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Los señalamientos vienen a engrosar el amplio expediente que acumulan los CLAP, a los
que el decreto presidencial 2.323 del 13 de mayo de 2016, que declaró el estado de
excepción y la emergencia económica, les dio participación en “la correcta distribución y
comercialización de productos de alimentos y productos de primera necesidad”, así como la
función de “mantener el orden público y garantizar la seguridad y soberanía en el país”,
junto con la Fuerza Armada y los cuerpos de seguridad del Estado.
El tejido que somete el acceso a los alimentos a un control político y militar del país no es
gratuito, sino que obedece a un síntoma de un proceso que los expertos han bautizado como
violencia alimentaria. La socióloga María Mercedes Boada acuñó el término a partir de sus
estudios sobre el caso venezolano y como parte de su investigación como tesista de
doctorado en ciencias sociales de la Universidad Central de Venezuela. Lo definió como “el
sometimiento de una sociedad a partir del hambre de las personas, de la coerción de su
libertad de elección en materia alimentaria y de la manipulación de toda la cadena
socioproductiva de los alimentos con un fin ideológico o político”.
Boada recuerda que comenzó a trabajar en la definición en 2011, a partir del análisis de
todas las medidas del gobierno de Hugo Chávez que desembocaron en el control estatal
sobre los mecanismos de producción y distribución de los alimentos. “Ya en ese entonces
era evidente que estaban cambiando muchos de los patrones alimentarios de los
venezolanos”, señala. “Se trataba de que el manejo del hambre se convirtiera en un
monopolio estatal. El mensaje final es que la forma como satisfaga esa necesidad pase a
través del Estado, que apunta al control completo de la cadena”.
Solo dos años después el panorama es muy diferente: en su informe de 2017, presentado
hace dos semanas, la FAO acaba de reconocer al país como el que experimentó la mayor
alza en subalimentación, indicador que señala cuántos habitantes de una nación no alcanzan
a llenar sus requerimientos nutricionales mínimos para llevar una vida saludable. Según los
cálculos de la agencia, se sumaron 1,3 millones de personas a esta categoría, lo que lleva al
país a 1,8 millones en condiciones de subalimentación. La situación venezolana explica la
merma general del desempeño de la región en su lucha contra el hambre, de acuerdo con el
análisis.
Ya es oficial que el país atraviesa una crisis de inseguridad alimentaria severa. “Esto quiere
decir que el Estado perdió su capacidad de garantizar una oferta de alimentos; es decir, no
hay garantías de que hay suficiente comida para todos”, agrega. “Y eso se ha aceptado con
un desparpajo tremendo por parte de los voceros oficiales, cuando ya en otro país hubiera
sido una emergencia”.
La admisión de la crisis alimentaria llega al cabo de un período en el que se intensificó el
control estatal sobre la alimentación por parte del Estado, de acuerdo con lo que señala el
más reciente informe de la ONG Programa Venezolano de Educación y Acción en
Derechos Humanos.
El año 2016, señala, estuvo “signado por la militarización de todas las funciones
alimentarias del país, por la reducción a mínimos de la capacidad de producción nacional
de alimentos, por la pérdida casi absoluta de la autonomía alimentaria para favorecer
importaciones masivas de alimentos”. Además, se caracterizó “por la escasez, por la
inflación y la pulverización del poder adquisitivo, por la pérdida de calidad de la
alimentación hasta en su contenido simbólico, por el hambre que empujó a muchas
personas a los basureros y por el daño ya evidente sobre el estado nutricional de niños y
adultos, sobre la educación y sobre la violencia que el hambre y la escasez detonaron”.
Los alimentos en las cajas del CLAP, incluidas las harinas nixtamalizadas mexicanas, son
un ejemplo de cómo se vulnera el pacto, pues no se adaptan a la realidad cultural de los
venezolanos. El informe de Provea enumera otras irregularidades del que se ha convertido
en uno de los principales programas de control político de la población, como el hecho de
que obligó a la compra de productos carnes enlatadas o salsas, “que se contraponen a las
campañas del Instituto Nacional de Nutrición y del mismo diseño de la Gran Misión de
Abastecimiento Soberano por unos hábitos de alimentación autóctonos y sanos”.
Otros problemas incluyen la irregularidad en las entregas de las cajas, los incrementos de
precio –en 2016 aumentaron más de 700%– y la ampliación del número de grupos
atendidos, mientras en contraposición mermó la cantidad de alimentos distribuidos, de
manera que las bolsas fueron reduciéndose de 18 kilogramos de alimentos a principios de
año a 10 y 12 kilogramos al finalizar el año. La poca disponibilidad de estos productos
supone otra violación de los pactos internacionales, pues en este caso el Estado no
garantiza, ni siquiera, “el nivel mínimo esencial necesario para estar protegido contra el
hambre”.
Para Raffalli, sin embargo, el mecanismo de control que han supuesto los CLAP ha tenido
impacto en la capacidad de reacción y protesta de la población. “Está funcionando el
desgaste porque se sabe que se puede perder el beneficio. Si las personas supieran que
pueden contar con otros recursos para alimentarse, el comportamiento sería distinto. Hay
que desarrollar un mecanismo de resistencia a los CLAP”.
2001 - Ley de Tierras y Desarrollo Agrario. Fue aprobada como parte de las leyes
habilitantes por el difunto presidente, con el fin de “de profundizar la lucha contra el
latifundio”. La misión Zamora nació este mismo año con el objetivo de “reorganizar la
tenencia y uso de las tierras ociosas con vocación agrícola”.
2003 – Plan Especial de Seguridad y Soberanía Alimentaria e inauguración del primer
Mercal. El PESA estaba destinado a comprar, importar, almacenar y vender productos de
la canasta básica a bajos precios, utilizando la infraestructura militar como base de
operaciones. Se inaugura el primer Mercal, para comercializar estos productos a precios
subsidiados por el Estado.
2011 - Expropiación Hacienda Bolívar: El emblema del sector tenía bajo su gestión 8.000
cabezas de ganado vacuno. Para 2015, la producción cárnica se había desplomado más de
30%, quedaban apenas 3.000 cabezas de ganado y en cuanto a la producción de leche, la
cuota diaria pasó de 5.000 litros a 75.
2016 - Gran Misión Abastecimiento Seguro y Soberano. Dirigido por Nicolás Maduro y
el General en Jefe Vladimir Padrino López. Todas las instituciones del Estado quedan bajo
el orden y la subordinación absoluta del Comando Nacional y tenía 7 vértices: productivo,
logístico, comercialización, sistema de precios, organización productiva, seguridad y
defensa e investigación y desarrollo.