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1. INTRODUCCIÓN
Existe una hipótesis histórica que sostiene que la incorporación del pueblo llano al
Parlamento inglés convocada por Simón de Monfort en 1265, se debió al influjo que sobre
este personaje ejercieron las instituciones españolas.
Ya en las Cortes de León de 1188, tiene acceso a las Curias el estado llano, con mucha
anticipación a cualquier otro país europeo. En Alemania no entra en la dieta hasta 1232, en
Inglaterra ya hemos visto que fue en 1265, en Francia Felipe el Hermoso no convocó a los
representantes de las ciudades hasta 1302.
En efecto, la primera Curia plena a la que asisten los representantes de las ciudades y villas
es la de León de 1188 por convocatoria de Alfonso IX. Se celebró en la Iglesia de Santa
María de la Regla, 66 años antes de que Enrique II convocase a los comunes en 1254 y de
que fuera conocida la Carta Magna.
El derecho castellano no pudo ser transplantado íntegramente al nuevo mundo por cuanto
las características geográficas del territorio y las particularidades de la empresa
colonizadora obligaron desde un primer momento a dictar normas especiales que se
conocen bajo la común denominación de Derecho Indiano.
En 1570 Felipe II ordenó al Consejo la recopilación de toda la normativa vigente que sólo
después de numerosos intentos y complicaciones pudo ser culminada en 1680 bajo el
reinado de Carlos II.
La famosa Recopilación de Leyes de los Reinos de las Indias contaba con nueve libros
siendo el octavo el respectivo al régimen hacendístico.
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Para el control de la hacienda real en los territorios coloniales la corona de España se valió
de instituciones muy conocidas como: Juicios de Residencia, Visitas y Rendición de
Cuentas.
Las visitas constituyeron otro medio de control que junto con el juicio de residencia era
mirado con recelo por quienes debían someterse a él. Con frecuencia se los ha confundido
pero tenían sus diferencias. Por ejemplo: el juez de la visita podía iniciar sus actuaciones
antes de publicar los edictos y en cualquier momento de una gestión, los funcionarios
visitados permanecían en sus puestos mientras que los residenciados debían hacer
abandono de ellos durante el juicio y las sentencias graves podían ser objeto de recurso de
suplicación en las residencias pero no en las visitas. Por último el juez de residencia se
ceñía a dictar sentencia sin ocuparse de remediar los problemas hallados. El visitador solía
ser facultado para tomar algunas medidas y dictar ordenanzas
Estos Oficiales Reales, que gozaban de sueldos reducidos eran al principio cuatro en cada
ciudad importante: Un tesorero, un contador, un factor y un veedor, más tarde estos dos
últimos cargos tendieron a desaparecer. Debían actuar en conjunto y su responsabilidad era
solidaria.
La función de los oficiales reales gozó hasta el siglo XVIII de una relativa independencia por
la separación que la Corona acostumbraba a hacer de este ramo con respecto al político y
militar.
Los Oficiales reales debían registrar cuidadosamente los ingresos obtenidos y también los
pagos autorizados que habían efectuado. Las cuentas así confeccionadas eran sometidas al
control de las autoridades superiores. Al principio fue exclusivamente la contaduría del
Consejo de Indias la encargada de esta tarea.
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Como ya he mencionado era el Consejo de Indias el que debía fiscalizar la actuación de los
Oficiales reales y velar por el desarrollo y fomento de la hacienda real. La fiscalización se
hacía a través de visitas o inspecciones a los lugares donde operaban los delegados reales
y a través del examen de la documentación que contenía las cuentas de la Hacienda pública
en cada una de las divisiones administrativas de la colonia. Por Real Provisión del 4 de julio
de 1543 los Oficiales estaban obligados a enviar a la Contaduría del Consejo de Indias un
tiento de cuenta al fin de cada año, es decir un resumen de lo recibido y lo gastado, y una
cuenta completa cada tres años. Asimismo por Real Cédula de 1554 se creo un sistema de
contralor adicional sobre las cuentas de las Cajas Reales a cargo de la audiencia local.
Como respuesta institucional, durante el reinado de Felipe III, en el año 1605, se promulgan
las ordenanzas de Burgos en virtud de las cuales se crean los tres primeros Tribunales de
Cuentas (constituidos por tres contadores cada uno) en las ciudades de Méjico de la Nueva
España, Ciudad de los Reyes del Perú y Santa Fe del Nuevo Reino de Granada. Asimismo
para la provincia de Venezuela y la Isla de Cuba debían nombrarse Contadores que se
entenderían directamente con el Consejo de Indias.
En este sentido la ardua labor de estos tribunales de cuentas estuvo referida sobre todo a
tomar y dar finiquito a las cuentas de los Oficiales Reales, Tesoreros y custodios de las
rentas reales; entendían también en el cobro de los endémicos retrasos de pagos de
deudas fiscales e inventariaba anualmente las cajas reales.
La escasa significación económica de las Cajas provinciales del Río de la Plata determinó
que no hubiera Tribunal de Cuentas sino hasta mediados del siglo XVIII cuando Buenos
Aires comenzó a experimentar un período de expansion comercial.
En efecto, en 1767, Carlos III tomó debida nota de la nueva realidad y tras consultar al
Consejo de Indias creó la Contaduría y Tribunal Mayor de Cuentas de Buenos Aires que
abarcando las provincias del Río de la Plata, Paraguay y Tucumán reorganizó el
funcionamiento de todas las subtesorerías existentes en las provincias, hasta ese entonces
deficientemente controladas por el tribunal de Lima.
La creación del Virreynato del Rio de la Plata obedecio en gran medida al conflicto de la
corona castellana con la coronos portuguesa, lo prueban sus poderes de guerra y la
definición financiera de incorporar a Potosí dentro de su jurisdicción para tomar los ingresos
producto de la extracción de metales, tanto por regalias como por acuñación.
Ley de Contabilidad (aprobada por decreto ley 23.354 del 31/12/1956). Los objetivos
fundamentales perseguidos con la reforma fueron sustituir la ley 12961 corrigiendo el
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régimen de control de la hacienda pública por ella establecido, separando el control de la
actividad de registro y proveyendo procedimientos adecuados para determinar con exactitud
los resultados financieros patrimoniales de los ejercicios en que se divide la vida de la
hacienda. En lo referente al control contaba con los siguientes aciertos:
Institución del órgano jurisdiccional y de control externo delegado, con garantía de
independencia y estabilidad, separado del órgano eje del control interno y de la contabilidad
del Estado, el Tribunal de Cuentas.
Adopción del sistema de presupuesto de competencia en lo relativo a gastos.
Agilización del mecanismo administrativo de pago de los gastos públicos.
Modificación de la estructura presupuestaria, mediante la adopción de una clasificación
primaria más racional de los gastos públicos
Modificación de las fechas de iniciación y finalización del ejercicio financiero.
Los Entes de Regulación, que desde la nueva Constitución deben ser creados por ley del
Congreso.
La Auditoría General de la Nación, que tiene a su cargo el control de dichos entes de
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regulación y asiste técnicamente al Congreso.
El Defensor del Pueblo, cuya misión es la defensa y protección de los derechos establecidos
e intereses tutelados por la Constitución y a quien se ha legitimado para accionar en
defensa de los derechos de incidencia colectiva (artículos 86 y 43 de la Constitución).
Dado el proceso de privatizaciones, el estado sigue siendo el titular de los servicios publicos
pero deriva la gestion a unidades empresariales privadas, entonces se incorpora el nuevo
Estado, el Estado regulatorio, que sustituye al Estado Productor de bienes y servicios.
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Artículo 85: El control externo del sector público nacional en sus aspectos patrimoniales,
económicos, financieros y operativos, será una atribución propia del Poder Legislativo.
El examen y la opinión del Poder Legislativo sobre el desempeño y situación general de la
administración pública estarán sustentados sobre los dictámenes de la Auditoría General de
la Nación.
Este organismo de asistencia técnica del Congreso, con autonomía funcional, se integrará
del modo que establezca la ley que reglamenta su creación y funcionamiento, que deberá
ser aprobada por mayoría absoluta de los miembros de cada Cámara. El Presidente del
organismo será designado a propuesta del partido político de oposición con mayor número
de legisladores en el Congreso.
Tendrá a su cargo el control de legalidad, gestión y auditoría de toda la actividad de la
administración pública centralizada y descentralizada, cualquiera fuera su modalidad de
organización, y las demás funciones que la ley le otorgue. Intervendrá necesariamente en el
trámite de aprobación o rechazo de las cuentas de percepción e inversión de los fondos
públicos.
El dispositivo transcrito otorga status constitucional a la Auditoría General de la Nación,
órgano rector del sistema de control público externo creado por Ley 24.156, en vigencia a
partir del 1° de enero de 1993, situándolo en jurisdicción del Congreso de la Nación
Argentina y reconociéndole, en un breve pero omnicomprensivo texto, la amplia esfera de
competencia que le fuera fijada por la mencionada ley. Sin duda alguna, esta incorporación
representa un hito esencial en el avance del control público en la República Argentina.
Por su parte el artículo 117 de la Ley 24.156 determina que es materia de competencia de
la Auditoría General de la Nación “el control externo posterior de la gestión presupuestaria,
económica, financiera, patrimonial, legal, así como el dictamen sobre los estados contables
financieros de la administración central, organismos descentralizados, empresas y
sociedades del Estado, entes reguladores de servicios públicos, Municipalidad de la Ciudad
de Buenos Aires y los entes privados adjudicatarios de los procesos de privatización, en
cuanto a las obligaciones emergentes de los respectivos contratos”. Es de destacar que la
jurisdiccion sobre la Ciudad de Buenos Aires cede ante la creacion de la Ciudad Autonoma
de Buenos Aires, cuyo sistema de control, en gran medida tomado del sistema de la ley
24156 esta dado por la ley 70 de dicha ciudad autonoma.
A su vez, el artículo 120 de este cuerpo legal faculta al Congreso de la Nación para ampliar
su competencia de control externo “a las entidades públicas no estatales o a las de derecho
privado en cuya dirección y administración tenga responsabilidad el Estado Nacional, o a las
que éste se hubiera asociado, incluso a aquellas a las que se les hubieren otorgado aportes
o subsidios para su instalación o funcionamiento y, en general, a todo ente que perciba,
gaste o administre fondos públicos en virtud de una norma legal o con una finalidad pública”
Es un postulado básico afirmar que para que haya control debe informarse a la sociedad.
Un objetivo central de la Auditoría General de la Nación es lograr que el pueblo,
representado en el Congreso, con sus organizaciones de la sociedad civil, pueda contar con
información independiente, sustentada en una acción profesional sobre el conjunto del
sector público nacional. De este modo, deviene en un subsistema de información que
retroalimenta a la opinión pública y los legisladores, a fin de permitirles obtener los
elementos de juicio indispensables para tomar decisiones. Importa que exista un control
real, que brinde información en calidad suficiente para que el legislador ejerza su función y
para que el juez actúe en consecuencia, el principio debe ser: a mayor publicidad, mayor
posibilidad de control social. En punto a ello, los órganos de control deben poner en
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conocimiento de la sociedad sus informes. En la actualidad pueden consultarse
directamente en las paginas web de las instituciones.
La administración financiera está integrada por los siguientes sistemas que deben estar
interrelacionados entre sí:
Sistema presupuestario.
Sistema de crédito público.
Sistema de tesorería.
Sistema de contabilidad.
Sistema Integrado de información financiera (SIDIF).
Cada uno de estos sistemas cuenta con un órgano rector, que depende directamente del
órgano que ejerce la coordinación de ellos.
Los órganos rectores son los responsables del diseño y elaboración de políticas, del dictado
de normas y procedimientos a ser aplicados por las instituciones públicas y de reunir la
información producida por los órganos periféricos. Dichos órganos son los encargados de
coordinar las distintas actividades de cada sistema, siendo la función de la Secretaría de
Hacienda la de ejercer una coordinación general en materia técnica y política conjuntamente
con la Secretaria de Finanzas, recibiendo ambos la calificación de organos coordinadores.
Los órganos periféricos son los responsables de operar los sistemas en los que están
involucrados, en términos de aplicación de políticas, normas y procedimientos definidos
centralmente.
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Estos sistemas fueron complementados por los sistemas de: Bienes del Estado,
Contrataciones, Inversión Pública, Recursos Humanos, descriptos en los apartados
subsiguientes.
Son elementos comunes a cada uno de los sistemas mencionados la centralización
normativa y la descentralización operativa. Seguidamente se exponen las características
principales de cada uno de los sistemas señalados anteriormente:
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La ONP. emite anualmente un manual para la formulación del presupuesto de la
Administración Nacional que contiene además todos los formularios e instructivos que
deberán cumplimentar las distintas jurisdicciones y entidades que la componen por cada
una de sus categorías programáticas.
La Oficina Nacional de Crédito Público es el órgano rector del sistema, tiene como misión
asegurar una eficiente programación, utilización y control de los medios de financiamiento
que se obtengan mediante operaciones de crédito público. En la actualidad depende
orgánicamente de la Subsecretaría de Financiamiento. En el presente sistema se
determinan los criterios para clasificar la deuda en interna y externa y en directa e indirecta,
y además se enuncian las posibles variantes de endeudamiento y se establecen la
prohibición, a todas las entidades del Sector Público Nacional, de formalizar operaciones de
crédito público no autorizadas por la ley de presupuesto general de la administración.
Operatoria de la Oficina Nacional de Crédito Público:
Es la responsable del Registro de la Deuda Pública.
Procesa las operaciones de endeudamiento de cada contrato de préstamo, la emisión,
colocación y rescate de títulos públicos. Mantiene el saldo histórico de los préstamos y
las deudas.
Registra tasas de intereses y tipos de cambio.
Emite las órdenes de pago del servicio de la deuda identificando la amortización y pago
de intereses.
Realiza proyecciones sobre desembolsos y servicios de la deuda.
Con estos datos se elaboran los estados contables: recursos y gastos, balance general,
origen y aplicación de fondos y evolución del patrimonio.
La Contaduría General de la Nación como órgano rector del sistema contable, a partir de
1993 comenzó la transformación contable implementando un sistema de partida doble,
definiendo a los entes ejecutores y su interrelación que permitió a partir del ejercicio cerrado
al 31/12/98 la emisión del Balance General.
3.1.5. SISTEMA INTEGRADO DE INFORMACIÓN FINANCIERA
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Ante la necesidad de disponer de un sistema integrado de información y gestión financiera
que contemplara las funciones de presupuesto, crédito público, tesorería, contabilidad,
contrataciones y administración de bienes, se concibe un programa que planteó como
criterio metodológico básico “la interrelación de los sistemas” y la concepción de
“centralización normativa y descentralización operativa”.
El desarrollo informático del SIDIF central se enmarcó en una clara definición de la imagen
objetivo a lograr y bajo premisas y criterios concebidos dentro de una estrategia informática
que concibió al SIDIF como una unidad lógica de procesos constituidas por subsistemas o
módulos interconectados e interactuando con una base de datos integrada de información
financiera en el ámbito de los Organismos Centrales, por un lado y distribuida a nivel de las
unidades ejecutoras de la Administración Central y de los Organismos Descentralizados por
otro, comunicados electrónicamente y respetando una relación de interoperabilidad. Ese
sistema bajo tecnología de internet es ahora denominado e-sidif
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Su relación con la ONP, CGN y TGN se realiza a través de un conjunto de
formularios/transacciones que transferidos por distintos medios y con distinta periodicidad
posibilitan el intercambio de información.
Otro gran sistema es el de control, que queda conformado de acuerdo al Art. 7° de la Ley N°
24.156 por dos organismos de control: la Sindicatura General de la Nación y la Auditoría
General de la Nación, indicándose que éstos serán los órganos rectores de los sistemas de
control interno y externo respectivamente.
Las disposiciones emergentes de dicha Ley serán de aplicación en todo el Sector Público
Nacional, que a tal efecto está integrado por:
a) Administración Nacional, conformada por la Administración Central y los Organismos
Descentralizados, comprendiendo en estos últimos a los organismos de la seguridad social.
b) Empresas y sociedades del Estado, las sociedades anónimas con participación
mayoritaria estatal y las sociedades de economía mixta y todas aquellas organizaciones
donde el Estado tenga participación mayoritaria en el capital o en la formación de las
decisiones societarias.
Como se desprende hasta aquí, el concepto de control tanto interno como externo, es
abarcativo de un universo sumamente amplio. La normativa y los informes pueden verse en
www.agn.gov.ar
Los informes que la Sindicatura General de la Nación emita deberán estar dirigidos: al
Presidente de la Nación, para informarle sobre la gestión financiera y operativa de los
organismos comprendidos dentro del ámbito de su competencia y a la Auditoría General de
la Nación sobre la gestión cumplida por los organismos bajo fiscalización de la Sindicatura,
sin perjuicio de atender consultas y requerimientos específicos formulados por el órgano
externo de control, alcanzando estructuralmente el objetivo general que debe satisfacer toda
auditoría interna, en la medida de informar y asesorar a la dirección superior sobre el
desarrollo de las operaciones, dado que sus informes son independientes de los que emiten
quienes tienen la responsabilidad directa de la gestión y el control de las operaciones en los
distintos organismos y jurisdicciones. La normativa, actividad e informes pueden consultarse
en www.sigen.gov.ar
Dentro de las funciones impuestas a la Auditoría General de la Nación por la Ley Nº 24.156,
se destaca el control de gestión, dado que la Auditoría ejerce el control posterior,
observando el cumplimiento de los procedimientos programados y controlando la aplicación
práctica de todas las normas.
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Estos principios deben ser considerados en forma interrelacionada más que como
conceptos separados, poniendo especial interés en la efectividad total de su aplicación.
La utilización precisa y oportuna de estos principios nos permite ingresar en el campo de la
auditoría integral, la cual resulta más abarcativa que las auditorías tradicionales. En efecto,
la auditoría integral nos permitirá determinar el grado de cumplimiento de las normas
legales, contables y profesionales, como así también la economía, eficiencia y eficacia con
que se afectaron los recursos para el logro de objetivos por parte del ente sujeto a control.
Lo expresado hasta aquí ya permite advertir los profundos cambios que se han operado en
los sistemas de control de la República Argentina.
En efecto, el sistema vigente tiende a efectuar controles integrales, que comprenden la
evaluación de los recursos de índole financieros, humanos y físicos, observando además si
la administración de éstos se formuló bajo los principios de economía, eficiencia y eficacia
ya mencionados, siendo uno de los objetivos más salientes de la auditoría integral el de
efectuar recomendaciones que tengan por sentido la mejora de la gestión administrativa y
financiera de la entidad sujeta a control.
Bajo estas bases podemos definir a la auditoría integral como la tarea realizada por equipos
multidisciplinarios que emitan su opinión y den recomendaciones sobre la forma y modo en
que se conduce la institución auditada, la eficacia, eficiencia y economía de sus logros y por
último el impacto y significado de su quehacer en el medio, la comunidad e instituciones a
las que se vincula.
Para esta tarea el auditor deberá contar con indicadores o sensores que permitan evaluar y
comparar el grado de cumplimiento logrado en los objetivos propuestos por la
administración en el uso de sus recursos.
La determinación de estos parámetros debe realizarse sobre la base de ciertos criterios
generales de información que sean congruentes con los tenidos en cuenta en oportunidad
de la preparación de los diversos presupuestos y programas, convirtiéndose de esta forma
en un elemento de vital importancia en el proceso de la auditoría integral. Para ello será
necesario organizar el trabajo de manera tal que el mismo quede estructurado en tres fases:
de planificación y programación, de ejecución del trabajo programado y la de comunicación
de los resultados mediante la emisión del informe de auditoria integral
Al respecto, la Auditoría General de la Nación Argentina ha definido las características y
cualidades que deben tenerse en cuenta en la elaboración y ponderación de éstos, lo cual
puede sintetizarse en la siguiente forma:
Disponibilidad de Datos: Resultará indispensable contar con datos para generar información
suficiente.
Calidad de los Datos: Se deberá procurar que la recolección de los datos que se obtengan
sea consistente, completa y confiable.
Comparabilidad: Los indicadores deberán ser aplicables en diferentes ámbitos donde se
obtenga información de similares características.
Validez : Deberán medir lo que se espera que mida, tanto estadística como
conceptualmente.
Pertinencia : Deberán guardar correspondencia con los objetivos de las políticas, planes,
proyectos, operaciones, actividades o estándares en cuestión.
Sensibilidad : Deberán poder reflejar los cambios que se han producido en la realidad
observada.
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Oportunidad : Deberán poder obtenerse en el momento en que sean útiles para la toma de
decisiones.
Costo : Su utilización debe justificar el costo de los recursos invertidos para obtenerlos.
Los indicadores tendrán por función dar señales de alerta ante la ocurrencia o agravamiento
de deficiencias en un área determinada. Los indicadores de desempeño por sí solos no
pueden sustituir las evidencias sobre las cuales se fundamenta el juicio de valor. Serán
tomados como una señal hacia donde dirigir la investigación a fin de buscar evidencia de las
reales causas por la que arroja un valor distinto a lo esperado.
Por otra parte en su aplicación se deberá tener especial cuidado en no utilizar criterios de
carácter general o estándares rígidos, que aplicados a diversas situaciones conlleven al
auditor a arribar a conclusiones no del todo válidas, por no haber aplicado mediciones que
tuvieran en cuenta las características particulares del organismo sujeto a control, como así
también el marco sectorial en que el mismo se desenvuelve.
Este enfoque en los sistemas de control es consecuencia directa de la época en que nos ha
tocado vivir, en la cual las necesidades o requerimientos públicos crecen más que
proporcionalmente que los recursos disponibles.
Esta problemática y su consecuente búsqueda de soluciones hace necesaria la evaluación
de los programas de gobierno y de sus objetivos, a través de una opinión independiente, de
cómo se ejecuta el gasto en el Sector Público.
La auditoría integral mediante los procedimientos y técnicas ya mencionadas, debe lograr
una opinión independiente, como así también debe efectuar recomendaciones para mejorar
las debilidades detectadas en la gestión administrativa, y además deberá verificar el
cumplimiento de las recomendaciones formuladas.
Estas sugerencias permiten mejorar la efectividad del organismo auditado, constituyéndose
en una importante herramienta de control que ayuda a la identificación de áreas con
debilidades o problemas en sus sistemas de control, y motoriza la implementación de
cambios cuando las circunstancias así lo determinan.
No obstante, las sugerencias y recomendaciones brindadas por el auditor no resuelven, por
sí mismas, los problemas de la administración, toda vez que la implementación de las
medidas correctivas tendientes a mejorar la gestión, es responsabilidad exclusiva de los
órganos volitivos de la administración.
A pesar de ello, la búsqueda de economía, eficiencia y eficacia en el uso de los recursos
públicos hará necesario, en un futuro próximo, un esfuerzo constructivo y coordinado de la
administración y de la auditoría, que redundará en mejores resultados en la gestión
gubernamental.
6. EVALUACION DE PROGRAMAS
La evaluación de programas se concibe como un elemento esencial del proceso de
planeación integral, que permite conocer la medida y el modo en que se han alcanzado los
objetivos programados, haciendo posible identificar incongruencias, desviaciones,
incumplimientos y deficiencias en el desarrollo y el resultado de los programas, a fin de
retroalimentar el proceso de programación, presupuestación en fases posteriores.
De esta manera, la evaluación de programas se enfoca, principalmente, a analizar el
cumplimiento de los objetivos programáticos y sectoriales, valorar el efecto que las
entidades programáticas han tenido en el medio y en la realidad que se pretendió modificar,
y a verificar la vida útil prevista de las metas obtenidas.
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La evaluación de programas es una tarea compleja que se fundamenta en un conjunto de
elementos cualitativos, atributos o condiciones que además sean susceptibles de ser
medidos o comparados dentro de un sistema de valores vigente, requiere precisar el campo
de acción sobre el cual debe desarrollarse.
La evaluación de programas se concibe desde dos perspectivas distintas, que conducen a
puntos de vista diferentes: uno agregado e integral y otro específico y profundo. La primera
requiere un tratamiento sistémico o total para su comprensión. La segunda debe darse en
un espacio menor y requiere un análisis detallado o casuístico que profundice en alguna o
algunas partes del todo.
En cualquiera de las dos perspectivas se requiere precisar: los elementos a utilizar bajo el
enfoque sistémico o total del proceso de evaluación y los criterios que han de usarse para
seleccionar los programas que requieren un análisis evaluatorio más profundo y detallado.
La primera vertiente globalizadora, conduciría a un examen sobre principales insumos y
resultados de las estructuras y marcos de referencia: planes, programas nacionales y
sectoriales, etc. Es decir propósitos, metas de resultado y programas.
La segunda, casuística, permitiría profundizar en aquellos programas específicos que se
seleccionan con base en criterios preestablecidos, y analizando principalmente indicadores
de metas, gastos y desviaciones de cada programa, correspondiente a un sector, a una
entidad determinada, o a un programa específico.
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central, los organismos descentralizados y las empresas públicas de jurisdicción nacional.
Por tanto, no se trabaja sobre otras jurisdicciones políticas como provincias o municipios.
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10. CONCLUSION
Los conceptos vertidos en este trabajo, han pretendido reflejar la realidad del control en la
República Argentina, es por ello que nos detuvimos en la importancia que nuestros
constituyentes dieron al control estatal, a través de la sanción de la reforma de la
Constitución y la relevancia que dentro de ella se le dio a la Auditoría General de la Nación.
También se abordaron los aspectos más salientes del sistema integrado de información
financiera el cual se consideró como una herramienta fundamental para poder ejercer un
control adecuado de las transacciones gubernamentales. Asimismo todo el sistema de
administración financiera previó un sistema de control tanto interno como externo. Estos
dos sistemas permiten cerrar un círculo de gestión y control continuo.
La experiencia argentina demuestra que se hace necesario contar con un eficaz y eficiente
modelo de gestión y control de la hacienda pública, éste para ser aplicado debe contar con:
Una normativa legal que permita instaurar un sistema integrado de información financiera,
donde debe desarrollarse un adecuado sistema de presupuesto por programa que permita
que la ejecución de los recursos se realice en el tiempo programado, con una evaluación
final de las metas de los programas y proyectos.
Además se plantea la necesidad de efectuar dentro de las tareas habituales de control un
análisis macroeconómico de la ejecución presupuestaria global, que permita determinar ex-
post el cumplimiento legal de los objetivos y metas aprobados por el Poder Legislativo.
Un sistema de crédito público que sea responsable del registro de todas las operaciones de
endeudamiento, que asegure la correcta programación, utilización y control de estas
obligaciones.
Un sistema de tesorería que asegure la transparencia de la recaudación y registración de
los recursos y los pagos de la administración, a través de la implementación de una cuenta
única del Tesoro.
Una operatoria de registro centralizada que contenga los aspectos presupuestarios,
contables y financieros, involucrando tanto a los gastos como a los recursos.
Estas premisas básicas deberán ser tenidas en cuenta a la hora de aplicar un modelo
similar al argentino, que tiene como propósito declarado, lograr la transparencia en las
operaciones que realiza el estado.
Los cambios ocurridos han producido modificaciones cualitativas en términos de control,
dado que se incorporan como objetivos generales entre otros, los criterios de Economía,
Eficiencia y Eficacia.
Estos deben ser considerados en forma interrelacionada y no como conceptos separados,
poniendo especial interés en la efectividad total de su aplicación.
El desafío que representa esta nueva óptica del control gubernamental hace imprescindible
ingresar en el concepto de la auditoría integral, definida como una actividad abarcativa que
incluye la revisión y evaluación de los sistemas de información y de los aspectos contable-
financieros, legales y de gestión a fin de determinar el cumplimiento de las normas legales
contables profesionales así como también el grado de acatamiento a los criterios antes
mencionados.
Esta nueva concepción del control obliga a la formación de equipos multidisciplinarios de
auditoría, los cuales deberán estar liderados por profesionales especializados en la ciencia
contable con una gran experiencia en el proceso de auditoría, que obligará a un esfuerzo
constructivo y coordinado de la administración y de la auditoría. Esto, sin duda, conducirá al
logro de mejores resultados en la gestión gubernamental.
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Por ultimo, un elemento central del problema lo constituye la inserción de la sociedad civil
en el sistema, no solo en la retroalimentación sino también en su planifican estratégica.
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