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MI Rosa Gutiérrez Benítez

IMMáS
ÍB1ACÜDAB
NIVEL 4
Lecturas en Español Fácil

Nivel 4

ESCENAS DE LA CIUDAD

M a Rosa G utiérrez Benítez

D irección
M a Isabel Martin H errera

/\
COLOQUIO
EDITORIAL
Primera Edición, 1990

©Reservados todos los derechos.


Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubier­
ta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera al­
guna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico,
electrónico, sistema informático, óptico, de grabación o de fotoco­
pia, sin permiso del editor
©M8 Rosa Gutiérrez Benítez, 1990
©EDITORIAL COLOQUIO, S.A., 1990
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28008 MADRID-ESPAÑA
Tf. 91-2485736/91-2481530
FAX 91-5346320
©SOCIEDAD GENERAL ESPAÑOLA
DE LIBRERÍA S.A., 1990
Avda. Valdelaparra, 29
28100 ALCOBENDAS-(Madrid) ESPAÑA

CUBIERTA Y DISEÑO: Miguel Ángel Blázquez Vilar


ILUSTRACIONES: Enrique Ibáñez

TRADUCCIÓN:
INGLÉS:Marisa Escobar
FRANCÉS.Eliezer Bordallo
María Moreno
ALEMÁN:Veronika Beucker

ISBN 84-7861-015-4
Depósito Legal M-24262-1990
Impreso en España-Printed in Spain
4
Antonio, el electricista

M e llamo A ntonio Bueno, soy electricista y


arreglo televisores. No es el mejor trabajo del
mundo, pero no está mal. V oy de casa en casa
arreglando pequeñas averías*. Si son grandes,
cojo el televisor y lo llevo al taller de un amigo 5
para que lo arregle él.
No me gusta salir de mi barrio. A quí conozco
a mucha gente. H ablo con ellos, a veces me in­
vitan a una caña} y siempre me pagan sin pro­
testar. 10

No gano dem asiado dinero. A veces ni para


pagar las multas. Eso es lo que me ha pasado
hoy.
Tenía un aviso* en una calle lejos de mi casa,
así que he tenido que ir en coche. Lo aparco y 15
me dirijo a la casa en donde tenía ese primer
aviso.
Lo he dejado aparcado en un sitio prohibido,
porque todos los sitios libres están siempre p ro­
hibidos, pero a veces hay suerte y no ocurre na­ 20
da.

1 Una caña: vaso de cerveza a presión, sin embotellar.

5
Llego a la casa, subo la escalera y llamo a la
puerta. Nada. Vuelvo a llamar. Silencio. Llamo
otra vez. Es inútil, no abren. M ala suerte. He
perdido el viaje. V uelvo a la calle y me dirijo a
5 mi coche. Me habían puesto una multa. Me ha­
bía separado del coche cinco minutos, pero ha­
bían sido suficientes.
«Lo mejor es no mover el coche», pienso. «Si
lo muevo, me vuelven a poner otra multa. Segu-
lo ro. Tengo tan mala suerte».

Voy andando hasta el siguiente aviso. Está


bastante lejos pero no me. importa. U na multa al
día es más que suficiente. No m overé el coche
en todo el día.

***

6
II

Es un sexto piso sin ascensor. Subo las escale­


ras pensando en la multa y en el policía que me
la ha puesto.
Por fin llego al sexto. Llamo. O igo pasos que
se acercan. U na voz pregunta sin abrir la puer­ 5
ta:
“ ¿Q ué q u iere?”
“ B u e n o s días. ¿ V iv e aq u í doña F ern an d a
M artín ez?”
“ ¿Para q u é?” 10

“ Soy el electricista A ntonio Bueno. M e han


avisado para que venga a arreglar el televisor.”
“ ¿ Y cómo sé yo que es usted? ¿Tiene el D o ­
cum ento Nacional de Identidad?”
“ C laro que sí.” 15
“ Pásem elo por debajo de la puerta.”
“ A q u í tien e.”
“ ¿ Y cómo sé yo que no es falso?” , vuelve a
preguntarm e la voz.
“ O iga señ o ra . ¿ V iv e aqu í doña F ern an d a 20

M artínez? ¿Sí o n o ?”
“ Sí, soy yo .”
“ Pues mire señora, o entro y arreglo su tele­
visor o me marcho. No es usted la única, tengo
más avisos que atender.” 25

7
Estas palabras deciden a la mujer y me abre la
puerta. Es una mujer mayor, de unos sesenta
años, debe vivir sola y no se fía de nadie.
9
“ Pase, pase. No se ponga así .”
5 “ Señora, yo no me pongo, me ponen. ¿D ónde
está el ap arato?”
“ Venga conm igo.”
Me lleva a un cuarto de estar pequeño, con
pocos muebles, todos muy viejos.
10 “ M ire” , em pieza a decir la mujer. “ A q u í está.
Se ve, pero no se oye. H ace tres semanas que se
estropeó. Lo llamé enseguida, pensaba que ven ­
dría antes, ahora casi me he acostum brado. No
oigo lo que dicen, pero me lo imagino y casi me
15 gusta más... Claro que si hablan hace más com ­
pañía. Y o vivo sola ¿sabe usted?... Bueno, sola
no, con mi g ato ” .
Y a estoy acostumbrado a las personas m ayo­
res. Les gusta contar su vida. Y o las dejo, aun­
20 que cada vez soporto peor el conocer vidas a je ­

nas.
“ Señora, esto tiene muchos años. M e refiero
al televisor.”
“ Es verdad. Pero ¿sabe usted? Y o no quiero
25 com prarm e otro. T en go m ucho cariñ o a este
aparato. Arréglem elo, por favor. Q uiero ver la

2 Ponerse así: enfadarse.

8
película de esta noche y oírla. La de ayer fue
muy buena. Por cierto, ¿vio usted la de ayer?”
“ No, señ ora.”
“ Pues no sabe lo buena que fue. Era de un lo ­
co que mataba por las noches. M ató a cuatro d e­ 5
lante de mis ojos. El que más me gustó fue el del
bar, ¿sabe usted? M ató al dueño del bar cuando
iba a cerrar la puerta. Le cortó la cabeza con un
h ach a.”
“ Pues sí que debió de ser buena, señora” , di­ 10

je en tono irónico.
“ Sí que lo fue. Lo peor es que no lo oí. D e ­
bían de decir cosas horribles. Tam bién me per­
dí los gritos. Abrían mucho la boca, así que d e­
bían de gritar muchísimo. Arréglem elo para esta 15
noche. Y o estoy muy sola, ¿sabe usted? Y sin la
tele...”
“ ¿No tiene vecinos?”
“ ¡Huy! ¡ Mis vecinos! Tengo unos vecinos...
de verdad, de verdad, que tengo unos vecinos... 20

Siempre están mirando lo que hago, lo que no


hago... A mí, la verdad, me gustaría ir a otra ca­
sa, pero ¿adonde voy? No pago mucho de alqui­
ler, ¿sabe usted?... Claro que un sexto piso sin
ascensor... ¡Hola Barrabás! Este es mi gato, B a ­ 25
rrabás, el gato más listo de toda la vecindad. V a ­
mos Barrabás, saluda a este señor. ¿No quieres?
Sí, guapo, sí. Ese señor es muy bueno. Te va a

9
arreglar la "tele" para que puedas ver los dibu­
jos animados. Le gustan mucho, ¿sabe u sted?”
“ Señora, ya.”
“ Y a, ¿q u é?”
5 “ Q ue ya he term inado.”
“ ¡Ah! ¿ Y cuánto le d eb o ?”
“ Mil y la voluntad? ”
“ ¿M il?. Pero si ha tardado menos de cinco mi­
nutos.”
10 “ No señora, he tardado mucho más. Me ha
contado usted su vida, y la de sus vecinos y la de
su gato y la película de ayer.”
“ Bueno, bueno. No se ponga usted así. ¿Es
que una no puede hablar en su propia casa?
15 A qu í tien e.”
“ G ra cia s señora. Q ue pase usted un buen
día.”
“ A d ió s.”

♦ **

3 La voluntad: la propina.

10
III

B ajo las escaleras pensando en que ya sólo


me queda un aviso para terminar la mañana. E s­
pero que no sea una señora mayor y con gato...
¡Ah! no, es una tienda de antigüedades. ¿Para
qué me querrán allí? 5
Una señora discute con el em pleado sobre el
precio de una lámpara. A l verme el hombre se
dirige hacia mí.
“ ¿Q ué d esea?”
“ Soy A ntonio Bueno, el electricista. He reci­ 10

bido un aviso.”
“ ¡Ah sí! Es la luz del escaparate. No funcio­
na. M ire a ver qué le pasa.”
“ ¿No estará fundida* la lám para?”
“ Claro que no. Y a la he mirado. ¿C ree que 15
soy to n to ?”
“ Bueno, bueno. No se enfade. Voy a ver qué
es.”
¡Qué mañanita! Una multa, la vieja del gato,
el em pleado de mal humor... Me pongo a traba­ 20

jar. Entra en la tienda una pareja de novios. S a­


ludan al em pleado.
“ Buenos días, A ndrés.”

11
“ ¡Hola pareja! ¿Qué ta l?”
“ Nosotros estamos hechos polvo* ¿Y tú ?”
“ Y o como siempre. Trabajando.”
“ Pero, ¿no estás agotad o de la ju erga* de
5 ayer?”
“ Y o estoy acostumbrado. Aguanto lo que sea.
¿Queréis algo?”
“ Nada especial. Pásate esta noche por el club.
Tenemos una sorpresa.”
10 “ Y o también tengo otra. Os voy a presentar a
mi novia.”
“ ¿Otra vez te has enam orado?”
“ Esta vez es la definitiva. Estoy enamoradísi-
mo.
15 Y o ya he terminado mi trabajo y tengo que in­
tervenir:
“ Disculpen. He terminado. Era un cable. E s­
taba partido.”
“ Muy bien. ¿Cuánto le d eb o?”
20 “ Mil y la voluntad.”
“ D e voluntad nada. Mil y se acab ó.”
“ Bueno, bueno. Hasta otro día.”
“ A d ió s.”

***

Estar hecho polvo: estar muy cansado.

12
IV

A fortunadam ente se ha terminado la m aña­


na. A h ora a casita. Me sentaré en el sofá, pon­
dré la tele y esperaré a que M aría me llame p a­
ra comer. Con un poco de suerte, ella vendrá un
ratito conmigo al sofá antes de comer. 5

“ ¡Hola María! ¿Q ué tal has pasado la maña­


n a ?”
“ ¡Hola A ntonio, cariño! Oye, me ha llamado
la chica del segundo. Se le ha estropeado la ca­
lefacción y está helada. Mira a ver si puedes 10

arreglársela antes de com er.”


“ Pero M aría, yo no entiendo nada de calefa c­
ciones. Adem ás tengo otros planes. Ven conm i­
go al sofá un ratito.
“ ¡Antonio! ¡Estáte quieto! Haz el favor de 15
subir. ¡Pobre ch ica!”
“ Bueno, como quieras. Tú te lo pierdes.”
Subo al segundo. V oy pensando: «Esta M aría
es tonta. Cualquiera la convence. Cualquiera
menos yo, porque lo que yo quería era que vi­ 20

niera al sofá conmigo. Adem ás, ¿qué entiendo


yo de calefacciones? Bueno, al menos espero
que Carmen sea más amable que el resto de los
clientes de la mañana».
“ ¡Hola Antonio! Pasa.” 25

13
“ ¡Hola Carmen! Me ha dicho M aría que tie­
nes la calefacción estropeada.”
“ Sí, no sé lo que le pasará. No funciona y yo
estoy helada.”
5 “ Bueno, voy a ver si puedo arreglarla.”
“ ¿Quieres una cerveza mientras tan to?”
“ Estupendo. Y si puede ser con unas aceitu-
nitas, m ejor.”
Me pongo a mirar la caldera de la calefacción.
10 Lo dejo pronto. Prefiero mirar a Carmen que es

mucho más guapa.


“ ¿Qué tal te van los estudios?”
“ Psch. regular.”
“ Entonces como la caldera. Mira chica, yo de
15 calefacciones entiendo poco, pero creo que a
esta caldera le falta un tornillo*. Se habrá caído
al suelo, tú lo habrás barrido y ahora es difícil
encontrar un tornillo igual.”
“ Y o tengo muchos tornillos. V en conm igo al
20 salón.”

Me lleva al salón. Se dirige a un m ueble con


muchos cajones. Los abre. Todos están llenos
de tornillos. D e todas clases, de todos los tam a­
ños. M e quedo asombrado.
25 “ Pero chica, ¿de dónde sacas tú tantos tornillos?”
Carmen se pone tan roja como un tom ate.
“ Si te lo digo, ¿me prometes que no se lo di­
rás a nadie?.”

14
“ A nadie, te lo p rom eto/’
“ Los ro b o .”
“ ¿Q ué?”
“ Sí, los robo. Es una manía* que tengo. V oy
a las ferreterías*. Pido unos tornillos-, los miro, 5
cojo algunos. Digo que no estoy muy segura del
tamaño que necesito. Los vuelvo a dejar en el
mostrador. M ientras tanto procuro meterme al­
guno en el bolsillo. Y a he ido a casi todas las fe ­
rreterías de la ciudad. Mira éste. Es mi última 10
adquisición*. ¿Es precioso, ¿verdad?”
M e enseña un tornillo igual que los demás.
“ Sí, sí” , digo yo.
No sé qué decir. Esta chica está loca. L o que
tengo que hacer es salir de aquí corriendo. Está 15
chiflada*.
“ Vamos” , me dice Carmen. “ Elige el que quieras” .
“ Verás Carmen. A sí con tantos no se puede
elegir. Están desordenados. Estaría horas bus­
cando el que necesito. El tornillo que me hace 20

falta es uno pequeño y muy especial. Pero no te


preocupes. M añana lo compro y te lo traigo.”
“ No hace falta que lo compres. Me dices có ­
mo lo quieres y yo me encargo.”
Estoy asustado, esta chica es capaz de meter­ 25
me en un lío^.5

5 Meterse en un lío: crearse problemas.

15
“ No, no” , contesto rápido. “ A h ora que re­
cuerdo no necesito com prarlo” . Tengo en casa
unos que me sobraron* de cuando arreglé mi
caldera. M añana te lo arreglo. A hora es muy
5 tarde y María me espera para com er” .
“ ¡Ah, bueno! Si es así, estupendo” .
“ Hasta mañana, Carm en.”
“ Hasta mañana, A n to n io .”
Bajo las escaleras de dos en dos. En mi vida
10 vuelvo a subir al piso de esta chiflada. M e está
bien empleado67 . ¿A mí, quién me manda arre­
glar calefacciones? La culpa es de M aría. P odía­
mos haber estado los dos tan a gusto un ratito
en el sofá. Pero ahora es ya muy tarde. A com er
15 deprisa y a volver al trabajo.
“ ¡María!, ya he vu elto .”
“ Muy bien. ¿Se lo has arreglado?”
“ No. Lz falta un tornillo . A la caldera. B u e ­
no, a ella también. A unque, en realidad, a ella
20 le sobran. ¿Sabes a qué se dedica esa chica en
sus ratos libres?”
“ Vamos, no exageres. Está un poco loquilla
pero es buena chica. A nda, siéntate y comamos,
que la sopa se habrá quedado fría.”
* He*

6 Estar bien empleado: merecer.


7 Faltar un tornillo: estar un poco loco.

16
La Estación del Norte

La Estación del N orte es un edificio del siglo


pasado. Espléndido y majestuoso por fuera e in­
cóm odo por dentro. El techo es de hierro y cris­
tal. En verano el sol penetra a través de los cris­
tales y convierte la estación en un horno. En 5
invierno, el viento del N orte hace de ella una
nevera.
Son las doce de la mañana de un caluroso día
del verano madrileño. Un coche aparca frente
al edificio principal. Es un M ercedes rojo. Una 10

pareja de edad media, bien vestidos, de aspecto


elegante, se baja del coche. El hombre saca unas
magníficas maletas de cuero marrón.
“ ¡M an olo!” , grita la mujer. “ ¿No se te ocurri­
rá llevar las m aletas?” . 15
“ Pero mujer, ¿quieres que las deje en el co ­
che? En La Coruña te van a hacer falta.”
“ ¡Muy gracioso! No quiero que se queden en
el coche. Q uiero que llames a un m aletero* y
que nos las lleve al tren.” 20
“ ¿Ves tú algún m aletero? Porque yo no veo

17
ninguno.”
“ Pues búscalo. Entra dentro de la estación y
trae uno. Le pagas lo que te pida.”
“ Pero Encarna, faltan más de dos horas para
5 que salga el tren. Los m aleteros estarán en el
bar tomándose unas cañas. No salen de allí has­
ta que se acerca la hora del tren. ¡Con este ca ­
lor! Has querido venir tan p ronto.”
“ ¡Siempre quieres tener razón! A h ora mismo
10 ve al bar cíe la estación y saca de allí a un m ale­
tero, o a dos, o a los que hagan falta. Les pagas
bien y ellos tan contentos.”
“ Bueno, bueno. Iré a buscar a los m aleteros.”
M anolo entra en la estación. V a con cara de
o
15 pocos amigos . V a pensando: «¡Qué mujer! Es
que no la so p o rto . ¿C ó m o la h a b ré p o d id o
aguantar treinta años? G racias a D ios dentro de
unas horas seré libre. ¡Libre durante un mes!
¡Por lo menos! ¡ A y, M anolo! ¡Qué bien lo vas a
20 pasar! No me lo puedo creer. Solo, en M adrid,
sin mujer, con dinero, sin despacho...».
En la estación no hay maleteros. H ace más de
una hora que llegó el último tren y faltan más de
dos horas para que salga el próximo.
25 «Ya lo decía yo», piensa M anolo, «ni uno so­
lo. Probaré suerte en el bar».

8 Cara de pocos amigos: cara de estar enfadado.

18
El bar está lleno de gente. Varios hombres
tienen el traje de m aleteros de la estación. M a­
nolo se dirige hacia ellos.
“ V erán ustedes... N ecesito un favor... O curre
que mi mujer... En resumen. N ecesito un m ale­ 5
tero. ¿Q uién viene conm igo?”
Los m aleteros le miran extrañados.
“ ¿U n m aletero ahora? ¿En qué tren va a via­
ja r ? ”
“ En el Talgo9 de La C oru ña.” 10

“ ¡Pero si falta mucho todavía!. El tren tod a­


vía no está puesto en la vía de donde tiene que
salir. ¿D ónde van a ir con las maletas? ¿A l an­
dén? A llí no hay bancos, no podrán sentarse.
Adem ás, ¡con este calo r!.” 15
“ Y a . U stedes tienen razón, pero... es que... mi
mujer quiere llevar las maletas al tren.”
“ Pero hombre, convenza a su mujer. Vengan
al bar, tóm ense unas cervezas y un poco antes
de la hora del tren, yo mismo le llevaré las ma­ 20
letas.”
“ Bueno, lo intentaré. Pero ustedes no cono­
cen a mi m ujer.”

***

9 Talgo: tren rápido y muy confortable de largo recorrido.

19
20
II

M anolo vuelve un poco asustado. Él conoce


bien a su mujer. Le espera una buena bronca*.
H a c e m ucho ca lo r. M a n o lo e stá can sad o .
«¡Q ué grande es esta estación!», piensa, «los an­
denes son interminables. ¡Qué calor! Estoy ago ­ 5
tado. Y todavía me espera lo peor. ¡Cómo se va
a poner Encarna!».
E fectivam ente, Encarna lo ha visto llegar sin
m aleteros y sale del coche furiosa.
“ ¿ Y el m aletero? ¿Q ué has hecho con é l? ” 10
“ Encarna... No hay m aleteros.”
“ ¿Cóm o que no hay m aleteros?”
“ Bueno, verás... sí hay... pero no quieren venir.”
“ ¿C uánto dinero les has o frecid o ?”
“ Bueno... la verdad... es que... dinero, dinero, 15
no me he acordado del dinero. Pero es verdad
que no quieren venir. V e tú y lo com probarás.”
“ Y o no tengo por qué comprobar nada.”
“ V erás Encarna, ten un poco de paciencia y
te lo explicaré. Los m aleteros tienen razón. Lo 20
mejor es hacerles caso10. Nos vamos al bar, nos
tomamos unas cañas y cuando se acerque la ho­
ra del tren, ellos nos llevan las m aletas.”

10 Hacer caso: estar de acuerdo con lo que dice otro.

21
“ Pero bueno, ¿es que eres tonto? ¿Vam os a
hacer caso a unos m aleteros? Eres un estúpido.
Hasta un m aletero te da lecciones. Anda, coge
la maleta y vam os.”
5 “ Pero ir, ¿adon de?”
“ iA dónde va a ser!. A l tren.”
“ Pero Encarna, cálmate, ten paciencia. Falta
mucho para que salga el tren. H ace un calor es­
pantoso. El tren aún no está puesto. En los an-
10 denes no hay bancos, no podrem os sentarnos.
¿Sabes lo que es estar de pie tanto tiem po?”
“ Pues si no hay bancos que no los haya y si ha­
ce calor que lo haga. Tú coges las m aletas ah o ­
ra mismo. ¿Te has enterado bien de dónde sale
15 el tren ?”
“ Creo que del andén número dos, vía tres, p e ­
ro no estoy muy seguro.”
“ Nunca estás seguro de nada. C oge las dos
maletas grandes. Y o te ayudaré con el m aletín.”

***

22
III

M anolo coge las maletas. Pesan muchísimo.


E ntre el paseo por la estación, el calor, y la dis­
cusión está fatigadísim o. Pero no quiere quejar­
se. Encarna se enfadaría mucho.
C am ina unos m etros hacia la estación . N o 5
puede más, está hecho polvo.
“ ¿Se puede saber qué has metido en estas m a­
letas?”
“ ¿Q ué crees tú que he m etido?”
“ No lo sé, pero pesan como el plom o.” 10

“ Pues no he metido plomo. Y a lo sabes. Y ve


más deprisa, pareces una tortuga.”
“ Pero Encarna, estas maletas pesan mucho.
¿Q ué llevas en ellas?”
“ Pues mi ropa y unas cositas para los chicos.” 15
“ Podías haber comprado las cositas para los
chicos en La Coruña y tú podrías haber tenido
bastante con la mitad de la ropa.”
“ Naturalm ente. Y todos los días me pasearía
con el mismo vestido. ¿Tú quieres que yo haga 20
el rid ícu lo?”
M anolo no contesta. No le quedan fuerzas ni
para eso. Y a están dentro de la estación y han
recorrido más de la mitad del andén número
uno. Todavía queda mucho. «¡Dios mío!», va 25

23
pensando M anolo. «¡Q ué mujer! A fo rtu n a d a ­
mente pronto seré libre.M adrid está lleno de
mujeres guapas. Todas para mí. ¡Qué mes voy a
pasar! Tengo que aguantar. Y a me queda poco.
5 No tan poco... La verdad es que no puedo más.».
“ Oye Encarna, ¿te importa que descansem os
un poco? Estoy muy cansado.”
“ No sirves para nada. No me pides que las lle­
ve yo porque te da vergüen za*.”
10 A M anolo no le da vergüenza pedir eso,pero
no lo hace. Le aterra que Encarna se enfade
más todavía y no coja el tren. Si decide q ued ar­
se, M anolo se muere.
A h ora piensa en los «chicos», es decir, en su
15 hija M arina y en su yerno Juan Luis. H ace unos
meses que se han casado y los han invitado a p a­
sar una tem porada* con ellos. «En La C oruña
hace fresco», les habían escrito, «y M adrid es un
horno. Venid a pasar parte, del verano con no­
20 sotros». Encarna se había puesto muy contenta.
A sí podría intervenir* en la vida de su hija y en
la de su yerno. Y a lo hacía por teléfon o, pero no
era lo mismo. 600 kilóm etros que es la distancia
entre M adrid y La Coruña, son muchos kilóm e­
25 tros.
“ M anolo , ¿estás ton to? ¿V am os a estarnos
aquí hasta m añana?”
“ Y a voy mujer, no te enfades. Sólo era un respiro.”

24
Y a han llegado al final del andén. M anolo d e­
ja las m aletas en el suelo y busca con la vista el
tren que lleve a su mujer hasta La Coruña. No
se ve ningún tren a punto de salir. La éstación
está vacía.
“ ¿ Y ahora qué hacem os?” , pregunta a su mu­
jer.
“ Tú quédate aquí con las maletas. Y o voy al
bar a inform arm e.”

***

25
IV

El sol entra por el techo de cristal de la esta


ción. Parece que todos los rayos van a dar en la
cabeza calva* de M anolo. Éste suda, se seca el
sudor con el pañuelo, vuelve a sudar. No en-
5 cuentra un lugar donde sentarse un poco a des­
cansar. D ecide sentarse encima de las maletas.
Llega Encarna.
“ ¿Es que no tienes otro sitio donde sentarte?
¿No sabes que las maletas son nuevas? L eván ta­
lo te de ahí ahora mismo.”
“ No E n carn a, no tengo o tro sitio y me da
igual que las maletas sean nuevas o viejas. Y o de
aquí no me levanto.”
“ M ira, no quiero discutir, o te levantas o ...”
15 “ ¿O q u é?”
“ O me enfado y no cojo el tren .”
“ Bueno me levantaré. Siempre has de hacer
lo que quieras.”
“ Por cierto, es muy raro que la am enaza de no
20 coger el tren tenga tanto efecto. ¿Tantas ganas
tienes de perderme de vista11.”
“ Pero mujer. ¡Qué cosas dices! Tú tienes mu­
chas ganas de ir a La Coruña y yo quiero que te1

11 Perder de vista : dejar de ver a alguien.

26
des ese gusto. Adem ás, ¡hace tanto calor en M a­
drid ...!”
“ B ueno, no creas que me convences. Pero ya
discutirem os esto cuando vuelva. Entonces p re­
p á ra te.” 5
“ A nda Encarnita, tesoro, no te enfades. Te
voy a echar mucho de menos . ¿Te has en tera­
do de dónde sale el tren ?”
“ C laro que me he enterado. M e he enterado
de todo. No soy tan tonta como tú. Lo que pasa 10
es que el tren sale un poco más tarde de lo que
creíamos. No sale a las dos. Ése es el horario de
invierno. A h ora, en verano, lo han retrasado y
sale a las tres. En el andén número dos, vía tres,
ponen el tren a las dos y media. Vamos, ya no 15
queda mucho tiempo.
“ Pero Encarna, una hora de pie, al sol, sin
una som bra donde refu giarnos, sin un banco
donde sentarnos... Nos vamos a achicharrar*.
“ A nda, no protestes, coge las maletas y sígue­ 20
me. Por cierto, tenías razón, los m aleteros no
q u ieren venir, son unos m aleducados. D icen
que falta mucho tiempo. Bueno, ellos se lo pier­
den, ya falta muy p oco.”
«No tan poco», piensa M anolo. «La verdad es 25

12 Echar de menos: desear estar con alguien que se encuentra ausen­


te.

27
que yo ahogaría a esta mujer. Pero ¿y la cárcel?
No sólo la cárcel, es la madre de mis hijos. ¡Qué
ganas tengo de perderla de vista!».
«Y mi yerno», continúa pensando M anolo,
5 «hay que ser tonto para invitar a esta bruja.
¡Buen mes te espera, amiguito! ¡Tú te lo has
buscado! Espero que no se canse de ella y me la
envíe enseguida».
Y a han llegado al andén. No hay nadie. El sol
10 brilla con toda su intensidad, pasa por los cris­
tales del techo y toda la estación es como un in­
menso horno. M anolo está rojo como una am a­
pola*. G otas de sudor le escurren por su cabeza
y su cuello. La calva le brilla. No puede más, ne-
15 cesita una sombra, un banco, agua...
“ Encarna, aquí no podem os quedarnos una
hora. Nos vamos a deshidratar, se nos va a d e­
rretir* el cerebro, nos va a dar una lipotim ia*.”
“ ¡Qué exagerado eres! Y o no estoy tan mal.
20 H ace un poco de calor, es verdad, pero se p u e­
de aguantar. Adem ás, ahora ya no tienes que
llevar las maletas, puedes descansar.”
“ C óm o voy a descansar si no ten go don de
sentarme, si me estoy asfixiando*, si me m uero
25 de sed. M ira,no importa lo que digas, me voy a
sentar en las maletas. Cuando vuelvas te regalo
otras nuevas.”
“ Y o no quiero maletas nuevas cuando vuelva,

28
las quiero ahora, quiero presumir con ellas en el
tren y que lleguen a La Coruña perfectam ente.
¿Q uieres que tu yerno crea que somos pobres y
que viajam os con maletas viejas?”
“ A mí no me importa lo que crea mi yern o” , 5
piensa M anolo, “ lo que yo quiero es marcharme
de aquí. ¡Mi co ch e, con aire aco n d icio n ad o !
¡Tan fresco en verano, tan caliente en invier­
no!... Las dos menos cuarto... Y a falta m enos” .
“ ¿En qué estás pensando M an o lo ?” 10
“ En nada, mujer, en nada.”
«Es una lástima que hayan retrasado el tren»,
sigue pensando M anolo. «Voy a salir muy tarde
de aquí, a la hora de comer, y se liga mejor a
la hora del aperitivo. La barra de un bar elegan­ 15
te, chicas guapas. Invito a una de ellas a una co­
pa, luego a comer, luego... ¡Qué vida me espera!
Pero bueno, ¿qué le ha pasado a mi reloj? Se ha
parado. Pues el reloj de la estación también se
ha parado, tiene las dos menos cuarto. No, no se 20
han parado, es esa hora. El tiempo no avanza.
¡Qué calor, Dios mío! Creo que me voy a des­
mayar».
M anolo toma una decisión heroica.
“ Encarna, me voy a sentar en las m aletas.” 25

13 Ligar: seducir, relacionarse con personas del otro sexo, con inten­
ciones amorosas pasajeras.

29
“ M anolo, no se te ocurra.”
“ Me voy a desmayar, Encarna. M e estoy p o­
niendo malísimo.Me va a dar algo.”
“ Anda, no exageres, ya son las dos. Podrás
5 aguantar un poco más.”
El sol sigue penetrando por los cristales. C a ­
da vez es más fuerte. Incluso Encarna em pieza
a cansarse.
“ Encarna, Encarnita, guapa, déjame sentar­
10 me en las maletas. No las estropearé, te lo p ro­

m eto.”
“ Que no, M anolo, que no. Q ue se estropean.
Tú pesas m ucho.”
“ El sol las estropea más que yo. A nda, d éja­
15 me sentarme un poquito.”
Encarna no puede más, ella también quiere
sentarse, pero no le gusta dar la razón a M an o­
lo. Finalm ente el cansancio la domina.
“ Bueno, vamos a sentarnos. Pero sólo un p o ­
20 quito.”
“ Sí mi vida, como tú quieras.”
Pasa el tiempo. Llega algún viajero pregun­
tando por el tren de La Coruña. La m ayoría se
va al bar a tomar un refresco, hasta que pongan
25 el tren. M anolo los envidia.
Por fin colocan el tren. M anolo es feliz. A l fin
podrá dejar las maletas, sentarse en un asiento
de verdad, huir del sol y finalm ente alejarse de

30
su mujer.
Encarna ya se ha sentado en el tren, M anolo
está muy amable:
“ ¿Está bien, E n carn a?’ '
“ iA y, M anolo! Se nos ha olvidado a lgo .” 5
“ ¿ Q u é ? ” , pregunta M anolo tem blando. “ ¡No
será el b ille te !”
“ No, no, el billete está en mi bolso.”
“ ¡Ah, bueno! ¡Qué susto me has dado! El bi­
llete es lo más importante; si necesitas dinero, 10
yo llevo .”
“ No, no es dinero. Son revistas para el via je.”
“ M ujer, revistas. ¡Qué tontería! Eso no tiene
im portancia. Hablarás con tus com pañeros de
viaje y te distraerás.” 15
“ ¿ Y si son tontos? ¿Con quién hablo? ¿Con
quién me distraigo? Son diez horas. No, M ano­
lo. Y o sin revistas no viajo.”
“ Pero Encarna, por Dios, el quiosco* de las
revistas está al otro lado de la estación, casi en 20

la puerta ¿sabes cuántas veces he recorrido los


andenes?”
“ Tú verás. Y o sin revistas no viajo.”
“ Está bien. Tranquila. V oy por ellas.”
M anolo corre con todas sus fuerzas. R e so ­ 25
pla*. Jadea*. Se agota. Respira. V uelve a co ­
rrer, a resoplar, a jadear...
Llega al quiosco.

31
“ Q uiero revistas, rápido que se va el tren .”
“ ¿Q ué revistas q uiere?”
“ No sé... no me han dicho... T o d as.”
“ ¿Todas? ¿M e compra el quiosco?”
5 “ No, no, claro que no. Dém e unas cuantas.
D iez por ejem plo.”
“ T en ga.”
“ Gracias. A qu í tien e.”
“ Oiga, que le sobra m ucho” .
10 M anolo ya no le oye. Sigue corriendo, reso­
plando, jadeando... Se detiene, le duele el p e­
cho. No puede respirar.
«Me va a dar algo», piensa. «Me va a dar un
infarto* y no voy a poder disfrutar de mi lib er­
15 tad».
Se recupera. Sigue corriendo. El tren va a sa­
lir. D a a su mujer las revistas por la ventanilla.
“ Las revistas E ncarna.”
“ G racias M anolo, adiós.”
20 “ A d ió s.”

***

32
VI

El tren se ha ido. Encarna dentro. M anolo es


feliz, ya no le duele nada. Y a no hace tanto ca­
lor. Llega a su coche, entra, arranca y...
C atacrac... catacrac...
“ ¿Q ué ha sido eso ?” 5
“ ¿N o lo has visto? Ese M ercedes rojo ha teni­
do la culpa. Ha salido tan rápido de la estación
que no ha visto el sem áforo y ha chocado con el
cam ión.”
“ Pues el que iba dentro se ha salvado. M ira 10
como se queja. D ice que tiene las dos piernas
rotas.”
“ Se le ha estropeado el verano. Tendrá que
estar un mes o dos en el hospital.”
“ ¿A don de iría con tantas prisas?” 15

*♦ *

33
n
Las rebajas

Pilar y Teresa son amigas desde hace muchos


años. V iven en el mismo edificio. Las dos esp e­
ran con im paciencia las rebajas de verano. Les
gusta revolver en los montones de ropa, arreba­
tar* a otras m ujeres prendas* que estaban a 5
punto de comprar, discutir con los vendedores,
volver a casa y enseñar triunfalm ente sus mara­
villosas compras.
M añana es un día importante, empiezan las
esperadas rebajas. Las dos están excitadísimas. 10

V an siempre juntas porque así disfrutan mucho


más. La noche anterior se llaman por teléfono.
“ ¿S í?”
“ ¿Pilar? Soy Teresa. ¿No te habrás olvidado
de qué día es m añana?” 15
“ ¡Qué cosas dices! Estaba a punto de llam ar­
te.”
“ Tenem os que ir muy pronto. Hay que estar
en la puerta antes de que abran. A primera h o­
ra hay más cosas. Luego se llevan las cosas b u e­ 20
nas y dejan lo que no vale nada.”

35
“ Tenem os que ser las primeras. Y a sabes que
se form an unas colas* enorm es. A b ren a las
diez, ¿te parece que estemos allí a las nueve?
“ Perfecto. Salimos de casa a las o ch o .”
5 Paco lleva oyendo a su mujer todo el tiempo.
Odia las rebajas. Resultan carísimas. Siempre
hay que quedarse con un jersey dem asiado gran­
de o con una camisa dem asiado pequeña. T e r e ­
sa sigue hablando por teléfono.
10 “ Por cierto. ¿Q ué vas a com prar?”
“ ¿Y o ? ¡T odo!”
“ ¡Todo! ¡Qué exagerada eres!”
“ Necesitam os muchas cosas. No tenem os na­
da que ponernos.”
15 “ Lo mismo nos pasa a nosotros” . Paco está
cada vez más nervioso. Su mujer lleva media h o­
ra hablando por teléfono. No puede evitar el in­
tervenir:
“ Oye Teresa, ¿crees que con los ahorros de
20 las rebajas vamos a poder pagar la factura del
teléfono? ¡Cuelga de una v e z !”
“ ¿Q ué dices? Mira Pilar, corto, Paco está im­
posible. Hasta mañana a las ocho en p un to.”
“ Hasta mañana T eresa .”
25 Teresa cuelga y se dirige a su marido.
“ ¿Q ué te pasa a ti? ¿Es que no puedo hablar
por teléfono con quien q u iera?”
“ M ujer, el teléfono no es para largas con ver­

36
saciones. Adem ás puedes bajar dos pisos y ha­
blar con Pilar todo lo que quieras, que es gratis
y por teléfon o nos va a costar una fortu na.”
“ B ueno, no discutamos, vamos a cenar. Paco,
ya sabes que mañana te encargas del desayuno 5
de los niños y de la comida también. Y o me voy
muy pronto y no vuelvo hasta la hora de cenar.”
“ Sí, mujer; no te preocupes.”

***

II

A l día siguiente Pilar y Teresa salen felices de


su casa. V an a realizar uno de los ritos* más im­ 10

portantes del año: las rebajas.


El m etro va lleno. Las empujan. Las aplastan.
No importa, ellas con sus tarjetas de crédito van
tan contentas. Com prarán todo lo que quieran
y lo pagarán más tarde. Eso es maravilloso. 15
Llegan a los G randes Alm acenes. No son las
primeras. Unas cuantas mujeres agarradas a sus
bolsos esperan en la puerta.
“ Se nos han adelan tad o.”
“ No importa, no se lo van a llevar tod o.” 20
“ Iremos primero al departam ento de «Campo
y Playa». Y o necesito trajes de baño.”
“ D e acuerdo. Y o quiero comprar toallas de

37
playa, cam isetas de algodón, pantalones co r­
tos.”
“ Luego iremos al departam ento de «Hogar»,
a veces hay cosas interesantes.”
5 “ También hay que ir a la sección de «Punto»*
y a la de «Lencería»*. N ecesito renovar toda mi
ropa interior.”
“ También podemos mirar los departam entos
de ropa de invierno, quizá haya prendas bara-
10 tas, guantes, chaquetas, abrigos...”
“ D esde luego. Podemos mirarlo todo. T e n e ­
mos todo el día para nosotros.”
“ Cuanta gente hay ya, la cola da toda la vu el­
ta a la m anzana.”
15 “ Sí, hem os h ech o muy b ien v in ie n d o tan
pronto.”

***

38
III

A la diez en punto los G randes Alm acenes


abren sus puertas. Un río de mujeres deseosas
de com prar, se precipita* hacia dentro.
T eresa y Pilar se agarran del brazo. No quie­
ren perderse en el tumulto*. 5
“ Vam os primero al departam ento de «Campo
y Playa».”
D ecenas de com pradoras han tenido la misma
idea. M ontañas de bañadores, toallas, bikinis,
conjuntos playeros, etc... las esperan. 10

“ T eresa coge un bañador negro por un tiran­


te. O tra mujer lo hace por el otro.
“ Señora, yo lo vi prim ero” , dice Teresa.
“ Pero yo lo he agarrado antes” , contesta la
otra. 15
“ No pienso soltarlo” , dice Teresa. “ Es exac­
tam ente lo que necesito” .
“ Lo mismo me ocurre a mí y voy a quedarme
con é l.”
Cada una tira para un lado. El bañador se 20

rompe. Las dos mujeres lo sueltan rápidam ente


pero la vendedora lo ha visto. El bañador ha
quedado inservible.
“ Tendrán que pagarlo” , dice la vendedora.
“ No ha sido culpa mía” , dice Teresa. 25

39
40
“ Ni m ía” , contesta la otra com pradora.
V ien e el encargado del D epartam ento. Cada
una tiene que pagar la mitad. Este incidente* no
disminuye el entusiasmo de Teresa ni su fe en
las rebajas. 5

Pilar, Teresa y otros cientos de mujeres re co ­


rren incansablem en te las doce plantas de los
G randes A lm acenes. Son estrujadas*, pisotea­
das*. Les duelen los pies, no han comido en to ­ 10

do el día, pero son felices. Han discutido y p e­


leado con otras dien tas por los mismos objetos.
A veces han triunfado y a veces no, han com pra­
do muchas cosas y son dichosas.
A las ocho, los Grandes A lm acenes cierran 15
sus puertas. Un enjambre* de mujeres cargadas
de paquetes sale al exterior y allí, luchan de
nuevo por conseguir un taxi libre.
D espués de dos discusiones y tres peleas, T e ­
resa y Pilar han cogido un taxi para volver a sus 20

casas.
“ Pero señoras” , les dice el taxista. “ ¡Qué bar­
baridad! ¿Han vaciado ustedes los Grandes A l­
m acenes? ¿Tan barato estaba to d o ?”
“ Pues sí, lo estaba” , contesta Teresa, “ hemos 25
ahorrado mucho dinero” .

41
Es una hora punta1. El centro de la ciudad es
un inmenso atasco de tráfico, el taxi no se mue­
ve, en cambio el taxímetro corre muy deprisa.
Las dos amigas piensan en el precio del recorri-
5 do que cada vez es mayor.

***

1 Hora punta: las horas de entrada y de salida del trabajo, que son
las de más tráfico.

42
IV

A l cabo de una hora llegan a su casa. El p re­


cio del taxi ha hecho disminuir los ahorros de las
rebajas.
T eresa llama a su casa. A b re su marido.
“ ¿Q ué horas son éstas? M e tenías p reocupa­ 5
do. iSanto cielo! ¿D ónde vas con tanto paque­
te ? ”
“ A h o ra verás” , dice Teresa triunfalm ente y
em pieza abrir paquetes.
“ M ira, he comprado una batería* de cocina. 10

Una verdadera gan ga*.”


“ Pero si es igual a la que compraste en las re­
bajas del año pasado” .
“ No lo es. A qu ella era rosa con flores negras
y ésta es negra con flores rosas. Las cacerolas 15
son mayores y es de mejor calidad.”
“ Y o creo que no necesitábam os ninguna b a­
tería nueva.”
“ A h ora no. Pero ¿y si se nos rompe la que te ­
nemos? La compramos fuera de las rebajas y nos 20

cuesta el d ob le.”
“ Mamá, quiero cenar.”
“ Calla nena. A hora verás lo que te he com ­
prado a ti. Mirad una plancha* nueva.”
“ Pero si ya tienes dos.” 25

43
“ Ésta es mejor, es de vapor y te plancharé las
camisas estupendam ente.”
“ Y a las planchabas muy bien antes. Sincera­
mente creo que una plancha nueva no era n ece­
5 saria.”
“ M ira el bañador que te he com prado.”
“ ¿Q ué? ¿Cóm o me voy a poner eso? Parece
una piel de tigre.”
“ Es la última m oda.”
10 “ Y o eso no me pongo. Por mí, lo puedes tirar.”
“ Mamá ¿por qué no cenamos prim ero y luego
vemos el resto de las com pras?”
“ P aqu ito no seas pesado. T e he com prado
una raqueta de tenis. Estaba baratísim a.”
15 “ No necesito una raqueta de tenis, ya tengo
dos. Lo que yo quería era un balón de fú tb o l.”
“ Los balones de fútbol no estaban rebajados.
Otra vez será.”
“ Pero ¿qué hago yo con tres raquetas de tenis?”
20 “ Las guardas, así no habrá que com prarte una
cuando se te íom pa la que usas aho ra.”
“ Mamá, ¡vamos a cenar!, ¡tengo ham bre!”
“ A hora cenarem os nena, mira que blusa tan
bonita te he com prado.”
25 “ No me gustan las blusas de color ro sa.”
“ No hacéis más que protestar. No agradecéis
lo que he hecho por vosotros.”
“ Oye Teresa, los niños tienen razón, será m e­

44
jor que cenem os. Es ya muy tard e.”
“ Prim ero hay que verlo todo. Esta camisa es
para ti, P a co ”
“ P arece un poco pequeña.”
“ No lo creo, pruébatela.” 5
“ ¿ A h o ra ? ”
“ Sí, ah o ra.”
Paco se la pone.
“ M e queda estrech a.”
“ T e queda perfectam ente. M ete el estómago. 10
V es, así sí te abrochan* los b otones.”
“ No puedo respirar con ella p uesta.”
“ No exageres. ¿Q ué te parece este bikini p a­
ra m í?”
“ ¿Tan p eq u eñ o ? ¿C rees que tienes quince 15
años? Con ese bikini no estarás muy d ecen te.”
“ M e da igual. Me encanta. Es un poco p eq ue­
ño, pero los de mi talla se habían acabado.”
“ ¿ Y por qué lo has com prado?”
“ Era un regalo .” 20

***

45
V

Siguen así hasta media noche. Antes de acos­


tarse Teresa llama a su amiga:
“ ¿S í?”
“ P ilar, soy T eresa. ¿Q u é tal las com pras?
5 ¿Qué les han parecido?”
“ Psch. Regular. ¿Q ué tal tú ?”
“ También regular. No les gusta nada. Adem ás
con las prisas he confundido las tallas y todo es
demasiado grande o demasiado p equeño.”
10 “ A mí me ha pasado lo mismo. ¿Vam os m aña­
na y lo cambiamos to d o ?”
“ Será lo mejor. Paco se enfadará. O tra vez el
día entero con los niños.”
“ Tam poco a R afael le gusta mucho. Pero te ­
15 nemos que recuperar el dinero.”
“ D e acuerdo. Hasta m añana.”
“ Hasta mañana a las ocho en punto.”
A l día siguiente las dos amigas toman un taxi.
No pueden ir en metro o en autobús con tantos
20 paquetes. Es hora punta, hay mucho tráfico. El
precio del recorrido es, de nuevo, elevadísim o.
El día es una repetición del anterior. No pue­
den cambiarlo todo. No les devuelven el dinero.
No pueden evitar la tentación de comprar alguna
25 cosa más. Ahora van con más cuidado. Empiezan

46
a pensar que están despilfarrando* el dinero.
C uando cierran, se vuelve a repetir la lucha
del día anterior por coger un taxi. El precio de
éste es astronóm ico, vuelven a entrar en sus ca­
sas, pero menos eufóricas que la primera vez. 5
A l llegar comprueban que este segundo viaje no
ha servido para nada. Ahora, la camisa de Paco es
demasiado grande, la blusa de la nena también,
etc, etc... No van a poder utilizar casi nada.
Paco está muy enfadado. Teresa se ha gasta- 10

do la paga extraordinaria en las malditas reba­


jas. N o van a poder ir de vacaciones.
T eresa llama de nuevo a su amiga.
“ ¿S í?”
“ Pilar, soy Teresa. ¿Q ué ta l?” 15
“ M al. He vuelto a equivocarm e con las tallas
y he gastado más dinero del que debía.”
“ A mí me ha ocurrido lo mismo. M e he gasta­
do el dinero del apartam ento de la playa. Nos
hemos quedado sin vacaciones.” 20

“ N osotros tam bién.”


“ C reo que debíamos haber tenido más cuida­
do con el dinero.”
“ Y o también lo creo. El año que viene lo ha­
remos m ejor.” 2 25

2 Paga extraordinaria: cantidad de dinero que se recibe en Navidad


y en Julio, además del sueldo.

47
“ Eso es. El año que viene será diferente...
Anotarem os las tallas.. Iremos el primer día an­
tes de que abran... D ejarem os a los niños con los
maridos... Tom arem os un taxi a la vu elta...”

***

48
La cena de Navidad

Ram ón p ertenece a una familia muy tradicio­


nal. En su casa siempre se han celebrado mucho
las fiestas tradicionales, especialm ente la N avi­
dad.
«M ientras yo viva», había dicho una vez su 5
madre, «celebrarem os todos juntos la cena de
Navidad».
Ram ón es el más pequeño de su casa. Sus nue­
ve herm anos se han casado hace años y todos
tienen varios hijos. Todos los años, en casa de 10

Ram ón, cenan en N ochebuena, sus padres, sus


nueve hermanos, sus respectivos cónyuges y sus
veinticuatro sobrinos. En total cuarenta y cinco
personas alrededor de varias mesas im provisa­
das para la ocasión. Ramón se ha casado hace 15
pocos meses y este año serán cuarenta y seis,
pues Fátima, su mujer también cenará con ellos.
Fátima es hija única. En su casa son poco con­
vencionales* y no celebran dem asiado las fies­
tas. En Navidad cenaban como todas las noches 20

y luego leían, oían música, veían la televisión,


etc... A veces iban al cine. Todo muy tranquilo.
Este año está muy preocupada, supone que en

49
casa de Ramón todo va a ser distinto.
Varios días antes han em pezado a prepararse.
U na cena de N avidad se com pone de los si­
guientes platos: debe em pezar por un plato de
5 verdura que, casi siempre, es lom barda*, esp e­
cie de col roja con un sabor muy particular, des­
pués pescado, a menudo besugo*, y luego carne,
lo más tradicional es pavo. A continuación vie­
nen los postres: sopa de almendra, turrón, maza-
10 pán, frutas escarchadas, etc. . ? .
Comprar y preparar todo eso para cuarenta y
seis personas, no es nada fácil. La madre de R a ­
món ha distribuido el trabajo. A Fátim a le ha to ­
cado ocuparse de la verdura, ella tendrá que
15 preparar la lombarda.

***3

3 Sopa de almendras, turrón, mazapán, frutas escarchadas, etc...:


productos españoles típicos de Navidad.

50
II

“ Ram ón, yo no sé hacerlo. No he comido lom ­


barda en mi vida. No sé ni como es.”
“ Pero cariño, es un plato tradicional, en todas
las familias se sirve en N avidad.”
“ En todas no, en mi casa no hemos tomado 5
lom barda nunca.”
“ B ueno, no te preocupes, yo te acom pañaré
al m ercado y compraremos también un libro de
cocina en donde venga la receta adecuada.”
Van a una librería, hojean libros de cocina, en 10

ninguno viene la receta de la lombarda. Salen


un poco tristes. Van al mercado.
“ ¿C uánta lombarda habrá que com prar?”
“ No tengo ni idea, pero eso nos lo dice la ver­
d u lera*.” 15
Se dirigen a un puesto de «Frutas y verduras».
“ Por favor, señora, ¿cuánta lombarda hace
falta para unas cuarenta personas?”
“ D epende de lo que coman, hijita.”
“ Unos más y otros menos. Señora, por favor, 20

yo no tengo ni idea, un kilo, dos, tres, no sé.


“ La lombarda se vende por piezas. C reo que
debes llevar diez, con eso tendrás suficiente.”
“ ¿ Y puede decirme cómo se cocin a?”
“ Es muy sencillo. Atiende: se pica la lombar- 25

51
da, se lava bien, se deja escurrir*. Luego se cu­
bre de agua y se deja hervir una hora más o me­
nos. P o n es un p o co de sal m ien tras h ierv e.
Cuando está hervida, la vuelves a escurrir. En
5 una sartén fríes unos ajos, luego rehogas* la
lombarda, añades un poco de pimentón*, un p o­
co más de sal y ya está. Te gustará.”
“ G racias señora. No sabe el favor que me ha
h echo.”
10 “ D e nada guapa.”
* He*
III

“ ¿Dónde vamos a lavar tantas hojas de lombarda?


No tenemos ningún cacharro* tan grande.”
“ ¿ Y si probásem os en la b añ era?’ ’, dice R a ­
món que em pieza a ver las dificultades de la c e ­
na. 5
“ B uena id ea.”
L le n a n la b a ñ e ra , p ican la lo m b a rd a y la
echan en el agua. Cientos de hojas moradas flo ­
tan en su superficie. Fátima y Ramón las miran
aterrados. 10

“ ¿Cóm o las escurrimos? Ningún escurridor es


tan grande.”
“ Las ponemos en una toalla de baño, las envolve­
mos bien y luego retorcemos* la toalla para que es­
curra el agua.” 15
“ No se me ocurre nada m ejor” , dice Fátima.
“ ¿ Y cómo sacamos las hojas de la b añ era?” .
Es un asunto difícil. Si quitan el tapón* se
irán las hojas por el desagüe* y se atascará*.
“ Y a sé” , dice Ramón, “ con el caza-m aripo- 20
sas. >?
__ _
A sí lo hacen. Con paciencia van pescando de
la bañera las hojas de la lombarda y poniéndolas
encima de unas toallas colocadas en el suelo.
“ Bien, ya está. A hora doblamos la toalla y la 25

53
retorcem os, tú de un lado y yo de o tro .”
“ El suelo del cuarto de baño se va a poner per-
dido4” . “ No importa. Y a lo lim piaremos.”
C uand o term inan y abren la to alla, p arece
5 que ha pasado un camión por encima de la lom ­
barda. Está aplastada, rota.
“ ¡Qué mal aspecto tien e!”
“ No te preocupes, una vez hervida y reh oga­
da, no se notará.”
10 “ Y a veremos” , dice Fátima no muy convencida.
“ ¿ Y ahora qué hacem os? ¿C óm o la h e rv i­
mos? Nuestras cacerolas son pequeñas”
“ Lo haremos en varias veces.”
“ Pero cada vez es una h ora.”
15 “ No importa, tenemos todo el día por delan ­
te.”
“ ¿Estará terminada para la hora dé ce n a r?”
Ponen a hervir la lombarda en distintas ca c e ­
rolas, esta operación les lleva varias horas.
20 “ ¿Has puesto sal?”
“ En unas cacerolas sí y en otras no, ya no me
acuerdo bien.”
“ Vam os a volver a poner sal en todas por si
acaso.”
25 “ No sé que será p eo r” , dice Fátim a, “ qué es­
té sosa o dem asiado salada. O ye Ram ón, ¡qué

4 Ponerse perdido: mancharse mucho.

54
mal huele e sto !” .
“ La lom barda siempre huele así.”
E fe c tiv a m e n te , el d e sa g ra d a b le olo r de la
lom barda cocida ha invadido toda la casa.
“ Es repugnante” , dice Fátima, “ me dan ganas 5
de vom itar” .
“ Y a verás. A l final estará muy buena.”
“ L o du do.”
C uando terminan de hervirla, comprueban es­
pantados que la verdura se ha reducido a menos 10
de la mitad.
“ Oye, ¿qué ha pasado?”
“ No sé, parece que ha encogido.”
“ Con esto no hay para todos.”
“ Y o no pienso probarlo” , dice Fátima. 15
R eh ogarlo es más sencillo, pero la lombarda
se reduce todavía más. A las siete de la tarde ya
la tienen p reparada. D os cacero las llenas de
una lombarda de aspecto poco apetitoso.
“ D ate prisa Fátima. A mamá le gusta que v a ­ 20
yamos p ronto.”
“ A ntes tengo que ducharme, quiero que se
me vaya este olor tan nauseabundo*.”
“ D ate prisa, por favor.”
“ Bueno. A b re las ventanas.” 25
“ ¿Con este frío? ¿Estás lo ca ?”
“ Tiene que irse este olor. A qu í no se puede
respirar.”

55
IV

L leg a n a casa de Ram ón. Y a están tod os.


Ellos son los últimos. En la casa hay mucho ja ­
leo*. Los bebés lloran, los niños pequeños co ­
rren y gritan por toda la casa, los mayores oyen
5 música a todo volumen, los hombre en el salón
ven un partido de fútbol por televisión. Gritan,
discuten. A Fátima esta reunión fam iliar le p a­
rece un manicomio*.
Las mujeres están en la cocina. Fátim a se di­
10 rige hacia allí. Ramón se queda en el salón con

los hombres.
A l entrar en la cocina todas se vuelven hacia
Fátima:
“ ¿Cóm o llegáis tan tard e?”
15 “ Llevam os mucho tiempo esperándoos.”
“ ¿ Y la lom barda?”
“ ¿Por qué has hecho tan p o ca?”
“ A lguno no va a poder probarla.”
“ Vam os a poner la mesa y a cen ar” , dice la
20 madre de Ramón.
Empiezan a servir el primer plato, la lom bar­
da.
“ ¿Q uién ha hecho esto? Está saladísim o” , di­
ce alguien.
25 “ Pues esto apenas tiene sal.”

56
“ L o he hecho y o ” , dice Fátima.
“ ¡Fátima no sabe cocinar! ¡Fátima no sabe coci­
nar!” , gritan todos juntos los sobrinos de Ramón.
A continuación viene el besugo.
“ Está estupen do” , dice uno. 5
“ A mi mujer el besugo a la espalda^ le sale ri­
quísim o” , contesta otro.
D espués viene el pavo. La madre de Ram ón
protesta.
“ ¿Quién ha puesto nueces* en el pavo? El pavo se 10

rellena con piñones* y ciruelas, nunca con nueces.”


“ L o siento mamá, se me habían acabado los
piñones.”
“ ¡Q ue no se vuelva a rep etir!”
“ F átim a, com e un poco más, com es menos 15
que un p ájaro .”
“ Es que no estoy acostum brada a cenar tan­
to .”
“ ¿En tu casa no celebrabais la Navidad? Pobreci-
ta, pero no te preocupes, aquí la celebrarás todos los 20

años.”
Todos hablan a la vez, los niños gritan, can­
tan, utilizan los cubiertos para hacer ruido. F á ­
tima piensa en su familia, sus padres estarán
oyendo música, leyendo, quizá hayan ido al cine 25

5 Besugo a la espalda: modo de cocinar el besugo, se hace al hor­


no con vino blanco y limón.

57
o al teatro, en Navidad suele haber estrenos in­
teresantes.
A media noche siguen sentados a la mesa. D e ­
lante de ellos tienen bandejas llenas de dulces
5 de Navidad.
“ Y ahora que hemos terminado vamos a can ­
tar villancicos*. Los niños tocarán las zam bom ­
bas y las panderetas^.”
Los niños están encantados de poder seguir
10 haciendo ruido. Corren hacia sus instrum entos
musicales.
“ Fátima, canta un villancico.”
“ Pero... es que yo ...”
“ ¿Q ué pasa? ¿No sabes?”
15 “ ¡Fátima no sabe cantar villancicos! ¡Fátima no sa­
be cantar villancicos! ¡No sabe!” , gritan los niños.
“ ¡Niños! ¡Silencio!”
“ Vam os Fátima canta, eres la más joven, d e­
bes em pezar tú. Es la costum bre.”
20 “ Realm ente es que no sé ningún villan cico .”
“ ¡No sabe! ¡No sabe! ¡No sab e!” , vuelven a
cantar los niños.
“ H ijita” , dice la madre de Ram ón. “ P arece
im posible. En todas las fam ilias esp añ olas sé
25 cantan villancicos” .

6 Zambombas y panderetas: instrumentos musicales que se tocan


en Navidad.

58
Ram ón va en su ayuda:
“ No importa, que nos escuche y así apren de­
rá. El año que viene cantará con nosotros.”
“ Está bien. Y a sabéis, cada uno un villancico
distinto. No vale repetir. Empieza tú, Ram ón.” 5
Ram ón canta su villancico. Le siguen sus her­
manos y hermanas, sus cuñados y cuñadas, in­
cluso algún sobrino mayor canta también. Los
pequeños siguen con las zambombas y las pan­
deretas. 10
Son las dos de la mañana. Es la hora de las
despedidas.
“ ¿Lo has pasado muy bien, verdad hijita? Y a
verás el año que.viene. Será aún mejor. Sabrás
hacer lombarda y cantarás villancicos.” 15
Ram ón y Fátima salen a la calle. A Fátima el
frío de la noche le parece una liberación.

♦ ♦

59
60
Ejercicios

Antonio, el electricista

A) DE COMPRENSIÓN

T eniendo en cuenta el relato, diga qué afir­


m aciones son correctas y cuáles no:
1. Antonio arregla la calefacción de su vecina
Carmen.
2. A l gato de Doña Fernanda no le gustan los
dibujos animados.
3. Los clientes de A ntonio le invitan a una ca­
ña, de vez en cuando.
4. La mujer de A ntonio se llama María.

B) DE GRAMÁTICA

Siguiendo el ejemplo propuesto,ponga las pa­


labras siguientes en diminutivo:
aceituna...........aceitunita
1. c a ñ a ......................
2. c a s a ......................
3. a n c ia n a ...............
4. v e c in a ..................

61
C) DE LÉXICO

Elimine la palabra que por su significado no


pertenezca al grupo.
1. caña, aceituna, gato, jamón.
2. avería, arreglo, reparación, ordenación.
3. chiflado, loco, espléndido, ido.
4. salón, aparato, cocina, comedor.

La Estación del Norte

A) DE COMPRENSIÓN

Diga qué personaje habla y a quién.


Ejem .:“Afo se te ocurrirá llevar las maletas ”
¿Quién habla?... Encarna. ¿A quién?... A
Manolo.

1. “ ¿En qué tren va a viajar?”


2. “ Está bien, tranquila. Voy por ellas” .
3. “ Oiga, que le sobra m ucho” .
4. “ Yo, sin revistas no viajo” .

' 62
B) DE GRAMÁTICA

Siguiendo el ejemplo propuesto, ponga los ad­


jetivos siguientes en superlativo.

M anolo está fatigado ......... Manolo está fati-


gadísimo
1. Encarna está e n fa d a d a .....................
2. Los m aleteros son sim páticos.....................
3. M anolo es g rac io so .........................
4. Mi mujer está fu rio s a ......................

C) DE LÉXICO

Haga cuatro grupos de palabras según su sig­


nificado.

M ajestuoso, espléndido, invierno, tem pora­


da, años, verano, amenazar, pelear, prim a­
vera, m aravilloso, otoño,m eses, discutir,
días, enfadarse, magnífico.

M ajestuoso ..............
Invierno ...................
Tem porada ..............
D isc u tir.....................

63
Las Rebajas

A) DE COMPRENSIÓN

1. Escriba las preguntas que corresponden al


diálogo siguiente:
A. -
B. - Un bañador para mí y una camisa para
Paco.
A. -
B. -D e acuerdo, a estas horas el m etro va
lleno.

2. Complete las frases siguientes escogiendo


las palabras adecuadas entre las tres p ro ­
puestas:
gana /ahorra/consigue
a) En las rebajas s e .......... mucho dinero.
plancha ¡raquetalcamisa
b) Con e s t a .......... voy a jugar muy bien.
cara/buena/barata
c) Es una camisa m uy........ Es casi un regalo.

' 64
B) DE GRAMÁTICA

Sustituya las palabras en cursiva por uno de


los pronombres: loy lay losy las
1. Teresa compra una plancha.
2. Paco prepara los desayunos.
3. Paco no quiere rebajas.
4. Las dos amigas se gastan el dinero.

C) DE LÉXICO

Una cada palabra de la columna A con la co-


rrespondiente de la B.
A B
1. rebajas a. tenis
2. raqueta b. bañador
3. apartam ento c. Grandes Almacenes
4. tirantes d. playa

La cena de Navidad

A) DE COMPRENSIÓN

1. Completa esta frase:


U na cena navideña tradicional está com­
puesta por:
lü p la to .................
2o p la to .................
3^i plato ................
4o p la to .................
postres .................

65
Ponga en orden los siguientes a c o n te c i­
mientos:
a) Ramón canta un villancico.
b) Los hermanos de Ramón ven un partido
de fútbol en televisión.
c) Ramón y Fátima van al mercado.
d) Los niños tocan la zambomba y la pan­
dereta.

M arque con una cruz los lugares que a p are­


cen en el relato:
D estación D librería
D iglesia D almacenes
D mercado D calle de ciudad

Ponga detrás de cada personaje del relato


el adjetivo que le parezca más adecuado,
entre los cinco propuestos: tímido, autorita­
rio», amable, ridículo, inseguro.
Fátima e s ............................
La verdulera e s ...........................
Ramón e s ...........................
La madre de Ramón e s ..........................

'66
B) DE GRAMÁTICA

Com plete las frases siguientes con las formas


correspondientes del verbo comprar.
1. Fátim a y Ramón .. ................ un libro hace
un par de horas.
2. En el m ercado de frutas y verduras no se
p u e d e n ................... .... camisas.
3. La p a r e ja ................ .... una pandereta, si su-
piese dónde.
4. M ie n tra s................. ... la lombarda, llovía in-
tensam ente.

C) DE LÉXICO
M arque con una cruz la respuesta adecuada.
¿Q ué quieren decir las palabras siguientes,
dentro del relato?

□ hacer una gran fiesta.


1. celebrar
□ tom ar una copa.
□ partir en trozos pequeños.
2. picar
□ dar golpes con un pico.
□ herm ano de la m adre o
3. sobrino
□ hijo de un herm ano o de
una hermana.

4. música a todo □ muy alta,


volumen □ muy rápida.
67
Claves de los ejercicios

Antonio, el electricista

A) DE COMPRENSIÓN

1. incorrecta.
2. incorrecta.
3. correcta.
4. correcta.

B) DE GRAMÁTICA

1. cañita.
2. casita.
3. ancianita.
4. vecinita.

C) DE LÉXICO

1. gato.
2. avería.
3. espléndido.
4. aparato.

68
La Estación del Norte

A) DE COMPRENSIÓN

¿Quién habla? ¿A quién?


1. Un m aletero. A Manolo
2. M anolo A Encarna
3. El vendedor de p e­ A Manolo
riódicos
4. Encarna A Manolo

B) DE GRAMÁTICA

1. enfadadísima.
2. simpatiquísimos.
3. graciosísimo.
4. furiosísima.

C) DE LÉXICO

1. majestuoso, espléndido, maravilloso, mag­


nífico.
2. invierno, verano, primavera, otoño.
3. tem porada, años, días, meses.
4. discutir, pelear, enfadarse, amenazar.

69
Las rebajas

A) DE COMPRENSIÓN

1. A. ¿Qué vas a comprar?


A. ¿Tomamos un taxi?

2 a) ahorra.
b) raqueta.
c) barata.

B) DE GRAMÁTICA

1. Teresa la compra.
2. Paco los prepara.
3. Paco no las quiere.
4. Las dos amigas se lo gastan.

C) DE LÉXICO

1. rebajas, c. Grandes Almacenes.


2. raqueta, a. tenis.
3. apartam ento, d. playa.
4. tirantes, b. bañador.

70
La cena de Navidad

A) DE COMPRENSIÓN

1. 1er plato: lombarda


2o plato: besugo
3er plato: pavo
postres: mazapán, turrón, sopa de alm en­
dras, frutas escarchadas...
2. c) Fátim a y Ramón van al m ercado.b) Los
herm anos de Ramón ven un partido de fút­
bol en televisión, d) Los niños tocan la zam­
bomba y las panderetas, a) Ramón canta un
villancico.
3. mercado, librería, calle de ciudad.
4. Fátima es tímida. La verdulera es amable.
Ramón es inseguro. La madre de Ramón es
autoritaria.

B) DE GRAMÁTICA

1. han comprado.
2. comprar.
3. compraría.
4. compraban.

71
C) DE LÉXICO

1. celebrar: hacer una gran fiesta.


2. picar: partir en trozos pequeños.
3. sobrino: hijo de un herm ano o de una h er­
mana.
4. música a todo volumen: música muy alta.

***

72
VOCABULARIO MULTILINGÜE
ESCENAS DE LA CIUDAD

ESPAÑOL INGLÉS

achicharrar to roast
abrochar(se) to button
adquisición, la acquisition
amapola, la poppy
5 arrebatar to snatch
asfixiar(se) to suffocate
atascar to clog
avería, la leakage
aviso, el notice

10 batería, la kitchen utensils


besugo, el sea bream
bronca, la row

cacharro, el pot
calva, la bald patch
15 cola, la queue
convencional conventional

chiflado/a crazy

derretir to melt
desagüe, el drainpipe
20 despilfarrar to waste

enjambre, el swarm
escurrir to drain

74
FRANCÉS ALEM ÁN

brüler rosten
boutonner zuknópfen
acquisition r Erwerb
coquelicot r Mohn
arracher entreiBen
étouffer ersticken
boucher verstopfen
panne r Schaden, e Panne
avis e Nachricht,
Benachrichtigung
batterie s Küchengeschirr
dorade e Meerbrasse
bagarre r Zank/ r Krach

pot r Topf
chauve (Manolo war) kahl
queue e Schlange
conventionnel wenig formal,
unkonventionell
cinglé verrückt

fondre schmelzen
déversoir AbfluB, Abwasserleitung
gaspiller durchbringen, ausgeben

essaim e Schwarm
égouter auswringen

75
ESPA Ñ O L IN G L É S

estrujar to press

ferretería, la hardware store


25 fundido/a fused

ganga, la bargain

incidente, el incident
infarto, el heart attack
intervenir to take part

30 jadear to pant
jaleo, el fuss
juerga, la spree

lencería, la lingerie
lipotimia, la dizzy spell
35 lombarda, la red cabbage

maletero, el porter
manía, la foible
manicomio, el madhouse

nauseabundo sickening
40 nuez, la nut

pimentón, el paprika
piñón, el pine kernel
pisotear to íread down
plancha, la iron

76
FRANCÉS ALEM ÁN

presser ausdrücken, auspressen

quincaillerie Eisenwarengescháft
grillé durchgebrannt 25

aubaine r Glücksfall, Gelegenheit

incident r Zwischenfall
infarctus rInfarkt
intervenir anlegen, investieren

haleter keuchen 30
tapage s Durcheinander
noce r Rummel,
s Durcheinander
lingerie e Wásche
lipothymie e Ohnmacht
chou rouge r Rotkohl 35

porteur r Gepácktráger
manie e Sucht
asile d’aliénés s Irrenhaus

nauséabond ekelerregend
noix e Nufí 40

paprika r Paprika (gemahlen)


pignon r Pinienkern
piétiner treten, festtreten
fer á repasser s Bügeleisen

77
ESPA Ñ O L IN G L É S

45 precipitarse to rush
prenda, la garinent
punto, el knit

quiosco, el news stand

rehogar to toss
50 resoplar to snort
retorcer to wring
rito, el rite

sobrar to remain

tapón, el plug
55 temporada, la time
tornillo, el screw
tumulto, el tumult

verdulera, la greengrocer
vergüenza, la shame
60 villancico, el Christmas carol

78
FRANCÉS ALEM ÁN

se précipiter sich hineinstürzen


vétement s Kleidungsstück
tricot e Strickwaren

kiosque r Zeitungskiosk

faire sauter schmoren, dünsten


souffler schnauben
tordre auswringen
rite s Ritual

rester übrigbleiben

bouchon r Stópsel
séjour e Zeit
vis e Schraube
tumulte r Tumult

marchande dé légumes e Gemiisefrau


honte e Scham
chant de Noel s Weihnachtslied

79
£Ar\tr\fcLda dLA|£VXALtLvwA

ESCENAS DE LA CIUDAD

La vida en una gran ciudad como Madrid


puede ser una tentación para la aventura.
Un marido deseando enviar a su esposa de
vacaciones para quedarse solo.
La vida puede ser una locura con su tráfico
insoportable y teniendo que recorrer sus
calles para acudir al trabajo. O bien
intentando ser la primera en las rebajas
de los grandes almacenes.
En Madrid también se reúnen las familias
para las fiestas familiares. Es una tradición
hacerlo en las fiestas navideñas. Aunque
a veces ocurren accidentes...

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