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PSICOLOGÍA «: la

SUSTENTABILIDAD
Un análisis de lo que nos hace
pro ecológicos y pro sociales

Víctor Corral Verdugo

EDITORIAL Y
TRILLAS Y
El saber de mis hijos
hará mi grandeza aSEVerda e
du

Conducta
proecológica

ACCIONES DE CONSERVACIÓN
DEL ENTORNO

La conducta proecológica (CPE) constituye uno de los tipos de ac-


ción clave para lograr los ideales del desarrollo sustentable. No es po-
sible satisfacer las necesidades de los seres humanos sin contar con un
“capital natural” (esto es, los recursos de la naturaleza) que posibilite el
acceso a alimentos, refugio, medicamentos, entornos para la restaura-
ción psicológica, vestido y otros elementos que hacen posible una vida
digna o, por lo menos, la supervivencia (European Communities, 2008).
Se requiere, por lo tanto, una gestión ambiental que evite o minimice
los efectos de la acción humana en el entorno cuando dicho capital
natural sea extraído y manejado (Pol, 2002b, Valera, 2002). Los propó-
sitos de la CPE son, precisamente, la conservación de esos recursos y
evitar su deterioro (Grob, 1990; Saunders, 2003).
Los recuentos anuales del estado del mundo revelan una preocupan-
te pérdida de recursos naturales, muchos de los cuales no son renova-
bles: Gardner y Prugh (2008), por ejemplo, señalan que:

* Las concentraciones de bióxido de carbono atmosférico se en-


cuentran en sus niveles más altos en los últimos 650000 años; la
temperatura de la Tierra se encamina a niveles no experimenta-

59
60 Sección Il. Conductas sustentables

dos en millones de años y el océano Ártico podría estar libre de


hielo para el año 2020.
+ Una de seis especies de mamíferos se encuentra en peligro de
extinción en Europa y todas las especies marítimas podrían co-
lapsar para el 2050.
» El número de zonas muertas por la desaparición del oxígeno en
los océanos se ha incrementado de 149 a 200 sólo en los últimos
dos años, amenazando las poblaciones de peces que se asientan
en sus vecindades.
+ La contaminación del aire está ocasionando millones de muertes
prematuras, especialmente en los países pobres.
* En Norteamérica, la disminución en el número de abejas, murcié-
lagos y otros polinizadores esenciales, amenaza los cultivos y los
ecosistemas.
+ La idea de que se aproxima un pico en la producción mundial de
petróleo, para experimentar posteriormente una abrupta caída,
ha pasado a ser un conocimiento convencional, después de ha-
berse considerado una especulación alarmante.

A estas señales se suman las malas noticias acumuladas durante déca-


das: una producción exagerada de desechos sólidos no degradables en
todos los rincones del planeta (O'Meara, 1999); la desaparición de espe-
cies en los ecosistemas aéreos, marinosy terrestres (Millennium Ecosystem
Assesment, 2005); la pérdida de fertilidad en el suelo apto para agricultura
(Brown $ Flavin, 1999); una escasez creciente de agua, insuficiente para
dotar de manera satisfactoria a toda la población mundial (Bridgeman,
2004), entre muchas más instancias que muestran que la crisis ambiental
es una desagradable realidad provocada por la acción humana.
Es claro el componente conductual de estas señales: La degrada-
ción de los recursos naturales es producto del comportamiento depre-
dador, egoísta y cortoplacista de los seres humanos (Gifford, 2007a)
porlo que se requiere instaurar un patrón de comportamientos alterna-
tivos —la conducta proecológica—, que contrarreste a la que provoca los
daños al entornofísico.
La conducta proecológica puede definirse como “el conjunto de
acciones deliberadas y efectivas que responden a requerimientos socia-
les e individuales y que resultan en la protección del medio” (Corral,
2001, p. 36). La deliberación es un componente esencial de la conduc-
ta de protección del entornofísico de acuerdo con esta definición y con
los planteamientos de Emmons (1997), para quien sólo el comporta-
miento que tiene el propósito de cuidado del entorno puede ser califi-
Cap. 3. Conducta proecolón ca 61

cado como proambiental. Lo anterior dota a la CPE de un componente


temporal: la propensión al futuro de los actos proambientales, dado
que la persona, al actuar propositivamente, anticipa las consecuencias
de esos actos (Joreiman et al., 2001; 2004). Otro componente importan-
te de la CPE es su efectividad, ya que resuelve problemas ambientales
ante requerimientos establecidos por la sociedad o por el individuo
mismo que despliega ese comportamiento (Corral, 2002). De esta ma-
nera, la CPE se mide en función de los resultados que produce: el cui-
dado de los recursos naturales (Corral, 2001).
También, de acuerdo con la definición dada, la conducta proecoló-
gica se da ante exigencias del entorno social de los individuos. Esto
significa que esa conducta, como la mayor parte de la que despliegan
los seres humanos, se encuentra regida por normas sociales. Si las per-
sonas son requeridas por su cultura particular a desarrollar acciones de
cuidado del medio ambiente, es más probable que las lleven a cabo
que cuando esas normas no están presentes (Hunecke, Blóbaum, Ma-
trhies £ Hoóger, 2001). Por lo anterior, es importante estudiar los con-
textos sociales en los que viven las personas y las normas ecológicas
presentes en ellos, como inductoras de CPE.

TIPOS DE CONDUCTAS PROECOLÓGICAS

Los investigadores en el campo de la psicología ambiental han es-


tudiado una buena variedad de conductas proecológicas, así como sus
determinantes. Aunqueal inicio de la investigación en el área se mos-
traba un sesgo por comportamientos comoel reciclaje, el ahorro de
energía y las acciones de estética ambiental (Corral, 2001), la compleji-
dad y el agravamiento de los problemas ecológicos ha obligado el es-
tudio de un gran número de conductas con impactos ambientales. Las
siguientes son algunas de ellas:

Reducción en el consumo de productos. La disminución en la compra


y uso de productos constituye una acción contrapuesta a las prácticas
consumistas que agobian el capital natural del entorno. Las personas de
naturaleza frugal (véase cap. 4) deciden voluntariamente vivir de manera
más simple, evitando lujos, ostentación y derroche y consumiendo sólo
lo necesario para evitar el despilfarro de recursos (De Young, 1991;
Iwata, 2002). Lo anterior, evita además la acumulación de basura y la
inequidad en la utilización de bienes (Chokor, 2004). Un rubro en el que
la disminución es importante se refiere al consumo de carne, especial-
62 Sección If. Conductos sustentables

mente la de ganado vacuno, por la carga que representa su engorda a


los ecosistemas (FAO, 2006). Esto aplica también al consumo de especies
marinas de gran tamaño (Worm, Barbier, Beaumontet al., 2006).
Reuso de desechos. El reuso implica la reutilización de un objeto, en
lugar de desecharlo a la basura (Corral, 1995). Esta práctica es más pro-
ecológica que el reciclaje pues no requiere energía para reconvertir el
producto por conservar. Antes de la difusión de los ideales del consu-
mismo y de la cultura de los contenedores no retornables las personas
reusaban objetos como empaques de comida, envases de vidrio y de
metal, ropa, papel, bolsas. Además, no recibían bolsas de plástico para
empacar las compras en los abarrotes; la leche, los refrescos, la cerveza
y otros líquidos eran vendidos en envases retornables. Aún en algunos
lugares de cultura más tradicional y en zonas de pobre ingreso econó-
mico se acostumbra la reutilización de productos.
Reciclaje. Esta acción implica la práctica más difundida de control de
desechos sólidos en las sociedades industrializadas. Consiste, inicialmen-
te, en separarla basura en conjuntos (orgánica, inorgánica) y subconjun-
tos (madera, residuos de comida, papel), de productos desechados. Pos-
teriormente, los desechos son tratados en fábricas especializadas para
generar nuevos productos. El reciclaje genera un menor impacto ecoló-
gico positivo que el reuso o la reducción del consumo (ya que produce
un cierto nivel de contaminación en el reprocesamiento de los produc-
tos). Sin embargo, desde el punto de vista social tiene una repercusión
positiva pues es generador de empleos (Corral 8 Pinheiro, 2004).
Acciones de estética ambiental. Comprenden conductas de limpieza
y mantenimiento de escenarios urbanos —barrios, parques, sitios públi-
cos— o contextos naturales (Oskamp $: Schultz, 2006). Aunque relacio-
nadas con las acciones de control de desechos sólidos, este tipo de
comportamientos tiene como propósito central conservar limpios los
sitios en los que se desarrollan las actividades humanas, más que la
disminución del consumo o la generación de desechos (Corral, 2001).
La colocación y el uso de recipientes para la basura, que sean visibles
y accesibles a las personas y el involucramiento en campañas de lim-
pieza son instancias de este tipo de comportamiento.
Compra de productos amigables para el ambiente. La adquisición
de productos no contaminantes como detergentes biológicos, sistemas de
control de plagas no tóxicos, objetos reusados o reciclados, productos
certificados como ambientalmente no dañinos, rociadores que evitan la
destrucción a la capa de ozono, gasolinas libres de plomo, pilas o ba-
terías eléctricas recargables, productos desprovistos de empaque, y
otros similares, representan un respiro al ambiente (Gatersleben, Steg
Cop. 3. Conducto proecológica 63

£ Vlek, 2002; Thggersen, 2005). La suma de los esfuerzos individuales


en este sentido genera un cambio significativo en la carga de contami-
nantes que día a día se deposita en la Tierra.
Elaboración de composta. Esta práctica inicia con la separación de
los residuos orgánicos de la basura para someterlos posteriormente a
un tratamiento de descomposición (Taylor £ Todd, 1997), usualmente
enterrando los residuos en el patio de la casa, o mezclándolos en una
licuadora. La mezcla es utilizada como abono o fertilizante para huertos
y jardines. La elaboración de composta implica una forma de conserva-
ción de objetos de desecho, en este caso orgánicos, que de otra mane-
ra llegarían a la basura, propiciando contaminación.
Aborro de agua. La crisis de la escasez de agua apta para consumo
se encuentra entre los primeros lugares de los problemas ambientales
a nivel mundial (Brown « Flavin, 1999). Su solución implica reducir
significativamente el consumo en escenarios residenciales, públicos y
de trabajo, así como optimizar su uso y evitar el desperdicio en la agri-
cultura (Moser, Ratiu £ de Vanssay, 2004; Carlos, 2004). Esto implica,
entre otras cosas, dotar a la población de habilidades y competencias
para el cuidado del líquido en todos los usos, especialmente en aque-
llos en los que el desperdicio es mayor (Corral, 2002).
Ahorro de energía eléctrica. Este conjunto de acciones involucra
conductas como fijar el termostato de sistemas de calefacción y aire
acondicionado a niveles de bajo consumo, emplear muebles y disposi-
tivos ahorradores de energía en el hogar, utilizar escaleras en lugar de
ascensores y elevadores eléctricos, instalar celdas solares o sistemas
de energía de fuentes renovables, apagar y/o desconectar aparatos eléc-
tricos y electrónicos cuando no se encuentran en uso, y otras similares
que produzcan una disminución en el uso y gasto de energía (Gatersle-
benet al., 2002; Stern, 2000).
Disminución del uso de automóviles. El uso del automóvil represen-
ta una de las fuentes principales de emisión de gases de invernadero y
otros contaminantes, por lo que evitar o disminuir ese uso implicaría
una mejoría en la calidad del aire (Joreiman, Van Lange < Van Vugt,
2004). Alrededor del mundo un número creciente de personas utilizan
transportación alternativa al uso de automóviles, como bicicletas, tran-
vías, metro, autobús o, simplemente, caminan.
Aborro de combustible. Una acción que, de manera indirecta, dismi-
nuye el gasto de combustible en autos, barcos o aviones es la compra
de productos alimenticios locales y de temporada, ya que, al hacerlo,
no es necesario el transporte de esos productos desde los lugares de
origen, algunos de los cuales pueden estar a miles de kilómetros (Kai-
64
Sección Il. Conductos sustentables

ser, 1998). Disminuir los viajes a


lugares lejanos, especialmente por
vía aérea, también afecta negativam la
ente al gasto de combustible e, in-
cidentalmente, a los niveles de cont
aminación.
Lectura de tópicos ambientales.
Dado que el conocimiento de los
pro blemas ambientales y sus soluciones
se constituyeen un prerrequi-
sito para el cuidado efectivo del
ambiente, la búsqueda y adquisic
de información a este respecto con ión
forman un tipo importante de con-
ducta proecológica (Hsu, 2004).
Los medios de comunicación masi
aparte de los libros y revistas especializadas va,
y numero sos sitios de la
Internet contienen esta informac
ión.
Persuasión proecológica. Las pers
onas con orientación proambiental
persuaden a otros de la necesidad
de cuidar el entorno. Pueden lograr
a través del convencimiento, la inst esto
rucción, la discusión o enseñanza
procedimientos con los cuales se de
puede proteger el medio, el mod
miento de la CPEo, incluso, llamando ela-
la atención a aquellos que contami-
nan o desperdician recursos (Corral,
Hess, Hernández $ Suárez, 2002).
Cabildeo proambiental. Una for
ma eficiente de protección del
torno se produce en el contexto en-
político, presionando o convencie
a legisladores de la necesidad de ndo
aprobarleyes a favorde la protecci
de especies, ecosistemas o recursos ón
naturales, Dado que los político
son muy sensibles a estas presione s
s —especialmente en tiempos elec
rales— se requiere de la suma de to-
un buen número de individuos
Pos, para lograr que dicha presión o gru-
produzca resultados (Suárez, 2000
Diseño y construcción Proecológico ).
s. La planeación y construcción
de residencias, espacios laborales,
áreas de convivencia y Otros esce
rios, respetando al máximo el ent na-
orno natural circundante y econom
zando el uso de energía, forman part i-
e del diseño proecológico (Kellert
Heerwagen £ Mador, 2008). Al com ,
binarse la construcción de ambien
tes proecológicos con la conviven -
cia que conlleva habitar esos esce
rios, se promueve estilos de vida na-
sustentables (Kirby, 2003).
Cuidado de ecosistemas. Comprende
el involucramiento de las per-
sonas en problemas locales com
o la degradación de ecosistemas
restauración. Syme, Beven £ Sum y su
ner (1993) describen las motivaci
y situaciones que promueven el invo ones
lucramiento de personas en activi-
dades de protección de un pantan
o en Australia. Otra experiencia
de Baasell-Tillis y Tucker-Carver esla
(1998), quienes describen las prác
de cuidado y de degradación de tica s
los ecosistemas marinos en EUA
los dueños de embarcaciones de por
recreo.
Planificaciónfamiliar. Para asegurar
la calidad de vida de las presen-
tes y las futuras generaciones se
requiere una suficiente provisión
Ira, agua y energía. Más de tres de tie-
mil trescientos millones de personas
se
Cap. 3. foncucto proecolégica 65

encuentran desnutridas y existe un desbalance entre el creciente número


de seres humanos ylos recursos necesarios para sustentarlos. Es necesa-
rio hacer entender a las personas, independientemente de su origen cul-
tural, que el crecimiento poblacional desmedido daña los recursos de la
Tierra y disminuye el bienestar humano (Pimentel £ Pimentel, 2006). La
decisión consciente de las personas —y la acción correspondiente- de li-
mitar el número de nacimientos en su familia, con el propósito de paliar
el impacto humano en la biosfera es un tipo de conducta proecológica
por desarrollar en las presentes y futuras generaciones (Bandura, 2002).

Los comportamientos arriba enunciados se estudian empleando


una buena variedad de instramentos. La tabla 3.1 ejemplifica el uso de
instrumentos de medición del comportamiento proecológico, en este
caso a través de la escala de Conducta Ecológica General de Kaiser
(1998), en una versión reducida.

Tabla 3.1. Versión corta de la Escala de Conducta


Ecológica General de Kaiser (1998).

De las siguientes conductas, por favor indique qué tan frecuentementelas lleva a cabo.

0=Nunca 1 = Casinunca 2 = Casi siempre 3 = Siempre

. Espero tener una carga completa de ropa antes de meterla a la


lavadora
2. Manejo en las vías rápidas a velocidades menores a 100 km/h
3. Guardo y reciclo el papel usado
4. Separo botellas vacías para reciclar
5. Le he hecho saber a alguien que se ha comportado de manera
que daña el ambiente
6. Compro comidas preparadas
7. Compro productos en empaques que pueden volver a utilizarse
8. Compro productos (frutas y verduras) de temporada
9. Utilizo la secadora de ropa
O. Leo acerca de temas ambientales
1. Platico con amigos acerca de problemas relacionados con el
ambiente
12. Utilizo un insecticida químico
13. En el verano apago el aire acondicionado cuando dejo mi casa
por más de cuatro horas
14. Busco maneras de reusar cosas
15. Animo a mis amigos y familiares para que reciclen
16. Ahorro gasolina, caminando o viajando en bicicleta
66 Sección ll. Conductas sustentables

Este es un ejemplo de instrumentos que utilizan el autorreporte del


comportamiento, es decir el informe que dan las personas acerca de lo
que han hecho en un determinado tiempo. Otros investigadores prefie-
ren la observación directa del comportamiento, ya sea registrada por
otros o por la misma persona que lleva a cabo una conducta con impac-
to ecológico. En la tabla 3.2 se expone un ejemplo de registro observa-
cional de consumo de agua, elaborado por Corral (2002). Las personas
se autorregistran y observan el consumo de otros dos participantes,
medido en el tiempototal que emplean en utilizar el agua en sus do-
micilios. El registro puede adecuarse a la medición de la cantidad de
agua consumida y a Otras instancias de la CPE.

Tabla 3.2. Registro observacional del consumo


residencial de agua (tomada de Corral, 2002).

Uso del agua Usted Otro adulto Un joven


Minutos lavando los trastos
sin cerrar

Minutos bajo la regadera


sin cerrarla

Minutos regando las


plantas

Minutos lavándoselos
dientessin cerrar la llave

Minutos regando la acera

LA DIMENSIONALIDAD DE
LA CONDUCTA PROECOLÓGICA

La bibliografía relevante discute la probabilidad de que la conducta


proecológica sea unidimensional, es decir, que todas las acciones que
la componen (reciclar, ahorrar energía, cabildear a favor del ambiente,
etc.) formen parte de un tipo único y especial de comportamiento. Por
lo tanto, se esperaría que si una persona tiene una orientación a favor
del medio ambiente, ésta realizaría todo tipo de conductas conservacio-
nistas, dependiendo de que se presentara la oportunidad para llevarlas
a cabo, y no sólo unas cuantas de ellas. Florian Kaiser (1998) es un
Cap. 3. Conducta oroecc'ógico 67

psicólogo ambiental que argumenta a favor de esta idea de la CPE


como comportamiento unitario. El razonamiento que guía a esta postu-
ra refiere el hecho de que, dado el carácter deliberado de la CPE, lo
que interesa es la finalidad de la conducta, es decir, el cuidado del en-
torno físico, sin importar las diferencias en los medios que se empleen
para lograrlo (Suárez y Hernández, 2008). Esto tiene sentido, ya que se
esperaría que una persona con orientación proecológica desplegara
todo tipo de acciones de conservación del ambiente, con la salvedad
de aquellas conductas que le fueran imposibilitadas por restricciones
de su entorno (Corraliza £ Berenguer, 2000).
Desafortunadamente, este último argumento es uno de los utilizados
por los psicólogos ambientales que no creen que el comportamiento
proecológico sea de naturaleza unitaria. Al existir más restricciones para
unos comportamientos (por ejemplo, apagarla calefacción en el invier-
no) que para otros (por ejemplo, reciclar en un vecindario que provee
facilidades para esa acción), la misma persona puede involucrarse en el
segundo tipo de comportamientos, pero no en el primero. Otra situa-
ción que puede presentarse es el grado de dificultad diferencial de los
comportamientos. Por ejemplo, el cuidado de un ecosistema implica un
grado muy elevado de complejidad para la solución de la tarea, mien-
tras que otros que son visiblemente más fáciles de ejecutar como pue-
de ser, reusar un objeto—. Este hecho es reconocido por Kaiser y Wilson
(2000) quienesutilizan sistemas de análisis de datos que consideran las
diferencias en la dificultad de las tareas proecológicas. Al controlar esas
diferencias, ellos parecen demostrar que las correlaciones entre diferen-
tes conductas proambientales generan un factor único de conducta
proecológica. Una explicación adicional al por qué la CPE parece mul-
tidimensional sería que las diferencias en el grado de involucramiento
en distintas conductas se debería a que las motivaciones para llevarlas a
cabo fueran también diferentes (Thegersen, 2004). No es lo mismo cui-
dar el ambiente por convicción —es decir, deliberadamente— que hacerlo
por evitar un castigo; además, uno puede estar más motivado por invo-
lucrarse en ciertas conductas y menos por hacerlo en otras.
Lo anterior da como resultado que, cuandose contrastan los regis-
tros (ya sea observacionales o de autorreporte) de diferentes clases de
CPE es común encontrar bajas interrelaciones entre ellos. Por ejemplo,
disminuir el uso del automóvil no se relaciona significativamente con
ahorrar energía en el hogar (Bratt, 1999). Incluso al interior del mismo
tipo de conducta proecológica pueden resultar acciones inesperadas: el
reciclaje de aluminio no se relaciona con el reciclaje de papel (Corral,
1996). Barr, Gilg $ Ford (001, p. 72), a partir de sus resultados, con-
68 Sacción I . Conductas sustentables

cluyen que “el reciclaje es una conducta fundamentalmente diferente


del reuso y de la reducción del consumo”.
Partiendo de estas divergencias, se han tratado de clasificar conductas
proecológicas en subconjuntos. Por ejemplo, Tracy y Oskamp (1984) divi-
dieron un conjunto de prácticas proambientales estudiadas por ellos en
cuatro categorías: mantenimiento del hogar, transporte, reciclaje de objetos,
consumo y protección ambiental. Esos grupos de variables no mostraron
relaciones significativas entre sí. Corral, Hess, Hernández % Suárez (2002),
por su parte, obtuvieron conglomerados de conductas protectoras del am-
biente que implicabanel reciclaje de productos, el ahorro de energía,
el
cuidado de agua, entre otras, las cuales eran predichas por otro grupo
de
acciones de seguimiento de reglas ambientales. Aunque era posible dife-
renciar estas conductas, también se podían encontrar relaciones
entre ellas,
dadas por los antecedentes conductuales (el seguimiento de reglas).
No obstante lo anterior, algunos autores consideran que un compor-
tamiento proecológico general, constituido por diversos tipos de accio-
nes, es alcanzable y que muchas personas —por ejemplo los activistas
ambientales— lo logran, lo cual significa que la CPE puede llegar a ser
Unitaria. La clave estribaría en generar un nivel motivacional balancea
-
do para todas las conductas; instaurar deliberación proecológica tam-
bién para todos los comportamientos; minimizar las barreras para todas
las instancias de conducta proambiental, y lograr que el grado de efec-
tividad para resolver problemas ambientales sea lo suficientemente ele-
vado, de manera que las dificultades diferenciales que implican
las ta-
reas no disminuyan la ejecución en las más difíciles (Corral, 2002;
Enmons, 1997; Kaiser, 1998, Thogersen, 2004). Dado que el interés cen-
tral de la educación ambiental es el de producir una tendencia compor-
tamental unificada, que lleve a las personas a comportarse de manera
proecológica de todas las maneras posibles, los programas formativ
os
deberían atacar las variables que obstaculizan la consolidación del
CPE
como un factor unitario del comportamiento.

CORRELATOS PSICOLÓGICOS DE
LA CONDUCTA PROECOLÓGICA

La investigación en psicología de la conservación ha dedicado un


esfuerzo sustancial a estudiar las características psicológicas
de la gente
que cuida su ambientefísico. La gama de predictores propues
ta es muy
amplia e incluye tendencias así como capacidades
conductuales. En
correspondencia con la gran cantidad de predictores
propuestos para
Cap. 3. Conducta prozcológica 69

la CPE se ha elaborado y probado una gran variedad de modelos, algu-


nos de los cuales fueron mencionados en el capítulo 2.
Entre los determinantes disposicionales de la CPE se mencionan las
actitudes proambientales: poseer una inclinación o un gusto hacia el cui-
dado ambiental lleva a las personas a cuidar su entorno (Leiserowitz,
Kates « Parris, 2005). Las emociones a favor de la naturaleza y su conser-
vación, así comola afinidad hacia lo natural y el aprecio porla diversidad
biológica y social son otros predictores significativos (Montada el al.,
1999; Corral, Bonnes, Tapia, Fraijo, Frías £ Carrus, 2009). En rubrosrela-
cionados, se ha encontrado que los motivos proecológicos constituyen
una influencia directa y significativa en la conducta proambienta!. Estos
motivos pueden ser egoístas —cuidar el ambiente para disfrutar de sus
recursos—, altruistas —ser proecológicos procurando el bienestar de
otros— o biosféricos —cuidara la naturaleza por su valorintrínseco— (Schul-
tz, 2001). Otro determinante directo mencionado es la deliberación o
intención a actuar de manera proambiental (Wall et al., 2007), confirman-
do lo establecido en la definición de la CPE (Grob, 1990).
Las creencias ambientales o visiones del mundo son instigadoras de
la acción proecológica, especialmente si son de carácter ecocéntrico
(esto es, creer que la naturaleza debe ser preservada por su valorintrín-
seco), aunque también las creencias antropocéntricas, que colocan al
ser humano como entidad dominante en la Tierra, pueden predecir
algo del cuidado ambiental físico (Thompson < Barton, 1994). La per-
cepción de normas sociales en los entornos culturales de las personas
pueden inducirles el desarrollo de normas personales, que se convier-
ten en guías de la conducta proecológica (Huneckeef al., 2001).
Las habilidades de resolución de problemas ambientales (Bustos,
Flores £ Andrade, 2004) y la conjunción de éstas en sistemas de com-
petencias proecológicas se encuentran entre los correlatos importantes
de la CPE. No basta con poseer actitudes, normas, valores o motivos
proambientales; es necesario, además, manejar destrezas para atacar
problemas ecológicos y estar en la posibilidad de responder a los re-
querimientos que la sociedad establece para el cuidado del entorno
(Geller, 2002; Corral, 2002).
Esta breve revisión muestra la gran cantidad de predictores disposi-
cionales que existe para la conducta proecológica. La revisión de la
bibliografía indica que, además de la presencia de estas tendencias, se
encuentran comportamientos —es decir, acciones abiertas- que se corre-
lacionan con la CPE. Esta correlación podría indicar algunas situaciones
de interés para los investigadores y los educadores ambientales, como
veremos a continuación.
70

CONDUCTA PROECOLÓGICA Y ESTILOS


DE VIDA SUSTENTABLES

En fechas relativamente recientes, el concepto de estilos


de vida
sustentables (EVS) empieza a aparecer como un mote que englob
a a
úna serie de acciones a favor del ambiente. Dado que
el ideal de la
sustentabilidad comprende las conductas de cuidad
o del entorno físico,
tanto como del social, se requiere de constructos que enlace
n ambos
tipos de comportamientos. El de EVS parece cumplir
con esas caracte-
rísticas.
Inicialmente, se consideraba que los EVS referían conductas
de
consumo responsable, y no mucho más, dado que el concep
to general
de estilos de vida describía patrones de conducta, uso
de recursos y
consumo con los que las personas se diferencian de otros
y para afiliar-
se a grupos (Chaney, 1996; Corraliza £ Martín, 2000). Posteriormen
te, se
incorporaron otras dimensiones quetienen que ver
con formas devivir,
la satisfacción de necesidades, el cumplimiento de
deseos, tanto socia-
les como individuales, y las maneras de relacionarse con
otras personas
(Center for Sustainable Development [CSD], 2004).
El concepto de EVS, pues, debía ampliarse; aunque las soluci
ones
a los deseos y necesidades de las personas en buena medid
a se satisfa-
cen con el consumo, especialmente en las sociedades
occidentales,
queda claro que un estilo de vida abarca algo más que el
consumo. Las
necesidades de afiliación, por ejemplo,si bien pueden ser satisfe
chas a
través del uso o intercambio de bienes materiales (siend
o obsequiosos
o exhibiendo status para atraer personas con las cuales relacio
narse),
se satisfacen también a través de otras pautas de conducta
no necesa-
riamente consumistas, las que incluyen la prosocialidad,
el altruismo y
la reciprocidad, entre otras (Corral, Tapia, Fraijo, Mirele
s $e Márquez,
2008). Kirby (2003), de manera específica, plantea que existe una
dimen-
sión de sentido comunitario, en dondelas relaciones
prosociales y de
reciprocidad tienen un rol fundamental en el establecimie
nto de estilos
de vida sustentables. Es necesario, por lo tanto, incorporar
todas estas
dimensiones adicionales al consumo dentro del concepto
de EVS,
El CSD (2004) establece quelos estilos de vida sustentables
son pa-
trones de acción y consumo,utilizados porlas personas para
afiliarse y
diferenciarse de otras. Los EVS se caracterizan porque:
a) satisfacen
necesidades básicas; hb) proveen una mejor cualidad de vida; c)
minimi-
zan el uso de recursos naturales y la emisión de desechos
y contami-
nantes enel ciclo vital, y d) no amenazan las necesidades
de las futuras
generaciones. Al ser patrones de acción, los EVS deben identificarse
en
Cap. 3. Cordu ml

tanto conductas, es decir, acciones instrumentales que pueden regis-


trarse en las personas que las practican. Pero, además, esas acciones
deben dirigirse hacia el cuidado de los componentes físicos y sociales
del entorno (Corral, Tapia, Fraijo, Mireles £ Márquez, 2008). En este
sentido, los EVS son un conjunto de conductas sustentables y como
tales deben estudiarse.
Debido a que la reducción en los niveles de consumo es una con-
dición indispensable para la adopción de un estilo de vida sustentable,
la austeridad y el consumo responsable se consideran como candidatos
a formar parte de las dimensiones de los EVS (Iwata, 2002; Thogersen,
2005). El altruismo, es decir, el comportamiento de cuidado dirigido
hacia otras personas sería otra de las dimensiones. El altruismo es una
condición necesaria para la sustentabilidad (Pol, 2002a) y si los patro-
nes altruistas de conducta pueden satisfacer necesidades de afiliación e
identificación, entonces éstos deben formar parte de los EVS. Las con-
ductas igualitarias, englobadas bajo el concepto de equidad (Winter,
2002) se consideran el tercer candidato para formar parte de los EVS.
Finalmente, la conducta proecológica se propone como el cuasto tipo
de componentes de los EVS, ya que no es posible alcanzar los ideales de
la sustentabilidad sin un medio físico conservado (por la CPE) que per-
mita el acceso a sus recursos (Kaiser, 1998). Si bien estas conductas se
entremezclan con los comportamientos de consumo austero, se requie-
re de muchostipos de comportamientos de cuidado del medio (aparte
de las conductas de consumofrugal) para cuidar el entornofísico.
Conel fin de probar la pertinencia de un concepto de EVS que
englobe a las cuatro dimensiones conductuales propuestas, se han des-
arrollado estudios que parecen apoyar dicha idea. Para demostrar que
la austeridad, el altruismo, la equidad y la CPE forman parte de los EVS
es necesario demostrar que los cuatro diferentes tipos de acciones se
interrelacionan de manera significativa. La bibliografía, de hecho, mues-
tra que se dan relaciones entre la CPE y el altruismo (Schultz, 2001) y
entre la austeridad, el altruismo y la CPE (De Young, 1996; Iwata, 2002);
también, la equidad se relaciona con la preocupación por otros —evi-
dencia de altruismo- (Veenhoven, 2006). Sin embargo, no existen mu-
chos estudios que hayan interrelacionado los cuatro factores candidatos
a formar parte de los EVS.
Corral ef al. (2008) desarrollaron un estudio en el que recogieron el
autorreporte de conductas proecológicas, acciones altruistas y compor-
tamientos austeros. Al interrelacionar los tres factores formaron un
constructo de segundo orden al que denominaron “estilos de vida sus-
tentables”. Para reforzar la estimación de la validez de dicha medida los
72
Sección Il. Conductos sustentables

autores correlacionaron el factor de EVS


con otro factor, formado por
tendencias psicológicas prosustentables
como la deliberación proecoló-
gica, la percepción de normas proambie
ntales, el aprecio porla diver-
sidad, la afinidad por la naturaleza y la
autopresentación proecológica.
La correlación entre ambos factores fue posit
iva, alta y significativa,
como se esperaba.
Un estudio posterior, desarrollado
por Osuna, Corral, Ortiz, Castro,
García, Bojórquez, Rojas £ Méndez (200
8) corroboró estos resultados
y, en esta ocasión, incluyó la dimensió
n de equidad como parte de los
EVS. De nueva cuenta, este factor surg
ió coherentemente a partir de
las interrelaciones entre sus dimensiones
de primer orden (CPE, altruis-
mo, austeridad, equidad). La idea de
que la conducta proecológica
forma parte de un factor más general
y jerárquicamente superior dos
estilos de vida sustentables) parece refo
rzarse y esto pudiera encaminar
el estudio de las conductas Conserva
cionistas en la dirección de los
ideales de la sustentabilidad.

CUIDADO DEL AMBIENTE Y


BIENESTAR SUBJETIVO

Uno de los fines de la instauración de


los estilos de vida sustenta-
bles es el logro de bienestar para la
población, incluido el bienestar
subjetivo. Esto quiere decir que el cuid
ado del ambiente debiera tradu-
Ccirse, entre otras Cosas, en una sens
ación de bienestar o felicidad. La
Cuestión, entonces, es saber si exist
e una relación entre ser proecológi-
co y ser feliz. Para algunos autores esta
liga no es evidente. Por ejem-
plo, Lindenberg y Steg (2007) sugieren
que los objetivos hedonistas (la
búsqueda del placer) se contraponen a
menudo a la actuación proam-
biental: las personas que buscan senti
rse bien no deberían mantener
entre sus objetivos el cuidado del entorno
físico, porque esto implica el
sacrificio personal, la disminucióndel
Consumo yotros factores que se
contrapo nen, aparentemente, con el placer. Estos
autores prop onen
que los objetivos hedonistas se hagan inco
mpatibles con las metas nor-
mativas proambientales que enfatizan la
responsabilidad por el cuidado
ecológico,
No obstante, Lindenberg y Steg también
reconocen que la búsque-
da de confort podría guiar a la conducta
proambiental; es decir, algunas
personas buscarían la protección del
entorno para sentir placer o bie-
nestar. Existen evidencias en la bibli
ografía que muestran que este es
un Caso plausible. Pelletier, Tuson,
Green-Demers, Noels $ Beaton
Cop. 3. Conducta proecclégico 73

(1998), por ejemplo, encontraron que es más probable que las perso-
nas desplieguen conductas proecológicas cuando éstas derivan placer
y satisfacción. De Young (2000) establece que las personas consideran
que vale la pena involucrarse en ciertas acciones proambientales porla
satisfacción y placer que les proporcionan. En el capítulo 11 veremos
que la afinidad emocional por el ambiente es un predictor del cuidado
ecológico. Las personas obtienen bienestar psicológico de la exposi-
ción a la naturaleza, así es que se podría esperar que dicho bienestar
fuera un motivo para cuidar el entorno (véase Kals, Schumacher £
Montada, 1999).
En un estudio que investigó de manera directa la relación entre
bienestar subjetivo (o felicidad) y la conducta proecológica, Brown y
Kasser (2004) encontraron, tanto en adolescentes como en adultos, que
los individuos con más altos niveles de bienestar subjetivo reportaban
un mayor involucramiento en conductas de cuidado del entorno físico.
Pordesgracia, hasta donde sabemos, esta es la única investigación que
ha abordado de manera específica la relación entre felicidad y CPE.
Estas reflexiones y experiencias de investigación parecen mostrar,
entonces, que, en algunos casos, el cuidado del entorno físico genera
incomodidad o displacer, mientras que en otros, produce sensaciones
de bienestar. El reto de la investigación subsecuente consistiría en dis-
cernir qué condiciones o instancias del actuar proambiental llevan a
cada estado (displacer, bienestar). Los resultados podrían ayudar a in-
ducir en las personas estados de sensación positiva por actuar proeco-
lógicamente. De ser así, se facilitarían en gran medida las condiciones
que mantienen el comportamiento de cuidado del entorno físico.

RECUENTODEL CAPÍTULO

La gravedad de los problemas ambientales exige la adopción de


comportamientos que eviten la continuación del deterioro ecológico, el
cual se maniftesta en daños a los tres niveles de la biósfera: la atmós-
fera, el suelo y el agua. No es posible cumplir con los objetivos del
desarrollo sustentable sin conservar los recursos ambientales, concebi-
dos como un “capital natural”. La Única manera de lograrlo es instau-
rando una conducta proecológica (CPE) en los individuos y los grupos
que éstos conforman.
La conducta proecológica se define como un conjunto de acciones
intencionales y efectivas que resultan en la conservación del ambiente,
constituyendo uno de los componentes clave en la conformación de
74 Sección II. Conductas sustentables

la conducta sustentable. Entre las instancias de esta conducta se ubican


el consumo de productos que no deterioran el ambiente; el reuso de
objetos; el reciclaje; la elaboración de composta; las acciones de estética
ambiental; la reducción en el consumo de electricidad, agua y combus-
tibles; el cuidado de ecosistemas; el cabildeo proambiental; la adquisi-
ción de información acerca de problemas ambientales y sus soluciones;
la persuasión proambiental y la planificación familiar, entre otras.
La discusión acerca de la dimensionalidad de la CPE no concluye.
Algunosautores catalogan a este comportamiento como unitario, mien-
tras que otros lo conciben como la suma de acciones no necesaria-
mente relacionadas entre sí. Dado que se requiere que los ciudadanos
practiquen todos los tipos de comportamiento ambiental responsable
y no sólo algunos de ellos, dicha discusión continuará, buscando la
manera de lograr la unidimensionalidad de la CPE.
Las variables disposicionales que predicen la conducta proecológi-
ca son numerosas, desde las actitudes hasta las competencias, pasando
por los motivos, las emociones, las creencias, las normas ambientales, *
la intención de actuar y las habilidades, entre otras. Junto con las accio-
nesaltruistas, la conductafrugal voluntaria y los comportamientos igua-
litarios, la CPE conforma los estilos de vida sustentables, un conjunto
de comportamientos abiertos cuyo objetivo es el cuidado ecológico
tanto en el nivel físico como en el humano.
Como uno de los objetivos del desarrollo sustentable es la procura-
ción de bienestar para las personas, surge la interrogante acerca de si,
así como un ambiente sustentable puede producir felicidad, las perso-
nas felices son propensas a cuidar el ambiente. Los resultados de la in-
vestigación son, en cierto sentido, contradictorios. Algunos datos mues-
tran que las personas buscanel placer en el despilfarro de recursos yen
la inacción a favor del ambiente. Sin embargo, otras encuentran satisfac-
ción y bienestar conservando los recursos naturales. Esta línea de inves-
tigación proseguirá, seguramente, y arrojará información que permita
elucidar de qué manera se puede obtener felicidad cuidando la integri-
dad de los recursos de la naturaleza.

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