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Las Constelaciones Familiares desde la Mirada de la


Psicología Analítica

María Teresa Moreno

Santiago,

Este trabajo se comparte bajo una licencia


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INTRODUCCION

El proceso de individuación cabe considerarlo también respecto a nuestro

desarrollo profesional. Es así como todos recorremos un largo camino laboral y

evolucionamos de acuerdo a lo que vamos experimentando y a lo que

sincrónicamente nos sale al encuentro. Comencé mi labor profesional apegada al

conductismo para ir lentamente acercándome, después de un largo entrenamiento

en el trabajo con imágenes, a la psicología transpersonal. En este camino, hace

relativamente poco, conocí el trabajo con Constelaciones Familiares de Bert

Hellinger que me impresionó profundamente. Desde entonces he leído sus obras,

frecuentemente asisto a talleres, y aplico lo que he aprendido. Me impresionó el

alcance, la profundidad, lo efectivo, lo que al comienzo me pareció casi “magia”,

sumado a todo tipo de sincronías que suelen darse en torno a esto. En un

comienzo me puso el mundo patas arriba ya que sus planteamientos se prestan

para polémicas; propicia la honra y el respeto profundo a las figuras parentales,

y en este sentido se riñe con algunas orientaciones que promueven la descarga


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emocional con estas figuras de identificación. Por otra parte también me dio un

visión diferente, en cuanto él perfila ciertos ordenamientos básicos que de no

respetarse surgen implicaciones; estos órdenes son sumamente orientadores

para mirar los conflictos desde distintas perspectivas. Sus ideas me han resultado

útiles y enriquecedoras tanto a nivel personal como profesional.

En este trabajo me refiero a las Constelaciones Familiares de Bert Hellinger.

Partiendo de la base que se trata de diferentes epistemologías, intento considerar

los puntos de convergencia con el paradigma analítico, proponer qué procesos

psicológicos o mecanismos operan en este trabajo e intentar explicarlo desde una

mirada analítica.

DESARROLLO

Bert Hellinger es fenomenólogo, su quehacer se basa en lo que percibe y

observa, no tiene teoría, desarrolló su propia terapia sistémica en lo que se

conoce como Constelaciones Familiares. Las Constelaciones Familiares

constituyen una forma de trabajo grupal, un método a través del cual Hellinger

intenta ayudar a familias y a individuos. La persona que asiste al grupo relata en

forma breve y concisa el problema y se le pide que configure a su familia actual o

la de origen eligiendo de entre los participantes del grupo representantes para

cada uno y para sí mismo. En seguida, y de manera muy centrada, posiciona y

relaciona a las personas en el espacio y al rato algo surge. Éstos una vez

configurados sienten de la misma manera que las personas que están

representando. Incluso he visto que se manifiestan movimientos, síntomas, hasta


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formas de hablar propias de la persona representada. La persona que consulta

observa, sólo a veces por razones específicas, se incorpora a la configuración.

El trabajo continúa dirigido por el terapeuta que guiado por lo que de la

configuración le llega, su experiencia y su intuición, instiga a las personas para

que sigan sus propios movimientos o propone algunos rituales cuando es

necesario como en el caso de los duelos, por ejemplo, o haciendo algunos

cambios en la configuración. El trabajo finaliza cuando surge una solución, es

decir, una nueva configuración en la que todos están mejor. Cabe preguntarse

cómo es posible este fenómeno, el hecho que alguien sienta o perciba algo sin

saber nada acerca de ello y a pesar de esto se puedan conectar con ese saber

sin ninguna transmisión exterior y con la realidad de esa familia.

En las Constelaciones Familiares se trata de averiguar si la persona se encuentra

identificada o implicada en suertes de anteriores miembros de la familia.

Implicación significa que alguien en la familia, inconscientemente, vuelve a asumir

o a vivir la suerte de otro miembro de la familia, anterior a él y que a veces ni

siquiera conoce. En este contexto adquieren importancia los miembros vivos o

muertos que han sido excluidos de la familia u olvidados, como también actos de

injusticia que alguien pudo cometer anteriormente. Este trabajo permite que algo

antes oculto salga a la luz; ese reconocimiento es sanador y la persona puede

librarse de tales implicaciones.

No corresponde explicar muy detalladamente el trabajo con Constelaciones

Familiares en este contexto; pero sí considero relevante referirse a los Órdenes


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que son predeterminados y rigen las relaciones humanas, nuestra relación con

la vida y con el mundo. En su conjunto estos son los Órdenes del Amor que se

refieren a la compleja interacción de necesidades fundamentales que se da en los

sistemas relacionales. Entre éstos se distinguen la necesidad de vinculación, el

equilibrio entre el dar y el tomar y el orden que incluye las normas, creencias

y prescripciones comunes que pautan la convivencia de un grupo y le dan orden y

estructura al sistema, así como también las jerarquías. Sin embargo estas

conveniencias sociales constituyen el orden superficial acordado que varía de

grupo en grupo, pero detrás actúan desapercibidamente órdenes inefables

predeterminados que inciden en nuestras relaciones y velan por ellas. Se

descubren sus leyes a través de la consecuencia de nuestros actos. En este

sentido, Hellinger habla de una conciencia oculta que en el fondo es una dinámica

inconsciente. El trabajo con Constelaciones Familiares revela los enredos

familiares inconscientes a los que la persona se halla sujeta.

Nacemos en el seno de una red familiar donde todos tenemos derecho a la

pertenencia. Con el tiempo, a medida que nos desarrollamos, este sistema de

relaciones se va ampliando para incluir las relaciones elegidas tales como

amistades, parejas, la relación con nuestros hijos y con el colectivo. En este

contexto, la conciencia personal, pese a que Hellinger no la define, tiene cierto

carácter moral, actúa como un sentido interior que mantiene el equilibro

sistémico y vela por la vinculación, el equilibrio entre dar y tomar y el orden. La

pertenencia está regulada por la conciencia en cuanto reacciona a todo cuanto

beneficie o ponga en peligro la relación. Cuando se atenta contra este orden


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surgen sentimientos de culpa y la pertenencia se ve amenazada; en cambio la

armonía con este orden fortalece el vínculo, nos hace sentir inocentes y con

derecho a formar parte.

En los sistemas existe una continua compensación entre tendencias antagónicas,

así el equilibrio entre el dar y el tomar es otro de los órdenes relacionales

básicos. Cuando se produce un desequilibrio surge la necesidad de

compensación como reguladora del intercambio dentro de una relación ya sea

familiar o de otra índole.

En cuanto a analizar lo que en las Constelaciones ocurre, lo más obvio es pensar

que en los representantes se manifiesta el inconsciente colectivo, aquél que va

más allá de la esfera personal y más específicamente con el alma colectiva o el

sentir colectivo y que “resulta en una posibilidad universal de funcionamiento

mental semejante” (Jung, 1987). El hecho que los representantes sientan como

las personas que están representando apunta a un fenómeno colectivo, a

aspectos universales compartidos, a una disposición heredada y general de

nuestra condición humana. Hay una fuerza que opera que no es de naturaleza

personal y que obedece a otras leyes, ya que “todos los instintos básicos y las

formas básicas de pensar y sentir son colectivas” (Jung en de Laszlo, 1990).

Al constelar, “cuando alguien configura a su familia, transfiere al espacio lo que en

esa familia ocurre. Si lo hace bien, aquéllos que actúan como representantes ya

no se encuentran en su propio sistema familiar, sino en otro” (Hellinger, 2001a) no


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actúan ni reinterpretan la situación, tan sólo se dejan percibir lo que ocurre en

aquel sistema desde el lugar que se les asigna. “Naturalmente, no es el

representante quien actúa y siente.” (Hellinger, 2001a) En las Constelaciones los

representantes se encuentran en una suerte de participación mística. En el

campo de fuerza que ahí se manifiesta, al no estar éstos identificados con sus

respectivos egos, se hacen más permeables a lo inconsciente; tal vez eso les

permite captar la dinámica grupal desconocida para ellos. En este sentido los

representantes estarían descontaminados de contenidos personales lo que les

facilitaría la conexión con la psique objetiva. De hecho, cuando finaliza el trabajo

los representantes no quedan tomados por lo que ahí experimentaron.

Según Hellinger existe una conciencia grupal a la que pertenecen los hijos, los

padres, los abuelos, los hermanos de los padres y todos aquellos que hicieron

sitio, como cónyuges o novios significativos de los padres. En términos analíticos

se referiría a un fenómeno colectivo. Jung plantea que hay “sobre el nivel de la

psique colectiva “universal”, una psique colectiva restringida a la raza, la estirpe o

la familia” (Jung, 1987) En consecuencia, en las Constelaciones se constela la

psique colectiva familiar. Esta se regiría por los órdenes fundamentales

(Órdenes del Amor) que serían de naturaleza arquetípica en cuanto forman parte

de esta psique colectiva, son patrones organizacionales de comportamiento,

reguladores inconscientes que se manifiestan por nuestros actos y son

predeterminados, es decir, a priori. Justificadamente podría plantearse que existe

un orden natural arquetípico en las relaciones familiares; y creo que los hallazgos

de la terapia sistémica avalan este planteamiento cuando se refieren al “paciente


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índice” como alguien que inconscientemente está dispuesto a enfermarse y hasta

morir por la familia pudiéndose pensar que en esa situación la persona se

encontraría tomada por el arquetipo. Siguiendo con este argumento, los

problemas y conflictos que surgen como consecuencia de las implicaciones

estarían al servicio de los Órdenes del Amor antes descritos y tendrían una

finalidad compensatoria inconsciente en relación a la conciencia familiar.

Hellinger concibe la psicoterapia como una cura de almas y pese a que no define

este concepto pienso que equivale al Self cuando se refiere a “aquello que en lo

profundo actúa detrás de todo” y que “se halla más allá de la vida”. (Hellinger,

2001a). En su trabajo él hace algo por el alma del otro, para que entre en

contacto con sus fuerzas. Esta alma dirige al individuo para buscar y encontrar

soluciones y produce efectos que van más allá de nuestro actuar planificado. Los

participantes se encuentran expuestos a un Todo mayor, la persona es alcanzada

a un nivel más allá del mero razonamiento. Instiga a una actitud aceptadora del

destino tal como es y de someterse a algo más grande. “El trabajo con

Constelaciones Familiares también nos muestra que nos hallamos englobados en

contextos y órdenes aún mayores, que nos toman a su servicio

independientemente de nuestros deseos o temores.” (Hellinger, 2001c) En las

Constelaciones aunque sea un miembro de la familia el que consulta, la solución

repercute en la familia real aunque ésta conscientemente no sepa nada; es como

si algo se ordenase y su efecto en el tiempo es experimentado por todos. Cabe

pensar entonces en el Self familiar y su conexión con el ego. Esto me hace

pensar en alguno de los principios de ordenamiento general planteados en el


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Kybalión: como es adentro es afuera, como es arriba es abajo, puesto que si

ocurre a nivel individual lo mismo se daría a nivel grupal.

Las implicaciones cabría considerarlas como la sombra familiar y, en la medida

que se va ampliando la conciencia con el trabajo se produce una nueva síntesis

por un acto de reconocimiento que lleva a una transformación en la dinámica

relacional y/o individual. En las Constelaciones cuando algo oculto sale a la luz

opera como una fuerza sanadora ya que en rigor se produciría una integración de

aspectos inconscientes que pasan a ser concientes una vez que se reconocen y

que conducen a una diferenciación de lo colectivo familiar, en este caso. Al

liberarse de las implicaciones el camino está más despejado para el desarrollo

personal y el proceso de individuación.

En el trabajo con Constelaciones, la imagen juega una rol fundamental. Cuando

la persona posiciona a los representantes en el espacio, relacionándolos según su

imagen interior, lo hace intuitivamente desde el inconsciente y al entrar en

contacto con un saber que le era inaccesible a través de lo que le llega de la

imagen configurada, surge algo que le sorprende. Lo central es la representación

de dos imágenes concentradas: la que muestra el pasado hasta el presente que

corresponde a la imagen que ata, y aquélla de la solución que libera. Ésta última,

al estar en armonía con los Órdenes, actúa en el interior de la persona y le

permite modificar la forma en que se relaciona con los otros y consigo mismo.
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Si la imagen facilita el proceso de hacer conciente contenidos inconscientes

necesariamente implica la función trascendente. En este contexto el trabajo

permite ir reconociendo el significado de las implicaciones que operan con un

sentido compensatorio a nivel inconsciente; y es esta función la que permite llegar

a una nueva actitud. La configuración de la solución operaría como imagen

simbólica que trasciende los opuestos y lleva a una nueva síntesis que actúa

inicialmente a un nivel aún no claramente aprehendido por la conciencia. De

hecho, en este trabajo se sugiere no interferir con preguntas motivadas por un

afán de curiosidad o de cuestionamiento, como tampoco comentar acerca de

éste; sino dejar a la persona hacer su propio procesamiento sin interferencias.

Algunos terapeutas han adaptado el método de Hellinger a la terapia individual y

para configurar la situación, en lugar de representantes, utilizan símbolos u objetos

tales como cojines, hojas de papel o cuadrados de género, por ejemplo. La

persona va moviéndose de un espacio a otro, ocupando las distintas posiciones y

así entra en sus imágenes internas que le permiten darse cuenta que éstas

inciden en sus afectos y le provocan sensaciones corporales permitiendo un

diálogo con el inconsciente que “resulta de la experiencia de estar físicamente en

la metáfora” (Madelung e Innecken, 2004). Es posible enriquecer el trabajo con

actividades plásticas como dibujos o bosquejos que se pide ejecutar con la mano

no dominante para facilitar la manifestación del material inconsciente y propiciar el

diálogo entre éste y la conciencia. Además al mirar a través de los ojos de otra

persona surge una perspectiva distinta que aporta a la resolución.


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Por último cabe mencionar que las Constelaciones tienen algo en común tanto con

la caja de arena como con las marionetas del Self. Son procedimientos

metafóricos con la diferencia que este trabajo se basa en “metáforas vivientes”

(Madelung e Innechken, 2004). A diferencia de las otras técnicas, la persona que

trabajo sólo observa y la dinámica se despliega entre los representantes una vez

que son posicionados en el espacio. Incluso los rituales que Hellinger incorpora,

pueden considerarse metáforas que tienen un efecto psicológico en cuanto

cumplen con la función de llegar a una armonía con los órdenes fundamentales

que como ya se dijo, serían de naturaleza arquetípica. Esto mismo avala la

significación de dichos rituales como para canalizar las fuerzas arquetípicas que

allí actúan. En las Constelaciones “se reúnen, como en un rito de transición, lo

pasado, la despedida y la reorientación, en un marco temporal comprimido”.

(Hellinger, 1999).

Las Constelaciones, la caja de arena y las marionetas del Self son formas de

acceder al material inconsciente, una forma dramática de integrar contenidos.

Activan fuerzas psíquicas que están más allá de la conciencia, permiten la unión

de aspectos concientes e inconscientes permitiendo la integración de la

personalidad. Son todas formas de imaginación activa. El postulado básico es

que en lo profundo del inconsciente hay una tendencia autónoma, que bajo

condiciones adecuadas, permiten a la psique curarse a sí misma. En las

Constelaciones se daría un reordenamiento de los Órdenes en el Self familiar cuyo

efecto sanador repercute tanto en la familia como sobre el ego individual.


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COMENTARIO

Si bien es cierto que las Constelaciones se fundamentan en lo sistémico, es

posible trabajar con cualquier patología. No tiene contraindicaciones ni se

contrapone con la psicoterapia individual; por el contrario, puede ser una gran

ayuda para este proceso. De hecho, no es infrecuente que a los talleres asistan

personas que están en terapia. Personalmente suelo sugerir a algunos de mis

pacientes que asistan a estos talleres cuando estimo conveniente.

Dudé bastante antes de tomar este tema y pese a que me requirió muchísimo

trabajo realizarlo estoy conforme con haberlo elegido. ¿Por qué tanto trabajo?

Una razón radica en que son paradigmas diferentes lo cual hace difícil establecer

paralelos. Lo planteado en este trabajo es sólo una propuesta, una mirada que a

muchos podrá parecer discutible, pero me exigió pensar en términos analíticos y

eso es lo que más rescato de este trabajo.

También podrá cuestionarse la adecuación de este tema en relación a la temática

del Seminario V (Psicopatología Simbólico Arquetípica I), sin embargo los

conceptos que aquí aparecen están a la base de cualquiera psicopatología y

aunque no incluye el aspecto mitológico, indudablemente comprende el terreno de

la simbología.

Me parece enriquecedor considerar nuestro trabajo profesional desde distintas

perspectivas donde el nivel biográfico de las experiencias personales interactúa

recíprocamente con el nivel relacional. No son excluyentes, y creo que en el


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proceso terapéutico es, en algunos casos, especialmente importante considerar el

peso de lo sistémico que a veces dificulta la solución a nivel individual. El

enfoque sistémico concede especial importancia a la dinámica transgeneracional

en cuanto se ha demostrado que los patrones tienden a repetirse. Como ejemplo

cotidiano, aunque evidentemente no es una regla, he podido observar que en las

parejas existe una tendencia, probablemente inconsciente, a tener el mismo

número de hijos que constituían la familia de origen de uno de ellos.

Antes de terminar no puedo dejar de referirme a los fenómenos de sincronicidad

que mencioné en la introducción y que suelen presentarse en torno a las

Constelaciones Familiares. Por ejemplo, el caso de un alejamiento de años entre

una abuela y su nieta. Esa misma tarde la persona recibió el llamado de la abuela

con quien no se hablaba desde hacían varios años. Este tipo de situaciones no

son infrecuentes. ¿Casualidad? Tal vez. Pero ciertamente no hay una

explicación causal. Se me hace más patente la idea que estamos englobados en

un contexto más grande donde la parte está al servicio de un Todo mayor.


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BIBLIOGRAFÍA

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Herder, Barcelona.

HELLINGER, B., ten HÖVEL, GABRIELE (2001a) “Reconocer lo que Es”. Editorial

Herder, Barcelona

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