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programa de televisión. El monitor argentino estaba dirigido por Jorge Dorio y Martín
Caparrós, dos jóvenes periodistas que venían de trabajar en el suplemento cultural del
escritor, a través de cuya figura se rendiría homenaje a todos los intelectuales omitidos
de la Historia. Este escritor era José Máximo Balbastro, nacido en 1898 y muerto 14
años antes de la emisión del programa, en 1974. La longevidad del personaje permitiría
a los narradores del programa desarrollar una hipótesis sobre los movimientos políticos
escritor al decir que "sospechamos que hay razones para que cada vez se hable menos
Los narradores del programa fueron desglosando la biografía como una forma de
Los tres datos son altamente simbólicos y Balbastro los aglomera: aparece la filiación
dirigentes del país, Mayo de 1810 unido al recuerdo de la visita de la Infanta Borbón y
la revista Proa un siglo después. Esas condensaciones se irán repitiendo a lo largo del
relato.
fotografías, películas de la época, relatos históricos en off, etc. A eso se irán sumando a
lo largo del programa entrevistas con quienes lo conocieron: una primera novia, amigos,
Jorge Luis Borges, con el senador radical Federico Storani y otras figuras fácilmente
Integrante del diario La Vanguardia (un periódico socialista) y amigo de Roberto Arlt,
su adscripción a la vanguardia (donde llegó a tener un enfrentamiento con Borges) y sus
relación fugaz con el cine y la más permanente con el periodismo. A principios de los
serie de artículos en donde se enfrenta, entre otros, con Carlos Gardel por su apoyo a
Uriburu y por "aburguesar" el tango. Por el mismo libro se enfrenta con Lugones, cuyo
hijo lo tortura con picana eléctrica, invento que éste último acababa de traer al país.
Como resultado de estas acciones, se exilia en París donde se conecta con André Gide y
soles, donde los temas del exilio y la pérdida son centrales. Viaja luego a Madrid y por
Neruda, Buñuel y Dalí. Se convierte en una especie de personaje descentrado, hasta que
se vincula con Federico García Lorca con quien establece una relación sentimental.
Organizado como manual, el texto "mezcla rasgos arcaicos con otros que prefiguran
claramente las revoluciones culturales de los años sesenta". Cultura urbana que
reivindica lo natural, ciudades con nombre de flores, mujeres, gays, poder concentrado,
son los temas centrales de ese texto ficticio. En esa sociedad el logro máximo es la
detención del tiempo histórico que cada diez años vuelve al punto de partida. La novela
concluye con una catástrofe técnica que hace que el tiempo vuelva a fluir. Esa novela se
convertiría en los años sesenta en un texto clave para los movimientos estudiantiles: es
breve idilio que acaba con un enfrentamiento con Armando Discépolo. Publica un libro
pudor. A partir de allí se va a Salta donde se une al círculo del Cuchi Leguizamón, un
escritor de vertiente tradicionalista. Hacia los años sesenta regresa a Buenos Aires.
del mundo, aunque la gente del Instituto Di Tella trata de rescatarlo del olvido. Hay una
vuelta sobre la actitud vanguardista que, esta vez, se vuelca sobre la música de rock
disperso al surrealismo que es retomado por sus seguidores como una forma de
de 1974, el mismo día en que murió Juan Domingo Perón, por entonces, Presidente de
la República. Ese fue el motivo, según los narradores, de que su muerte pasara
jóvenes vanguardistas que a través del director de la Revista Babel, Guillermo Saavedra,
claman por un lugar propio en el campo cultural abogando por el desplazamiento de los
biografía.
Al lunes siguiente, las librerías fueron invadidas por clientes que clamaban a
Caparrós revelaron que el tal Balbastro era un puro personaje de ficción, que jamás
había existido.
cual había caído una audiencia más dispuesta a creer en los medios de comunicación
masivos que en su propia memoria histórica. Ese domingo, Dorio y Caparrós explicaron
que el programa había sido diseñado para mostrar cómo podía trucarse la información a
través de los medios para crear una falsa versión de la realidad: "demostrar de qué
manera se puede manipular la información" se convirtió en el objetivo del siguiente
programa.
establece una relación entre la Historia y los medios, nos interesa mucho más un
aspecto que los autores del programa no contemplaron el domingo de las revelaciones.
argentino. Sin embargo, para que se produzca un nivel de aceptación tan masiva, las
referencias sobre las cuales esas manipulaciones debían instalarse tuvieron que ser al
Balbastro pudo ser reconocido y aceptado porque condensaba todas las operaciones de
la intelectualidad argentina.
Si Balbastro tenía un espesor que lo volvía corpóreo era sobre todo porque,
hegemónicos de la historia intelectual argentina. Por una parte, sus vaivenes estéticos:
vanguardista en los veinte, realismo social en los treinta, literatura comprometida en los
cuarenta y cincuenta, nueva vanguardia en los sesenta, esta vez, con el doble toque de lo
místico y lo telúrico. Por otro lado, y como complemento de esos movimientos, las
peronismo, y, finalmente, un desencanto que lo vuelca sobre una visión casi nihilista de
la realidad. Y para completar cada uno de esos desplazamientos, los viajes formativos:
realizaron los conductores del programa fue la narración de una novela de aprendizaje.
Podría pensarse que estos son los lugares comunes de la literatura argentina y es
Balbastro, la apelación al cliché como espacio de referencia era casi inevitable. Sin
embargo, la preparación del programa fue más allá de eso y agregó el diseño de una
obra en la cual aparecen los núcleos centrales de la narrativa argentina desde, por lo
menos, los años cincuenta. En aquella semana entre los dos programas, en una de esas
Dejando de lado los núcleos poéticos (porque nos alejarían del tema de nuestro
trabajo), en las novelas que escribe Balbastro, Dorio y Caparrós tejen una serie de temas
que son una constante en la literatura argentina: la Historia, la organización social (vista
a través de los espacios marginales o del intimismo) y el rol de los intelectuales. Estos
sentaban los marcos de reflexión crítica y ética sobre la figura (ficticia) del escritor. Fue
la sumatoria de todos estos datos lo que lanzó a crédulos lectores por las librerías de
Buenos Aires buscando pagar una deuda inexistente. Si esto fue posible es porque, en
última instancia, José Máximo Balbastro era, a su manera, todos y cada uno de los
escritores que alguna vez formaron parte del campo intelectual argentino.
El "caso Balbastro", como lo llamaron en el remate de la broma sus propios
inventores, se produjo casi a fines de los ochenta ¿Qué había pasado en los quince años
paradigma ideológico y de los avatares políticos que a partir de los años setenta
figura del intelectual argentino por excelencia? De alguna manera, la trabazón política y
dominguero en una clase sobre historia de la cultura argentina. Lo cual abre, ahora sí,
los interrogantes que se plantea este trabajo: ¿cuáles fueron los núcleos de referencia
fueron las articulaciones y los materiales simbólicos de esas operaciones? Más aún,
¿por qué esos elementos fueron muchas veces semejantes, cuando no idénticos, en todo
el sistema discursivo del período, más allá de las posiciones políticas de los escritores?
discusiones, sino también aquellos elementos que delimitan las relaciones letradas con
la sociedad, dado que, muchas veces, parecen señalar un desfasaje entre proyectos
ideológicos y lecturas políticas de lo social. La posición política e ideológica de los
intelectuales frente al devenir histórico nacional ha sido un tema de debate de larga data
dentro del campo cultural argentino. Las dicotomías que emergen en el campo cultural
desde los años cincuenta nunca desaparecieron completamente y es por eso que me
cruces entre las matrices culturales provenientes del siglo XIX, los debates ideológicos
de los años setenta y ochenta y la subsiguiente crisis del paradigma ideológico del
campo cultural.
muchas de estas operaciones tuvieron lugar. Es por eso que la figura de Balbastro
las operaciones y debates del campo cultural argentino en el siglo XX. En este sentido,
el programa de Dorio y Caparrós no sólo narra una biografía intelectual, sino que
también pone en escena el nexo que une construcciones ideológicas y funciones sociales
tanto desde una perspectiva programática, como estética. En otras palabras: este trabajo
indaga sobre cómo y a partir de qué temas la literatura estableció una reflexión sobre la
ocurrido durante la dictadura militar que se inició en 1976, sino también de los cambios
en diversos sectores políticos en el ámbito internacional a partir de mediados de los
años ochenta1.
Si bien los años que delimitan el trabajo son arbitrarios, son al mismo tiempo,
simbólicos: van desde la muerte de Juan Domingo Perón (1974), al final del gobierno
discurso intelectual. La relación entre campo cultural y campo de poder, aun durante el
período de la dictadura fue muy compleja, ya que por vez primera en la historia cultural
argentina los intelectuales perdieron toda posibilidad de acceso directo a los proyectos
de Estado y Nación.
La forma en que el campo literario se vió afectado por estos cambios no siempre
fue evidente (como a través de la censura o el exilio) o mecánica (como, por ejemplo, la
aparición de discursos "en clave" en cierta literatura de resistencia), sino que muchas
veces aparece en hechos tan llamativos como la escasa repercusión que tuvo en 1982 la
"... mis editores mandaron el libro para allá. Y fue boicoteado por la prensa
libre. Es decir, ya no había censura de ninguna especie, y el libro no tuvo una
sola gacetilla, una sola crítica, una sola reseña. Pero ni siquiera un ataque" 2
1 En este sentido, debe considerarse que lo que en Argentina se definió como izquierda, derecha,
liberalismo o centro entre los años 70 y 80, cambió mucho a lo largo del tiempo. La adhesión a partidos
políticos o corrientes de pensamiento filosófico no necesariamente significó el encasillamiento en una u
otra tendencia.
2. Manuel Puig: "Querría volver como una mirada sin cuerpo", entrevista con Rosa Montero, Madrid: El
País; Buenos Aires: Página 12, Culturas, 6 de enero, 1989
Esa indiferencia fue uno de los primeros síntomas de una metamorfosis, de una
sería el caso de un escritor como David Viñas en un punto del espectro, o como el caso
de Jorge Asís que se autoproclamaba izquierdista en cierto momento) sino también del
liberalismo intelectual argentino (por ejemplo, Manuel Mujica Láinez). Esos discursos,
a su vez, fueron en cierta medida distintos de los discursos emitidos por los intelectuales
más jóvenes que asumieron, desde una perspectiva “vanguardista”, una actitud
Sin embargo, la imbricada relación entre cultura y política que ya existía desde
el siglo XIX 3 nunca desapareció. Los cambios en las condiciones de producción, en los
3 La fuerte interacción entre ambos campos se inicia en las Generaciones del '37 y del '80, y más adelante
esa relación puede seguirse a través de las polémicas que establecen revistas como Caras y Caretas
(1898-1939), Sur (1931-1970), Contorno (1953-1959), Crisis (1973-1976// 1985- ), Punto de Vista
(1978- ), El Porteño (1982-1993), entre otras. Cultura y política establecen fuertes lazos en las revistas
culturales, pero también en la novela que asume ribetes programáticos. De allí que se pueda estudiar
cómo se desarrollaron esas relaciones entre uno y otro campo, partiendo de la narrativa durante el período
propuesto.
operaciones permanecieron inmutables. Si bien una de las primeras consecuencias de
estas transformaciones fue el cambio en la relación de los escritores entre sí dentro del
campo cultural, no sólo por la pérdida de la experiencia del compromiso político que
venía de la concepción del intelectual político gramsciano, sino también por lo que se
interpreta como un corte generacional hecho bajo el signo de la pérdida de sentido. Esa
disolución fue leída por los escritores mayores como el quiebre posmoderno y por los
el período anterior al golpe del '76, así como el sistema de relaciones de contigüidad y
filiación que esos mismos discursos establecen participan de lógicas distintas en cuanto
ideológico de manera mucho más profunda de lo que los agentes del campo estuvieron
devenir que es, por otra parte, fácilmente reconocible. Aquí, los cortes generacionales o
4. Jorge Castañeda: La utopía desarmada: el futuro de la izquierda en América Latina, Buenos Aires:
Ariel, 1993
los que se atengan únicamente a cuestiones políticas coyunturales no tienen cabida
alguna.
y permite ver con mayor claridad las recolocaciones, modificaciones y polémicas dentro
del discurso intelectual. Las novelas fueron escogidas tomando en cuenta las propuestas
ideológicas, estéticas y políticas sobre las cuales trabajan. No se tomaron las novelas
como objeto de estudio, sino como fuente para el análisis de problemas más globales
que afectaron las prácticas del campo cultural. Por esa razón, tampoco nos ocuparemos
de los proyectos estéticos o políticos individuales de cada escritor, a no ser que esas
propuestas estén relacionadas específicamente con las problemáticas más generales que
examinará, sobre todo, el sistema de materiales simbólicos que van trazando una
ideologías y proyectos, las novelas permiten puntear ciertos momentos del debate
ideológico de las capas intelectuales en la Argentina de los 70 y 80, aun cuando, dicho
debate se produjo muchas veces de manera aislada o errática. Las novelas servirán, por
lo tanto, de pretexto para estudiar los cambios y similitudes de las capas intelectuales
vinculadas a la literatura durante esos quince años. De este modo, será posible contestar
Uno de esos acontecimientos fue el golpe de Estado contra Juan Domingo Perón en
Contorno (1953-1959). Aunque cada uno de estos hechos pertenece a series distintas,
interconectadas.
que aparentemente tendría en la década del setenta. Revistas como Imago Mundi,
Centro, Las ciento y una, etc., participaron desde diferentes sectores en polémicas y
Pero de alguna manera, Sur y Contorno condensaron las operaciones de lectura social,
renovación y debate ideológico en el campo cultural. De manera tal que, aunque sea una
de referencias del horizonte intelectual de esa década. Mucho después esas operaciones
Esta descripción indica que a partir de fines de los años cincuenta se produce una
uno de estos enfrentamientos señala cómo se trazaron las divisorias de aguas políticas,
5. Carlos Mangone y Jorge A. Warley: "Prólogo", en David Viñas et al.: Contorno, Buenos Aires: CEAL,
1981; p.I-IX
ideológicas y sociales dentro del campo cultural. Beatriz Sarlo6 marca con claridad el
"... un nosotros evanescente circula por todos los artículos de Contorno ¿A quién
designa? O, para plantear la pregunta con más presición: ¿ese nosotros es
siempre el mismo, se refiere siempre a la misma fracción del campo intelectual
o, en cambio, varía, definiéndose según un ellos al cual se opone y que es,
también, variable? ¿Quiénes son ellos para Contorno? Por un lado, los
ensayistas del `ser nacional', Martínez Estrada, Mallea y Murena. Con cada uno
de ellos, la revista traba relaciones diferentes, que cambian según quién sea el
nosotros, a lo largo de los seis primeros números. Por otro lado, a la derecha,
para decirlo con una figura, Sur y la primera vanguardia, más bien lo que
Contorno juzga los restos casi lúgubres del martinfierrismo. Pero este ellos
también tiene sus pliegues, Marechal, cuyo Adán Buenosayres es a la vez la
culminación del espíritu de la vanguardia del veinte y la apertura de un nuevo
continente para la novela argentina y otro pliegue: Murena, con sus artículos en
Sur durante los últimos tres años del peronismo. Finalmente, las vanguardias
`jóvenes': A partir de Cero, Letra y Línea, los surrealistas de Pellegrini. Y como
representaciones políticas de las relaciones intelectuales, los escritores del
partido comunista y, sordamente, el peronismo".
Esas oposiciones fueron, por momentos, ambiguas. En esas vacilaciones, señala Sarlo,
se incriben los temas del irracionalismo, la caída y la soledad del ser nacional que la
revista intenta definir en sus páginas en contraste con otras definiciones, igualmente
irracionalistas, de ese mismo ser nacional. Al volver sobre aquellos años, la mayoría de
los intelectuales, aún aquellos mucho más jóvenes que quienes habían integrado
Contorno o Sur, encontrarían una fórmula para explicar sus posiciones políticas,
ideológicas y estéticas en sus alineamientos con una u otra revista, aunque lo hicieran
en términos de una filiación lejana, vaporosa y, en la gran mayoría de los casos, crítica y
6. Beatriz Sarlo: "Los dos ojos de Contorno", en Revista Iberoamericana, Madrid: nº125 octubre-
diciembre, 1983; p.799-804. El número de la revista está dedicado a los últimos cuarenta años de
literatura argentina (cubre desde principios de los cuarenta en adelante) y tiene artículos sobre los textos
más importantes de las cuatro décadas.
conflictiva. De alguna manera, las dos revistas señalarían las dos tendencias más
definidas (en términos de proyectos) dentro del campo cultural argentino de la década
sarmientina dándole un sentido que sería fundamental en el campo cultural en las dos
décadas siguientes:
Desde nuestra perspectiva, la operación de la revista tiene un matiz algo distinto al que
señala Sarlo: si la operación fue exitosa es porque traslada, de manera muy eficaz, la
causalidad inapelable. En la década del setenta, esa fórmula mostraría toda su eficacia al
emerger en la línea de novelas que se inicia con Mascaró. Esa operación que estaba
las lecturas de Sartre, permitiría más tarde hacer una reelaboración de las lecturas del
Esa fórmula era impensable desde el espacio liberal que organizaba Sur. Ya en los años
liberalismo, como los hermanos Irazusta, llegaron a publicar artículos en Sur7. En este
sentido, la posición de los integrantes de la revista era vacilante: si por una parte se
de sostener los ideales del liberalismo, la misma razón que los llevaría a oponerse al
modernizadora frente al atraso. En palabras de María Rosa Oliver: "el fascismo, para
nosotros... se encarnaba en Perón, sus epígonos los nacionalistas (con o sin uniforme) y
el clero, que hasta desde los confesionarios lo apoyaba" (King, 1986:100). Más tarde,
esa postura será definida como la ceguera política de Sur lo cual, a su vez, daría
7. John King: Sur: A Study of the Argentine Literay Journal and its Role in the Development of a Culture,
1931-1970, Cambridge: Cambridge University Press, 1986
peronismo marcaría en los siguientes quince años la divisoria de aguas en la cultura y
en la política nacionales.
cultural. Oscar Terán8 , muchos años después, señalaría los términos en los cuales se
políticos que afectarían al campo intelectual desde entonces y, a través de él, a toda la
sociedad.
8. Oscar Terán: Nuestros años sesentas, Buenos Aires: Puntosur Editora, 1991. Todas las citas
corresponden a esta edición.
pero, además, la evidencia de que la Revolución Libertadora se había convertido poco a
poco en un oxímoron. Del otro lado, y ante esa misma evaluación del golpe de estado,
"Fue así como la recomposición que operó el golpe de 1955 sobre la escena
política acarreó efectos profundos en las vinculaciones de la intelectualidad de
izquierda con la élite liberal, con la cual había mantenido relaciones ineludibles
en su mutua oposición al régimen peronista. Aun en la primera y fugaz etapa
del nuevo gobierno de la llamada Revolución Libertadora (y dentro de un
proyecto que según el planteamiento de Mario Amadeo identificaba la
`liquidación' del peronismo con su asimilación para resolver el divorcio entre
el pueblo y esas clases dirigentes dentro de las cuales el mismo Amadeo se
incluía), era evidente que para los triunfadores de la hora el régimen depuesto
estaba signado por la ilegitimidad" (Terán, 1991:45).
esas clases con sus gobernados no eran únicamente coyunturales. En principio, porque
el peronismo (que todos los sectores habían insistido en leer como un fenómeno
pasajero, pese a que hacia el momento del golpe formaba parte de la vida política del
país desde hacía doce años) había demostrado tener una pertinaz habilidad para
sobrevivir. Aun con Perón exiliado, aun cuando había negociado con sus ex-camaradas
de armas una salida muy poco honrosa de la presidencia, seguía siendo un emblema, un
espacio donde amplias capas de los sectores medios y bajos de la población sentían
reconocidas y apreciadas sus problemáticas9. Esas adhesiones crearon profundas
Esos quiebres afectaron de manera diversa tanto a los grupos liberales (que no
lograron tomar una postura unánime frente a los hechos) como a las franjas de la
izquierda (que tampoco lograron esa ansiada homogeneidad y que, a diferencia del
sector liberal, entablaron una serie de polémicas que astillaría toda posibilidad de
postulación de una lectura que contemplara los hechos de modo más objetivo, se
amalgamaba una serie de elementos que provenían tanto de la lectura que había hecho
9. El peronismo convocó, además, a otros sectores: los grupos nacionalistas vinculados a las fuerzas
armadas, cierto sector del catolicismo que veía en el peronismo una regeneración de la verdadera
identidad nacional, sectores tradicionalistas que sentían que a través del peronismo se recuperaba el
sentido de las alianzas simbólicas con el campesinado, un sector de la izquierda que veía que finalmente
había llegado la revolución... El peronismo, como bien decía el propio Perón era "un movimiento y un
sentimiento". Su capacidad para aglutinar sectores antagónicos de la sociedad fue su mayor virtud y lo
que le permitió, durante mucho tiempo, neutralizar parte de la crítica.
el liberalismo como de la necesidad de reconectar a la intelectualidad con las masas
vehículo para realizar la revolución. En este sentido, Terán explica la posición más
Prescindiendo del cariz revolucionario que le daba la izquierda a las masas peronistas,
interpretativo común que Terán, llamativamente, pasa por alto en su análisis de las
cultural y político. Pero ahora, más de treinta años después, el relevamiento de datos
empieza a mostrarnos una trama oculta cuyos dobleces y trampas harían sentir sus
establecidos en el siglo XIX. En este sentido, Sur sostuvo una perspectiva doble, a
veces ambigua y contradictoria. Por una parte, estaba la cuestión del anclaje concreto
Por otra parte, su oposición al fascismo europeo les hizo ver en el peronismo una réplica
local de aquel movimiento. Para los intelectuales ligados a esta revista, el nacionalismo
sólo podía convertirse en un factor aislante para la Argentina, y por ello lo rechazaron
violentamente10. No era ésta su única razón, sin embargo: la interpretación también fue
élite ilustrada en un país que rápidamente ingresaba en la era del consumo masivo y los
10. Lo cual, tampoco significa que a veces no tuvieran actitudes francamente contradictorias con esa
postura. Por ejemplo, el reconocimiento dado a Rabindranah Tagore venía, sobre todo, por una lectura
esencialista de sus textos. Otros casos aparecen, más tarde, en los textos tradicionalistas que H. A.
Murena publicara en sus páginas. Es una posición vacilante, a medio camino entre el tradicionalismo en
el cual se apoyan (no hay que olvidar el origen social de muchos de los integrantes de la revista) y la
voluntad de internacionalismo cultural.
medios de comunicación. Esa postura se convirtió en una anticuada y muy poco
representaba para ellos el peronismo tenía mucho de una interpretación elitista del rol
del intelectual en la sociedad. Este último punto se traduciría más tarde en la izquierda
luego sus herederos, especialmente en revistas como Pasado y Presente, se veían ante la
muy compleja tarea de reelaborar las posturas de este sector frente al peronismo, en
Dice Terán:
opresión se reconoce por la presencia de los oprimidos, no quedaba más remedio que
alinearse con el grupo social que históricamente había sido dominado y que llevaría
adelante la revolución. Para ese grupo social, la intelectualidad debía representar una
vanguardia política y cultural, rol que el liberalismo no podía tomar debido a sus
peronismo había puesto en escena: desde espacios muy distintos Raúl Scalabrini Ortiz
(1898- 1959) y Juan José Hernández Arregui (1913-1974) habían coincidido en los años
después. Por este lado empezará a tejerse una larga serie de temas comunes que harían
A partir de los años sesenta, Sur y el paradigma liberal que de alguna manera esa
Los síntomas de ese desplazamiento se dieron en su forma más visible a través de una
estético como en el político. Aún cuando fue una experiencia rechazada por la izquierda
por su frivolidad y, por el liberalismo que reconocía su incapacidad para entenderlo, uno
"... se ha visto hasta dónde el grupo de Sur demostró una marcada incapacidad
para analizar la experiencia peronista, y más tarde su crítica a la revolución
cubana fortalecerá el distanciamiento respecto de la franja intelectual de
izquierda. Pero también desde el punto de vista cultural es visible el desfasaje de
la publicación dirigida por Victoria Ocampo para atender a las nuevas temáticas
y perspectivas teóricas conectadas incluso con la crítica literaria [...] En junio de
1963, la propia Victoria Ocampo vuelve a utilizar este tipo de referentes para
argumentar --en años invadidos por los acontecimientos políticos-- en favor de
un distanciamiento entre política y sabiduría que rescate la serenidad del
intercambio de ideas de esta última en desmedro de la para ella inútil querella
política" (Terán, 1991:87).
percibidos por el entonces muy joven Terán quien, poco tiempo después fundaría, junto
Terán nos entrega ciertos elementos de análisis. En primer lugar, no es que la izquierda
rectificado: esa postura y las polémicas desarrolladas a su alrededor son centrales en los
debates de la izquierda a partir de entonces y sus efectos son visibles hoy en día, a
cuarenta años de los hechos. Los intelectuales de izquierda se sentían en una situación
contradictoria que sólo podía superarse si se analizaba el fenómeno peronista desde una
perspectiva distinta a la del liberalismo, del cual, a todas luces, querían separarse. En
norteamericana. Por otra parte, como bien señala Terán, tanto Ezequiel Martínez Estrada
(1895- 1964) como H. A. Murena (1923- 1975) apoyaron a los cubanos, sobre todo en
la primera etapa, cosa que no hicieron los peronistas sino hasta fines de la década del 60
y entonces sólo a través de la franja que integraban los sectores de la izquierda más
construcción del paradigma estético de la revista sería, más tarde, duramente criticado a
fines de los sesenta por escritores como Juan José Saer (1937- 2005), para quien la
figura de Jorge Luis Borges debía ser necesariamente rescatada, al menos desde esa
perspectiva, aun cuando Sur no fuera "más que un soplo del pasado puesto que los
teórica de la literatura en Sur ya que críticos como Enrique Pezzoni (uno de los
1976) formó parte del círculo más joven de la revista. Ciertamente sus intentos de
notablemente con los veinte años anteriores. Las nuevas camadas no conformaron un
11. Juan José Saer: El río sin orillas, Buenos Aires: Alianza Singular, 1991; p.154. Las citas corresponden
a esta edición.
grupo homogéneo, ni en sus puntos de partida ideológicos y políticos, ni en sus
nivel masivo del vocabulario psicoanalítico, primero, y de la sociología más tarde, que
dejaron una profunda huella en las relaciones entre campo cultural y campo de poder: el
12. Silvia Sigal: Intelectuales y poder en la década del sesenta, Buenos Aires: Puntosur Editora, 1991.
Todas las citas corresponden a esta edición.
2.b. Murallas de agua
La década del sesenta está marcada por una profunda politización de la vida
cotidiana. Aunque prácticas políticas y culturales eran entendidas como dos cosas
distintas y separadas, hay una convergencia de elementos que tiñe la praxis en uno y
otro campo. Ejemplos claros de este tipo de operaciones aparecen en textos clave de
esos años como Rayuela (1963) y Libro de Manuel (1973) de Julio Cortázar
(1914-1984) que marcan los extremos del arco trazado por esas politizaciones. El
intelectual como individuo, como sujeto social, se convertía en esos textos, en la bisagra
que unía las vanguardias sociales y políticas en un mismo gesto fundacional, marcando
que la
que habían encontrado nuevo vigor a través del peronismo atravesaban una renovación
o, más bien, una transformación en sus modos de interpretar lo social. Silvia Sigal
bastante llamativa si se recuerdan las apuestas por el lumpen- proletariado del castrismo
en esos mismos años) con las vanguardias revolucionarias. Según esa formulación,
Fidel y Perón se convertían en dos figuras análogas. A fines de la década del sesenta,
más radicalizado, que serían la base ideológica de los grupos armados surgidos en ese
período. David Rock13 dice que "La primera mitad de la década del 60 ilustró la
facilidad con que los grupos de extrema derecha se inclinaron hacia la extrema
que, a la vez, mantenía un enfrentamiento violento entre sí y con otros sectores del
campo político, creó una situación de profundas tensiones que ya a principios de los
asesinatos en una escalada de violencia que vio su pico a partir del regreso de Perón a la
13. David Rock: La Argentina autoritaria. Los nacionalistas, su historia y su influencia en la vida pública,
Buenos Aires: Ariel, 1993. Todas las citas corresponden a esta edición.
establecer un cierto criterio de "orden social" que permitiera una solución a la violencia
y al caos. La violencia social y política por una parte y, por otra, la percepción de una
Este se produjo el 24 de marzo de 1976. Los casi dos años entre la muerte de Perón y el
golpe de estado inauguran una etapa de cambios que se desarrollarán durante los
Señalan Palermo y García Delgado15 que como respuesta al caos social, diversos
14. Durante el último año del gobierno de Isabel Martínez de Perón se habló frecuentemente en los
medios y en las cámaras legislativas sobre este problema, al punto que se llegó a pedir un juicio político
que nunca llegó a realizarse.
15. Daniel R. García Delgado y Vicente Palermo: "Cultura política y partidos en la sociedad argentina:
1976-1986", en Daniel R. García Delgado (Comp.): Los cambios en la sociedad política (1976-1986),
Buenos Aires: CEAL, 1987. Todas las citas corresponden a esta edición.
organicista del momento- como la dolorosa y purificadora operación de una
sociedad 'enferma'" (García Delgado y Palermo, 1987:46)16 .
sobre los sectores populares en general así como a la desarticulación del poder de los
suspensión de los derechos civiles, etc. 17 La dictadura sustentó una compleja política
alrededor del gobierno militar, al menos en una primera instancia. Señala Juan
Villarreal19:
Sin embargo, el intento sólo se sostuvo hasta fines de los setenta, apoyado en la
16. Para un estudio sobre la metáfora de la sociedad como cuerpo enfermo que aparece en la dictadura se
debe consultar:
Hernán Vidal (ed.): Fascismo y experiencia literaria: reflexiones para una recanonización,
Minneapolis: University of Minnesota Press, 1985; y
Frank Graziano: Divine Violence. Spectacle, Psychosexuality and Radical Christianity in the
Argentine "Dirty War", Boulder: Westview Press, 1992.
17. Marcelo Cavarozzi: Autoritarismo y democracia (1955-1983), Buenos Aires: CEAL, 1987. Todas las
citas corresponden a esta edición.
18. Esta política permitió la incorporación de Argentina al sistema de reajustes de la economía mundial de
los años setenta y ochenta.
19. Juan Villareal: "Los hilos sociales del poder", en Eduardo Jozami, Pedro Paz y Juan Villarreal: Crisis
de la dictadura Argentina Argentina. Política económica y cambio social (1976-1983), Buenos Aires:
Siglo XXI Editores, 1985)
empleados terciarios, los independientes y los marginales..." (Villarreal, 1985:263) lo
económica llevada a cabo por Martínez de Hoz a partir de 1976, y más tarde por la
del discurso del Proceso estaban íntimamente sujetas a sus rupturas internas, y en
diferente a lo largo del tiempo y se vio afectada en gran medida por el grado de
coincidido en señalar en toda la producción del período, un esfuerzo por penetrar los
ofrecen una idea del rango de posibles respuestas demarcadas, a su vez, por los
Este fue un proceso doble, ya que el debilitamiento del sistema dictatorial, abrió el
seno. Tanto el golpe de estado de 1976, como los continuos cambios de presidentes y de
crisis y cambios políticos a los cuales el discurso intelectual no dio siempre respuesta
directa, pero que aparece como parte de la reflexión de los programas políticos que se
tanto que aparecieron sectores que intentaron crear espacios para el continuismo (por
partidos políticos y los sindicatos que recuperaron la legalidad hacia finales de 1982.
Lentamente volvieron a ponerse en ejercicio las instituciones democráticas y se
gobierno radical (encabezado por Raúl Alfonsín) contó en este período con amplio
democracia": la estabilidad del gobierno era relativa, y éste debió enfrentarse con
democráticamente.
período 1974-1989, sirve para señalar una serie de puntos importantes. En primer lugar,
su punto máximo entre 1976 y 1978, y luego se fue atenuando. Por último, puede verse
que quienes ejercieron el poder durante este período no formaban un grupo compacto ni
resquebrajándose con los años. Estos datos son de capital importancia para comprender
tanto los cambios discursivo-ideológicos del gobierno, como la falta o no de porosidad
de su discurso a lo largo del tiempo, y finalmente para rastrear el tipo de preguntas qué
en esa situación se plantean en el campo cultural. Más aún: surge toda una serie de
interrogantes sobre los usos que se hicieron de los materiales simbólicos e ideológicos
ya existentes dentro del campo cultural, sobre qué elementos ideológicos pervivieron y
esos años.
Si en efecto, como dice Juan Linz 21, la dictadura en Argentina invade el espacio
21. Juan Linz: "Totalitarian and Authoritarian Regimes", en Fred I. Greenstein y Nelson W. Polsby (eds.):
Handbook of Political Science. Macropolitical Theory, Massachusetts: Addison Wesley, Reading, 1975;
vol.3:175-411. Seguimos aquí tanto este trabajo como Hannah Arendt: Totalitarianism, San Diego:
Harvest Book, 1979
22. El funcionamiento del terrorismo de estado como método de control social implicó que no se le
reconocía a los ciudadanos ni derecho moral, ni derecho judicial ni individual, puesto que toda actividad
debe someterse a los objetivos políticos de la dictadura (por eso puede hablarse de un colapso del espacio
público), que a su vez, intentaba re- fundar el estado nacional a partir de una política de tabula rasa.
Decía el General Videla en mayo de 1976 que: "Por eso es nuestra intención, en nuestra acción de
Gobierno, afirmar los valores tradicionales que hacen a la esencia del ser nacional y ofrecer estos valores
como contrapartida a toda ideología extraña que pretenda suplantar estos valores, y más aún
inculcarlos" (Cavarozzi, 1987:131). Como vemos en este ejemplo, los elementos nacionalistas del
discurso de la dictadura conforman su raíz doctrinaria. Ese mismo nacionalismo aparecería de manera
más elaborada y con signo contrario en las novelas de los años setenta.
23. Caracterizar de fascista a la dictadura no es totalmente correcto: si bien sus prácticas pudieron serlo,
su ideología no se corresponde exactamente con esa tendencia, especialmente en la parte económica. La
dictadura, como ya hemos señalado, representa un conglomerado de intereses sociales y económicos muy
diferentes, que fueron, finalmente, la causa de su fragmentación.
solo grupo. Habría que hablar más bien, de la puesta en práctica de doctrinas
partir de los años ochenta. Precisamente, la falta de un sistema fijo a imponer sobre la
totalitaria, a pesar de los muchos rasgos que la acercaron a este último tipo de régimen.
"They are regimes that practice dictatorship and repression in the present while
promising democracy and freedom in the future. Thus they can justify
themselves in political terms only as transitional powers, while attempting to
shift attention to their inmediate substantive accomplishments - typically, the
achievment of `social peace' or economic development" (O'Donnell y Schmitter,
1986:15).
blancos pueden ser llenados por otras voces. En estas circunstancias, la apertura política
huelgas, reorganización de partidos y sindicatos, etc.) luego. Aún cuando a nivel masivo
siempre de una intensa actividad política (que más tarde puede disminuir), en el cual se
24. Guillermo O'Donnel y Philippe C, Schmitter: Transitions from Authoritarian Rule. Tentative
Conclusions about Uncertain Democracies, Baltimore: The Johns Hopkins University Press, 1986
"Usually, artists and intellectuals are the first to manifest public opposition to
authoritarian rule, often before the transition has been launched [...] With the
relaxation of censorship that accompanies the opening, these critiques become
explicit and, with enthusiastic public acceptance, their articulation becomes
immensely popular -and profitable, to the point that opposition to authoritarian
rule can became a highly commercialized 'growth industry' and therefore more
difficult to suppress" (O'Donnell y Schmitter, 1986:49).
Una vez abierta una brecha en el sistema discursivo de poder, este es considerado un
lenguaje se resemantiza de una forma reconocible por la sociedad como una réplica al
discurso de poder. En muchos casos, las respuestas que se crean aparecen ocultas por el
velo de "lo aceptable" en los términos impuestos por el poder autoritario que
generalmente hace uso de formas discursivas y de representación que son tomadas por
los grupos dominados y resemantizadas desde su propia pespectiva: esta es la causa por
permite la interferencia de otras voces. Cuanto mayor sea la porosidad del discurso
autoritario, más transparentes serán las claves, y en consecuencia, serán más legibles
para mayores sectores de la sociedad. La codificación del lenguaje permite tanto "decir"
25. James C. Scott: Domination and the Arts of Resistance. Hidden transcripts, New Haven: Yale
University Press, 1990
aquello que no puede ser dicho, como proteger la capacidad de expresión de los grupos
dominados. Esta ha sido la postura más generalizada de la crítica literaria que considera
que no es posible leer la literatura de la Argentina de los años del Proceso sin tenerlo en
cuenta. Tras un período de fuerte represión donde pareció casi imposible enfrentar
"the realities of power for subordinate groups mean that much of their political
action requires interpretation precisely because it is intended to be cryptic and
opaque. Before the recent development of institutionalized democratic norms,
the ambiguous realm of political conflict was -short of rebellion- the site of
public political discourse" (Scott, 1990:137).
espacios no-tradicionales son una clara muestra de este reacomodo. La literatura, como
politizado, aún cuando estas no sean las intenciones de los autores y a pesar de los
textos mismos.
sociedad reprimida pues vienen a llenar el vacío que dejan las instituciones
26. Elizabeth Jelin (comp.): Los nuevos movimientos sociales: mujeres rock nacional, derechos humanos,
obreros, barrios, Buenos Aires: CEAL, 1989
tradicionales. En este sentido, la literatura "lee" los espacios porosos que deja el
mitos generados por la sociedad. La politización del discurso literario en este contexto
Por esta razón, los momentos en los cuales se hacen evidentes tales tácticas son las
discurso autoritario pueden hacerse oír, al menos a través de un sistema de claves, cuya
primero, y por amplias capas sociales a medida que la normativa se resquebraja, dando
lugar a formas de resistencia cada vez más evidentes. En el caso de la literatura, las
respuestas que se dan a los discursos de poder, esa claridad se puede observar en la
discurso más directo. Aún así, hay una permanencia del aparato simbólico que nos
Una vez caída la dictadura, hay un período en el cual la lucha por el espacio
entrantes y salientes del poder pone en evidencia el intento de recomposición del campo
cultural desde lo político. Lo que legitima está asociado a las experiencias individuales
"If narratives are accounts of agents whose character or destiny unfolds through
actions and events in time, then the existence of narratives presupposes a social
order of meaning in which significant action by moral agents is possible.
Narrative requires a political economy and collective psychology in which a
sense of lived connection between personal character and public conduct
prevails"27.
Esto sucede en parte, como señalaría Arendt, porque al haber colapsado la esfera
superponen sus funciones (las propias y las adquiridas) creando un espacio de ambigua
coexistencia. Se puede decir, entonces que para estudiar la literatura del período
27. Richard Harvey Brown: Society as Text: Essays on Rhetoric, Reason and Reality, Chicago: The
Chicago University Press, 1987
democracia a la dictadura (y a través de ella) y nuevamente a la democracia afecta el
dialéctico.
constante en el campo intelectual por lo menos durante los últimos treinta años. En las
señalado hitos en la relación entre campo cultural y campo de poder. Es por eso que el
programa del Monitor Argentino abre este libro: en la biografía intelectual de Balbastro
se condensan no sólo los núcleos principales de reflexión del campo cultural sino la
búsquedas comunes.
Salón Literario de 1837 (lo cual no siempre fue contradictorio con la adhesión al
ideológicas hechas en los distintos momentos del período 1974-1989 dibujan un sistema
de recomposiciones cuyos resultados marcarían más tarde las agendas de debate de las
que hablábamos antes. Son las contradicciones, entredichos y supuestos de las capas
trabajo. En este sentido, aquí consideraré los núcleos alrededor de los cuales se mantuvo
abierto el debate intelectual, además de ofrecer una hipótesis de por qué y en qué
comprensivo del período, se podrá ver la evolución del campo cultural en su narrativa,
primera parte (Evoluciones paralelas) rastrea qué proyectos políticos aparecen en los
textos hasta el Golpe de Estado de 1976 y en qué forma se presentan. Aquí indago cómo
caballo entre los modelos novecentistas y los proyectos de Estado y de cambio social,
en sus diversas vertientes. Una vez establecidos los modelos, sondeo cómo se
despliegan dentro de una misma línea de razonamiento las contradicciones, puntos
polémicos y problemáticas que esos mismos argumentos presentan las novelas a medida
en que la reflexión ideológica sobre los años setenta se modificó en los ochenta. A fin
un muestro amplio de textos, pero tomando como ejemplo sólo aquellos que marcan
aparecen en este período. Esos tema son la composición de la figura de intelectual, los
novelas.
La segunda parte del trabajo (Un agujero negro de palabras) enfoca la reflexión
dictadura del ’76, la intelectualidad argentina se encuentra ante una situación inédita: es
una situación de represión y exilio. Desde esta perspectiva, se estudiarán novelas que
Rosas y la Generación del '37, los proyectos de la Generación del '80) dentro de las
transformaron durante el Proceso, que también asumió como propios ciertos aspectos
Para hacer esta lectura estudiaremos qué tipo de construcciones narrativas (míticas,