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La posmodernidad y su impacto en América Latina.

HIPOTESIS

La heterogeneidad cultural latinoamericana (la combinación de identidades, tradiciones y


lenguas) es una precursora de lo que la cultura posmoderna consagra como novedad,
por el transplante histórico-cultural configurando un collage posmodernista.

INTRODUCCION

La distinción entre modernidad considerada como foco ideológico y político, y el


modernismo como foco cultural y estético en contestación a la modernidad es una primera
reflexión que nos permitirá comprender el tema de este trabajo.

La modernidad es la época de los grandes relatos que intentaban dar un sentido a la


historia.

El posmodernismo es un movimiento desarrollado en el plano cultural, inicialmente en


Europa y Estados Unidos, con repercusiones en todos los campos de la actividad
humana. Significó la toma de conciencia de una nueva concepción del mundo y de las
ciencias, como consecuencia de los adelantos científicos y técnicos, del mundo
globalizado, que instala la sociedad del conocimiento en el centro del debate y sacude los
cimientos de la modernidad.

La sociedad del conocimiento tiene consecuencias significativas en aspectos relevantes a


nivel global, tanto en lo económico, como en la social y cultural. La globalización entrelaza
las distintas comunidades del mundo, influye en el comercio y en las otras facetas de la
actividad humana. Se desarrolla el proceso de interculturalidad como consecuencia de los
procesos de integración económica y los efectos a nivel social y cultural que se dan en
consecuencia.
Este cambio en la dinámica de las naciones Latino-americanas las incorpora al proceso
de globalización y con esto pasan a formar parte de una sociedad mayor que interactúa
con casi todas las naciones del mundo.

Este trabajo busca comprender el impacto de esos rasgos posmodernos y la situación del
diseño en general en la actualidad, y del diseño de interiores y amueblamientos, en
particular, a nivel de los países referenciales, así como de Argentina y Brasil en forma
específica profundizando en las características autóctonas y originales americanas.

DESARROLLO

La modernidad

La modernidad es un proceso que se origina a partir de la etapa independentista de los


países americanos. Por eso es una etapa de cambios y de progreso, constante en todas
las áreas de la sociedad.

Es el conocimiento teórico, el conocimiento experto, que se retroalimenta sobre la


sociedad para transformar, tanto a la sociedad como al conocimiento, así prevalece la
autorreflexión.

Las sociedades modernas se rigen por normas de la vida cotidiana, están producidas por
mecanismos expertos, impersonales, que parten del conocimiento en relación con el
Estado.

El modernismo como tal es una corriente cultural y estética que surge en contestación a la
modernidad.

El siglo XIX se caracteriza por las críticas a la modernidad y los nuevos planteos a las
ideas.

El posmodernismo

La posmodernidad surge a partir del momento en que la humanidad empezó a tener


conciencia de que ya no era válido el proyecto moderno; está basada en el desencanto.

Desde finales de 1950 y en los comienzos del 60, se instaló en el plano cultural, histórico,
artístico etc., la conciencia de un cambio de época, los límites de la modernidad habían
sido superados por una serie de fenómenos: la conciencia del agotamiento del proyecto
ilustrado del siglo XVIII; el traslado del concepto de progreso de la cultura a la economía y
la tecnología; el reemplazo de una cultura industrial por una sociedad de la información,
los cambios en la arquitectura; la irrupción de neoconservadurismos en el orden político y
religioso; crisis de la visualidad o representación; realidad virtual; simulacros y conflictos
étnicos, forman parte entre otros elementos de lo denominado posmoderno. La
posmodernidad es el tiempo del yo (“de él yo antes que el todos”) y del intimismo.

Las características de la modernidad y de la posmodernidad son:

Totalidad – Fragmentación; Ciencia-Conocimiento; Progreso-Nostalgia; Razón-


Significación; Objetividad-Construcción hermética; Lineal- Helicoidal; Postradicional-
Neotradicional; Civilización-Cultura el análisis de estas relaciones nos permite
comprender las oposiciones planteadas y las críticas a la modernidad.

La condición posmoderna se comienza a gestar durante la finalización de los 70 y se


consolida durante la década de los 80. Tal vez podamos hacer una analogía con el
existencialismo pues en dicha corriente teníamos una importante vertiente filosófica y
teórica y conllevaba una moda que se manifestaba en la vestimenta, hábitos y actitudes.

En la posmodernidad también encontramos ambas vertientes: una producción teórica y


una moda que rápidamente se difunde por el mundo apoyado en los medios de
comunicación masivos.

El posmoderno no se aferra a nada, no tiene certezas absolutas, nada le sorprende, y sus


opiniones pueden modificarse de un instante a otro.

En sus orígenes y a fines de los 70, se habla de cultura posmoderna y especialmente


referida a la arquitectura, bajo el nombre de posmodernismo, unos arquitectos se
desembarazan de los proyectos de la Bauhaus, arrojando el bebé que aún está en
proceso de experimentación, junto con el agua sucia del baño funcionalista.

Podríamos decir que el posmodernismo constituiría una edad de la cultura que se


correspondería con la sociedad posindustrial o capitalismo tardío, la era de la tecnología,
implicando la automatización y la cibernética. Consecuentemente, tendríamos una
profunda mutación en las estructuras sociales tales como la disminución de la cantidad de
obreros agrícolas e industriales, aumento de profesionales liberales, técnicos y científicos.

Como contrapartida a la modernidad, la posmodernidad sería la resultante del


desencanto, ya que los ideales de las grandes filosofías: iluminismo, positivismo,
marxismo no se cumplieron, aun considerando que dichos ideales se tomaban como
universalistas. Según Lyotard, todos los grandes relatos han entrado en crisis, han sido
invalidados en el curso de los últimos 50 años. Es la muerte de las ideologías en el
sentido de rígidos sistemas de ideas, que dirigidos al futuro y que, a su manera, prometen
emancipar a la humanidad.

El debate político en el que se halla inmersa la arquitectura moderna, no es otro que el del
enfrentamiento entre los argumentos a favor o en contra de los nuevos modelos
espaciales de convivencia, que sustituyen a los vigentes, con las respectivas
implicaciones económicas y sociales. La tensión progresiva de este debate en los últimos
cincuenta años tiene su origen en la importancia de los intereses económicos y sociales,
encubiertos por los modelos tradicionales del cultivo de la tierra, de la industrialización y
distribución de los productos, basados en la mano de obra del hombre, con mínimas
maquinarias que han impuesto un desfasaje cada vez más ostensible entre el orden
territorial y las posibilidades ofrecidas por el avance de las técnicas productivas y
organizadoras.

Paralelamente, en el arte y la literatura se manifiesta el cambio de las características


modernistas que las identificaban y en su reemplazo tenemos expresiones renovadas
como el futbol y la moda, el tango, Verdi y los Beatles, que gracias a la tecnología de los
medios audiovisuales que predominan en la comunicación, constituyen la forma aceptada
por la mayoría, especialmente los jóvenes.

En el marco de la cultura posmoderna, se acentúa el individualismo, rasgo de la


posmodernidad con las consignas de mantenerse joven, bello, delgado, a la moda,
consumiendo constantemente confort, objetos de lujo, culto a las antigüedades.

Gilles Lipovetsky dice de la sociedad posmoderna: es aquella en que reina la indiferencia


de masas, donde predomina el sentimiento de reiteración y estancamiento, en que la
autonomía privada no se discute, donde lo nuevo se acoge como lo antiguo, donde se
banaliza la innovación, en la que el futuro no se asimila ya a un progreso ineluctable. La
sociedad moderna era conquistadora, creía en el futuro, en la ciencia y en la técnica, se
instituyó como ruptura con las jerarquías de la sangre y la soberanía sagrada, con las
tradiciones y los particularismos en nombre de lo universal, de la razón, de la revolución.
Esa época se está disipando a ojos vistas.

En parte es contra esos principios futuristas que se establecen nuestras sociedades, por
este hecho posmodernas, ávidas de identidad, de diferencia, de conservación, de
tranquilidad, de realización personal inmediata. Se disuelven la confianza y la fe en el
futuro, ya nadie cree en el provenir radiante de la revolución y en el progreso, la gente
quiere vivir enseguida, aquí y ahora, conservase joven y no ya forjar el hombre nuevo.

En lo tocante al diseño en comunicación visual, lo que se dio en llamar diseño


posmoderno, si adscribimos a la terminología empleada por Rick Poynor, fue y es uno de
los motores más soberbios e importantes de los últimos 25 años, en lo que a esta
profesión se refiere. Sea cuál sea la vertiente o variable de este tipo de diseño, porque
muchas hay, es innegable su influencia en la creación del discurso visual actual. Y de tal
modo esta tendencia, basada en la filosofía o post-filosofía, se inmiscuyó en varios
campos a la vez, como las artes plásticas, la música, y también el diseño; que su
profunda influencia se revela en variados ejemplos de estas mismas disciplinas.

En lo visual, en lo artístico, en el diseño y en la música, las diversas formas en que la


posmodernidad atacaba y ataca al discurso moderno, que no se agotan ni se acotan en la
deconstrucción, transcriben de diversas maneras algunas más acertadas que otras, esta
ambición posmoderna de criticar lo funcional, lo racional sustentando algunas propuestas
estéticas.

El posmodernismo en América Latina

La teoría de la posmodernidad tiene como textos fundamentales los trabajos de Fredric


Jameson, The Cultural Logic of Late Capitalism, y The Postmodern Condition, de Jean
François Lyotard. Se trata de una teoría cuya perspectiva es angloamericana y europea.

Propone que todas las producciones culturales de Asia, África y América Latina siguen
invariablemente un patrón alegórico. Jameson cree ver, en lo que él califica Tercer
Mundo, una cultura de protección de sus expresiones que se constituye en una alternativa
utópica al quietismo de la posmodernidad del Primer Mundo.

Aunque las sociedades postindustriales se han desarrollado en los países del primer
mundo, allí se gesta la cultura postmoderna, Latinoamérica y Argentina, que no
constituyen sociedades postindustriales y que viven esta época de un modo bastante
diferente a los países desarrollados, reciben las corrientes de estas ideas como ha
sucedido en tantas otras ocasiones en que han sido permeables a las ideas surgidas en
Europa

Tanto modernidad como posmodernidad son concepto ajenos a Latinoamérica en su


origen que se han aplicado constantemente para su explicación. Aun así, la modernidad
tuvo especial eco en las políticas del siglo XIX en Latinoamérica al abrirse al liberalismo
económico y al establecer su dinámica en torno a los conceptos de desarrollo y progreso.

Sin embargo, la llegada de la posmodernidad plantea nuevos interrogantes al explicitar el


anacronismo que adoptar tal noción supone en sociedades que no han completado el
proceso de modernización.

Cabe preguntarse entonces si modernidad y posmodernidad son etapas históricas que


pueden convivir, o tal vez, si es posible que Latinoamérica haya llegado a la
posmodernidad mediante la lógica capitalista que establece el flujo de capitales de
manera global -cuestión que tendría consecuencias mundiales al margen de que se
hubiera completado o no el proceso de modernización.

Debemos, entonces, analizar el concepto de posmodernidad para explicar la realidad


latinoamericana. Las actitudes de los críticos culturales y literarios son enconadas y no
parece haber consenso.

Críticos como José Joaquín Brunner y Nelson Osorio, desde perspectivas distintas,
abogan por borrar el concepto de posmodernidad y redefinir la coyuntura actual.

Otros críticos como Beatriz Sarlo, Emil Volek, Antonio Cornejo Polar y Julio Ortega, sí ven
apropiado hablar de posmodernidad en Latinoamérica.

Nestor García Canclini, Martín Hopenhayn, Nicolás Casullo, Jesús Martín Barbero y John
Beverley problematizan ambas perspectivas, mediante una redefinición de la modernidad
y la asimilación de formas transculturales.

El discurso literario no ha permanecido al margen de esta discusión y expone argumentos


que sustentan o destruyen la teoría de la posmodernidad en América Latina.

En su ensayo Cartografías de la modernidad, José Joaquín Brunner contextualiza el


debate modernidad/posmodernidad en Latinoamérica y muestra la continuidad del
proceso de la modernidad con características evolutivas que no justifican una nueva
denominación. Para él, la posmodernidad es, en efecto, la forma específica que la
modernidad toma en Latinoamérica.

Los aspectos que influyen en y dan fuerza a la difusión de los criterios y principios del
posmodernismo los constituyen de manera indiscutible los medios de comunicación de
masas, la lógica capitalista del mercado global, la necesidad de superar el contexto local
para explicar la realidad latinoamericana con sus originalidades y elementos culturales
propios. Esto permite a Latinoamérica diferenciarse de las lógicas del posmodernismo
europeo, por lo que los críticos que apuestan al concepto de posmodernidad en América
Latina.

La entrada de Latinoamérica en la posmodernidad se podría explicar, desde una doble


perspectiva.

Por un lado, habría que considerar el desarrollo económico y social que algunos países
latinoamericanos consiguieron en distintas épocas del siglo XX que los situaría en los
umbrales de la posmodernidad: Argentina, Chile, Venezuela y Brasil.

Por otro, el desarrollismo dependiente de éstos -en algunos momentos- y del resto de
países latinoamericanos al entrar en las prácticas políticas y económicas externas. La
globalización impulsada por la tecnología, por el capital internacional, por la redistribución
del trabajo post-industrial sitúa a Latinoamérica en el mapa del mundo de la
posmodernidad.

Junto a esta posmodernidad estructurada para el contexto de América Latina, hay que
considerar los aspectos propios que la cultura latinoamericana puede aportar al debate
posmoderno.

En América Latina los procesos de integración y globalización han desarrollado un fuerte


sentimiento localista que encauzó un vasto e interesante resurgir de las culturas
nacionales y con mayor énfasis las culturas originarias indígenas que aparecieron con
toda su riqueza para sorpresa y admiración de las sociedades posmodernas.

La discontinuidad del progreso en Latinoamérica muestra sus diferentes direcciones


atendiendo a las regiones, los grupos étnicos, las interrelaciones con fuerzas
transnacionales, las guerras civiles, los regímenes dictatoriales que en cada zona tienen
expresiones diferenciales que deben atenderse en su contexto histórico y social.

Respecto a la multirracionalidad de la historia, es preciso señalar que, desde que no hay


una racionalidad o direccionalidad en la historia, en sentido de la posmodernidad, no
puede haber ningún grupo que se apropie de una supuesta univocidad de la historia.
Desde esta perspectiva, parece lógica la inquietud de distintos grupos por reescribir la
historia social de sus países. El rebrote de las luchas sociales en favor de una mayor
representatividad de los grupos indígenas en varios puntos de Latinoamérica sería buena
muestra de ello.
Las cuestiones propias de algunos países latinoamericanos incluyen: la educación
sentimental latinoamericana, la pertinencia del simulacro, y la persistencia de luchas
ideológicas en una dirección que la posmodernidad de los países más desarrollados
calificaría como utópica.

La posmodernidad es una realidad en Latinoamérica

Ester Díaz dice: "El proyecto de la modernidad apostaba al progreso. Se creía que la
ciencia avanzaba hacia la verdad, el arte se expandiría como forma de vida y la ética
encontraría la universalidad de normas fundamentadas racionalmente. No obstante, las
conmociones sociales y culturales de los últimos decenios parecen contradecir los ideales
modernos. La modernidad, preñada de utopías, se dirigía hacia un mañana mejor.
Nuestra época desencantada, se desembaraza de la utopías." (Diaz, E. Pag. 22)

En el caso de América Latina, aún nos preguntamos si realmente tal controversia tendría
sentido. ¿No se tratará de otra moda intelectual? ¿Cómo hablar de posmodernidad si no
conocemos plenamente la propia modernidad?

En Brasil el debate viene siendo trabajado más en los medios que en los medios
intelectuales, lo que embarulla más las cosas. (Ortiz, R. 1998)

Un gusto por la simplicidad y una relación íntima con la naturaleza parecen ser las
características principales del nuevo diseño de Brasil.

Brasil tiene un diseño propio, muy cargado con su propia cultura portuguesa y africana,
influenciado por la abundancia de la materia natural y renovada en los últimos tiempos por
generaciones de diseñadores cosmopolitas que cuando logran dialogar y no copiar,
muestran su propia creatividad.

El arte encierra no sólo disponibilidades estéticas sino también un aspecto cognoscitivo


que traduce de manera ideal las relaciones sociales.

No es casual que la polémica sobre la posmodernidad se haya iniciado justamente en su


ámbito. La sensibilidad artística traducía, ya desde los años 60, las inquietudes en
relación a las irregularidades aún imperceptibles en el plano macro de la sociedad.

CONCLUSION
Desde el discurso posmoderno se reivindica, como aspectos de la posmodernidad en
America Latina: el reconocimiento del otro, la diferencia, la participación de la periferia
cultural, la reivindicación de lo autóctono y original del continente.

Las culturas americanas son invitadas hoy a exponer sus expresiones artísticas y
culturales en los países del primer mundo como un acto de revalorización de las mismas.

Tal vez deberíamos plantearnos si la postmodernidad latinoamericana es tal, cuando no


pasamos la fase postindustrial, como si ocurrió en la sociedad industrializada tanto
europea como estadounidense.

BIBLIOGRAFIA

Baudrillard, Jean. Simulacra and Simulation. Ann Arbor: University of Michigan, 1994.

Casullo, Nicolás, Ed. El debate modernidad posmodernidad. Buenos Aires: El cielo por
asalto, 1993.

García Canclini, Néstor. Culturas híbridas: Estrategias para entrar y salir de la


modernidad. México: Grijalbo, 1990.

García Canclini, Néstor. La modernidad después de la posmoderniad, en Beelluzo


(organizador), Modernidade: vangardas artísticas na América Latina, Memorial UNESP,
Sao Paulo, Brasil, 1990.

Martín Barbero, Jesús. De los medios a las mediaciones: Comunicación, cultura y


hegemonía. México: Ediciones Gustavo Gili, 1987.

Sarlo, Beatriz. Escenas de la vida posmoderna: Intelectuales, arte y videocultura en la


Argentina. Buenos Aires: Ariel, 1994.

Follari Roberto, Modernidad y Posmodernidad, una óptica desde América Latina,


Colección Cuaernos (Rei Argentina S.A., Instituto de Estudio y Acción Social), Buenos
Aires: Aique Grupo Editor, 1990.-

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