del 29 de febrero de 1984, Segunda Hora, 203, en nota.
8 Ibídem, Clase del 29 de febrero de 1984, Primera hora, 171.
74
Notas al cuidado de sí en Platón y Foucault
75
Beatriz Bossi
3. Verdad y excelencia
Es importante, creo, la relación estrecha que marca Foucault entre la verdad
y la vida. He intentado demostrar en otros lugares11 que, para Platón, sin
verdad no hay auténtica excelencia, i.e. que toda verdadera transformación
va unida a la comprensión de una verdad. Sólo entonces se alcanza la
sabiduría, y con ella, todas las demás así llamadas «virtudes». En su análisis,
Foucault enfatiza la relación entre la verdad y estética de la existencia. La
verdad es condición estructural de la moderación, en la medida en que la
moderación reproduce un orden ontológico.12
Foucault se refiere a un pasaje del Gorgias (525-6) en el cual se dice
que las almas sin verdad no pueden ser rectas, ya que en ellas «todo está
deformado por la mentira y la vanidad»; por el contrario, apunta, las almas
unidas a la verdad, sean de filósofos o de ciudadanos comunes y corrientes,
son bellas, y cuando mueren son enviadas a la Isla de los Bienaventurados.
Por eso, sigue diciendo Foucault, Sócrates declara que «quiere esforzarse, a
través de la búsqueda de la verdad, para llegar a ser tan perfecto como sea
posible, en la vida y en la muerte» (527e).
Asimismo Foucault cita un pasaje inspirador del Teeteto (174 c-176 a)
donde se compara la vida ajetreada, tumultuosa y sin placeres de los que
saben desenvolverse en la práctica con la de aquellos que, siendo torpes
en tales menesteres, en cambio son capaces de cantar las bondades de la
verdadera vida que llevan los dioses y los bienaventurados.
En ese mismo contexto podemos mencionar dos rasgos que Sócrates
atribuye al auténtico filósofo que busca alcanzar la verdad. Por una parte,
dice, no cae en adulación, por no hacer mezquina su alma y perder toda
rectitud (172 d-173 a). Y por la otra, «no se le ocurre ni en sueños participar
en las intrigas de las camarillas para ocupar los cargos» (173 d 5-6).
Pero esta misma relación entre la verdad y una determinada forma de
10 Bossi, «Back to the Cock: On Gratitude and Care», XI Symposium Platonicum, (Brasilia,
4-8 July 2016).
11 Bossi, «Is the Thesis of the Implication of the Virtues abandoned in the Politicus?» II
International Plato Spring Seminar (UCM, 25-26 April 2016); «On Aristotle’s Charge
of Socratic Intellectualism: The Force of a Misunderstanding», en Plato’s Protagoras:
Proceedings of the Third Symposium Platonicum Pragense, 213-232; «Amathia,
Akrasia and the Power of Knowledge in the Laws: Break or Unity?», HERMATHENA,
99- 114.
12 Foucault, The Use of Pleasure, Vol. 2 The History of Sexuality, 89.
76
Notas al cuidado de sí en Platón y Foucault
77
Beatriz Bossi
78
Notas al cuidado de sí en Platón y Foucault
Quien quiere seguir el camino de la dialéctica que va a relacionarlo con
el Ser mismo no puede evitar tener con su propia alma, o con el alma del
otro a través del amor, una relación tal que modifique esa alma y la haga
capaz de acceder a la verdad.16
5. Bibliografía.
BOSSI, B. (2000) «Amathia, Akrasia and the Power of Knowledge in the
Laws: Break or Unity?», HERMATHENA, (Trinity College
Dublin Review, 169, Winter 2000), 99- 114.
(2003) «On Aristotle’s Charge of Socratic Intellectualism: The
Force of a Misunderstanding”, Plato’s Protagoras: Proceedings of
the Third Symposium Platonicum Pragense, Havlicek, Ales (ed),
Prague, OIKOYMENH, 213-232.
(2016) «La esperanza de Sócrates: ¿Cuestión de argumentos o
encantamientos? Notas al Fedón» Archai: Revista de Estudos
sobre as Origens do Pensamento Ocidental, n. 16, Janeiro 2016,
95-114.
(2016) «Is the Thesis of the Implication of the Virtues abandoned
in the Politicus?» presentado en el II International Plato Spring
Seminar (UCM, 25-26 April 2016).
(2016) «Back to the Cock: On Gratitude and Care», para ser
presentado en sesión plenaria en el IPS XI Symposium Platonicum,
(Brasilia, 4-8 July 2016).
FOUCAULT, M. (1990) The Use of Pleasure, Vol. 2 The History of Sexuality,
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(2009) El Gobierno de sí y de los Otros: Curso en el Collège de
France (1982-1983). Buenos Aires, FCE.
(2010) El Coraje de la Verdad: Curso en el Collège de France
(1983-1984). Buenos Aires, FCE.
16 Ídem.
79
6 “Eu, Pierre Rivière, que degolei minha mãe,
minha irmã e meu irmão”- o livro, o filme, a
loucura e o deslocamento na parresía cínica
Stela mariS da SilVa*
Considerações iniciais
Situo esse texto com a seguinte frase de Michel Foucault: “Desculpem esses
sobrevoos, são anotações, é trabalho possível”1. Resgato a frase como um
guia, pois faço um sobrevoo para tornar possível uma análise que pensa
inspirada por Foucault, a existência como obra de arte, ou seja, que percebe
os deslocamentos e as modificações que fazem com que não permaneçamos
os mesmos, que fazem que pensemos o que esta aí, mas invisível, para
pensarmos o que não se pensara antes. Foucault com a sua obra é um filósofo
da atualidade, do presente complexo, e cheio de possibilidades. Ele pensa o
presente apresentando, a partir da análise criteriosa de formações históricas,
o que é possível “ver” e “enunciar”, por exemplo, de uma imagem, em certa
época. A história da loucura no século XVII é um exemplo importante de
formação histórica apontada por Foucault. Deleuze em entrevista a Didie
Eribon afirma, falando sobre Foucault, que as visibilidades de uma época são
os reflexos do contato da luz com as coisas. Nas palavras dele: “é o regime
de luz, a as cintilações, os reflexos, os clarões que se produzem no contato
da luz com as coisas”2. Nesse sentido Deleuze questiona sobre a loucura, se
referindo a Foucault, “(...) a loucura no século XVII: sob qual luz ela pode
ser vista, e em quais enunciados ela pode ser dita”? E nós atualmente: o que
somos capazes de dizer hoje, o que somos capazes de ver?3
* Licenciada em Filosofia, mestre em Psicologia (PUCSP). Atualmente é doutoranda em
Filosofia (PUCPR), desenvolve pesquisa com o título: “A presença de Descartes nos
escritos de Foucault: O ‘momento cartesiano’, como a afirmação da razão e a exclusão
da loucura; a afirmação da representação e a exclusão da semelhança; e a afirmação do
conhecimento da verdade e a exclusão da ascese”. É docente e pesquisadora do Grupo
de Pesquisa Interdisciplinar em Artes, linha de pesquisa Estética, na Universidade
Estadual do Paraná, Campus de Curitiba II- Faculdade de Artes do Paraná.
1 Foucault, A coragem da verdade: o governo de si e dos outros II, 165-166.
2 Deleuze, Conversações, 120.
3 Idem, 121.
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Stela Maris da Silva
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“Eu, Pierre Rivière...” o livro, o filme, a loucura e o deslocamento na parresía
da existência.
O cinema pode na relação com o real convocar para ver o não visível.
(...) o cinema convoca ainda hoje: o não visível como o que acompanha,
margeia e penetra o visível; o visível como fragmento ou narrativa
ou leitura do não visível do mundo – e, como tal, historicamente
determinado e politicamente responsável; o visível como episódio de
uma história que ainda está por ser contada; o visível como lugar do
engodo renovado quando quero acreditar que verdadeiramente vejo.7
1. Eu, Pierre Rivière, que degolei minha mãe, minha irmã e meu
irmão - O Livro
Resultante dos estudos de Michel Foucault de 1971-1972, no curso do
Collège de France chamado Teoria das Instituições Penais, a obra “Moi,
Pierre Rivière, ayant égorgé ma mère, ma souer et mon frère”. Eu, Pierre
Rivière, que degolei minha mãe, minha irmã e meu irmão, apresenta um
caso de parricídio cometido por Pierre Rivière, um Norman campesino de
vinte anos que depois de preso escreve suas memórias expondo as razões
que o levaram a cometer o terrível crime. Tal caso estava relatado nos
Annales d’hygiene publique et de médicine légale de 1836. Apesar dos
registros serem dessa época, a história ocorrida no passado não é o objeto
de um saber para Foucault, mas um instrumento de uma crítica do presente,
é instrumento de luta. Foucault editou o livro em 1973, e no mesmo ano o
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Stela Maris da Silva
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“Eu, Pierre Rivière...” o livro, o filme, a loucura e o deslocamento na parresía
11 Riviére foi descrito no registro de admissão quando foi preso: “Registro de admissão
de prisioneiro na Prisão Central de Beaulieu: Nome, prenome e sinais particulares
dos condenados/ 7222 Rivière, Jean Pierre, filho de Pierre Marguerie e de Victoire
Brion. Chegado a 7 de março de 1836 Idade- 21 anos/ Altura- 1m 62/ Cabelos negros/
Sobrancelhas - idem/ Testa -estreita/ Olhos -avermelhados/ Nariz -médio/ Boca -média/
Queixo - redondo/ Rosto -oval/ Tez -morena/ Barba -castanho claro/ Sinais particulares
-olhar oblíquo, cabeça inclinada, suíças negras e ralas”. Foucault, Eu, Pierre Rivière,
179.
12 Foucault, Eu, Pierre Rivière, 192.
13 Idem, 138.
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Stela Maris da Silva
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“Eu, Pierre Rivière...” o livro, o filme, a loucura e o deslocamento na parresía
2. Eu, Pierre Rivière, que degolei minha mãe, minha irmã e meu
irmão - O Filme
A arte seja a pintura, a literatura, o teatro, o cinema, entre outras, é um espaço,
onde se pode restituir e se reencontrar o jogo dos discursos, onde é possível
observar as condições sob as quais se dão os processos de constituição do
sujeito, e no caso de Pierre Rivière a constituição do louco, do criminoso.
O filme em questão Moi, Pierre Rivière ayant egorgé ma mére, ma
souer et mon frer, com o mesmo nome do livro editado por Foucault, foi
concebido num contexto de entrevistas concedidas por Foucault à revista
Cahiers du Cinèma em 1974. René Allio, importante cineasta francês, tendo
lido o Cahiers du Cinèma, e com a pretensão de ter em Foucault uma nova
possibilidade de pensamento para trabalhar a sua arte, é levado a contar essa
história, como um filme-manifesto, contar ao povo a sua história.
Allio procura, também ele, em Foucault, uma ferramenta de pensamento
que lhe permita melhor trabalhar sua arte.[...] O cineasta vai a partir
de então aprofundar essa relação com o texto foucaultiano, com essa
ressurgência do arquivo e da palavra populares, (...)18
87
Stela Maris da Silva
de parricídio.
O desafio de Allio seria fazer uma reconstrução colocando em cena
os acontecimentos, fazer falar a palavra sem falar por ela, ou seja, dizer
a verdade sobre o parricídio naquilo que ele cala. Com essa visão Allio
construiu um roteiro em três semanas, mas para isso, com Serge Toubiana,
Pascal Bonitze e Serge Daney, discutiu com Foucault, em algumas sessões,
a dimensão que o filme poderia para captar o acontecimento, o regime dos
discursos e das visibilidades. A partir de junho de 1975 o filme é rodado em
10 semanas, na Normandia, onde a historia verídica aconteceu. Foucault
acompanhou a filmagem por uma semana.
Percebe-se no filme o que Foucault destaca no material por eles
trabalhado e descrito na segunda nota do livro, em relação ao comportamento
de Rivière, no memorial manuscrito e no assassinato “não se ordenam
segundo sucessão cronológica simples: crime e depois narrativa. O texto
não relata o gesto, mas de um ou outro há toda uma trama de relações; eles
se sustentam, entrelaçam-se um e outro em relações que aliás não cessam
de se modificar.” 21
Allio foi aos lugares, buscou atores amadores parecidos com os que
estavam no relato do crime. Utilizou referência tais como documentos da
época, imagens, monólogos. Fez de forma que a história voltasse ao seu
ponto de partida. Para Foucault, Allio tentou evitar a reconstrução histórica
do crime, pois era preciso que o filme fosse um filme de memórias, e
não o filme que narrasse um crime, ou mesmo que contasse uma historia
verdadeira. Em entrevista com G. Gauthier, em dezembro de 1976, Foucault
afirma que:
Lo que se impactante desde um ponto de vista histórico, em la empresa de
Allio, es que no se trató de reconstruir el caso Rivière. Se trató, tomando
los documentos, tomando las memórias, tomando lo que efectivamente
fue dicho por alguien que se llamaba Pierre Rivière, por su família, por
sus vecinos, por jueces, de preguntarse cómo es posible, en el momento
actual, reubicar essas palabras, esas cuestiones, eses gestos en la boca,
em el corpo, em el comportamento de gente que ni siquiera son actores
profisionales, campesinos del mismo lugar , que son isomorfos a los del
caso de 1836.22
Segundo Baecque após o filme ter sido rodado Foucault dá três entrevistas,
e esclarece seu lugar: ‘Eu não participei de modo algum da elaboração do
filme, considerou mera inspiração. “Façam dele o que quiserem”23.
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“Eu, Pierre Rivière...” o livro, o filme, a loucura e o deslocamento na parresía
3. Eu, Pierre Rivière, que degolei minha mãe, minha irmã e meu
irmão- “a loucura e o deslocamento na parresía cínica”
Foucault inicia o prefácio da primeira edição original de 1961, de Folie et
déraizon. Histoire de la folie à l’âge classique24,com duas citações, uma
de Pascal: “os homens são tão necessariamente loucos que não ser louco
seria ser louco de outro giro de loucura”,25 e a outra de Dostoievski: “Não
é isolando seu vizinho que nos convencemos de nosso próprio bom senso”
26
. Aparentemente não há uma relação entre as duas, mas analisando no
contexto da obra, a relação vai constituindo a noção de que a experiência da
loucura é uma experiência-limite da cultura. Em Dostoievski a razão busca
o seu estatuto na recusa da loucura. No limite da razão, em nossa cultura,
talvez seja a única forma de definir a razão. Porém, a de Pascal mostra
a loucura no limite, mas o limite de outro giro, que tem uma história a
ser feita. Foucault vai afirmar a necessidade de “renunciar ao conforto
das verdades terminais, e nunca se deixar guiar por aquilo que podemos
saber da loucura” 27. Ele chama a atenção para o fato de não opor razão
e não razão, loucura e razão, ao contrário trata como modos da loucura.
Tais modos estão na história, no que ocorreu na passagem do Renascimento
para a Idade Clássica. A experiência da loucura é celebrada nos séculos
XVI e XVII de modos diversos, inclusive na arte. Nos ritos populares, nas
artes plásticas ( Bosch. Breughel), nas obras de filosofia ou de crítica moral
(Brant, Erasmo), e nos textos literários (Shakespeare, Cervantes) Esses
testemunharam o prestígio da loucura. Porém esta inclusão ocorrida na
arte modificou-se, e a loucura celebrada foi excluída. Na Idade Clássica,
do ponto de vista da razão, a loucura passou a ser vista como não razão e
os loucos foram internados, tendo como consequência a transformação da
experiência trágica da loucura, em experiência ontológica da loucura.
Na Idade Clássica era preciso relacionar-se com a loucura, mas o fizeram
excluindo-a. A consciência crítica da loucura, referência para a experiência
clássica da loucura, se constituiu a partir da exclusão da experiência trágica
da loucura. Tanto no plano das práticas sociais, como no domínio dos
saberes que pretendiam defini-la, a forma de perceber a loucura passará por
uma grande mudança. A loucura foi reclusa ao silêncio do internamento,
sofrendo o que Foucault chamou de “estranho golpe de força”. Dali para
24 Folie et déraison - Histoire de la folie à l’âge classique, História da Loucura na Idade
Clássica, texto que faz uma arqueologia da loucura, é talvez uma das obras mais
conhecidas da filosofia do francês Michel Foucault. Foi publicado em 1961, marca
história, a ciência e a filosofia.
25 Idem, 140.
26 Foucault, “Problematização do sujeito: psicologia, psiquiatria e psicanálise”. In Ditos e
escritos I, 140.
27 Idem, 140.
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“Eu, Pierre Rivière...” o livro, o filme, a loucura e o deslocamento na parresía
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Stela Maris da Silva
Considerações finais
Sendo o filme de Allio um desafio para reconstruir os acontecimentos, para
fazer falar a palavra sem falar por ela, ou seja, dizer a verdade sobre o
parricídio naquilo que ele cala, é preciso ouvir as interrogações feitas, fazer
outras, perguntar quem é Rivière, perguntar para pensar quem somos nós
que fazemos as perguntas. O filme traz o sublime, o trágico, uma verdade
parresiastica cínica escandalosa, que angustia e que pode fazer silenciar
momentaneamente, para que se possa decifrar “as relações de poder e de
luta dentro das quais os discursos se estabelecem e funcionam” 31. Aceitar
o convite para ocupar o lugar do espectador, sair da confortável fruição
estética, em Moi, Pierre Rivière, ayant égorgé ma mère, ma souer et mon
frère., Eu , Pierre Rivière, que degolei minha mãe, minha irmã e meu irmão,
é aqui e lá ver um espetáculo como o vemos, saindo de um lugar estável e
definido para o espectador, para ser interpretado por pela obra, para ocupar
um espaço diante do qual e com relação ao qual podemos nos deslocar. Uma
experiência de espaço da atualidade em que nós sujeitos nos inscrevemos
enquanto obra de arte, para com a obra de arte fílmica, para além da política
e da ciência, nos escandalizarmos e resistirmos perguntando o que fizeram
de nós.
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31 Idem, XIII.
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7 Michel Foucault: el “cuidado de sí”
entre ética y política
paulo henrique pinheiro da CoSta*
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Paulo Henrique Pinheiro da Costa
96
Michel Foucault: el “cuidado de sí” entre ética y política
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Paulo Henrique Pinheiro da Costa
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Michel Foucault: el “cuidado de sí” entre ética y política
cristianismo»11.
Para él, ese recorte histórico es significativo, pues constituye una
verdadera edad de oro del cuidado de sí, entendido ese tanto como noción,
como práctica y como institución.
Es importante entender el contexto histórico de esa nueva configuración
filosófica que surgió en el contacto entre la cultura griega y romana, así como la
importancia del «cuidado de sí» en este cuadro de transformaciones. Se trata
de una época en que la libertad política, la experiencia cultural y filosófica
se alteran radicalmente con la dominación macedónica y romana. Atenas se
convierte en parte del imperio fundado por Fillipe de Macedonia y ampliado
por su hijo Alejandro el Grande en 336 a.C. En esta conjetura, se pierde
la participación del individuo en el gobierno de la polis; el conocimiento
deja de ser una preparación para la actividad política, convirtiéndose un
perfeccionamiento del interior del hombre; hay el surgimiento de filosofías
que aspiran normas universales para la conducta humana. En este período,
tenemos el surgimiento de escuelas importantes, como la epicúrea, a través de
la figura de Epicuro (341 a.C. – 271 a.C.) y sus enseñanzas que prevalecieron
por siglos, en los cuales la filosofía era considerada como un instrumento de
liberación, una forma de acceso a la felicidad que dependía de un dominio
de sí, donde el hombre debería libertarse de sus placeres y de sus dolores.
También el estoicismo, fundada por Zenón en el siglo IV a.C., que buscaba
por una felicidad dictada por la razón, una «racionalidad universal», de ahí
la racionalización del cuidado de sí, presente de manera intensa. Así como
también tenemos el estoicismo romano, a través de Séneca, Marco Aurelio
y sus Meditaciones, entre otros muy importantes. De modo general, hay una
preocupación con uno mismo y consecuentemente una amplia cuantidad de
ejercicios, visando el interior del hombre. Según Pierre Hadot, para todas
las escuelas filosóficas, la principal causa del sufrimiento son las pasiones, o
sea, los deseos, los miedos y los placeres. En todas las escuelas, la filosofía
aparece entonces como una terapeuta de las pasiones. Cada escueta tiene
su método que objetiva una transformación profunda en la manera de vivir
de casa individuo. De ahí los «ejercicios espirituales», una preocupación
exacerbada con las prácticas de sí.12
De ese modo, a partir de su marco en la Grecia Clásica, el cuidado de
sí va perdiendo lentamente, sus objetivos y finalidades. Hay una ruptura,
un distanciamiento, de las características y peculiaridades que lo definían
otrora. Así como un aislamiento acentuado del campo político, que era su
finalidad primordial hasta entonces. Hay ahora una preocupación aún más
grande con las prácticas de sí, un direccionamiento al interior del individuo,
11 Foucault, A Hermenêutica do Sujeito, 75.
12 Hadot, Exercícios Espirituais e Filosofia Antiga, 22.
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Paulo Henrique Pinheiro da Costa
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Michel Foucault: el “cuidado de sí” entre ética y política
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102
FOUCAULT Y EL
CRISTIANISMO
8
O Cristianismo como aniquilação da
subjetividade: um olhar foucaultiano
odeniCio Jr. marqueS de melo*
Introdução
O presente texto tem por objetivo analisar algumas relações de poder
existentes no discurso religioso do cristianismo neopentecostal na Baixada
Fluminense (área metropolitana do Rio de Janeiro/Brasil). E sinalizar as
possíveis ligações entre o poder político e o religioso, mostrando como
líderes religiosos fazem de suas comunidades, pensando a figura pastor-
ovelha, currais eleitorais.
Os caminhos que Foucault abre através de suas pesquisas, principalmente
sobre a análise do discurso e as questões que envolvem o poder,
possibilitam múltiplos olhares que auxiliam na (des)construção de certos
posicionamentos essencialistas presentes nas várias ramificações religiosas.
Ele parte da percepção de detalhes sutis, que estão para além de análises
«gramaticais», permitindo, assim, entender como a religião se fundamenta e
tem seu centro gravitacional exatamente na força que emana dos discursos.
A capacidade de comunicação se torna então, um dos principais dispositivos
que sustenta os procedimentos na fabricação de sujeitos sem autonomia,
direcionados pelo que a figura do líder expressa.
Portanto ao pensar na presença do cristianismo neopentecostal na
Baixada Fluminense com milhares de adeptos a cada dia, e as relações de
poder presentes nesses discursos pastorais, algumas questões são suscitadas:
Como perceber esses mecanismos de poder e dominação na fala dos líderes
religiosos? Existem impactos na construção dessas subjetividades? Quais
as fronteiras do ‘eu’ nessas perspectivas? O poder político se aproveita de
alguma maneira desses rebanhos de ovelhas? Seguindo essas perguntas,
aparecerão outras ao longo do texto.
* Graduado em Teologia pela EST (Escola Superior de Teologia – São Leopoldo RS/
Brasil). Atualmente cursando Mestrado em Educação Arte e História da Cultura na
Universidade Presbiteriana Mackenzie – SP/Brasil, com pesquisa em andamento na
Linha de História da Cultura
105
Odenicio Jr. Marques de Melo
Canetas e fuzis: diferentes formas de biopoder e arquitetura da
opressão
Para melhor entendimento desta apresentação faz-se imprescindível
descrever seu contexto e motivações. A convivência com a população da
Baixada Fluminense, especificamente na cidade de Belford Roxo, em um
dos bairros mais violentos da cidade, o Jardim Bom Pastor, conhecido
como Gogó da Ema, na região metropolitana do Rio de Janeiro, é árdua
e instigante. Ela tem feito com que eu experimente cotidianamente algo
que Michael Foucault relata no curso Os Anormais, mostrando a partir de
várias margens sociais construídas a partir de relações de poder, onde vão
se criando as marcas de distinção entre certos ‘corpos estranhos’, como
vão se delineando discursos que evidenciam certas relações domínio. Que
simplesmente silenciam as vozes ‘diferentes’, que carregam essas marcas.
O que podemos chamar de processos de confecção da anormalidade.
Então, no tocante ao que é colocado como abjeto, ou seja, que tem
como lugar de análise descentralizada das grandes narrativas e questões,
Foucault diz que «em vez de formular esse problema da alma central, eu
acho que conviria tentar estudar os corpos periféricos e múltiplos, esses
corpos constituídos, pelos efeitos do poder, como súditos»1. A partir das
margens podem ser percebidas com mais nitidez o quanto essa manutenção
das relações de poder podem ser construídas, inclusive quando se propõe
essa ligação entre religião e poder, e confecção da alienação política.
Duas palavras poderiam caracterizar o modus de vida das pessoas que
moram nesse lugar: pobreza e violência. Há a construção de uma pobreza
que tem um intenso cenário, totalmente perceptível simplesmente ao andar
pelas ruas do bairro. Não há nenhum tipo de ordem ou sentido estético.
As pessoas lutam por espaço com ratos, baratas e porcos. Ruas de chão
onde, em dias de calor, há uma poeira que lembra os maiores desertos e, nos
dias de chuva, uma lama brutal que quase impossibilita o deslocamento.
As moradias entre algumas raras exceções oferecem muito menos que o
básico que se precisa, segundo os índices de desenvolvimento humano.
Num ambiente marcado pela miséria, os elevados índices de natalidade são
quase incompreensíveis.
As ruas são tomadas por meninos, agentes do tráfico de drogas,
que desfilam com seus veículos roubados, expondo com orgulho seus
armamentos pesados, rádios de comunicação, como se fossem- e de fato
são - autoridades do tribunal de rua. Os tiroteios e assassinatos se tornaram
algo tão normal, que é comum encontrar crianças brincando, jogando bola
e soltando pipa em meio a confrontos bélicos ou próximos a cadáveres
ceifados pela justiça alternativa.
1 Foucault, Em Defesa da Sociedade, 34.
106
O Cristianismo como aniquilação da subjetividade
Tamanha naturalização da violência faz com que boa parte dos meninos
na faixa dos 12, 13 anos almeje se tornar uma dessas «autoridades». Elas
que arquetipicamente simbolizam os heróis da comunidade, portadores de
arma, belos carros, dinheiro e mulheres. Esta parece ser quase sempre a
melhor opção, visto que é expressão de um poder. Há um emaranhado de
poderes em jogo quando se pensa nas disputas pela primazia neste espaço.
Esse acaba se tornando um excelente laboratório para análise de certos
conceitos como, por exemplo: «subjetividade, ser humano, direitos,
cidadania», que acabam de maneira grave nesse ambiente encontrando
suas míseras fronteiras. O poder público é desmascarado nessa comunidade
(outras podem servir de exemplo), pois percebe-se o fracasso em
garantir condições dignas de existência. Ou por um lado se evidencia sua
incompetência, ou por outro a maldade e inclinação para a corrupção.
O Estado (Município, Estado, País) é nesse lugar um poder ausente
(propositalmente?) na maior parte do tempo, que se faz presente apenas da
pior maneira possível. O aparato policial é enviado para estabelecer certos
«diálogos» com o poder local. Às vezes há uma troca de favores nesses
diálogos que, sem um «acordo bom» para ambas as partes, pode acabar por
fazer com que as «gentilezas» sejam trocadas de balas de fuzil.
O Estado poderia se fazer presente de outras formas nessa comunidade,
mas a opção é essa. O interessante é que ao demonstrar essa escolha – que
não é mostrada nas grandes mídias – o Estado permite nesse local abjeto
uma dissecação dos jogos de poder que direcionam para o abismo uma
parcela da sociedade. As negociatas entre o «bem e o mal» são uma constante
na convivência desta comunidade. E elucidam o tráfego de influência
na orquestração das subjetividades. Acontece que junto de meninos com
metralhadoras, pistolas e radinhos, temos também homens importantes com
gravatas, colarinhos brancos e canetas por trás de boa parte dessa destruição de
potenciais. Como se certas canetas e assinaturas tivessem certa proximidade e
poder para massacrar a mera vida como o fuzil e as pistolas dos meninos. Um
tipo de biopoder paralelo, onde tanto um quanto o outro são responsáveis por
uma total vivência marcada pelo que se chama de opressão de todos os lados.
A pobreza e violência então, ao que esse contexto sinaliza, tem seus
engenheiros. A impressão que se tem é que para o «bem» existir (ESTADO/
SEGURANÇA) é preciso a violência. Alguém tem que pagar o preço da lei.
A lei seja a do tribunal dos engravatados, seja a dos meninos pretos de fuzil
precisa ser mantida, acordos e desacordos continuam derramando sangue e
fazendo se perpetuar essa cultura limitada, que longe de ser uma fatalidade
do destino, tem início e meio, quem dera se pudéssemos contemplar um fim.
Nesse ambiente de disputas pelo poder, a religião (em especial o
cristianismo numa vertente pentecostal e neopentecostal) tem se colocado
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Odenicio Jr. Marques de Melo
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O Cristianismo como aniquilação da subjetividade
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Odenicio Jr. Marques de Melo
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O Cristianismo como aniquilação da subjetividade
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Odenicio Jr. Marques de Melo
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9 La parrhesía como una modificación
hacia el cristianismo
JoSé manuel rodríguez malpartida*
1. Introducción
Me gustaría comenzar realizando una pequeña advertencia a tenor de la
naturaleza de la comunicación que me dispongo a pronunciar. Se trata de
un estudio que nos encontramos desarrollando en estos momentos y, por
lo tanto, no se puede concluir nada definitivamente, sino que finalizaré mi
gustosa participación en este congreso con el esbozo de las líneas maestras
en las que continuaremos desarrollando la investigación.
El concepto que cautiva la mirada de Foucault en sus últimos años
es el de parrhesía. Traducido al latín como libertas o al castellano como
franqueza —según el mismo Foucault1—, se trata de un concepto que es
estudiado a través de diez siglos: desde los escritos de Eurípides (siglo
V a.C.), hasta textos patrísticos como los de Juan Crisóstomo (345/347-
407 d.C.).2 Los matices que va desplegando este concepto, así como las
prácticas que le vienen comprometidas, hacen que su estudio sea una labor
ardua y apasionante. Además, el concepto parrhesía tiene una importancia
cardinal durante el período antiguo y su herencia al cristianismo primitivo.
Nuestro objetivo es seguir un hilo conductor, que nos lleve hasta una
interpretación del concepto de parrhesía que, asumido y trabajado por el pre
y paleocristianismo, mantenga esas prácticas en las que el sujeto se encuentra
en constitución, en relación con su propia verdad y conforme a unas reglas
de comportamiento. Es decir, analizaremos los escritos cristianos en busca
* Licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla. Máster Universitario en Estudios
Avanzados en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente
soy estudiante del Doble Máster en Profesorado de Educación Secundaria (MAES) y
Filosofía y Cultura Moderna por la Universidad de Sevilla, en el que estoy realizando
un TFM titulado «La parrhesía en Michel Foucault». En este trabajo desarrollo una
investigación transversal del concepto en el pensamiento del francés durante sus
últimos años, así como su posible evolución.
1 Foucault, Discurso y verdad en la antigua Grecia, 36.
2 Ibídem, 35.
113
José Manuel Rodríguez Malpartida
2. La «parresía» en el judeohelenismo
En lo concerniente a los textos precristianos, Foucault usó principalmente la
3 Foucault, La Hermenéutica del sujeto: Curso del Collège de France (1981-1982), 469.
4 Por ejemplo en las sesiones del 19 y 26 de febrero de 1975, del Curso del Collège de
France (Los anormales).
5 Foucault, Discurso y verdad en la antigua Grecia, 184.
6 Foucault, El coraje de la verdad. El gobierno de sí y de los otros II: Curso del Collège de
France (193-1984), 327.
7 Ídem.
8 Ibídem, 328-332.
9 Ibídem, 333.
114
La parrhesía como una modificación hacia el cristianismo
10 A pesar que intentamos mantener el sentido original que tiene el texto, para las
traducciones castellanas hemos usado: Biblia de Jerusalén (nueva edición revisada y
aumentada). Desclée de Brower: Bilbao, 2008.
11 Beryrenther, Bietenhard y Coenen, Diccionario teológico del Nuevo Testamento (vol. I),
296.
12 Foucault, El coraje de la verdad. El gobierno de sí y de los otros II: Curso del Collège de
France (193-1984), 334.
13 Este mismo verso es citado en Montagnini, Scarpat y Soffritti, Grande lessico del nuovo
testamento (vol. IX), 894-895: «In questi passi παρρησία significa libertà verso Dio,
una condizione che include un libero acceso, un approccio a Dio non più impedito da
ostacolo alcuno. Sap 5,1 conferma da un lato questo significato del nostro termine
(che viene usato qui assolutamente e con un orientamento escatológico), ma dall’altro
va oltre, precisando, in connessione con 5,5 e 5,15s., che un tale stato de libertà verso
Dio si manifesta nella δόξα di colui che gode di questa παρησία».
14 Foucault, El coraje de la verdad. El gobierno de sí y de los otros II: Curso del Collège de
France (193-1984), 335.
15 Ídem.
16 Foucault, Discurso y verdad en la antigua Grecia, 43.
115
José Manuel Rodríguez Malpartida
Una segunda recepción que, según Foucault, tergiversa aún más las
condiciones del parrhesiastés grecolatino, es traducir el concepto de
parrhesía por una especie de plegaria (De specialibus legibus, 203)17.
Donde la condición de posibilidad del actuar conforme a la parrhesía es
la «buena conciencia», «que ningún impío puede poseer»18. Sin embargo,
hemos de decir que estas asunciones no son aisladas, sino que se dan muy
cercanas la una a la otra, creando un rico aparataje conceptual escatológico
alrededor del término parrhesía. Esta plegaria parrhesiástica, basada en el
texto de Filón, tiene que ver tanto con la posibilidad de apertura a Dios,
como con la epifanía que ahora veremos y con la buena conducta de los
hombres piadosos a los que se le conceden.
Así, en la Biblia de los Setenta (Pr 1, 20-21) se encuentra el concepto
parrhesía usado como cierto don de Dios, en tanto articulación verbal de la
voz de la sabiduría. El término parrhesía pasa a significar un acto divino,
alejándose de aquella actividad humana que era propia de la concepción
griega.
Por último, en el Salmo 94, 1-319 aparece el verbo parresiázesthai como
la manifestación omnipotente y bondadosa de Dios, es decir, como una
epifanía20. Esta modificación tiene mucho que ver con la anterior, ya que la
manifestación divina se lleva a cabo mediante la palabra21.
Foucault, con estos ejemplos, parece vaticinar un desplazamiento hacia
una concepción de la parrhesía como un situarse cara a cara con el Creador22,
por parte de la criatura. Se trataría de un acceso sin obstáculo hacia Dios,
para encontrarnos escatológicamente con Él —atendiendo a la entrada de la
parrhesía en el Grande lessico del nuovo testamento23—. En este encuentro,
según Foucault: «se elimina el riesgo»24.
17 Montagnini, Scarpat y Soffritti, Grande lessico del nuovo testamento (vol. IX), 901-902.
18 Beryrenther, Bietenhard y Coenen, Diccionario teológico del Nuevo Testamento (vol. I),
296.
19 También recogido en García Santos, Diccionario del griego bíblico, 660.
20 Montagnini, Scarpat y Soffritti, Grande lessico del nuovo testamento (vol. IX), 899:
«indica la fulgente, abbagliante epifania di Dio che, rompendo il silenzio, ga ora udire
la propria voce e parla. Talora il traduttore può aver scelto παρρησιάζεσϑαι perché
questo verbo contiene i due momenti dell’apparizione/rivelazione (…) e della parola.»
21 Beryrenther, Bietenhard y Coenen, Diccionario teológico del Nuevo Testamento (vol.
I), 296: «en donde se traduce al hebreo yāpha’ (hif.= destellar, aparecer en todo su
esplendor: un verbo utilizado especialmente en relación con las epifanías de Yavhé)».
22 Nuestro autor también ve esta relación, aunque solo en parte. (Foucault, El coraje de
la verdad. El gobierno de sí y de los otros II: Curso del Collège de France (193-1984),
342).
23 Montagnini, Scarpat y Soffritti, Grande lessico del nuovo testamento (vol. IX), 877-932.
24 Foucault, El coraje de la verdad. El gobierno de sí y de los otros II: Curso del Collège
de France (193-1984), 336.
116
La parrhesía como una modificación hacia el cristianismo
117
José Manuel Rodríguez Malpartida
31 Foucault, El coraje de la verdad. El gobierno de sí y de los otros II: Curso del Collège de
France (193-1984), 339.
32 Beryrenther, Bietenhard y Coenen, Diccionario teológico del Nuevo Testamento (vol. I),
296.
33 Ídem.
118
La parrhesía como una modificación hacia el cristianismo
4. La «parresía» patrística
Pero lo problemático aparece, para Foucault, en la recepción del término
por parte de la ascética de los primeros siglos, ya que existe una doble visión
del parrhesiastés: una positiva, entendida como confianza en Dios, y otra
negativa, interpretada como osadía y de la que se creará toda una corriente
antiparrhesiástica cristiana.
La visión positiva de la parrhesía, a su vez, se divide en dos. Por un
lado, como nos muestra Foucault usando un texto de Juan Crisóstomo34, se
mantiene la actitud valerosa y de coraje del individuo en el testimonio de
la fe, ante la persecución y el más que posible martirio: señalando que la
traducción que se hace del concepto parrhesía es, literalmente, «audacia
valerosa»35, concepto bastante cercano a la concepción grecolatina. Por
otro lado, el que es mártir, en tanto parrhesiastés por excelencia, también
dispone de la «confianza» en Dios como una segunda dimensión de este
tipo de parrhesiastés36. Foucault alude a una serie de testimonios, para
abalar esta conjugación entre fe, confianza y coraje, que conforman al
nuevo parrhesiastés: entre ellos, Gregorio de Nisa, que «incluso coincide
con algunos temas del cinismo —nos dice el francés—»37. Mencionar que,
para Gregorio de Nisa, el parrhesiastés es el que se encuentra frente a
Dios, en su confianza, volviendo a la modificación que hemos visto en
los textos judeo-helenísticos. Recordemos que se trata de una confianza
escatológica. Por esta razón, hemos de revisar muy a fondo qué es y
qué comporta esta relación de confianza hombre-Dios, que atraviesa
constantemente los diez siglos estudiados por Foucault. Una relación
entendida como parrhesía por los autores tratados.
En la descripción de esta recepción de la parrhesía, Foucault ya nos
avanza una nueva modificación hacia la desconfianza de sí y la necesidad
del «principio de obediencia» que tanto había anunciado38, dando lugar a
estructuras de dominación del sujeto. Esta modificación se basa en entender
la parrhesía en sentido negativo, como una osadía o una intrepidez arrogante.
Sin embargo, se trata de una segunda modificación que no entra dentro del
34 Foucault, El coraje de la verdad. El gobierno de sí y de los otros II: Curso del Collège de
France (1983-1984), 340.
35 Ibídem, 341.
36 Ídem.
37 Ibídem, 342.
38 Ibídem, 343.
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José Manuel Rodríguez Malpartida
5. Conclusiones
Por todas estas razones y aunque nuestro trabajo no queda finalizado aquí,
hemos de reconocer que existen ciertas confluencias terminológicas de lo
que se entendía por parrhesía en la Antigüedad grecolatina. Por razones
contextuales que estamos estudiando, estas influencias se ven modificadas
matizándose en diferentes formas de ser, de las que nuestro autor se percató.
La emergencia del concepto de parrhesía como una relación escatológica
entre el hombre y Dios parece ser una constante en los textos judeo-
helenísticos, neotestamentarios y patrísticos. La actitud del hombre que, en
su modo de vida, en forma de plegaria abre verdaderamente su corazón a
Dios elige un modo de vida conforme a la verdad, conforme a Dios. De
este modo, al final de los días le harán estar cara a cara con Él. Un modo
de vida adecuado y recto, que es la condición de posibilidad de una vida
verdadera. Igual que en la concepción grecolatina, al parrhesiastés, al que
se le reconoce por su modo de vida.
Se trata de una constante que tiene algunas variantes conceptuales, sobre
todo en lo que respecta a la intervención divina, en tanto parrhesiastés, y a la
relación con el otro mundo, que ya nos vaticinaba Foucault como uno de los
puntos de inflexión en la evolución terminológica de la parrhesía. Hemos
de seguir estudiando esta evolución, sus influencias, en qué contextos se
va asentando y cuáles son las posibles modificaciones que el término va
sufriendo. Muchas gracias por su atención y buenas tardes.
6. Bibliografía
BERYRENTHER, E., BIETENHARD, H. y COENEN, L. (1980).
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39 Ibídem, 347.
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El pastorado eclesiástico medieval como gobierno político
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Cristina Catalina
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El pastorado eclesiástico medieval como gobierno político
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11 Y el logos se hizo carne
Juan manuel gaSCa oBregón*
135
Juan Manuel Gasca Obregón
4 Véase: Foucault, Del gobierno de los vivos, 307-323; y Foucault, Obrar mal, decir la
verdad, 150-157.
5 Foucault dice subditio, pero en Casiano el término que se encuentra es subjectio,
véase: Foucault, Del gobierno de los vivos, 317, nota 78.
6 Foucault, Del gobierno de los vivos, 321.
7 Foucault, «What Is Enlightenment?», 48. (Traducción propia).
8 Foucault, «What Is Enlightenment?», 46. (Traducción propia).
136
Y el logos se hizo carne
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Juan Manuel Gasca Obregón
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Y el logos se hizo carne
2. Sencillez de corazón y parresía
La lámpara del cuerpo es el ojo. Si, pues, tu ojo estuviera bueno [ἁπλοῦς,
simplex, sencillo], todo tu cuerpo estará iluminado, mas si tu ojo estuviere
malo [πονηρός, nequam, inválido], todo tu cuerpo estará entenebrecido. Si,
pues, la luz que hay en ti es oscuridad, ¿la oscuridad cuánta será?
Mt 6,22-2317
Si concebimos la subjetividad como el ámbito de la libertad, es decir, como
el dominio donde se vuelve posible para un individuo (o un grupo categorial
de individuos)18 la elección de los modos de ejercer poder, en los griegos
de la Antigüedad radicaba en el alma,19 y para sus contemporáneos judíos,
en el corazón.20 Peter Brown reconoce en la tradición judía una concepción
moral relativa a la «sencillez» o a la «doblez» de ese corazón. La sencillez
de corazón refiere a una total transparencia de las intenciones y los actos
para con la comunidad (y, en ese ejercicio, para con Yahvé). La doblez de
corazón, en cambio, se relaciona con cierto espíritu manipulador, que lleva
una agenda oculta, una especie de egoísmo que coloca un velo en el sujeto
para dificultar ser descifrado por otros.
La sencillez de corazón es una actitud solidaria a partir de que la doblez
de corazón comporta un alejamiento de la Ley que implica un retraso del
Reino y hasta puede provocar la ira divina. Brown observa que la solidaridad
de las primeras comunidades cristianas se inscribiría en la tradición judía
de la sencillez de corazón. «Se trata de una visión de solidaridad sin
fisuras -y, por consiguiente, de permeabilidad total de la persona privada
a los requerimientos de la comunidad religiosa- cuya presencia llega
a hacerse obsesionante [en] el mundo antiguo de los últimos siglos»21.
17 Bover & O’Callaghan, «Nuevo Testamento Trilingüe», 30.
18 Las preguntas que se plantean a este nivel de abstracción no son del tipo: ¿cuál era la
subjetividad de Pablo?, sino ¿qué subjetividad se manifiesta en los textos de Pablo (y,
por lo tanto, resulta concebible como modo de sujeción cristiana en su época)?
19 «Cuando se dice “Sócrates habla a Alcibíades”, ¿qué quiere decir esto? […] La cuestión
planteada es la del sujeto: […] ¿cuál es el sujeto supuesto cuando se evoca esa
actividad de habla que es la que emprende Sócrates con respecto a Alcibíades? Se
trata […] de poner de manifiesto al sujeto en su irreductibilidad. […] ¿cuál es el único
elemento que, en efecto, se vale del cuerpo, de sus partes, de sus órganos, y por
consiguiente de sus instrumentos, y en definitiva va a valerse del lenguaje? Pues bien,
es el alma […] Por ende, el sujeto de todas esas acciones corporales, instrumentales,
lingüísticas, es el alma». Foucault, La hermenéutica del sujeto, 68-69.
20 «Cada creyente confrontaba a Dios no como un alma comprometida, por un tiempo,
a la necesaria y desgraciada tarea de llevar orden a un cuerpo extraño, sino en tanto
poseedor de un “corazón”, esto es, de un núcleo escondido de sí, que podría responder
a o rechazar la voluntad de su Creador. El corazón humano podría endurecerse: se
podría convertir en un corazón de piedra, tenso en un estado de rebelión muda a la
voluntad de Dios». Brown, «The Body & Society. Men, Women and Sexual Renunciation
in Early Christianity», 35. (Traducción propia).
21 Brown, «La Antigüedad tardía», 247.
139
Juan Manuel Gasca Obregón
22 «El término parrhesia está tan ligado a la elección, la decisión, la actitud de quien
habla, que los latinos, justamente, lo tradujeron por la palabra libertas». Foucault, La
hermenéutica del sujeto, 354.
23 «Hay dos significados de la palabra sujeto: sujetado a algún otro por el control y la
dependencia, y atado a su propia identidad por la conciencia o el autoconocimiento».
Foucault, «El sujeto y el poder», 323.
24 El parresiasta «hace un pacto cuando dice: soy quien ha dicho esta verdad; por lo
tanto, me ligo a la enunciación y corro el riesgo de todas sus consecuencias». Foucault,
El gobierno de sí y de los otros, 81.
25 «ὀμολογειν significa “decir lo mismo”; es “estar de acuerdo”, “dar el asentimiento”,
“convenir en algo con alguien”. ἐξομολογειν, el verbo mediante el cual se designan
esos actos -el sustantivo es ἐξομολόγησις-, es [...] “manifestar su acuerdo”. Y la
exomologesis será entonces [...] el hecho de convenir en [...] el propio pecado y
el hecho de ser pecador [...] Es el término ἐξομολόγησις el que los autores latinos
traducen por confessio, y ἐξομολογειν por confiteri o a veces fateri [...] muchas veces
los autores latinos usan en latín el término griego ἐξομολόγησις, como si designara
algo que la palabra latina confessio, una palabra banal, no lograra captar del todo. Y
a comienzos del siglo III Tertuliano dice que el término exomologesis es por entonces
familiar en latín y se lo utiliza corrientemente». Foucault, Del gobierno de los vivos,
233-234.
140
Y el logos se hizo carne
141
Juan Manuel Gasca Obregón
28 «[...] “parrèsiázesthai” significa “decir la verdad”. Pero ¿el parresiasta dice lo que él
piensa que es la verdad o dice lo que es realmente la verdad? Para mí, el parresiasta
dice lo que es verdad porque sabe que es verdad. Y sabe que es verdad porque es
realmente verdad. El parresiasta no es solamente sincero y dice su opinión sino que
su opinión es realmente verdad». Foucault, «Coraje y verdad», 267-268.
29 Foucault, Del gobierno de los vivos, 107.
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CUERPOS,
SEXUALIDADES,
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12 Dos prazeres vergonhosos: animalidade
e subjetividade nos aphrodisia
FláVio Valentim de oliVeira*
147
Flávio Valentim de Oliveira
por que se recomenda cuidados morais em relação a ele? Esta é uma questão
que envolve boa parte das análises foucaultianas no capítulo dedicado aos
“Aphrodisia” em História da Sexualidade II: o uso dos prazeres. Em sua
estratégia explicativa Foucault dialoga com vários textos clássicos da
filosofia, em especial com Platão e Aristóteles. Proponho, assim, rastrear,
brevemente, algumas passagens das obras República e Ética a Nicômaco
para melhor entender os laços entre animalidade, subjetividade, aphrodisia.
Assim, as questões de como evitar o excesso? De como não abusar de
sua natureza? De como se portar e como se servir diante dos “prazeres da
mesa e da cama”?5 podem ser melhor compreendidas como uma busca por
um modelo de educação digno tanto para os alimentos como para a moral
sexual que era designado de “aphrodisia”.
Esta preocupação com a educação dos aphrodisia não se constituía
apenas como um simples problema especulativo. A sociedade grega não
estava livre de cenas cotidianas marcadas pela bestialidade e pela violência
sexual. Em sua obra Obscenidade e violência (1993), H.P. Duerr ressalta o
problema ateniense com os estupros masculinos: pois, um homem estuprado
não era visto apenas como alguém “degradado” (entwürdigt), mas como um
indivíduo que tinha sido “desonrado” (entehrt) porque perdera seus “direitos
civis” (Bürgerrechte) ao ser sujeitado à força “para ser feito mulher” (zur
Frau Gemachter).6
Esta questão do mau uso dos prazeres adquire maior dramaticidade
no cenário grego no que diz respeito ao comportamento dentro de uma
comunidade em estado de alerta e tensão belicosa. Assim K.J. Dover chama
atenção sobre “homens ou garotos que se sujeitam a atos homossexuais
em troca de dinheiro”.7 Questão dramática para os comportamentos
sexuais porque em períodos de tensão com o mundo estrangeiro, como
era o caso da desavença entre Atenas e a Macedônia no século 346 a.C.,
os peporneumenos (que fazem trocas sexuais com o seu corpo) e os
hẽtairẽkõs (palavra grega que designa o papel de “um homem ou garoto
que tivesse um papel homossexual”) eram literalmente impedidos “do
exercício de seus direitos civis” sob a acusação de que aquele que vende
o “próprio corpo” não hesitaria “em vender os interesses da comunidade
como um todo”.8
5 Ibídem, 70. Ver também tradução brasileira História da sexualidade II, 65.
6 Duerr, Obszönität und Gewalt. Der Mythos vom Zivilisations prozeß. Suhrkamp Verlag,
Band 3, Frankfurt am Main, 1993, 259. Ver especialmente a seção 17 Die homosexuelle
Vergewaltigung (“estupro homossexual”).
7 Dover, A homossexualidade na Grécia Antiga, 38.
8 Ibídem, 37-38.
148
Dos prazeres vergonhosos
*
Pensar o prazer do corpo dentro do próprio corpo da cidade. É assim que no
livro quarto da República de Platão, citado estrategicamente por Foucault,
que encontramos logo de início uma indagação provocativa ao filósofo
Sócrates, por parte de Adimanto, que assim diz: “De que maneira, Sócrates,
perguntou, te justificarias, se alguém observasse que teus homens não são
muito felizes?”9 Sócrates não se furta da pergunta, mas se percebe que ele
situa essa questão no quadro mais amplo da formação do cidadão grego.
Uma das mais importantes respostas de Sócrates parece residir na falsa
aparência de um homem: “não exijas que pintemos tão belamente os olhos,
a ponto de acabarem por não parecerem olhos, e do mesmo modo os demais
membros”. É curioso que Sócrates retire esse exemplo da pintura para
esclarecer a pergunta de Adimanto. Digo, curioso, porque no livro terceiro,
ao tratar do gênero da música e da ginástica, Sócrates já mencionara que um
indivíduo que se torna “inimigo das Musas” é um inimigo de toda “graça
e ao sentido do equilíbrio”, semelhante a um “animal feroz” porque vive
justamente “como ignorante nas mais grosseiras práticas”. 10 Mas, neste
segundo caso, o da pintura, temos a figura do homem que gosta muito
do excesso dos enfeites. Logo, o tema da “temperança” assume um papel
importante nos argumentos socráticos. Em relação as aparências, Sócrates
menciona os dois vícios: a riqueza e a pobreza. O primeiro erra pela luxúria
e indolência, enquanto o segundo vício molda uma alma de escravo. 11
Toda essa reflexão se desenvolve porque para Sócrates a temperança é uma
virtude pública. O intemperante é “inferior a si mesmo” ao não saber lidar
com a “multiplicidade das paixões” e, nesse ponto, Sócrates não hesita em
identificar o intemperantes como um grupo muito próximo das crianças,
mulheres e escravos.
**
Embora não exista nenhuma caracterização ontológica do mal nos prazeres,
onde os gregos continuamente ressaltavam sua “vivacidade natural”, se
deve continuamente tomar os cuidados necessários para que essa vivacidade
não transborde os seus próprios limites, para que não possa “inverter a
hierarquia, a colocar esses apetites e sua satisfação em primeiro lugar, a
lhes dar poder absoluto sobre a alma”.12 É por essa razão que no sétimo livro
da Ética a Nicômaco, Aristóteles destaca que a “bestialidade” é o terceiro
estado moral, juntamente com o “vício” e a “intemperança”, a ser evitado.
9 Platão, Livro IV, 419a.
10 Ibídem, 174e.
11 Ibídem, Livro IV, 422a.
12 Foucault, Histoire de la sexualité II, 68. Na tradução brasileira, 63.
149
Flávio Valentim de Oliveira
É importante notar que o filósofo faz questão de esclarecer que não está se
referindo aos animais ditos irracionais, uma vez que “não existe vício ou
virtude no que se refere a uma fera”.13 A bestialidade é algo que diz respeito ao
estatuto humano e se desdobra em três níveis: a) o primeiro está relacionado
a uma classificação frequente de indivíduos ou grupos bárbaros, tipos de
vida humana opostos a polís grega; b) o segundo diz respeito a um estado
médico, isto é, indivíduos doentes ou marcados por alguma atrofia em seu
desenvolvimento; c) o terceiro, mais problemático, está relacionado a uma
vida de oprobidade, de um “grau”, como diz Aristóteles, “excepcional de
vício humano” que escandalizava a polis muito mais do que o estrangeiro, o
bárbaro ou o doente, tendo em vista que “alguns prazeres são ignominiosos e
destroem a reputação daquele que se entrega a eles”.14Mas Aristóteles deixa
claro que a busca pelo prazer do “leito” (eunes) indica sinais de juventude
e vigor, embora o prazer tenha uma “peculiaridade individual”, pois “coisas
diferentes são prazerosas a diferentes pessoas”.15
***
Segundo Foucault, a educação dos prazeres para os gregos não está centrada
no “tipo de objeto” (type d’objects) nem tampouco pelo “modo de prática
sexual que eles preferem” (mode de pratique sexuelle qu’ils préfèrent).16
Isto significa que o prazer não é tipificado moralmente, bem como, não se
julga as predileções sexuais como um desvio de conduta. Foucault ressalta
que: “É raro, quando se caracteriza o retrato de um personagem, que se
destaque sua preferência por esta ou aquela forma de prazer sexual” (Il
est assez rare, lorsqu’on trace le portrait d’un personnage, qu’on fasse
valoir sa préférence pour telle ou telle forme de plaisir sexuel).17 O que se
reflete do ponto de vista moral, tanto na prática sexual “com as mulheres
ou com os rapazes” (avec les femmes ou les garçons)18 diz respeito apenas
a um critério quantitativo, da “frequência dos atos” que, por sua vez,
caracteriza moralmente o “apetite dos prazeres” e avalia sua “temperança”
(tempérance)19 para justamente não cair em “uma grande patologia do
excesso” (une grand pathologie de l’excès) que é a própria “doença do
corpo (maladie du corps).20
150
Dos prazeres vergonhosos
151
Flávio Valentim de Oliveira
152
Dos prazeres vergonhosos
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154
13 Las aphrodísia, la carne y la sexualidad: las
formas de problematización en las experiencias
históricas del cuerpo y sus placeres
CuauhtémoC nattahí hernández martínez*
1. Introducción
En los dos últimos libros que componen su Historia de la sexualidad,
Foucault analizó las «matrices de problematización» a través de las cuales
se abrieron e instituyeron históricamente las experiencias singulares
del cuerpo y sus placeres. Los aphrodísia griegos, la carne cristiana y la
sexualidad moderna, en este sentido, se nos presentan como experiencias
históricamente singulares, con sus tres ejes constitutivos cada una: con los
campos de saber que la refieren, con los tipos de normatividad que regulan
su práctica y con los modos de relación consigo mismo a que es llevado el
sujeto en cada una de esas experiencias históricas.
La sexualidad como experiencia estrictamente moderna, por ejemplo,
está asociada, nos dice Foucault, a un contexto teórico y práctico del que es
indisociable y que funciona como su misma condición de posibilidad: está
relacionada con campos de conocimientos científicos diversos (que cubren
tanto los mecanismos biológicos de la reproducción como las variantes del
comportamiento), con un conjunto de reglas y normas, nuevas y tradicionales,
que se apoyan en instituciones religiosas, judiciales, médicas, y con ciertas
maneras en que los individuos se ven llevados a dar sentido a su conducta, a
sus deberes, a sus placeres eróticos y a sus sentimientos.
Lo que hacemos a continuación es, precisamente, analizar estas
experiencias históricas desde el costado de la ontología que presuponen y,
a su vez, reflexionar sobre el sentido y alcances que para la historia de los
* Doctor en Filosofía por la Universidad de Guanajuato, México. Actualmente, se desempeña
como profesor e investigador en el Departamento de Filosofía de la misma institución
y pertenece al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del Conacyt. Sus intereses de
investigación son la teoría crítica, el postestructuralismo francés y la biopolítica.
155
Cuauhtémoc Nattahí Hernández Martínez
156
Las aphrodísia, la carne y la sexualidad
157
Cuauhtémoc Nattahí Hernández Martínez
moral, médica y filosófica del cuerpo y sus placeres que encontramos entre
los griegos tomó el nombre de las aphrodísia, o, mejor dicho, lo que se
problematizó fueron las aphrodísia. Con dicho término los griegos referían
un conjunto de fenómenos, actos, contactos, imágenes y pasiones que, como
nos dice Foucault, sería muy difícil traducir a nuestra idea de «sexualidad»,
ya que con esa noción se hacía un recorte distinto de los placeres del cuerpo
y se contemplaba una realidad de otro tipo que desempeñaba en el saber y
en la moral griegos otras funciones distintas a las que realiza nuestra idea
moderna de «sexualidad».
Las aphrodísia (“las obras o los actos de Afrodita”) son las cosas o los
placeres del amor que –a partir de cierto momento- van a ser problematizados
a propósito de la relación con el cuerpo en la Dietética, de la relación con la
esposa en la Económica, de la relación con los muchachos en la Erótica y
de la relación con la verdad en la Filosofía y respecto de los cuales veremos
aparecer ciertos temas de austeridad moral, cierta actividad de estilización y
de reflexión. Es en estos ámbitos del cuerpo, la esposa, los muchachos y la
verdad que las aphrodísia se convertirán en un objeto de inquietud moral, de
reflexión filosófica y en una oportunidad para el ejercicio de la práctica de
la libertad, a través de tres formas de problematización centrales: a través de
la reflexión moral, la reflexión filosófica y la médica. En cualquiera de estas
formas, lo que se problematizó no fue la forma que revisten los placeres del
cuerpo, sino la actividad, antes que su morfología. Lo que se problematizó fue
la propia dinámica que une el placer, el acto y el deseo en un todo dinámico.
Y se problematizó con una pregunta que cuestionaba la fuerza con que nos
dejamos llevar «por los placeres y los deseos». Lo que se cuestionaba era, en
términos cuantitativos, el grado de actividad y la frecuencia de los actos (aquí
se trataba del problema de la moderación o incontinencia) y, en términos
cualitativos, la función que tenía que ver con si se era activo o pasivo en la
relación, si se era sujeto u objeto del placer del otro.
Si desde el punto de vista médico el exceso era lo que constituía un
peligro porque se pensaba que los placeres del cuerpo tenían una relación
estrecha con la salud y la enfermedad; desde la perspectiva filosófica era la
pasividad y la sumisión en la práctica de las aphrodisia lo que constituía
el motivo de reflexión, porque la preocupación para los griegos pasaba por
hacer valer la situación que «por naturaleza» se ocupaba en la sociedad:
la actividad era propia del hombre adulto y la pasividad, en cambio, algo
propio de las mujeres, de los muchachos y de los esclavos.
En cualquiera de los casos, esta necesidad de moderar el uso de los
placeres obedecía, no a la idea de que las aphrodísia llevaran en sí mismos
el sello de la caída en el pecado y abrieran un camino seguro hacia la
perdición, antes que a la salvación, sino porque se consideraba que era
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Las aphrodísia, la carne y la sexualidad
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Las aphrodísia, la carne y la sexualidad
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3. Problematizaciones
La «problematización», como dice Judith Revel, es una bella noción con la
que Foucault trabajó sus últimos análisis.4
Con esta noción, Foucault designaba, como hemos visto anteriormente,
los procesos a través de los cuales algo en un momento dado sale de la esfera
de lo familiar, de lo obvio y asumido sin más y se ofrece al pensamiento
como un objeto con un cierto número de dificultades a su alrededor. Dicho
de forma más técnica, la noción designa las prácticas discursivas y las
prácticas no discursivas que hacen que algo entre como objeto en cierto
régimen de veridicción en un momento histórico determinado.
Definida así, la noción parece apuntar, entonces, a una cierta dirección
del análisis que tiene que ver con los modos en que se problematiza algo
en una época determinada y se le constituye como objeto del pensamiento.
Esto es, implica un cierto modo de análisis donde lo importante es
mostrar el proceso de problematización a través del cual una actividad,
un comportamiento, un ámbito, un fenómeno o incluso un mero objeto se
convierte en un «problema» para el pensamiento.
La problematización es del orden de las condiciones de posibilidad, en
la medida que designa los procesos y las actividades a través de las cuales
emergen los problemas del pensamiento. En este sentido, podríamos decir,
que son los modos históricos de problematización los que abren los objetos
del pensamiento.
No es que los objetos estén ya constituidos previamente y se le ofrezcan
4 Revel, Foucault, un pensamiento de lo discontinuo, 46.
162
Las aphrodísia, la carne y la sexualidad
163
Cuauhtémoc Nattahí Hernández Martínez
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164
14 Registro, experiencia, acontecimiento:
tres tematizaciones del placer en el
Archivo Foucault
Fernando SánChez-áVila eStéBanez*
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Fernando Sánchez-Ávila Estébanez
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Registro, experiencia, acontecimiento
4 Ibídem, 18.
5 Se trata de la lección de inauguración, pronunciada el 2 de diciembre de 1970
y publicada íntegramente en Foucault, L’ordre du discours; y de la lección del 9 de
diciembre de 1970, publicada junto al resto del curso en Foucault, Leçons sur la
volonté de savoir, 3-32.
6 «[J]e suppose que dans toute société la production du discours est à la fois contrôlée,
sélectionnée, organisée et redistribuée par un certain nombre de procédures qui
ont pour rôle d’en conjurer les pouvoirs et les dangers, d’en maîtriser l’événement
aléatoire, d’en esquiver la lourde, la redoutable matérialité». Foucault, L’ordre du
discours, 10-11.
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Registro, experiencia, acontecimiento
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Fernando Sánchez-Ávila Estébanez
11 Daniel Defert indica en nota a pie que Foucault describía a Aristóteles como aquel que
Occidente había reconocido como el fundador de la filosofía. Ibídem, 20, nota 7.
12 Foucault, L’usage des plaisirs, 9.
170
Registro, experiencia, acontecimiento
cada uno de nosotros y sobre la cultura occidental misma13. Así, todas las
disciplinas con pretensión de cientificidad que dieron lugar a la «ciencia
del sexo» no se produjeron mediante la censura de la sexualidad, sino muy
al contrario, a través de un «intercambio de discurso» generalizado que
portaba sobre el «sexo» y que respondía a una cierta homogeneidad táctica.
Con el despliegue de esta voluntad de saber específica, entre las relaciones
de poder establecidas por la histérica y el psicoanalista, el perverso y el
psiquiatra, y el alumno y el pedagogo, comenzó a operar una técnica de
producción de la verdad bien conocida por nosotros: el ritual pastoral de
la confesión (aveu). Foucault entendía por aveu todo ritual discursivo
en el que se produjera una copertenencia tal entre el sujeto hablante y
el sujeto del enunciado proferido que el sujeto hablante no pudiera sino
reconocerse como un, y sólo un, individuo sujeto a, y sujeto de, sus propios
deseos, placeres, acciones y pensamientos. La Volonté de savoir fecha la
imposición de la reglamentación del sacramento de la penitencia con el
Concilio de Letrán en 121514 como el acontecimiento capital a partir del
cual empezó a constituirse, en todo el territorio cristiano de Occidente, un
«gran archivo de los placeres del sexo». Ahora bien, este archivo se habría
ido borrando por mucho tiempo a medida que se constituía, «pasando
sin trazas», tal y como quería la confesión cristiana, hasta que los cuatro
conjuntos estratégicos antes citados estuvieron prestos a «solidificarlo»15.
Es más, a partir de este evento inicial comenzaría un largo proceso de
laicización del ritual de la confesión y del examen de conciencia que afectó
prácticamente a todos los dominios de la cultura. Entre éstos, Foucault
señala principalmente la transformación de los poderes civiles a partir
de los métodos de interrogación y de investigación (enquête) propios de
los tribunales de la Inquisición; el abandono de las narraciones heroicas
de «pruebas» de valentía o santidad por una literatura16, en gran medida
filosófica, que buscaba en la introspección las certezas fundamentales de la
consciencia; y especialmente, los acontecimientos relativos a la Reforma
y la Contrarreforma que contribuyeron a la configuración de la noción
moderna de «crítica». Estos tres fenómenos fundamentales permitieron
la difusión general no solamente de una concepción dogmática de la
verdad, sino de un conjunto homogéneo de técnicas de saber-poder que
determinaron la forma del positivismo científico del siglo XIX. Podríamos
bien afirmar que, a través de este ritual, Occidente pudo ver cumplida
la antigua promesa anunciada por la agapesis aristotélica de una unidad
13 Foucault, La volonté de savoir, 101-105.
14 Ibídem, 78.
15 Ibídem, 85.
16 Ibídem, 80.
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Registro, experiencia, acontecimiento
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174
Registro, experiencia, acontecimiento
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Fernando Sánchez-Ávila Estébanez
efecto, que es efecto; tiene lugar y consiste en la relación, coexistencia,
la dispersión, el reagrupamiento, la acumulación, la selección de
elementos materiales; no es tampoco el acto ni la propiedad de un
cuerpo; se produce como efecto de y en una dispersión material.27
3. Bibliografía
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15 El cuerpo histérico: encuentro entre
poderes y resistencias
roSa maría o´Connor aCeVedo*
179
Rosa María O´Connor Acevedo
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El cuerpo histérico
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El cuerpo histérico
2. Dispositivo sexual, dispositivo psiquiátrico: el cuerpo de la mujer
histérica
El cuerpo de la mujer histérica refleja esta marca de la historia: la marca
de la emergencia del dispositivo sexual y el dispositivo psiquiátrico. En
el primer volumen de Historia de la Sexualidad, La voluntad de saber,
tenemos un cuerpo intervenido directamente por la mirada médica: hace
visible el cuerpo para identificar síntomas que serán patologizados, que lo
convertirá en un cuerpo nervioso e histérico. Un cuerpo femenino que ha de
ser estudiado, intervenido y modificado de ser necesario. Todo el conjunto
de este cuerpo, su sistema nervioso, sus maneras de hablar, sus movimientos,
sus posturas, e incluso su respiración, son objetos de un análisis específico.
Hay un placer en hacer hablar a este cuerpo, en conocer cómo este cuerpo
esconde un secreto del sexo; el hablar por él.13 Siendo un cuerpo tan marcado
por el poder, es necesario ver el otro lado del enfrentamiento, la fuerza que
resiste el conjunto de saber-poder, la resistencia desde el cuerpo mismo de
la mujer histérica.
Es en los cursos de los años 1973 a 1974 titulados como Le pouvoir
psychiatrique que Foucault analiza el dispositivo del poder psiquiátrico, sus
mecanismos de acción, los sujetos que lo llevaron y resistieron entre los siglos
XIX y XX. Foucault define el poder psiquiátrico como «el complemento
de poder en virtud del cual lo real se impuso a la locura en nombre de
una verdad poseída de una vez por todas por ese poder con el nombre de
ciencia médica, psiquiatría.»14 El problema de las prácticas psiquiátricas va
ser precisamente dar con la verdad de la locura; es el médico el que ostenta
la verdad de la enfermedad del paciente, es él quien identifica, califica y
diagnóstica a partir de los síntomas de un trastorno que posteriormente se
localizará en el sustrato orgánico del sistema nervioso.
Por medio de los estudios de enfermedades del sistema nervioso y las
lecciones de los cursos en el hospital Salpetrière15, Foucault nos introduce
a una modalidad más específica del dispositivo psiquiátrico: la neurología.
13 La histerización del cuerpo de la mujer fue una de las cuatro grandes estrategias
del dispositivo de la sexualidad desde el siglo XVIII: un «triple proceso según el
cual el cuerpo de la mujer fue analizado – calificado y descalificado- como cuerpo
íntegramente saturado de sexualidad; según el cual ese cuerpo fue integrado, bajo
el efecto de una patología que le sería intrínseca, al campo de las prácticas médicas;
según el cual, por último, fue puesto en comunicación orgánica con el cuerpo social
(cuya fecundidad regulada debe asegurar), el espacio familiar (del que debe ser un
elemento sustancial y funcional) y la vida de los niños (que produce y debe garantizar,
por una responsabilidad biológico-moral que dura todo el tiempo de la educación): la
Madre, con su imagen negativa que es la “mujer nerviosa”, constituye la forma más
visible de esta histerización.» Foucault, Historia de la Sexualidad I, 127.
14 Foucault, El poder psiquiátrico, 157.
15 Jean-Martin Charcot, Leçons du Mardi à la Salpetrière.
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El cuerpo histérico
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21 En la introducción de lo que sería un libro que no llego a realizar dice Foucault: «El
punto más intenso de estas vidas, aquel en que se concentra su energía, radica
precisamente allí donde colisionan con el poder, luchan con él, intentan reutilizar sus
fuerzas o escapar a sus trampas». Foucault, La vida de los hombres infames, 82.
186
El cuerpo histérico
5. Conclusión
Reconozco que este es sólo un acercamiento inicial al problema de la
resistencia desde el cuerpo de sujetos subordinados. He tratado de seguir
algunas ideas de Nietzsche del cuerpo y la voluntad para releer la resistencia
de la mujer histérica desde sus actos corporales. Si bien esto pudiera resultar
insatisfactorio para quienes exigen a las propuestas de resistencias unos
efectos políticos contundentes, con Foucault la concepción de lo social
está dibujada por múltiples relaciones, no hay una lógica teleológica
de la transformación social. Este estudio no pretende trazar un proyecto
emancipatorio basado en las formas de resistencias desde el cuerpo, más bien
comienzo la búsqueda desde una perspectiva más plural, corporal y vital.
La pregunta por el cambio político y las posibilidades de transformación
de la hegemonía social aún queda abierta, lo que deseo evitar es restringir
mi lectura del período genealógico en los mecanismos de poder de los
distintos dispositivos sin esforzarme por entender las posibles resistencias
de aquellos sujetos subordinados por prácticas y discursos hegemónicos.
Reconozco en Foucault su decisión epistemo-ética de centrar su mirada
en los sujetos marginales, me parece que debe continuarse en los estudios
contemporáneos. Busqué destacar como es el cuerpo de la mujer histérica
el inter-medio activo en el que oscilaba un enfrentamiento agónico entre
fuerzas disciplinarias y fuerzas de resistencia. Entender el cuerpo como un
complejo Leib, como un entramado de voluntades y fuerzas, nos permite
identificar actos de resistencias en la mujer histérica. Sus actos histéricos
son la marca de una mirada médica, de unos mecanismos de control; de la
emergencia de un dispositivo de poder-saber. Es un cuerpo genealógico, que
estando en el interior de múltiples relaciones de poder (familiar, hospitalaria,
asilar), es capaz de detener, desobedecer y poner en jaque el dispositivo
psiquiátrico con su juego de simulación en los actos histéricos. Un cuerpo
en batalla, un cuerpo marginal que resiste al interior de las relaciones poder.
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LA MODERNIDAD Y
SUS MÁRGENES
16 Rousseau na leitura crítica de Foucault
guilherme CaStelo BranCo*
191
Guilherme Castelo Branco
192
Rousseau na leitura crítica de Foucault
193
Guilherme Castelo Branco
9 Ibídem, 109.
10 Ou proteção social, ou segurança econômica, ou previdenciária, ou segurança social e
jurídica.
11 A referencia a Rousseau no Les mots et les choses diz respeito exatamente à economia
política.
12 Rousseau, Discours sur l’économie politique, 8.
13 Foucault, Sécurité, Territoire, population, 110.
194
Rousseau na leitura crítica de Foucault
correlato seu, apesar de afirmar que está inspirada nas liberdades individuais.
Entre o indivíduo livre, o grupo social e o Estado, é feita uma estranha mudança
de funcionamento, que talvez explique a falta de consistência do liberalismo.:
“Que é, portanto, o governo? Um corpo intermediário, estabelecido entre
os vassalos e o soberano, para possibilitar a recíproca correspondência,
encarregado da execução das leis e da manutenção da liberdade, tanto civil
como política. Os membros desse corpo chamam-se magistrados, ou reis,
governadores, e o corpo, em seu conjunto, recebe o nome de príncipe (16).
Assim sendo, têm muita razão os que pretendem que o ato pelo qual o povo
se submete a chefes não constitui um contrato. Tal coisa não passa de uma
comissão, ou de um emprego, através do qual simples oficiais do soberano
exercem, em seu nome, o poder de que são depositários, e que ele, soberano,
pode limitar, modificar e retomar, quando bem lhe aprouver; porque a alienação
de um tal direito é incompatível com a natureza do corpo social e contrária
ao fim da associação. Chamo, pois, governo, ou suprema administração, ao
exercício legítimo do poder executivo; e príncipe ou magistrado, ao homem
ou ao corpo incumbido dessa administração”14. Esta passagem demonstra que
Rousseau dá espaço ao legislativo mas continua enxergando no executivo um
poder maior, similar ao do poder do soberano. Não precisa de muito mais para
se perceber que não foi superada a clássica noção de soberania, na visada de
Rousseau, nem na perspectiva da economia, nem na perspectiva da política15.
Rousseau, e por extensão o iluminismo francês, não superou a velha tradição
da política centrada no rei ou no príncipe. Num certo aspecto, existe no
contratualismo e na ideia de república dos enciclopedistas, uma armadilha ou
um engodo, que está na subordinação do mundo social ao político-econômico,
e os avanços prometidos no campo da democracia nunca podem ser, no fundo,
realizados. Eis talvez um dos motivos pelos quais os estadunidenses e os
caudilhos da América Latina tenham gostado tanto da Enciclopédia.
A soberania vem a ser substituída pela governamentalidade quando
ocorre o processo de “governamentalização” do Estado, que recebe um outro
alcance: “Um Estado de governamento não é mais definido essencialmente
por sua territorialidade, pela superfície que ocupa, mas por uma massa: a
massa da população, com seu volume, sua densidade, com – é claro – o
território que ela ocupa, que não é senão uma espécie de componente. E
14 Rousseau, Do Contrato Social, 28.
15 Curiosamente, entre os poderes do soberano, um deles é o de dar valor à moeda,
numa citação que extraio do Les mots et les choses, tirado de um monetarista do
século XVII, Scipion de Grammont: “A moeda não recebe seu valor da matéria de
que é composta, mas sobretudo da forma que é a imagem ou a marca do Príncipe”.
(Foucault, Les mots et les choses, 187(nota)). Segundo esta lógica, o ouro ou a prata
são preciosos porque estão numa moeda cunhada por um soberano, não o contrário,
pois elas não tem valor intrínseco.
195
Guilherme Castelo Branco
Bibliografía
CASTELO BRANCO, G. (2015) Filosofia e biopolítica. BH: Autêntica.
FOUCAULT, M. (1966) Les mots et les choses. Paris: Gallimard.
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cv00014a.pdf
196
17 Contrahistoria: cómo nombrar la emergencia
de la modernidad política con Foucault
nantu arroyo garCía*
197
Nantu Arroyo García
198
Contrahistoria
7 «La apuesta» de Foucault en 1976 es la de llevar a cabo otra historia del poder: «Se
trata de pensar el sexo sin la ley y, a la vez, el poder sin el rey». Foucault, La voluntad
de saber, 100.
8 Sin embargo, ni la historia-Roma y la historia-Jerusalén se identifican sin más con
la historia oficial y la historia marginal. Una historia que nace como historia bíblica,
reveladora de una conciencia de ruptura y utilizada como arma al servicio de la
sublevación puede llegar a convertirse en historia romana, es decir, una historia que
nace como fuerza socavadora corre siempre el riesgo de llegar a cumplir el papel
fundamentador, legitimador e intensificador de un poder que pugna por la posición
central. Eso mismo es lo que ocurrirá con el discurso de la «guerra de razas», que nace
como un discurso «históricamente anclado y políticamente descentrado», como arma
al servicio de la lucha política contra el poder monárquico, pero que en un momento
dado es reabsorbido y reactualizado por el poder central, la cuestión es que estos
movimientos nunca son definitivos, a juicio de Foucault.
9 Véase también Hill, «Una nación de profetas».
199
Nantu Arroyo García
200
Contrahistoria
201
Nantu Arroyo García
Conclusión
Queremos concluir esta argumentación vinculando, como nos proponíamos
al principio, la aparición de esta nueva forma de hacer historia que «declara
la guerra declarando derechos» con la emergencia de la modernidad,
entendida como Neuzeit o tiempo nuevo, caracterizada tanto por una
experiencia de ruptura con la tradición, como por una transformación de la
concepción del tiempo.
El mismo Foucault daría cuenta del proceso por el cual «a fines de la
Edad Media, en los siglos XVI y XVII, (…) se empezó a abandonar una
sociedad cuya conciencia histórica era todavía de tipo romano (…) para
ingresar en una sociedad de tipo, digamos, moderno (…) cuya conciencia
histórica no se centra en la soberanía y el problema de su fundación, sino
en la revolución, sus promesas y sus profecías de liberaciones futuras.»19
El objetivo estratégico del discurso de un historiador propiamente
moderno sería, entonces, el de «recuperar y ocupar el saber del rey», en
el sentido de apropiarse de la historia y de su capacidad de narrarla para
utilizarla como arma en la lucha política. El discurso histórico-político
establece, así, un nexo indisoluble entre las relaciones de poder y la verdad.
Que la verdad sea una verdad estratégica quiere decir que la verdad del
discurso histórico «es una verdad que no puede desplegarse más que a partir
de su posición de combate»20. Todo discurso histórico es un discurso nacido
de una disposición concreta en el campo de fuerzas que sería la historia
misma, y esta «disposición concreta» es lo que el discurso histórico ha de
poner de relieve. La «contrahistoria» es siempre historia en perspectiva,
siempre historia partisana.
Es, como decíamos, un discurso «históricamente anclado y políticamente
descentrado»21, o lo que es lo mismo, un discurso situado en el conflicto
social. Es un discurso que muestra la radical heterogeneidad de la realidad
18 Ibídem, 54
19 Ibídem, 73
20 Ibídem, 51.
21 Ibídem, 52.
202
Contrahistoria
Bibliografía
FOUCAULT, M. (1987) La voluntad de saber, Madrid, Siglo XXI.
(1994) «Verdad y poder» en Un diálogo sobre el poder, Madrid,
22 «Yo querría hacer a la vez la historia y el elogio de ese discurso del historicismo
político». Ibídem, 100.
23 Ibídem, 54
24 Foucault, «Verdad y poder», 145.
25 Ibídem, 143. (Cursiva nuestra).
203
Nantu Arroyo García
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204
18 Michel Foucault e o prolongamento da
atitude crítica
Fernanda gomeS da SilVa*
***
Em “Qu’est-ce que la critique ?”, conferência pronunciada na sociedade
francesa de filosofia em 27 de maio de 1978, Foucault define o seu
empreendimento como um resgate da atitude crítica1. Trata-se da sua
primeira análise da Aufklärung como o problema central da filosofia
moderna. Nessa conferência Foucault afirma encontrar, no texto kantiano,
boas razões para distinguir a crítica da Aufklärung. E essa distinção propõe
a interpretação da Aufklärung como uma questão de atitude. Ao explorar
historicamente a noção de crítica, Foucault privilegia a análise do contraste
entre a “arte de governar” e a “arte de não ser governado de uma certa
maneira”2 e identifica essa última como uma “atitude crítica”. Assim,
Foucault interpreta a resposta de Kant à pergunta sobre o Iluminismo como
uma clara distinção entre crítica e Aufklärung. E também propõe entender
essa resposta como uma identificação da Aufklärung com o que ele chama
de “atitude crítica”.
* Membro do grupo de pesquisa Michel Foucault da Pontifícia Universidade Católica
de São Paulo/PUC-SP, onde desenvolve a pesquisa de doutorado intitulada Como não
ser governado? Sobre o tema da estética da existência no projeto filosófico de Michel
Foucault: uma ética político-estética, sob a orientação da professora Salma Tannus
Muchail. Atualmente realiza um estágio doutoral na Université Paris Ouest Nanterre
La Défense, sob a supervisão da professora Judith Revel, ambos com financiamento da
Fundação de Amparo à Pesquisa do Estado de São Paulo – FAPES.
1 Foucault, “Qu’est-ce que la critique?”, 47.
2 Ibidem, 37-38.
205
Fernanda Gomes da Silva
206
Michel Foucault e o prolongamento da atitude crítica
207
Fernanda Gomes da Silva
208
Michel Foucault e o prolongamento da atitude crítica
15 Não se pode pensar, contudo, que a relação de Foucault com Nietzsche se dá apenas
em um regime conformidade. É preciso ressaltar principalmente que o interesse de
Foucault se concentra especialmente nos textos da década de 1880, ou seja, aqueles
que se concentram nos problemas da história, da verdade e da vontade de verdade.
Ele não demostra o mesmo interesse com relação à vontade de poder, por exemplo.
(Foucault, Dits et écrits. Vol.IV, 444-445). Uma próxima etapa da pesquisa será
dedicada a estudar as diferenças entre os dois filósofos sobretudo no que diz respeito
as concepções de poder que suscitam desdobramentos éticos e políticos distintos.
16 “Em Nietzsche se encontra efetivamente um tipo de discurso que faz a análise
histórica da formação do sujeito mesmo, a análise histórica do surgimento de certo
tipo de saber, sem admitir nunca a preexistência de um sujeito do conhecimento”.
Foucault, Dits et écrits. Vol. II, 542.
17 “Sobre a influência efetiva que Nietzsche teve sobre mim, seria muito difícil precisá-
la, porque me dou conta do quanto ele foi profunda. Eu diria somente que que fui
ideologicamente ‘historicista’ e hegeliano até ler Nietzsche”. Foucault, Dits et écrits,
Vol. I, 613.
18 “Nietzsche, la généalogie et l’histoire” é o único texto de Foucault inteiramente
dedicado à Nietzsche.
19 Foucault, Dits et écrits. Vol. IV, 444.
209
Fernanda Gomes da Silva
Bibliografia
FOUCAULT, M. (1978) “Qu’est-ce que la critique?” [Critique et
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In Dits et écrits. Paris: Gallimard, Vol. IV, 708-729.
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NIETZSCHE, F. (1973-1988) Ouvres Philosophiques Complétes. Paris,
Gallimard, Collection Folio/Essais. Org. Giorgio Colli et Mazzino
Montinari.
210
19 El círculo vicioso de la modernidad:
gobierno y soberanía en el pensamiento
de Michel Foucault
laureano lopez*
1. Introducción
Nos parece que tomar las lecciones reunidas en Sécurité, territoire, population
como objeto de estudio implica situarse en el umbral del discurso sobre el
poder y el gobierno de los hombres. Las lecciones del 77-78 componen un
* Licenciado en Filosofía y Máster en pensamiento contemporáneo por la Universidad
de Barcelona. Actualmente formo parte del equipo investigador de la Université Paul
Valéry (Francia) donde trabajo sobre la disidencia, la época moderna y la emergencia
de las ideas políticas.
1 Foucault, Sécurité, territoire, population. Cours au Collège de France. 1977-1978, 91-
118
2 Ibídem, 91-118.
3 En términos políticos, la modernidad nace de la ausencia de modelo definitivo
de gobierno. La acción política es abocada entonces a una nueva especificidad: la
emergencia de la acción de gobernar sin modelo. Coincidimos con Foucault y con le
Blanc en la siguiente afirmación «la soberanía encuentra en el gobierno de la familia
una realización concreta que puede servir de modelo. La economía de la familia sirve
de margen al ejercicio de la soberanía. Recíprocamente el gobierno de la familia
encuentra una justificación más larga y abstracta en el ejercicio de la soberanía. Es a
razón de esta recaída del ejercicio de la soberanía sobre el gobierno de la familia que
las artes de gobernar no pueden desarrollarse de manera autónoma» le Blanc, La
pensée Foucault, 42-43
211
Laureano Lopez
212
El círculo vicioso de la modernidad
213
Laureano Lopez
2. El arte de gobernar y la modernidad
A propósito de la modernidad Voltaire anota en Remarques sur l’histoire lo
siguiente: «Je voudrais qu’on commençât une étude sérieuse de l’histoire
au temps où elle devient véritablement intéressante pour nous : il me semble
que c’est vers la fin du XV siècle»11. Hemos considerado que poco o muy
poco equivocado andaba Voltaire al respecto en 1742, puesto que múltiples
acontecimientos históricos le daban la razón: la imprenta y el humanismo,
las bellas artes, el descubrimiento de América y el comercio mundial; entre
los motivos de cariz político Voltaire asevera:
L’Europe chrétienne devient une république immense, où la balance du
pouvoir est établie mieux qu’elle ne le fut en Grèce. Une correspondance
perpétuelle en lie toutes les parties, malgré les guerres que l’ambition
des rois suscite, et même malgré les guerres de religion, encore plus
destructives. Les arts, qui font la gloire des états, sont portés à un
point que la Grèce et Rome ne connurent jamais. Voilà l’histoire qu’il
faut que tout le monde sache. C’est là qu’on ne trouve ni prédictions
chimériques, ni oracles menteurs, ni faux miracles, ni fables insensées :
tout y est vrai, aux petits détails près, dont il n’y a que les petits qui se
soucient beaucou Tout nous regarde, toute est faite pour nous.12
214
El círculo vicioso de la modernidad
215
Laureano Lopez
103.
17 «Le retour au stoïcisme tourne bien, au XVI siècle, autour de cette réactualisation du
problème : comment se gouverner soi-même». Ibídem, 92.
18 «Problème du gouvernement des âmes et des conduites»; y luego «la disparition des
deux grands pôles de souveraineté historico-religieuse qui commandaient l’Occident
et qui promettaient le salut, l’unité, l’achèvement du temps, à savoir l’Empire et
l’Eglise». Ibídem, 92 y 235.
19 «La grand problématique de la pédagogie telle qu’elle apparaît et se développe au XVI
siècle». Ibídem, 92.
20 Este es en mi opinión el punto de partida del discurso de Foucault cuando se enfrenta
a una teorización de la cuestión sobre el poder en el siglo XVI. La disidencia nos indica
entonces lo que sucede en Europa: disidencia individual, religiosa y política. Esta sería
así la dolencia de Occidente durante el siglo XVI: la aparición de la disidencia y la
historia de su normalización. Ibídem, 218.
21 «Cette émergence de la spécificité du niveau et de la forme du gouvernement, c’est
cela qui se traduit par la problématisation nouvelle, à la fin du XVI, de ce qu’on appelait
la res publica». Ibídem, 242.
216
El círculo vicioso de la modernidad
217
Laureano Lopez
père de famille, vous avez toute une sorte de continuum, de continuum théologico-
cosmologique qui est ce au nom de quoi le souverain est autorisé à gouverner et qui
offre des modèles selon lesquels le souverain doit gouverner». Ibídem 239.
27 La ausencia de modelo político hunde la cuestión sobre el gobierno en la incertitud.
La ausencia de modelo comporta, asimismo, la ausencia de a priori «que no sea
histórico» que legitime la soberanía. Remarcamos dos aspectos: en primer lugar,
el hilo del continuum teológico-cósmico (como lo llama Foucault) es cortado y en
consecuencia es enterrado el imperium terminus llamado a imponer la justicia, la
verdad y la felicidad en el mundo. En segundo lugar, el círculo vicioso comporta en
términos de tiempo y de Historia una temporalidad indefinida mientras la disidencia y
la ascesis abren la vía a una racionalidad específica en relación al gobierno.
28 Ibídem, 241.
29 En la misma línea anteriormente expuesta a propósito de Voltaire, es oportuno
recordar que ya en Les mots et les choses, dice: «Il nous semble que les connaissances
du XVI siècle étaient constituées d’un mélange instable de savoir rationnel, de notions
dérivées de pratiques de la magie, et de tout un héritage culturel dont la redécouverte
des textes anciens avait multiplié les pouvoirs d’autorité. La science de cette époque
[....] ne serait que le lieu libéral d’un affrontement entre fidélité aux anciens, le goût
pour le merveilleux, et une attention déjà éveillée sur cette souveraine rationalité en
laquelle nous nous reconnaissons», Michel Foucault, Les mots et les choses. 47.
30 Foucault, op cit, 241
31 Ibídem, 241
32 De repente este mundo de prodigios, maravillas y de signos desaparecerá. La verdad
no se corresponderá con la analogía ni la cifra ni el parecido, y los milagros prodigiosos
caerán en el olvido para ser reemplazados por las formas matemáticas y clasificatorias.
Foucault, Ibídem, 241
218
El círculo vicioso de la modernidad
219
Laureano Lopez
220
El círculo vicioso de la modernidad
***
Subrayamos entonces la vehemencia del bloqueo del arte de gobernar
durante la modernidad en la ausencia de modelo a imitar, en la ausencia
de temporalidad finalista, y en la ausencia de a priori de la soberanía.44
Quedan, en su lugar, la vigencia del problema de la pastoral del mundo, de
los tiempos indefinidos y de la relación ilegítima del príncipe y el territorio.
Por regresar sobre Rousseau y Voltaire, pensamos que, en suma, el círculo
vicioso de la modernidad constituye el problema político mayor durante
los siglos XVI, XVII y buena parte del XVIII, hasta que la población y la
economía política adquieren la relevancia suficiente para ocupar el espectro
de la reflexión sobre el poder, desbloqueando, por así decir, el problema del
arte de gobernar e inaugurando una reflexión en aras de la ciencia política.
El tema que nosotros hemos expuesto en relación al poder político no
es en realidad otro diferente que el de la fragilidad de la violencia en la
época moderna. Nosotros nos hemos preguntado: ¿en qué grado es frágil
la violencia ? —como una fuerza frágil—. Mucho antes que nosotros, ha
sido Veyne quien, de hecho, ha esbozado bajo el mediodía el desdén que
les effets pratiques, n’est pas tellement éloignée de ce que Maquiavel disait quand il
déclarait que l’objectif principal du Prince devait être de maintenir sa principauté».
Ibídem, 102
41 «L’art de gouverner ne peut se développer car la rationalisation politique se fait en
direction du Souverain plutôt que des membres du territoire». Le Blanc, La pensée
Foucault, 42
42 Entonces, una vez comprobamos que el bien común ha sido reemplazado por el
fin a cada momento conveniente, podemos notar que este «a cada momento» le
corresponde una temporalidad indefinida; igualmente, la obediencia a las leyes ya no
deja su lugar a la soberanía en la consecución del bien común, sino que esta vez las
técnicas diversas conducen el gobierno según el fin conveniente.
43 Foucault, Sécurité, territoire, population, 102
44 Foucault, Dits et écrits, éd. Defert et Ewalt, Gallimard, 1994, 4 vol. t. VI. 632
221
Laureano Lopez
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ERASMO. (1528) De ciceronianus. De optimo dicendi genere, en (2011)
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Cátedra.
45 Veyne escribe: «un discours avec son dispositif institutionnel et social est un statu
quo qui ne s’impose qu’aussi longtemps que la conjoncture historique et la liberté
humaine ne lui en substituent par un autre. - y prosigue - ce bocal du discours est en
somme «ce qu’on pourrait appeler un a priori historique». Certes, cet a priori, loin
d’être une instance immobile qui tyraniserait la pensée humaine, est changeant, et
nous mêmes finissons par en changer». Veyne, Foucault. Sa pensée, sa personne, 48.
46 «Dans toute l’oeuvre de Foucault il y a un certain rapport des formes avec les forces,
qui a été essentiel pour sa conception de la politique» y «Le Savoir est fait des formes,
le visible et l’énonçable, bref, l’archive, tandis que le pouvoir est fait de forces, des
rapports de forces, le diagramme». Deleuze. Pourparlers, 123 y 126
222
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FOUCAULT, M. (1963) Naissance de la Clinique. Paris, PUF
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224
20 Michel Foucault: a atualidade como
ontologia e estética
miguel Ângelo oliVeira do Carmo*
225
Miguel Ângelo Oliveira do Carmo
226
Michel Foucault: a atualidade como ontologia e estética
O objetivo é manter cada coisa no seu devido lugar e evitar uma confusão
entre os dois — é nesse sentido que a atitude crítica não se aproxima dos
grandes temas do homem.
Positivamente, o êthos coloca a crítica que fazemos de nós mesmos
como uma atitude-limite, ou seja, longe da reflexão kantiana que demarca
os limites os quais a razão não deve ultrapassar, o que se propõe aqui é
justamente a ultrapassagem possível dos mesmos. Não se trata de estabelecer
as barreiras às quais o conhecimento não deve ultrapassar, mas trazer, «no
que nos é dado como universal, necessário, obrigatório, [...] a parte do
que é singular, contingente e fruto das imposições arbitrárias» 4. No lugar
de uma crítica transcendental, uma arqueo-genealogia. No lugar de uma
crítica teórica como «limitação necessária», temos uma crítica prática como
ultrapassagem possível dos limites. Atitude-limite como esforço positivo de
levar adiante o trabalho contínuo da liberdade.
No entanto, é preciso caracterizar também positivamente essa atitude
como uma recusa das «promessas do novo homem». É preciso desviar-
se das intenções totalizantes e construir, na própria experiência histórico-
prática, a mudança do que somos em nossa modernidade. Tem-se, então,
uma atitude puramente experimental que deve estar «à prova da realidade e
da atualidade» nas quais nos definimos. Trabalho prático experimental nas
fronteiras como diferença a realizar.
Por fim, esse campo para experimentação contínua não segue
simplesmente o fluxo dos acontecimentos, pois a ultrapassagem deve ter
uma determinação e sempre um recomeço. Para Foucault, um processo
contingente não é algo desvairado, seguindo (para) qualquer caminho, ao
sabor do vento. Temos nesse jogo a sua «aposta», a sua «homogeneidade»,
a sua «sistematização» e a sua «generalidade». A aposta busca a separação
entre o crescimento das capacidades das pessoas, tão comum na cultura
de progresso do século XVIII, da «intensificação das relações de poder»
que, nesta mesma época, recaiam sobre aquelas — como desvincular o
crescimento da liberdade com as relações de poder que lhes correspondem?
A homogeneidade é a constituição de um domínio de práticas, não as
3 Ibidem, 1392.
4 Ibidem, 1393.
227
Miguel Ângelo Oliveira do Carmo
228
Michel Foucault: a atualidade como ontologia e estética
229
Miguel Ângelo Oliveira do Carmo
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230
21 Foucault y Marx: el problema de la vida
entre la genealogía y la historia
alBerto Coronel taranCón*
1. Introducción
Quizás la mejor manera de atajar lo inexorable del supuesto antagonismo
entre Marx y Foucault sea señalando lo siguiente: Marx era un teórico de
la emancipación, Foucault no; Marx analizó la relación entre el trabajo y
el capital como relación entre personas mediadas por las cosas, Foucault
analizó las relaciones de poder como relaciones entre personas mediadas
por el modo en que las cosas quedan atrapadas en el discurso. Y es esta
diferencia lo que hace que las relaciones de poder y las relaciones de
producción no puedan ser subordinadas las unas a las otras. Por la misma
razón no podemos enfrentar a Foucault y a Marx como si se tratase de la
bifurcación teórica que sí encontramos, sin embargo, entre Foucault y gran
parte de la tradición teórica marxista.
La pregunta es si los mundos de las relaciones de poder y las relaciones de
producción son mundos paralelos o secantes. Si la intersección teórica entre
ambos nos devuelve compatibilidad, inadecuación parcial o contradicción.
* Graduado en Filosofía y Máster en Epistemología por la Universidad Complutense
de Madrid. Actualmente desarrolla su labor investigadora en la misma universidad
con una tesis titulada «Populismo y neoliberalismo». Una lectura biopolítica, donde
trata de deducir el populismo y el neoliberalismo como fenómenos interrelacionados
desde la óptica del gobierno de las poblaciones.
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Alberto Coronel Tarancón
2. La navaja foucaulteana
Podemos abordar a Foucault a partir de lo que Deleuze identificó como
su odio a los universales. Un odio que en los cauces de la genealogía
nietzscheana trataría de descubrir el origen histórico, entendido como
Enstehung, el punto de emergencia, o Herkunft que señala a la procedencia
alejándose del Wunder-Ursprung u origen milagroso que se vincula al
acontecimiento puro y a la apertura de un horizonte de sentido libre de la
Erbschaft (herencia): estigma del parto sangriento y el pasado1. Búsqueda de
lo amorfo, híbrido e indiferenciado entre el sujeto y el objeto en el momento
de la gestación de un universal que nos deja uno de los ejes vertebradores de
la coherencia interna del pensamiento de Foucault2.
La funcionalidad de estas herramientas genealógicas armoniza con
aquello que Foucault diría acerca de sus libros, los cuales le gustaría que
fuesen comprendidos como «una especie de caja de herramientas donde
otros pueden rebuscar para encontrar una herramienta que puedan utilizar
como quieran en su propia área»3. En tiempos en que la respuesta más
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Foucault y Marx
sencilla no acostumbra a ser la más probable, lo que nos deja este inmenso
pensador en la primera mitad de la década de los setenta es algo más valioso:
llamémosle la navaja foucaulteana.
La historia será «efectiva» [genealogía], en la medida en que introduzca
lo discontinuo en nuestro mismo ser. Dividirá nuestros sentimientos;
dramatizará nuestros instintos; multiplicará nuestro cuerpo y lo opondrá
a sí mismo. No dejará nada debajo de sí que tendría la estabilidad
tranquilizante de la vida o de la naturaleza, no se dejará llevar por
ninguna obstinación muda hacia un fin milenario. Cavará aquello sobre
lo que se la quiere hacer descansar, y se encarnizará contra su pretendida
continuidad. El saber no ha sido hecho para comprender, ha sido hecho
para hacer tajos.4
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a las relaciones efectivas entre seres humanos que participan en la
producción.12
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tomar en su desnudez las ropas que le ofrezcan los demás para decir, por
fin, el cuerpo está encarcelado en el alma. ¿Qué queda fuera de la jaula?
El cuerpo sin nombre o mejor, aquello de lo que partía Marx, la vida sin
palabras.
En Marx la vida como constante antropológica (que atraviesa desde sus
textos de juventud hasta lo que dio tiempo a escribir del Capital) aparece
como presupuesto ontológico de su categoría de trabajo, y el trabajo como
categoría bisagra entre la historia, que parte del trabajo para no caer en
premisas místicas, arbitrarias o ideológicas, y la economía política, donde
el trabajo permite la deducción del concepto de valor.
En Foucault el problema nos exige distinguir el antes y el después de
la cuestión biopolítica; observar los momentos que señala el encuentro
entre la biología y la política, entre la vida y el poder, pues va a marcar
un antes y un después en su ontología del presente al descubrir un tipo
de poder que persigue, regula y conduce algo que no produce, esto es, la
vida de las poblaciones. Al igual que el pastoral respecto de la reflexión
consciente o el disciplinario respecto del cuerpo antropomórfico, el poder
biopolítico no produce la vida que multiplica, conduce, potencia y regula,
sin embargo, esta idea de un fenómeno vida con el que el poder político se
encuentra, señala, primero, y considero que esto es crucial para pensar el
encaje Foucault-Marx, una dimensión externa al poder, que se revela como
su correlato perpetuo, pues le obliga a ceñirse sobre su forma y a operar a
favor de sus inercias espontáneas, y es esta misma exterioridad la que que
hace que la propia genealogía que no admitía ninguna posible constante,
comience a mostrarse inadecuada para el nuevo objeto de estudio: la vida
como constante antropológica que pasa a formar parte del universo de las
relaciones de poder superado lo que Foucault llamaría en La voluntad de
saber «umbral de la modernidad biológica»17.
Si nos desplazamos a los textos en que se configuran los presupuestos
ontológicos de la genealogía foucaulteana nos encontramos con las primeras
dificultades. Tales como Nietzsche, la genealogía, la historia de 1971, donde
afirma que la genealogía, como historia efectiva o real, dice Foucault,
se distingue de la de los historiadores en que no se apoya sobre ningún
tipo de constancia: nada en el hombre ―ni tampoco su cuerpo― es lo
suficientemente fijo para comprender a los otros hombres y reconocerse
en ellos. Todo aquello a lo que uno se apega para volverse hacia la
historia y captarla en su totalidad, todo lo que permite retratarla como
17 «… lo que se podría llamar “umbral de modernidad biológica” de una sociedad
se sitúa en el momento en que la especie entra como apuesta del juego en sus
propias estrategias políticas. Durante milenios, el hombre siguió siendo lo que era
para Aristóteles: el hombre moderno es un animal en cuya política está puesta en
entredicho su vida de ser viviente» Foucault, La voluntad de saber, 173.
238
Foucault y Marx
un paciente movimiento continuo ―todo esto se trata de destrozarlo
sistemáticamente―. Hay que hacer pedazos lo que permite el juego
consolador de los reconocimientos.18
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vez todo vínculo con cualquier tipo de mundo que pudiésemos considerar, a
modo de universal, como natural. ¿Por qué no se deducen las relaciones de
producción de las relaciones de poder? Por el hecho de que nuestro cuerpo
vivo, como dinámica en perpetuo desequilibrio tiene una relación con las
cosas que escapa al orden de lo simbólico, por eso el hambre y el dolor
tienen muchos nombres, por la misma razón no pudo Don Quijote derrotar
al molino ni podemos curar una hemorragia con salmos. Por mucho que
estemos obligados a leer el mundo y que este pueda pasar por la totalidad de
los signos no todas las lecturas nos permiten doblegarlo.
5. Bibliografía
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Economía, Antropología y Democracia. Madrid, Capitán Swing
Libros.
242
22 Nietzsche y Foucault: genealogía del
sujeto (post)humano
móniCa Cano aBadía*
1. Introducción
Michel Foucault toma de Friedrich Nietzsche la noción de genealogía para
proponer que debemos propiciar el desenvolvimiento de los conceptos,
explorando su temporalidad, su historicidad1. Foucault realiza así una
ontología histórica: desvelando la historia del ser, incluido el ser humano.
Foucault investiga la historia de cómo nos hemos convertido en lo que
somos, de cómo nos estamos convirtiendo en lo que somos. Foucault se
aleja, como Nietzsche, de la concepción cartesiana del sujeto: no considera
un sujeto prediscursivo y ahistórico, ya constituido de antemano, sino que
cree que el punto de referencia para pensar el sujeto es el contexto. La idea
de ser humano tiene, pues, su propia genealogía contextual: es una idea que
también ha tenido su historia, por lo que no tenemos por qué creer que va a
estar ahí para siempre. Así pues, la idea de ser humano también puede tener
un fin y Foucault llega a postular su muerte.
A partir de estas y otras problematizaciones del sujeto moderno
tradicional occidental se crean marcos de intelección alternativos al
humanismo tradicional en los que el sujeto no es sólo monolítico, sino
que está escindido; no es soberano, sino dependiente e interconectado con
otros sujetos y con su contexto particular. Pensar el ser humano de forma
alternativa a la tradición humanista no quiere decir que las humanidades
vayan a dejar de existir, sino que las ciencias humanas pueden desarrollarse
en un horizonte que no estará ya cerrado ni definido por el humanismo. Este
* Profesora Asociada de la Universidad de Zaragoza. Doctora en Estudios Filosóficos
por la Universidad de Zaragoza con una tesis titulada «Identidades en riesgo de
exclusión. Herramientas subversivas de transformación social», en la que se explora la
filosofía de Judith Butler. En esta investigación comencé a analizar la importancia del
pensamiento de Nietzsche y Foucault para comprender las opresiones y los privilegios
del sujeto (post)moderno. Actualmente investigo cuestiones relacionadas con la
justicia global desde una perspectiva interseccional y neomaterialista.
1 Foucault, Nietzsche, la genealogía y la historia.
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Mónica Cano Abadía
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Nietzsche y Foucault
De esta manera, Nietzsche afirma «No hay ningún “ser” tras el hacer, el
actuar, el devenir: “el que actúa” es una mera invención añadida al hacer;
el hacer es todo»5. Sin embargo, el fetichismo grosero del lenguaje «ve en
todas partes agentes y acciones: cree que la voluntad es la causa en general;
cree en el “yo”, cree que el yo es un ser, que el yo es una substancia, y
proyecta sobre todas las cosas la creencia en la substancia yo –así es como
crea el concepto “cosa”»6. El sujeto es, por tanto, un prejuicio a partir del
cual se piensa todo lo demás. Es una ficción que reduce y pretender unificar
una rica pluralidad de pulsiones, emociones, comportamientos, deseos, no
siempre conscientes.
El concepto de sujeto no deja, sin embargo, de tener utilidad. Es una
ficción, sí, pues no existe el sujeto-en-sí; pero se ha de ser un sujeto para
poder existir: es una condición de vida. La idea de sujeto otorga una
inteligibilidad sin la cual la vida no es posible. Ciertas ficciones, crean
marcos de inteligibilidad y reconocimiento necesarios para la vida; sin
embargo, no se ha de olvidar su carácter contingente, sobre todo para poder
postular la posibilidad de su transformación y desmomificación. Considerar
que ciertos conceptos son obsoletos y, al mismo tiempo, inamovibles
nos aboca al nihilismo y al desasosiego. Para evitarlo, se hace necesaria
la resignificación de la noción de sujeto de forma creadora, sin atenerse
a los usuales conceptos momificados que solemos utilizar. Esto llevará a
una transformación de la realidad del sujeto. Como veremos, desde los
posthumanismos se está tratando de pensar el sujeto fuera de los marcos
momificados del humanismo y de dotarle de otros atributos desde miradas
diferentes.
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Nietzsche y Foucault
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Nietzsche y Foucault
mundo contemporáneo»22.
Desde los feminismos, ya desde Simone de Beauvoir y su El segundo
sexo, se ha destacado que el modelo hegemónico de sujeto occidental
–hombre blanco, heterosexual, de clase alta, capacitado física y
psíquicamente– no permite englobar las vivencias de las mujeres y otros
sujetos con identidades no normativas. Judith Butler, desde el feminismo
queer, alerta de una manera clara contra los peligros políticos que puede
acarrear la confianza en este sujeto humanista: «El mayor peligro para
mí es el peligro del sujeto autónomo y monolítico que intenta establecer
límites e impermeabilidades absolutas, porque ese es el sujeto que se niega
a reconocer su carácter fundamentalmente social y su interdependencia. Y
me parece que sobre este tipo de base no puede construirse ninguna ética o
política sólidas»23.
El llamado de Butler a reconocer nuestra interdependencia mutua y
constitutiva lleva a adoptar una perspectiva interseccional de las identidades,
que dejan de ser monolíticas para reconocer los diversos rasgos que nos
atraviesan y que cambian según los contextos e interdependencias en las
que nos situamos. Pensar así el sujeto supone una quiebra irreparable de
la confianza en el sujeto cartesiano. Por ello, se ha propuesto otra manera
de pensarnos como sujetos desde el posthumanismo. Rosi Braidotti, en Lo
Posthumano, propone salir del humanismo y pensar lo posthumano desde
un materialismo spinoziano: «En mi opinión, el común denominador de
la condición posthumana es el monismo como ontología política, lo cual
implica una visión autoorganizadora, pero sin embargo no naturalista, de
la material viva, porque en nuestro mundo no podemos separar la forma
naturaleza de la mediación tecnológica»24. Estos nuevos materialismos
posthumanistas transgrenden los límites que confinan la ética y la política
al dominio de lo humano25 y que, además, como hemos visto, confinan
lo humano a la estrecha consideración del sujeto moderno trascendental.
Siguiendo a Karen Barad26, consideramos que una ética posthumanista
materialista puede dar cuenta de las intersecciones de las materializaciones
de las que formamos parte en el mundo contemporáneo.
Dentro de estos nuevos materialismos de corte monista y secular
destaca la pensadora Rosi Braidotti. Lo posthumano, su último libro, es
249
Mónica Cano Abadía
250
Nietzsche y Foucault
251
Mónica Cano Abadía
5. Bibliografía
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23 A presença de Nietzsche na arqueologia
e genealogia de Michel Foucault
JoSé niColao Julião*
1. Introdução
A influência de Nietzsche sobre Foucault é constante em toda a produção
intelectual do filósofo francês, desde a sua arqueologia do saber,
perpassando a sua genealogia do poder até a última fase, nomeadamente,
a estética da existência. O nosso objetivo é o de demonstrar a influência
apenas nas duas primeiras fases, deixando de lado, a terceira. Para o
proposto, primeiramente, com base, no texto “Nietzsche, Marx & Freud”,
queremos demonstrar como Foucault munido de certo instrumental do seu
método arqueológico se apropria de Nietzsche, unindo a ele Marx e Freud,
que apesar das suas diferenças teóricas, inauguram uma nova episteme, ou
seja, novas condições discursivas que constituem o período contemporâneo,
sob a insígnia da interpretação. Assim, veremos, segundo Foucault,
como Nietzsche munido do método interpretativo pensa a sua época. Na
década de 70, a questão arqueológica, de como os saberes emergiram
e se transformavam, marcado pela discursividade, deu lugar à questão
do porquê dos saberes?, ou seja, uma preocupação com as investigações
históricas acerca do poder como instrumento de analise capaz de explicar
a produção dos saberes; esse método, Foucault nomeou de genealogia do
poder. Queremos, neste segundo momento, mostrar como ele em seu ensaio
“Nietzsche, a genealogia e a história” pretende esclarecer o que vem a ser
o método genealógico de Nietzsche. Todavia, as pretensões de Foucault,
filósofo, não se limitam a de um mero historiador da filosofia, ele pretende,
também, de forma sutil, esclarecer o seu próprio método, apropriando-se de
uma terminologia nietzschiana.
* Possui graduação e mestrado em Filosofia pela Universidade Federal do Rio de Janeiro
e doutorado em Filosofia pela Universidade Estadual de Campinas. Fez estágios nas
universidades de Leipzig e Bielefeld, na Alemanha, em nível de doutorado sandwich
como bolsista respectivamente do DAAD e da CAPES/DAAD. Realizou estágio Pós-
Doutoral na Technische Universität Berlin como bolsista da CAPES. É professor
Associado IV da Universidade Federal Rural do Rio de Janeiro e pesquisador do CNPq.
255
José Nicolao Julião
2. Nietzsche na arqueología saber
A ascendência de Nietzsche sobre Foucault parece ser constante em toda
a produção intelectual do filósofo francês. O historiador, Paul Veyne, um
renomado intérprete de Foucault, quando afirma a respeito da influência
da genealogia de Nietzsche sobre o pensamento de seu compatriota, diz:
“a obra de Foucault inteira é uma continuação de A genealogia da moral
nietzschiana: ela busca mostrar que toda concepção que acreditamos eterna
tem uma história, ‘deveio’, e que suas origens nada tem de sublime.”1
Embora possa ser verdade ou pelo menos plausível que haja uma constância
da influência de Nietzsche sobre Foucault, desde as suas primeiras obras
do final dos anos 50 e as da década de 602, inseridas ainda no período que
se convencionou chamar de arqueologia do saber, a ponto dele revelar
que a sua “... arqueologia deve mais à genealogia nietzschiana do que
ao Estruturalismo propriamente dito,”3 a incidência do filósofo alemão
em sua obra tornou-se mais visível a partir do Colóquio de Royaumont
(1964), quando foi apresentado o ensaio “Nietzsche, Marx & Freud”.
Esse escrito foi superimportante para a compreensão da intelectualidade
francesa – grande parte presente no colóquio4 – sobre a atualidade do
pensamento de Nietzsche. Nesse texto, Foucault com categorias do seu
método arqueológico, especialmente, apresentadas, 2 anos depois, em
1 Veyne, Foucault: seu pensamento, sua pessoa, 187. Veyne ainda acrescenta com base
em um apontamento de Nietzsche: “Em suas notas intimas, Nietzsche desejou um dia
para si discípulos como ele”.
2 Pensamos aqui no prefácio de 1961 à História da Loucura na Época Clássica, intitulado,
Loucura e Desrazão, que foi suprimido depois, em 1972, das edições seguintes da obra
no qual a presença ainda tímida de Nietzsche, na filosofia de Foucault, representa,
junto com Boch e Artaud a continuidade da desrazão como dimensão constitutiva e
originária da cultura ocidental ao lado da razão que a partir do antagonismo a ela se
nutriu e se fundamentou. Pensamos também na enigmática passagem conclusiva do
seu comentário introdutório à tradução que fizera da Antropologia de um ponto de
vista pragmático, de Kant, na qual diz: “A trajetória da questão ‘was ist der Mensch?’ no
campo da filosofia se conclui na resposta que a recusa e a desarma: der Übermensch?
(super-homem)”. Cf. Introduction à l’Antropologie de Kant, 127-28. Pensamos ainda,
no prefácio ao Nascimento da clínica, de 1963, no qual Foucault compara a crítica de
Nietzsche a de Kant, cf. Nascimento da clínica, XIV.
3 Cf. Sur Le façon d’écrire l’histoire – segunda entrevista concedida à R. Bellour – in
Dits et écrits, I, 599. Cf. também a entrevista tardia, publicada em 5 de julho de 1984,
dias após a sua morte, intitulada O Retorno da Moral, na qual Foucault revela que
começou a ler os textos de Nietzsche entre os anos de 1952 ou 1953 e nunca mais
parou.
4 O VII Colóquio Internacional de Royaumont (Nietzsche) ocorreu de 4 a 8 de julho e
foi presidido por M. Gueroult. Estavam presentes e apresentaram trabalhos: entre os
franceses, Deleuze, Klossowski, Jean Wahl, Jean Beaufret, Gabriel Marcel, Henri Birault
e Eduard Gaède; entre os alemães, além de outros, estava presente, K. Löwith; entre
os italianos, G. Colli, M. Montinari e G. Vattimo; e outros de outras nacionalidades.
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pensamento o mostra facilmente. E talvez ela nos indique também o seu
próximo fim.6
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A presença de Nietzsche na arqueologia e genealogia de Michel Foucault
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José Nicolao Julião
13 Ibidem, idem.
14 Cf. A genealogia da moral, 7. “Por isso é que, previno contra as hipóteses inglesas
perdem-se no azul, a cor mais importante para um genealogista deve ser o cinza, a
coisa documentada, o efetivamente constatável, o realmente havido, numa palavra, a
longa, quase indecifrável escrita hieroglífica do passado moral humano”.
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A presença de Nietzsche na arqueologia e genealogia de Michel Foucault
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José Nicolao Julião
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24 Foucault: resistencia afirmativa y
catalizadora
yolanda gloria gamBoa muñoz*
1. Aproximación ficcional
267
Yolanda Gloria Gamboa Muñoz
2. Resistencia en la Historia de la Filosofía
Para Gérard Lebrun, su amigo Foucault desconfiaba de la filosofía y decía no
practicarla1; la Arqueología del Saber mostraría su tentativa de desconstruirla.
Sin embargo, la noción de ruptura sería de manejo delicado en la historia
de la filosofía. En este sentido Lebrun advertía no ser suficiente la ruptura
declarada de un autor con una tradición o con uno de sus predecesores, para
perder toda ligación con ellos.2
Preguntémonos: ¿Con qué ligación filosófica trató de romper Foucault
y cómo se transformó en un pensador de la resistencia afirmativa y
catalizadora? Respondamos de forma provisoria con una constatación:
la resistencia tiene ligaciones con el ámbito de los escenarios filosóficos,
siendo posible escuchar, en la discursografía3 de Foucault, determinadas
resonancias de su lectura de Kant, Hegel y Nietzsche. Así queremos
vislumbrar una primera imagen de la resistencia: atada a la historia de la
filosofía, pero sin ofrecer pasivamente la otra mejilla.
Como prueban diferentes estudios sobre Foucault, dedicados al
denominado periodo del poder, es en ellos que surge fuertemente la
problemática de la resistencia4. Recojamos una entrevista de 1977, que
analiza la expresión de la Voluntad de Saber «donde existe poder, existe
resistencia»5. Foucault dice alejarse de la teoría del poder como ‘cosas’
(substancias) y de la opción estético-moral que lo califica de «malo», «feo»
y «muerto». Es la ocasión en que concibe la resistencia como co-extensiva
y contemporánea al poder que enfrenta. De la misma manera que el poder
la resistencia tendría que ser inventiva, móvil y productiva, viniendo desde
abajo y distribuyéndose de forma estratégica6.
En otras ocasiones discursográficas7, sus reflexiones sobre poder y
obediencia nos parecen haber sido táctica y gradualmente conducidas
para la problemática de la resistencia8, principalmente, mediante el
entrecruzamiento temático de peligros, diagnóstico intelectual y una
determinada configuración estratégico-nominal del poder. Agreguemos que
1 Foucault, «Note sur la phenoménologie dans Les Mots et les Choses», 33. (Todas las
traducciones sin indicación específica son nuestras).
2 Ibídem, 47.
3 Desde nuestros trabajos de 1994 usamos ese término para caracterizar el carácter
duplo y la diversidad de escritos de Foucault, evitando «obra» y «autor».
4 Por ejemplo, los estudios que optan por el período de 1975-1976 para analizar la
resistencia: Branco, R. «Lá onde há poder, há resistência».
5 Foucault, Volonté de savoir, 125.
6 Foucault, «Não ao sexo-rei», 241.
7 Usamos simplemente ocasiones para no caer en las «trampas» de las ordenaciones
foucaulteanas de saber, poder y subjetividad.
8 Gamboa, «Obedecer! Escutando ecos nos escritos de M. Foucault e Veyne».
268
Foucault: resistencia afirmativa y catalizadora
269
Yolanda Gloria Gamboa Muñoz
15 Esta sería una opción disimulada por la maquinaria hegeliana. (Lebrun, O avesso da
dialética: Hegel à luz de Nietzsche, 11 y 184)
16 Ibídem, 184.
17 Sin embargo, según G. Lebrun (O que é poder, 85 y 87), Foucault también habría
permanecido próximo de Hegel al considerar el Estado Moderno más manipulador
que dominador, preocupándose no tanto en reprimir la desobediencia, como en
prevenirla. En ese sentido Hegel, Durkheim y Foucault coincidirían en que el poder
estatal más que triturar individuos los produce, tendiendo a instituir lo social.
18 Foucault, L’Ordre du discours, 50-51
19 Nietzsche, Crepúsculo de los Ídolos, 51-52 y mi libro Gamboa, Nietzsche, a fábula
ocidental e os cenários filosóficos.
20 Lebrun, O avesso da dialética: Hegel à luz de Nietzsche, 184.
21 Nietzsche, El Anticristo, 64-65. Podemos agregar el fragmento póstumo de 1988, n.14
[65], in KSA, vol.13, 250 (cit. in: Giacoia, Nietzsche, o humano como memória e como
promessa, 206) en que Nietzsche se refiere a la herencia, no de enfermedades, sino de
«constituciones enfermizas (Krankhaftigkeit): la impotencia (Unkraft) en la resistencia
contra el peligro de emigraciones nocivas, etc.; la fuerza de resistencia quebrantada -
expresado moralmente: la resignación y la humildad frente al enemigo».
270
Foucault: resistencia afirmativa y catalizadora
dialéctica iría más lejos que el «no resistas al mal», al ordenar que «pactes
con el dolor, que comprendas que no eres tú quien ella lesa, mas es el Si
que ella enriquece. Incapacidad de resistir transformada en ontología»22.
Discursivamente, sabemos que recurre con humor al «modelo Nietzsche»,
que es el modelo de ser sin modelo (si entendido como paradigma platónico)
y así reencuentra la problemática de una resistencia que no quiere ser
negativa, ni cargar resentimiento. De esta manera, tomando distancia del
fanatismo, esto es, de la hipertrofía (sobreabundante nutrición) de un único
punto de vista y una única perspectiva del sentimiento23, que se repliega
sobre sí, y, reforzado, se manifiesta como venganza.
Analizado desde esa perspectiva surgen numerosas problematizaciones
y complejas ligaciones con el escenario filosófico; de esta manera,
considerando que Foucault hizo de la resistencia un «concepto-arma-
afirmativo», tendrá que enfrentar un desafío con el que luchará a todo
momento, a pesar de su ruptura con la historia de la filosofía.
3. El pariente guerrero
Cuenta Roberto Matta, refiriéndose a los análisis genealógicos de parentesco
comúnmente realizados: «se estudian siempre las cosas por su lado guerrero.
La única gente a la que tratan de encontrar es la gente a la que le han hecho
estatuas»24. En esa perspectiva ya fuimos seducidos a pensar la resistencia
en Foucault a partir de su lectura de Clausewitz. De esta manera, ordenando
las andanzas de la resistencia en la discursografía de Foucault, nos parecía
obedecer a una tipología guerrera, donde era posible distinguir un primer
momento de resistencia-no o, en términos guerreros de resistencia-defensa,
defensa puntual que se inserta en la guerra cotidiana del presente25 y que en
el lenguaje de Clausewitz sería una forma donde «el defensor está en mejor
posición para sorprender por la forma y fuerza de sus ataques»26, porque en
la guerra «la posición y el comienzo por la defensa es privilegiado y más
fuerte que la ofensiva». En este sentido Foucault reconocerá finalmente que
la resistencia como un no constituye una forma mínima, aunque en ciertos
271
Yolanda Gloria Gamboa Muñoz
272
Foucault: resistencia afirmativa y catalizadora
4. El salto catalizador
Limitémonos a continuación a situar discursivamente la última
transformación de este trayecto como un nuevo modo de investigación
de las relaciones de poder: «utilizar la resistencia como un catalizador
químico»36. Uso estratégico y microscópico donde el instrumento no se
limita simplemente a ampliar los acontecimientos/resistencia detectados;
sino busca acelerarlos. Mediante este procedimiento sería posible evaluar
«las relaciones de poder, ver donde se inscriben, descubrir sus puntos de
aplicación y los métodos que utilizan»37. A medida que más se circunscribe
la lucha puntual esta se presenta más actuante, más afirmativa, buscando
socavar una técnica particular, una determinada forma de poder,
predominando actualmente, según el diagnóstico de Foucault, «la lucha
contra técnicas y formas que transforman los individuos en sujetos sumisos
y obedientes»38. De esta manera, buscando nuevas formas de subjetividad
emergen las resistencias activas y productivas de las minorías. Esto es, al
margen de los «modelos establecidos»39, donde permanece la fuerza de
un signo simulador, por ejemplo, evaluando como resistente a la histérica
frente al poder psiquiátrico.
Por otra parte, pensamos que Foucault-escritor de libros40, creó
constantemente celadas discursivas como ordenaciones externas a sus
propios discursos resistiendo de partida e «histéricamente» a los lectores
peligrosos. Sabemos que leyó en silencio a Kierkegaard y, tal vez en sentido
35 Foucault, «Interview 1980», 145-146.
36 Foucault, «Deux essais sur le sujet et le pouvoir », 300.
37 Ídem.
38 Ibídem, 301-303.
39 Las consideraciones de Deleuze son pertinentes: no distinguir cuantitativamente
mayorías y minorías, diferentemente, distinguirlas por poseer o no un «modelo». El
modelo define las mayorías, consecuentemente las minorías no lo tienen y por esto
constituyen un devenir, un «processus» en: Deleuze, Pourparlers, 234-235.
40 Observemos que en sus cursos Foucault es repetitivo y no monta trampas ni celadas
para lectores peligrosos. Trampas y terreno minado por «bombas de humor» que, sin
embargo, forman parte de sus textos-escritos.
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Yolanda Gloria Gamboa Muñoz
274
Foucault: resistencia afirmativa y catalizadora
5. Distanciamiento problemático
Pero la resistencia no concita simplemente las resistencias «liberadoras».
Desde su enunciación hasta nuestros días escuchamos las constantes
reacciones que este portavoz de Foucault suscitó y continúa suscitando. Se
decía en 1989 que solo con nociones normativas podría afirmar porqué la
lucha es preferible a la sumisión, porqué es necesario resistir al régimen
moderno de saber-poder47. Actualmente, se argumenta sobre la necesidad
de evaluar el resultado del «combate espiritual» (que Foucault describió
como articulado genealógicamente al «cuídate a ti mismo» del pensamiento
greco-romano), porque las formas del capitalismo actual harían del
individuo un empresario de sí mismo, conforme al modelo de competencia
establecido, constituyendo un escenario donde el individuo efectúa una
auto-explotación de forma voluntaria y apasionada48. De manera que no se
trataría más de pensar la relación de biopoder, sino que Foucault, según la
afirmación de Chul-Han, por ejemplo, tendría que haber efectuado el giro
a la psicopolítica. Ya para Rodrigo Castro «los puntos de resistencia son el
principio que sostiene la dinámica que conduce a los diferentes escenarios
del poder: el modelo pastoral, la lógica de la soberanía y, finalmente, el
biopoder»49. Por eso, y ya que la distinción está ligada etimológicamente
al diagnóstico, agreguemos la necesidad de una distinción cuidadosa entre
43 D’Iori, Nietzsche na Itália, 141.
44 Foucault, «Michel Foucault, une interview: sexe, pouvoir et la politique de la identité».
45 Por intermedio de la lectura de Cassiano sería posible percibir también como la
obediencia es y debe ser anterior a todo orden y mando. (Foucault, Du Gouvernement
des vivants, 265.)
46 Foucault, Dits et Écrits, IV, 740-741.
47 Fraser, «Foucault on Modern Power: Empirical Insights and Normativa Confusions»
cit. in Michel Foucault Lectures Critique, 19-20.
48 Chul-Han, Psicopolítica, 46.
49 Castro, Foucault y el cuidado de la libertad, 449.
275
Yolanda Gloria Gamboa Muñoz
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FOUCAULT Y
SU TIEMPO
25 Convergencias entre M. Foucault y
Th. W. Adorno en torno a la tríada
individuo, libertad y cuerpo.
lorena aCoSta igleSiaS*
283
Lorena Acosta Iglesias
1. Th. W. Adorno entre naturaleza y sujeto: líneas de fuga hacia
consideraciones foucaultianas
Creemos poder cifrar este acercamiento tardío de Foucault a la Escuela de
Frankfurt más específicamente en Th. W. Adorno, ya que se podría rastrear el
germen de muchos de los diagnósticos foucaultianos en torno a la construcción
social del cuerpo como emplazamiento ambivalente para la encarnación
del poder, pudiendo revertir de esta manera en escenario de resistencia.
Por ello, comenzaremos intentando dar con la constelación de fuerzas que
hacen emerger el concepto de cuerpo en el pensamiento de Adorno, el cual
aparece de manera explícita casi eclécticamente en un pasaje marginal de
Dialéctica de la Ilustración y algunos aforismos de Mínima Moralia, aun
cuando nuestra lectura apostará por otorgarle una importancia que atraviesa
metodológicamente toda la obra de Adorno. Esta constelación de fuerzas
será la relación dialéctica entre naturaleza y sujeto y más concretamente, tal
y como está articulada en la siguiente cita de Dialéctica de la Ilustración:
Cada progreso de la civilización ha renovado, junto con el dominio,
también la perspectiva de su mitigación. Pero mientras la historia real
está tejida con sufrimientos reales, que en modo alguno disminuyen
proporcionalmente con el aumento de los medios para eliminarlos, la
realización de esa perspectiva depende del concepto. Pues éste no sólo
distancia, en cuanto ciencia, a los hombres de la naturaleza, sino que
además, en cuanto autorreflexión del pensamiento que en la forma de
la ciencia permanece atado a la ciega tendencia económica, permite
medir la distancia que eterniza la injusticia. Mediante este recuerdo de la
naturaleza en el sujeto, en cuya realización se halla encerrada la verdad
desconocida de toda cultura, la Ilustración se opone al dominio en cuanto
tal.2
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Convergencias entre M. Foucault y Th. W. Adorno
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Convergencias entre M. Foucault y Th. W. Adorno
3. Conclusiones
Sin embargo, parecería inaudito después del acuciamiento del neoliberalismo
que hemos experimentado en el S. XXI, no admitir la remasterización de
los dispositivos disciplinarios en esta nueva forma de gobierno. Nuestra
apuesta pasa por recuperar algunos de los planteamientos adornianos: esto
es que, efectivamente, los mecanismos disciplinarios ya no funcionan en el
neoliberalismo mediante la vigilancia directa de los empleados a la hora de
controlar su fuerza de trabajo como ocurría en el fordismo, sino que pone en
marcha una sutil forma de gobierno: construye identidades laborales mediante
la promoción de determinadas actitudes que aumenten su capital humano.
Podría decirse que esto nos acerca a una rearticulación del empobrecimiento
de la experiencia en términos adornianos, puesto que el modo de producción
de subjetividad en el neoliberalismo ha conseguido que el individuo sólo se
sobreviva a sí mismo mediante un imperativo de flexibilidad exhaustivo
a la hora de adaptarse continuamente a las exigencias del mercado, y dar
cuenta con ello de una autonomía responsable que ligue el éxito personal a
la propia iniciativa, la creatividad, la polivalencia que conllevan el ideario
de los valores de compromiso con la propia mentalidad ganadora. En este
sentido, quisiéramos recoger a Adorno como lazarillo del último Foucault:
efectivamente Adorno, ya en su momento, denunció la muerte del individuo
a través de una homogeneización del mismo en la asimilación de la forma
mercancía, relegando al sujeto a una funcionalización que sólo le permitía
291
Lorena Acosta Iglesias
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293
26 Foucault y Arendt: reflexiones cruzadas
sobre el racismo moderno
Celia aleJandra ramírez SantoS*
295
Celia Alejandra Ramírez Santos
3 Algunos trabajos comparativos que versan sobre otros aspectos son los siguientes:
Ilivitzqui, «Orígenes de la biopolítica: tensiones entre Foucault y Arendt»; Divet
«Foucaut y la condición humana. Una influencia Tácita desconocida» y Gugliemi,
«Poder, Fuerza y Violencia en Michel Foucault y Hannah Arendt. Una lectura desde la
inmanencia».
4 Más detalles sobre su vida y obras en las monografías que le han sido dedicadas,
entre las cuales destacan las de Tholozan, Henri de Boulainvilliers, L’anti-absolutisme
aristocratique légitimé par l’histoire y Ellis, Boulainvilliers and the French monarchy.
Aristocratic politics in early eighteenth-century France.
5 Lector y comentador de las obras de Spinoza, así como traductor al francés de su
Ética, Boulainvilliers hizo del conatus spinoziano la categoría central de su propio
pensamiento político. Se trata de un elemento interesante si pensamos que la toma
de nociones extraídas del sistema metafísico de Spinoza como punto de arranque
de la reflexión política ha continuado hasta nuestros días en obras como las de los
italianos Toni Negri y Giorgio Agamben. Cif. Agamben y Ugarte La administración de la
vida: estudios políticos.
6 «Boulainvilliers fue profundamente influido por las doctrinas del siglo XVII relativas
al derecho de la fuerza y fué, ciertamente uno de los más consecuentes discípulos
contemporáneos de Spinoza, cuya Etica tradujo y cuyo Traité thelogico-politique
analizó. En su aceptación y aplicación de las ideas políticas de Spinoza, la fuerza se
296
Foucault y Arendt
troco en conquista, y la conquista actuó como un tipo de criterio único sobre las
cuialidades naturales y los privilegios humanos de los hombres y de las naciones»
(Arendt, Los orígenes del totalitarismo, 226).
7 No hay lugar en los escritos de Boulainvilliers para una justificación ética del dominio
como la que encontramos en Aristóteles, quien presenta la división jerárquica entre
vencedor y esclavo-vencido como fundamento de una relación de mutua conveniencia.
Tampoco para la teodicea cristiana, desde la que la conquista y la victoria en la guerra
no dan derechos por sí mismas a los vencedores, sino en la medida en que una
Providencia divina inescrutable pero tendente a favorecer a los pueblos que mejor
obedecen los mandatos divinos, hace que unos pueblos se impongan y sojuzguen a
otros con el fin de evangelizarlos. Este tipo de interpretaciones ético-religiosas del
derecho de conquista llevan normalmente aparejados una serie de límites a los que
debe ceñirse la autoridad a ejercer por el vencedor providente sobre el vencido. Será
justo aquel dominio que redunde en beneficio mutuo (interpretación y justificación
aristotélica de la esclavitud, como la que encontramos en Política I, 2: «Con razón se
puede suscitar esta cuestión y sostener que hay esclavos y hombres libres que lo son
por obra de la naturaleza; se puede sostener que esta distinción subsiste realmente
siempre que es útil al uno el servir como esclavo y al otro el reinar como señor; se
puede sostener, en fin, que es justa, y que cada uno debe, según las exigencias de
la naturaleza, ejercer el poder o someterse a él”) y aquella en la que el esclavo o
vasallo sea considerado siempre en su dimensión de prójimo (limitación cristiana del
dominio que encontramos, por ejemplo, en Francisco de Vitoria, cuando critica las
condiciones en que eran transportados los esclavos africanos por mar, aunque no la
perpetuación de su estatuto como esclavos: «Mayor escrúpulo y más que escrúpulo
es que ordinariamente los traen inhumanamente, no se acordando los señores que
aquéllos son sus prójimos (…). Que si los tratasen humanamente, sería mejor suerte la
de los esclavos inter cristianos, que no ser libres en sus tierras; demás que es la mayor
bienaventuranza venir a ser cristianos», «Carta al padre Bernardino de Vique». En:
Vitoria, F «Relecciones sobre los indios y el derecho de guerra», 23).
8 Arendt, Los orígenes del totalitarismo, 226.
297
Celia Alejandra Ramírez Santos
298
Foucault y Arendt
299
Celia Alejandra Ramírez Santos
3. Foucault, Boulainvilliers, Clausewitz: «la política como
continuación de la guerra»
Si echamos ahora una ojeada a Defender la sociedad, observamos que
Michel Foucault hace entrar en escena a Boulainvilliers cuando en la
clase del 21 de enero de 1976 realiza una crítica radical a la teoría de la
soberanía, precisamente otra justificación o dulcificación eufemística de las
«relaciones de poder» y las crudas «operaciones de dominio» que las fundan.
Recordemos que el año académico 1975-76, Foucault se propuso invertir la
célebre frase de Clausewitz «La guerra no es más que la continuación de
la política», para afirmar con rotundidad que «La política no es más que la
continuación de la guerra».
Resulta curioso que Foucault se topara precisamente con Boulainvilliers,
aquel noble oscuro al que veinticinco años antes Hannah Arendt había
dedicado unas cuantas páginas de Los orígenes del totalitarismo, en
la búsqueda de su propia concepción de la política entendida como
continuación de la guerra.. Es en el siguiente cuestionamiento de Foucault
donde Boullanvillier aparece como pieza clave: «¿Quién tuvo en el fondo
la idea de invertir el principio de Clausewitz, quién tuvo la idea de decir: es
muy posible que la guerra sea la política librada por otros medios, pero la
política misma no es, acaso, la guerra librada por otros medios?»13.
La primera mención que Foucault hace a Boulainvilliers en los cursos
dictados en el Collège de France en 1975-76 se produce cuando Foucault
analiza el motivo y coyuntura en el que Boulainvilliers, parte del círculo de
confianza del duque de Borgoña, futuro Luis XV, entra en la escena pública
francesa como redactor de un informe de fin de reino en el que se pretende
mostrar un balance de la situación en la que se encuentra y una descripción
general de las instituciones, costumbres de gobierno y tributos en los que se
fundamenta la administración general de la Corona.
Según narra Foucault, preparando ese informe Boulainvilliers acomete
la defensa de los privilegios de una nobleza ya por entonces desplazada del
manejo de los asuntos del reino y arruinada14. El objetivo de Boulainvilliers
es suscitar dudas en el nuevo rey acerca de los que habían sido los
principales apoyos de Louis XIV: una burguesía entre la cual sobresalen,
en este período, las figuras y saberes del jurista-escribano y del intendente-
administrador. Mientras que los primeros habían convertido en ley el
absolutismo regio, legitimando la usurpación de potestades nobiliarias en
el Derecho imperante en la Francia de la época, los intendentes de finanzas
13 Foucault, Defender la sociedad, 53
14 «En ese texto de Boulainvilliers —pero los que lo siguieron también retomaron el
problema— se trata de poner de relieve las tesis favorables a la nobleza». (Foucault,
Defender la sociedad, 124).
300
Foucault y Arendt
habían permitido al rey encontrar recursos con los que asentar su autoridad
sobre el reino, decretando impuestos innovadores que habían llevado a la
ruina a los nobles.
En este contexto, Boulainvilliers habría apelado a la historia como un
saber mucho más revelador que el del escribano y el del administrador15.
A diferencia de los saberes jurídico y financiero, que sólo devuelven al
monarca su propia imagen proyectada en un espejo, es decir, que son sólo
instrumentos de la propia voluntad regia de autoafirmación, la historia
permite volver, de una forma reveladora, al origen de la monarquía franco-
gala y del Derecho que debiera imperar en ella.
¿Dónde está el origen de ese Derecho para Boulainviliers? Como ya había
explicado Arendt y volvió a recordar Foucault, Boulainvilliers consideraba
la monarquía francesa como el resultado de una conquista en la que los
francos, pueblo germánico, habían sometido a los galos tras el hundimiento
del Imperio Romano. Dos pueblos esencialmente distintos, francos y galos,
conformaban, por tanto, una sociedad francesa cuya división en nobles y
plebeyos tenía una base étnica y originaria. El derecho que había fundado
la monarquía y regulaba las relaciones entre esos dos pueblos radicalmente
distintos era el derecho de un vencedor sobre un vencido. Expresado en
las categorías de Foucault, tal derecho era, propiamente, «un hecho de
dominación»16.
Para todos los que conocemos el objetivo desenmascarador de la
especulación foucaultiana, las razones que pudieron despertar el interés del
filósofo por un historiador relativamente oscuro como Boulainvilliers se
van clarificando poco a poco. Boulainvilliers es, en efecto, la respuesta a la
pregunta que Foucault se hacía al abrir el curso 1975-76: «¿Quién buscó en
el ruido, la confusión de la guerra, en el fango de las batallas, el principio
de inteligibilidad del orden, del Estado, de sus instituciones y su historia?»17
En el siglo del absolutismo y del triunfo ideológico del concepto de
soberanía, los textos de Boulainvilliers serían una muestra pionera de lo
que, para Foucault, era la evidencia que todo grupo dominador intenta
ocultar con eufemismos como la institución divina de los reyes, la idea de
soberanía o el moderno Estado de Derecho. Para Foucault, Boulainvilliers
supone el decubrimiento del carácter violento de todo Derecho y por tanto
15 «Contra el saber del escribano, en el que el rey no puede sino encontrar la alabanza de
su absolutismo (es decir, aún y siempre, la alabanza de Roma), se trata de hacer valer
un fondo de equidad histórica. Detrás de la historia del derecho, se trata de despertar
compromisos no escritos, fidelidades que, sin duda, carecieron de letras y textos. Lo
que importa es reactivar tesis olvidadas y la sangre de la nobleza derramada por el
rey». (Foucault, Defender la sociedad, 127).
16 Foucault, Defender la sociedad, 138.
17 Foucault, Defender la sociedad, 52.
301
Celia Alejandra Ramírez Santos
302
Foucault y Arendt
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304
27 História e Liberdade: Foucault, Sartre e
o estatuto do sujeito
luCiano donizetti da SilVa*
305
Luciano Donizetti da Silva
306
História e Liberdade
307
Luciano Donizetti da Silva
O homem não existia e, por certo, não persistirá. A ilusão de uma instância
decisória, absolutamente livre, na qual se fundaria a filosofia da liberdade,
não teria solapado apenas a Sartre, mas seria ao fim e ao cabo a tônica das
filosofias dos séculos XIX e XX. Esse ponto de partida, bem se sabe, teve
sua formulação mais consistente na filosofia de Descartes: a descoberta, ou
melhor, a invenção do cogito teria feito crer que, desde sempre, foi a partir
de tal instância que o homem se fez no mundo.5 O princípio racional, sua
crítica de si mesmo, sua dissolução num Espírito Absoluto e, inclusive, seu
renascimento como intencionalidade da consciência não fizeram mais para
Foucault que reafirmar um preconceito antigo: o homem é uma instância
autônoma que, por sua decisão, faz a história.
Sartre, por sua vez, teria ido um pouco mais longe: para ele “a
aparição do homem no meio do ser que ‘o investe’ faz com que se descubra
um mundo. (...) Mas essa interrogação acarreta outra: que deve ser o homem
em seu ser para que através dele o nada venha ao ser?”.6 A chegada do nada
ao ser, de absoluta e irrestrita responsabilidade humana, faz com que haja
mundo; assim, o homem é para Sartre um tipo de Deus faltado, pois ao
contrário da ideia de um soberano criador, que arranca o mundo do nada,
o homem criaria o mundo pela negação do ser.7 Marcado por sua absoluta
impotência, pois negar o ser é no mesmo ato assumir sua contingência, o
homem vaga num movimento negativo que coincide com o tempo de sua
existência; noutros termos: desde sempre, e onde quer tenha havido mundo,
houve homem. O homem não é mais velho que o mundo, isso é evidente; mas
Sartre recusa-se a admitir um mundo que, seja em que medida for, anteceda
o homem (senão no sentido de que a infância antecede a vida adulta). Ele e
o mundo são, no máximo, contemporâneos; e, mais, o homem faz o mundo,
4 Foucault, As palavras e as coisas, 425.
5 Descartes, Meditações Metafísicas.
6 Sartre, O Ser e o Nada, 67.
7 Sartre, La Liberté Cartésienne.
308
História e Liberdade
ele é mestre da história (ainda que ele o faça em situação e, na maioria das
vezes, alienado). O ponto nevrálgico da diferença entre Sartre e Foucault
remete enfim à história, mas cabe antes lembrar que a filosofia de Sartre
não apenas entende o mundo como resultado da ação negativa do homem
como, também, que o homem é livre: “Queremos definir o ser do homem na
medida em que condiciona a aparição do nada, ser que nos apareceu como
Liberdade”.8 A ontologia de Sartre, mesmo sendo fenomenológica (tributária
do método husserliano e francamente influenciada pela analítica do Dasein
heideggeriana), para Foucault não teria escapado mais que os alemães
de um engodo de princípio: a reafirmação do homem, um dos aspectos
marcantes da modernidade; ou seja, a continuidade de uma epistémê que
tem sua origem mais remota em Descartes (e, ainda mais distante, na alma
platônica). Mas afinal a qual homem Sartre se refere quando, em detrimento
de todas as teorias deterministas (determinismo econômico, social, cultural,
psicológico, etc.), afirma a liberdade?
Foucault partilha com Sartre aspectos de sua crítica à construção do
homem ao longo dos séculos; a inflexão sartriana no terreno da negatividade
(o homem faz o mundo pela negação do ser) se justifica pelo combate da
sujeição do humano a modelos sub ou inconscientes que o determinariam.
Desde 1947 já se pode falar de crítica sartriana à história, entendida como
os modelos de determinação humana, sejam oriundos das ciências da alma
(psicanálise, psicologia, pedagogia) ou sociais (história, antropologia,
economia, etc.). É assim que “a relação entre existência e essência não é
igual no homem e nas coisas do mundo. A liberdade humana precede a
essência do homem e torna-a possível (...). O homem não é primeiro para
ser livre depois: não há diferença entre o ser do homem e seu ‘ser-livre’”.9
Desse modo, para Sartre o homem já pronto não existe nem jamais existiu;
ele é o fazer-se, sem essência a realizar, sem qualquer projeto senão aquele
que ele, livre e individualmente situado, eleger para si mesmo. Ora, em que
isso contradiria Foucault em sua exigência de que o homem é uma invenção
recente? De fato, para Sartre cada época, a partir de seus valores, estabelece
uma noção do que é o homem; isso concorda com a afirmação foucaultiana
de que “a memória, (...) fixa-se, pouco a pouco, num quadro geral de tudo
o que existe; o homem pode então fazer entrar o mundo na soberania de
um discurso que tem o poder de representar sua representação”,10 tal como
se passou com a pintura de Velásquez. O homem, desse ponto de vista,
não é mais que tal representação; e, para Sartre, o homem é feito como o
309
Luciano Donizetti da Silva
11 Sartre, com sua analítica existencial mostra já em 1947 (Sartre, Mallarmé ) as relações
do indivíduo – nesse caso o poeta – com a situação; trata-se de Sthéphane Mallarmé,
um homem histórico que em vista de realizar o impossível ser-em-si-para-si, apresenta
seu modelo de ser homem e de ser mundo. O mesmo pode-se dizer dos trabalhos
de Sartre sobre outros homens, Charles Baudelaire e Gustave Flaubert (Sartre,
Baudelaire e Sartre, L’idiot de la famille); ainda, vale lembrar que essa empreitada
não ficou restrita a ilustres homens mortos, mas que Sartre também aplicou a mesma
técnica com sucesso a Jean Genet (Sartre, Saint Genet), seu contemporâneo.
12 Sartre, O Ser e o Nada, 105.
310
História e Liberdade
Também meu ser-Para-outro, tal como o surgimento ao ser de minha
consciência, tem o caráter de acontecimento absoluto. Uma vez que
este acontecimento é ao mesmo tempo historização (historialisation) –
pois eu me temporalizo como presença ao Outro – e condição de toda
história, vamos denominá-lo historiarização anti-histórica.13
311
Luciano Donizetti da Silva
que resultado de um ato de má-fé. Enfim, pode-se dizer que Sartre, a partir
das exigências do seu recente aproximar-se do mito da história (marxismo)
coloca a má-fé foucaultiana à mostra? Ou seria mais adequado dizer que,
agindo de má-fé, Foucault mostrou que de fato a filosofia da liberdade na
história não vai além de um intrincado mito?
Bibliografia
DESCARTES, R. (1973) Discurso do Método & Meditações Metafísicas.
Tradução J. Guinsburg e Bento Prado Júnior. São Paulo, Abril
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28 Razón y sinrazón en el pensamiento
filosófico: Foucault, Derrida y la
experiencia de la locura
luiz paulo leitão martinS*
313
Luiz Paulo Leitão Martins
314
Razón y sinrazón en el pensamiento filosófico
315
Luiz Paulo Leitão Martins
15 Ibídem, 58.
16 Ibídem, 60.
17 Descartes, Les passions de l’âme, 28-65; Descartes, Méditations métaphysiques, 79-
90.
18 Foucault, «Mon corps, ce papier, ce feu», 245-268.
19 Foucault, «Réponse à Derrida», 181-295.
20 Ibídem, 182-184.
316
Razón y sinrazón en el pensamiento filosófico
317
Luiz Paulo Leitão Martins
4. Consideraciones finales
Yo diría que si Derrida resuelve reanudar el debate con Foucault desde los
términos de su relación con la experiencia de Freud esto es aún para pensar
cuales serían los elementos constitutivos de la posibilidad de un discurso
23 Birman, «Descartes, Freud e a experiência da loucura».
24 Foucault, «Mon corps, ce papier, ce feu», 246.
25 Derrida, «Fazer justiça a Freud», 56-61.
26 Derrida, «Fazer justiça a Freud», 75-77.
27 Foucault, «Nietzsche, Freud, Marx», 570-574 ; Foucault, Les mots et les chose, 386;
Foucault, «Réponse à Derrida», 284; Foucault, Naissance de la clinique, 201-202;
Foucault, Histoire de la folie à l’âge classique, 360, 531-557 ; Foucault, L’herméneutique
du sujet, 31-32.
28 Foucault, Maladie mentale et psychologie, 23-26; Foucault, Histoire de la folie à l’âge
classique, 529-530, Foucault, Histoire de la sexualité 1, 69-76, 157-161.
318
Razón y sinrazón en el pensamiento filosófico
como él de Foucault.
Por otro lado, yo pienso que del punto de vista de Foucault el importante
de este debate es indicar el modo de relación entre su pensamiento y la
dicha tradición filosófica francesa, de la cual Derrida es parte. Pero también,
podemos pensar que, en el mismo tiempo, Foucault quiere introducir en
la historia de la filosofía una alternativa de ejercicio del pensamiento que
más allá de esa referencia al cogito puede pensar los acontecimientos del
presente29: la locura, para Foucault, la vida y la muerte en la medicina, el
lenguaje, el sujeto de la finitud, el crimen y la delincuencia y la sexualidad.
O sea, entre los bordes y las fronteras de la filosofía, el acontecimiento de
todo lo que viene del fuera, la introducción de una diferencia productiva
que solo puede aparecer para el pensamiento como modo de presencia y de
incidencia de la ruptura y de la discontinuidad30. Es solo de esta forma que
se torna más una vez posible de se pensar, como lo diría Deleuze, y pensar,
en el caso de Foucault, de otra manera31.
5. Bibliografía
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29 Foucault, «Qu’est-ce que les Lumières? », 687.
30 Foucault, «Table ronde du 20 mai 1978», 23-25.
31 Deleuze, «L’homme, une existence douteuse», 128-130.
319
Luiz Paulo Leitão Martins
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(1971) «Nietzsche, la généalogie, l’histoire», en Dits et écrits,
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(1972) Naissance de la clinique: une archéologie du regard
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295. Paris, Gallimard, 1994.
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(1976) Histoire de la sexualité 1: la volonté de savoir. Paris,
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(1984) «Qu’est-ce que les Lumières?», en Dits et écrits, 1954-
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320
29 Foucault y Deleuze: creación y
resistencia en la Enseñanza de Filosofía
FláVio JoSé de CarValho*
1. A modo de introducción
Nuestra discusión se extiende alrededor del pensamiento filosófico de
dos relevantes y controvertidos filósofos del siglo XX, Gilles Deleuze
(1925-1995) y Michel Foucault (1926-1984). El núcleo de la discusión,
todavía, se relaciona al problema de la Enseñanza de la Filosofía, cuya
comprensión y conceptos relacionados nosotros problematizamos (aunque
no exclusivamente) basado en las reflexiones epistemológicas, pedagógicas
y políticas de los dos filósofos, o sea, en este movimiento investigativo
tenemos conducido la discusión deleuzeana y foucaultiana por el alcance de
la educación, de modo más específico por la Enseñanza de la Filosofía en la
escuela secundaria. Se trata de la aplicación de los elementos comprehensivos
(conceptos) creados por los dos filósofos en los desdoblamientos teóricos y
prácticos de la Enseñanza de la Filosofía, en vista de una educación filosófica
que priorice la actitud filosófica (autónoma y creativa) en clase.
A pesar de que nuestra investigación transite y se construya en torno a
problemas y conceptos específicamente filosóficos, a veces, siguiendo pari
passu el itinerario intelectual de los filósofos estudiados, nos remetemos y
nos asociamos constantemente a las discusiones procedentes del ámbito de
la educación, de la enseñanza de la filosofía específicamente. Construimos,
por lo tanto, una discusión problematizadora en el ámbito de la reflexión
filosófica de la educación, o más específicamente, de la reflexión filosófica
de la educación filosófica.
321
Flávio José de Carvalho
322
Foucault y Deleuze
3 Además de observar las relaciones vividas entre los sujetos pedagógicos (profesores y
estudiantes) en el proceso de enseñanza y aprendizaje de la Filosofía, hicimos también
un estudio de la legislación sobre la Enseñanza de la Filosofía a nivel del Gobierno
Federal y de los Estados de la Federación Brasileña, analizando sus motivaciones y
directrices bajo el aspecto de la relación poder-saber.
323
Flávio José de Carvalho
324
Foucault y Deleuze
325
Flávio José de Carvalho
desterritorializar los principios, las normas de la educación mayor,
generando posibilidades de aprendizaje insospechadas en aquel
contexto. (...) En este caso también se trata de impedir la producción;
se trata de impedir que la educación mayor, bien-pensada y bien-
planificada, se instaure, se haga concreta. Esto es para resistir, es para
producir diferencias.5
326
Foucault y Deleuze
327
Flávio José de Carvalho
4. Consideraciones finales
Teniendo en cuenta esta discusión, proponemos que la enseñanza de la
Filosofía hace posible la construcción de clases8 en las cuales se vivencia
la apropiación filosófica, que todos tengan la experiencia del filosofar,
tomando prestadas las palabras de Alejandro Cerletti, hacer de la clase una
«comunidad de investigación»9, una especie de laboratorio donde se mira,
se asombra, imagina, crea y propone, en fin donde se puede filosofar. Todas
estas estrategias y acciones pueden tener éxito caso se pongan en ejercicio
las actividades comprendidas por la función-autor y los movimientos de
desterritorialización y reterritorialización.
La responsabilidad del filósofo-docente, por lo tanto, no se limita a
mostrar su erudición o su dominio intelectual sobre un sujeto en particular,
aun sobre una escuela u orientación filosófica. Su tarea no consiste solamente
en instruir al estudiante en las cuestiones históricas de la Filosofía, sino hacer
favorable que él se apropia, que sea capaz de repetirlas con su creatividad,
o sea, que haga puentes de relaciones entre los saberes filosóficos y su
realidad más cercana, que pueda reconocer en su vida el espacio que el
ejercicio filosófico tiene y como puede hacerlo clave para alternativas de
resolución de sus problemas personales así como los sociales y políticos. El
estudiante podrá reconocer que sus actitudes muestran el modus operandi
de la Filosofía en su propia vivencia intelectual y social, sin embargo este
proceso de reconocimiento está vinculado también el vigor de la actitud y
apropiación filosófica en el ejercicio del profesor. Dejamos que Deleuze
haga la exposición de esta postura del profesor que no solamente enseña,
sino que vive lo que enseña.
8 Dicho de otra manera: las clases de Filosofía en la escuela secundaria, cuya
constitución se guía por la dinámica de la creación filosófica propuesta por la
Pedagogía del Concepto, debe crear estrategias y acciones para los personajes
pedagógicos —profesores y estudiantes— por medio de actividades con textos
filosóficos, juegos educativos, materiales audiovisuales, entre otras posibilidades,
para fomentar la creatividad y la actitud filosóficas.
9 Cerletti, O ensino de filosofia como problema filosófico.
328
Foucault y Deleuze
El movimiento del nadador no se parece al movimiento de las olas; y de
modo preciso los movimientos del profesor de natación, los movimientos
que se reproducen en la arena, no son nada en comparación con los
movimientos de la ola, movimientos que sólo aprendemos a predecir
cuándo los aprehendemos prácticamente como signos. Eso porque es
tan difícil decir cómo alguien aprende: hay una familiaridad práctica,
innata o adquirida, con los signos, lo que hace que toda la educación
algo de amor, pero también mortal. No aprendemos nada con aquello
que nos dice: haga como yo. Nuestros únicos maestros son los que
nos dicen «hagan conmigo» y que, en lugar de proponernos gestos
para ser reproducidos, saben emitir signos para ser desarrollados en el
heterogéneo.10
5. Referencias
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Ensino Médio: Orientações Educacionais Complementares aos
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329
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GALLO, S. (2003) Deleuze & a Educação. Belo Horizonte, Autêntica
Editora
KOHAN, W.O. (2002) «Entre Deleuze e a educação», en Educação e
realidade, n. 2, jul.-dez, 123-130.
330
DESPUÉS DE
FOUCAULT
30 ¿Qué es la crítica? De Nietzsche a
Butler pasando por Foucault
oSCar queJido alonSo*
333
Oscar Quejido Alonso
lectura detallada del texto de Foucault, que, de forma similar, también lleva
por título «¿Qué es la crítica? (Crítica y Aufklärung)»2, que le sirvió como
antesala y preparación del posterior «Qué es la Ilustración».
De todos los aspectos que de manera implícita o, como ahora veremos,
explícitamente, conectarían a estos pensadores en torno a la pregunta por la
crítica, voy a señalar tan solo tres, y lo haré de manera muy esquemática. El
primero de ellos es el particular carácter virtuoso que tiene la crítica, a juicio
Foucault, que coincidiría con el también particular «plus» de moralidad
que Nietzsche ve en el hecho de realizar una crítica de la moral, y que
guardará una estrecha relación con el planteamiento del inmoralismo, según
lo expone el propio Nietzsche.
El segundo punto que me gustaría destacar es la denuncia del carácter
forclusivo de lo que Foucault denomina «sistemas de saber-poder», y que
Nietzsche también expone en la crítica al carácter incondicionado y absoluto
de la verdad que aparece como sustento del cristianismo, de la metafísica,
de la moral, de la ciencia.., es decir, de la cultura en general. Para estos dos
casos trataré de presentar algunos textos y de señalar los lugares en los que
Nietzsche presentaría planteamientos, a mi juicio, muy próximos a los que
Butler destaca de la propuesta foucaultiana.
Por último, abordaré brevemente el tema que, al menos parcialmente,
sí aparecerá de manera explícita en el artículo de Butler en conexión con
Nietzsche. Se trata de la ficción del «origen», que trataré de reconducir al
de la voluntad de crítica y a la problemática señalada por Butler, que en
Nietzsche cobraría la forma de la afirmación de la vida como voluntad de
poder.
334
¿Qué es la crítica?
6 Ibídem, 3
7 Nietzsche, La genealogía de la moral. (A partir de ahora GM).
8 Deleuze, Nietzsche y la filosofía.
9 Butler, «¿Qué es la crítica? Un ensayo sobre la virtud de Foucault», 1.
10 Ibídem, 4
11 Ídem.
12 Ídem.
335
Oscar Quejido Alonso
336
¿Qué es la crítica?
su primera condición vital […] quitarse de encima por fin la agitación
externa que conlleva el mandarse-a-sí mismo.18
337
Oscar Quejido Alonso
Como indica Butler, para Foucault no se trata del simple acto reflexivo
de aceptación o rechazo por el que damos o quitamos validez a la autoridad,
sino que se trata de algo que sucede «internamente en un sujeto», «se
22 Nietzsche, La genealogía de la moral.
23 Cf. Ibídem I, parágrafos 6 y 7.
24 Ibídem, 9.
25 Foucault, «¿Qué es la crítica? (Crítica y Aufklärung)», 7.
26 Butler, «¿Qué es la crítica? Un ensayo sobre la virtud de Foucault», 8.
338
¿Qué es la crítica?
27 Ibídem, 9.
28 Ibídem, 12.
29 Ídem.
30 Foucault, «¿Qué es la crítica? (Crítica y Aufklärung)», 21.
31 Ibídem, 21.
339
Oscar Quejido Alonso
aunque liberándolas para que puedan tener algún uso»32. Butler remarca
precisamente la necesidad de que haya una especie de «suspensión
ontológica» que permita que tal declaración sea puesta en escena para
diferenciarla de las políticas epistémicas en las que vive. Butler indica el
carácter virtuoso del propio Foucault al atreverse a utilizar la expresión
«libertad original» con «un valor que no sabe cómo asegurar ni para el
cual ofrecer una razón, pero [que] igualmente [lo] propone, y de este modo
expone que cierta inteligibilidad excede los límites de la inteligibilidad que
el saber-poder haya establecido»33.
Para concluir, creo se hace necesario un repaso de la lectura butleriana,
ya que las nociones de voluntad de poder y de vida -entendida ésta última
como crecimiento y desarrollo-, pueden contribuir a avanzar otra alternativa
interpretativa del texto foucaultiano. La vida es virtuosa cuando es crítica, es
decir, cuando ésta se presenta como una voluntad de cambio, de creación, de
superación. Del mismo modo, considero posible reinterpretar o profundizar
nuevas lecturas de la voluntad de poder nietzscheana a partir de lo expuesto
por Foucault y Butler en estos textos, al hilo de la noción de crítica.
4. Bibliografía.
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340
31 Dispositivos de poder y performatividad:
aportaciones de Judith Butler al
pensamiento de Michel Foucault
Sara Ferreiro lago*
1. Procesos de subjetivación
Como ha señalado Pablo Pérez Navarro, un especialista en la obra de Judith
Butler, la relación que presenta Michel Foucault en textos como Vigilar
y castigar entre cuerpo, poder y sujeto es en ciertos aspectos equivalente
(aunque sólo hasta cierto punto) a la relación que encontramos entre cuerpo,
performatividad y género, en las primeras obras de Butler, principalmente
en El género en disputa.1 A continuación examinaremos el análisis de
los procesos de subjetivación presente en estas obras con el objetivo de
adentrarnos en el estudio de las influencias y rupturas con esta obra de
* Graduada en filosofía por la Universidad Complutense de Madrid. En la actualidad
escribe su tesis doctoral en torno a la problemática de la democracia en el marco de
la crisis del Estado, bajo la dirección del profesor José Luis Pardo. Ha sido beneficiaria
de distintas becas, entre las cuales destaca la de Formación del Profesorado
Universitario, gracias a la cual ha podido desarrollar su labor investigadora en el grupo
de investigación «Metafísica, Crítica y Política».
1 Pérez, Del texto al sexo. Judith Butler y la performatividad.
341
Sara Ferreiro Lago
342
Dispositivos de poder y performatividad
2. El «resto» y la resistencia
Desde la perspectiva de Butler, el problema fundamental del modelo
disciplinario foucaultiano será su concepción infalible del proceso
normalizador. Un proceso que además se presenta como unilateral, al cerrar
la posibilidad de contestación efectiva por parte de los sujetos implicados.
Y es que la formulación del poder presente en Vigilar y castigar impedía
pensar suficientemente el hecho de que hay resistencia a ese poder.
No obstante, como señala Butler, no sucede exactamente lo mismo en
el primer volumen de Historia de la sexualidad (1976), donde Foucault
abandona el esquema de completa docilidad de los cuerpos. En esta obra se
muestra como el propio aparato disciplinario funciona, bajo la apariencia
represora, como un gran dispositivo de incitación a la sexualidad, de la
proliferación de discursos en torno a ella. Butler, sin embargo, tratará de ir
más allá del planteamiento de Foucault en esta obra e intentará dar cuenta
del porqué de la resistencia corporal a la normalización, señalando las
condiciones de posibilidad de que el cuerpo escape a la completa dominación
por parte del dispositivo disciplinario. Para ello recurrirá al psicoanálisis,
que señala que el sujeto se construye a través de una serie indefinida de
perdidas, duelos e incorporaciones melancólicas. A través de este análisis
psicanalítico de Butler, la «psique» (el alma) que Foucault presentaba en
Vigilar y castigar sencillamente como reflejo del poder, se complejiza, de
tal modo que su comprensión como «cárcel del cuerpo» se ve alterada.
Desde esta perspectiva, el proceso de construcción del sujeto tiene lugar
343
Sara Ferreiro Lago
3. La performatividad y la confesión
Según nuestro recorrido realizado hasta este momento de nuestro estudio,
pareciera que Butler se distancia de Foucault irremediablemente en su
planteamiento. Pero en este punto, cabe señalar que la crítica que realiza
la filósofa norteamericana en sus primeras obras al modelo disciplinario
revela cierto paralelismo entre sus planteamientos y la posterior evolución
del pensamiento de Foucault. Paralelismo que la filósofa no pasa por alto en
textos ulteriores como Dar cuenta de sí mismo (2005).
Si bien es cierto que durante la primera mitad de la década de los setenta
Foucault denuncia al sujeto como reflejo, correlato o producto de las distintas
tecnologías de poder, también lo es que en los años ochenta, su creciente
interés por el cuidado de sí y la reflexividad le sacaran del callejón sin salida
y de la atmosfera asfixiante en la que se había sumergido durante la redacción
de Vigilar y castigar, haciendo posible pensar la resistencia en términos no
muy distintos a los de la filósofa norteamericana. A partir de los años ochenta,
el cuerpo ya no es un cuerpo dócil, la identidad no es simplemente un efecto,
el sujeto no es solo una función del discurso; el poder deja de ser idéntico a
la dominación y pasa a ser analizado como una dinámica en la que no solo
somos objetos pasivos, sino también agentes capaces de tensar, transformar
y fracturar la compleja estructura de las relaciones de poder en la que se
desenvuelven nuestras vidas. La estética de la existencia asume entonces la
tarea de producir un estilo de vida que abre al sujeto la posibilidad de resistir
a los poderes que intentan dominarlo e imponerle un cierto orden normativo.
En Dar cuenta de sí mismo Butler muestra a través de una lectura casi
344
Dispositivos de poder y performatividad
3 Michel Foucault no declaraba gran amistad a los psicoanalistas y a Hegel, sin embargo,
finalmente se ve abocado a pensar con categorías muy cercanas a sus planteamientos.
Con la expresión de «retorno de lo reprimido» se quiere llamar la atención sobre esta
reaparición de lo que previamente había sido expulsado.
4 Butler, Dar cuenta de sí mismo, 164.
5 Ibídem, 154.
6 Ibídem, 155.
345
Sara Ferreiro Lago
con los que entra en relación. La relación con la normatividad social (que
establece los límites del reconocimiento) pone de manifiesto un encuentro
con la alteridad, con aquello que no es uno mismo. Sin embargo, el proceso
de constitución y desarrollo del sujeto implica su inevitable posicionamiento
en relación con los códigos de conducta. Se señala así la importancia de
una recepción —con mayor o menor grado de distanciamiento crítico—
de cualquier contexto normativo en el que se desenvuelve el sujeto y, por
otro, se destacan las posibilidades creativas y transformadoras implícitas
en cualquier posicionamiento de este tipo. Las prácticas o artes de la
existencia apuntarían, en este sentido, a la constitución singular del sujeto
a partir de su modo de posicionarse respecto a cualquier conjunto dado de
códigos de conducta, una constitución del sujeto que podríamos denominar
performativa.
4. Conclusión
Como hemos tratado de mostrar en el presente estudio, si atendemos a la idea
de performatividad de Butler en tanto que hilo conductor de todo proceso
de subjetivación, con su peculiar juego de luz y sombras, nos percatamos
que tiene enormes puntos de encuentro con la forma en la que Foucault
concibió el proceso de subjetivación, sobre todo en sus últimas reflexiones.
Ambos tratarían de evitar la idea de que el sujeto se vea producido, sin más,
por la matriz normativa en la que emerge pero, al mismo tiempo, también
desmienten la creencia en una libertad radical respecto a la misma. En
definitiva, tanto en Butler como en las últimas obras de Foucault el sujeto
está condicionado pero no determinado por la norma.
5. Bibliografía
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PÉREZ NAVARRO, P. (2008) Del texto al sexo. Judith Butler y la
performatividad, Madrid, EGALES.
346
32 Foucault y el poder de lo no-humano:
una propuesta de diálogo*
iñigo galzaCorta**
347
Iñigo Galzacorta
348
Foucault y el poder de lo no-humano
4 Así, en los textos de estos autores la atención no se dirige sólo al análisis de ideas,
discursos o relaciones sociales, sino a la inextricable y compleja relación de toda
una miríada de objetos que van desde las partículas subatómicas hasta las estrellas
pasando por bacterias, drogas, caballos, perros, libros, martillos, pantallas, etc.
5 Sin obviar, por supuesto, que el ser humano es él mismo el resultado de —entre otras
cosas— esas prácticas.
6 En este breve trabajo me centraré en el papel que este tipo de elementos no-
humanos juegan en el análisis del poder desarrollado en la órbita de Vigilar y castigar.
Sin embargo, un análisis más detallado de la cuestión debería analizar también
con provecho el papel que estos elementos no-humanos juegan en el ámbito de la
biopolítica.
349
Iñigo Galzacorta
350
Foucault y el poder de lo no-humano
351
Iñigo Galzacorta
352
Foucault y el poder de lo no-humano
353
Iñigo Galzacorta
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VERBEEK, P. (2005) What Things Do. Philosophical Reflections on
Technology, Agency, and Design. Pennsylvania, The Pennsylvania
State University Press.
355
33 O Transhumanismo: a realização da
predição de Foucault em As palavras e
as coisas?
antônio CarloS de madalena genz*
357
Antônio Carlos de Madalena Genz
358
O Transhumanismo
a publicação posterior dos seus cursos nos mostram um Foucault que estuda
também o Cristianismo. De qualquer forma, essa relação com a religião cristã
não é nosso tema nesse momento e apenas a aponto por tratar-se de algo
significativo no percurso de ambos e, portanto, não apenas uma mera e curiosa
coincidência.
Michel Henry examina o processo ocorrido com a assunção da ciência
moderna, através de Galileu e também Descartes. Segundo Henry,
o mundo sensível é objeto, no início do século XVII, de uma crítica radical,
que acarreta, paralelamente, uma mudança repentina da concepção
tradicional do corpo. (…) a natureza sensível tanto deste mundo quanto
dos corpos que o compõem (…) se encontra brutalmente posta em
causa e rejeitada.1
É uma decisão intelectual tomada por Galileu que define um novo tipo
de abordagem, que abole a visão até então vigente do corpo e do próprio
mundo. É uma decisão com a qual a ciência moderna é fundada e com
ela, de acordo com Henry, a modernidade. O corpo que tomamos por real
não é senão uma ilusão e junto com ele tudo que nos vem através dos
sentidos. O universo real é feito de corpos extensos que se deixam aprender
em sua verdade através de figuras matemáticas. Temos a assunção de um
conhecimento geométrico do universo material. Como lembra Henry,
o corpo material extenso cujas figuras e formas são compreensíveis
geometricamente não é somente o corpo inerte das ‘coisas’, mas o do
homem também. E é isso que é novo, que abre uma nova era fundada
sobre uma concepção inédita do corpo humano e... do próprio homem.2
359
Antônio Carlos de Madalena Genz
360
O Transhumanismo
Pela simples razão de que não é o homem que as constitui e lhes oferece
um domínio específico; mas, sim, é a disposição geral da epistemê que
lhes dá lugar, as requer e as instaura – permitindo-lhes assim constituir
o homem como seu objeto.4
4 Ibidem, 504.
5 Ibidem, 503.
361
Antônio Carlos de Madalena Genz
Bibliografia
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HENRY, M. (2014) Encarnação, uma filosofia da carne. São Paulo, Editora
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362
PENSAR EL
PRESENTE
34 La práctica parresiástica en la
educación: una lectura desde la
biopolítica a la condición neoliberal
Jorge eliéCer martínez poSada*
365
Jorge Eliécer Martínez Posada
366
La práctica parresiástica en la educación
367
Jorge Eliécer Martínez Posada
Según Foucault, la racionalidad neoliberal hace del trabajador (y no solo
del trabajo) un sujeto capaz de calcular e incrementar al máximo su
«capital humano». Asistimos a la emergencia del sujeto entendido como
empresario de sí mismo, en tanto que es singularidad maquínica que
genera su propia capitalización.3
368
La práctica parresiástica en la educación
369
Jorge Eliécer Martínez Posada
370
La práctica parresiástica en la educación
371
Jorge Eliécer Martínez Posada
hablante expresa su relación personal con la verdad, y arriesga su propia
vida porque reconoce el decir la verdad como un deber para ayudar
o mejorar a otras personas (y también a sí mismo). En la parresía, el
hablante hace uso de su libertad y escoge la franqueza en lugar de
la persuasión, la verdad en lugar de la falsedad o el silencio, el riesgo
de muerte en lugar de la vida y la seguridad, la crítica en lugar de la
adulación y el deber moral en lugar del propio interés y apatía moral.7
372
La práctica parresiástica en la educación
373
Jorge Eliécer Martínez Posada
374
La práctica parresiástica en la educación
375
Jorge Eliécer Martínez Posada
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376
35 “¡Que no me hablen más de Marx!”:
Foucault, el neoliberalismo y lo
intolerable
emmanuel Chamorro SánChez*
377
Emmanuel Chamorro Sánchez
2. Socialismo y disciplina
A lo largo de esos primeros años setenta Michel Foucault, próximo a los
círculos militantes de la extrema izquierda maoista y libertaria, desarrolla
un dispositivo crítico centrado en el análisis microfísico del poder4. No
trataría, con ello, de reconstruir grandes sistemas teóricos, sino de forjar
herramientas concretas que permitan la comprensión de mecanismos de
poder determinados.
Esta «analítica del poder» choca con los esquemas marxistas al atacar
todo postulado economicista. Foucault entiende que en el ámbito de la
producción surgen relaciones de poder, pero no acepta el esquema según
el cual el sistema productivo sobredetermina todas las relaciones sociales.
En cualquier caso, y a pesar del distanciamiento evidente de la ortodoxia
marxista, encontramos en estos años a un Foucault que matiza su crítica
2 Foucault, «Poder-cuerpo», 105.
3 Foucault, «Verdad y poder», 380.
4 Quizá el mejor resumen, ya clásico, de esta analítica del poder se encuentre en:
Deleuze, Foucault, 51-56.
378
“¡Que no me hablen más de Marx!”
3. Máquinas biopolíticas
A mitad de la década de 1970 Michel Foucault comienza a percibir que el
marco de la disciplina no permite comprender algunos aspectos centrales
de las tecnologías de poder contemporáneas. La necesidad de introducir
elementos ajenos al análisis disciplinario lleva a Foucault a teorizar la cuestión
de los dispositivos de seguridad y la tecnología de poder que los engloba, que
será conocida como «biopolítica»7. Este poder biopolítico, frente al modelo
disciplinario, introduce una práctica de control no únicamente corporal e
individualizada sino ejercida sobre las poblaciones y los procesos biológicos
de la especie humana —nacimiento, muerte, enfermedad,…—; no reduce su
campo de acción a la institución, sino que se despliega a través de un espacio
abierto atravesado por estrategias de inmunización8 y permite reintroducir
en el análisis cuestiones como la libertad —central para comprender la
tecnología liberal de la que surgirá esa dimensión biopolítica del poder—.
5 Foucault, «De la arqueología a la dinástica», 469.
6 Foucault, «Conversación con Michel Foucault», 377.
7 Para un análisis del concepto y sus recepciones, véase: Salinas, La semántica
biopolítica.
8 Castro, «La ciudad apestada. Neoliberalismo y postpanóptico», 180.
379
Emmanuel Chamorro Sánchez
380
“¡Que no me hablen más de Marx!”
381
Emmanuel Chamorro Sánchez
exceso de poder. 18
Este análisis hace que la cuestión política sea definida en términos de
un sujeto desligado de las determinaciones de clase y explotación ya que
la oposición gobernantes-gobernados se establece en términos de poder
y libertad. Así podemos entender que surjan conceptos como «plebe»19
en un intento de superar el análisis sociológico realizado en términos de
clase, o que se trate de encontrar en dimensiones —como la espiritual20—
ajenas al análisis tradicional la motivación de quienes luchan contra lo
intolerable. En un mundo en el que la revolución tal y como era concebida
tradicionalmente ya no es posible21, emerge una maraña de conceptos que
intenta dar cuenta de las nuevas formas de resistencia —más inclinadas
hacia el sujeto que hacia lo social—: disidencia22, contraconducta, rechazo,
prácticas de libertad, etc.
La distancia con el marxismo —filosófica y políticamente— es ya
insalvable, llegando a decir en una entrevista concedida en 1977 que «es
preciso condenar todo lo que esa tradición socialista ha producido en la
historia»23 y definiendo el marxismo como «el conjunto de los modos de
manifestación del poder ligados, de una manera u otra, a la palabra de Marx»24.
La introducción del ethos crítico —liberal e ilustrado— en el análisis político
establece un corte entre las formas de poder liberales y socialistas. Mientras la
primera trataría de frenar todo exceso de poder en nombre de los derechos y
libertades de los gobernados, la segunda es ella misma un poder excesivo. De
este modo el gulag no aparece ya como una desviación, sino como la figura
que define la tecnología de poder del socialismo real.25 La pregunta que habría
que hacerle a Marx es qué hay en su obra que anticipe el gulag, dónde está ese
«huevo de la serpiente».
Así, entendiendo que toda la tecnología de poder del socialismo se dirige
al gulag, Foucault concluye que la izquierda se encuentra en el año cero.
18 Foucault, «La filosofía analítica de la política», 784-785.
19 Foucault, «Poderes y estrategias», 113. Michael Scott plantea que el uso del término
«plebe» es tomado de André Glucksmann y que en este contexto remite a una
realidad que escapa en cierta medida de las redes del poder y que no es traducible en
términos sociológicos de clase. Véase: Scott, «Foucault et la “nouvelle philosophie”:
pourquoi Michel Foucault soutient Les maîtres penseurs d’André Glucksmann», 25.
20 Foucault, «A quoi rêvent les Iraniens ?», 694.
21 Foucault, «La filosofía analítica de la política», 794.
22 Concepto que emplea intermitentemente y del que dirá en 1978 «preferiría que me
arrancaran la lengua antes que utilizarlo»: Foucault, Seguridad, territorio, población,
197.
23 Foucault, «La tortura es la razón», 64.
24 Foucault, «Metodología para el conocimiento del mundo: cómo deshacerse del
marxismo», 104-105.
25 Véase: Foucault, «Poderes y estrategias», 109-113.
382
“¡Que no me hablen más de Marx!”
Hoy, 14 de octubre [de 1977], es un día del que puede decirse, quizá
desde la Revolución Rusa de octubre de 1917, quizás incluso desde los
grandes movimientos revolucionarios europeos de 1848, es decir, desde
hace sesenta años o, si se quiere, desde hace ciento veinte años, que
es la primera vez que ya no hay sobre la Tierra un solo punto del que
pueda verse brotar la luz de una esperanza. Ya no hay orientación. […] Ya
no existe un solo movimiento revolucionario, y con mayor razón un solo
país socialista, entre comillas, que podamos invocar para decir: ¡así hay
que hacer! ¡Ese es el modelo! ¡Esa es la línea! ¡Es un estado de cosas
notable!26
383
Emmanuel Chamorro Sánchez
384
“¡Que no me hablen más de Marx!”
las aspiraciones que se expresaron en Mayo, incluso las que parecían más
provocadoras.36
6. Lo intolerable
El análisis del neoliberalismo que Foucault despliega en 1979 tardará 25
años en ver la luz de nuevo. El curso se publica en Francia en 2004 y su
recepción se generaliza a lo largo de esa primera década del siglo XXI hasta
convertirlo en un referente ineludible.
Como es lógico, el «libro-bomba»37 que Foucault programó en 1979
no estaba diseñado para hacer explosión tres décadas después, algo que ha
producido no pocas distorsiones en sus recepciones. A pesar de no haber
podido dar cuenta del «neoliberalismo realmente existente»38, y para hacer
justicia con el esfuerzo intelectual que presenta, en nuestra opinión aún
hoy podemos encontrar elementos que resisten el paso del tiempo y nos
permiten un acercamiento crítico al neoliberalismo.
Dejando a un lado estos elementos que tantos rendimientos están
ofreciendo para analizar el neoliberalismo —y la discusión hermenéutica
sobre si el texto constituye o no una apología neoliberal— lo interesante
para nosotros es ver cómo esas herramientas que presenta Nacimiento
de la biopolítica se ven desarmadas, al menos en parte, por algunas
decisiones teóricas directamente relacionadas con la crítica al marxismo
y al socialismo. El Foucault que se lanza a estudiar el neoliberalismo en
1979 es, como hemos visto, un enemigo feroz del socialismo y huye de
todo lo que pueda recordar al viejo economicismo marxista. Esa huida
hacia delante, en nuestra opinión, lo acaba situando en el terreno discursivo
del neoliberalismo, impidiéndole captar la centralidad de las relaciones de
poder que surgen del ámbito de la producción y distribución de los bienes.
De este modo, en primer lugar, el análisis foucaultiano apensa da
cuenta de los efectos negativos de la extensión de la competencia: la
perdida de arraigo, de sentido, de los lazos sociales, familiares y culturales
producida por el individualismo radical que el neoliberalismo promueve
—especialmente en su versión estadounidense—. La introducción de la
competencia como base de toda relación humana produce nuevas formas
de poder y dominación en el campo social. Así el discurso neoliberal
—a menudo con tintes spencerianos39— ha servido de justificación para
36 Lonchampt y Tizon, Vuestra Revolución no es la mía. Treinta Años después de Mayo del
68, 15.
37 Foucault, «Diálogo sobre el poder», 750.
38 López, «Sigue cierta algarabía. Foucault, el neoliberalismo y nosotros», 232.
39 En este sentido Dardot y Laval defienden que «el “spencerismo” introdujo algunos
de los ternas más importantes del neoliberalismo, en particular la primacía de la
competencia en las relaciones sociales». Dardot y Laval, La nueva razón del mundo,
38.
385
Emmanuel Chamorro Sánchez
386
“¡Que no me hablen más de Marx!”
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Dos políticas de la verdad
histórico que lo posiciona entre los textos de Eurípides, Platón, Séneca o los
filósofos cínicos, no deberíamos dejar de preguntarnos por sus conexiones
con los problemas que le eran contemporáneos al mismo Foucault. Para
Mark Poster4, el trabajo del filósofo de Poitiers es indisociable de la crisis
del marxismo occidental. De manera que habría que entender su trabajo
como una respuesta singular y creativa, entre otras muchas, que trato de salir
del camino trillado en el que se vio encerrado. Abordaremos el problema de
la parrhesía en su relación con esa crisis, y como respuesta particular al
problema de la ideología.
Para realizar esa aproximación desde el problema de la verdad y de la
crisis del marxismo occidental, me gustaría comenzar citando una frase de
Foucault, sacada de una entrevista realizada en 1977:
Hoy, 14 de octubre, un día del que puede decirse que desde la
revolución rusa de octubre de 1917, incluso tal vez desde los grandes
movimientos revolucionarios europeos de 1848, vale decir desde hace
sesenta años, o, si usted quiere, desde hace cien años, es la primera vez
que no hay sobre la tierra un solo punto desde donde pueda surgir la luz
de una esperanza. No existe ninguna orientación. [...] Diría que hemos
sido devueltos al años 1830, vale decir que necesitamos recomenzar
todo. No obstante el año 1830 tenía detrás la Revolución francesa y la
tradición europea de las Luces; tenemos que volver a comenzar todo
desde el principio y preguntarnos a partir de qué puede efectuarse la
crítica de nuestra sociedad en una situación donde aquello en lo cual
nos habíamos, implícita o explícitamente, apoyado hasta hoy para hacer
dicha crítica, en una palabra, la importante tradición del socialismo, está
fundamentalmente cuestionada […].5
Una vez dejado atrás los años de formación como estudiante, Foucault
mantendrá una distancia prudente sobre el entusiasmo generalizado de
su época en torno a las ideas y propuestas del marxismo occidental. Pero
quizás no se encuentren unas declaraciones en las que se posiciona de una
manera tan clara y contundentemente en contra de las mismas como las
señaladas más arriba. A pesar de esa oposición, se le reconoce sin embargo
un valor histórico innegable. Un valor asociado a su función crítica dentro
de la sociedad. Papel que por otro lado, ya no puede representar más. El
filósofo francés señala un agotamiento del socialismo como herramienta
crítica, a la par que la necesidad de repensar el lugar desde donde sería
posible repensar una vez más la crítica.
La crítica a las posiciones marxistas vienen de lejos. No son una
cuestión que aflore a finales de los años 70 en paralelo a la moda intelectual
del momento. Esa confrontación con el marxismo se puede rastrear desde
4 Poster, Foucault, Marxismo e Historia.
5 Foucault, «La tortura es la razón», 55-56.
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Dos políticas de la verdad
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Política del Desarrollo y la teoría poscolonial:
neoinstitucionalismo, violencia y biopoder
daniel pereS díaz*
411
Daniel Peres Díaz
412
La actualidad de Foucault
más preciados4.
En todo caso, tras el fracaso político, económico y social de las teorías del
«Consenso» a lo largo de los años 80 y 90, se produce un giro institucional
que implica una transición del libre mercado a la reforma de la gobernanza5.
Así, se establece una relación positiva entre la calidad de las instituciones –
reglas, valores y organizaciones– y la dinámica de crecimiento de los países6.
El desarrollo es entendido desde esta óptica como crecimiento y mejora de
las variables macroeconómicas; de lo que se trata, pues, es de exportar el
modelo occidental al resto del mundo sin atender a los contextos geográficos o
culturales, surgiendo así un «monocultivo institucional»7.
Con referencia a lo anterior, el caso más paradigmático lo hallamos en
los trabajos de Acemoglu8, quien extiende la tesis neoinstitucionalista al
estudio de la colonización. La hipótesis central es que los diversos modos
de colonización gestaron diferentes tipos de instituciones, existiendo a
este respecto extremos que van desde el Congo (Estado extractivo) hasta
Australia (Estado desarrollado). Bajo esta perspectiva, se entiende que la
factibilidad de los asentamientos influyó en la estrategia de colonización,
de suerte que el Estado colonial y las instituciones persistieron aún después
de la independencia. En otras palabras: donde se instauraron instituciones
occidentales hoy hay desarrollo, mientras que donde no se instauraron
instituciones occidentales lo que encontramos es un subdesarrollo manifiesto.
Cabe agregar, en relación a ello, que la tesis nuclear que articula todo el
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indirecto, que tienen como función la constitución de nuevos sistemas
de propiedad y nuevas bases para la estratificación social.19
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consecuencia del poder. En este sentido, las propuestas ortodoxas que, desde
los organismos internacionales y los países occidentales se esbozan «a favor»
de los países del Sur, son a todas luces un intento de manipular, controlar
y seguir dominando las relaciones en este marco de mundialización. Por
ello, habla Rist22 de que el desarrollo es una invención occidental, es decir,
una excusa que permite continuar con la invasión de la soberanía de dichos
países con el objeto de depredar sus recursos.
Sea como fuere, la genealogía de este proceso desenmascara una
verdadera violencia, a veces explícita, a veces subrepticia, que denota un
claro racismo en las relaciones políticas y comerciales a escala global.
El propio Foucault aseguraba que el racismo, cuya máxima expresión
encontramos sin lugar a dudas en el episodio colonial, es la base del Estado
(como forma de gobierno, no simplemente como estructura) en la medida
en que legitima la aceptación de la muerte. En sus propias palabras:
La raza, el racismo, son -en una sociedad de normalización- la
condición de la aceptación del homicidio. Donde haya una sociedad
de normalización, donde haya un poder que en primera instancia y
en primera línea, al menos en toda su superficie, sea un biopoder, el
racismo resulta indispensable para poder condenar a alguien a muerte,
para hacer morir a alguien. Desde el momento en que el Estado funciona
sobre la base del biopoder, la función homicida del Estado mismo sólo
puede ser asegurada por el racismo23.
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Pablo Santoro
424
Biopolítica, Estado, Poder
425
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Biopolítica, Estado, Poder
principio de la lección había escrito que el ejercicio del poder sobre el hombre
como ser viviente supondría «una especie de estatización de lo biológico o, al
menos, cierta tendencia conducente a lo que podría denominarse la estatización
de lo biológico»10. Podríamos entender, así, que la aproximación de Foucault
procede «de arriba hacia abajo», de tal modo que la biopolítica es algo que
surge desde un centro, se coordina desde él y gravita en torno suyo. Un centro
que es el Estado-nación, y que supondría a este respecto una continuación e
incluso un refuerzo del locus central y centralizador de la soberanía clásica.
Sin embargo, en esa misma lección – y sobre todo, en las obras y textos
posteriores donde Foucault trabajará más a fondo el concepto – también
podemos hallar pistas en la dirección opuesta, que apoyarían una lectura
que podíamos llamar «centrífuga», en la que la instauración de una forma
de gobierno biopolítica supone la fragmentación del poder estatal y la
distribución efectiva del poder por toda la microfísica del cuerpo social,
más allá del Estado. La idea central de gubernamentalidad que desarrollará
en cursos posterioresle sirve a Foucault, como es sabido, para apuntar a la
economía específica del poder que sucede a la de la era clásica, en la que
el poder opera ahora de manera descentralizada y en la que los individuos
se ven regulados desde «dentro», mediante lógicas de auto-gobierno, a la
vez que desde una miríada dispersa de mecanismos y estrategias cada vez
más des-institucionalizados. En el último capítulo de La Voluntad de Saber,
donde por primera vez Foucault presentaría por escrito el concepto, puede
detectarse claramente una mayor atención a los mecanismos «sub-estatales»
y distribuidos por el cuerpo social – a las técnicas antes que las instituciones
- mediante los que se extiende el poder sobre la vida, así como su deriva
hacia las relaciones económicas y de mercado:
Si el desarrollo de los grandes aparatos de Estado, como instituciones de
poder, aseguraron el mantenimiento de las relaciones de producción, los
rudimentos de anatomo- y bio-política, inventados en el siglo XVIII como
técnicas de poder presentes en todos los niveles del cuerpo social y
utilizadas por instituciones muy diversas (la familia, el ejército, la escuela,
la policía, la medicina individual o la administración de colectividades),
actuaron en el terreno de los procesos económicos, de su desarrollo, de
las fuerzas involucradas en ellos y que los sostienen.11
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3. La (no)muerte de Franco
Para un lector español, es intrigante que el primero, y uno de los pocos,
ejemplos específicos que Foucault pone en esa clase del 17 de marzo de 1976
en la que por primera vez usa el término biopolítica, sea la muerte de Franco.
Es imposible no recordar aquí la expulsión de España que sufrieron Foucault
y otros compañeros militantes en 1975, tras un frustrado viaje para protestar
contra las condenas a muerte en el proceso de Burgos, y que había sucedido
apenas un año antes. Pero ese «pequeño y gozoso acontecimiento», tal como
lo califica con cierto aire de venganza, es interesante para Foucault por otro
aspecto: por la larga agonía que mantuvo al dictador vivo artificialmente
durante casi un mes13 y que fue probablemente para muchos españoles una de
las primeras demostraciones «en directo» del creciente poder de alargamiento
de la vida que estaban adquiriendo las tecnologías biomédicas, además de
generar un inédito espacio de vacío de poder en el tránsito entre vida y muerte
y de ofrecer un espectáculo inesperado para quienes se habían opuesto al
régimen. Citaré el párrafo completo que la lección dedica a la interpretación
de esta (no)muerte como «símbolo» del nuevo régimen de poder biopolítico:
Para simbolizar todo esto, tomemos la muerte de Franco, que es un
acontecimiento, de todos modos, muy pero muy interesante por los
valores simbólicos que pone en juego, dado que muere quien ejerció
el derecho soberano de vida y de muerte con el salvajismo que ustedes
conocen, el más sangriento de los dictadores, que durante cuarenta
años hizo reinar de manera absoluta el derecho soberano de vida
y de muerte y que, en el momento en que va a morir, entra en esa
especie de nuevo campo del poder sobre la vida que consiste no sólo
en ordenarla, no sólo en hacer vivir sino, en definitiva, en hacer vivir
al individuo aun más allá de su muerte. Y mediante un poder que no
es simplemente proeza científica sino ejercicio efectivo de ese biopoder
político que se introdujo en el siglo XIX, se hace vivir tan bien a la gente
12 Foucault, Seguridad, Territorio y Población, 439.
13 Franco sufre un primer infarto el 15 de octubre de 1975, al que seguirán otros tres en
los días siguientes. El 25 de octubre se le administra la extremaunción y para inicios
de noviembre está ya ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital de
La Paz, donde se le someterá a operaciones cada vez más desesperadas hasta que
el 18 de noviembre, el cirujano Manuel Hidalgo Huerta anuncia que ya no volverá
a intervenir al dictador. La hora oficial de su muerte definitiva será finalmente las
4:20 horas del 20 de noviembre y el célebre mensaje televisivo de Arias Navarro
(«Españoles: Franco ha muerto») llegará a las 10 de la mañana de ese mismo día.
428
Biopolítica, Estado, Poder
que se llega incluso a mantenerlos vivos en el momento mismo en que,
biológicamente, deberían estar muertos desde mucho tiempo atrás. De
tal modo, quien había ejercido el poder absoluto de vida y de muerte
sobre centenares de miles de personas cayó bajo el peso de un poder
que ordenaba tan bien la vida y miraba tan poco la muerte que ni siquiera
había advertido que ya estaba muerto y se lo hacía vivir tras su deceso.
Creo que el choque entre esos dos sistemas de poder, el de la soberanía
sobre la muerte y el de la regularización de la vida, está simbolizado en
ese pequeño y gozoso acontecimiento14
429
Pablo Santoro
430
Biopolítica, Estado, Poder
431
Pablo Santoro
5. Bibliografía
AGAMBEN, G. (1998) Homo Sacer. El Poder Soberano y la Nuda Vida,
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433
40 Michel Foucault: hacia una filosofía de
la técnica para pensar el presente
CéSar auguSto agudelo gómez*
Introducción
Michel Foucault orientó sus indagaciones filosóficas mediante un enfoque que
él mismo denominó como historia crítica del presente1. Esta se preocupaba
por elaborar historias políticas del conocimiento2 sobre problemáticas
sociales y culturales basadas en relaciones de dominio, de explotación
o de subjetivación sobre los cuerpos3 mediante análisis genealógicos y
arqueológicos que posteriormente agrupó bajo la denominación de procesos
de eventualización4. Esto lo conducía a alejarse de un enfoque clásico de la
epistemología donde lo que importaba era trazar la historia limpia y neutral
del conocimiento a través de su consolidación en la ciencia moderna. Por
esto, no le interesaba hacer las preguntas del epistemólogo relacionadas
con el estatus de verdad, de certeza o de probabilidad que van adquiriendo
los discursos de la ciencia mediante sus procedimientos y metodologías,
sino que prefería contestar a las preguntas en torno a qué respondían la
formación y consolidación de esos discursos y de qué manera ejercían
* Profesional en Filosofía y Letras por la Universidad de Caldas y estudiante avanzado
de Gestión cultural y comunicativa de la Universidad Nacional de Colombia. Participé
como integrante del semillero de investigación en Cuerpos y subjetividades adscrito
al GTA en Identidad y cultura de la Unal. Actualmente, indago sobre el pensamiento
de la técnica en el GTA en Pensamiento ambiental de la Universidad Nacional de
Colombia y en el semillero en Historia y geografía de la Universidad de Caldas.
1 Véase: Florence, «Foucault», 363-364; y Foucault, «Qu’est-ce que la Critique?», 1-12.
2 Véase: Foucault, La verdad y las formas jurídicas, 28-31.
3 Dreyfus y Rabinow sostienen que: «El genealogista es el diagnosticador que examina
las relaciones entre el poder, el saber y el cuerpo en la sociedad moderna». Véase:
Dreyfus y Rabinow, Foucault: más allá del estructuralismo y la hermenéutica, 16.
4 Para Foucault los tres niveles de análisis que constituyen el proceso de eventualización
(arqueología, genealogía y estrategia) no constituyen una sucesión que deba
desarrollarse linealmente, uno a partir del otro. Son tres dimensiones simultáneas
del mismo análisis que permiten comprender lo que hay de positivo; es decir, las
condiciones que hacen aceptable una singularidad cuya inteligibilidad se establece
por el des encubrimiento de las interacciones y de las estrategias a las que esa
singularidad se integra. Véase: Foucault, «Qu’est-ce que la Critique?», 13-17.
435
César Augusto Agudelo Gómez
436
hacia una filosofía de la técnica para pensar el presente
437
César Augusto Agudelo Gómez
2. Michel Foucault como uno de los filósofos contemporáneos de
la técnica
Como se planteó en líneas anteriores la filosofía de la técnica, en términos
antropocéntricos como se ha sugerido hasta el momento, se ocuparía del saber
hacer eficaz tanto en relación al mundo natural como al simbólico que se
construye social y culturalmente. Esta denominación de filosofía de la técnica
también la retoma Esquirol quien se encarga de figuras muy reconocidas en
la denominada filosofía de la técnica del siglo XX y no excluye la posibilidad
de incluir a Michel Foucault como uno de los filósofos contemporáneos de
la técnica11. A continuación, incursionaremos en un ambiguo procedimiento
para explorar a Foucault. Si solamente se procediera mediante un rastreo
del término en los títulos de sus textos se tendrían escasas referencias para
designarlo filósofo de la técnica12. Ahora bien, sólo se recurrirá a la búsqueda
de términos filiales al griego techné en los títulos de un breve vector de
su trayectoria intelectual porque este procedimiento permitirá plantear la
siguiente hipótesis de trabajo: Michel Foucault estuvo atrapado entre los
usos del francés y el inglés por lo que galopaba para designar dos conceptos
distintos que el español permite diferenciar: técnica y tecnología. Esto puede
argumentarse de la siguiente manera. 1) En francés se usan dos palabras
«technologie» y «technique». Technologie hace parte de un anglicismo poco
recomendable para verter al francés con la excepción de emplear el sufijo
«logie» para atribuir el significado docto de «saber sobre», «teoría de»;
entonces, sino es el caso, el término technique que designa tanto «técnica»
como «tecnología» sería la mejor traducción. En inglés, se usan tres palabras
«technology», «technique» y «technics». Technology sería el vocablo más
usado en inglés, agrupando los términos «técnica» y «tecnología»; mientras
que technique sería un galicismo poco recomendado que aludiría en inglés
a un procedimiento; por otro lado, technics se usa menos y designa las
metodologías empleadas en una actividad. 2) en la recopilación de textos
438
hacia una filosofía de la técnica para pensar el presente
439
César Augusto Agudelo Gómez
qué es necesario hacer las distinciones. Esta es una de las razones por las
que se prefiere llamar en este texto filósofo de la técnica, pese a que se suele
tomar palabras de su léxico filosófico para hablar con demasiada frecuencia
de tecnologías al utilizar sus cajas de herramientas teóricas.
440
hacia una filosofía de la técnica para pensar el presente
441
César Augusto Agudelo Gómez
442
hacia una filosofía de la técnica para pensar el presente
de técnicas de las cuales Foucault prefería ocuparse eran las técnicas de poder
y las técnicas del yo que convergían en la gobernabilidad. Este tipo de técnicas
estarían relacionadas con lo que Foucault denominaba como ciencias dudosas.
Estas, por tener un nivel de epistemologización más bajo que las ciencias duras
eran más asequibles para el análisis de los encabalgamientos entre el saber y el
poder. A diferencia de los dos tipos de técnicas que Foucault prefería analizar
(Las técnicas de poder y las técnicas del yo) las otras dos denominadas como
técnicas de producción y técnicas de sistemas de signos estarían relacionadas
con los discursos de las llamadas ciencias certeras o duras con un alto nivel
de epistemologización. Según Foucault, por esta razón, serían de más difícil
acceso para el análisis de las relaciones entre el saber y el poder, aunque como
se planteó no serían excluidas como posibles campos de análisis.
4. Conexiones finales
Michel Foucault nos permite extraer de sus cajas de herramientas algunas
de estas para diagnosticar el presente. Un presente cada vez más absorto,
absorbido y aturdido por las tendencias que marcan la investigación científica
y su relación con los campos productivos y destructivos de la industria y el
comercio. De acuerdo a la economía política de la verdad en sociedades
como las nuestras se visibiliza el papel preponderante que adquieren las
instituciones que producen y regulan el discurso científico (puesto que la
verdad se produce en estas para contribuir a su difusión y consumo en el
terreno político y económico convirtiéndolo en centro de disputas por el
control social). Así, se hace necesario desplegar análisis que desborden los
requerimientos de las historias del conocimiento donde la epistemología
clásica quedaría muda para abrir el escenario a historias políticas del
conocimiento para hacer consciente ese saber que nos circunda convertido
en paradigma de intervención para construir el mundo que habitamos; un
mundo inmerso por los productos de la ciencia y la tecnología que soslaya
otras formas de sentir, saber y hacer en otras relaciones que habitan otros
mundos.
5. Referencias
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444
hacia una filosofía de la técnica para pensar el presente
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445
41 Arqueología y genealogía: de la historia
como recurso para abordar el presente
CriStina lópez*
1. Introducción
Desde sus primeros trabajos, M. Foucault dejó en claro su interés por el
presente. Para corroborar este aserto basta con reparar en algunas de las
advertencias que el propio pensador ha formulado en sus entrevistas,
textos, y cursos. Es el caso de sus declaraciones acerca de las bondades
del estructuralismo entre las cuales contaba la de permitir establecer el
diagnostico de la actualidad1. Es el caso también de la indicación con la que
cerró la explicitación de las reglas metodológicas que aplicó en Vigilar y
castigar según la cual si sus análisis podían ser tildados de anacrónicos ello
obedecía a su intención de dar cuenta del presente a partir de una indagación
histórica2. Similar insistencia en remarcar la importancia que le concedía al
presente se encuentra hasta en sus últimos cursos paradójicamente centrados
en tópicos ligados a la cultura griega clásica. Al respecto, cabe referir la
primera clase del curso de 1983 en dónde al término de un balance de su
trayectoria, después de presentar brevemente el tema central a desplegar
aquel año, decidió hacer un excursus para examinar el celebre texto de Kant
«¿Qué es la ilustración?». De aquel escrito de temática afín con el problema
de las relaciones entre el gobierno de sí y el gobierno de los otros en análisis
en el curso, destacó la importancia concedida, a su juicio por primera
vez en el marco de la filosofía, a la cuestión de la actualidad. Según su
interpretación, de la obra de Kant se derivarían dos corrientes de la filosofía
contemporánea, una que en secuencia con los planteos de la Crítica de la
Razón Pura se orientaría hacia la formulación de una analítica de la verdad;
otra que, partiendo de textos como aquel sobre la Ilustración, desembocaría
* Doctora en Filosofia. Dirije el Centro de Estudios Filosóficos de la Unsam y es Asociada
a la cátedra de Historia de la Filosofía Contemporánea y titular de Seminarios de
problemas de pensamiento contempóraneo en la misma Universidad.
1 Foucault, «Le philosophie structuraliste permet de diagnostiquer ce qu’est
‘aujourd’hui’», 580-584.
2 Cf. Foucault, Surveiller et punir. Naissance de la prison, 35.
447
Cristina López
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Arqueología y genealogía
449
Cristina López
5 Cf. Foucault, «Le grand renfermement» en Histoire de la folie à l’âge classique, 56-59.
450
Arqueología y genealogía
3. De los recursos de la arqueología y la genealogía para abordar el
presente
Aunque en la introducción a Folie et Deraison, Foucault ya utilizó el
concepto de arqueología para referirse a su proyecto6, todavía estaba muy
lejos de discernir todas las implicancias de esta perspectiva de análisis.
En efecto, no fue sino hasta La arqueología del saber en 1969 que se
enfocó a elaborar más sistemáticamente las categorías y proyecciones de la
arqueología. Hasta ese momento, siguió aplicando una perspectiva histórico-
discontinua de análisis con similar intención de destacar tanto el carácter
contingente de la transformación histórica como la singularidad de su objeto
de estudio aunque ello le valiera asumir el carácter perentorio del propio
presente. Ello se hace particularmente evidente en Las palabras y las cosas,
texto en el cual, aún a riesgo de dejar al descubierto las dificultades de la
arqueología para dar cuenta de la diacronía, el pensador francés dio cuenta
conjuntamente de la aleatoriedad de cada una de las rupturas históricas, de
la inconmensurabilidad de las epistemes y de la diferencia y perentoriedad
que comportaba su propia configuración epistemológica. En efecto, aunque
en el prefacio, Foucault estableció que la tarea de la arqueología consistiría
en que «…dirigiéndose al espacio general del saber, a sus configuraciones
y al modo de ser de las cosas que allí aparecen, define los sistemas de
simultaneidad al igual que la serie de mutaciones necesarias y suficientes
para circunscribir el umbral de una positividad nueva»7 dando a entender
un equilibrio entre enfoque sincrónico y diacrónico del análisis, lo cierto es
que, para bien o para mal8, sus descripciones de los fenómenos simultáneos
permite sistematizar la configuración epistemológica de una época, mientras
que sus consideraciones sobre la discontinuidad no permiten discernir las
razones de la correspondiente ruptura. En otras palabras, la pregunta «¿De
donde viene bruscamente esa movilidad inesperada de las disposiciones
epistemológicas, la deriva de las positividades unas en relación con otras,
más profundamente todavía, la alteración de su modo de ser?»9 pareciera no
tener respuesta salvo en los casos de la episteme moderna y de su sucesora
aún en ciernes a mediados de la década del ’60.
Efectivamente, respecto de la episteme moderna, el pensador francés
-que a esas alturas ya tenía claro que, para cumplir su tarea, la arqueología
tenía que identificar el «a priori histórico», es decir, las condiciones históricas
451
Cristina López
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Arqueología y genealogía
453
Cristina López
454
Arqueología y genealogía
clase16, sostuvo que por remotas y eruditas que parecieran sus indagaciones
históricas, estaban destinadas a poner en consideración la institución
psiquiátrica, el aparato judicial y la moral sexual.
No conforme con estas precisiones, en el curso de 1978 volvió sobre la
cuestión de la incidencia en la actualidad de sus trabajos y sostuvo que la
finalidad de sus investigaciones era proveer «indicadores tácticos» para dar
la batalla en distintos campos teóricos y políticos. A su entender, se trataba
de «…saber sobre qué campos de fuerza reales [se quería incidir] para hacer
un análisis que sea eficaz en términos tácticos»17.
455
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456
Arqueología y genealogía
5. Conclusión
Así las cosas, las precisiones formuladas por el propio Foucault en sus clases
de los cursos de la década del ’80 parecen avalar la hipótesis sostenida en
este trabajo. En el mismo sentido puede interpretarse la reorganización del
proyecto de historia de la sexualidad bajo el formato de un estudio de la
formación en la antigüedad de una hermenéutica de sí. En efecto, importante
en sí misma por cuanto le permitió a nuestro autor superar las falencias de
su proyecto original y abordar la cuestión haciendo eje en los modos en que
los individuos fueron conducidos a reconocerse como sujetos sexuales, la
reformulación del proyecto lo condujo a reparar en unas técnicas de vida a
las que los individuos se sometían voluntariamente con la finalidad de darle
a su vida un sentido elegido por cada uno de ellos conforme a sus anhelos.
Salta a la vista que el interés de Foucault por estas técnicas no se limitaba al
relevamiento de la singularización de la vida a la que propendían. De hecho,
el estudio de estas técnicas le permitía cotejar una experiencia histórica en la
que se ponía en juego la libertad y no la sujeción de los individuos. Por eso,
aunque con ciertas declaraciones el propio pensador indujo a la confusión
de pensar que había abandonado el registro político del análisis para asumir
una perspectiva excluyentemente estética, vale la pena reparar que el marco
en el que se inscriben estas consideraciones sigue siendo su preocupación
por la forma en que los individuos son llevados a reconocerse como sujetos.
En otras palabras, lo que aún estaba en el foco de los análisis en los últimos
textos y cursos del pensador francés seguía siendo la cuestión del poder, la
resistencia y la forma en que en que se configura el sujeto.
6. Bibliografía.
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KANT, I. (2002) Crítica de la razón pura. Madrid. Alfaguara.
458
42 A arquivologia das leis, uma visada
foucaultiana da lei
JoSé eduardo pimentel Filho*
459
José Eduardo Pimentel Filho
E há, por fim, a fronteira da necessidade. Mas para bem dissertá-la, antes
há um erro crasso na leitura da afirmação agostiniana (legem non habet
necessitas) que devemos reparar. Quando Santo Agostinho nos informara
que «a necessidade não tem lei», ele não buscava em assuntos jurídicos ou
políticos a compreensão de um estado suprajurídico, ou de um Estado de
exceção. Se formos ao Soliloquium no qual Agostinho lança essa expressão,
o que encontraremos é a voz de um fiel angustiado que deseja se dirigir
ao seu Deus, mas sabe ser indigno de fazê-lo. E que para desculpar de sua
ousadia, se dirige a Deus dizendo que sua necessidade ultrapassa as leis
que o impediriam de agir com tamanha indolência1. Não foi um imperativo
jurídico que forjou (ou que transformou) o princípio de que a necessidade
não tem lei em expressão jurídica. Foi a própria necessidade de alguns
legisladores que apagou o contesto agostiniano da sentença e deu a ela o
poder de criar exceções legais no corpo da lei. Quer dizer, em nome da
necessidade elevou-se a necessidade como princípio legal. Fazendo com
que uma nova fronteira se juntasse às outras, toda lei cria a fronteira do:
agir sobre a necessidade de um momento, de uma demanda, de um grupo,
de um sistema, etc.
Outras fronteiras ainda poderiam ser pensadas, mas essas três soam-
nos como as principais que dão forma à geografia da lei. Sem isto, sem
essa capacidade de criar fronteiras, as leis não serviriam como dispositivos
de proibição ou de obrigação, seriam apenas sugestões institucionais. É
na geografia da acessibilidade ou inacessibilidade que reside o poder da
lei. São fronteiras ontológicas que atuam na compreensão e na construção
ôntica do agir.
Dessas fronteiras podemos extrair uma série de perguntas, tais
como: quem são aqueles que estão aptos (ou não) a atravessá-las? Tendo
atravessado, como agir? Por quanto tempo? Por quais fins alguns estão
lícitos a cruzar temporariamente a fronteira da lei? Essas perguntas parecem
fazer eco na literatura; o Processo de Kafka ou o Estrangeiro de Camus
são exemplares para entendermos mais sobre essas fronteiras. Não se trata
apenas de estar dentro ou fora da lei, mas de que modo esse de dentro e de
fora são significados pelos agentes envolvidos.
1 «Quid est homo, ut possit alioqui Deum factorem suum? Parce mihi colloquenti tibi,
ignosce servo qui praesumit loqui Domino. Legem non habet necessitas. Dolor me
compellit dicere, et clamis quam patior, cogit me exclamare». (O que é o homem, para
que possa ser capaz de falar com você: oh Deus, que fez o seu próprio exílio? Se me
dirijo a Ti, perdoe o servo que presumiu falar ao Senhor. A necessidade não tem lei.
A dor me obriga a falar, e eu declaro que eu sofro, ela me obriga a exclamar). Véase:
Agostinho, Opera Omnia, 1265.
460
A arquivologia das leis
1. A lei com divisor social
Foucault e Deleuze nos apresentam visões bem críticas em torno deste
problema; vejamos:
Que as leis sociais são feitas pelas pessoas às quais elas não são
destinadas, feitas para serem aplicadas às pessoas que não as fizeram. A
lei penal tem, no espírito daqueles que a fazem ou a discutem, apenas a
aparente universalidade.2
461
José Eduardo Pimentel Filho
2. A anomia e a lei
Primeiramente, é importante dizer que a lei e os espaços anômicos da
lei convivem perfeitamente, se retroprovocam e se retroalimentam. E
se o conceito de anomia aparece na obra de Durkheim como um fator
constantemente negativo, talvez isso nos informe mais sobre a obra de
Durkheim do que sobre o conceito em si. Na verdade, a postura personalista
nos alerta sobre dois riscos ao tentarmos compreender a relação entre anomia
e leis. Um é o risco da visada puramente negativa, como a de Durkheim,
e o outro é a visada demasiada positiva, como a de Jean-Marie Guyau.
Em outras palavras, os riscos de: o medo da desordem, no pensamento
conservador, e a esperança de uma nova organização social, no pensamento
progressista. Assim sendo, nem a ameaça durkheiniana:
O que é necessário é fazer cessar essa anomia, é encontrar os meios
para fazer concorrerem harmoniosamente esses órgãos que ainda se
chocam em movimentos discordantes, é introduzir mais justiça em suas
relações, atenuando cada vez mais essas desigualdades externas que
são a fonte do mal.5
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A arquivologia das leis
463
José Eduardo Pimentel Filho
464
A arquivologia das leis
465
José Eduardo Pimentel Filho
Por arquivo eu entendo a massa de coisas ditas numa cultura,
conservadas, valorizadas, reutilizadas, repetidas e transformadas
[...] O ‘arquivo’ aparece, assim, como uma espécie de grande prática
dos discursos, prática que tem suas regras, suas condições, seu
funcionamento e seus efeitos.10
Ou ainda:
10 Foucault, Dis et Écrits, 1969.
11 Revel, Le vocabulaire de Foucault, 13.
12 Kant, Fundamentação da metafísica dos costumes, 104. [A marcação em negrito na
citação foi feita pelo autor do presente artigo].
466
A arquivologia das leis
Aqui trata-se, porém, da lei objectiva-prática, isto é, da relação de
uma vontade consigo mesma enquanto essa vontade se determina
só pela razão, pois que então tudo o que se relaciona com o empírico
desaparece por si, porque, se a razão por si só determina o procedimento
(e essa possibilidade é que nós vamos agora investigar), terá de fazê-lo
necessariamente a priori.13
13 Kant, Ídem.
14 Foucault, Segurança, território, população, 7. [A marcação em subscrito na citação foi
feita pelo autor do presente artigo].
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José Eduardo Pimentel Filho
Em poucas palavras, eis o ciclo: leis criadas para suprir vazios da lei,
que por sua vez criam novos vazios por serem detectados e que permitiram
mais leis.
4. Conclusão
Este trabalho não é uma denúncia, pois qualquer denúncia a respeito das
leis apenas serviria para apontar espaços anômicos e alimentar este ciclo de
ampliação infinita do arquivo das leis. A proposta deste trabalho foi, antes
sim, uma tentativa de desmistificar a visão universal, racional, necessária
e progressista que sustentam as leis numa sociedade. Colocar a lei como
arquivo significa expor a fragilidade não das leis, mas dos argumentos que
as sustentam como dispositivos positivos para uma sociedade. Começando
pela perspectiva da «lei como fronteira» nos alinhamos a uma certa herança
kafkiana, que transcreve a «justiça como uma porta». Mas não bastava dizer
quem poderia ou quem não poderia adentrar por essa porta ou cruzar esta
fronteira, foi preciso avançar em nossa leitura, foi preciso apontar que lá
onde, aparentemente, a lei falha é na verdade onde ela se alimenta e se
multiplica.
15 Ibídem, 7-8.
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A arquivologia das leis
A pergunta mais honesta que se deve fazer às leis, não é se essa lei é boa
ou má, nem se aquela lei é eficiente ou deficiente. As perguntas devem ser de
outra ordem, é preciso saber se a lei responde à uma demanda urgente, mas
se ela pode, ao mesmo tempo, ignorar a urgência de demandas próximas
(mas que se desenvolvam por outros interesses). É preciso perguntar a lei
se ela permite leituras contraditórias em seu interior. É preciso perguntá-
la sobre seu grau de flexibilidade e de interpretabilidade. Enfim, a lei
deve permitir um theatrum juridicum, ela deve tornar o «teatro do debate
político-jurídico» algo aceitável para aqueles que estarão invariavelmente
condenados neste teatro-tribunal. Para aqueles que estão invariavelmente
condenados (independentemente da lei) é preciso que a justiça soe como
urgente, positiva, legítima e universal, mas nem sempre acessível (em busca
da lei deve-se antes buscar o advogado, o tribunal, o processo, a burocracia,
etc.). A lei deve tomar de assalto, pegar de surpresa, mas sem jamais parecer
improvisada. Em resumo, é preciso que a lei crie portas para cada um passar,
mas porta indefinidamente fechadas.
5. Bibliografia
CASTRO, E. (2009) Vocabulário de Foucault. Belo Horizonte, Autêntica.
DELEUZE, G. (1995) Foucault. São Paulo, Brasiliense.
DERRIDA, J. (2010) Força de lei, o fundamento místico da autoridade.
São Paulo, Martinsfontes.
FOUCAULT, M. (2001) Dits et Écrits I. Malesherbes, Quarto Gallimard.
(2011). L’archéologie du savoir. Paris. Tel Gallimard.
(2013). La société punitive. Lonrai, Gallimard/Seuil/EHESS.
(2008). Segurança, territorio, população. São Paulo, Martins
Fontes.
GUYAU, J.M. (2012) Esquisse d’une morale sans obligation ni sanction.
Paris, Ancienne librairie Germer Baillière et Cie.
KANT, I. (1979) Fundamentação da metafísica dos costumes. Rio de
Janeiro, Abril.
REVEL, J. (2009) Le vocabulaire de Foucault. Paris, Ellipse.
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interpretar el mundo
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radica precisamente en la posibilidad, o mejor, la necesidad de este
juego: no plantear jamás la cuestión de la alétheia sin reavivar a la vez,
con referencia a esa misma verdad, la cuestión de la politeia y el ethos.
Otro tanto para la politeia. Otro tanto para el ethos. 2
Así pues, como vemos, la confluencia entre esos modos del decir veraz y
esos tres ámbitos o ejes irreductibles entre sí (politheia, alétheia, ethos)
configuran la matriz en que se moverían los distintos modos de ser de
la filosofía a lo largo de la historia. Una matriz que a la vez que permite
describir distintos modos de la filosofía en relación a esos tres ejes, permite
trazar también sus límites, lo que para Foucault sería una suerte de líneas
rojas siempre prestas a ser rebasadas:
[…] la filosofía [tanto moderna como antigua] se equivoca, o, en todo
caso, se equivocaría, al pretender decir qué hacer en el orden de la
política y cómo es menester gobernar. Se equivocaría si quisiera decir
qué pasa con la verdad o la falsedad en el orden de la ciencia. Cometería
2 Ibídem, 85.
3 Ibídem, 86.
4 Ídem.
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Los filósofos no han hecho más que interpretar el mundo
asimismo un error si se atribuyera la misión de liberar o desalienar al
sujeto. La filosofía no tiene que decir lo que hay que hacer en la política.
Tiene que ser una exterioridad permanente y reacia con respecto a
la política, y de ese modo será real. Segundo, la filosofía no tiene que
dividir lo verdadero de lo falso en el ámbito de la ciencia. Debe ejercer
perpetuamente su crítica con referencia a lo que es embuste, engaño e
ilusión y de ese modo practicará el juego dialéctico de su propia verdad.
Tercero y último, la filosofía no tiene que desalienar al sujeto. Debe
definir las formas en las cuales la relación consigo puede eventualmente
transformarse. La filosofía como ascesis, la filosofía como crítica, la
filosofía como exterioridad reacia a la política: creo que éste es el modo
de ser de la filosofía moderna. Ése era, en todo caso, el modo de ser de
la filosofía antigua.5
Hasta aquí, pues, la primera de las series que acompañábamos y que, como
vemos, ha permitido tanto caracterizar el discurso filosófico como trazar una
matriz de los distintos modos de ejercicio del mismo en virtud de los distintos
modos del decir veraz que ejerce la filosofía. Quisiéramos ahora acompañar
una segunda serie donde el objetivo no sería ya delimitar la filosofía respecto
a otros modos y formas de interrogar el mundo sino en virtud del modo en
que la verdad se enseña y se transmite en el seno de la propia filosofía. Y aquí
Foucault escandirá una gran dicotomía entre una tradición que arraigaría en
el platonismo y el aristotelismo mucho más doctrinal basada en la enseñanza
y transmisión de ciertos discursos y otra tradición mucho más ascética,
vehiculada por los cínicos, los epicúreos o los estoicos, cuyas formas de
transmisión no serían tanto una doctrina teórica como todo un conjunto
de prácticas de vida que se enseñarían a partir de anécdotas o ejemplos de
vidas de otros. Si interrogamos la filosofía no ya desde las prácticas del
decir veraz que vehicula sino desde el modo y ejercicio de esas prácticas,
nos encontramos con esa gran escansión entre una filosofía transmitida de
modo doctrinal a través de prácticas discursivas y esa otra forma de filosofía
ejercida y transmitida a partir de prácticas fundamentalmente no discursivas
que Foucault caracterizará como una filosofía ética. Y en el seno de la
investigación sobre esa forma de ejercicio de la filosofía, Foucault aislará el
cinismo de modo diferencial como matriz de una articulación entre “formas
de existencia y manifestación de la verdad” que convierten esas formas de
vida en un “escándalo vivo de la verdad” 6. Lo que caracterizaría esa actitud
cínica es la manifestación del bios como aleturgia. Una articulación que,
si bien se configura en el seno de la filosofía, desbordará el espacio de la
misma atravesando «bajo formas diversas, con variados objetivos, toda la
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ontología del presente. Por otro lado, dentro de los modos de transmisión
de la filosofía, Foucault escandía una distinción entre aquellas filosofías
cuyo ejercicio de la verdad se vehiculaba y transmitía principalmente bajo
la forma de discurso y aquellas que, por el contrario, se desplegaban a partir
de una matriz práctica. Aquellas filosofías que Foucault calificaba de éticas.
Releyendo la historia de la filosofía desde esta matriz Foucault señalará
que esa filosofía se interrumpe en el siglo XIX, “en el momento en que la
filosofía se convirtió en un oficio de profesor”10, marcando el momento en
que ésta “solo puede tener vigencia como un conjunto de doctrinas”11. Así,
el siglo XIX marcará el fin de cierto modo de ser de la filosofía, a no ser
que, dirá Foucault:
A menos que se quiera hacer recomenzar esa historia de la vida filosófica,
del heroísmo filosófico, justamente en la misma época pero bajo una
forma muy distinta, una forma desplazada. El heroísmo filosófico, la
ética filosófica ya no van a encontrar lugar en la práctica misma de la
filosofía, convertida en oficio de enseñanza, sino en esa otra forma de
vida filosófica, desplazada y transformada, [o sea], en el campo político:
la vida revolucionaria. Exit Fausto y entra el revolucionario.12
Así pues, a través de todas esas genealogías cruzadas podemos resituar esa
onceaba tesis sobre Feuerbach no solo como una consigna marxiana sino
también como el efecto de todo un conjunto de transformaciones históricas
que atañen al modo de ser de la filosofía y que se dan lugar en ese siglo XIX.
Si bien la exhortación de Marx puede situarse, desde la primera serie, en el
seno de una filosofía crítica donde el presente constituye su campo de batalla,
la segunda serie nos permite dar cuenta de hasta qué punto esa exhortación
es formulada en el momento en que la institucionalización de la filosofía
vehicula la intensificación de su forma discursiva en detrimento de su forma
ética y el momento donde esa práctica de la verdad se desplaza hacia la
vida revolucionaria. En el recorrido efectuado por Foucault la sentencia
marxiana se situaría en el seno de esa larga genealogía trazada a partir del
cinismo donde la interpelación a los otros vehicula una interrogación por
esta vida y este mundo, apelando a su transformación. Una interpelación
que, como hemos visto, ha tomado múltiples formas a lo largo de la historia.
Así, ese Marx clamando a una filosofía transformadora frente a una filosofía
exegética es también la voz del filósofo cuya práctica de verdad pone voz
a las aspiraciones de una revolución. Exit el Marx Fausto, entra el Marx
revolucionario. La onceaba sentencia de Feuerbach se sitúa, pues, en el
10 Ibídem, 228.
11 Ídem.
12 Ibídem, 229.
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Los filósofos no han hecho más que interpretar el mundo
¿Cabe retomar de algún modo una filosofía que se ejerza en ese espacio de
vida y práctica de verdad que durante tanto tiempo la caracterizó? ¿Cuáles
serían hoy sus espacios y modos posibles? ¿No es acaso ese el espacio de
exploración y franqueamiento posible al que nos instaba Foucault?
La ontología crítica de nosotros mismos se ha de considerar no
ciertamente como una teoría, una doctrina, ni tampoco como un cuerpo
permanente de saber que se acumula; es preciso concebirla como una
actitud, un éthos, una vida filosófica en la que la crítica de lo que somos
es a la vez un análisis histórico de los límites que se nos han establecido
y un examen de su franqueamiento posible.14
Bibliografía
FOUCAULT, M. (2009) El gobierno de sí y de los otros. Curso en el Collège
de France (1982-1983). Buenos Aires, FCE.
(2004) Discurso y verdad en la antigua Grecia. Barcelona, Paidós/
UAB.
(2011) El coraje de la verdad. El gobierno de sí y de los otros II.
Curso en el Collège de France (1983-1984). Buenos Aires, FCE.
(2014) «¿Qué es la ilustración?» en Obras esenciales, III Estética,
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ética y hermenéutica, pp. 335-352. Barcelona, Paidós.
MARX, K. (2007) El Capital. Crítica de la economía política. Libro I-
Tomo I. Madrid, Akal.
MARX, K y ENGELS, F. (1974) Tesis sobre Feuerbach y otros escritos
filosóficos. Barcelona, Grijalbo.
(1976) El manifiesto comunista. Madrid, Ayuso.
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Viña del Mar, 2017